Descorchando a Marta XIII: En el local
La piara es conducida hasta un local BDSM de Barcelona, donde todos los agujeros vírgenes de las dos ultimas incorporaciones serán puestos en servicio por los asistentes y un nuevo animal se suma al grupo Dominación, anal, humillación, filial y más...
Cuando nos volvimos a reunir en la terraza del Starbucks del centro comercial, Marcos me informo de que después de pasar a ponerse los trajes, recoger por su casa los complementos y demás cosas que necesitábamos para la noche, había decidido que daría de cenar a la piara en el Mc Donal’s del centro comercial. Había sido una cena discreta, si teníamos en cuenta la última vez que lo habíamos hecho en una hamburguesería, pese a que las cuatro cerdas no pasaban desapercibidas pese a que llevaran anudadas las cintas que mantenían las telas sobre sus tetas.
Carlos: Perfecto. Pues ahora iremos a buscar una hamburguesa fresa y yo y cenaremos. Hay que tener fuerzas para lo que nos espera. Por cierto… fresa, mi mujer te ha hecho un encargo. Cúmplelo.
Fresa se levantó, se acercó a su madre y agarrándola por la nuca le inclino la cabeza para arriba. Después, le pego los labios a la boca y la abrió, soltando el coctel que le había dado María haría aproximadamente una hora. Al instante, la mezcla de flujo, squirt y semen, con toda la saliva producida por su portadora durante todo ese tiempo, cayó en la boca de vaca, que, tras una arcada, conociendo su obligación, se lo trago.
Fresa: De parte de la Señora María – Le dijo a su madre
Vaca: Gracias. Cuando la vea, se lo agradeceré como se merece – dijo la sumisa con media sonrisa. Se había acostumbrado a las humillaciones a las que la sometía mi mujer – y gracias también a ti por traérmelo – le dijo a su hija mientras le pegaba un tirón al pantalón, metiéndoselo en el culo y dejándoselo talmente como un tanga. La entrepierna dejaba ver sus labios y por la parte de atrás, las nalgas quedaban totalmente al aire, dejando ver parte del diamante del plug anal.
Marcos: fresa, toma. Ve a comprar un par de menús en el Mc Donal’s – le dijo mientras le daba dinero – y ve moviendo el culo, quiero que te lo miren bien – y cuando paso por delante suyo, le dio una palmada que le dejo los dedos marcados en la nalga.
Ver entrar a la cría, con los pantalones recortados, la camiseta justo para taparle las tetas y la marca que le acababa de dejar su padre en la nalga, en el establecimiento de comida rápida, con toda la chavalería mirándola fue un espectáculo tan grande que incluso el agente de seguridad tuvo que meterse en medio cuando alguno de los padres que llevaban a sus hijos al establecimiento la quisieron echar por “puta” y “provocadora”. Ella, lejos de achantarse, les planto cara, diciendo que tenía tanto derecho a estar ahí como ellos y que si veían algo malo en su vestimenta, era cosa suya y no de ella, ya que sus padres le habían dado permiso para salir así. Finalmente, mi ahijada salió del local con la comida y el teléfono del encargado apuntado en la bolsa. Tras una frugal cena en la misma terraza de la cafetería mientras les contaba a los asistentes que había pasado con fresa y María en mi casa, nos pusimos en marcha.
Al llegar al aparcamiento y pese a que había gente relativamente cerca, Marcos le ordeno a fresa que se quitara la ropa que llevaba y se pusiera el vestido que le había regalado José en la visita al sex shop de Terrassa. Cuando estaba totalmente desnuda, vaca hizo que se agarrara los tobillos y cambio el plug con diamante que llevaba introducido en el ojete por el de cola de perra. Durante el cambio, como siempre, hizo que mantuviera el recién salido de su ano en la boca hasta que se le ordeno dejarlo dentro de la bolsa de deporte, junto al resto de complementos sexuales.
Ahora iban las cinco otra vez de uniforme, pero el pantalón extremadamente corto y la camiseta de perra habían sido sustituidos por unos trajes al más puro estilo “O”. vaca se sentó en la parte central del asiento trasero, mientras fresa y dulce lo hacían a sus lados para irle chupando los pezones durante todo el viaje. Mamona se colocó entre las piernas de Marcos, a los pies del asiento del copiloto para hacerle una pausada mamada durante el trayecto. Por su parte agujero fue todo el viaje a cuatro patas, metida en el maletero con la orden de no correrse, pese a que llevaba el huevo vibrador a toda potencia metido en lo más profundo de su coño.
Un rato después, estacionaba mi vehículo en el aparcamiento. Mire hacia atrás y vi como vaca tenía a su hija y a la amiga como si las estuviera alimentando mientras les agarraba las cabezas y apretaba contra ella. A mi comadre aquello le producía un gusto tremendo y hacia que su nivel de excitación sexual subiera por las nubes. Tenía los ojos en blanco y resoplaba como una cafetera. Por su parte, la comida de polla de mamona se había convertido en una profunda follada de garganta al haberse dado cuenta Marcos que aquella esclava tenía más experiencia en el arte de la felación de lo que él había supuesto. Yo baje del vehículo y abrí el maletero. Agujero tenía cara de estar realmente congestionada. Había cumplido la orden de no orgasmar y se la veía absolutamente sudada por el esfuerzo, así que me apiade de ella y la hice bajar del coche. Luego le ordene abrirse el vestido y ponerse en cuclillas. En aquella postura, se podía observar perfectamente como su coño estaba totalmente empapado y como salía la antena del Vibralust, pero por otra parte, aquella posición hacia que tuviera que mantener la musculatura vaginal tensa, apretando el aparato ya que de otra manera, se caería. Un par de minutos de tortura me parecieron divertidos y luego le di la orden de que se corriera. La cría empezó a convulsionar y sin llegar a ser un squirt, soltó algunas gotas provenientes de su orgasmo antes de expulsar el juguete sexual de su coño totalmente recubierto de una película de lubricante pegajoso. Tras hacérselo recoger con la boca para limpiarlo y guardarlo con los otros instrumentos, me dirigí al grupo.
Carlos: Muy bien, cerdas. Todas abajo. Hemos llegado. A partir de ahora, excepto que se os ordene lo contrario, no proferiréis ni una sola palabra que pueda delatar vuestra edad. Poneros una al lado de la otra, de rodillas. Vaca, ponles las capuchas.
Una tras otra, la hembra alpha les puso las capuchas a las sumisas y su identidad, así como su edad, quedo ocultada tras una máscara de cuero negro. Cuando termino, vaca las ato con la correa y posteriormente, se unió a ellas ofreciéndonos los asideros de las cinco cadenas. Marcos se hizo cargo de las cadenas de agujero, cerda y dulce. Yo me quede con los de madre e hija. Cuando salimos del aparcamiento, la cara del vigilante de seguridad era un poema, así como todas las de aquellos con los que nos cruzamos hasta la llegada al local elegido para usarlas aquella noche, nos encontramos con Susana, la Ama residente del local y con Luís, el propietario del mismo.
Susana: Carlos!!! Marcos!!! Queridos!!! – dijo diciendo mientras se aproximaba a nosotros. Susana era una mujer de cuarenta y pocos años. Morena. Pelo negro que le llegaba a media espalda, un pecho proporcionado a su complexión y una mirada viva e inteligente. Vestía con un corsé de cuero que le recogía las tetas, medias y zapatos de tacón de aguja. Su sexo al aire y una fusta de equitación en la mano eran sus rasgos distintivos. Era la Dueña del cotarro y lo dirigía como ella consideraba mejor. Aquello le había proporcionado grandes amigos y no pocos enemigos que, por supuesto, tenían prohibida la entrada en sus dominios. Cuando nos vio, se levantó de su silla en la barra y se acercó a nosotros – Cuanto tiempo!!! ¿Qué tal, queridos?
Carlos: Muy bien, querida – le dije tomando su mano y besándosela. No como señal de sumisión, si no de caballerosidad. Un Amo que entra en los dominios de un igual ha de presentar sus respetos. Tras esta cortesía, ordené a las sumisas que se pusieran en posición de revisión, así que se alinearon dónde estaban y todas separaron la piernas, dejando a la vista la abertura del traje, por donde se apreciaba su cola y subieron las manos a nuca, desatando los lazos que llevaban en ella y exponiendo sus pechos ante toda la sala.
Marcos: Demasiado tiempo, querida – dijo a su vez, dándole un beso en la mano también – esperamos no molestar por presentarnos sin avisar.
Susana: Al contrario! Hoy la cosa esta muy tranquila ¿En qué os puedo ayudar?
Carlos: Bueno, a vaca ya la conoces. La has usado más de una vez, pero recientemente hemos adquirido estos animales – Le dije a mi amiga, señalando a la piara – y hemos pensado que podríamos entretenernos todos con su uso.
Susana: Claro! La tetuda vaca – le dijo a la mujer de mi amigo mientras se acercaba a ella. Luego, la inspecciono de arriba abajo con la mirada. Una vez cumplido el ritual, se giró hacia nosotros y educadamente, nos pidió permiso para usarla, tanto a ella como al resto de encapuchadas. Al obtenerlo y no antes, le propino un severo fustazo en la teta que le dejo una marca plana y roja en el interior del pecho izquierdo – las ubres más deliciosas que han entrado en el local, junto con las de tu esclava, nerea. ¿No nos acompañara hoy?
Carlos: No. Hoy tiene otros deberes que cumplir.
Susana: Lastima… adoro su lengua y sus pezones… - y dirigiéndose hacia el resto de las hembras pregunto - ¿Qué tenemos aquí?
