Descubierto por el zapatero de mi calle, mientras
Para, para, le pedía gimoteando. Ya maricón, ya la tienes dentro, calla y no chilles tanto, es lo que querías, ¿no? Espera, espera un poco, le pedía al maduro que me tenía ensartado en su polla. Ve despacio que me duele, la tienes muy gorda, le decía gimoteando y abriéndome de piernas t
Cuando uno es jovencito, lo que más le aterra, es ser descubierto por algún vecino, familiar o conocido, que descubra tu gran secreto, que te gustan los hombres y disfrutas dándoles el culo y ser follado, al menos ese era mi mayor terror. Y claro que en alguna ocasión eso ocurre, y seguirá ocurriendo.
Ya me habían descubierto alguna que otra persona hacía tiempo, pero siempre habían sido jovencitos de mi edad, que, al descubrirnos mutuamente, y saber de nuestros gustos, pues la cosa quedó en anécdota. Pero cuando esta vez fui descubierto por una persona mucho más mayor que yo, casi 30 años, y que podía ser mi padre, al cual él conocía muy bien, al igual que al resto de mi familia, la cosa me atormentó un poco. Además, el descubrimiento no tenía ninguna duda, me estaban dando por el culo un hombre maduro, y un viejo me estaba metiendo la polla en la boca, y todo estaba ocurriendo en plena calle.
Todo ocurrió un día que yendo para casa alrededor de las 12 de la noche, al llegar a la altura de la iglesia de San Pedro de Mezónzo, al pasar por debajo del viaducto que hay y por donde solía ir buscando alguien que me follara, vi a los 2 hombres, uno era más mayor que el otro, al menos unos 20 años más mayor, además de ser el más viejo, ya lo conocía de ver por los aseos públicos de la estación y de la calle Fernández Latorre, al igual que en los aseos que había en el parque que estaba junto al viaducto. Iban los 2 juntos hablando y como si buscasen algo, o esperasen encontrar alguien. Y claro que encontraron, me encontraron a mí.
Yo como solía hacer siempre que iba buscando alguien que me diera por el culo, al llegar a la altura del viaducto, buscaba los recodos más oscuros y apartados, procurando dejarme ver cuando veía alguna persona pasar. Me solía poner a mear o hacer que meaba y si estos buscaban algún jovencito de última hora, como ya me había sucedido en otras ocasiones, pues esperaba que se acercaran esperando que ellos llevaran la iniciativa. Cosa que solía suceder, al ver estos la posible presa que tenían en ciernes.
Y esto fue lo que sucedió esta vez. El viejo al verme y ver que yo volvía hacia atrás al verlos a ellos, y que iba hacia la esquina más oscura y oculta, y que me ponía a hacer que meaba, sujetó al otro hombre por el brazo, señalándole hacia donde yo estaba. Me había reconocido y no iba dejar pasar aquella ocasión.
Se pararon a hablar, y luego de unos segundos, el viejo fue el que empezó a venir a donde yo estaba haciendo que meaba, mientras el otro más joven, se alejaba un poco, en espera de ver lo que sucedía y claramente esperando su oportunidad.
El viejo nada más acercarse a mí, ya tenía claro lo que quería, tanto él como yo. Sin inmutarse, ni cortarse un pelo, se colocó a mi costado, me saludó con un hola, y empezando a sacarse la polla me sujetó por la muñeca, llevando mi mano a su polla. Sin decir nada más, dejó que le agarrase la polla con mi mano, y tan pronto tuve su polla en mi mano, el viejo llevó su mano a mi culo, diciéndome ¿tienes ganas, eh maricón? Andas salido y caliente, ¿eh?
Como vio que yo no decía nada y me dejaba hacer, el viejo no perdió más tiempo, se arrimó a mí, llevó su otra mano a mi polla viendo como estaba de empalmado, empezando a menearme la polla y sobarme los genitales. Llevó su boca a mi oreja y mientras me metía mano y mordisqueaba la oreja, me dijo si no tenía algún sitio donde poder ir para hacerlo.
No, le contesté, mirando hacia la zona más oscura y apartada que había allí debajo del viaducto, dándole a entender que podíamos hacerlo allí.
Es una pena, porque lo íbamos a pasar muy bien, pero si no hay otro sitio, pues tendrá que ser aquí, dijo el viejo, sin dejar de meterme mano. Agáchate y chúpame la polla, me dijo llevando ahora su mano a mi hombro izquierdo, empezando a empujarme para que me agachara a chupar su polla. Cosa que empecé a hacer, luego de mirar hacia donde había ido el otro compañero del viejo.
