Descorchando a Marta XII: visita a la madrina
Para la fiesta de la noche necesito unas cuantas cosas, así que paso por casa a buscarlas y aprovecho para que fresa vea a su madrina, mi mujer. Dominación, humillación, lesbico
Dulce: Gra… gracias, papa… si, todooo bien… nooooh. Joder (en voz baja). Es que tengooo algo de hipo… Que si! Que te proometo que estoooy con Marta y sus paadres… te lo pasoooo
Marcos: Carlitos! Hola socio ¿Qué tal?... si, está con nosotros ¿Por?... sigue moviéndote, zorra (mientras tapa el micrófono del teléfono) Si… que a veces mientan de a dónde van, es normal… si, tranquilo, la tratare con mano dura, no consentiré ninguna tontería… claro! Un abrazo y recuerdos a tu mujer – y colgó el teléfono – vamos, putón. Sigue moviendo el culo. Y tú, vaca, dale caña a ese clítoris, que lleva ya tres orgasmos y quiero otro antes de ponernos en marcha.
Pocos minutos antes, la misma conversación para pedirle permiso a sus padres para quedarse a dormir en casa de Marta se había repetido mientras cerda cabalgaba sobre mi polla y agujero le comía el coño. Pero a diferencia de los padres de dulce, los suyos no necesitaron comprobar su historia. Sabían que su hija era una “buena chica” y creían en lo que les decía a pies juntillas. Por su parte, agujero había conseguido permiso de su padre (divorciado) con un simple whatsapp en el que le decía que se quedaba a dormir en casa de Marta. La única contestación que recibió fue un escueto “OK”. Con padres como esos, es fácil educar a una buena esclava.
Cualquiera que se hubiera fijado en los dos coches estacionados en el polígono de Can Mitjans hubiera visto un espectáculo la mar de morboso: dos adolescentes saltando sobre sus pollas mientras les daban la espalda a dos machos que podían ser sus padres mientras otra hembra les comía el coño y una tercera, fuera del coche, lo iba grabando todo mientras tiraba y soltaba una antena de algo que llevaba metido en el coño mientras algo le brillaba en el culo.
cerda: Permiso para coorrerme, Amo!!!
Dulce: Y yooo. Y yooooooh!!!
Carlos: Tenéis permiso, cerdas – Les dije y quite la polla del interior de cerda para que agujero se comiera su orgasmo. En cuanto agujero vio el coño libre, metió la lengua y se lo follo como si tuviera una polla por apéndice, sacándole un flujo denso y blanco a su amiga, que se corría mientras le apretaba la cabeza contra sí para que la lengua llegara más adentro.
El coño de aquella joven zorrita era el más entrenado de las tres nuevas incorporaciones. Pese a no tener un gran historia en el sexo, apretaba algo menos que el de las otras dos. Tenía un par de labios menores bastante más desarrollados que los mayores, lo que hacía que le sobresalieran y le dieran un aspecto natural de guarra. Además, la piel que cubría su clítoris no llegaba a taparlo del todo, por lo que según nos contó, al tener más roce con la ropa interior, se excitaba mucho más. Una buena excusa para ser tan guarra.
Por su parte, Marcos agarro a dulce pasando los brazos por debajo de sus sobacos y rodeándolos, la pillo por los hombros, lo que le permitió hundirle la polla hasta que los huevos quedaron aplastados contra el culo de la esclava. Como había comprobado yo antes, en esa postura, la cría empezó a convulsionar, presa de un potente orgasmo mientras vaca recibía un pequeño chorro de flujo en su lengua, que no había dejado de triturarle el clítoris en todo el tiempo.
Tras el orgasmo de las sumisas y la limpieza en las pollas y los huevos de las que estaban a cuatro patas, hicimos que se “vistieran” otra vez, con los pantalones cortados y las camisetas. Listas para ir a que les desvirgáramos el culo.
Carlos: ¿Así que te parece el tema? ¿Vamos a ello? – Le pregunte a mi compadre mientras las chicas se terminaban de arreglar.
Marcos: Coño, perfecto!
