Descorchando a Marta VI. Abriendo mercado I
Fresa me presenta a sus amigas y les explico que han de hacer para poder seguir el ritmo y no perder la apuesta con mi ahijada. Dominación, humillación y adiestramiento a una de las amigas con las que fresa aposto.
Desde que descorchamos a la pequeña Marta en reyes esta, se había convertido en el mejor juguete sexual que tenían sus padres, ya que no dejaron de usarla ni un solo día, llegando a dormir en la misma cama que ellos.
Neus, después de su jornada laboral regresaba a casa y lo primero que hacía era espatarrarse en el sofá y hacer que fresa le comiera el coño sudado hasta correrse y dependiendo del día y las ganas, le pegaba una larga meada que iba a su boca o por la cara de la niña. Después, mientras se duchaba, le hacía fregar a la pequeña para dejarlo todo limpio para cuando llegara su padre, que solía legar para la hora de la cena. Y en ese rato, dependiendo del día, Neus usaba a fresa a su antojo, excepto la hora que tenia estipulada la cría para hacer sus deberes. Pero incluso durante el rato de estudio, la pequeña tenía prohibido vestirse o quitarse las bolas chinas del interior de su coño, ya que una de las primeras órdenes que le dieron sus Amos fue que cuando entrara en casa, tenía que desnudarse por completo e introducirse el juguete sexual y si venían visitas, tenía que ponerse una bata, pero nada más.
Algunas semanas después de ese estreno, recibí la llamada de Marcos, para invitarme a cenar. Me comento que tenía ganas de enseñarme lo mucho que había evolucionado fresa y me pidió, por favor, que pasara a buscarla a la salida del instituto, que la pequeña fresa tenia cosas que enseñarme sobre cómo había aprendido a comportarse. La cosa me pareció tan excitante que lo hice esa misma tarde. Cuando Marta salió por la puerta del colegio de monjas, al verme, vino corriendo hacia mí y me dio un fuerte abrazo y me cubrió de besos.
Marta: Padrino!!!!! Qué alegría que hayas venido a buscarme!!! – Dijo con aquella alegría que le caracterizaba - ¿Te quedaras a cenar? Va… Por fi!!!
Carlos: Claro que si, cielo – le conteste alegrándome que estuviera de tan buen humor – Papa me ha invitado a cenar y me ha pedido por favor que viniera a buscarte pese a que tu ya vas sola para casa. Tengo el coche por allí ¿Vamos?
Marta: Vale , padrino! Pero me gustara presentarte a mis compañeras de clase – me dijo con su sonrisa picara – les he dicho que eres mi padrino y que gracias a ti, voy en cabeza en nuestra pequeña “apuesta”. Tranquilo, de papi no he dicho nada ni de cómo me ayuda.
Me sorprendió que mi ahijada hubiera contado que me la follaba, pero si era en el pequeño círculo de sus amigas, las que “competían”, no tenía que tener problemas, así que accedí y fui con ella. En la puerta del cole, haciendo corrillo estaban Ainhoa, una morenita de pelo largo, tetas pequeñas y un culito respingón que se le marcaba pese a la falda del uniforme. A su lado estaba Carla, la instigadora del juego y repetidora. Tenía el pelo castaño, media melena, tetas más grandes y era más alta que el resto. La más pequeña del grupo era Ruth, una rubia de pelo largo, recogido en un par de coletas que le daban un aire más infantil del que ya de por si tenía y unas gafas de empollona.
Marta: Mirar chicas! Ha venido a buscarme mi padrino – y mientras decía eso, les guiño el ojo – estoy segura que mañana le saco otro punto a Ainhoa. Jijiji
Ainhoa: Jooooooooo – Dijo la compañera de clase de mi ahijada – Eso no vale! Yo no tengo un padrino que me ayude a “hacer puntos”
Carla: Bueno… no creo que el padrino de Marta sea patrimonio exclusivo suyo ¿Verdad? – le pregunto a Marta, para ponerla en un compromiso - ¿usted nos ayudaría a “puntuar” a nosotras? – me pregunto directamente aquella pequeña zorra.
