Descubriendo el Amo que llevo dentro

Describo con detalle cómo descubrí mi inclinación sexual de dominar sumisas (primer relato)

No sé muy bien cómo empezó mi nueva faceta de dominador, pero empezaré desde donde recuerdo que fueron los primeros impulsos. No sin antes aprovechar que esta es la introducción para exponer que mis historias se aproximan bastante a la realidad, salvando lo identificable, más allá de cualquier fantasía ponzoñosa que pudiera perturbar la calidad de una buena relación amo-esclava. Pues considero que algunas fantasías no deberían pasar de esa calificación y que la integridad física debe estar en la parte dogmática de cada decálogo de todo dominante, de todo tipo de relación.

Recuerdo que de todo esto hará aproximadamente 4 años. Una mujer de 1. 78 cm, rubia, delgada y no con muchas curvas; yo, 1.75 cm, moreno y de gimnasio. La relación con este pibón, Bet, empezó hace más tiempo: una década antes de estos encuentros, aproximadamente. Pero entonces no pasó nada, sólo un poco de insistencia por mi parte. Ella en 2014, vio una serie de fotos mías en las Redes Sociales y removió cielo tierra para dar conmigo, lo consiguió. De hecho, molestó a unos cuantos conocidos para salirse con la suya.

Nunca he tenido relaciones esporádicas, no me gustan. No consiento la falta de higiene sexual y aunque no pido credenciales (obvio), sí que tengo ciertos criterios para establecer si alguien pasa ese filtro. Son secretos, por cierto.

Es cierto que Bet trastocó mi mundo sexual completamente. No esperaba, ni siquiera sabía, que yo pudiera ser parte de este mundo. Nuestra relación empezó con cierta locura y de forma frenética, pues ella tenía pareja y en sólo unos días pasamos de cero a cien en nuestra relación. Yo estaba acostumbrado a las relaciones románticas, esas en las que te lo tienes que currar a fondo para llegar a los beneficios sexuales, tal y como nos inculcan.

Sin embargo llego un día en concreto en el que quedamos en mi hogar. Nuestros encuentros no habían pasado entonces de los cachetes en las nalgas o tirones de pelo mientras la penetraba, pero ese día de julio me sorprendí a mí mismo. Si más herramientas que lo que toda persona tiene a mano en su casa (sin mazmorras elaboradas o ataviadas con herramientas profesionales de BDSM). Ella llegó, como siempre con una presencia impoluta: un mono corto de falda-pantalón verde oliva con flores blancas, una camiseta interior sin mangas y su perfecto pelo rubio semiondulado a media espalda.

Nada más entrar la lleve al dormitorio, acogedor, una cama grande y tonos morados y negros. Sin decir una palabra, ella comenzó a desnudarse con mucha prisa, al terminar comenzó conmigo. No fue por la parte alta por donde empezó, sino que hincó sus rodillas en el suelo e intentó desabrocharme el cinturón, tuve que ayudarla. No completó su tarea y cuando tenía los pantalones por las rodillas cogió mi bóxer y lo bajó bruscamente. Todavía no había soltado estos que ya estaba buscando mi polla semierecta con la boca, es, con mucha diferencia, su mejor habilidad, ¡qué mamadas me hacía! Tras unos cabeceos, yo ya estaba totalmente duro. Fue entonces cuando ella tomó mi mano sin sacársela de la boca y la dirigió a su nuca. Sabía lo que quería y agarré su cabeza con fuerza y comencé una fuerte penetrada con los efectos lógicos: gorgoritos y arcadas ( facefuck lo llaman). Con una mezcla que a mí me parecía entre instinto y deseo llevó sus manos a su espalda dejándose hacer. Sexo duro quería y sexo duro le daría. Con disimulo la hice una coleta con mis manos y tiré fuerte de su pelo hasta posar su cabeza sobre la cama.

Aún de rodillas y en esa posición tan ofrecida, me coloque detrás de ella y llevé mi mano hacia su coño. Estaba totalmente empapado, nada de charcos en el suelo como se suele describir en otros relatos (me parece bastante irreal, de ser posible acepto que escurra alguna gota) pero sí que le deslizaba el flujo vaginal por las piernas, recogí un poco para comprobarlo y se lo hice lamer, ¡qué cerda estaba y como me ponía! Me cogí la polla con evidentes intenciones y me puse de rodillas detrás de ella y se la metí de golpe, no hacía falta lubricar más. La follé durante un rato mientras le cogía del pelo o jugaba con su ano. Nunca me la follé por el culo, pero sí que le introduje un pequeño consolador vibratorio que ella tenía.

Me desvestí, la levanté de golpe, la tiré sobre la cama y la abrí de piernas (tipo misionero), dejando una de ellas sobre mi brazo y se la volví a meter. Yo aguanto mucho tiempo sin correrme y ese día no recuerdo que fuera distinto. Pasado un tiempo en esa posición, me dio por cogerla del cuello (asfixia erótica, ahora la controlo bien) no sin miedo y mucha cautela. Aunque ella tenía las manos libres, las dejaba a los costados de su cuerpo. Yo ya estaba a punto, así que polla en mano escalé por su cuerpo y agarrándomela se la introduje en la boca para correrme dentro.

No se la hice tragar, pues era novel, hoy no lo consentiría. Pero esa vez lo escupió sobre su pecho y lo restregó con su mano (esto tampoco me desagradó). Tras limpiarse, nos tumbamos juntos y desnudo sobre la cama. Yo estaba muy satisfecho y recuerdo que me preocupé por si me había pasado, a lo que ella recuerdo que me respondió que era exactamente lo que quería.

No recuerdo exactamente los diálogos de aquella tarde de hace cuatro años, por eso he omitido aunque fuera una aproximación para ser riguroso con la situación, asique que sólo expongo ese maravilloso y nítido recuerdo que todavía poseo y considero punto de inflexión en mi forma de ver el sexo. Siempre he supuesto que fue debido al facefuck y la asfixia erótica donde radica mi transformación en un ser dominante.

Actualmente esa relación terminó en su concepto sexual, aunque aún tenemos relación de amistad. Decidí terminarla porque ella tiene incontinencia verbal y no me desagrada salvo durante los actos sexuales, aquí sí que me enervan. Pero no he dejado este estilo de vida. Tras este descubrimiento personal, he mantenido otras relaciones siempre con el mismo carácter. Ahora tengo tres esclavas sexuales totalmente sumisas, he llegado a crear hasta una pequeña comunidad con ocho, pero esas relaciones se han terminado por diversas razones. Solo una se fue por iniciativa suya y con mis bendiciones porque quería procrear, me prometió volver y aún estamos en contacto. Nunca voy buscando sumisas, no hay un lugar concreto de donde sacarlas y últimamente soy muy selectivo, pero no son criterios de mis decisiones ni el físico, ni la edad… me importa más una buena actitud.

En muchas ocasiones hasta he sido amo de forma profesional, cuando la situación ha sido esporádica o quizás no confiaba en la esclava o simplemente por iniciación, según me apetezca. Pero las integrantes de mi pequeña comunidad y las relaciones de carácter profesional son historias para otros relatos.

Soy una persona muy abierta en todos los aspectos y muy sociable. Acepto sugerencias, quiero que me escribáis y que no tengáis miedo a expresaros de ninguna manera, salvo insultos. Estos os los podéis meter por el culo (así probáis el sexo anal); me refiero a insultos directos, no a cuestiones o dudas por muy sensibles que sean. Sean bienvenido y a todas las mujeres: ¡de rodillas!