Descorchando a Marta XIV La bienvenida a guante
Guante, la nueva sumisa obtenida en un club BDSM de Barcelona es introducida en la piara, donde se le explican las reglas y la jerarquía que a partir de ahora, regirán su día a día
Tras salir del local y regresar al aparcamiento donde teníamos el vehículo, esta vez con guante atada con una cuerda, procedimos a quitar las capuchas a las sumisas. Cuando guante vio la edad de las que serian sus compañeras de piara se quedo realmente impactada.
guante: Pe… pero si son unas crías! – dijo entre escandalizada y sorprendida
Marcos: Pues claro. Somos de la opinión de que cuanto antes se os eduque, mejores animales seréis ¿No opináis lo mismo?
guante: Bue… bueno… no se…
Carlos: Ponte de rodillas. En posición de succión. Te las voy a presentar una por una y por jerarquía.
Guante hizo lo que se le ordeno. Pese a la experiencia traumática que representaba para ella la ruptura del vinculo con su Amo y que en apenas unas horas tendría que pasar a buscar a sus hijas por la que fue su casa para mudarse a la vivienda de una desconocida, era un animal bien educado y obedeció sin tener que repetírselo ni castigarla. Cuando estuvo de rodillas y con la boca abierta, atraje hacia ella a vaca e hice que le pusiera el coño en la boca a la nueva incorporación.
Carlos: Cómele el coño, guante – Le ordene con naturalidad, pese a estar en un aparcamiento. Afortunadamente, un domingo por la mañana, a esas horas, no había apenas movimiento de vehículos. Mientras quien fuera conocida como elena empezaba a mover la lengua en el dilatado coño de vaca, gracias al trabajo con el arnés de Susana, seguí hablando - Esta es vaca. Es la segunda en el escalafón, por detrás de mi mujer y esclava, nerea. Cuando Marcos, yo o nerea no estemos, es la encargada de velar por nuestros intereses y que se cumplan las órdenes que nosotros dictamos. Tanto ella como el resto de esclavas podrán usarte como, cuando y donde consideren oportuno a menos que nosotros digamos lo contrario. Eres la última en el escalafón y por tanto, el juguete de todas – vaca, que había sido follada tanto por el culo como por el coño durante toda la noche con un consolador especial conectado a los agujeros de Susana, agradeció el toque de una lengua humana en lugar de la penetración de un arnés rígido. Empezó a gemir y a cerrar los ojos mientras agarraba la cabeza de guante con ambas manos – Si tu quieres jugar con alguna de ellas, se lo pedirás y si están de humor, accederán a tus peticiones – vaca empezó a tener pequeñas sacudidas en la cabeza, señal inequívoca que se acercaba al orgasmo – veo que eres buena con la lengua. Perfecto. En esta piara, eso se valora mucho.
Cuando vaca se corrió agarrando la cabeza de guante y apretándola contra si, la nueva incorporación se trago todo su squirt sin ningún problema y luego, la limpio. Aquel animal, pese a haber estado descuidado por su Amo y usado únicamente como moneda de cambio, era una adquisición a la altura de la piara. Una a una, todas sus compañeras fueron pasando por su boca mientras las presentaba y le daba las instrucciones y reglas que a partir de hoy iban a regir su vida, tanto diaria como en sesión. Y una tras otra se corrieron en su boca, si bien los coños de fresa y agujeros tenían un premio especial consistente en los restos de las corridas que les habíamos metido Marcos y yo y que habían ido resbalando por la parte interna de sus muslos, hasta llegar a los tacones, lo cual también tuvo que limpiar. Tener contactos en los servicios médicos garantizaba la implantación de un DIU sin más coste que dejarlas un rato como juguetes sexuales de la doctora Mar, una swith de lo más versátil.
Después de comerle el coño hasta el orgasmo a la última de las integrantes de su nuevo grupo, le explique la peculiaridad de dulce y su castigo, guante pidió poder usarla como orinal, así que cambiaron las posiciones y guante acerco su dilatado coño a la boca de dulce. Cuando apenas sus labios tocaron el coño de la sumisa, guante tuvo un potente orgasmo y luego, se meo en la boca de la morenita que se trago ambas descargas de fluido sin ningún tipo de problema.
Carlos: fresa: de rodillas – mi ahijada lo hizo inmediatamente y sacándome la polla, use a la sumisa para aliviar mi vejiga – a ver… ¿Cómo te parece que lo hagamos, socio? – le pregunte a Marcos mientras soltaba una larga meada en la boca de su hija.
Marcos: yo estoy bastante cansado, la verdad. Me iría a dormir unas horas y luego, ya seguiremos – me dijo mientras me imitaba y se meaba en la boca abierta de dulce con total naturalidad - Tenemos el domingo por delante para organizarnos e ir a por las bastardas de guante y llevarlas con Carmen, a la que por cierto, tendremos que buscar un nombre…
Carlos: Pues si… pero prefiero que las bastardas no tengan la sensación de que su madre también ve por primera vez el apartamento de Carmen cuando lleguen. Son todavía muy jóvenes, pero supongo que no serán imbéciles. Chupa – le ordene a fresa, después de terminar de mear. Ella lo hizo al instante, tragándose las últimas gotas amarillas que caían de mi rabo - ¿Qué te parece si me la llevo y le presento a Carmen. Así podemos aprovechar un rato para ver como se instalan en su casa las dos perras y sus tres cachorritas.
Marcos: a mí me parece bien – dijo guardándose la polla en el pantalón después de darle unos toques en la cara a dulce para que saltaran las últimas gotas de orina, que se esparcieron por su rostro – llévatela y preséntasela. Seguro que entre madres se entienden
Carlos: Y siendo las dos lactantes, todavía más…
Marcos: ¿Lactante? – pregunto con los ojos muy abiertos. Le encantaba eso de Carmen y de vaca cuando le daba el pecho a su hija - ¿Qué esta perra además da leche?
Carlos: Si ¿Dónde estabas cuando el cabrón de Marc me dijo que tenía dos hijas y la pequeña todavía tomaba teta?
Marcos: Pues estaría dándole por el culo a la negrata mientras la zorra de dulce se comía su coño de chocolate jajajajajaja – le dijo mientras se reía en la cara de la sumisa, que todavía estaba de rodillas y ponía cara de contradicción al recordar los orgasmos que le había proporcionado nada – a ver… déjame hacer una prueba… - e inclinándose sobre guante, empezó a masajearle las tetas.
Poco a poco, los pezones de guante se empezaron a poner duros y al rato, una gota de leche asomo por ellos. Al cabo de poco, era un pequeño caudal lo que resbalaba por sus tetas que asomaban por el abrigo abierto y bajo el cual, la esclava no llevaba nada, ya que la minifalda y el top que le regalo su anterior Amo para salir al club había terminado en el primer contenedor de camino al aparcamiento. Cuando los cachorros de las lactantes se hacen mayores y pueden esperar un poco, las ubres de las madres se hacen “inteligentes” y en lugar de estar manando leche constantemente, lo que supondría un malgasto de recursos, lo que hacen es esperar sin producir el alimento hasta que son estimulados y solo entonces, es cuando segregan comida para el cachorro. Lo sabía bien Marcos y aprovecho la experiencia que tenia con vaca, a la que mugió hasta los cinco años de fresa.
