Descubriendo a mi hermanita

Nunca había pensado que mi hermanita fuese tan buena amante.

Descubriendo a mi hermanita

Llegué a casa cansado después del instituto y decidí dar un susto a mi hermana, haber si así me alegraba el día. Sabía que no estaban mis padres y que ella estaría seguramente jugando al ordenador, así que abrí la puerta con cuidado de no hacer ruido y subí las escaleras silenciosamente. La puerta del estudio estaba cerrada, seguro que Melissa se encontraba allí, se iba a pegar un buen susto.

Abrí la puerta de golpe y entré gritando como un loco hacia ella, pero el susto me lo llevé yo al ver que ella se estaba...bueno, tocando.

Mi hermanita pequeña de 18 años estaba viendo porno en la computadora mientras se metía sus deditos en su lindo coñito. Se había quitado los pantalones y se había bajado el tanga, estaba roja de vergüenza, ni ella ni yo decíamos nada, solo nos miramos sin saber qué hacer.

Creo que pasaron unos minutos así, ella y yo contemplándonos, nos sacó de esa parálisis un grito de una chica joven a la que le estaban metiendo una enorme polla por el coño y otra todavía más grande por el culo. Mi hasta ahora, inocente hermana, veía películas fuertes!

Ella miró la pantalla y cerró rápidamente el vídeo. Todavía tenía su tierna conchita al aire y yo podía ver lo mojada y sabrosa que parecía. No podía creer que estuviera pensando así de mi propia hermana...pero no pude evitarlo.

  • Cariño – le dije - ¿Quieres probar realmente lo que estabas viendo en la pantalla? –

  • Pues... –

  • Te prometo que no te dolerá. –

Como ella no decía nada me acerqué un poco y besé a mi hermana tiernamente en la boca, tenía unos deliciosos labios y disfruté enormemente del contacto cuando ella agarró mi cabeza y metió su lengua en mi boca, sabía muy dulce. Hice que se volviera a sentar en la silla donde estaba antes y le dije que volviera a poner algún vídeo o película caliente. Yo cogí otra silla y me senté justo detrás. Mientras mi dulce Melissa miraba fijamente como dos chicas jugueteaban salvajemente con un hombre, le meneaban el rabo y entre ellas se chupaban los pechos; yo comencé a pasar suavemente mis dedos por el sexo de mi hermana. Acaricié sus labios y metí ligeramente la punta de mis dedos en su húmedo y caliente coñito.

Ella emitió un leve gemido y empezó a tocarse sus tetitas, vi que tenía los pezones duritos. Le gustaba y yo disfrutaba sintiendo como se movía bajo mis caricias. Con mi mano derecha le tocaba el clítoris mientras mi izquierda se entretenía agarrando sus pechos.

En pocos minutos llegó al orgasmo y chilló y se retorció entre mis brazos, para entonces yo tenía una gran erección. Ella me miró y me besó en la frente y después me dijo que quería probar algo que había visto en internet, si yo quería.

Me dijo que me pusiese cómodo y comenzó a desabrocharme los pantalones, sacó mi verga y pasó su lengua por la punta, después mordió suavemente y comenzó a chupar solo la punta. Después se introdujo todo mi falo en la boca mientras sus manos jugaban con mis pelotas. Lo hacía de maravilla y yo me pregunté si realmente no lo habría hecho antes.

Le dije que se detuviera, que ahora iba a gozar de verdad. Ella adivinó mis intenciones y apoyándose en la silla, meneó su linda cola delante de mis narices. Me acerqué y metí mi pene lentamente en su vagina, ella se agarró con fuerza al mueble y soltó un suspiro.

Comencé a moverme lentamente mientras ella hacía sabrosos movimientos con sus caderas. Mi polla entraba y salía de su concha sin parar y cada vez más rápido. Así llegó a su segundo orgasmo, arqueó la espalda y gritó cuando yo le mordí desde detrás en el cuello.

A mí me faltaba poco y todavía quería probar una cosa más con ella. Saqué mi pene y me chupé el dedo índice, después se lo metí por el ano, ella intentó resistirse, pero ya era demasiado tarde, la cogí con fuerza, mi verga penetró bruscamente su culito y durante unos breves minutos ella no dejó de chillar mientras lo hacíamos violentamente.

Me corrí dentro mientras ella todavía intentaba liberarse, ella se retorció al sentir mi leche llenando su interior. Gimió y creo que ella también llegó a tener otro orgasmo.

En ese momento escuchamos como nuestros padres llegaban a casa después del trabajo. Nos vestimos rápidamente y fuimos corriendo a asearnos un poco en el cuarto de baño. Noté que a Melissa le costaba un poco caminar. Justo antes de saludar a nuestros padres me dio una bofetada e inmediatamente un tierno beso, ahora sus labios ardían, como su mirada. Creo que aquello íbamos a repetirlo.