Descubriendo a mi hija....
Intenté ayudar a mi hija con los deberes y terminamos ayudándonos mutuamente con el sexo
Descubriendo a mi hija
Estaba durmiendo en el sofá cuando una voz dulce y una tierna mano me despertaron de la siesta. Abrí los ojos y la vi con una sonrisa de oreja a oreja.
“Despierta Papa, son las cinco” – dijo mi hija mientras se sentaba en el sofá a la altura de mi barriga cervecera.
“Uf! Gracias.” – Le dije entre bostezos.
“Antes de irnos, puedes ayudarme con este problema de matemáticas” – Me dijo mientras me enseñaba una libreta que llevaba en la mano.
Eran las cinco y como habíamos planeado, antes de llevarla a ver a sus amigas, nos daríamos un bañito en la piscina.
“Claro que si, cariño. Pero antes necesito mi café” – Se lo dije mientras hacia la intención de levantarme del sofá.
Me puso una mano en los hombros y me volvió a recostar en el sofá.
“Ahora mismo de traigo el café, tu échale un vistazo al problema” – Dijo mientras se levantó del sofá y se fue hacía la cocina.
Todavía dormido vi como abandonaba el salón. Iba descalza, llevaba una camiseta larga, blanca y muy finita, que dejaba ver el bikini que llevaba debajo de color rojo y negro.
Me puse de lado, con la mano izquierda me aguantaba la cabeza y con la otra cogí los deberes de mi hija y empecé a leer el problema matemático. La verdad es que me costaba entenderlo, aún estaba muy dormido. Se acerco mi hija con un buen café con hielo. Lo dejó en la mesita del salón. Cuando se sentó, los dos notamos la erección. Dio un pequeño salto para alejarse de mi miembro sin dejar de estar sentada a mi lado. Me sonrojé y me acerqué la libreta de mi hija a la cara para que no viera mi rostro de asombro, sin exagerar mis gestos, con naturalidad y empecé a leer en voz alta introducido un por “ejem” el anunciado del ahora maldito problema de mi hija. No sé si por inocencia suya o mía, ella no se percató de como vi que giraba toda la cabeza y sus ojos se clavaron en mi abultado bulto. Eso me hizo ponerme más nervioso y como más nervioso más grande se hacía mi erección. Dejé la libreta junto al café y le dije que me dejará sentar, se volvió hacia mi ruborizada y se levantó para que me sentara. Cogí la libreta de mi hija y le dije que se volviera a sentar que le explicaría el problema. Cuando terminamos de los deberes, mi cuerpo ya había vuelto a la normalidad pero mi cabeza no paraba de darle vueltas a lo sucedido.
“Todavía nos queda una hora antes de irnos, te apetece un baño”- dijo mi hija con un tono que entendí que para ella también había superado lo inesperado.
“Ya tardas en tirarte a la piscina, me pongo el bañador y vengo”- se lo dije mientras entraba en mi habitación a ponerme el bañador.
Tenemos una piscina comunitaria en medio de las casas apareadas pero somos los únicos vecinos que vivimos durante todo el año. La gente, a partir de setiembre, viene solo los fines de semana. Cuando llegué a la piscina, mi hija se estaba tirando del pequeño trampolín. Solo llevaba el bikini, la camiseta la había dejado junto la toalla. Nunca me había fijado en ella como mujer y al hacerlo ahora me recordó mucho a mi mujer, que descanse en paz, cuando tenía su edad. Se tiró a la piscina de bomba para intentar mojarme y lo consiguió. Me quite la camiseta y la tiré donde estaban las toallas y me lance junto a ella. Empezamos a jugar, a tiranos agua a la cara, esa se subió encima de mí con la intención de hundirme pero me resistía y acaba ella debajo el agua. Sin querer y con el forcejeo le desabroché el nudo de la parte de arriba del bikini dejándome ver unos senos de lo más lindo, un pecho hermoso y lo que más me sorprendió, morenos.
“Eh! PAPA! Para un momento y abróchame el bikini, por favor” – me pidió mientras su cara clamaba venganza.
“Claro que si, pequeñita “– le dije entre sonrisas
“No me llames pequeñita que lo odio” – la pequeña niña que llevaba dentro afloro de nuevo
“Tienes razón, ya no debería llamarte así. He podido comprobar que ya eres toda una mujer. Por cierto, como es que tienes tan morenos los pechos? – pregunté creando un clima más adulto y aparcando del todo los juegos infantiles
“pues cuando voy con mis hago topless” – su cara solo respondía a una cosa, soy mujer y era evidente
“si quieres hacerlo, puedes. A estas alturas ya no me voy a asustar mucho más” – le dije
“asustar, asustar no lo creo, pero excitar, excitar no sé yo. En el sofá no me pareció el mando de la tele lo que he tocado” – señalando mi paquete con el dedo índice.
Su voz firme acreditaba que era más adulta de lo que tenia percibido.
“Caramba! Como las sueltas “– me reí por unos momentos. “No se tu pero tu pezones duros me daban entender que estabas cachonda”.
Un poco ruborizada se excusó – “ el agua está un poco fría”.