Marcos: Joder, que delicia… ponte en pie, guante – cuando la esclava lo hizo, marcos llevo la boca al pezón de la nueva incorporación y chupo con ganas – Me encantan las ubres lecheras… Va, venga, al coche, que si no me voy a liar y te voy a acompañar a llevar a esta con Carmen solo para chuparle la leche de las tetas…
Riendo, subimos al coche y distribuimos a las hembras. Esta vez, la que le lamía los huevos a Marcos era su juguete mientras que en el asiento posterior una vaca totalmente agotada se sentaba de lado, debido al dolor/placer que sentía en el culo, en medio de fresa y cerda. En el maletero, por ser lo más bajo del escalafón iban dulce y guante.
Cuando deje a la piara en el apartamento de mi compadre le dije a fresa que ocupara el asiento del copiloto y a guante que le comiera el coño, colocada entre sus patas, mientras íbamos a ver a su nueva pareja.
El viaje duro apenas diez minutos. A las seis de la mañana no hay excesivo tráfico por las calles de Barcelona y desde Paseo Valldaura hasta la plaza de Alfonso X, solo había que atravesar el túnel de la Rovira. Pese a ello, la hábil lengua de guante consiguió que fresa se corriera en su boca. Mientras eso ocurría, yo me entretuve acariciando las inflamadas tetas y tirando de los pezones de una guante que no había dejado de gotear leche desde que Marcos puso en marcha el sistema de avituallamiento maternal. Aparcamos relativamente cerca y fuimos hacia la casa de Carmen. Ver a fresa con el vestido abriéndose a cada paso mientras que asomaba su cola de perra por entre los pliegues y a guante, únicamente vestida con el abrigo abierto y un hilo de leche materna brotando de sus pezones oscuros, era de lo mas morboso. O al menos eso les pareció a todos aquellos con los que nos cruzamos.
Cuando entramos en el apartamento de Carmen, la encontramos dándole el pecho a bastarda. Hacia un buen rato que había empezado a amamantar a su cría y se encontraba desnuda en el sofá, con la pequeña en brazos y su pezón izquierdo en la boca. Estando sola en casa, se había espatarrado y su chocho de madre, con su mechón de pelo en todo lo alto presentaba una visión más que obscena.
Carlos: Carmen! Buenos días! – le dije acercándome a ella para que me saludara como se le había enseñado. Ella, dejando a la niña a un lado, lo que provoco su enfado al haber sido interrumpida en su toma, me bajo la cremallera y se metió mi polla en la boca. Mientras me la chupaba con ganas le dije a fresa que se encargara de la pequeña, así que jugando a las mamis, se sentó en el sillón y puesto que el protocolo dictaba que cuando estuviera en su casa, en la mía o en una casa donde había ejercido de esclava, tenía que estar desnuda, acerco una de sus propias tetas y se la metió en la boca a la pequeña que se calló al momento – eso es… buena chica… - le decía mientras le acariciaba el pelo a la cocinera – vale. Sácatela de la boca. Ven… voy a presentarte a tu nueva compañera de piso – le dije e hice que se pusiera en pie.
Guante, que es un animal muy inteligente, había visto la jugada de fresa y también se había desprendido de su ropa, dejándola plegada en una de las sillas. Ahora, la reciente incorporación esperaba de rodillas a que hiciera las presentaciones oficiales. Cuando acerque a Carmen hasta ella, hice que le pusiera el coño en la boca e inmediatamente empezó a comérselo, como había hecho con el resto de compañeras.
Carlos: Carmen, te presento a guante. guante, esta es Carmen. A partir de hoy, seréis pareja – ambas me miraron sorprendidas, pero no dijeron nada. Carmen porque estaba asimilando el hecho de que una desconocida le estuviera comiendo el coño en su propia casa y un segundo después, esa desconocida seria su pareja. Por su parte, guante no tuvo tanta sorpresa, porque le habíamos dicho que viviría con Carmen, pero no que sería su pareja - ¿Qué? No me miréis así. Quiero que las niñas tengan dos madres y que se críen en la idea de que la bisexualidad no es nada malo. Anda, estírate en el suelo, guante. Eso es… Carmen, ponte encima y montaros un 69 mientras me pongo una cerveza – ordene mientras me iba a la cocina.
Tanto Marcos como yo visitábamos habitualmente a Carmen y su cocina estaba provista de todo aquello que nos gustaba, así que agarre una de la A.K. Damm que solía tener en el refrigerador y volví al comedor. Allí encontré a “la parejita” mientras se conocían más a fondo. Literalmente. Carmen, que no había catado un coño antes de entrar a formar parte de la piara se había convertido en toda una experta, entre otras razones porque tanto a nerea como a vaca les encantaba enseñar a las nuevas y “pervertirlas” como decían ellas. Ahora mismo, estaba tumbada sobre guante, con las patas bien abiertas para que pudiera comerle el coño y metiéndole tres dedos por el higo mientras le sorbía el clítoris. Por su parte, guante había decidido también atacar el ojete de su “pareja” y había pasado su brazo derecho por debajo de la pierna de Carmen y le estaba metiendo el dedo medio en el ano, mientras le trabajaba con la lengua el clítoris, lo que, según los gruñidos de la morenaza, le daba un gran placer.
Pese a que el morbo que me ha dado siempre ver a dos mujeres comerse mutuamente los coños esta vez, aquella escena superaba todas las anteriores. Mientras las dos mujeres se esforzaban en comerle el coño a la otra para que se corriera, sus cuerpos se presionaban el uno contra el otro y sus tetas, al verse aprisionadas, dejaban escapar un hilo de leche, que resbalaba por los dorsales de guante y se acumulaba en su espalda como una corrida cada vez más abundante.
El dedo en el culo y la lengua de guante la habían hecho a Carmen tocar el cielo y ahora le estaba obsequiando con una de sus pastosas corridas que guante paladeaba con sumo placer. Cuando el placer del orgasmo cedió, la morena redoblo sus esfuerzos con los dedos en el interior del coño de guante que empezó a correrse una y otra vez, pidiendo más velocidad y más dedos. La cocinera me miro y yo, con una sonrisa, asentí, mientras bebía un sorbo de mi cerveza. Así que Carmen acelero el rimo mientras le metía el cuarto dedo.
guante: ah! Ah! Me corro! Ah!!! Mas!!! Otro mas!!!! Me corro, me corro!!! – y hundiéndole la lengua en el coño de Carmen, para buscar darle más placer, siguió gimiendo.
