Descorchando a Marta VIII. Salimos de compras
La piara conoce a José, el dueño de un local del Vallés donde Ruth pierde su virginidad de una forma tan agradable para ella como para el resto de nosotros. Amor filial, dominación, humillación.
Vaca encajo el pollazo en seco de su marido/Amo como siempre: con un gemido. Su ojete estaba entrenado para recibir lo que le metieran sin ningún tipo de lubricación, ya que desde que habían unido a su hija a los juegos sexuales, no había habido ningún día que ese agujero no hubiera recibido el rabo del Amo o el arnés empuñado por la pequeña, que se había convertido en una experta sodomizadora. Lo hacía tan bien, que en ocasiones, en lugar de masturbarse hasta que llegara el Amo, vaca le ordenaba a fresa que se pusiera el arnés y se la follara a 4 patas, con las ubres colgando.
Carlos: Marcos, me gusta el tema de las pizzas… se me ocurre una idea – Le dije mientras empezaba a discurrir un plan morboso para llevar a cabo esa noche – de momento, que vaca aproveche la postura y mientras la enculas, que bañe a las crías. Las quiero bien limpias - Diciendo esto, salí del baño y fui a por mi teléfono.
Dicen que uno ha de tener amigos hasta en el infierno y la verdad, está mal decirlo, pero creo que tengo el teléfono del mismísimo Lucifer en la agenda. Eso sí, esta como “Luci” para no despertar envidias. Cuando agarre mi terminal, busque en la agenda el número correspondiente y llame. Al otro lado de la línea, me contesto un buen amigo.
José (Por teléfono): Pisha!!! ¿Qué pasa? ¿Como estas?
Carlos: Niño! Bien… Vamos haciendo… ¿Oye, sigues teniendo el sex shop y ese punto de encuentro que montaste en la trastienda?
José era el dueño de un sex shop pequeñito en Terrassa. Pese a que la competencia es feroz, su pertenencia al mundo liberal y que tuvo la visión de reconvertir parte posterior de su tienda en una pequeña sala donde se celebraban “fiestas privadas” (nombre que se da a las orgias) le había permitido sobrevivir holgadamente a la crisis. Todo aquel que fuera de la zona del Vallés y no conociera “la Sala” no estaba muy puesto.
José: Si tío. Sigo con la sala. Precisamente hoy tengo una fiesta. Los anfitriones han citado aquí a las parejas a las doce de la noche. Va a estar petado, pero si te quieres venir…
Carlos: José, te lo agradezco – le dije y le hice una contra oferta – pero tengo que cuidar a un par de “cachorritas” y me gustaría subírtelas para que las conocieras y comprarle algunas cosas. ¿Te parece si subimos?
José: Coño! ¿Un par de cachorritas? – José sabía que yo llamaba así a las adquisiciones recientes que no tenían edad todavía para ir a los clubs de parejas - Hijo puta! Claro!!!. Pero entra por el aparcamiento. Cuando estés aquí, pégame un toque y te abriré la puerta de emergencia, que no se si son muy cachorritas y no quiero cotilleos.
Carlos: Tranquilo. Son muy cachorritas, pero una de ellas viene con su madre – le solté a mi colega, que se quedo mudo - Bueno, nos vemos en un rato. Un abrazo!
Colgué el teléfono y me dirigí hacia el baño. Al entrar vi como marcos seguía dándole ferozmente por el culo a su mujer y las niñas, totalmente limpias después de una reparadora ducha, le succionaban los pezones a vaca que, sin poder contenerlo, se corría una y otra vez, mojando el suelo del lavabo. Como a muchas madres, que le chuparan los pezones, la ponía a mil.
Carlos: Marcos, he hablado con José – le conocía de haber subido a comprar conjuntos sexys para vaca tiempo atrás – y he quedado con él en que vamos a subir para adquirir algunos juguetes para las perras.
Marcos: Vale, perfecto – dijo mientras paraba de bombearle el ojete a su mujer – Carlos… ¿Te importa si le cambio el nombre a rubita?
Carlos: Sin problemas hombre – le dije a mi compadre a la vez que sonreía – le llamaba rubita porque es rubia, pero todavía no le había buscado un nombre de sumisa.