Carlos: Cojonudo! – Saque mi móvil y marque el número de casa. Tras unos tonos, la agradable voz de mi mujer respondió al teléfono – Hola cielo! Voy a pasar por casa a buscar unas cosas con fresa ¿vas a estar?... genial! Pues hasta ahora, preciosa! – y colgué. Dirigiéndome a Marcos, le dije – Solucionado. María está en casa y nos espera para saludar a su ahijada. Nos pasamos por ahí, recogemos lo que necesitamos y volvemos.
Marcos: Perfecto. Yo mientras, me llevare al resto de la piara a merendar. Cuando estéis listos, avísame y coordinamos donde quedamos.
Carlos: Pues en marcha…
Fresa: Amos ¿Puedo hacer una petición?
Marcos y yo nos miramos sonriendo. Que fresa hiciera peticiones solía significar que quería hacerle algo a alguna de sus compañeras, ya que no pedía nunca para ella.
Carlos: Adelante, que quieres
Fresa: pues… - comento con cierta vergüenza – me gustaría que la perra de dulce pagara durante un mes la ofensa que me ha hecho al mearse en mi boca… si puede ser – dijo con los ojos bajos, pero con un tono de voz firme.
Marcos: como te ha jodido ese chorro en tu boquita bien acostumbrada ¿Eh, putita?
Fresa: Si Amo. Mucho.
Carlos: Esta bien – le dije mientras le acariciaba el pelo a mi ahijada – prolongaremos el castigo de dulce todo el mes. Toda aquella de vosotras que quiera mear, lo hará en su boca para que se lo trague, ya sea mientras estamos en sesión o en el colegio – la sonrisa de fresa era de victoria, pero se le iba a congelar en breve – si bien, a cambio la pequeña fresa se tragara mis meadas, las del Amo Marcos y de quien consideremos oportuno durante todo el mes, hasta que se termine el castigo para dulce. No podemos permitir que pienses que eres mejor que ella y termines creyéndote una Ama en lugar de un agujero. Una vez finalizado, revisaremos el castigo y evaluaremos si lo prolongamos.
Fresa: gracias Amo – dijo con una sensación amarga de victoria.
Carlos: Perfecto. Pues méate en la boca de dulce, cámbiate el plug por la cola y vámonos. Tu madrina nos espera.
Fresa hizo tumbar en el suelo a dulce y abrir la boca. Luego se puso en cuclillas sobre la boca de su amiga y mientras le miraba a los ojos, se pego una larga meada, procurando apuntar a su boca, que hacia burbujas conforme la niñata se tragaba el caldo. Al terminar, acerco el coño a la boca de dulce y la sumisa, entendiendo lo que quería su superiora, saco la lengua y se lo seco bien.
Vaca: no te levantes – ordeno a la chica, que todavía estaba estirada boca arriba después de que fresa se pusiera en pie y se colocara los pantalones.
Ella también pego una larga meada en la boca de dulce e hizo que le limpiara el coño al terminar. Por la posición que habían adoptado cerda y agujero, las siguientes serian ellas y posiblemente Marcos, terminaría la serie. Todo era muy entretenido, pero no quería llegar tarde a casa y hacer esperar a mi mujer, así que subí a mi coche e hice que mi ahijada hiciera lo propio, después de cambiarse el plug con el diamante por uno con cola de de perra, dejando a Marcos con las cuatro sumisas restantes.
Carlos: ¿será la primera vez que te use la madrina, fresa? – le pregunte a mi ahijada. Mi mujer y yo conocemos a Marcos y vaca desde hace muchísimos años y hemos quedado en infinidad de ocasiones, pero la propia idiosincrasia de nuestro matrimonio hace que muchas veces quedemos por separado y puesto que ambos somos amigos de sus padres, cavia la posibilidad de que ya la hubiera usado.
Fresa: No, Amo. La Señora María me ha usado una vez, hace unas tres semanas. Fuimos con el Amo Marcos una tarde para que le entregara unos encargos que le había hecho y le conto la noticia de mi sumisión. La Señora quiso usarme y se me llevo al baño para que le chupara las tetas y le comiera el coño hasta que me regalo un par de orgasmos. Y después de usarla a ella el Amo, me volvió a requerir para que le limpiara el coño de lefa y flujo, Amo.
