Descubierta por mi alumno 3

Continua el relato de la profesora

DESCUBIERTA POR MI ALUMNO 3

Una vez que abandonaron mi despacho, sentí la necesidad de ver el aspecto que tenía, como en aquel pequeño habitáculo no disponía de un espejo, me puse mi chaqueta me la abotoné y me dirigí al servicio de profesoras, ya que allí sí que había espejos.

Delante del espejo abrí mi chaqueta, y el tejido no permitía que se me viera el pecho con detalle, permitía adivinar su redondez, pero los pezones y las aureolas, lo poco más oscuros que eran que el resto de la piel, hacía que se marcasen perfectamente y que fuese evidente que estaba sin sujetador. Me giré un poco y también noté, supongo que debido a la incidencia de la luz, que el pecho se me transparentaba más, o al menos a mí me dio esa sensación. Me abotoné de nuevo la chaqueta, volví a mi despacho y decidí ir a clase con la chaqueta puesta.

La primera sesión, con un grupo de primero de Bachillerato, pasó sin nada digno de mencionar, la segunda la tenía libre para trabajo personal y la pasé en mi despacho corrigiendo ejercicios. Llegó la tercera, la que tenía con la clase en la que estaban mis amos. Cogí el libro de texto, el cuaderno de clase y mi portátil para dirigirme al aula.

Todas las aulas eran similares, enfrente de la puerta había una tarima que comenzaba a unos dos metros de la puerta y se prolongaba hasta el ventanal que había enfrente y  elevada sobre el resto de la clase unos 40 centímetros, en la pared encima de la tarima se encontraba la PDI (pizarra digital interactiva) y al final de la tarima junto al ventanal, la mesa del profesor con una silla giratoria similar a la de mi despacho, tras la silla, en la pared se encontraba el tablero de conexiones para enchufar el portátil y conectarlo a la PDI. Frente a la tarima había treinta mesas con sus correspondientes sillas, dispuestas en tres hileras de dos mesas cada una y cinco filas. A mi asignatura únicamente asistían veinte alumnos, quedando diez sitios libres, cuando asistían todos.

Entré en clase y cerrando la puerta me dirigí a mi mesa, en una situación normal, con mis vaqueros habituales, no hubiese dudado en subir a la tarima directamente. Con la mini que llevaba, y teniendo en cuenta que no llevaba nada debajo, me pareció más seguro bordearla y subir por las dos escaleras que había en la zona central.

Tras un general:

  • Hola chicos.

Me senté en mi silla giratoria, me giré, tomando la precaución de hacerlo por el lado de la ventana, para evitar que los alumnos que se encontraban más cerca de la puerta pudiesen ver más de la cuenta, enchufando y conectando el portátil a la PDI.

A continuación me levanté, me acerque a la PDI y cogiendo el rotulador escribí los números de páginas y ejercicios que había elegido para que realizasen mis alumnos mientras les decía:

  • Durante la sesión de hoy tenéis que resolver los siguientes ejercicios, los que no os de tiempo, los hacéis en casa, me podéis preguntar todas las dudas que tengáis y mañana los corregimos en clase. Os aviso que entre los cinco ejercicios del próximo examen, dos serán de los que hagáis hoy.

Cuando me volví, vi que mientras los demás alumnos habrían con desgana sus libros, Ángel escribía ávidamente, actitud que me sorprendió, ya que no era especialmente trabajador, había repetido un curso de la ESO y actualmente se encontraba repitiendo segundo de Bachillerato.

Como solía ser habitual Ángel y Pedro eran los únicos que se sentaban en la última fila, pero en esta ocasión estaban separados. Ángel en la hilera que se encontraba a mi derecha, en la mesa de la izquierda, dejando libre la mesa que se encontraba junto a la ventana, Pedro a mi izquierda junto a la pared.

  • También podéis consultar con el compañero de mesa, veo que los únicos que estáis desparejados sois Pedro y Ángel, os podéis juntar.

  • Mejor separados – me respondió Ángel – En el examen, no nos vas a dejar hacerlo por parejas.

  • Si en eso tienes razón, vosotros mismos.

