Descubriendo a mi esposa (4)

Al principio gozaba con sus infidelidades, ahora nos iniciamos en el intercambio de parejas.

Después de haber leído lo que mi esposa me escribió relatándome las aventuras con Ismael, empecé a volverme loco, me parecía mentira que Patricia fuera tan puta, me carcomían los celos y la bronca de haber sido humillado de tal manera y por gente que me conoce muy bien, pero también debo admitir que llegué a un grado de excitación que no pude evitar hacerme una terrible paja imaginando cada escena volcada en el papel, me daba cuenta que era algo que ya no podía arreglar, sobre mi cabeza pesaban unos enormes y hermosos cuernos que lo llevaría de por vida, estaba dispuesto a llevarlos con orgullo, ya que el solo hecho de imaginar lo que vendría me ponía caliente en demasía, de manera que empecé a programar como sería mi nueva vida.

Mi esposa siguió recibiendo los servicios de Ismael, yo me hacia el desentendido con el, pero le pedía a ella que me contara con detalles cada vez que el hacía una incursión por mi cama, A Patricia también le gustaba el jueguito, me decía que era súper excitante contarme como me metía los cuernos a diario, llamaba a la oficina para decirme que el estaba en casa, acostado en mi cama e incluso me confesaba cuantos polvos le había echado y como se lo había hecho, yo me volvía loco pensando en lo que estaba haciendo mi mujer con su macho mientras yo trabajaba para satisfacer todos sus gustos, casi siempre terminaba pajeándome mientras la escuchaba aunque a veces no aguantaba mas y salía corriendo en busca de alguna puta que me satisfaga.

Así pasaban nuestros días, Ismael se había transformado en el amante de mi esposa, pero de un día para otro el tipo desapareció del country y no volvimos a verlo, Pato estaba bastante molesta con la desaparición de su semental, ni siquiera quería tener sexo conmigo, por todos los medios trate de averiguar donde andaba, hasta ofrecí plata a los otros empleados de vigilancia, pero ninguno pudo decirme nada.

Calmados los ánimos decidimos pasar unas mini vacaciones de siete días en Córdoba, para ser mas precisos en La Falda, había reservado una habitación en un hotel cercano al centro, la primer noche fuimos a cenar a una parrilla, el lugar estaba repleto y debíamos esperar, estábamos a punto de irnos cuando el mozo no preguntó si accedíamos cenar junto con otra pareja en una mesa de cuatro, El hambre nos estaba matando por lo que al unísono aceptamos y nos sentamos con ellos, era inevitable que no conversáramos, a los cinco minutos charlábamos como viejos conocidos.

Ellos eran de allí, se llamaban Darío y Julia, tenían 52 años el y 48 Julia, muy agradables los dos, sobre todo ella que apenas me senté había clavado los ojos en mi, me sentí halagado por ello e inconscientemente empecé a hacerme la película de tener algo con la madura, nunca había estado con una mujer mayor que yo y era una de las fantasías que me empezaban a circular por la cabeza.

Al termino de la cena ya habíamos entrado en confianza, Julia le propuso a Darío invitarnos a tomar algo, el lo hizo y yo sin preguntar a Pato acepté mirando fijamente a Julia que sonrió cómplice ante mi aceptación apresurada.

Fuimos a una confitería de la cual ellos eran los dueños y bebimos champaña hasta el amanecer, estábamos los cuatro bastante borrachos pero pasándola muy bien, al parecer ninguno de los cuatro quería irse a dormir, fue entonces que Darío tuvo la genial idea de invitarnos a su casa y nadar en su piscina, así lo hicimos, nuevamente no le di tiempo a Patricia a que dijera nada, miré fijamente a Julia que con disimulo me pidió que aceptara.

El jueguito que estábamos llevando a cabo con la mujer me excitaba, incluso había tenido pequeñas erecciones cuando ella me había mirado, mi esposa se había percatado de ello y mientras los seguíamos con nuestro vehículo me lo hizo saber, sonriendo me dijo que tenía permiso para coger con Julia si se daba la ocasión, no le contesté, simplemente sonreí.

Ellos vivían en una verdadera mansión sobre las sierras, tenía un parque inmenso y una casona antigua con una gran cantidad de ambientes, la piscina, muy grande que invitaba a darse un chapuzón, fue en ese momento que me empezaba a dar cuenta que no habíamos traído los trajes de baño, Darío quería ofrecerme unos short suyos, pero el era mucho mas alto y corpulento que yo, de manera que no podría usar ninguna prenda de el, al final terminé quedando con mis slip, total estábamos solo los cuatro, además el traje de baño de Darío era una tanga color celeste tan o mas chiquita que mi calzón.