Carmen me miro y le respondí subiendo la botella, brindando por ellas. Entonces puso cara de mala y retirando por un momento los 4 dedos del interior del coño de guante, cerró el puño, con el pulgar en el interior y lo hundió en el dilatado y babeante agujero de guante. La sumisa, al notarse totalmente llena por el puño de aquella mujer con la que tendría que compartir casa y cama, agarro las piernas de Carmen y tras hundirle lo más profundo que pudo la lengua en el ano, se corrió como una animal, amortiguando parte de sus gritos y suspiros las propias nalgas de su pareja de juegos, que ante tal despliegue de pasión y el placer que notaba en su propio culo, también se corrió abundantemente en la barbilla de guante.
Poco después de correrse, ambas mujeres se tranquilizaron un poco y recuperaron la respiración tras los orgasmos regalados la una a la otra. Carmen había mantenido el puño en el interior de guante que tras correrse, había dejado caer la cabeza hacia atrás. Ahora mismo, el coño babeante de la morena reposaba en la barbilla de su compañera, que rezumaba flujo.
Me fije en el suelo, a menos de un metro de mis pies. La espalda de guante estaba totalmente encharcada de la mezcla de la leche que habían hecho las dos mujeres mientras se apretaban la una contra la otra. fresa, que había dejado a la niña en la cuna, durmiendo plácidamente, ya había regresado al sofá y se masturbaba frenéticamente viendo el espectáculo.
Carlos: fresa, ven aquí – la chiquilla lo hizo gateando, pasando al lado de sus compañeras – eso es… desnúdame – lo hizo con la práctica que da la experiencia y dejo mis ropas ordenadas sobre una silla cercana. Entre la mamada de saludo de Carmen y el espectáculo al que había asistido, la volvía a tener dura – muy bien… por el culo y de espaldas.
Fresa se arrodillo y se metió la polla hasta la garganta y la mantuvo ahí durante aproximadamente un minuto sin realizar ningún movimiento. Cuando se la saco de la boca, la tenía totalmente empapada y la saliva restante, resbalaba hasta mis pelotas. Luego, se levanto, me dio la espalda y se sentó, clavándose mi polla en el recto hasta que mis huevos chocaron contra su empapado coño. Una vez ahí, se quedo quieta, ya que no había recibido las instrucciones.
Carlos: Carmen, saca el puño del coño de guante y métele dos dedos a fresa por el suyo. Quiero que se corra sobre guante – cuando retiro la mano del interior de guante, la ya de por si a dilatada vagina de la esclava, estaba cubierta de flujo pastoso y blanco, que la anfitriona uso para introducir, sin ningún esfuerzo en el higo de mi ahijada, que los recibió con un suspiro.
Carmen llevaba tiempo recibiendo la domesticación a la que estaba siendo sometida y sabía perfectamente donde tocar y como meterle los dedos a todas y cada una de sus compañeras para lograr su objetivo. Así pues, giro los dos dedos que tenía en el interior del coño de fresa y poniendo las yemas hacia arriba, los doblo hasta que se encontraron justo bajo el monte de Venus de la sumisa y empezó a moverlos cada vez más rápido. Los propios movimientos de la cocinera hicieron que mi polla hiciera lo propio, enculando en un movimiento sin estridencias a mi ahijada, que poco a poco se acercaba al orgasmo. Cuando note que estaba casi a punto, le sacudí un fuerte par de palmadas sobre su clítoris. El contraste entre el placer y el dolor hizo que tuviera un potente orgasmo que salpico no solo a guante, si no también parte de la cara de la morena. Un chorro incoloro y con un olor característico salió disparado hacia la recién aceptada esclava y tras resbalar por su cara, se unía en el suelo a los restos de la corrida de Carmen, que habían resbalado por su nuca, y a la leche de ambas.
Carlos: Muy buena corrida, fresa – le dije a mi ahijada – y buena paja – le reconocí a la camarera. Soy de aquellos Amos que cuando sus animales hacen algo bien, me gusta reconocérselo. Todos estamos de acuerdo en que es su obligación, pero incluso una sumisa agradece una bonita palabra – poneos las tres a recoger los fluidos con la lengua y luego, podéis venir a la cama. Despertarme a las once.
Y dándole una fuerte palmada a la nalga derecha de fresa, hice que me desmontara y tras mamarme la polla para limpiar todo hipotético rastro d suciedad que me hubiera podido depositar, se uniera a las otras dos sumisas que ya recogían la mezcla del suelo, puestas a 4 patas.
El piso de Carmen era una herencia de sus padres. De los antiguos pisos construidos en la zona, contaba con cuatro habitaciones en sus cien metros cuadrados. Tres principales y uno supletorio, al lado de la cocina, para lo que antiguamente era el servicio. Antes de que entrara a formar parte del grupo, la decoración de la casa era bastante espartana, pero después, ya que pasábamos muchas horas en él, lo amueblamos a nuestro gusto. Ahora, contaba con una habitación principal con una cama de tres metros de ancho por dos y medio de largo. Parecía un ring, pero era muy útil cuando montábamos alguna orgia allí.
Tras darme una buena ducha, me dirigí a la cama donde solía dormir Carmen y que ahora compartiría con guante. “Mejor” pensé “así no se sentirá tan sola en esta cama tan inmensa”. Cuando me metí, las sabanas de raso negro me arroparon al instante y concilie fácilmente el sueño.
Al día siguiente, el contacto de tres lenguas en mis partes me despertó. Las tres hembras me estaban comiendo la polla y los huevos para despertarme, tal como se les había explicado en su momento. Fresa, como hembra dominante tenía el honor de degustar mi glande, mientras de Carmen y guante me lamian los cojones. Las tres me miraban mientras sonreían.
Carlos: Buenos días, chicas ¿Qué tal habéis dormido?
Fresa: Muy bien, Amo. Hemos sido un poco traviesas, pero le hemos hecho unos videos y fotos.
Carlos: perfecto, pequeña. Muéstramelos
Mientras mi ahijada salía de la habitación para buscar el teléfono, Carmen dejo de lamer los cojones y ocupo el puesto de fresa, comiéndome la polla. Tal como estaba, mi brazo derecho quedaba muy cerca de su ubre izquierda, así que lo estire y empecé a jugar con su pezón, que al instante inicio un bombeo de leche.
Carlos: Vaya… parece que las tienes llenas – le dije a Carmen mientras le apretaba el pezón, que al momento soltó un chorro de leche. Pese al dolor, no dejo de sonreír ni de comerme la polla
Carmen: bueno… tendría que estar descargado, pero la pequeña no me ha vaciado tanto como tendría que hacerlo, Amo.
Carlos: Vaya… ¿Y qué ha pasado? – dije mientras acercaba mi brazo izquierdo a las tetas de guante. Si bien eran de diferente tamaño, tanto en copa como en tipo de pezón, las dos mujeres tenían la morbosa capacidad de dar leche, cosa que me producía gran placer, así que excite su mama hasta que empezó a producir leche.
Carmen fue a responder, pero la voz de fresa se impuso por encima de la suya. Siempre me hacía gracia como una niñata con la mitad de edad que ella sabia imponerse a la cocinera.