Este al darse de cuenta de que yo estaba algo intranquilo por su otro compañero, me empezó a tratar de tranquilizar diciendo que era un amigo, que también le gustaba lo mismo, pero si yo no quería, él solo esperaría a que termináramos. Pero que, si yo quería, podía dejarlo participar, ya verás cómo te vamos a hacer gozar. Te vamos a quitar la calentura y hacer disfrutar de 2 pollas a la vez.
Mientras me agachaba para meterme la polla del viejo en la boca, me encogí de hombros, dándole a entender que me daba lo mismo. Mientras me agachaba sujetándome a las piernas del viejo y llevaba con mi mano la verga del viejo a mi boca, el viejo haciéndole una señal con la mano al amigo, le decía que se acercara.
Metí la polla del viejo en la boca, empezando a chupársela, mientras buscaba con mis manos sus pelotas para acariciárselas.
¡Ohhh! Suspiró el viejo al notar mi húmeda boca chupando su glande mientras con mis labios llevaba la piel del prepucio hacia atrás, dejando descapullado el glande que empezaba a succionar, ¡ohhh maricón que boquita! ¡ooohhh que gusto! suspiraba el viejo llevando sus manos a mi cabeza a la vez que impulsaba su pelvis tratando de introducirme toda su polla en la boca.
Cuando llegó su amigo a donde le estaba chupando la polla, casi gritando le dijo el viejo: Mira que zorrita tenemos. Anda salido y caliente como una perra en celo, y quiere que le demos polla, una no le llega, así que vamos a darle lo que está deseando.
El amigo viendo como le chupaba la polla al viejo, empezó a desabrochar el pantalón y sacarse la polla mientras se acercaba a mí.
El viejo que veía como su amigo esperaba a que le diésemos cuartelillo, me hizo levantar y mientras me mordía los labios con su boca, empezó a desabotonarme la camisa, mientras el amigo empezaba a meterme mano en el culo y palparme la polla.
Ay maricón, que salido y caliente me andas, pero no te preocupes, que te vamos a dar lo que tanto estás deseando. Te vamos a dejar bien preñado de leche, te vamos a dar polla por esta boquita y por ese culo tan caliente que tienes, me decía desabrochándome la camisa.
Mientras el viejo terminaba de desabrocharme la camisa, el amigo no perdía el tiempo, con su polla de fuera y el pantalón y calzoncillo a media pierna, se pegaba a mí, por detrás, y empezaba a morderme la nuca mientras con sus manos acariciaba mi polla y genitales.
El viejo ya me había desabrochado la camisa, y mientras deslizaba sus manos por mi pecho y me iba acariciando el torso, llegó hasta mi cinturón, lo aflojó, empezando a desabotonarme el pantalón tejano que llevaba, hasta que, tirando de él hacia abajo, junto al slip que tenía, quedé medio desnudo y listo para ser follado por ambos.
El amigo del viejo al verme en aquella situación terminó por sacarme la camisa de todo, y después de tirarla al suelo, llevó su boca a mi hombro y cuello, y mientras me mordía el cuello y hombro, me hacía inclinar un poco e introducía un dedo en mi ano.
Joder maricón, ya tienes el culito lubricado, decía metiéndome un dedo en el culo. Sacó el dedo, llevando ahora 2 de sus dedos, volviéndolos a introducir en mi culo, haciéndome dar un gemido mientras me abría de piernas todo lo que podía.
Así maricón, así, gime que ya verás lo que vas a gozar esta noche, decía el viejo retorciéndome los pezones con sus dedos mientras le daba lengüetazos a mi polla que estaba que reventaba de dura que la tenía.
Dios que gusto me estaban dando aquellos 2 cabrones, ya me tenían gimiendo como una perra en celo y aquello no había hecho más que empezar. Miraba hacia el techo del viaducto, notando como el maduro me metía 2 dedos en el culo mientras me mordía el cuello y nuca, y el viejo retorcía mis pezones y daba lengüetazos a mi polla, insultándome y llamando zorrita y puta.
Yo me abría de piernas todo lo que el pantalón me dejaba, y medio inclinado con la cabeza erguida mirando al techo del viaducto, con las manos apoyadas sobre la cabeza del viejo, abría la boca gimiendo, ¡ooohhh ohhh! ¡ooohhh ohhh!