Una por una le presentamos a las recién incorporadas sumisas, en orden jerárquico, empezando por fresa, agujero, mamona y dulce. A cada una de ellas la inspecciono minuciosamente. Primero sus pechos, tocándolos, tirándoles de los pezones e incluso abofeteándoselos. Luego, su mano bajo a la entrepierna y se llevó la grata impresión de que todas estaban totalmente empapadas, así que estuvo metiéndoles los dedos a placer. Para finalizar la inspección, quito las colas a las sumisas y tras ponérselas en la boca de su inferior jerárquica, jugó con los dedos en el ano de la inspeccionada. Al terminar, llevo sus dedos a la boca de la inspeccionada para que los limpiara de cualquier resto y les puso las colas justo antes de meterles el mismo fustazo que le había dado a vaca.
Susana: que delicia de ganado… Ahora, he notado que son muy calladas. Todas han recibido mis dedos sin pronunciar una sola queja si bien he visto que la última tenía problemas para contener los orgasmos.
Marcos: Es dulce. Nuestro baño portátil no tiene problemas para tener un orgasmo tras otro si es debidamente estimulada.
Susana: ¿Baño portátil? – Pregunto interesada
Carlos: Si. Durante su iniciación se meo, por inexperiencia, en la boca de fresa, la tercera en la jerarquía (“e hija de vaca” le susurre al oído) – Susana era de nuestra cuerda y no tenía ningún problema en tener sumisos adolescentes si eso le reportaba placer y morbo, siempre que lo aceptaran conscientemente y sin prometerles nada a cambio – así que a petición de la ofendida, su castigo es ser usada como WC por cualquiera de nosotros durante el próximo mes.
Susana: Interesante… - Vi la cara de Susana y puesto que la conocía, me avance a sus deseos
Carlos: Dulce: succión.
La joven sumisa se adelantó a la fila y se puso de rodillas, con la espalda recta y la boca abierta. Su mandíbula quedo paralela al suelo, lo que hizo elevar su nariz hasta que adquirió un ángulo de 45 grados. En aquella postura, dulce era un meadero perfecto para Susana, que se acercó y puso su depilado coño en la boca de la sumisa y con una sonrisa, empezó a mear mientras le acariciaba el penacho de pelo que salía por la parte superior de la capucha. Dulce se tragó toda la larga meada de la Ama y cuando termino, sin que nadie se lo tuviera que decir, paso la lengua para dejarle el coño completamente seco a la Dominatrix.
Susana: que delicia… es como si lo hubiera hecho toda la vida – dijo mientras que se agachaba a acariciarle el empapado coño – buena chica… puedes correrte - le dijo como aquella que habla a un cachorrito que acaba de hacer una cosa bien.
Dulce, con aquella humillación recién recibida y con las caricias de la Dominatrix, no tardo en correrse, manchando el suelo entre sus piernas. Tras hacer que le limpiara con la boca los dedos, Susana ordeno a dulce que limpiara el suelo con la boca, lo que hizo sin dilación.
Susana: que delicia… se nota que la habéis enseñado bien ¿No os interesara cedérmela unos días, verdad?
Carlos: Bueno… todo se puede hablar – le dije mientras le sonreía. Ella también era propietaria de unas cuantas hembras la mar de interesantes – pero si nos permites usar tu material, tanto a Marcos como a mí, nos gustaría estrenar los ojetes de cerda y dulce. Habíamos pensado que el potro es un buen sitio para ello
Susana: ¿Todavía son vírgenes? – Ambos Amos asentimos - ¿Y las otras dos?
Marcos: Tanto fresa como agujero tienen el ano entrenado ya y están a tu entera disposición.
Susana: ya sabéis que no puedo negarme a un buen intercambio – dijo mientras pasaba a la parte posterior de la barra del bar – mis dominios están a vuestra disposición.
Marcos: vaca, ata a cerda al potro – ordeno a su mujer mientras procedía a quitarse la ropa y dejarla colgada en una de las perchas que había en el local – después, prepara su ojete para mí.
Carlos: fresa, haz lo mismo con dulce. Ponla en el cepo y cuando este ajustada a él, empieza a trabajarle el ano con la lengua
Marcos me miro y me sonrió, agradecido por la elección que había hecho para preparar a la otra nueva. Podría habérselo ordenado a agujero, pero sabía que mientras su mujer le preparaba el culo a cerda, él querría que su juguete le pusiera dura la polla.
Vaca salió de la fila y agarro la correa de cerda, guiándola hasta un potro de gimnasia que había en una parte de la sala. Era un aparato sacado de un polideportivo, pero fijado al suelo por unos ángulos, lo que impedía su movimiento e incrementaba su estabilidad. En la base del aparato, fijadas a sus patas, había cuatro argollas, con cuerdas de esparto. Cuando vaca llego ante el instrumento, lo rodeo e hizo que cerda tocara con el pubis la curtida piel del aparato. Luego, soltó la correa y poniéndose detrás de la sumisa, hizo que abriera las piernas y acercara los tobillos a las patas del elemento, dejándola bien abierta y ajusto la altura para que llegara justo al suelo cuando fuera volcada sobre el mismo. Luego, usando las cuerdas, la ato, repitiendo la operación con sus muñecas. Una vez concluido el trabajo, cerda se encontraba sin posibilidad de movimiento con las nalgas expuestas, así que vaca le abrió bien el vestido, le extrajo la cola del ano y tras ponérsela en la boca a la sumisa, empezó a lamerle el ojete mientras le separaba dolorosamente las nalgas, para lubricarlo, relajarlo y abrirlo para la polla de su Amo.
Paralelamente, fresa hizo lo propio con dulce. La llevo hasta un cepo construido en hierro y ajusto la altura para que cuando metiera la cabeza y los brazos en él, su cuerpo quedara en un ángulo de 90º. Luego, ajusto el brazo metálico inferior y le ato las piernas bien abiertas. Su culo quedaba tan expuesto como el de cerda, lista para lo que se le quisiera hacer, desde penetrarla por cualquier agujero como azotarla con cualquier instrumento. Al finalizar la fijación, se puso detrás de ella, le ajusto el vestido y abriéndole las nalgas, empezó a usar su lengua con el agujero marrón de dulce.
Al cabo de poco tiempo, las lenguas de madre e hija empezaron a hacer su efecto y las caras de las sumisas así lo delataban. Ambas empezaron a gemir y poner cara de placer. Dejamos que disfrutaran un poco más. Era la calma que precedía a la tormenta.
Mientras, una sumisa negra, de aproximadamente unos treinta años, vestida únicamente con unos tacones de aguja, salió de detrás de la barra del bar. Había estado de rodillas, lamiendo el sexo de Susana durante toda la preparación. Sus pechos, que por lo menos eran de una talla 100 estaban atados con una cuerda de esparto, que las dejaban redondas como balones de futbol. De la argolla de su collar y de las de sus pezones anillados se suspendía una pequeña bandeja de plata sobre la que la Ama deposito unos botes de lubricante que acerco a los aparatos donde estaban sujetas las aprendices y poniéndose de rodillas, las ofreció a los presentes.
Carlos: Caray, Susana – le dije repasando a la negra de arriba abajo – que bonito animal
Susana: Si. Es una adquisición reciente. Se la compre a un amigo que se dedica a la importación/exportación de ganado. De tanto en tanto, trae piezas así de exóticas de sus viajes por África. Esta es especialmente inteligente ya que tiene estudios y domina nuestro idioma – dijo mientras acariciaba el pelo rizado de su perra – se metió en un lio de dinero por ayudar a su familia, lo que la llevo a un contrato indefinido de esclavitud. La compre a un buen precio y es muy obediente. Sabe que si tengo la más mínima queja, la puedo devolver sin que me hagan preguntas, lo que no le conviene. ¿Verdad, nada?
Nada: no, Ama
Marcos: ¿nada? ¿La llamas así?
Susana: Si. Ella es exactamente eso: nada.
Carlos: Interesante… ¿puedo? – le pregunte a la dueña del animal
Susana: por favor, Carlos. Carta blanca con la negra – y rió su propia gracia
Me acerque a nada y puse mi mano en su coño. La negra estaba empapada. Tenía el clítoris anillado, así como los labios mayores y cuando lo manipule, por tal como se movía, tenia el coño extremadamente sensible. Me gusto, puesto que la mayoría de las negras africanas venían con el clítoris mutilado, lo que personalmente me desagradaba ya que ver retorcerse de placer a un animal es una cosa que me excita soberanamente. Después, con los dedos empapados de su propio flujo, los introduje en su ano. Entraron sin demasiada resistencia. Aquella esclava estaba bien entrenada en el griego.
Cuando vaca considero que ya no podía avanzar más con su lengua y sus dedos, extendió la mano y agarro el frasco de lubricante, vertiendo una generosa cantidad en el ya dilatado agujero de cerda, que lo recibió con un escalofrío cuando resbalo dentro de su ano.
Vaca: Amo. El agujero de esta cerda está listo.
Marcos: Muy bien vaca – le dijo mientras se levantaba de la silla donde había estado reposando mientras agujero le comía los huevos y la polla, para preparársela para que desvirgara a su compañera de clase – vuelve a tu puesto. Agujero, separa las nalgas a cerda.
vaca volvió al lugar que había tenido antes de salir para preparar a cerda y se quedó allí, sentada sobre sus talones, con la espalda recta y el dorso de las manos reposando sobre sus muslos, en una perfecta posición de espera, ofreciendo sus dos maravillosas tetas.
Por su parte, el juguete de Marcos separo las nalgas de su próxima captura, descubriendo un agujero anal con un deficiente depilado, ya que había algunos pelos en él, cosa normal en algunas sumisas novatas que únicamente afeitan lo que ven. Estaba relativamente dilatado por el uso de la cola y el tratamiento que le había dado vaca con la lengua, si bien, el propio plug anal se lo había irritado.