Yo comencé a pasear por la clase y finalmente Ángel dejó de escribir y alzó su brazo, me acerqué a él, preguntándole:

  • ¿Alguna duda Ángel?

  • Si, quería hacerte una consulta.

Cuando llegué a su mesa, me mostró una de las hojas del cuaderno que había estado escribiendo, diciéndome:

  • ¿Qué te parece esto?

En la hoja que me mostro aparecía el siguiente texto:

“Puta, te crees que te has quitado el sujetador para ahora taparte con una chaqueta, quítatela, vete a la tarima y llama la atención de la clase para que todos te vean de frente, a no ser que prefieras que todos vean tus fotos sin faldita y sin blusa, algo que tampoco sería de extrañar en una puta como tú. Otra cosa, desabróchate un botón más de la blusa, y cuando te acerques a dar alguna explicación, que tus tetas queden lo más cerca posible de la cara del interesado, y si alguien te mira el canalillo, no hagas nada para evitarlo, con un poco de suerte igual llega a verte hasta el pezón.”

  • Estupendo – le contesté y me dirigí a mi mesa mientras, con disimulo, me iba desabrochando la chaqueta y uno de los botones de mi blusa.

Me la quité y la coloque sobre el respaldo de mi silla. Me volví hacia mis alumnos y les dije:

  • Como os he dicho me podéis preguntar las dudas que tengáis sobre los ejercicios.

Inmediatamente me di cuenta, que algunos de los alumnos que me miraron mostraron cierta cara de sorpresa, hubo algunos murmullos. Pero eso no era lo peor, yo sabía perfectamente que con aquella blusa y aquellos botones desabrochados, en condiciones normales a poco que me inclinara, mi sujetador quedaría a la vista, pero en esta ocasión no lo llevaba, las que iban a quedar a la vista eran mis tetas.

Ángel volvió a levantar su brazo, me acerqué, colocándome a su derecha y preguntándole:

  • ¿Más dudas?

  • ¿Así estaría bien? –Me respondió mientras me mostraba su cuaderno.

Pude leer el siguiente texto:

“Muy bien puta, así me gusta”

Mientras lo leía note su mano derecha en la parte trasera de mi muslo deslizándose lentamente hacía arriba, nunca pensé que el muy cabrón intentara meterme mano en clase, delante de todos, cualquiera que se volviese hacia atrás para preguntarme una duda, vería su mano avanzando por el interior de mi falda, di un paso hacia atrás y rodeando su silla me puse a su izquierda sentándome en la silla que estaba libre entre él y la ventana, mientras decía:

  • Veamos lo que estás haciendo – fingiendo que estaba mirando un supuesto ejercicio, cuando en realidad lo único que había escrito eran aquellas frases en las que me daba órdenes y me llamaba puta.

Volvió a escribir, mientras ponía su mano izquierda sobre mi muslo:

“Separa las piernas”

Obedecí, sabía lo que sucedería, pero al menos la mesa me protegería de miradas indiscretas y evitaría posibles represalias de Ángel. Al separar mis piernas mi corta y ajustada falda subió un poco más dejando ver la puntilla de mis medias, lugar al que ya estaba llegando la mano de Ángel, la distancia que le faltaba para alcanzar su objetivo era ya muy corta, estaba a punto de descubrir nuevamente que me encontraba totalmente mojada, que aquella forma de tratarme me ponía tremendamente cachonda.

Finalmente sus dedos alcanzaron su objetivo, primero fueron los labios, se entretuvo unos segundos acariciándolos, después sus dedos empezaron a penetrarme, mire hacia abajo y comprobé que la falda ya no ocultaba nada, se veían perfectamente los dedos de Ángel introducidos en mi coño, mire hacia mi derecha y vi que Pedro lo estaba observando todo, se estaba tocando, afortunadamente era el único que podía observar lo que sucedía, aunque a decir verdad no puedo negar el morbo que me producía la posibilidad de que alguno más se percatase.