Cuando el maduro me tubo bien abierto el culo, con sus 2 dedos, se agachó, me quitó el pantalón y slip de una pierna, luego de la otra dejándome desnudo por completo.
Así es mejor, dijo el maduro, ahora ya te puedes abrir bien de piernas y será más cómodo. Me sujetó por la cintura, y ordenándome que me inclinara sobre el viejo, y que me abriera bien de piernas, llevó su duro y largo mástil a mi ojete, y colocando el glande en la entrada de mi ano, dio una envestida a la vez que tiraba de mis caderas hacia él, enterrándome de una estocada toda su hombría dentro mía.
¡Ohhh ooohhh ohhh ooohhh ohhh! Grité al notar como me abría en canal aquella verga.
Dios, me había ensartado de una estocada toda la polla en el culo el hijo de la gran puta. Cualquiera que hubiese pasado por allí, habría escuchado perfectamente el alarido que pegué al entrarme la polla del maduro en mi culo.
No es que tuviese una polla enorme, pero la polla del maduro era bastante gruesa, me abría el culo dejándome paralizado por lo que aquella verga me abría el culo. Dios, me sujetaba a la cabeza del viejo y me abría de piernas todo lo que podía gimoteando y pidiéndole que parara.
Para, para, le pedía gimoteando.
Ya maricón, ya la tienes dentro, calla y no chilles tanto, es lo que querías, ¿no?
Espera, espera un poco, le pedía al maduro que me tenía ensartado en su polla. Ve despacio que me duele, la tienes muy gorda, le decía gimoteando y abriéndome de piernas todo lo que podía.
Joder, aquella verga me había abierto en canal, y aunque andaba bien caliente y salido, el hijo de la gran puta me la había ensartado de un empellón. No me había dado tiempo a ir acostumbrando a aquel calibre que me había metido en el culo, abriéndome de piernas, dejándome paralizado.
Con mis manos aferrándome a la cabeza del viejo, abriéndome de piernas todo lo que podía, sudando y aguantando el dolor por aquella penetración, me iba relajando mientras notaba como mi esfínter se iba adatando y acostumbrando a aquella polla que me tenía empalado.
El viejo que veía como me sujetaba a su cabeza y me abría de piernas quedándome totalmente paralizado, con la cara de sufrimiento y los ojos y boca abiertos como platos, me acariciaba la polla y genitales, animándome mientras me acariciaba. Ya maricón, ya, aguanta que ya está. Relájate ya verás cómo pasa pronto, me decía mientras me iba acariciando la polla y genitales.
Poco a poco el dolor fue pasando, y la tensión en la que me encontraba iba desapareciendo, mientras el maduro que me mantenía ensartado en su polla, pegándome más a su pelvis, me abría más de piernas, colocándose para estar más cómodo y empezar a darme por el culo poco a poco.
¡Ohhh! ¡ohhh! ¡ooohhh ohhh! Gemía notando como la polla que tenía ensartada en el culo, se empezaba a mover dentro mía.
Así, así, decía el maduro que me estaba follando, ¡ohhh que gusto! ¡ohhh que gusto! Gritaba empezando a follarme.
¡Ohhh que culito! ¡ohhh que culito! Decía sujetándome fuertemente por las caderas, mientras impulsaba su pelvis clavándome una y otra vez su gorda polla en mi culo.
El viejo que hasta ahora no había dejado de acariciarme la polla genitales y piernas, al ver que ya estaba relajado y su amigo me empezaba a follar, poniéndose de pie, llevó sus manos a mi cara y empujándome por la nuca me decía que me inclinara un poco para que le chupara la polla mientras su amigo me daba por el culo.
Ves maricón, ves como ya no te duele, anda vete agachando para que te entre mejor y chúpame la polla, que vamos a follarte por delante y detrás, me susurraba empujándome con su mano apoyada en mi nuca.
Abrí los ojos mirando para el viejo, y mientras me iba inclinando para chuparle la polla, mientras su amigo me daba por el culo, pude apreciar a una persona que se encontraba entre los coches que allí había aparcados mirando como me estaban follando allí debajo del viaducto.
Joder, seguro que aquel había escuchado el alarido que había pegado cuando me ensartó la polla el que me estaba follando, y curioso por saber lo que pasaba, se había acercado a ver que sucedía. Y lo que sucedía era que un viejo y su amigo se estaban follando a un jovencito, al que tenían en pelotas allí debajo del viaducto, clavándole una polla por el culo y otra por la boca.