“¿Papa que té iba a decir, seguro que no te importa que haga top les? “ – me preguntó
“Para nada, si todavía los tuvieses horrorosos te diría que no pero como son preciosos estará bien volverlos a ver” – me volví a ruborizar un poco pero quería de confiase en mi.
Salió de la piscina. Se acercó a las toallas. Me miro e imitando a las grandes estrellas del cine me hizo un pequeño estriptis. Sus pechos firmes vieron de nuevo la luz y con ello mi verga empezó a crecer. Volvía estar excitado pero esta vez la excitación era aún mayor.
“Eres una mujer mala” – le dije mientras le guiñe el ojo.
Me giré y empecé a nadar. De reojo no la podía parar de mirar. Ella se subió otra vez al trampolín y se tiró de nuevo. Apareció a mi lado y me rodeo con todas sus extremidades. Me dio un beso en la mejilla.
“Te estás bañando con el mando a distancia”- soltó una carcajada y con su mano me cogió la verga por fuera del pantalón.
“Claro, no soy de hielo, si quieres puedes cambiar de canal” – le comenté.
Sin soltarse, se puso delante de mí haciendo rozar su coño con mi verga y me regaló un enorme beso en la boca, cosa que aproveche para cogerla de las nalgas y llevarla a las escaleras de la piscina. Me senté en ellas y encima de mí ella empezó a moverse lentamente acompañado de un ligero gemido. Mientras le besaba en el cuello, ella empezó a morderse el cuello. Los vaivenes de su cintura empezaron a acelerarse. Creía que me iba a correr, la aparte y con suavidad, dándole el suspense merecido en la zona genital, le baje el bañador. Hice que subiera por las escaleras hasta que su vulva quedo a la altura de mi boca, bajo lentamente quedándose de cuclillas y empecé a lamer ese joven y delicioso coño, estaba muy mojado. Sus gemidos aumentaron notablemente y su respiración era más rápida. Empezó otra vez con un suave vaivén. Su expresión corporal me decía que estaba a punto de tener el primer orgasmo. Con la mano empecé a masturbarle el clítoris y ella respondió con su sonoro gemido y un electrizante vaivén. Un prolongado “ahh” me confirmo lo que pronosticaba. Su primer orgasmo llegó. Los vaivenes se entrecortaban mientras intentaba recuperar el aliento. Se levantó y poco a poco bajo todos los peldaños. Se arrodilló y me empezó a bajar el bañador. Mi verga salió disparada hacia el cielo mostrándose orgullosa y erguida. Con sus manos empezó a acariciarme el escroto. Con un suave meneo, acompañado de lindos y tiernos besos en el tronco de mi falo hicieron que se elevará al máximo exponente mi excitación. Sus manos empezaron a subir cogiendo firmemente mi verga. Me masturbó lentamente, con movimientos constantes. Acercó su boca caliente a la punta de mi glande y le empezó a besar y mordisquear. Estaba gozando. Cerré mis los ojos. Quería sentir toda mi excitación en mi verga. Quería saborear cada instante de esa fabulosa felación que me daba esa mujer, mi hija. Poco a poco se fue introduciendo toda mi verga en su verga. Notaba como introducía y retiraba milímetro a milímetro con movimientos muy lentos. Aceleró el ritmo poco a poco. A veces abría los ojos para contemplar la cara de viciosa de mi hija. Cada vez que se cruzaban nuestras miradas, ella aceleraba más el ritmo. Suspiros y gemidos sollozaban de mi boca. El ritmo era frenético. No tardaría mucho en correrme. Me incorporé un poco, lo suficiente para cogerle la cabeza y la llevé hacia mí. Un pequeño espasmo corporal anunciaba la erupción. Sujete su cabeza contra mi pene con fuerza y tuve una gran eyaculación seguido de más espasmos. Sacó la polla de su boca. De sus labios salían pequeñas gotas de semen. Terminó de masturbarme hasta que ya no salía ni una gota. Se sentó a mi vera. A los pocos minutos le cogí de la mano y nos dimos, en un absolutamente silencioso baño haciendo que nuestros cuerpos flotaran.
Cinco minutos más tarde sonó el teléfono de mi hija. La estaban esperando. Me miró y me pregunto si la podía llevar. Le dije que sí. Nos duchamos juntos rápidamente. Cogimos el coche y salimos del parking.
De camino, empecé a tener remordimientos sobre lo sucedido. La verdad es que hoy me había ganado el cerebro de mi polla. Era mi hija. Quería que lo entendiera y que no hubiera malos entendidos.
“Esto que ha pasado hoy no deberíamos contárselo a nadie y no debería repetirse. Hemos disfrutado, yo personalmente mucho pero somos padre e hija y nos está bien” – le comenté.
“Tranquilo, Papa. Mañana lo hablamos”
“A las doce en casa. Como siempre.” – alce un poco la voz
Abrió la puerta del coche y salió del coche. Desde el coche saludé a todas sus amigas. Respondieron un “hola” al unísono. Ella se giró y me dijo:
“Vale! Pero un cosa, súbete contigo el mando a distancia eh!!!” – Me guiño el ojo y me regalo una sonrisa de oreja a oreja
Continuara……