Antes de metérnos en el agua decidimos tomar una ducha en los vestuarios, estando debajo de la lluvia pude observar a Darío desnudo, a pesar de su edad el tipo tenía un físico muy bien conservado, a pesar que sus músculos empezaban a aflojarse todavía se notaban las horas de gimnasio y deportes, fue inevitable que vea su miembro, no la tenía muy larga, pero era llamativamente gruesa y cabezona, inmediatamente se me cruzó por la cabeza una imagen de Patricia sosteniendo en su boca la verga de Darío, tuve que darme vueltas por que comenzaba a tener una erección.

Cuando salimos del vestuario volví a mirar el bulto de mi amigo, por cierto se mostraba grande y provocativo, miré a Patricia para observar su actitud, pero ella, adelantándose a los hechos ya había clavado sus ojos en su entrepierna.

Nos tiramos los dos al agua y las animamos para que se cambiaran y nos imitaran, Pato también tenía problemas con el traje de baño, sus tetas no eran tan granes como las de Julia, aunque de abajo eran bastante parecidas, Julia la tomó de la mano y se la llevó par adentro, salieron a los cinco minutos, julia caminaba adelante mas resuelta y Pato, mas tímida venía detrás caminando con vergüenza, ninguna de las dos traía puesta la parte de arriba, me encantaba ver a mi esposa así, sus tetas pequeñas rebotaban a su paso y la hacían mas hermosas, ni que hablar de las de Julia, enormes y duras, con unos pezones duros y marrones que invitaba a darles un buen mordisco, - buenas hembras tenemos – me dijo Darío, - ¡ya lo creo! – le contesté mirando a las dos que se acercaban caminando como felinas.

Miraba a mi esposa y la veía hermosa, estaba muy excitante con esa tanguita provista por Julia, era blanca y el triangulo no llegaba a cubrir sus bellos púbicos, no me gustaba que se depile tanto, me gustaba su conchita bien peluda, pero a ella le daba vergüenza que todos su pelos se le escaparan por los costados, Darío miraba el triangulo de Pato y pude ver que como yo se estaba poniendo al palo, empezaba a gustarme como se estaba sucediendo los hechos, pues patricia se paró al borde de la piscina y giró sonriendo mirando fijamente a nuestro amigo para que la observara, una fina tirita desaparecía entre sus nalgas redondas y grandes, -¡te felicito amigo tienes una mujer hermosa!- exclamo sin ningún tipo de pudores, -¡la tuya también esta muy rica!- le dije mirando a Julia que empezaba a mirarme con ojos lujuriosos.

Empezaba a imaginarme como iba a terminar todo, no sabía cuando pero sabía que un intercambio estaba a punto de concretarse, nadamos y jugamos los cuatro con una pelota de plástico, entre chapoteos y empujones tanto Darío como yo aprovechábamos para tocar a la mujer del otro, ellas parecía no molestarles y dejaban que las cosas se sucedieran como se dieran.

Al mediodía comimos algo rápido y Darío fue adentro a buscar frutas, Pato se ofreció a ayudarle y entraron juntos a la casa, pasaron diez minutos y no volvían, miré a Julia que se había dormido sobre una lona de playa, sigilosamente me levanté y fui hasta la casa, entré a la cocina y no había nadie, escondiéndome seguí caminando por un pasillo distribuidor hasta que los encontré, Darío estaba semi sentado sobre una mesa de madera, frente a el y de rodillas estaba mi esposa, la verga de mi amigo estaba fuera de la tanga, totalmente parada y entraba y salía de la boca de mi mujer, ella se la chupaba con furiosa calentura, la sostenía con una mano y con la otra se masturbaba, los dos gemían y se incitaban mutuamente, -¿te gusta mi verga?- le preguntaba el, -siiiiiiii, me encanta-, respondía mi esposa pasándole la lengua a lo largo de su tronco, -¡parece que estas hambrienta de pija!- le dijo Darío, -¡hace mucho que no tengo una verga como esta, es sabrosa!- le respondía Pato con voz ronca, -¡haceme acabar con tu boca!- le pidió el, -¡hummmmm, me gusta la leche!- decía mi mujer.

No pude evitar y me agarré la pija, estaba totalmente al palo y me excitaba cada vez mas viendo a mi esposa chuparle la pija al nuevo amigo, unas manos suaves se apoyaron en mi espalda, se deslizaron hacia delante y buscaron aferrar mi tripa, era Julia que también observaba a su esposo con mi mujer y se calentaba como yo, giré y me puse frente a ella, se había quitado la tanga y me mostraba su argolla toda depilada, sin dudarlo me agache y metí mi lengua entre sus labios vaginales, los gemidos de Julia hicieron que ellos se dieran cuenta de nuestra presencia.