Fresa: Pues… la perra morena se ha levantado porque ha escuchado llorar a su cachorrita y como todavía quedaba una hora para despertarte, Amo, he decidido levantarme y seguirla. Cuando he visto como se inclinaba por encima de la barandilla de la cuna y dejaba al descubierto sus agujeros, me he puesto cachonda y me he ido al cuatro de juegos para ponerme un arnés y cuando he vuelto, la he sentado sobre él para que me diera placer mientras amamantaba a la pequeña y francamente, lo ha hecho muy bien – y le dio al play en su teléfono.
En la grabación, efectuada desde lo alto de la cómoda del comedor, se veía a una Carmen entregada al placer mientras daba el pecho a su hija. Estaba haciendo sentadillas sobre el gordo arnés que había elegido fresa. Era uno de sus preferidos cuando la visitaba, ya que como muchos otros que tenia, era doble y la fuerza que se hacía en la polla exterior, repercutía en la interior y que en ese momento estaba follando el coño de la criaja. Unos minutos después, ambas se corrían mientras gemían. Carmen había girado el cuello hasta un ángulo suficiente como para poder comerle la boca a fresa mientras seguía saltando y clavándose el consolador al tiempo que seguía con sus obligaciones maternas.
Fresa: Después de que nos corriéramos ambas unas cuantas veces – siguió explicando la aprendiz de sumisa - la perra dormilona de guante vino a vernos, supongo que la despertamos con nuestros gemidos. Cuando me di cuenta, estaba en la puerta, mirándonos con esa cara de viciosa mientras se frotaba el clítoris. Como que estaba solo con el collar de cuerda que le regalaste ayer, sus tetas se movían arriba y abajo con la paja, así que se me ocurrió una idea algo diabólica…
Carlos: Miedo me das, fresa…
Fresa: Bueno… pues como sabia que guante también daba leche, se me ocurrió que Carmen le diera la pequeña a guante y que esta, se la pusiera en el pecho, a ver si la bebe tiraba de teta y se quedaba satisfecha ¿Te puedes creer que la niña empezó a chupar y al cabo de un rato, la cerda de guante estaba haciendo el trabajo de la nodriza?
Carlos: ¿Cómo la has llamado?
Fresa: ¿A guante? Cerda. ¿Por?
Carlos: No. A Carmen.
Fresa: Nodriza
Carlos: Me gusta…- Dije mientras dejaba de apretarle el pezón a la cocinera y agarrándola por la nuca, empezaba a follarle la garganta – creo que ya hemos encontrado el nombre de sumisa de Carmen. ¿Qué mas ha pasado, fresa?
Fresa: bueno… hay otros videos, por si te apetece…
Por supuesto que me apetecía. Aquella pequeña perra tenía muy clara su función y no permitía que ninguna de las otras esclavas se tomara el lujo de pensar si ella estaba allí. Mientras guante me lamia los huevos como una buena perra y nodriza me comía la polla, follandose ella misma la garganta, fresa le dio al play a la vez que me comía la boca con un morbo que solo ella sabia despertarme.
En el siguiente video, tomado desde la misma posición estática que el anterior se podía observar a guante como, sentada en una silla al lado de las otras dos, amamantaba a una niña que no era la suya mientras fresa había puesto las manos de nodriza sobre una pequeña mesita auxiliar y ahora le daba con furia desde detrás mientras la agarraba por las caderas y le decía de todo. Las tetas lactantes de la mayor del grupo botaban en todas direcciones, chocando la una contra la otra y soltando gotas de leche a discreción. Con cada impacto una pequeña cantidad saltaba y caía al suelo. Un buen rato después, nodriza se había corrido un buen número de veces y fresa la sujetaba por las tetas, apretándoselas desde la base. Con cada apretón, sus tetas soltaban un chorro de leche que iba a parar al suelo, junto con los abundantes flujos que habían soltado las dos zorritas
Fresa: ¿Disfrutas, zorra? – se escuchaba que decía en la grabación - ¿Te gusta cómo te follo como si fuera un macho? Eres una puta vaca lechera como lo era mi madre cuando me tuvo a mí. La de pollas que le metieron mientras me daba de mamar - Una fuerte palmada en el culo se metió en el audio mientras se veía como fresa tiraba del consolador y tras manipularlo, se intuía como lo había cambiado de agujero, entre otras cosas porque nodriza puso los ojos en blanco y abrió mucho la boca antes de gemir – A ella no la pude disfrutar así, pero a ti…
Cuando la volvió a agarrar de las caderas, le dio con verdadera furia. Las tetas de la cocinera chocaban sin control y fresa parecía que únicamente buscaba el placer que le proporcionaba el consolador doble que seguía clavado en el interior de nodriza.
Fresa: ¿Has terminado ya de amamantar a la cría, cacho de cerda? – le pregunto a guante, que estaba sosteniendo a la hija de la cocinera mientras miraba absorta la escena. Puesto que ya había terminado, cabeceo de forma afirmativa hacia la enculadora – pues deja a la niña en su cuarto y vuelve aquí, quiero que le chupes las ubres a esta hija de puta!!! Cagando hostias!!!
En el siguiente de los cortes automáticos que hacia el teléfono en los videos, se veía a guante de rodillas, sobre la película de leche y flujos que habían dejado las dos hembras en el suelo. La enculada de fresa y la succión en los pezones de guante, había llevado a nodriza hasta el paraíso. No podía parar de correrse una y otra vez. Si alguien le hubiera dicho hacia unas semanas que pasaría de no follar con ningún macho por la producción de leche a hacerlo con dos mujeres mientras que se la exprimían, hubiera dicho que estaba loco. Ahora, sin embargo, le estaba dando por el culo una niñata a quien doblaba la edad mientras una tía de su generación le estaba sorbiendo las tetas como si no hubiera un mañana a la vez que le metía los dedos por el coño. El paraíso tenía que ser algo muy parecido a aquello.
Fresa: ¿te gusta, puta lechera? - Le dijo mientras aceleraba el rimo. Nodriza solo gruñía y gemía - ¿Y tú, zorra? ¿Quieres que te encule? – le dijo dirigiéndose a guante
Guante: Si, por favor, por favor, por favor!!!! Encúleme, por favor, Señora!!!
Fresa: jajajajaja – rio con ganas la swith – sabia que eras una cerda viciosa. Nodriza, cambio de rol. Al suelo, a comerle las tetas a guante. Vamos, puta perezosa…
El tirón del arnés con el que fresa se estaba follando a la cocinera hizo que casi cayera al suelo cuando resbalo con los flujos del suelo, lo que le saco de su trance. Ahora se daba cuenta del hormigueo que sentía en el ojete y el escozor de sus hipersensibles tetas, que fresa había apretado sin piedad. Nodriza no sabía ni cuantas veces se había corrido, pero sabía que eran muchísimas a tenor del flujo que le resbalaba por la pata.