Carlos: Perfecto. Así ya conoces los gustos de mi mujer…
Fresa: Si, Amo. Me explico cómo le gusta que le hagan las cosas.
María, mi mujer, es una sumisa de nombre nerea. Tiene cuarenta años, 1.72 de altura, ojos verdes y pelo negro rizado. Tiene un buen par de tetas, de una talla 95, capaces de rivalizar con las de vaca ya que ambas dieron el pecho a su descendencia hasta más allá de los tres años. En sesión tiene la orden de llevar siempre unas pinzas que le aprietan sus desarrollados pezones y que se unen mediante una cadena metálica. Cuando están juntas, ella y vaca, nerea tiene más jerarquía que ella, entre otras cosas porque una vez se lo disputaron mediante un reto, que algún día os contare y gano nerea con un resultado muy ajustado. Si bien, tal como vaca, las podemos usar como sumisas, tanto a Marcos como a mí, nos gusta que a nuestro lado se encuentren personas reales y a menos que les pongamos el collar, mi mujer y la suya no entra en rol, a excepción de fresa o el resto de la piara, que siempre lo están mientras permanezcan a nuestro lado, lleven o no puesto el collar.
Cuando llegamos a casa, estacione el coche en el aparcamiento y entramos por la puerta del garaje. María nos estaba esperando en la piscina, tomando el sol sobre una de las hamacas, totalmente desnuda.
María: Hola cariño!!! – Me dijo al verme, dándome dos besos - ¿Qué tal, Marta? ¿Cómo estás? – le dijo a su ahijada, sin fijarse en el collar negro que llevaba y que la marcaba como a una sumisa en rol. Cuando se percato, actuó como marca el protocolo y dirigiéndose a mí, me dijo – Disculpa, Carlos. ¿Puedo interactuar con tu sumisa?
Carlos: Por supuesto, cariño – le dije mientras le acariciaba un pezón – fresa, hazle caso a la Señora María mientras yo voy a buscar unas cosas.
Deje a fresa con mi mujer y me dirigí al cuarto de juegos. No lo llamamos así porque sea el lugar donde guarda los juguetes mi hija, si no porque allí están almacenados todos los instrumentos que se necesitan para tener una buena sesión BDSM.
Tras introducir la combinación en la cerradura electrónica, el cuarto se abrió y accedí, como había hecho tantas otras veces. Ahí dentro estaba instalada la cruz de San Andrés, con muñequeras y presas a diferentes alturas, el cepo y la silla de ginecólogo, como instrumentos más visibles. Además, en una de las paredes, una surtida colección de fustas, gatos y demás artilugios colgaban ordenadamente en grupos y tamaños. En otra de las paredes, archivadores de cristal que dejaban ver el contenido de un variopinto surtido de objetos relacionados con el sexo. Puesto que en casa de Marcos ya teníamos un buen número de objetos, elegí los que había ido a buscar y que, por cantidad, no estaban disponibles en casa de mi compadre: dos mascaras completas de cuero y un arnés con diferentes consoladores ajustables a él. Después de introducir el material en un maletín de cuero, salí de la habitación y volví a cerrarla con la combinación pertinente. Aquella estancia sería ideal más adelante para llevar a la piara, enseñarles modales y realizar las modificaciones corporales pertinentes, tal como piercings o tatuajes.
Al regresar a la piscina vi lo que me había imaginado que sucedería: fresa le estaba comiendo el coño a María mientras está estaba tranquilamente leyendo un libro.
Carlos: Vaya cariño. Veo que no te has podido resistir a usar a fresa.
María: pues ya ves que no, cariño – me dijo mientras dejaba el libro sobre la mesita auxiliar y lo cambiaba por una copa – hace unas semanas hice que me comiera el coño en el WC de un bar, bastante cutre por cierto, y luego la use para que me limpiara el lefazo que me había metido dentro su padre y me quede con las ganas de saber que le había enseñado vaca y he de reconocer que esa tetuda lo ha hecho muy bien. Ya ha conseguido que me corriera una vez y ni tan siquiera ha tenido que usar los dedos.