Marcos: ¿Haces los honores, Susana? – pregunto mi amigo a la dueña de la mazmorra
Susana: Por supuesto, amigo mío! nada, guía la polla del Amo Marcos hasta el agujero del culo de esta pequeña mierdecilla.
La negra se levantó sin verter el contenido que tenía en la bandeja y se puso a la derecha de Marcos. Agarro la polla con la diestra y sus huevos con la izquierda, dirigiendo el capullo hacia aquel agujero virgen todavía. La comparación entre el calibre del rabo de mi compadre y el volumen que había adquirido el ano de la sumisa era considerable. Marcos apoyo el capullo en la entrada y ejerció presión. Al principio el ano se dilato todo lo que pudo, tragándose medio glande, pero no más. Así que Marcos, sonrió. Sabía que aquello le iba a doler. En cualquier momento la esclava podía pronunciar la palabra de seguridad y terminar con su sufrimiento, pero ahí se separan las cachorritas de las verdaderas perras, así que la agarro de la cintura y apretó. El lubricante hizo su trabajo y con el nuevo empujón, entraron más de 15 cm de polla en el culo de cerda. La sumisa chillo de dolor cuando noto aquella invasión de su intimidad, pero de sus labios no salió la palabra que ninguna sumisa deseaba pronunciar. Con un segundo empujón, el resto del rabo de mi compadre se alojó en sus entrañas. Cuando sus huevos tocaron el empapado coño de cerda, Marcos se quedó quieto, disfrutando la presión que notaba en su polla en aquel recién conquistado ano mientras la negra le acariciaba las pelotas. Abrir un culo siempre era un placer. Cuando la respiración de cerda se normalizo, el Amo tiro de su polla, despacio, sin prisas y cuando únicamente quedaba dentro el capullo, invirtió el movimiento y volvió a penetrar a la sumisa, que volvió a tensarse, pero sin chillar. En el transcurso de los próximos cinco minutos, Marcos realizo esa operación con cada vez más velocidad.
Susana: vaca, estírate frente a cerda. Quiero que tu cabeza quede a un metro de su cuerpo y que aplastes esas enormes ubres que tienes contra el suelo. Ya!
Vaca cumplió la orden al momento, estirándose boca abajo a la distancia indicada. No entendía por qué pero cumplió como una buena sumisa. Sus dudas se despejaron cuando Susana se sentó en el suelo, con el coño frente a su cara y ordeno que empezara a comérselo mientras ella morreaba a la sumisa que estaba siendo enculada por primera vez. Su lengua iba de sus labios a sus cejas, donde se acumulaban sus lágrimas para volver a su boca, a la que follaba con la lengua como si tuviera una polla ahí. Susana era de las Amas que disfrutaban con el dolor ajeno y en ese momento cerda lo estaba experimentando de verdad, así que entre el placer obtenido por las lágrimas de la sumisa y el que le proporcionaba la lengua de vaca Susana no tardo demasiado en llegar al orgasmo, llenando la cara de vaca con una espesa pasta blanca.
Aquel espectáculo me encanto. A mí y a los otros tres Amos que había en la sala, que habían puesto a sus sumisas a hacer diferentes trabajos básicos mientras ellos miraban educadamente el espectáculo. Ningún Amo osaría tocar la propiedad de otro Amo sin su permiso. Así pues, mientras que uno había puesto a su esclava a masturbarle mientras disfrutaba del espectáculo, los otros dos, habían optado por una mamada.
Me acerque a fresa, que se estaba esmerando de verdad en el ojete de dulce y le acaricie el pelo. Aquellos penachos de pelo que dejaba salir la máscara era algo realmente excitante para mí. La cría entendió inmediatamente el mensaje y girándose, abandono el agujero posterior de su amiga y se volcó plenamente en lubricar mi rabo. Chupo con ganas y mientras lo hacía, producía saliva en abundancia que una vez saturada mi polla, empezó a resbalar por mis huevos.
Mediante señas le hice entender a Marcos que me pasara el bote de lubricante. Me lo tiro por el aire y en menos de un minuto el agujero de dulce estaba empapado con una viscosa sustancia de agradable olor. Fresa, al igual que había hecho nadie, encaro mi polla con el agujero de dulce.
Carlos: ¿Cómo quieres que se lo haga, fresa? – le pregunte a mi ahijada. Conocía la respuesta, pero quería que quien escuchara aquella sumisa tuviera la duda de si aquella voz infantil era suya o producto de su imaginación.
Fresa: rómpaselo, Amo.
Agarre a la joven sumisa por la cintura y mire a mi ahijada a los ojos. Sonreí y note la sonrisa bajo su máscara. Después de lo que le había hecho, estaba seguro que iba a disfrutar con eso, así que sin previo aviso, hundí mis 20 cm de polla en aquel expuesto agujero mientras miraba a los ojos marrones de mi ahijada. La reacción de la sumisa, como no podía ser otra, fue la de chillar. Le acababa de dilatar el culo a más del doble de su tamaño. Solo el lubricante y la dilatación que le habían provocado fresa y la cola evito que su ano se agrietara y empezara a sangrar. Aquella pequeña putita había tenido suerte de encontrar a un par de Amos tan considerados y experimentados como nosotros.
A diferencia de Marcos, yo empecé a bombearle el culo a dulce casi en el mismo momento que la había desvirgado, lo que le provocaba pequeños chillidos y exclamaciones de dolor, que atrajeron a Susana como una llama a la polilla, agarrando por el pelo a vaca y poniéndola otra vez en posición para que le siguiera trabajando el coño. Unos segundos después, ya estaba comiéndose los gemidos de la recién desvirgada mientras que volvía a correrse en la cara de vaca denigrándola y la llamándole de todo.
La enculada a aquellos agujeros recién estrenados se prolongó más de quince minutos y al cabo de ese tiempo, los Amos decidimos cambiar de ojete. Marcos empezó a montar a dulce y yo a cerda. Si bien los anos ya estaban más dilatados, el cambio de polla y ángulo (por la diferencia de altura) hicieron que las dos sumisas volvieran a notar dolor en sus ojetes, ya que sus nalgas seguían experimentando los azotes a los que les sometíamos los Amos y Susana, que tras correrse unas cuantas veces en la boca de vaca, la sustituyo por la de su hija, haciendo referencia a un parecido delicioso en la forma de ambas lenguas.
Tras más de media hora de bombeo, dulce consiguió correrse cuatro veces únicamente con el tratamiento que le estaba dando la polla de Marcos en su recién desvirgado ano, mientras que cerda todavía no lo había conseguido. Así que metí a agujero entre las piernas de su amiga y mediante el masaje con la lengua, en apenas unos segundos, consiguió alcanzar el orgasmo, llenando la boca y barbilla de su amiga con un denso flujo blanco. Al hacerlo, las contracciones de su ano resultaron tan placenteras que decidí vaciar los huevos en su esfínter, dejándola totalmente rellena de leche. En cuanto termine de descargar, le ordene a nada que me limpiara la polla de los restos de cerda. La negrata, haciendo un gran dominio de la lengua me limpio los restos de semen, lubricante y algo de mierda con gran destreza.
Carlos: Joder, Susana. Muy bien por tu negrata – le dije mientras le acariciaba el cabello al animal – no ha hecho ningún asco a los restos de mierda que tenía en el rabo. Y eso que no me conocía.
Susana: está bien adiestrada - me dijo con una sonrisa maliciosa – el cabrón de Luís hace tiempo que no usa el papel de wáter. No sé si me entiendes jajajaja - Luís era el marido de Susana y socio en el negocio. Puesto que nadie era una propiedad de la pareja, era lógico que la usaran tanto en el local como en su propia casa – nada, cacho de cerda: cuando termines con el pollón del Amo Carlos, límpiale el agujero del culo a esa cerda. Lo quiero limpio y reluciente como si me lo fuera a comer yo. Espabila, inútil!
Nada metió la lengua en el rebosante agujero de cerda. Durante los primeros lametones no tuvo problema en llegar a la lefa, puesto que, gracias a la postura, le bordaba. Cuando ese torrente dejo de manar, la negra flexiono las rodillas detrás de la presa y con las suyas, empujo las de cerda. Al hacerlo, el ángulo cambio y el recto de la perra se inclinó pese a que sus brazos se estiraron al máximo, haciendo que profiriera sonoros gruñidos de dolor, cosa que no le pareció importar a la limpiadora. Gracias a la gravedad, el semen volvió a salir, comiéndoselo con ansia aquel cacho de carbón.
Por su parte, Marcos había soltado a dulce del cepo y la había puesto en cuclillas sobre fresa, a quien había tumbado boca arriba. Cuando el ojete recién desvirgado soltó toda su carga en su boca, la hija de mi compadre se lo trago todo, más que nada porque la mayor parte de lo cayo era el semen de su amado padre. Cuando dejo de fluir, saco la lengua y termino de limpiar los rastros de aquella zona que, ahora mismo, era un cráter igual de abierto que lo había sido el suyo o del resto de sus amigas de clase cuando fueron desvirgadas.
Tras las limpiezas de ojetes, las sumisas fueron alineadas otra vez en su lugar original y mientras adoptaban idéntica posición que vaca, los Amos nos fuimos a la barra para tomar algo. Por su parte, nada, se retiró a la zona posterior de la barra y poniéndose de rodillas, le empezó a lamer los huevos a Luís.
Susana: Que delicia de piara tenéis, chicos. Ha sido un gustazo poder participar en su iniciación al sexo anal
Marcos: El placer ha sido nuestro, Susana – le dijo mientras hacía señales a agujero para que se acercara y se pusiera a sus pies – pero ya que estamos aquí ¿Qué te parecería si echáramos algún tiempo en tu magnifico local? Ya sabes que siempre nos ha gustado compartir a nuestros animales con aquellos amigos que quieran usarlos.