Se acercaron abrazados, Darío mantenía su gruesa verga levantada, Pato me miró sonriente, sus labios parecían paspados de tanto chupar esa verga, -¡vamos al living los cuatro!- dijo el y hacia allí nos encaminamos, los hombres nos sentamos y ellas se arrodillaron entre nuestras piernas y empezaron a mamarnos con ganas, era la primera vez que Pato estaba haciendo el sexo en frente a mis narices aceptándolo yo, me encanta ver la dedicación que ponía para hacer el sexo oral, sus labios gruesos envolvían a la perfección la gran verga de su amante, suavemente se la tragaba y la iba soltando sin dejar de succionar, mordía suavemente su glande y lo pajeaba lentamente haciendo que Darío se vuelva loco.

Julia no era menos que mi esposa, se tragaba mi pija hasta los huevos, se quedaba allí unos segundos y la soltaba lentamente, luego lamía mis testículos y recorría la corta distancia hasta lamer mi ano, estaba pasando un momento único, Darío miraba como su esposa me tiraba la goma y en sus ojos se veía una mezcla de excitación, celos, odio y placer, eso me calentaba al máximo, que otro tipo también sienta lo que yo al ver como su mujer se comporta como una verdade puta.

No pude contenerme y empecé a acabar, los chorros de esperma caían sobre la boca abierta de Julia que la recibía gustosa y se tragaba toda, -¡puta, puta de mierda!- le gritaba Darío sumamente excitado entre gemidos y respiración agitada.

Julia me limpió toda la verga, luego se sentó en otro sillón con l as piernas abiertas, deslizaba su dedo a lo largo de su vagina y loca de la calentura me dijo -¡vení pendejo chupame la concha!- me zambullí de cabeza entre sus piernas pasando mi lengua entre sus labios, me tragaba todos sus jugos, era una argolla muy sabrosa, ella aferraba mi cabeza por mis cabellos y me estrujaba contra sus húmedas carnes.

Los gemidos de mi esposa me llamaron la atención, los miré y ya estaban en otra etapa, Pato se había sentado sobre la verga de Darío, la tenía enterrada entera y ahora mas que nunca se notaba el grosor de ese falo, el hijo de puta se la estaba cogiendo sin forro y ella no decía nada, la cavidad de mi esposa estaba totalmente abierta, ella subía y bajaba agresivamente sobre la tripa del tipo, mientras tanto el le acariciaba sus nalgas, se las separaba y con un dedo jugaba sobre el orificio anal tratando de dilatarlo.

No quería ser menos que Darío y dejé de chuparle la concha a Julia, ella mantuvo sus piernas abiertas sabiendo lo que me proponía y vio como apuntaba mi pija dura a su concha mojada, solo tuve que apoyar mi glande en su entrada, empujé suavemente, su concha caliente y hambrienta se deglutió mi poronga, -¡hummmmmmmm, siiiiiiiiiiiiii!- gritaba Julia sonriendo placenteramente, empecé a bombear frenéticamente disfrutando a la esposa de Darío que a pesar de estar garchando a mi esposa no dejaba de mirar como gozaba la suya

Estuvimos jadeando y gritando casi por media hora, Pato, Julia, Darío y yo acabamos los cuatro juntos, fue maravilloso cogerme a la esposa de otro y ver a la mía gozar con otra verga, nos dejamos caer sobre la alfombra a esperar recuperarnos.

Darío invitó a su esposa a ducharse, desaparecieron de la mano y se metieron en el baño, me quedé al lado de Patricia que recostada mantenía sus piernas bien abiertas, podía ver como la leche de Darío comenzaba a salir de su conchita peluda, no pude aguantar la tentación y metí mi boca en su vulva, mi lengua la penetraba, sentía sus jugos mezclados con el semen de su amante, me excitaba hacerle el sexo oral en esas condiciones, a ella también, gemía y abría sus labios vaginales para que pueda lamerle todo y que pueda recogerle la mayor cantidad de líquidos.

Julia y Darío regresaron a los minutos y se echaron a nuestro lado, hablamos de cualquier cosa mientras nos acariciábamos cariñosamente, nos sentíamos relajados y satisfechos de lo vivido, me había excitado muchísimo ver delirar de placer a Patricia con Darío y pude conocer el sentimiento de cogerse a una mujer delante de su esposo, lo que estábamos viviendo era realmente sublime.

Entre charla y charla acordamos que esa noche iríamos a bailar los cuatro a un boliche para gente mayor, pero esa es la historia que sigue.

Esperamos sus comentarios y sus mensajes a mi correo que es pedrocabrini@yahoo.com.ar o al de mi esposa que es patriciacabrini_78@hotmail.com