Carlos: Bueno, ya sabes que vaca es muy exigente cuando se trata de comerle el coño
María: y una buena maestra – dejo la copa y agarro la cabeza de fresa con las dos manos – ahora mismo está cerda me está…. Ufff… trabajando el coño como si…. Joder… fuera su madre…uffff… sabe como succionar un… un clítoris… joder!!! Comételo todo, hija de puta!!! - Mientras apretaba la cabeza de fresa contra su coño, María se pego una buena corrida y por supuesto, la joven sumisa, se la trago toda. Al cabo de unos momentos, mi mujer se relajo y soltó la presa, pero fresa no dejo de lamer, al no habérsele ordenado lo contrario – ufffffff cariño… Tenemos que invitar a Marcos y a su maravillosa familia a cenar un día. Tengo ganas que la madre de esta putita me vuelva a comer el coño y a mearme en su boca.
Carlos: me parece una buena idea. Ya sabes que me encanta que se reúnan las familias en torno a una buena mesa y luego poder pasar una agradable velada todos juntos.- le dije sonriendo, evocando las cenas con otros amigos a cuyos hijos también tenemos el placer de usar - ¿Has terminado con ella?
María: pues si no tienes prisa, cariño, me gustaría jugar un poco mas con ella – me dijo a la vez que incorporándose, metía un dedo en el encharcado coño de fresa – además, me parece que la muy puta esta cachonda ¿es cierto, cerdita?¿Estas cachonda?
Fresa: si Señora
María: Hmmmmmmmm. Tan puta como su madre – dijo a la vez que empezaba a masturbarle el clítoris a su ahijada – si lo hubiéramos sabido antes, te hubiéramos educado mucho mejor… recuerdo el día de tu comunión… con ese vestidito blanco… hmmmm
Carlos: jajajajaja – reí a gusto - eres una pervertida, cariño. No me digas que te mojaste viendo a tu ahijada el día de su comunión…
María: pues si… uffffff. Verla ahí de rodillas, con la boquita abierta, esperando a que le metieran algo en ella para tragárselo sin hacer preguntas… que morbazo!!! – dijo mientras se levantaba y se ponía detrás de la cría – seguro que hasta el cura tiene malos pensamientos cuando les da la hostia tan cerca de su polla… ¿te hubiera gustado que te metiera la polla en la boca el cura, zorra? – Dijo mientras le separaba los cachetes, le quitaba la cola de perra que llevaba y después de metérsela en la boca a su ahijada, le metía la lengua en el ojete.
Fresa: s… Si!!! – dijo con cierta dificultad a causa del plug en la boca y cerrando los ojos, dejándose llevar – es un cura relativamente joven y todas las chicas hemos pen… pensado alguna vez en que nos… uffffff… nos de algo más que el cuerpo de Cristo
María: eres tan cerda como tu madre, fresa – y le metió dos dedos en el coño, que estaba totalmente encharcado – por tal como se te abre el ojete, tu padre te ha dado mucha traya por aquí ¿Verdad?
Fresa: si Señora. Me loooo ufffff… me lo folla a diaarrio, Señoraaaaaa
María: ¿y te lo azota también, puerca? – le dijo mientras le daba una sonora palmada en su nalga derecha, dejándole marcada la mano
Fresa: Ah!!!! NO SEÑORA!!!, Ah!!! – Dijo chillando de dolor – Mis padres solo me azotan si me porto mal. No me gusta el dolor, Señora.
María: Hmmmmmmmmmmmmm. Me encanta. Así lo hará mucho más divertido – dijo mientras le volvía a dar otro azote esta vez en el lado izquierdo. Cuando su ahijada tenso los cachetes, María saco de golpe los dedos de coño y se los hundió hasta el fondo en el culo, empezándola a follar con ellos. Fresa soltó un gemido de placer y se inclino más para que la follada fuera más fluida - ¿Te gusta que te peten el culo, hija de puta?