Carlos: ¿Qué te parece si le ponemos a vaca una cuerda en las ubres, como tanto te gusta y te la dejamos en tus hábiles manos. Estoy seguro que te sigue gustando pese a que ha ganado unos kilos…
Susana: Ya sabes que vaca es uno de mis animales favoritos – me dijo acariciándome la entrepierna – recuerdo esos tetones atados y soltando leche, pocos días después de parir y todavía me mojo…
La Ama de las instalaciones se levantó de su taburete y se dirigió a vaca. La agarro por la cadena y le dio un sonoro morreo, donde sus lenguas jugaron en la boca de las dos. Luego, le agarro un pezón y se lo retorció sin ningún tipo de delicadeza. Vaca mugió y Susana se tragó entero su lamento. Cuando termino de gemir, se separaron sus labios y con un hilo de saliva todavía uniéndolos, la Mistress le soltó un bofetón a vaca, que por un momento la desestabilizo y a punto hizo que cayera al suelo. Luego, la volvió a agarrar por la nuca y le metió dos dedos, follándole el coño a toda velocidad. Para vaca, que hasta entonces había sido parte del equipo dominante, que la devolvieran a su lugar con tanta claridad resulto demoledor y entre morreos, le pidió permiso a Susana (que siempre se lo daba) para correrse. Cuando lo hizo, la Domina saco los dedos del coño de vaca y se los acerco a la boca de fresa, a quien ordeno limpiárselos y luego hacer lo propio con el orgasmo de su madre, que estaba esparcido por el suelo.
Sin esperar a que fresa terminara su orden, agarro a vaca por el cabello y la llevo hasta la parte posterior de la zona de mesas, donde había una cadena con muñequeras y la ato en cruz. Cuando vaca tenia brazos y piernas extendidas, la domina ordeno a nada que le trajera unas cuerdas. Tras unos segundos, aquel cacho de ébano se las llevo en la bandeja que tenía en las tetas para que su Ama la usara con vaca.
Cuando Susana dio la segunda vuelta de cuerda (la primera serbia solo para fijarla) Marcos y yo nos dimos cuenta de lo que se proponía. La Ama había fijado la cuerda primero a la teta derecha de vaca, dándole una vuelta por la base y constituyendo una base para el resto del shibari. La segunda vuelta fue muchísimo más apretada y la piel de los tetones empezó a ponerse tensa y lisa. Las ocho vueltas restantes, no perdieron ni un ápice de tensión, definiendo perfectamente la ubre y poniendo el pezón al máximo de su tamaño, ya que al entrar más sangre de la que salía, en algún sitio tenía que acumularse. El volumen en sí de la teta también se incrementó, cosa que complació tremendamente a Susana. Y más cuando lo comparo con la teta que no estaba atada. Era sensiblemente más pequeña y por supuesto, estaba mucho más caída. El pecho libre, al acumular menos sangre, tenía un color rosa que la otra iba perdiendo progresivamente, a favor de un tono más apagado.
Al finalizar su trabajo con esa ubre, la Mistress miro con satisfacción. Con el dorso de la mano comprobó que la teta no estuviera demasiado fría, lo que significaría que había cortado demasiado la circulación y apretó el hipersensible pezón de vaca, que gimió y se retorció, pero no se quejó.
Susana: ¿Sabes que me pones cachondísima, hija de puta? – Le pregunto a vaca mientras le soltaba un tremendo guantazo en la teta libre – eres la típica señora respetada en tu circulo próximo, con un empleo de responsabilidad y un aura de dignidad. Pero cuando llegas aquí, toda esa fachada cae y podemos ver a la verdadera vaca: una madre viciosa que ansía solo ser usada como un puto agujero, para el placer de sus Amos y quien ellos consideren – ahora acariciaba la ubre atada. Si le daba un golpe como a la otra, lo más seguro es que se desmayara del dolor. En su lugar, agarro el hipersensible pezón y lo empezó a apretar poco a poco – Dime, vaca… ¿Qué eres tú?
Vaca: Soy su vaca, Señoraaaahhh – dijo con una mueca de dolor – soy aquel animaaaaaaal que usted qui… quiera que sea…
Susana: Siempre te lo he dicho vaca – le respondió a la sumisa – los animales tienen dignidad – y diciéndole esto, le escupió en toda la cara – fresa!!! Hija de puta!!! Levanta ya! Deja de holgazanear y limpiare la cara a tu… a esta cerda!!! – A punto de escapársele la relación de parentesco, la Ama había estado lo suficiente rápida como para no decirlo.
Fresa se levantó y realizo la tarea encomendada por el Ama. Paso la lengua por la cara de su madre, que entre saliva y sudor era ya una superficie resbaladiza y más cuando con la boca, fresa añadió parte del flujo que había recogido del suelo, de su propia corrida. Vaca, tratada como a una sumisa orgullosa de serlo, estaba a tope y cuando la lengua de su hija paso por su boca, la abrió y se la comió con avidez. La Ama dejo que se recrearan con ese beso y cuando considero oportuno, de un empujón separo a la cría de su madre, lanzándola al suelo.
Susana: Aparta, inútil. Voy a atarle la otra ubre a esta puta vaca sumisa – dijo mientras agarraba la teta libre de Neus y la amasaba como si fuera una hogaza de pan antes de hornear - Mientras lo hago, más te vale que te dediques a comerme el ojete y que lo hagas bien, porque si no, te moleré a palos con la fusta. Y cuando digo que te moleré será porque te voy a dejar en trasero en carne viva…
Fresa se puso de rodillas detrás de la Domina y separándole las nalgas, empezó a comerle la zona perianal a Susana mientras ella se dedicaba a sujetar con cuerdas la ubre que hasta ahora estaba libre. Pese al tremendo placer que sentía Susana cuando realizaba una bondage, la lengua de fresa consiguió despistarla y tras echarse un sonoro pedo que la sumisa se comió entero, se corrió aparatosamente mientras se agarraba a la nuca de vaca y le comía la boca.
Cuando termino su trabajo, desato las muñecas de la progenitora del clan y cruzo las ataduras. Esto obligo a vaca a inclinarse ya que sus propios brazos se cruzaban a su espalda. La postura dejaba el culo de vaca totalmente expuesto y sus ubres hinchadas, colgando.
Susana: Hay que ver que ubres tienes, puta vaca… Espero que si algún día educas a tu hija en este mundo, tenga tu misma obediencia y, por supuesto, tus ubres. Será un gusto trabajárselas. Nada, negrata de mierda ¿Dónde está mi polla? Ve a buscarla o te juro que te devuelvo a África, para que se te sigan follando los monos de tu especie!
Apenas unos segundos después, sobre la bandeja de las tetas de nada había un instrumento peculiar. Básicamente era un consolador de considerable tamaño, pero tenía en el extremo dos puntas, también de buen tamaño, que formaban dos ángulos de 90 grados, inclinados en la misma dirección y separados entre ellos por unos pocos centímetros. Cuando nada se arrodillo ante su Ama, esta le ordeno que se lo pusiera y la sumisa, tras lamer las dos puntas apartó sin ninguna delicadeza la cabeza de fresa del ojete de su Ama y le introdujo una punta en cada agujero. Cuando finalizo la introducción, la fuerza muscular del ano y del coño de la Ama hacían que aquel artilugio no se cayera. Así fue como, por arte de magia, Susana tenía una polla de considerable tamaño.
Tras ajustar las cadenas y subirlas unos puntos (dejando a vaca casi en un ángulo de 45 grados) la dominante se colocó detrás y tas abrirle las nalgas a su amiga, se la clavo sin ninguna ceremonia. Vaca gimió al notar como se le dilataba el ano para encajar todo aquel látex, pero gimió más cuando Susana la agarro por las caderas y empezó a follarsela con verdaderas ganas. Todo movimiento que experimentaba aquel consolador, era transmitido a los agujeros de la Ama y por tanto, cuanto más duro follara a la sumisa, mas placer obtendría ella.
Susana: Toma, jodida cerda! Traga polla hija de puta. Que todo el mundo vea como no eres más que un agujero con dos tetones – le chillaba a la madre de fresa mientras le azotaba el culo con la mano y le tiraba de los hipersensibilizados pezones, cosa que provocaba los gemidos y chillidos de vaca. Luego, dirigiéndose a nosotros dijo – chicos, voy a estar un rato entretenida con este agujero. Por favor, sentiros como en casa. Lo mío es todo vuestro
Marcos: Perfecto, guapísima – le dijo mi compadre mientras agarraba a la negrata por el pelo – por supuesto, todo lo nuestro, es tuyo. Úsalo como consideres necesario y compártelo con aquellos que se lo merezcan – en clara relación al resto de personas que había en el local.
Mientras Marcos ponía la polla en la boca a nada, le ordeno a dulce que le comiera el ojete. Quería perforárselo sin prisas. Además, sabía de las inclinaciones racistas de la última incorporación, ya que así se lo había contado fresa y quería darle un escarmiento: con un collar, toda hembra es igual. Sea cual sea el color de su sumisa piel.
Por mi parte, yo me acerque a hablar con Luís, que estaba absorto con el movimiento de tetas de vaca mientras recibía las envestidas de su mujer en el esfínter. Le dije a fresa que me siguiera y ella, obedientemente, lo hizo a cuatro patas y al hacerlo, la cola que llevaba clavada en el culo se movió como si realmente fuera parte de ella. Al notar mi presencia, salió del trance y tras estrecharme la mano, me felicito por la piara que habíamos llevado al local.
Luís: Madre mía… Dios no es justo…os ha dado a todas estas cerdas y ni tan siquiera tenéis suficientes manos y menos pollas para atenderlas a todas a la vez jajajajajaja – rio a gusto.