En cuanto guante vio la punta del arnés libre, no se lo pensó dos veces, se puso en posición y ofreció su culo a aquella joven que parecía llevar la voz cantante. Sabía que le follaria el ojete, puesto que así se lo había dicho. La verdad es que lo agradecía, porque desde que había tenido a su segunda hija se le habían agravado los problemas con su suelo pélvico, no consiguiendo contraer como quisiera el coño, uno de los motivos por los que su Amo hacía años que no se lo follaba por allí. El único placer que obtenía con ese agujero su Amo era el introducirle grandes consoladores o, en los últimos tiempos, el puño, lo que la humillaba tremendamente ya que esa práctica solía ir acompañada de una retahíla de vejaciones y reproches en la que lo más bonito que le decía es que meterla en su coño era como hacerlo en un Tapper ya que no ejercía presión alguna y no tenía interés para Él.
Cuando noto la cabeza del consolador en su ano, sin poder remediarlo, se corrió. Desde hacia tiempo tenía ese “problema”. Hacia tanto tiempo que su Amo no la tocaba para darle placer que cualquier forma de obtenerlo hacia que se corriera al instante. Y su orgasmo no era algo precisamente sutil. El propio problema del suelo pélvico hacia que se le escapara el flujo a presión y en ocasiones, hasta el meado, por lo que su antiguo Amo descarto ni tan siquiera practicarle sexo oral ante el riesgo a que se meara en su boca.
Fresa: Joder! Menuda guarra! Si todavía no he empezado con ella y ya se ha corrido! Menudo fichaje hizo el Amo Carlos anoche… - miro su reloj – joder! Pero si solo faltan diez minutos para despertar al Amo! Lo siento, guante, pero lo dejaremos para otro rato. Voy a ducharme. Cuando salga, quiero que estéis limpias y el suelo, brillante. Nodriza te enseñara donde están los trastos de limpieza.
Guante: Por favor… por favor, Señora… - dijo suplicando. Fresa negó con la cabeza y le quito el recién introducido arnés del culo mientras veía como se contraía y dilataba, como dando besos al aire.
Nodriza: perdón Señora, pero… ¿Si estamos a tiempo, mientras usted se ducha, me deja jugar con… “mi pareja” – dijo la cocinera, entrando en el papel que desarrollaría ante las tres hijas
Fresa: mientras a las once estéis listas para despertar al Amo y este estropicio de leche y flujo, limpio, me da igual lo que hagáis – dijo mientras se quitaba el arnés y lo dejaba sobre una silla, marchando hacia el baño.
Entonces nodriza, le dio un apasionado beso en la boca a guante y después de decirle que ya se lo agradecería, le metió los dedos por el culo, haciendo que se corrirera tres veces en los dos minutos que duro el video hasta cortarse.
Carlos: Vaya, vaya… así que nuestra nodriza tiene buenos sentimientos hacia guante… mejor. Así os llevareis realmente bien… - le comente mientras le daba un par de toquecitos en la nuca para que dejara de chupármela – fresa, prepara el desayuno. Nodriza, boca arriba, estirada en la cama. Guante, tu encima. Quiero que le comas el coño a tu mujer.
Las tres hembras obedecieron rápidamente. Mientras fresa se marchaba a la cocina, las otras dos hembras se pusieron en posición de 69. Sin dilación, la recién incorporada le empezó a comer el coño a la cocinera, que se relajo, dejándose querer. Yo me puse de rodillas tras guante. La verdad es que el orificio que se le veía por coño era un verdadero cráter. Ancho y babeante, tenia atractivo solo para aquellos a los que les gustaba el fist. Pese a todo, era verdaderamente sensible tal y como comprobé al meterle la polla. Tenía razón el cabronazo de Marc: aquello no apretaba lo más mínimo. Sin embargo, cuando empecé a moverme dentro y la esclava empezó a correrse, soltando chorros de flujo en la boca de nodriza, note como sus paredes vaginales realizaban una mínima fuerza contra mi polla. No estaba todo perdido…
Cuando al cabo de veinte minutos regreso fresa con el desayuno, gracias a las instrucciones que le había dado a guante para que comprimiera el coño y a la ayuda que me había prestado nodriza, jugando con su lengua en mis huevos y mi ojete, el coño de la esclava estaba relleno, por primera vez desde que pariera a su segunda hija, de mi corrida matutina. Así se lo indique a mi preferida, que la hizo poner boca arriba y abriéndole las patas, se lo limpio con la lengua, provocando con el proceso seis o siete orgasmos de la recién llegada. Cuando termino de limpiarle mi semen del coño, se levanto y morreandose con nodriza y con guante, compartió una pequeña ración del semen recuperado mezclado con flujo con ambas, diciéndoles después que a menos que dijera lo contrario, se gravaran a fuego, que la primera corrida del Amo Carlos, era para ella. Que no importaba donde la hubiera depositado, pero que su destino final era el estomago de fresa.
Tras hacer que me ducharan las tres, buscamos algo de ropa para las chicas en el armario de Carmen, ya que ir a por las hijas con la ropa de zorra que llevaba ayer no era de recibo. Por suerte, ese ropero contenía no solo trajes y complementos de nodriza, si no muchísimos de los que habían ido dejando las integrantes de la piara en los últimos días, por si había que cambiarse de ropa.
Tras ponerse unas minifaldas tejanas y unas blusas a juego, salimos a por las crías de guante, dejando a nodriza preparando el nido para su llegada. Había decidido que ellas dos dormirían juntas y las tres niñas, en una misma habitación. Iban a ser hermanas y tenían que empezar a tratarse como tal. Afortunadamente, las camas, ya estaban en el piso y solo tuvieron que moverlas al cuarto de la “hermana pequeña”.
El viaje de ida hasta una de las poblaciones cercanas a Barcelona fue algo que paso sin pena ni gloria. Fresa iba en el asiento de atrás con guante y se pasaron el trayecto jugando y morreandose entre ellas y metiéndose mano bajo las faldas, ya que al carecer de ropa interior, era mucho más fácil.
La casa de Marc era una torre a cuatro vientos, con un buen jardín y una gran piscina. Cuando llamamos, salió a abrirnos una chica tres o cuatro años mayor que fresa. Se le apreciaban unas tetas de una talla proporcionada para su altura pero algo separadas, pero al no llevar sujetador, se le apreciaban bien duras. Llevaba una camiseta de color gris, con la que marcaba dos duros pezones y que le llegaba justo por encima del ombligo y un pantalón corto de deporte.
Guante: ¿Marina? – saludo extrañada la esclava
Marina: Ah! Hola Elena! Marc me dijo que venias a por las niñas…
Guante: ¿Qué haces tú aquí?
Marina: bueno… hace tiempo que le pedí que si algún día te marchabas, me dejara ocupar tu lugar. Y ahora que lo haces, he venido a sustituirte.
Guante: Eres una zorra y una puta niñata de mierda – le escupió mi esclava a la cara a la chavala
Marina: bueno… pero al menos no tengo el coño dado y le puedo chupar la polla al Amo con él – dijo sin mudar la sonrisa de la cara en ningún momento.