Fresa: Ohhhh si señora!!! Me… me encanta que me lo fo… folllen… JODER!!! – dijo fresa al recibir otro nuevo azote
María: calla, cerda! – y le dio un nuevo azote, esta vez con la zapatilla – cuando estés conmigo, cada vez que te azote, contaras que numero es y me darás las gracias ¿Has entendido, cacho de mierda? – y otro azote.
Fresa: cuatro azotes! Gracias, Señora!
María: así me gusta, pequeña cerda! – Mas azotes y un tercer dedo en el culo, con el que seguir una frenética follada – tan puta y tan cachonda como la vaca de tu madre. Me encanta abofetearle las ubres mientras mantiene las manos cruzadas tras la nuca y le gotea mi meada por la cara.
María siempre había tenido una relación excelente con Neus… cuando eran María y Neus. Cuando eran nerea y vaca, la cosa cambiaba. Nerea era la superior jerárquica de vaca y por lo tanto, tenía derecho a hacer lo que le diera la gana con ella mientras los Amos no dijeran lo contrario. Y a nerea le encantaba humillar a su amiga para que no olvidara nunca quien estaba por encima. Y aquella relación de rivalidad se difuminaba cuando salían de rol hasta el punto que hacían unos bollos tremendos y se querían a morir.
Fresa: catorce… quince… dieci.. dieciséis azotes! Gracias, Señora! Permiso para cooorermeeeeee, Señora!!!
María: No, hija de puta!!! – Le chillo mientras dejaba de azotarla y mantenía el ritmo de la enculada a tres dedos – no te podrás correr hasta que llegue a los veinte azotes!!!
Mi mujer siguió follado a un ritmo endemoniado el culo de fresa, pero sin pegarle un solo azote más. La cría tardo en pillarlo, pero yo, acostumbrado a los juegos mentales de María con otras sumisas de menor nivel, lo entendi enseguida. La muy zorra quería que la niña le pidiese voluntariamente que le pegara para poder llegar al orgasmo.
Fresa aguanto unos largos tres minutos su orgasmo, hasta que un voz en su interior le dijo que es lo que tenía que hacer. Bordeando peligrosamente el abismo del orgasmo prohibido, aquella pequeña suplico, en voz baja: “pégueme, Señora. Por favor…”
María: ¿Qué dices zorra?
Fresa: Azo… azóteme… por favor… Señora… deme tan… tan duro como quieraaaaaa, pero por favor… azóteme!!!
María: muy bien, pequeña. Así me gusta!!!
Y mi mujer le soltó cuatro hostias tremendas con la zapatilla en la misma nalga. Justo en el mismo punto, elegido concienzudamente al ser la parte más castigada de la posadera. En cuanto la pequeña fresa conto veinte y le dio las gracias a la Señora, su cerebro desconecto la contención y se corrió de forma inmediata. Para ese momento, María ya estaba agachada, detrás de su ahijada y con la boca en el coño de la sumisa, lista para recibir su potente squirt. Y no quedo descontenta, ya que la niña se vació totalmente mientras mugía como solía hacer su madre cuando se corría. Cuando termino de eyacular, mi mujer le lamio bien el coño, dejándoselo impoluto, como si no se hubiera corrido jamás.
María: es casi tan sabroso como el de vaca – me dijo mientras metía los dedos en el coño de fresa, para recuperar los últimos restos de flujo – pero más afrutado. Se nota que no ha parido todavía ¿Cuándo llegue el momento la preñareis?
Carlos: Por supuesto. Sabes que hay que perpetuar la piara a cualquier precio.
María: Hmmmmmmm. Me encantaría estar ese día y recoger todo el semen que le sobre y le salga del coño, como cuando preñasteis a vaca o cuando ella lo hizo conmigo cuando me dejaste embarazada.
Carlos: Vente. Hoy hay una fiesta BDSM en el Oops. La idea de Marcos es llevar a las cuatro novatas y a vaca.
María: Pero no os dejaran pasar. Se ve que es muy joven.