Carlos: Por eso el mismo invento los clubs como este. Para que pervertidos como nosotros pudiéramos ofrecer a nuestras sumisas para el disfrute de todos ¿Qué te parece si las dejamos por la sala para que si alguien se anima, las puedan usar?
Luís: Perfecto! Pero va a tener que ser a estas cuatro solo – dijo señalando a las amigas de fresa – ya sabes que cuando Susana pilla a vaca, no la suelta hasta que terminan exhaustas. Le encantan sus tetones.
Carlos: Bueno… estoy seguro que cuando le crezcan las ubres a la pequeña fresa, podrá llegar a compararse con su madre…- le dije aprovechando que no había nadie en la barra y que, por tanto, no nos escuchaba nadie.
Luís: Así que esta es la pequeña Marta… - dijo mientras acariciaba el penacho de pelo que salía de la capucha de fresa – y pensar que tu madre te dio de mamar la misma leche que nos daba a nosotros…- comento mientras empezaba a amasarle las tetas en crecimiento a la joven sumisa, haciendo que sus pezones se pusieran más duros todavía - ¿Tú crees que si le ponemos peso, crecerán, Carlos?
Carlos: Ya sabes que puedes hacer con mis esclavas aquello que consideres oportuno. Somos suficientemente amigos como para que no me tengas que pedir permiso para usar mis juguetes antes de cada sesión.
Luís sonrió y me agradeció las palabras con un gesto. Luego, se giró y abrió un armario que tenía tras de sí. De él, saco un par de pequeños cubos, de apenas unos quince centímetros, casi del tamaño de una lata de refresco, metálicos y unidos a una pinza de presión. Aquel tipo de instrumento se usaba para poder estirar controladamente los labios o los pezones de cualquier sumisa al que se ajustara. Solo había que verter alguna substancia en el interior del recipiente y esta, estiraría aquello a donde estaba fijada. Luís se las puso en los pezones a fresa y vertió cerveza hasta que casi rebosaron. Pese a no ser una gran cantidad, el peso de la bebida hizo que los pezones y el resto de la teta se estiraran.
Luís: Te llamaría de otra forma, pero esta es la que mejor se ajusta a ti: hija de puta – le dijo a fresa mientras le metía un dedo en el empapado coño – vas a estar sirviendo a los asistentes a la fiesta. Vas a ir a cuatro patas entre las mesas y si alguien desea beber, te pondrás en pie y le ofrecerás el contenido de los recipientes. Cuando ambos estén vacíos, vendrás aquí y tras rellenártelos, volverás a servir. Si alguien quiere otra cosa que no sea cerveza, le preguntaras por lo que desea y vendrás aquí para servirle aquello que desee.
Fresa ajusto su traje para no pisarlo mientras gateaba, mordiendo los pliegues para que no arrastraran por el suelo y con los cubos rellenos de bebida y pezones tirantes, empezó su trabajo de camarera mientras movía la cola, contenta de poder servir.
Luís: Que bien educada estaría ahora si en lugar de dejarla al margen la hubiéramos iniciado en esta educación en el periodo que vaca nos suministraba leche materna – dijo mi amigo mientras veía como gateaba fresa.
Carlos: Bueno… con ella no estamos a tiempo, pero te aseguro que tenemos un proyecto en mente la mar de interesante con una lactante – le dije, acordándome de Carmen – La putada es que tiene un trabajo basura en un restaurante de comida rápida que apenas le da para pagar la canguro y los gastos.
Luís: Bueno… no se cuanto cobrara, pero nosotros abrimos de martes a domingo y fijo que el sueldo que le podemos ofrecer es muy superior a lo que esta ganando ahora – comento sonriendo – Además, estoy seguro que entre nada y ella se podrían turnar para cuidar a la retoña mientras la otra cumple con sus obligaciones. Y si duerme, pues ambas a trabajar…
Carlos: Hmmmmmm. Me gusta la idea…Hablare con ella y dejara las parrillas por el servicio…
Mientras reíamos sobre el tema, descorchamos una botella de Vallegarcía Syrah 2014 que siempre tenía en su reserva Luís. Mientras dejábamos que se oxigenara, eche un vistazo a la sala. Susana seguía dándole frenéticamente por el culo a vaca, que tenía cara de haber pasado al “más allá” y no hacía otra cosa que gemir y correrse, mientras sus tetas, que cada vez estaban más moradas, cuando no las maltrataba mi amiga, se movían todo lo que podían dentro del arnés de cuerda. La Ama, para darle más fuerte y notar así la vibración en sus propios agujeros, había pasado la fusta por debajo del vientre de la sumisa y la usaba como asidero para embocarla hasta los más profundo de su ano, haciendo que su pubis tocara las nalgas de una vaca totalmente entregada al placer anal.
Por su parte, Marcos, se había estirado en una de las camas y tras hacer que nada montara sobre su polla y le hiciera una felación con el coño (NOTA: si no os han hecho nunca una, tenéis que probarlo) puso a dulce de rodillas sobre su cara. Marcos, por muy dominante que fuera, no era exento de disfrutar de comer un buen coño y el de aquella sumisa era el más delicioso de todos los que tenía a su disposición. Mientras, y siguiendo con la humillación que resultaba para la racista de dulce jugar con una negra, hizo que se comieran las bocas y se tiraran mutuamente de los pezones. Tal como predijo, la joven sumisa empezaría una guerra tirando fuerte de los pezones de nada que esta, a buen seguro, igualaría, maltratando los de la aprendiza.
Fresa, tras servir las dos primeras copas, regreso gateando a que le rellenaran las mismas y fue entonces cuando a Luís se le ocurrió que, si ofrecía bebida gratis y encima en ese formato, le supondría mucho trabajo, así que saco otros dos recipientes y tras colocárselos en los labios mayores, le ordeno que cuando volviera, los rellenara ella misma. El tirón de los labios no le supuso demasiado sacrificio, pero si le causo sorpresa, así que casi se marcho a hacer el segundo viaje sin preguntar una de las solicitudes de un Amo.
Fresa: Perdón, Amo – dijo tras sacarse las puntas de su traje de la boca – uno de los caballeros que hay en la sala me ha preguntado si a parte de servir bebidas, mi Amo le dejaría que me usara.
Carlos: Claro, pequeña zorra. Cualquier Amo de aquí puede usarte por el culo o la boca cuando le apetezca. El coño está reservado para llevar bebida, así que no está en uso. La única limitación será el uso del condón para el sexo anal y la eyaculación facial para el francés. Y por supuesto, que te usen mirando hacia mí.
Fresa: Si, Amo
Y diciendo esto, volvió gateando a la zona donde estaba sirviendo las bebidas, a hablar con uno de los Amo allí sentados. Era un hombre de unos cincuenta y pico, calvo y con perilla. Estaba sentado en unos de los sofás y la postura hacia que se le notara más la prominente tripa que tenia. Pese a ello, el rabo que portaba no estaba nada mal, ya que se podría asemejar al de Marcos o el mío. Tras una breve interrelación, su sumisa, una chica de aproximadamente treinta años, con el pelo corto y castaño, gafas de pasta negra y un piercing en la parte derecha del labio, procedió a colocarle diligentemente un condón en su gruesa polla mientras él jugaba distraídamente con sus operadas tetas. Cuando estuvo preparado para la penetración, hizo que marta pusiera las manos sobre sus rodillas y mientras él tomaba la cerveza de las latas de las tetas de fresa, su sumisa se agacho tras fresa y después de retirarle la cola y dejarla sobre una silla, le abrió las nalgas y empezando a lamerle el ojete. Tras unos minutos, en los que llego a escupir dos o tres veces dentro de su ano, la sumisa dio por preparado el agujero y así se lo comunico a su Amo, que ordeno a fresa darse la vuelta y ponerse a 4 patas. Estando en posición, la sumisa del enculador separo con dos dedos las nalgas de mi esclava y guió el rabo de su Amo hasta el agujero. Cuando aquella polla penetro a fresa, mi joven sumisa puso los ojos en blanco y su boca se abrió en un gran gemido. A la pequeña le gustaba que la encularan y cuanto más gordas, mejor. Después, la sumisa se puso a horcajadas sobre fresa, dejando expuestos sus dos depilados agujeros y agarrándola por las caderas hizo que se follara la polla de su Amo, que, sentado al borde del sillón, ni tan siquiera se movía para experimentar el gozo que le daba el ano de fresa.
Luís: jajajajaja – Rió con ganas – que puto vago es Marc. El muy cabrón no se mueve nunca para follar. Se pasa horas en ese sofá mientras su perra le come la polla mientras mira como los demás sesionan a sus esclavas. Y si le apetece jugar con otra sumisa, siempre hace lo mismo: se la folla como está haciendo con fresa mientras deja que cualquiera use los agujeros de su esclava. En todos los años que viene por aquí, no he visto que se la follara nunca ni hiciera otra cosa que dejar que se la chupe ¿Te puedes creer que no le ha puesto ni tan siquiera nombre a su animal y la llama elena, tal y como se llama en realidad? Pero, entre tu yo… aquí la llamamos “el guante”. Ya descubrirás porque.
Carlos: Joder… hay que ser vago…
Luís: Ya te digo… además, esa zorra, que es peluquera, es madre de dos niñas y corre el rumor por ahí que él no es el padre. Que la alquila por horas para satisfacer los deseos sexuales de quien le pague lo suficiente como para poder sobrellevar sus cuernos. Y por un módico precio – dijo volviendo a reír – va con los análisis de ETS al día, para que la puedas rellenar.