Marcos: Genial! Ya sabes que esta pequeña zorra me la pone dura desde hace mucho tiempo y que prácticamente, la he visto crecer. Así que me gustaría ponerle un nombre que cuando lo escuche sepa al instante el aprecio que le tengo.
Carlos: Jajajaja – Reí con ganas – Que peligro tienes ¿Cómo la vamos a llamar entonces?
Marcos sonrío. Retiro la polla del ojete de su mujer y girándose hacia la izquierda, teta que succionaba la que habíamos conocido hasta ese momento como rubita le dijo: “agujero. Límpiame la polla de la mierda que me ha dejado vaca”. Y por tercera vez en menos dos horas, la niñata se metía en la boca una polla llena de excrementos. Marcos hizo que se la dejara impoluta y cuando termino con su rabo, hizo que le metiera la lengua en el ojete a vaca. Tal como esperaba, tras unos minutos de tan íntimo masaje, vaca pidió permiso para correrse y, por supuesto, su Amo, se lo dio. Y cuando lo hizo, vaca le soltó un chorro de flujo en el pecho que la dejo empapada mientras le agarraba la nuca y la apretaba contra su ojete.
Vaca: Joder, que lengua tiene la niña – dijo mientras se daba la vuelta y le ponía el coño en la boca. Ella ni rechisto y empezó a mover la lengua en el coño de la hembra Alpha, agarrándola por las caderas y separando el capuchón del clítoris con los pulgares, aplico succión en el mismo y en un momento dado, un pequeño mordisco. Fue como clavar una aguja en tan delicado punto y vaca, que no estaba preparada, se corrió al instante, llenando la boca de la amiga de su hija de abundante flujo - Hija de putaaaaaaaaaaaaaaahhhhh!!!!!
Hacía años que vaca no se había corrido sin permiso. Ni cuando desvirgo el culo de fresa, por muy necesitada que estuviera. Pero ahora, aquella cría, había hecho que se corriera en dos minutos y de forma incontrolable. Evidentemente, para ella, fue una humillación terrible que no iba a dejar pasar.
Marcos: Vaya, vaya… - dijo en tono melodramático – así que la pequeña agujero ha hecho que la entrenada vaca se corriera sin permiso… ¿Sabes que es una falta grave, vaca? – Ella cabeceo – ¿y qué no se puede permitir sin imponer un castigo, verdad? - Un nuevo cabeceo – bien… Fresa, tú estás limpia. Ve a tu habitación y busca dos abrigos largos. Quiero que os tapen a agujero y a ti hasta las rodillas. Vaca, entra en la bañera
Cuando la pequeña fresa salió a buscar los abrigos Marcos hizo arrodillas a su mujer y que agujero le meara en la boca como castigo por su corrida sin autorización. Cuando termino con la larga meada, hizo que vaca secara con la lengua el coño de la pequeña y ya de paso, que se lo comiera hasta que esta se corrió. Pero en esta ocasión, no hubo introducción de nada en el coñito de la aprendiza, ya que la experta lengua de Neus era muy capaz de producir esa respuesta fisiológica. Al terminar, Marcos ordeno a vaca que se duchara y que fuera a buscar un abrigo con las mismas especificaciones del que llevarían las niñas. 15 minutos después, salíamos todos por la puerta.
Al llegar al aparcamiento, le tire las llaves a vaca. El viaje hasta Terrassa eran apenas 20 minutos, pero quería pasar un trayecto relajado, así que le ordene que condujera siguiendo las instrucciones del GPS y senté a Marcos de copiloto, con agujero entre las piernas y yo en la parte de atrás con fresa. Cuando no habíamos ni salido del aparcamiento, las pequeñas tenían ya nuestras pollas en la boca y los abrigos en el maletero. Un rato después, llegamos al descampado donde aparcamos el coche y tras darles las últimas instrucciones a las hembras, bajamos del mismo. Las chicas, con sus abrigos abrochados parecían tres recatadas señoritas que se dirigían a cualquier sitio menos a un sex shop.