Carlos: Para eso he venido a buscar esto – Le dije a mi mujer, abriendo el maletín y sacando una de las capuchas que había venido a buscar. Le quite la cola de la boca y se la volví a colocar en el ojete. Después se la puse a fresa y cerré los clips. La capucha ocultaba totalmente su rostro y solo dejaba un par de agujeros para que pudiera ver y un tercero en la boca, para que la pudiera usar como mejor consideraran sus Amos.
María: Hmmmmmmmmm que morbo… así ya no se nota que sea tan jovencita… ¿Y que más te llevas, Amor? – Me dijo chafardeando dentro del maletín – Uffffffff. Un Arnés… ¿Me permites? – dijo mientras agarraba el que solía ponerse cuando se follaba con vaca.
Carlos: Mira que te gusta ese arnés, zorra…
María: me encanta – dijo mientras se lo ajustaba, colocándose el consolador interno, de unos quince centímetros, dentro de su coño y dándole al botón de encendido, lo que hizo que emitiera un ligero zumbido y una notable vibración – es con el que le gane la posición a la cerda de su madre. Hice que se corriera más veces que lo que consiguió ella en el mismo espacio de tiempo, con lo que demostré que era más débil que yo – y ajustando un dildo de unos veinticinco centímetros, con protuberancias a la argolla de sujeción dijo – que recuerdos…
Y le hundió el consolador hasta que el arnés toco el fondo del útero de fresa. 25 cm entraron de golpe en el coño de la sumisa, lo que hizo que se le pusieran los ojos en blanco. Luego, la agarro por las caderas y tras retirar casi totalmente el artilugio, la volvió a “apuñalar” con él. Al tercer pollazo, fresa estaba ya convulsionando sobre la hamaca.
María: que tierna… su madre aguantaba mas… Mmmmmmm – María empezó a gemir por el doble placer de estar follando a la hija de vaca con su arnés favorito y por la propia vibración que le proporcionaba el vibrados que llevaba metido en el coño – como me gusta este juguete… ¿Disfrutas, cacho de mierda? Te voy a dejar tan abierta que solo te podrán meter el puño si quieren tocar pared…
Carlos: A mí también me gusta – le dije situándome detrás suyo y apoyando una mano en la nuca hice que pegara sus tetas a la espalda de fresa. Ahora su culo estaba expuesto y viendo el agujero, aproveche para penetrarla – me has dado una idea, así que voy a follarme a fresa a través tuyo – y empecé a bombear
María siempre ha sido una viciosa de la doble penetración y tener mi polla en el ojete y el consolador llenándole el coño cumplía con creces sus gustos. El suyo era un agujero entrenado, pero pese a ello, no dado de sí. Siempre que una polla llamaba a su puerta, ella abría con total educación. En cuanto hice un poco de fuerza, el ojete de mi mujer se abrió, alojando mi rabo como miles de veces anteriormente.
María: Hostia cariño! Que bueno! Dame caña!!!
Carlos: Vamos a hacer algo mejor – le explique al oído – ya que eres tú la que está en medio, quiero que te muevas para follarte el culo con mi polla y de paso, le demuestres a tu ahijada como se ha de comportar una cerda y como ha de aprender a encajar.
María: Hmmmmmmmmmm. Que cerdo eres, mi Amo
Deje mi pelvis quieta y fue mi mujer la que tomo las medidas. Cuando mi rabo estaba clavado en lo mas profundo de su ojete, el consolador casi había salido del coño de fresa, pero cuando ella se alejaba de mi, clavándoselo en su agujero, mi polla salía de su culo. Así, como si fuera un péndulo, cuando ella estaba rellena, fresa estaba vacía y viceversa. Así, poco a poco fue incrementando el ritmo, conocedora que cuando mas duro le diera a la cría, mas se destrozaría el ojete. Pero María era una hembra competitiva y el ritmo, a los pocos minutos era tan frenético que fresa se corría una y otra vez, alternando un par de meadas durante los más de veinte minutos que duro aquella postura. Mi mujer, por su parte, también se corrió tres veces y empezaba a tener el ojete irritado.