Mira maricón, hasta tienes espectadores para ver como te follamos, decía el maduro que me estaba dando por el culo.
El cabrón que me estaba dando por el culo, había visto también al que nos estaba observando, pero no se había inmutado, seguía dándome por el culo sin importarle nada.
Yo, aunque estaba disfrutando de aquella follada que me estaban dando, no las tenía todas conmigo, estaba algo nervioso y un poco intranquilo. No sabía quien era el que nos estaba observando, y eso me ponía algo nervioso, tenía miedo de que fuese alguien conocido.
Y claro que era alguien que me conocía perfectamente, no solo me conocía a mí, sino que también conocía a toda mi familia, pero eso no lo supe hasta más tarde.
Lo que sí supo quien era al que se estaban follando aquellos 2 hombres, era el que nos observaba. Me había reconocido nada más verme, y había decidido esperar a que aquellos 2 terminaran de follarme para presentarse luego delante mía.
Ya llevaban un buen rato follándome el viejo y el maduro, cuando el que me estaba dando por el culo, empezando a gritar que se corría, empezó a meterme la polla más rápido y a fondo, pudiéndose escuchar el sonido de su pelvis y genitales, golpeando mi culo, plof, plof plof plof, plof, plof plof plof, y gritar, me corro, me corro, ¡ohhh que gusto! ¡ohhh que gusto! ¡ooohhh que gusto! Había largado varios trallazos, llenándome el culo de leche, mientras el viejo seguía metiéndome la polla en la boca, a la vez que yo me sujetaba a sus piernas y era observado por otro, mientras me follaban, dejándome en aquellos momentos el culo preñado de leche.
Después de descargar todo su semen dentro de mi culo dejándome preñado, mientras su polla iba escurriendo las últimas gotas de semen dentro mía, el maduro que terminaba de correrse dentro mía, me acariciaba con sus manos la espalda, viendo como yo seguía inclinado chupando la polla del viejo. Así maricón, así, ¡ohhh que culito tienes! Decía deslizando sus manos por mi espalda y culo mientras su polla se iba escurriendo de mi culo.
Justo en ese momento que el maduro me acariciaba la espalda y culo, el viejo que me follaba la boca con su polla, empezaba a apretar mi cabeza contra su pelvis, enterrándome toda su verga en la boca, notando yo como su polla empezaba a hincharse, y empezaba a soltar su esperma dentro de mi boca, haciéndome tragar toda su corrida.
Me corro, me corro, gritaba el viejo apretando mi cabeza a su pelvis para que no sacara la polla de mi boca, y me tragara toda su corrida. Así así, trágalo todo, gritaba el viejo derramando su leche dentro de mi boca.
¡Ohhh que gusto! ¡ohhh que gusto! Decía el viejo acariciándome la cabeza mientras yo chupaba su verga y acariciaba sus huevos, terminando de tragarme todo su semen.
Cuando terminé de chuparle la polla al viejo dejándosela limpia y flácida, el que me había dado por el culo, ya se había guardado su polla y había terminado de vestirse, y esperaba a que el viejo hiciese lo mismo, dejándome a mí, allí en pelotas, con el culo lleno de semen y la leche del viejo en mi estómago, siendo observado por aquel hombre, que en aquellos momentos descubría quien era, mientras trataba de vestirme, y los que terminaban de follarme, se iban sin decirme nada ni esperar a que me vistiera.
Dios, que vergüenza sentí en esos momentos, había sido descubierto por mi vecino el zapatero, el cual conocía a toda mi familia. No sabía donde meterme de lo nervioso que me había puesto, buscaba mi ropa para vestirme, y no daba pie con bola. Allí estaba delante mía el zapatero, que había visto como había sido follado por aquellos 2 hombres, y como había gemido mientras ambos me estaban follando.
Toma, me dijo el zapatero dándome la camisa que había recogido del suelo al ver lo nervioso que me había puesto al ver yo quien era. Mientras cogía la camisa que me entregaba, mirándome a la cara y sujetándome la mano, me dijo: Tranquilo, puedes estar tranquilo, que no voy a decir nada.
Mientras me vestía, el zapatero allí a mi lado esperaba a que terminara de vestirme, para luego acompañarme mientras me hablaba esperando que yo le contara sobre mis gustos sexuales.