Unos minutos antes de destino, le había mandado un mensaje a José que contenía una foto de fresa con mi polla en la boca, con el texto “estamos a punto de llegar”, así que cuando llegamos a la puerta de emergencia y llame, se abrió casi inmediatamente. Pasamos y el dueño del local cerró la puerta. José era un hombre de 50 años, moreno, fibrado y con un rabo de considerables dimensiones. Cuando termino de estréchame la mano se fijo en las chicas, que ya se habían deshecho de los abrigos y esperaban ordenes de rodillas, con las piernas separadas, los dedos entrelazados en la nuca y los codos paralelos. Una de las posiciones de exhibición clásica. En esa pose, las ubres de vaca resaltaban obscenamente si se comparaban con las de fresa y de agujero.
Carlos: Mira José, te presento – le dije mientras tendía la mano hacia Marcos – Este es mi compadre, Marcos. Seguro que le recuerdas de haber subido a comprar algunos juguetes para su mujer. Él, como yo, somos los dueños de estas tres hembras – José le estrecho la mano a Marcos – Esta es vaca. Es la madre de fresa, que está a su lado y es la hembra Alpha de la piara. Vaca, saluda al Señor José.
Vaca, siguiendo el protocolo establecido, descruzo los dedos y desabrocho el cinturón de mi amigo, para luego hacerlo con el botón de su pantalón y su cremallera, sacando su polla morcillona al aire. Sin dudarlo un momento, la agarro con la mano derecha y se la metió en la boca, luego coloco las manos en las ingles y empezó a follarse ella misma la boca con la polla del dueño del local, que cada vez adquiría un mayor tamaño. José, ante la actitud de vaca, se sorprendió, pero se dejo hacer mientras le acariciaba las tetas y jugueteaba con sus pezones, que estaban totalmente erectos.
Marcos: Si no le dices nada, seguirá chupándotela hasta que te saque toda la lefa – dijo con una sonrisa – A mí no me importa, pero estoy seguro que antes de rellenarle la boca de semen a mi mujer, te gustaría catar a las otras dos.
José: Por supuesto – dijo con una sonrisa mientras le quitaba la polla de la boca a vaca, que volvió a adoptar su posición inicial – me sorprendió que una mujer tan guapa y con tan buenas tetas este tan bien educada
Marcos: La educamos Carlos y yo desde que era algo mas mayor que su hija, fresa – dijo mientras pasaba orgulloso la mano por el pelo de su hija – fresa, saluda al señor José.
José se puso ante mi ahijada y esta, levantándose de los talones, agarro con la derecha el pollón de José, que ya tenía un buen tamaño y empezó a masturbarlo mientras le comía los cojones, mirándole a los ojos y sonriendo. Como no podía ser de otra forma, nuestro anfitrión disfruto un buen rato de este masaje hasta que le dijo que parara, que si no, le iba a llenar la boca de lefa y que todavía quería comprobar cómo la chupaba la tercera chica del grupo.
Carlos: José, se que has vivido mucho y sé que no te asustaras cuando te la presente – mi amigo me miro extrañado pero con una sonrisa en la boca. Luego miro a la más pequeña de las tres hembras que tenia de rodillas ante sí y le acarició el pelo – ella es agujero. Lleva con nosotros menos de tres horas, pero en ese tiempo ya ha descubierto que es masoquista.
José abrió mucho los ojos. Que una cría de esa edad descubriera que le gustaba el dolor era un hecho totalmente insólito, así que le seguí ilustrando y le explique que, al igual que fresa, todavía no tenían la regla y que por lo tanto, era seguro rellenarlas de semen y que la pequeña agujero, todavía era virgen del culo, pero que tenia la firme intención de solucionar esa situación en la próxima hora.
José: mirar chicos – expuso con la polla que parecía un garrote – la mamada de vaca me la ha puesto dura. La paja y la comida de huevos de fresa casi hacen que me corra y no soy de los que le gusta desperdiciar la leche en la boca de una zorra sin haberla usado por todos los agujeros. Os propongo un trato.
Marcos: Tú dirás
José: Si permitís que me folle a agujero, os podréis llevar todo lo que esté en la tienda. Gratis. Os lo regalo – y bajando la mano hasta el coño de la pequeña sumisa, comprobó que estaba empapado – la pena será que no voy a durar mucho…
Carlos: Me parece un trato muy generoso, pero ya sabes que no soy de aprovecharme de los amigos – te dije mientras sonreía y miraba a las tres esclavas que tenía ante mí. Sabia como disfrutaban madre e hija de una buena follada y estaba seguro que agujero no era una excepción – si tu nos das acceso libre a tu negocio, lo lógico es que nosotros hagamos lo propio con nuestras perras ¿Qué te parece?