Eso me puso a tono otra vez. Me levante y me acerque hasta donde fresa estaba siendo enculada a buen rimo gracias al trabajo de elena y salude al Amo que lo estaba haciendo. Sin darme tiempo a decirle nada, con cara de placer y sin apenas mirarme me dijo que sí, que usara a su perra como me diera la gana, pero que no le molestara ni influyera en el ritmo con el que empujaba el agujero de mi esclava contra su polla. Aquel tipo era un egoísta. Pese a todo y puesto que la esclavitud es algo voluntario, di por sentado que su esclava estaba de acuerdo con el trato, así que me puso tras ella y observe. Sus dos agujeros se veían claramente usados. El ano, más oscuro que la blanca piel de sus nalgas, se veía entrenado, ya que no se cerraba totalmente, lo que denotaba que le daban un uso habitual y no precisamente para lo que fue diseñado. Por su parte, el coño, presentaba unos labios menores enormemente desarrollados. Sobresalían tranquilamente tres dedos de los mayores, lo que le daba un aspecto ideal para ponerle una docena de pinzas, por lo menos. En un primer momento estaban unidos el uno al otro e inmediatamente me di cuenta del motivo: estaba mojada y la humedad mantenía ambos labios en contacto. Los separe y metí un par de dedos sin ningún tipo de resistencia, el tercero fricciono algo mas, pero no fue hasta que le metí el cuarto que empecé a notar algo de resistencia a mi avance. Mire a Luís y sonreí. Ahora entendía porque le llamaban “el guante”: si me ponía lubricante me entraría el puño entero en el coño.
Ella, mientras seguía sin perder el ritmo para que el ojete de fresa recorriera la polla de su Amo, hacia lo posible para abrirse y que mis dedos llegaran lo más profundo posible. Con la mano libre, alcance un pezón y lo apreté. Aquella zorrita gimió y abrió más las patas, poniéndose de puntillas, para que le metiera todo el puño. Pero en aquel momento no me apetecía, así que se lo empecé a follar duro con los 4 dedos que ya tenía en su interior. Poco a poco, aquella sumisa, a la que no le solía trabajar el coño su Amo, se fue entregando y con su propio placer y dejo de llevar el ritmo con el que hacía que fresa se follara a su Amo. La respuesta de Marc fue rápida e implacable: le soltó una torta que la desestabilizo y la hizo caer al suelo.
Marc: Eres una inútil, elena. No tienes ni puta idea de llevar el ritmo para que le de por el culo a esta perra – le dijo chillando en medio del local – me importa una mierda si te meten el puño en el coño o por el culo. Como si quieren que te folle un caballo. Tu único trabajo es mantener el ritmo de la follada i no sirves ni para eso. elena se puso de rodillas y aguanto la bronca estoicamente. Su semblante era serio y miraba al suelo constantemente, repitiendo que era una inútil y que lo sentía. Una esclava ha de estar únicamente para el placer de su Amo, pero cuando se desvían del camino, corregirlas de forma adecuada, es trabajo del Dueño – si vuelves a cagarla así, ten por seguro que voy a cortar tu collar y te vas a ir a la mierda. Tú y las dos lloronas de tus hijas.
elena: No, por favor, Amo – sollozo con cara de pánico – no nos deje en la calle. Por favor!
Marc: Cállate, zorra – le dijo mientras le volvía a cruzar la cara – no quiero saber nada mas de ti en toda la noche. Vete a la esquina y que allí te use quien y como quiera. Al cerrar el local ya vendrás a casa como puedas. Pero no quiero que te laves ni que te pongas el abrigo. Quiero que todo el mundo vea la mierda de persona que eres y que tengo la desgracia de aguantar.
elena: Pe… pero Amo… La ropa que traía es… es para venir aquí, no para volver a casa. Si voy así por la calle me… me van… - Se le atragantaron las palabras.
Marc: ¿Qué? ¿A violar? Pues te jodes! Seguro que te gusta, perra – dijo mientras volvía a subir la mano para soltarle otra torta. Aquella reprimenda se había convertido en un espectáculo desagradable y eran el centro de atención de todo el local. Incluso Susana había dejado de encular a vaca y miraba con creciente ira
A un chasquido de dedos mío, fresa empezó a mover ella misma el culo, haciendo que el pollón de Marc entrara y saliera otra vez de su recto. No era una tarea fácil, pero acostumbrada a las pollas de su padre y mía, no resultaba complicado. Cuando el Amo noto nuevamente el roce del ano de fresa contra su polla se sorprendió y, casi al momento, olvido a su sumisa para agarrar el mismo la cintura de mi esclava y llevar el ritmo de la follada, pero sin moverse.
Por su parte, elena se levanto y con la cara llena de lágrimas se fue hasta “la esquina” una zona apartada del local donde había una cruz de San Andrés. Una vez allí, la sumisa se puso en posición de espera y ofrecimiento, es decir, con la frente, los hombros, los dorsos de las manos y las rodillas tocando el cuelo. En aquella postura, sus dos agujeros y sus nalgas quedaban totalmente ofrecidas para quien las quisiera.
Yo volví a la barra y le pregunte a Luís si era algo normal en aquella pareja. Me contó que Marc era un empleado que se ganaba bien la vida y que hacia trabajar a su mujer únicamente para humillarla, ya que había aceptado un trabajo como peluquera en un club de tenis en el que no le pagaban ni la mitad de todo lo que valía aquella chica y que encima, se tenía que dejar follar por el viejo de su jefe tres veces por semana. Pero como buena sumisa, obedecía a su Amo en todo lo que le ordenaba. Los rumores también decían que últimamente la actitud del Amo hacia su sumisa había cambiado y que ya no la follaba porque tenía a una más joven y que estaba buscando excusas para dejar la relación y chutar al animal mas viejo y reemplazarlo por unos agujeros menos usados.
Apenas cinco minutos después de que fresa de estuviera auto empalando en el rabo de Marc, este empezó a suspirar y a gemir. Dando un fuerte tirón, encajo la polla hasta que sus huevos chocaron contra el empapado coño de la sumisa, que estaba unido a las cadenas. Aquel tirón y la fuerte palmada que le soltó en la nalga derecha mientras vaciaba las pelotas en el interior del condón, hizo que ella también se corriera, vertiendo parte de su esquirt en los cubos que tenia entre las piernas. Cuando termino de correrse, Marc le ordeno a fresa que le quitara el condón y que le chupara la polla, pero la cría, que está bien educada, le dijo que el semen no lo podia tomar a menos que se lo ordenara su Amo, así que, poniéndose otra vez las puntas del vestido en la boca y tras colocarse el plug anal con su cola, se dirigió otra vez a la barra, a rellenar los cubiletes vacios.
Marc, por su parte, con la cara contrariada, se levanto del asiento y se dirigió hacia su esclava. Una vez junto a ella, le ordeno que le quitara el condón y que se lo diera. El muy cabrón vertió su leche sobre el pelo de su mujer y luego le ordeno que se la chupara para limpiársela. Poco después y con la polla totalmente limpia y sin haber dado muestras de recuperar la erección, aquel personaje se metió en el baño. Al salir, pago las consumiciones y retiro el abrigo de su mujer, recordándole a Luís que cualquiera podía hacer con ella lo que considerara oportuno hasta que, dentro de siete horas, cerrara el local.
Carlos: ¿Es la primera vez que hace eso? – Le dije mientras se ponía la chaqueta y se preparaba para marchar aquel personaje. Luís cabeceo, dándome a entender que sí.
Marc: Caballeros, buenas noches – dijo, girándose para esperar a Luís. Tanto la salida como la entrada del local se tenían que hacer acompañado por el dueño, por un tema de seguridad.
Carlos: Si me permites, Luís, quisiera acompañar yo al caballero a la salida. He de hacerle un par de preguntas – dije ante la sorprendida mirada de ambos.
Luís: Por supuesto, Carlos. Ya conoces el protocolo.
Carlos: Amo Marc ¿Verdad? – Le pregunte retóricamente al individuo que tenía delante. Él asintió con la cabeza – Soy el Amo Carlos. Dueño del animal que acabas de usar en el sofá. Espero que te haya satisfecho.
Marc: Si. La verdad es que tiene un ano muy prieto pese a que se adapta bien a una polla como la mía – dijo sin falsa modestia – no a todas las perras les entra por detrás.
Carlos: Perfecto. Me alegro de que te haya servido bien. Yo también te felicito por tu ejemplar. Es una buena hembra.
Marc: Bueno… empieza a ser vieja para mi gusto – dijo con la mayor de las naturalidades – cuando hace ocho años me case con ella, era un bomboncito. Estrechita, viciosa y con los tres agujeros siempre listos para que la usara donde quisiera y con unas tetas recién operadas y en su sitio. Ahora, todo eso ha cambiado – siguió relatando sin ningún rubor – ahora es madre de dos bastardas malcriadas que únicamente quieren estar con ella y pese que las disciplino a las tres y que no he dejado de usarla en su presencia, no hay forma de corregirlas. Así pues, estoy bastante asqueado de ella. Después del segundo parto natural, metérsela por el coño es como follarse a una bolsa de plástico y con el único agujero que todavía obtengo algo de placer es con su bocaza porque además, mientras me la chupa, esta callada, ya que su ano no me apetece lo mas mínimo. Pero hoy ha sido la gota que hace rebosar el vaso. Me ha demostrado que es incapaz ni de coordinar una follada, la muy inútil.
Carlos: Vaya… con lo mona que es, cualquiera diría que le quieres dar la libertad
Marc: Si quieres, te la regalo. Eso sí, como te he dicho, va con dos niñatas malcriadas de 6 y 3 años y encima la pequeña, todavía toma pecho.
Carlos: Jajajajaja. No me lo digas dos veces, que estoy por quedármela y unirla a mi piara.