Marta: Veras… - me miro y le sonreí. Ella sabía perfectamente que yo tenía muchas “novias” – Mi padrino es un hombre muy generoso y seguro que os ayuda a puntuar a todas.
Carlos: Marta tiene razón, pero os ayudare con unas normas muy claras – les dije a las chicas – la primera de ellas será que de mi ayuda, no le diréis nada absolutamente a nadie. La segunda, es que yo, cuando os ayude a puntuar lo hare a pelo ya que no me gustan las gomas y para que no haya riesgo de embarazo, el “premio” os lo daré en uno de los dos agujeritos en los que no hay peligro. No sé si me entendéis – todas asintieron con la cabeza, unas con más convicción y otras con menos – perfecto. No se si Marta os ha explicado que a mí me gusta follar duro. Soy un Amo y como tal actúo. Las palabras de cariño las dejare para vuestros novios. Yo os pondré las pilas y os ayudare a puntuar, no pretendo enamoraros ni ser vuestro amor platónico y por último, deciros que siempre que puntué con una de vosotras, estará Marta, para ayudarme y dar fe que quien diga que ha puntuado conmigo, lo ha hecho realmente. También deciros que si alguna vez decido incluir a alguien más, estaré en mi derecho. Y a la que no le guste, que no se apunte a mi ayuda ¿Alguna duda?
Todas negaron con la cabeza, pero Ruth tenía cara de dudas, así que le pregunte que estaba pensando.
Ruth: Bueno… - contesto con una voz de pito tremenda – es que… yo no tengo sitio donde poder “puntuar” y por eso voy la ultima – dijo haciendo un puchero – yo no soy como Marta que le tiene a usted o como Ainhoa que tiene su casa libre durante tres horas hasta que llegan sus padres de trabajar.
Carlos: No te preocupes – le dije viniéndome una idea perversa a la cabeza – seguro que encontramos una opción para poder hacer que puntúes independientemente de donde – esa promesa hizo que se le iluminara la cara – y una pregunta más: ¿Disponéis de horas donde podáis “desaparecer para puntuar” sin tener que rendir cuentas a vuestros padres?
Otras vez todas asintieron con la cabeza y me contaron que la que mas, la que menos, disponía de un par de horas para quedarse “a estudiar” en la biblioteca. Aquello me daba un suministro casi diario de coñito joven que pervertir. Una vez aclaradas otras pequeñas dudas que les surgieron a las compañeras de clase de Marta, nos despedimos, no sin antes darles un número de teléfono para que me mandaran fotos y videos de ellas desnudas. El pacto consistía en que si querían puntuar, tenían que mandarme un video o unas fotos bien explicitas, para demostrarme sus ganas de hacerlo. Junto a esas fotos o video, tenían que enviar el horario del que disponían y si tenían sitio o no. Todas se apuntaron mi teléfono B (que constaba a nombre de otra persona, para evitarme problemas) y se fueron a sus casas, a excepción de la pequeña Ruth, que vivía cerca de Marta y por lo tanto, hacían siempre el camino juntas.
Marta: Padrino ¿Te importa si acompañamos a mi amiga hasta casa? – Me pregunto educadamente mi ahijada
Carlos: No cariño. Faltaría más.
Mientras nos dirigíamos a mi coche, estacionado en un aparcamiento cercano, Marta, después de cuchichear algo con su amiga, me pregunto cuando podía empezar mi ayuda a sus amigas y yo le respondí que en cuanto empezara a recibir sus fotos y videos. Eso ilumino la cara de mi ahijada y emitió una risita baja que fue secundada por su amiga.
Poco antes de llegar a la puerta del garaje, mi chocho móvil (como le llamo al teléfono que únicamente tienen las tías que me follo) vibro. Al desbloquear la pantalla vi un número que no conocía y el aviso de un video para descargar. En cuanto empezó la reproducción del video pude ver a la mosquita muerta de Ruth, con las patitas abiertas en el baño de su casa y metiéndose un rotulador de tamaño considerable por un coñito totalmente pelón. El archivo duro tres minutos y antes de finalizar, la rubita pareció que se corría. Al terminar la reproducción, tenía la polla realmente dura.