José cabeceo afirmativamente. Tenía una tienda muy bien surtida y a la que no le faltaba de nada. Y si no lo tenía, lo podía conseguir. Encontrar una fuente de productos sexuales a cambio de ceder a las perras, era un buen negocio para todos. Además, aquel hombre tenía una mente tan retorcida como la nuestra.
Marcos: agujero, levántate y pon tu panza sobre ese taburete – dijo mientras sacaba el móvil, dispuesto a grabar como la cría encajaba ese rabo de 25 cm – Bien… ahora sepárate las nalgas, quiero grabar como estaba de cerrado antes de que te lo follara nuestro amigo.
Agujero hizo lo que se le ordeno y en la pantalla de marcos apareció su chochito. Estaba rojo por el uso intensivo que se le había dado durante las últimas horas, pero todavía cerrado. Se veía perfectamente como brillaba y como de él se escurría un flujo transparente y todavía algunas gotas de grumo blanco que le habíamos metido sus Amos. José se agacho y aspiro aquel delicioso aroma a coño joven, casi nuevo. Saco la lengua y le metió dentro, sin ceremonias. Entro con facilidad y el empresario comprobó como aquel coño estaba preparado para ser penetrado, así que se dispuso a hacerlo.
Carlos: Vaca – ordene a mi comadre, que se lo seguía mirando en la posición original – ayuda al señor a usar a agujero como mayor placer obtenga.
Neus se levanto y agarrándole la polla por la base, se la acerco al clítoris de agujero y se lo froto contra él, consiguiendo un gemido de su propietaria y que se incrementara la humedad, ya de por sí, abundante. Luego, separo los labios vaginales de la cría con sus dedos y apoyo el capullo de mi amigo en la entrada de aquella cueva caliente. José apretó suavemente y comprobó que aquel chochito no estaba acostumbrado a tragar cosas tan gordas, así que la agarro por las caderas y me miro mientras vaca le acariciaba los huevos.
José: Masoquista ¿Verdad? – Me pregunto, para confirmar lo que ya sabía. Yo asentí - ¿Alguien me hace el favor de gravar la cara de agujero? Es que me parece que va a ser todo un poema.
Carlos: Por supuesto. Fresa…
Y sin decir nada mas, mi ahijada saco su teléfono y se puso de rodillas delante de su amiga. En su pantalla se veía la cara expectativa de agujero. Sus pequeñas tetas, coronadas por sus duros pezones, colgaban, más allá del asiento. Las manos de José rodeaban las caderas de agujero y en su boca se veía una sonrisa.
José: no hace falta que me des las gracias cuando te corras, agujero - Y diciendo esto, le hundió de un solo envite toda su polla, hasta que los 25 cm de miembro tocaron su matriz. Si agujero no hubiera contenido anteriormente nuestras pollas y el puño de fresa, la hubiera desgarrado, pero con el entrenamiento anterior, la encajo, no sin un profundo dolor, pero sí sin excesivos daños.
Ella noto como se dilataba de golpe. Como cada fibra de su coño se estiraba al máximo para dar cabida a aquel miembro que había entrado hasta el fondo y que la estaba partiendo en dos. La cámara de fresa capto como su amiga abría desmesuradamente los ojos y luego bizqueaba. Sin poder ni pedir permiso, agujero se corrió chillando, empapando la polla de su empalador. José tuvo suerte de que ya estuviera vacía del recto y la vejiga, porque si no, se hubiera repetido la escena del sofá.
José: Joder! Se la ha tragado toda! – dijo casi sin creérselo, inclinándose sobre ella y empezando a follarla – esto es el puto cielo! Como aprieta la zorra! No creo que se pueda mejorar!!! – Decía mientras bombeaba cada vez más duro.