Elena solo se contuvo porque apareció su marido con las niñas de la mano. Eran dos monadas con la cara redondita como la madre y el pelo castaño a media espalda. En cuanto la vieron, se echaron en sus brazos. Se notaba que estaban muy apegadas a ella.
Marc: Buenos días – me saludo, apretándome la mano. Hola – le dijo a su mujer. En su rostro se notaba cierta satisfacción, seguramente por haber hecho el cambio de una esclava con dos hijas por otra que seguramente todavía no había conocido demasiadas pollas - Vaya… ¿Y esta belleza es tu hija, Carlos?
Fresa aflojo el pañuelo que llevaba al cuello y que le tapaba el collar, para dejárselo ver al Amo a quien saco la leche la noche anterior. Cuando Marc lo reconoció, me dijo si podíamos hablar a parte, así que pasamos al interior del jardín y nos separamos de las hembras.
Marc: Joder ¿Es la esclava que encule anoche? – yo asentí con la cabeza. Se le notaba excitado – Me gustaría volver a usarla por el mismo agujero.
Carlos: ¿Qué ofreces?
Marc: A marina, por supuesto. Úsala como quieras. Es la nieta de uno de los vecinos de la urbanización. Ambos padres tienen Asperger y ella tenía todos los números para que saliera también tarada, así que ahí la tienes, con esa sonrisa permanente en la boca y el coño siempre húmedo para que se la metan los que quieran mientras le den placer – Me explico el Amo con total naturalidad – El abuelo, que había usado alguna vez a elena, conocía mi condición de dominante y me propuso que la educara para que solo follara conmigo como forma de que se dejara de follar a todo macho que pillaba.
Carlos: y tú la tomaste bajo tu protección y por eso decidiste deshacerte de guante
Marc: ¿Guante? Ah! – Cayo al momento – ya le has puesto nombre. Muy apropiado para un coño tan dado como el suyo. Pues sí, así es ¿De verdad te la vas a quedar teniendo un bomboncito como… cual es el nombre de tu esclava jovencita?
Carlos: fresa es su nombre de esclava
Marc: Pues eso… ¿De verdad te vas a quedar con “guante” teniendo a fresa para descargar los huevos?
Carlos: Si. Tanto para mi colega como para mi, una esclava es algo mucho más que un extractor de semen.
Marc: Lo que tu digas… ¿así que? ¿Hay trato?
Carlos: ¿Sin limitaciones?
Marc: Ni una excepto la de su integridad física, claro. La puedes azotar si te place. A veces es un poco llorona, pero ¿qué mujer no lo es? Si tienes un certificado médico como este – dijo mientras me enseñaba sus últimos resultados analíticos en el teléfono, que databan de hacia una semana – te la podrás follar a pelo.
Carlos: ¿Incluso si uso a guante para ayudarme a usarla? – Le dije mientras buscaba y mostraba mis resultados, de hacia un par de días
Marc: Cómo si usas a sus hijas y os la follais entre los cuatro mientras enculo a fresa. Pero esta vez, quiero que me la chupe después de salir de su culo. Ayer me quede con las ganas.
Carlos: Me parece bien. Pero mientras, tu perra vaciara la lefa del ojete de fresa. No quiero que vuelva goteando a casa – Marc asintió con la cabeza. El trato estaba hecho - ¿Y cómo lo hacemos? Las crías…
Marc: Por eso no te preocupes – dijo dejándome con la palabra en la boca y dirigiéndose a quienes habían sido su familia hacia unas horas antes – Niñas, al cuarto de juegos.
Las crías miraron a su madre y esta, me miro a mí. Asentí con la cabeza confirmando la orden que había dado su antiguo marido/Amo. Ahora las tres estaban bajo mi tutela y era deber mío protegerlas. Guante, con sus hijas pegadas a la falda, entro en la casa. En el recibidor le esperaban las cajas y maletas de las tres. Habían sido empacadas desde altas horas de la mañana por marina y en ellas había puesto todo lo que tenían las niñas de ropa, juguetes y enseres varios. Una gran caja destacaba entre las otras, ya que tenia pintado a mano el símbolo de “contaminación bacteriológica”. Eran tres medias lunas unidas por su parte trasera y dibujadas con un rotulador rojo. Interrogue a Marc con la mirada y me dijo “cosas de perras”.
En el interior de la casa, las niñas se dirigieron a un cuarto sin ventanas, donde solo había una tele y un par de sofás. Los trozos de celo en la pared indicaban que allí habían estado colgados diferentes dibujos y posters, pero que recientemente, habían sido arrancados. Cuando entraron las dos pequeñas, Marc encendió la tele con el mando a distancia y la puso en un canal infantil, con un volumen excesivamente alto para mi gusto. Luego, cerró la puerta con pestillo y al llegar a la habitación principal de la casa, se dirigió a su esclava.
Marc: marina, a partir de ahora y hasta que te diga otra cosa, servirás al Amo Carlos. Aras todo lo que Él te diga, sin excepciones ¿Me has entendido, zorra imbécil?
Marina: Vale, Amo – y empezó a desnudarse como si hacerlo ante desconocidos fuera lo más natural del mundo. Tal como me pareció en un principio sus proporcionadas tetas no tenían ni una sola grieta y tal y como comprobé más tarde, estaban bien duras, gracias al deporte que practicaba habitualmente. Pese a su edad, los labios menores sobresalían de los mayores y la parte baja del coño, la que casi está en contacto con el ojete, aparecía de forma redondeada, lo que denotaba un buen entreno y uso de ese agujero.
Carlos: Fresa, al servicio de Marc. Ya sabes lo que has de hacer. Guante, tú me ayudaras con marina - Todas se desnudaron y sin dejar pasar un momento, Marc empujo a fresa sobre la cama y empezó a comerle el agujero del culo, sin más preámbulos. Me fije que la sumisa de Marc no llevaba ningún collar puesto – Marc ¿Tu perra no lleva collar?
Marc: Pues no – dijo sacando la lengua del ojete de fresa, que tenía cara de estar disfrutando de lo lindo – no se lo he comprado todavía. Si quieres ponerle alguno de elena, están en la caja grande – y dicho esto, se volvió a centrar en el agujero del culo de fresa, mientras que le metía un par de dedos en su ya empapado coño.
Carlos: guante, ve a la caja de juguetes y tráeme lo siguiente… - Y le di una lista de complementos que quería usar con aquella novata. Elena se levanto con una mirada visiblemente hostil hacia la nueva esclava de su ex Amo y se fue a buscar lo que le había ordenado – marina, desvísteme.