Marc: Te lo digo en serio – me dijo mientras me tendía la mano – si le vas a dar un sitio donde dormir a ella y a las dos bastardas, es toda tuya. Yo pagare el colegio, la manutención de las crías, todos los gastos y además, te daré mil euros al mes para que la soportes. Así yo me desharé de ella de una forma honorable y podre reemplazarla por otra más joven y menos usada. Eso sí, solo tres cosas te pido.
Carlos: Tú dirás – dije con franco interés. Elena era una hembra en la treintena y todavía con muchos años de servicio por delante. Además, estaba acostumbrada a que la trataran como una mierda y eso siempre es mucho trabajo realizado ya.
Marc: La primera, que no voy a divorciarme de ella. Mi estatus social no vería bien que rompiera un matrimonio establecido por la iglesia.
Carlos: Me parece bien – le conteste con una sonrisa en la boca - No pienso casarme con ella jajajaja
Marc: La segunda es que una vez al mes, al menos durante los tres primeros meses que la tengas a tu servicio, si llegas a tanto, la traigas aquí para que la pueda usar quien quiera durante toda la sesión. Me gustara pensar que al menos una vez cada treinta días será usada para lo único que vale: para vaciar cuantos más huevos, mejor.
Carlos: Correcto también. No me resultara difícil dejarla en “el rincón” al principio de la noche y ver como la usan a discreción otros Amos y sus mascotas, si bien te prometo que durante el resto del mes, la usaremos a diario yo o cualquiera de mis colegas.
Marc: Y la tercera: si decides deshacerte de ella, dime solo donde he de ingresar el dinero para su próximo dueño. Desde hoy mismo, no quiero saber nada más de ella ni de sus bastardas.
Carlos: ¿Y respecto a las crías? ¿Ninguna petición? ¿Ningún interés?
Marc: No. Como te he dicho, en mi mundo es imprescindible estar casado y tener hijos. Ahora mismo ya he cumplido las dos metas y por lo tanto, estoy bien visto. Si me separara se iría todo a la mierda, pero como que oficialmente diré que se han ido a vivir con alguien que las necesitaba más que yo, no tendré ningún problema. Las puedes educar como quieras – y con una sonrisa de tiburón, repitió – como quieras…
Carlos: Bien. Por lo que me dices, alguna cosa ya han “aprendido” – Marc asintió sin cambiar la cara – Perfecto! Me la quedo – Le dije estrechando la mano - ¿Y cómo quieres que hagamos el traspaso de poderes?
Marc: Sencillo – dijo mientras se giraba y volvía al interior de la sala. Bajo la escalera con total tranquilidad y le devolvió el abrigo de su sumisa a Luís. Luego le pidió unas tijeras. Usar un instrumento como ese en este local era señal de que algo había funcionado mal. Habitualmente se usaban para cortar cuerdas en caso de que la sumisa entrara en pánico en medio de una sesión de shibari, pero en aquel momento, excepto vaca, no había ninguna sumisa atada. Y por los gemidos y los chorreos de mi comadre, no era necesario “rescatarla de nada”.
Marc avanzo hasta donde estaba elena que todavía estaba en posición de espera. Al llegar a su lado, le puso la suela del pie en el costado de su cadera y de un fuerte empujón, la tiro al suelo.
Marc: De rodillas, puta inútil – le dijo con un tono frio como el hielo – a partir de ahora, dejas de ser de mi posesión. Te acabo de regalar al Amo Carlos. Él te explicara, cuando le salga de las pelotas, las condiciones de tu adquisición. Mañana al medio día, vendrás a buscar tus cosas, a tus hijas y no volverás a pisar nunca más mi casa.
La sumisa se incorporo con dolor y los ojos llenos de lagrimas, pero controlando el llanto. Se puso tal como se le había ordenado, con la cabeza gacha. Marc, la agarro por la oreja izquierda y empujándosela, hizo que inclinara el cuello. Luego, metió las tijeras por el interior del collar y de un solo tajo, corto el símbolo que les unía. Lo tiro al suelo y se marcho sin despedirse, dejando a elena allí, de rodillas y totalmente desnuda, ya que una sumisa sin collar que represente a su Amo, no es nadie.
Cuando puse una rodilla en el suelo, justo a su lado, ella me miro con sus ojos marrón claro. Fue solo un segundo, pero bastaba con incumplir una de las normas que toda sumisa sabe desde que se le pone el collar: a menos que tuviera permiso, una perra no mira jamás a los ojos del Amo.
elena: Lo siento, Amo – No volverá a suceder – sea indulgente conmigo
Carlos: Tranquila, elena – le dije mientras le acariciaba el pelo – mírame a los ojos – ella lo hizo. Eran unos deliciosos ojos color miel. Las lágrimas se los habían irritado y ahora estaban enrojecidos. Las seque con el pulgar – Marc ha pactado conmigo los términos de la cesión. Tus hijas y tú viviréis con otra madre soltera que tiene una hija de casi un año. Ambas seréis buenas amigas, amantes y, por supuesto, mis sumisas y las de Marcos. Mientras te portes bien y obedezcas, no te faltara de nada ya que tu ex Amo ha establecido que así sea ¿Me has entendido? – elena dijo que si con la cabeza – Bien…
Me acerque a la barra y corte un trozo de cuerda negra de tres palmos. Era una cuerda de un grosor que apenas superaba el dedo y que se tenía allí para diferentes juegos, pero no tenía la calidad suficiente como para usarla en un shibari decente. Hice un nudo corredizo en una punta y otro en la otra, doblándola sobre sí misma. De esta forma, tenía un collar de cuerda. Improvisado, pero un collar. Luego, me acerque a la sumisa sin collar, que estaba todavía en la misma postura.
Carlos: ¿Has entendido lo que te he dicho y las condiciones?
elena: Si, Señor.
Carlos: ¿Aceptas las condiciones de su sumisión?
elena: Si, Amo
Carlos: perfecto. A partir de ahora, estas a mi servicio – le dije mientras le ceñía el improvisado collar de cuerda – Levántate, guante
guante: ¿Guante, Amo? – Me pregunto con extrañeza a la vez que se levantaba del suelo para incorporarse como si fuera una persona.
Carlos: Si. Ese será tu nombre a partir de ahora – le dije mientras metía uno tras otro los dedos de mi mano derecha en su abierto coño - ¿Algún problema?
guante: No, Amo. Muchas gracias por él.
El coño de guante estaba seco. Era natural si tenemos en cuenta que acababa de romper con su vida de sumisa y con su matrimonio, pero mis dedos entraron con relativa facilidad. Aquel agujero había soportado mucha tralla, aparte de parir a dos crías.
Carlos: ¿Cuánto hace que no te corres, guante?
guante: Mu… mucho tiempo, Amo – Me dijo mirando al suelo, siguiendo el protocolo estándar.
Carlos: ¿Te lo tenía prohibido tu Amo? – le pregunte mientras empezaba a mover lentamente mis dedos dentro de su vagina, buscando las terminaciones nerviosas existentes debajo de su monte de Venus. Hacia un rato, estaba empapada y había mostrado síntomas de placer.
guante: No, Amo. Simplemente… - dudo antes de pronunciar la frase – simplemente a mi anterior Amo no le importaba si me corría o no.
Carlos: Perfecto – incremente un poco el ritmo. El masaje estaba empezando a dar sus frutos y guante estaba volviendo a lubricar – tanto a Marcos como a mí nos gusta que nuestras esclavas se corran, así que a partir de ahora, lo primero será nuestro placer, pero el tuyo también. A menos que te lo ordenemos, no será necesario pedir permiso para correrte, pero sí que nos informaras después de cada corrida.
guante: Si… si Amoooh – empezó a pestañear y tener pequeñas contracciones vaginales. Demasiado tiempo sin correrse tiene estas consecuencias
Le saque la mano del coño. Volvía a estar mojada. Aquella perra había sido muy maltratada y como buen samaritano iba a reincorporarla a su condición de esclava orgullosa de serlo, pero no por necesidad de mantener a sus dos hijas, si no por el placer que siente una de ellas cuando complace de verdad a su Amo. Le ordene que se estirara en la camilla del otro lado de la sala y que separara las patas.
Carlos: ¿Cuánto hace que no te comen el coño, guante?
guante: Muchísimo, Amo – volvió a bajar la mirada – creo que desde que entre al servicio de mi anterior Amo…
Carlos: Joder con Marcos… está bien… cerda! Ven aquí! Ahora! – ordene a la rubia de pelo largo. Inmediatamente, la aprendiza se levanto de su posición de espera y acudió a mi lado, volviéndose a poner de rodillas – bien, pequeña. Esta es guante. A partir de ahora, será una de tus compañeras en la piara, así que quiero que le des la bienvenida y le comas el coño hasta que se corra.
Cerda se giro hacia guante y le paso los brazos por debajo de las piernas, rodeándolas. Después puso sus dedos sobre los desarrollados labios de guante y los separo, dejando a la vista un clítoris grande y duro. Se notaba que pese a todo, la sumisa estaba excitada ante la perspectiva de que le fueran a realizar una práctica casi olvidada para ella. Cuando la niñata acerco el morro al clítoris de guante, poco antes de que lo tocara, ya se estaba corriendo con grandes espasmos. No pude hacer otra cosa que reírme cuando cerda me miro.
Carlos: Es lógico – le explique a mi aprendiz – guante ha sido usada durante muchos años sin que nadie se preocupara si disfrutaba o no. Ahora, que forma parte de nuestro grupo, vamos a procurar que no sea así. Quiero que le comas el coño hasta que te diga. Haz que se corra todas las veces que puedas – le dije mientras le daba una fuerte palmada en el culo y me iba a buscar a agujero, que permanecía en su puesto en la fila.