Soy de los que piensan que todo se puede mejorar, así que agarre a vaca por la melena y la acerque al ojete de mi amigo. Mi comadre, buena entendedora de los mensajes no verbales, separo los cachetes de José y empezó a usar su lengua para estimularle la zona peri anal, coordinando el movimiento de su cabeza con la follada que le estaba dando el empresario. Cuando calculo que estaba en el momento oportuno, introdujo la lengua en el recto y, poniéndola dura, estimulo la próstata del follador, que emitió un rugido y descargo los huevos en lo más profundo de la cría mientras esta ponía los ojos en blanco y convulsionaba a causa de otro de sus orgasmos al notarse llena y como el miembro de José se hinchaba mas para soltar su carga.
Cuando termino de soltar la primera descarga le indique a José que se pusiera delante, para que agujero le limpiara la polla de sus jugos y los restos de corrida que le había dejado. Tras un par de buenas hostias de vaca, agujero regreso de su “viaje” y se puso a la tarea encomendada, mientras fresa, siguiendo las indicaciones de su padre, metía la cabeza entre las piernas de la joven sumisa, limpiando la corrida y el flujo de su amiga. Cuando ambas terminaron los trabajos encomendados, agujero gateo hasta los pies de Marcos. Mi compadre estaba totalmente desnudo, con las piernas separadas y los huevos colgando, así que ordeno a agujero que se sentara entre sus piernas y le lamiera los huevos mientras tenia las patas abiertas, lo que situaba su nariz justo en la entrada del ojete. Por su parte, vaca y fresa, retomaron sus posiciones de espera.
Cuando José termino de recuperarse, de dirigió hacia vaca y le acarició sus grandes tetas, jugueteando con sus pezones, de los que tiraba con curiosidad. Luego se inclino y le metió un dedo en el coño, encontrándolo totalmente empapado. Hizo un gesto de afirmación y lo retiro, introduciéndolo en la boca de fresa, que lo limpio con voracidad, provocando otro gesto de aprobación, al que siguió un tercero al introducir el citado dedo en el chochito de fresa, que encontró igualmente empapado. Mi amigo estaba descubriendo por si solo el grado que tenían madre e hija y lo confirmo cuando se coloco en sus espaldas y sin más lubricación que la saliva de fresa, les introdujo a las dos un dedo por el ojete. Las chicas, ni parpadearon.
José: Joder, Carlos, esto es increíble – dijo mientras se ponía en pie - ¿Y a estas tres cerdas las tenéis a diario?
Carlos: Bueno, a vaca y a fresa, si. A agujero, como te he explicado, es el primer día que la tenemos y bueno… no sé si querrá repetir.
Marcos: ¿Vas a querer repetir, perra? – Le dijo mientras le daba una fuerte palmada en el coño. El impacto denoto una gran humedad. Agujero gimió y cabeceo frenéticamente, sin dejar de lamerle los cojones a mi amigo – Creo que esta pequeña puta ha descubierto el paraíso y que va a ser una de las mejores amigas de fresa – y diciendo esto, se recostó hacia atrás, apoyándose con la espalda en el sofá y le ordeno a agujero que le lamiera el ojete, cosa que la chiquilla hizo al instante.
En aquel momento sonó el timbre que denotaba que alguien había entrado en el sex shop. José miro el reloj y vio que eran más de las ocho de la tarde.
José: Mierda. Me olvide de cerrar la puerta – dijo mientras miraba por la cámara de circuito cerrado que había en la sala posterior – Es Pepe, un cliente habitual. Seguramente venga a por algún conjunto para su mujer.
Marcos: ¿De confianza? – Dijo estirado mientras agujero seguía masajeando su ojete con la lengua. Al decirle José que sí, soltó una de sus morbosas ordenes – vaca, acompaña a José, tal como estas. Hoy el caballero se llevara un conjuntito para su mujer y una mamada. Pero quiero que hagas que se corra en menos de cinco minutos. No quiero que esperar mucho para salir a ver que tiene nuestro amigo a la venta – Vaca se puso en pie y siguió a José a través de la puerta que daba a la tienda.
El tal Pepe era un hombre de unos cincuenta años, moreno, gordo y medio calvo. Vestía un traje de operario de mantenimiento, con sus pantalones reflectantes y su chaleco a juego. Cuando vio aparecer a José seguido de vaca, se quedo helado.