María: Carlos, cariño. Quiero conservar el ojete de una pieza para esta noche. He quedado con Iván y Virginia y me gustaría que me enculara mientras hago un 69 con la zorra de su novia – me dijo girándose y acariciándome la mejilla, al tiempo que iba disminuyendo la velocidad - ¿Qué te parece si le hacemos una doble a esta pequeña fulana?
Carlos: Sabes que siempre me gustan tus ideas – dije mientras tiraba de mi polla y la hacía salir del enrojecido ojete de mi mujer. La había enculado antes de que lo preparara para la cita de la noche, así que todavía no se había puesto el enema y mi rabo tenia restos de sus heces, así que mientras que agarraba a fresa por el pelo y le metía la polla en la boca, le pregunte - ¿Qué prefieres, arriba o abajo?
María: Abajo. Siempre. Me encanta notar tu peso encima
Mi mujer saco el arnés del maltrecho coño de fresa. Estaba rojo y dilatado, pero babeaba como nunca. Cuando le metió dos dedos, estos ni siquiera tocaron pared, lo que provoco un gemido de placer de su madrina. Luego, se estiro sobre la hamaca y se coloco en una posición en la que tenía mis huevos al alcance de su lengua, así que mientras fresa terminaba de limpiarme la polla, ella se dedico a mis pelotas.
María: monta, zorra – le dijo mientras le daba un azote en el culo a fresa – el Amo quiere darte por el culo mientras yo termino de abrirte ese coño de niñata malcriada que tienes.
Fresa: Si Señora – y paso su pierna por encima del cuerpo de María, encajándose la polla en su ya dilatado coño, empezando a cabalgar
Mientras las dos seguían trabajándome los genitales pude ver como mi mujer agarraba a su ahijada por las caderas y empezaba a follarla, buscando el máximo placer que le proporcionaba el consolador que el propio arnés montaba. Al cabo de un rato, los gemidos de las dos hembras en mis partes amenazaban con hacerme correr en sus caras, así que se la saque a fresa de la boca y rodee la hamaca. En cuanto la boca de la niña quedo libre, María la agarro por el pelo y le hundió la lengua en ella, dándole un profundo beso con lengua al cual respondió la pequeña. Me situé detrás y retirando la cola, se la clave por el culo sin ceremonias. Lo bueno de estos plugs anales es que mantienen abierto el ano de su portadora y así no hay que volver a trabajarlos desde cero.
María y yo entrelazamos los dedos, sobre la cadera de fresa y coordinamos la follada. Éramos dos enamorados compartiendo un juguete y al poco fresa pidió otra vez permiso para correrse. Se lo di y al momento, pese a no tener que solicitarlo por no estar en rol, María también me lo pidió, por lo que se lo concedí. Fue maravilloso ver como se coordinaban sus corridas y como el ojete de fresa se contraía al tiempo que María le metia profundamente la lengua a su ahijada, comiéndose, literalmente, los gemidos de su corrida. Poco después y sin ni si quiera intentarlo, rellene el ojete de fresa con una abundante y espesa corrida.
María puso el vaso del que había estado bebiendo hasta nuestra llegada bajo el ojete de marta e hizo que se pusiera en cuclillas. En esa postura, toda mi corrida y un gran grumo de flujos cayeron dentro mientras le volvía a meter la polla en la boca para que me la limpiara únicamente de restos de semen. Cuando dejo de gotear, María acerco el vaso a su propio coño y metiéndose los dedos, se corrió, haciendo que un buen chorro de squirt fuera contenido en el mismo.
Cuando terminamos, nos vestimos y mientras yo recogía las cosas, mi mujer hizo que fresa se metiera en la boca los dos dedos de líquido que contenía el vaso, mezcla de flujo, squirt y semen.
María: Quiero que cuando veas a tu madre, la beses y le des todo el contenido de este vaso, del que no te tragaras ni una gota. Dije que es de parte de su Señora – y girándose para besarme a mi, me dijo – me encanta cerdear con estas golfas.
“Invítalas a casa un día. Quiero darle caña a su madre” dijo María mientras se metía en casa para prepararse para su cita nocturna.