La sonrisitas me desnudo y dejo mi ropa ordenada sobre una de las sillas de la habitación. Una vez desnudo, me senté en la cama y le ordene que me lamiera los cojones. Lo hizo bastante bien para ser una aprendiz todavía. Daba largas pasadas por mis huevos, desde el culo hasta la base de la polla y luego volvía a empezar. Durante todo el rato que estuvo practicando ese ejercicio y sin que yo se lo ordenara, se había estado tocando el coño y masturbándose. No es que me desagrade que una esclava se masturbe, pero hacerlo sin mi permiso era faltarme al respeto, así que cuando llego guante con la lista de objetos que le encargue, lo primero que hice fue ordenarle a mi esclava que le pusiera unas pinzas con cascabeles en los pezones de la perra. Los pequeños y rosados pezones se tornaron inmediatamente rojos y luego morados, al poner las pinzas hasta el fondo y en lugar de atrapar el pezón, lo habían hecho con parte del pecho de la perra. Luego, le ordene que atara las manos a la altura de las rodillas a su sucesora y luego las rodillas entre ellas y los tobillos. Tal como había previsto, lo hizo con profesionalidad, dejando el morro de la perra besando el suelo. Lo ejecuto de manera metódica, pero con rabia contenida. Me iba a divertir mucho…
Carlos: guante, acércame el gato. Perfecto… ahora, ponle el bocado a marina… muy bien
La joven esclava se había convertido en un bloque con un agujero obstruido por una bola de látex que la impedía gritar y los otros dos, ocultos entre las nalgas, ya que al permanecer juntos los tobillos de la esclava, su carne tapaba los orificios. En cuanto a sus tetas, quedaban aplastadas contra sus propios muslos.
Carlos: ¿Alguna vez has azotado a una esclava, guante?
Guante: No, Amo
Carlos: Ahora todavía no, pero en relativamente poco tiempo, tus hijas crecerán y si lo hacen sin una figura dominante en casa, intentaran tomarte el pelo – le explique a mi esclava – Tanto Marcos como yo, seremos esa figura autoritaria, pero cuando no estemos y tengas que castigarlas severamente, este será el método…
Y haciendo volear el gato por encima de mi cabeza, descargue un certero trallazo en la nalga izquierda de marina, que intento pegar un bote al notar el mordisco del cuelo, pero las cuerdas con la que estaba atada no se lo permitieron. La mordaza impidió que pudiera chillar y la posición de las manos, que se tocara el culo o intentara frotar la zona para aliviar el dolor. Haciendo girar en sentido inverso el gato, descargue otro golpe en la nalga derecha de la esclava, con los mismos resultados. Pocos segundos después, sobre la nalga izquierda empezaban a aparecer unas marcas rojas, donde el gato había mordido la blanca piel de marina. Poco después, la nalga izquierda mostraba las misma señales.
Carlos: ¿Lo has entendido, guante?
Guante: Si, Amo – Respondió gravando la imagen de sus sustituta en la retina - ¿Y con qué fuerza hay que darles?
Carlos: Con la que creas adecuado a sus acciones – guante sonrió con malicia
Guante: gracias por enseñarme la técnica, Amo
Carlos: Bien… tengo algo de sed ¿Dónde está la cocina, guante? – Ella me indico el camino y se ofreció a acompañarme – No. Quiero que te quedes y practiques con marina. No quiero que cuando lo uses en casa titubees. La práctica es fundamental en el uso de este instrumento.
Y diciendo eso, me dirigí a la cocina, pasando por delante de Marc, que estaba sentado en la cama, con fresa comiéndole la polla hasta los huevos. El Amo ignoraba deliberadamente lo que pasaba con su esclava, ya que estaba de espaldas a ella. Cuando cruce el umbral, escuche un trallazo duro y fuerte. Supe que guante había empezado las practicas en las nalgas de marina, así que me tome mi tiempo para localizar y tomarme la bebida.
Cinco minutos después, regrese a la habitación y vi como fresa estaba puesta de rodillas sobre el sofá, con los brazos apoyados en el respaldo y Marcos la embestía con su pollón. La cara de fresa y la humedad que había en sus piernas y en el asiento me indico que se lo estaba pasando genial.
En cuanto a marina… bueno, pues era el polo opuesto… guante le había estado descargando ininterrumpidamente golpes en una y otra nalga, que estas alturas estaban totalmente rojas y con puntos de sangre, así como con marcas rojas y lilas. La ex esclava se había desfogado con su sustituta y pese a que seguía golpeándola, mostraba señales de cansancio. Por su parte, marina convulsionaba en la parte de los hombros, así que deducía que estaba llorando. Bueno… no todo iba a ser placer en este mundo…
Carlos: Veo que tienes una buena práctica ya, pequeña ¿Te ha servido?
Guante: Si, Amo – Dijo entre gemidos de cansancio – muchísimo
Carlos: Perfecto. Ahora, quiero que le desates los tobillos y las rodillas y se lo separes todo bien.
Guante desato los nudos y guardo las cuerdas, separando los tobillos y las rodillas de la esclava. Cuando sus nalgas perdieron contacto entre sí, ofrecieron una discontinuidad en los latigazos y aparecieron los agujeros de la esclava. Ambos sin un solo pelo, pero con claras marcas de que habían sido usados intensivamente, sobretodo el agujero del culo, que presentaba una dilatación anormal en una sumisa de esa edad.
Carlos: parece ser que Marc disfruta mucho con el ojete de esta perra – le dije a guante, picándola un poco mas – me pregunto si la usara también por el coño… - dije mientras le introducía dos dedos en la vagina. La esclava, después de tantos azotes, agradeció una “caricia placentera” y con el solo contacto de mis dedos, se corrió contrayendo el coño y apretando mis dedos como si les diera pequeños besos – Que zorra… ya se ha corrido – Dije sacando los dedos pringosos de su interior y acercándoselos a la boca de guante para que me los limpiara – Ponte el arnés, guante.
Ella se coloco el arnés y cuando iba a montar el consolador mediano, le dije que no con la cabeza. Ella sonrió como una niña a la que le dejan hacer una travesura y monto el más gordo que encontró. Yo me senté en la cama, ante la inmovilizada marina y le quite la bola de la boca. Una cascada de saliva salió de su boca, mojando la cama y uniéndose al caudal de lágrimas que le recorrían la cara hasta la barbilla, fruto del castigo al que la había sometido guante. Ella me miro y me dio las gracias, pero antes de que terminara la frase, ya tenía mi polla en su interior con la orden de que me la chupara lo mejor que supiera. Y la verdad es que no lo hacía del todo mal… para tener la experiencia que tenia
Carlos: guante, métesela a esta perra y enséñale lo que es recibir duro – le dije mientras sacaba el teléfono y llamaba a nodriza – Hola… si, ya hemos llegado y esta todo a punto… Si… dentro de un rato saldremos. Marc ha reconocido a fresa y me ha pedido permiso para usarla – dije mientras ponía la mano en la nuca de marina y empezaba a follarle la garganta.
Era un ritmo calculado, acompasándolo con las embestidas que le estaba dando guante. Más que follarla, la estaba apuñalando con aquella polla de goma que entraba y salía febrilmente de su encharcado agujero delantero. Mi sumisa la tenia agarrada por las caderas y en esta posición podía retirar el juguete hasta casi sacarlo del todo y luego introducírselo de golpe, lo que provocaba un espasmo en su homónima.
guante: ¿Disfrutas, hija de puta? ¿Te gusta esto, zorra? – le preguntaba retóricamente a su sustituta forzosa mientras le seguía dando duro y azotando con la palma de la mano su ya maltratado culo que era casi totalmente lila – Te voy a reventar el coño para que no se te lo pueda follar mas mi ex!!!