Pepe: Va… vaya… no sabía que estabas… ocupado – le dijo al dueño del local mientras intentaba apartar la mirada de las ubres de vaca – yo… yo venía a por un conjuntito para Lucia, pero si estas ocupado ya… ya vengo otro día…
Vaca, sin inmutarse, salió de detrás del mostrador y cuando llego ante el operario, se hinco de rodillas y sin pronunciar palabra, le bajo la cremallera y tras rebuscar un poco, saco una pollita medio flácida, rodeada de una melena desordenada. Aquel hombre hacia poco había terminado su jornada laboral y no había pasado por la ducha, así que aquella polla olía a sudor y orín a partes iguales, pero vaca tenía unas instrucciones muy claras, así que se la metió en la boca y mientras le acariciaba los huevos, empezó a chupar mirándole a los ojos.
Pepe: Jo… joder! – Dijo cuando vaca empezó a comerle la polla – oye, José, yo no tengo aquí pasta para gastarme en la mamada de una puta – Dijo, pero sin poder reunir fuerzas para salir de su asombro - ¡Por mucho que esté tan buena como esta!
José: Tranquilo, Pepe – dijo José improvisando mientras cerraba la puerta de la tienda y las persianas para que no se viera que pasaba en el interior de la tienda – es… un regalo, para los buenos clientes como tú.
Pepe: Hostia! – Dijo el susodicho mientras empezaba a acariciarle las tetas a vaca - ¿Y me la puedo follar?
José: eres un buen cliente, pero no tanto. Disfruta de la mamada – dijo mientras volvía a la trastienda, dejando a vaca chupando con maestría el rabo del cliente.
Cuando entro en la zona reservada encontró a agujero con la polla de Marcos en la boca y la cara llena de babas y mocos. Mi colega se entretenía haciéndole tragar el máximo trozo de polla posible a base del rudimentario método de agarrarla por la nuca y apretar. Por su parte, fresa estaba de rodillas ante mí, trabajando son cariño mi polla con su angelical boca mientras yo contestaba unos mensajes de faena.
José: no se con quien de los dos tendría que hablar, pero… - dijo el empresario – pero la idea de que vaca venga una vez por semana a “recompensar” a mis clientes, a los buenos clientes, es algo que estaría dispuesto a negociar…
Marcos: Los jueves tiene la tarde libre – dijo mi colega a la vez que sacaba su polla de agujero y le daba dos santas hostias – si la recoges en la puerta del hospital, la invitas a comer y la bajas al cerrar, te la dejo – y diciendo esto, volvió a hundir la polla en la boca de la aprendiza para follarsela sin piedad.
Carlos: Por mí, sin problemas. Pero solo para hacer mamadas. Para cualquier otra cosa, habrá que consultarnos – dije mientras acariciaba la cabeza de fresa, como se hace con un buen animal. Ahora, la chiquilla se estaba dedicando a mi capullo mientras me miraba directamente a los ojos, siguiendo mis instrucciones – y claro, tendrás que grabar sus progresos. No nos interesa la cara del fulano, solo el trabajo que le realiza vaca y la cantidad de lefa que pueden echarle en las ubres y en la cara.
José: ¡hecho! – dijo mientras se le notaba que estaba haciendo una lista mental de “clientes” – esto será el principio de una gran amistad!
Mientras, por la cámara de seguridad pudimos observar como vaca había hecho un magnífico trabajo con el currante y en menos de tres minutos, le había sacado toda la leche, haciendo que se corriera sobre sus tetones. Después de limpiarle las últimas gotas con la lengua y con toda la lefa escurriendo por sus ubres, vaca regreso a la trastienda y se volvió a poner en la posición de espera en el mismo lugar que ocupaba antes de recibir la orden de vaciar al sorprendido Pepe que, una vez tuvo los cojones vacios de lefa, salió por la puerta sin acordarse de comprar el trajecito para su santa esposa.
Marcos: Bueno… veamos que buenas ideas tienes en la tienda para usarla en estas perras – dijo mientras se levantaba, se quitaba el cinturón haciendo un ocho y se lo pasaba por el cuello a agujero, para tirar de ella como si fuera una mascota – fresa, limpia a la cerda de tu madre y cuando estéis, salir a buscarnos.