Mientras, Marcos había puesto a dulce y a nada a hacer un 69 y el muy cabrón se dedicaba a darle por el ojete a la negrata mientras la rubita le comía el coño y, cuando su Amo se lo ordenaba, le comía la polla recién salida del culo surafricano para limpiarla de algún resto y lubricarla para seguir con el trabajo. Y pese a que no lo quería reconocer, la lengua de nada ya había conseguido arrancar un par de orgasmos del coño racista de la blanquita y ahora toda la boca de la esclava estaba recubierta de una pasta blanca que contrastaba con su oscura piel.
Por su parte, Susana seguía follando los agujeros de vaca, que tenía los ojos en blanco y las tetas moradas de la presión que ejercían las cuerdas que le había puesto un buen rato antes la Ama. El suelo que pisaban las mujeres estaba encharcado de los squirts de mi comadre y por las piernas de la Domina bajaba un torrente de flujo procedente de sus múltiples orgasmos. A excepción de los momentos de máxima tensión vividos entre Marc y guante, no había dejado de bombear frenéticamente los agujeros de su amiga. Era algo que la volvía loca y una Ama no ha de justificar lo que hace con los animales de sus camaradas.
En cuanto a fresa… bueno, la pequeña fresa seguía sirviendo a los clientes con aquellos recipientes que le había puesto Luís y recibiendo polla por el culo sin ningún tipo de problema. En cuanto a los dos embases que contenían mezcla de squirt i cerveza, se los habían tomado las dos sumisas de los Amos que todavía permanecían en el local.
Carlos: agujero, ven aquí gateando, perra – le ordene en tono seco. Era masoquista y cuanto más duro eras en el trato, mas le ponía. Cuando estuvo a mi lado, la agarre por el pelo y la puse en pie, dándole una torta en la cara que le provoco una subida de morbo - ¿Te pensabas que me había olvidado de ti, verdad, hija de puta? Ven… nos vamos a divertir…
Arrastrándola por el pelo cruzamos medio local, hasta una cruz que había colocado allí, muy hábilmente la dueña del local. Até a la pequeña esclava en ella, mirando a la pared y dejando expuesto su culito blanco que todavía mostraba la marca del bikini. Sus brazos quedaron elevados en un ángulo de 45 grados y sus patas exactamente igual, formando una X.
Cuando me acerque a la mesa con los instrumentos fue como entrar en una tienda de chucherías. Sobre aquella mesa siempre había un gran número de complementos con los que se podía dejar volar la imaginación. Fustas, látigos, gatos, paletas y demás instrumentos de impacto de alineaban perfectamente sobre aquella superficie. Los repase y elegí un gato de aproximadamente 50 cm, de tiras pesadas de cuero y de un bonito color negro. Aquel instrumento, bien usado, iba a llevar a agujero al paraíso.
La primera descarga mordió la nalga derecha de agujero sin previo aviso. En una esclava normal, se suele calentar la zona con impactos de fuerza cada vez mayor, pero para ella, ese mordisco fue una descarga de placer que recorrió su nalga, su espina dorsal y tras llegar al cerebro, bajo otra vez para explotar en forma de orgasmo en su juvenil coño. El dolor para ella era placer. Un placer salvaje que cada vez que le mordía una nalga hacia que únicamente tuviera ganas de correrse una y otra vez.
Dos… cuatro… diez… quince…veinte azotes mordieron sus nalgas. Y en cada azote la misma respuesta: un gemido, una convulsión y un “gracias, Amo”. Después de las dos primeras decenas, deje el gato sobre la mesa y me acerque a ver el estado de sus posaderas. Estaban carmesí y en algunas, se podía ver claramente el roce producido por alguna de las tiras de cuero con algo más de perfil cortante. Meter el dedo índice en su ojete y el medio en su coño fue como hundirlos en una sandia puesta al sol: apenas ofrecieron resistencia a la penetración mientras se deshacían en jugos.
Mire a agujero a los ojos y vi que estaba muy cerca de uno de sus viajes (las desconexiones que hacen todas las masoquistas cuando el placer supera sus mentes y traspasan el limite, pudiéndoles hacer realmente lo que te de la gana), así que empecé a follarle frenéticamente ambos agujeros mientras le comía la boca y le tiraba de los pezones. La corrida fue instantánea y pese a no hacer squirt, la pequeña fulana me mojo la mano entera.
“Méate” escuche ordenar a Marcos, justo a mi espalda, así que me gire para ver a quien estaba dando la orden y vi que tenia estirada a dulce en el suelo y a nada, sentada en cuclillas justo sobre su cara. Los agujeros de la negra estaban sobre la nariz de la rubia y esta, con la boca abierta, intentaba tragar todo el caudal amarillo que le soltaba la hembra que tenia encima. La piel oscura, poco acostumbrada a migcionar sobre otras hembras, había sido tímida al principio, pero cuando se dejo ir, dejo un buen chorro, digno de una yegua adulta. Cuando termino, como había hecho con Susana, dulce saco la lengua y limpio los últimos rastros de orín del coño de la negrata, dejándolo listo para su uso.
Marcos: ¿Qué? ¿Divirtiéndote con mi juguete? – me pregunto en tono jocoso mi compadre mientras señalaba con la barbilla a agujero – hay que ver cómo me gusta esta puta cría… y pensar que alguna vez le había cambiado el pañal cuando era un bebe… quien me iba a decir que ese coño al que le ponía crema me sacaría la leche unos añitos después…¿Cómo estas, golfa?¿Te diviertes? – le dijo mientras apretaba y separaba sus recién azotadas nalgas y le clavaba la polla hasta los huevos de un solo empellón
Agujero: Ah!!! Si Amo!!! Oh!! Oh!! Me corro, Amo!!! Me coooooorrrrrrooooooooooooooder!!!!.
Marcos: eso es putita… chúpame la polla con tu ojete… eso es… - dijo mientras le separaba mas las nalgas. Ahora quiero que retengas esto… - y cerrando los ojos, mi colega, se concentro. Un par de minutos después, con la sonrisa de un chaval que ha hecho una travesura, llamo a dulce.
Marcos: orinal! Ven aquí, cacho de bebemeados!. Ponte debajo de agujero y lámeme los huevos, anormal! – la sumisa hizo lo que se le ordeno y empezó a lamer los huevos de su Amo. Cuando llevaba poco rato, Marcos le dio otra orden – ahora, zorra, prepárate y abre la boca. Quiero que te tragues todo lo que te va a sacar del culo esta fulana.
Dulce se preparo para lo que supuso era una espesa corrida de Marcos, pero en lugar de eso, cuando saco su polla del recto de la sumisa, lo que broto de él fue un torrente de meado que le había metido en el ano. Mear con la polla dura no es fácil, pero después de muchos años de práctica con vaca y nerea, era algo no poco habitual en nosotros, así que pillada por sorpresa, la sumisa derramo por sus tetas parte del contenido, que resbalo hasta el suelo. Cuando termino de vaciar el recto de la cautiva agujero, sin que se lo ordenara nadie, la sumisa se agacho y limpio con la lengua el suelo.
Carlos: Creo que le va pillando el truco – le dije a mi compadre
Marcos: Estoy seguro que va a durar más de un mes eso de que haga de orinal – sentenció él – dulce, empezaremos a recoger, pero antes, quiero que te pases por todas las personas y animales que hay en el local y les preguntes si tienen ganas de mear. Si te dicen que si, ya sabes que hacer.
Dulce: Si, Amo – y con estas palabras se encamino al resto de los asistentes al club, para cumplir las órdenes de su Amo y beberse las meadas que le echaron en la boca.
Marcos: he escuchado que te han regalado un animal ¿Qué piensas hacer con él?
Carlos: bueno… Marc quería deshacerse de ella y ya me conoces… no me gusta ver como se malgasta un buen ejemplar. Ven – le dije mientras me dirigía a la camilla, donde cerda llevaba al orgasmo a guante una tras otra vez. Al llegar a su lado vimos una gran humedad sobre la camilla, en el suelo y sobre los morros de cerda y la entrepierna de guante – ¿Cuantas veces se ha corrido ya, esclava? – le pregunte a la que tenia arrodillada delante mio
cerda: No lo se, Amo ¿Doce?¿Quince?- me pregunto como si yo los hubiera podido contar.
Carlos: Bueno, no pasa nada… vuelve a la fila – y la esclava volvió otra vez a su postura de partida – Mira como lo tiene, socio – le dije a Marcos mientras le separaba los labios menores a guante. Aquel agujero era capaz de albergar una botella de vino en su interior… vino… hmmmm – Luís! ¿Sigues teniendo vino para los clientes? – Le pregunte al dueño del local
Luís: Si! Claro ¿Quieres una botella?
Carlos: Por supuesto! Trae un Vega Sicilia. Brindaremos por nuestro nuevo animal.
Luís descorcho una botella de caldo y tras comprobar que no estaba en mal estado y que había oxigenado de la forma adecuada, nos la acerco. Marcos y yo nos habíamos estado turnando para follar el ano y la boca de guante de forma alternativa. Ese era un ejercicio poco entrenado para la sumisa, así que las caras que ponía entre asco y placer cuando le acercábamos la polla recién salida de su ojete nos divertían soberanamente.
Luís: Aquí tenéis, chicos – dijo mientras nos ofrecía un par de copas, listo para servir el vino.
Carlos: Déjame a mí, por favor – le dije mientras agarraba la botella y la metía en el coño de guante. El embase encajo con dificultad, pero termino entrando en el coño de la nueva incorporación, que se volvió a correr en el proceso – ve a buscar unas copas para aquellos que quieran brindar a la salud de guante.
Unos minutos después, tras un sonoro “por guante!” todos los presentes en el local chocábamos la copas a la salud de nuestro nuevo animal. Bueno… todos no… ella había recibido la orden de masturbarse con la botella y fue la única que aprecio mas el continente que el contenido de aquel recipiente, ya que todavía se corrió unas cuantas veces más gracias a él.