Cuando Marc escucho aquello, levanto la cabeza, pero no dejo de usar a fresa ni por un segundo. Él sonrió y movió la cabeza negativamente, tras lo cual, volvió a concentrarse en sí mismo y en el agujero trasero de fresa. El ex Amo tenia a mi ahijada estirada boca abajo mientras la sodomizaba. El peso descansaba en la espalda de mi esclava que recibía pollazos mientras Marc había pasado sus manos bajo sus hombros y la agarraba para que no pudiera escapar de sus envestidas. El ojete de mi ahijada estaba muy bien entrenado, pero incluso ese entreno poco puede prepararte cuando recibes una polla por un agujero que únicamente ha estado lubricado con saliva y ella lo notaba. Tenía la boca abierta, como un pez fuera del agua y sus ojos estaban en blanco, señal del placer, mezclado con dolor, que estaba recibiendo por detrás.
Carlos: Si… si, ve preparando la comida. Y cuando lleguemos a casa no quiero que lleves más ropa que el collar. Puede que les choque a las hijas de guante, pero se acostumbraran y no vamos a cambiar de costumbres para que ellas estén mas cómodas – le ordene a nodriza antes de colgar la llamada que mantenía con ella – guante, libera a marina. Quítate el arnés y estírate en el borde de la cama. Quiero tu cabeza casi fuera.
Mi sumisa tiro de la polla de látex con la que había estado torturando a la niñata y la saco, pese a todo, totalmente empapada del coño de marina. Después de la caña que le había metido, estaba abierto y con grumos y espuma a la altura del clítoris. Tras estirarse en la cama, agarre a la sumisa de Marc y la coloque sobre la mía, en posición de 69, ordenándole que le comiera el coño hasta que se corriera. A la madre de familia le ordene que me comiera los huevos. Cuando empezó con su cometido, apunte mi polla hacia el coño de la sumisa de Marc y apreté.
Después de la tralla al que lo había sometido guante, mi rabo entro en aquel coño como un cuchillo caliente atraviesa un bloque de mantequilla. Pero aquella era una mantequilla caliente y en abundancia. Cuando mi polla ocupo el espacio que contenía el flujo de marina, este se desplazo por mi miembro y se deslizo hasta los testículos, donde fue lamido por mi sumisa mientras, pese a su rabia contenida por no poder reprimirlos, gemía.
Carlos: ¿Te gusta cómo te come el coño esta niñata, guante? – le pregunte mientras bombeaba el coño depilado de aquella zorrita.
guante: joder, Amo… si, me gusta! Hmmmmmmm tiene una buena lengua. Algo me dice que no es el primer coño que se come… ufffff Amo… creo que… ufffff
Carlos: No te cortes, guante. Correte en su boca. Esta para darte placer antes de marcharte, así que aprovechalo.
Guante elevo las rodillas y adopto una posición parecida a la que tendría sentada en una silla de ginecólogo. Luego agarro la nuca de marina y la atrajo hacia su coño, cruzando después las piernas tras tu cabeza y soltando un potentísimo orgasmo, seguido de una meada que pillo por sorpresa a la novata, que no pudo hacer otra cosa que tragar si quería respirar. Tras el orgasmo, la sumisa pareció relajarse, pero casi de inmediato, se volvió a comprimir y a ejercer presión sobre la cabeza de su sustituta, regalándole un segundo orgasmo y luego, un tercero.
Mientras guante se corría, la falta de aire de marina se notaba en las contracciones de su coño, ya que apretaba la musculatura interna en su lucha por escapar de las piernas de mi sumisa. Aquella presión, unido al espectáculo que acababa de dar guante, casi hizo que me corriera. Mire el reloj y vi que ya era casi la hora de comer. Habíamos estado en la habitación más de una hora y los bufidos de Marc me indicaron que estaba rellenando el culo de fresa con su corrida.
Mire a mi sumisa y efectivamente vi como boqueaba mientras recibía la caliente lefa del Amo Marc en el interior de su ojete. Cuando termino, el dueño de la casa le indico que se girara y le limpiara los restos de lefa de la polla, hasta dejársela bien limpia.
Carlos: tu, cerda. Ve hasta mi sumisa y métele la lengua en el ojete. No quiero que le quede ni una gota de semen dentro – le dije al tiempo que le soltaba una fuerte palmada en la nalga.
Marina salió gateando de su posición y, tal como se le había ordenado, metió la lengua en el dilatado ano de fresa. Ella, pese a tener la polla de Marc en la boca, tuvo la suficiente templanza de agarrarla por el pelo y estirarla boca arriba sobre la cama, para inmediatamente, sentarse en cuclillas en la boca de la niñata y dejar escapar todo el semen que le acababan de soltar.
guante: Amo… me da rabia, pero… he de reconocer que esa asperger será una buena sumisa.
Carlos: No te preocupes, guante – le dije mientras le indicaba que se pusiera a 4 patas para darle por el culo y descargar yo los huevos – nunca será una tan buena como tu – y le clave la polla hasta los huevos, aprovechando la lubricación que me había dejado en la misma, marina.
El ojete entrenado de guante le daba mil vueltas al coño por domesticar de marina, así que en el tiempo que la joven sumisa terminaba de limpiar los restos de semen de su Amo de mi propiedad, yo rellene a mi nueva adquisición con una larga descarga que fue limpiada, como la otra, por la boca de marina, que en un momento se trago dos corridas con su ración extra de detritos, si bien, en el segundo caso, guante puso mucho de su parte para que estos, estuvieran presentes, haciendo fuerza con el intestino.
Marcos: Joder, Carlos – me comento el orondo Amo tras sacarle la polla morcillona de la boca de fresa – que delicia de esclava. Ha aguantado como una campeona. Si te digo la verdad, he ido a hacerle daño, pero la muy zorra, ha aguantado como una jabata.
Carlos: Estoy muy orgulloso de ella – conteste, mientras le daba unas palmadas en la cabeza a mi ahijada, como señal de reconocimiento.
Marc: Me sabe mal haberla follado tan duro ¿Crees que hay alguna forma de resarcir el posible daño que le haya hecho?
Carlos: Hombre… seguramente… se me ocurre una cosa…
Durante los más de cuarenta minutos que tardamos en cargar el coche con todas las pertenencias de primera necesidad de guante y sus hijas, mi nueva incorporación le estuvo dando arnés a su sustituta por ambos agujeros. Cuando finalizo la carga, entramos a buscar a las esclavas y encontramos a marina queda convulsionando de placer, con el culo totalmente abierto y el coño encharcado a más no poder, mientras una orgullosa guante se meaba en su cara mientras le decía que disfrutara mucho de su nueva vida, que así era como mejor la tratarían los amigos de su nuevo Amo.