La verdad es que el sex shop de José no era muy grande, pero estaba muy bien surtido. Tenía desde trajecitos como el que había venido a comprar el pobre Pepe hasta instrumental BDSM, pasando por consoladores y complementos varios. Incluso las malas lenguas decían que vendía, bajo mano, unas “pastillas muy útiles para tenerla dura durante horas”. Afortunadamente, con unas hembras tan excepcionales, no las necesitábamos ninguno de nosotros.
Nuestra primera parada fue, evidentemente, la sección de BDSM. Allí ordenamos a las tres sumisas ponerse en posición de espera y Marcos probo todas y cada una de las pinzas existentes en los pezones y labios vaginales de agujero, por la que sentía especial fijación. Yo hice lo propio con vaca y fresa, pero sin ser tan exhaustivo. Finalmente decidí unas pinzas con cascabel para las ubres de vaca y unas con una fina cadena que las unía para fresa. Por su parte, mi compadre eligió las que más apretaban para los sensibles pezones de agujero unas de alta presión, con una pequeña cuerda para poder colgar cosas y se las puso a agujero. La cara de la niña era un poema, pero su coño no hacía más que mojarse cada vez más.
Después, a indicación de José, les pusimos unas correas, atadas a sus collares y las arrastramos por toda la tienda, para comprobar que eran de la medida correcta, resultando muy satisfactorias. Eran simples correas de cuero negro, pero tremendamente sexis. Para todos fue un placer ver como las ubres de vaca se movían caminando a cuatro patas y las nalgas de las tres cubrían y descubrían sus ojetes.
Carlos: José ¿Tienes plug anales?
José: coño, claro – respondió, dirigiéndose hacia otra parte de la tienda - ¿Cómo los quieres? – me dijo mientras me mostraba un gran surtido.
Allí había un gran surtido, desde los típicos tapones de silicona hasta sofisticadas colas de caballo para ponygrils. De todos los tipos, envergaduras y tamaños.
Vaca tenía el ojete tremendamente entrenado ya que desde hacia algo más de 20 años, Marcos se lo abría tres o cuatro veces por semana, ya fuera con su polla o con la de algún colega, pero las pequeñas, eran harina de otro costal. La pequeña fresa estaba entrenada por su padre y me constaba que casi con la misma frecuencia que su madre, si bien todavía no era compartida con los amigos debido a su edad y agujero… agujero todavía era virgen…
Marcos: agujero, lámeles el ojete a vaca y a fresa. Prepáreselos para que les pongamos una cola de zorras como se merecen.
Agujero se acerco primero a vaca y le abrió las nalgas. El ojete de Neus se vio abierto pero no ajado y allí empezó agujero a usar la lengua. Primero lamio el perímetro, con suavidad, luego se centro en la superficie y cuando el esfínter empezó a abrirse por sí solo, a causa de las caricias, empezó a penetrarlo con su pequeña lengua. Tal como lo hacía, nos estaba demostrando que no era el primer culo que se comía.
Vaca, que desde que salimos de Barcelona no era parte pasiva del juego, empezó a gemir. Le encantaba que le comieran el culo y esa cría lo hacía de vicio, así que se relajo y obligo a que agujero se comiera un par de ventosidades sin que esta disminuyera el ritmo. Cuando al cabo de un rato pidió permiso para correrse, Marcos se lo denegó y ordeno a agujero que empezara con fresa, a la que sometió al mismo tratamiento, con idéntico resultado. Cuando ambas tuvieron el ojete preparado, Marcos se acerco por detrás y sin contemplaciones le introdujo un gran plug, terminado en una cola de zorra que llegaba hasta el suelo a vaca y uno, algo más corto y de perrita a su hija.
Carlos: Bueno… ha llegado el gran momento – le dije a la más joven del grupo mientras me colocaba detrás suyo – José ¿Me recomiendas algún lubricante en concreto para este ojete?