Afortunadamente un alumno de las primeras filas levantó su mano, y yo aproveché para retirar la mano de Ángel y juntando las piernas y estirando mi falda, levantarme dirigiéndome hacia el alumno que requería mi presencia. Cuando llegué a su altura, obedeciendo las instrucciones recibidas, no tome ninguna precaución permitiendo que mi pecho quedara lo suficientemente cerca de su cara, aprovechó la situación, mirando sin disimulo la abertura que dejaba mi blusa al inclinarme sobre su mesa.

A este le siguieron otros alumnos y también alguna alumna, los chicos prácticamente todos, con más o menos descaro miraron hacia la abertura que ofrecía mi blusa.

Durante el resto de la sesión tuve que acercarme a la mesa de Ángel un par de veces, para atender a sus dudas y de paso dejarme meter mano como en la primera ocasión.

Pedro en ningún momento requirió mi presencia, conformándose con ver lo que sucedía en la mesa de su compañero, seguramente él nunca se hubiese atrevido a lo que se estaba atreviendo Ángel, era mucho menos lanzado.

Cuando finalizó la sesión, que era la última del día, me senté en mi mesa esperando a que saliesen todos los alumnos, algunos al pasar por delante me saludaban con una sonrisa que a mí, en algunos casos me pareció un tanto burlona. Ángel y Pedro se estaban quedando los últimos, entre tanto se acercaron a mi mesa tres alumnas, diciéndome una de ellas:

  • Sara, podemos hablar contigo.

  • Claro Ana ¿qué queréis?

  • Preferimos hablar en privado.

En ese momento dirigiéndome a Pedro y Ángel les dije:

  • Salid, por favor, que vuestras compañeras quieren hablar conmigo y cerrad la puerta al salir.

  • ¿Molestamos?

  • Si, son cosas de chicas – dijo Ana.

Finalmente salieron los dos cerrando la puerta tras ellos, momento que aproveché para ponerme la chaqueta abrochando uno de los botones y así ocultar lo que me mostraban las transparencias de mi blusa.

  • Bueno, vosotras diréis.

  • No sé por dónde empezar, espero que no te moleste, bueno nos ha sorprendido que vinieses sin sujetador.

  • ¿Tanto se nota?, algunos cierres me produce una erupción en la espalda y el médico me ha aconsejado que este unos días sin usarlo.

  • Bastante, los pezones se marcan perfectamente, pero además al ser la blusa tan amplia y llevar tantos botones sueltos, cada vez que te inclinabas un poco se te veía la teta del lado contrario.

  • ¡Qué vergüenza!

  • Bueno por lo menos no ha sido en la clase de los pequeños, en ese caso mañana hubieses tenido aquí a más de un padre protestando.

  • Este curso sólo doy bachillerato.

  • Sólo queríamos que lo supieses, seguramente va a ser tema de conversación entre los chicos, a todos los que te has acercado te la han visto.

  • Pues gracias, traeré otras blusas más opacas y tendré más cuidado con mis botones, de momento tendré que seguir viniendo sin sujetador.

  • Eso era todo, hasta mañana.

  • Hasta mañana.

Salí del aula, cruzándome con compañeros y alumnos pero ya mi aspecto no llamaba la atención, bueno quizás un poco mi mini a la que no estaban acostumbrados, pero se tendrían que ir acostumbrando, a partir de aquel momento los vaqueros dejarían de ser mi prenda habitual.

Pase por mi despacho, para dejar el libro que no necesitaba y recoger unos ejercicios que tenía que llevar a casa para corregirlos. Entre una cosa y otra cuando salí del edificio habían transcurrido ya unos diez o quince minutos y no quedaba rastro de alumnos.

Bueno, eso es lo que yo pensé en un primer momento, cuando salí por la verja del recinto, vi que unos metros más adelante, Ángel, muy cerca de mi coche estaba apoyado en un árbol. Cuando llegué a su altura le pregunté:

  • ¿Esperando a tu profesora preferida?

  • No, a mi puta preferida y por cierto, estamos solos, trátame como lo que soy para ti.

  • Perdón amo, ¿desea algo?

  • Si, que me lleves a mi casa, se me ha hecho un poco tarde escuchando los comentarios que hacían mis compañeros sobre tus tetas y sobre lo puta que eres.