El dueño del local miro el ojete rosa de agujero con ojo clínico. Sabía que iba a ser su primera penetración y mi polla no era precisamente pequeña, así que me alcanzo un bote de producto específico para hacer fist, es decir, introducir el puño en una cavidad. Según nos conto, aquella mezcla de dilatador era muy efectiva para esos casos. También había una que llevaba en su mezcla algo de lidocaína, pero la descartamos. A fin de cuentas, a agujero le gustaba el dolor…
Después, José coloco a la pequeña aprendiz en un banco bajo, provisto de cuatro brazos articulados y fijo cada una de sus extremidades a la muñequera o tobillera correspondiente. Era un aparato pensado expresamente para mantener a la sumisa en posición de a 4 patas, pero mediante el banco, sobre el que se apoyaba, el peso recaía en su estomago y pecho y no en sus extremidades. Mientras fresa le comía el culo a agujero para relajárselo un poco, vaca estuvo comiéndome la polla y los huevos como ella sabía hacerlo, poniéndomela dura como un cacho de hierro. Cuando mi rabo empezó a babear debido a la experta succión de vaca, la untó con la crema, haciendo lo mismo con el recto de la novata, introduciéndole primero uno y luego dos dedos, sin demasiadas florituras, para que el producto entrara bien. Al terminar, dirigió la punta de mi rabo hacia el agujero virgen. La comparativa era monstruosa: el ancho de mi cipote era el doble que el de aquella cavidad pero todos sabíamos que en unos instantes, seria exactamente el mismo. Cuando vaca apoyo mi babeante prepucio en la entrada del recto de agujero José pidió un segundo y salió corriendo, regresando al cabo de unos segundos con una bola de látex unida a unas cintas. Coloco la bola en la boca de agujero y ajusto las cintas alrededor de su nuca y coronilla. Con aquello puesto, no podía emitir ningún sonido.
José: bueno… hay vecinos y no quiero que avisen a la policía de que hay una niña chillando – se justifico y volvió a gravar la escena con su teléfono móvil.
Aquella desvirgación anal iba a ser gravada desde el frente, enfocando su cara y desde atrás, para que se viera como el recto de fresa se tragaba, en su primera enculada 20 cm de polla. Y algo me decía que mi polla no iba a ser lo único que se iba a tragar aquella noche. Cuando los operadores de cámara me dieron el ok, agarre a agujero por las caderas y empecé a apretar contra su ojete, manteniéndome alineada la punta vaca, que se masturbaba con la mano que tenia libre. De hecho, todos excepto ella, que estaba atada y por lo tanto, no podía, se estaban masturbando mientras miraban como su ojete se negaba en principio a alojar mi polla. Por suerte, no era el primero que desvirgaba, así que cuando ejercí una fuerza considerable cambie el agarre de las caderas a las nalgas y las separe de un tirón.
Aquella maniobra, unida a la presión que ejercía mi polla sobre su ojete hizo que este se dilatara un poco, permitiendo a mi capullo, ayudado por la abundante lubricación que le había metido vaca, entrar del tirón. En aquel momento todos escuchamos un potente mugido, que si no fuera por la mordaza hubiera sido un grito de dolor. José, que era quien grababa la cara de la ex virgen no podía creer los lagrimones y los ojos en blanco que veía en la pantalla de su teléfono. Ocho centímetros de polla habían entrado, dilatándola a tope y preparándola para otros doce centímetros de rabo.
Carlos: madre mía, que estrechita es… - dije mientras empujaba un poco y hacia entrar una cuarta parte de mi polla en su esfínter y parar. No para que se acostumbrara a mi diámetro, si no para disfrutar de aquella maravillosa presión. Pese a no soportar peso, las piernas de agujero empezaron a temblar, anunciando un inminente orgasmo – me están dando ganas de metérsela de golpe y ver si lo resiste ¿Qué os parece?
Marcos fue el primero en responder y decir “Si tío. Rómpela”. José, tan absorto estaba mirando su teléfono y lo que veía en él que solo cabeceo afirmativamente. vaca y fresa dijeron casi al unísono “hasta el fondo”, pero la sorpresa la dio la propia agujero. Mi experiencia con otras mujeres es que cuando las enculan por primera vez, suelen tener cierta reticencia al dolor y hacer esa pregunta, habitualmente originaba una enérgica negativa. En el caso de fresa fue un movimiento de arriba abajo como pocas veces había visto. Aquella pequeña puta me estaba pidiendo que le rompiera el culo y como uno es un caballero, accedí.
Agarrándola por las dos coletas hice que mirara a cámara y después de unos segundos le dije “buena cerda” y de un solo golpe de cadera le hundí el resto de mi polla en el ojete, hasta que mis cojones tocaron su chorreante coño y ella empezaba a convulsionar, mugiendo como una poseída.