Seguimos andando hasta el coche. Cuando abrí la puerta de mi lado, él seguía junto a mí, le miré, y le dije:

  • Amo, usted tiene que subir por el otro lado.

  • Primero quiero verte como subes al coche, pero antes de hacerlo, quítate la chaqueta y déjala en el asiento de atrás.

Abrí la puerta, me quite la chaqueta dejándola donde me había indicado y a continuación me senté en mi asiento, y juntando las rodillas, metí las dos piernas al mismo tiempo.

  • Muy mal, una puta no sube así al coche. – Me dijo, mientras sacaba su móvil del bolsillo.

  • Amo, yo siempre lo hago así.

  • Además de puta, mentirosa, le semana pasada te observe un día que trajiste el coche y no te subiste así.

  • Ese día vine con vaqueros y hoy llevo una falda bastante corta.

  • Bájate, y vuelve a subir como si llevaras pantalones.

Así lo hice, mientras él mantenía la puerta completamente abierta, metí mi pierna derecha al tiempo que me sentaba, intentando mantener los muslos lo más juntos posible, noté que la falda se me subía hasta prácticamente la cadera, en ese momento cuando iba a introducir mi pierna izquierda, me detuvo poniendo su mano sobre mi rodilla, mientras me decía:

  • No tan rápida, seguro que con pantalones no mantendrías tan juntos los muslos, sepáralos y quédate quieta.

Volví a obedecer, miré hacia el suelo y yo misma veía mi coño, afortunadamente no pasaba nadie por la calle en ese momento.

  • Mírame – Me dijo, sacándome en ese momento una foto, añadiendo – La falda ni tocarla, mete la pierna si no quieres que te la pille con la puerta.

Dicho esto, una vez que me coloqué en mi sitio, se dirigió a la puerta del copiloto y se sentó a mi lado.

  • Amo, en esta posición, cualquiera que me ves desde un camión o un autobús, me va a ver el coño.

  • Me tomas por tonto, lo sé perfectamente, de eso se trata, además así está más accesible para acariciártelo. Te tiene que quedar claro que se en todo momento lo que puede suceder, tú tienes que obedecer sin dar tu opinión, te queda claro.

  • Si, amo.

  • A partir de este momento, siempre te bajarás y subirás del coche de la manera que lo acabas de hacer, y no me digas que la falda es corta y que no llevas bragas, eso ya lo sé. Se trata de que cualquiera que pase en ese momento te pueda ver el coño y piense: “Que tía mas puta”. ¿Lo entiendes?

  • Si, amo.

  • Muy bien, esta tarde iré a tu casa con Pedro, quiero que salgas a recibirnos con zapatos de aguja, medias y liguero, nada más. ¿Tomás anticonceptivos?

  • Si, amo.

  • Entonces no vamos a tener el placer de ver cómo te va creciendo el bombo a lo largo del curso, porque te vamos a follar a pelo, je je sería divertido dejarte preñada. Venga arranca, yo te índico por donde tienes que ir.

Mientras me daba instrucciones iba manipulando su teléfono en un momento dado dejó el teléfono y empezó a acariciarme el coño mientras yo volvía a notar que se me humedecía. Finalmente llegamos a una zona de estacionamiento donde había sitio para aparcar y me dijo:

  • Aparca por aquí, antes de que inundes el coche.

Así lo hice, en ese momento me mostró su móvil. El fondo de pantalla era la foto que me acababa de sacar, la había recortado y solo se me veía de cuello para abajo, se apreciaban perfectamente mis pezones a través de la blusa, pero desde luego no con el detalle que se veía mi coño, con las piernas abiertas y una falda que no tapaba nada.

  • Mira, ¿qué te parece? Si se lo enseño a cualquier compañero de clase va a ver tu coño sin saber que es el tuyo. Bueno, a no ser que reconozca la faldita y la blusa y entonces si se dé cuenta de que es el coño de la profe.

  • Por favor, amo, no lo hagas, quítala.

  • Ya veremos, depende de cómo te portes.

Antes de salir se quedó mirando mi vientre y trazando con la palma de su mano un arco sobre él, dijo:

  • Ya lo creo que sería divertido, hasta la tarde puta.

CONTINUARÁ