Carlos: Joder, rubita… - le dije mientras la miraba directamente, dándome cuenta que estaba sonrojada – veo que te gustan los rotuladores ¿A quién le enviaste este video?
Ruth: Bueno… se lo mande a una amiga de gimnasia rítmica con la que cambiamos videos – me dijo poniéndose más roja todavía – pero era el único que tenia ahora y como dijiste que te enviáramos videos o fotos si queríamos… puntuar… pues te lo he enviado
Carlos: follar. Se llama follar – corregí a la jovencita – a ver como se dice…
Ruth: Follar
Carlos: Muy bien, rubita – le dije sonriendo. Y dirigiéndome a Marta le pregunte – fresa, como has de estar presente en las folladas que les pegue a tus amigas, dime… ¿tienes prisa?
Fresa: No, Amo – dijo sorprendiéndome. Como noto mi cara de asombro, me lo explico – Papa y mama me dicen que cuando ellos me llamen fresa, les llame Amos. Siempre me han dicho que tú tienes los mismos poderes que ellos sobre mí y por tanto, he pensado que ese era el trato correcto ¿Verdad?
Carlos: Muy bien, fresa – le dije acariciándole la cabeza como se hace con un cachorro obediente – buena chica… - y dirigiéndome a su amiga le pregunte – Rubita, con tu amiga de gimnasia ¿hacéis algo más que cambiaros videos?
Ruth: Bueno… hace años que vamos juntas a la misma clase y…
Carlos: Me has entendido perfectamente, rubita – siendo seco. Empecé a ejercer mi papel de dominante y esa chiquilla, no tenía pinta de ser un hueso duro de roer – quiero saber si ella y tu os habéis comido la boca y el chocho
Ruth: Eh…. Yo…
Carlos: fresa, sube al coche. Nos vamos sin esta… niña – le solté a la amiga de mi ahijada – no ha entendido que estoy para ayudarla a puntuar, pero para ello, ha de ser sincera y plegarse a lo que diga. Tengo demasiada faena como para perder el tiempo con crías que no saben ni que es lo que quieren – y diciendo esto, me subí a mi suburban.
Ruth: Si. Nos hemos comido las bocas y los coños en un par de ocasiones – dijo la rubia mirando al suelo y con la cara roja como un tomate
Carlos: Así me gusta, rubia – le dije acariciándole una mejilla – tal como te sientes ahora es como te vas a sentir la mayor parte del tiempo cuando estés a mi lado y te use como hago con fresa. A ti y a las otras dos a las que he ofrecido mi ayuda – no me gusta engañar a nadie y le deje las cosas claras antes de salir a jugar al terreno – Te voy a follar por los tres agujeros y cuando me apetezca, te rellenare de lefa. Si quieres disfrutar, has de estar atenta, porque para mí, no eres más que un agujero caliente en el que meter la polla para poder vaciar los huevos con el máximo placer posible. Si estás de acuerdo con lo que digo y lo vas a llegar hasta el final, sube detrás. Si no estás segura o no te gusta lo que sientes, márchate. No se lo contare a nadie. Pero si lo haces, será para jugar bajo mis normas.
Ruth me sonrió tímidamente y dando la vuelta, subió a la parte trasera del coche. Cuando lo hizo y cerró la puerta fresa me sorprendió con otra de sus frases. Sus padres la habían enseñado bien y ella quería demostrar que era una sumisa a la altura de las expectativas.
Fresa: Amo ¿tengo su permiso para quitarme la ropa?
Evidentemente, le di permiso y ella se desnudo. Separo las piernas para que le pudiera ver su impoluto coñito. Cuando pase los dedos por su rajita, estaba tan húmeda como aquel día en el trastero y con una ligera presión, entro sin dificultad. La pequeña Marta se contrajo sobre sí misma y gimió. Mire por el espejo retrovisor y la joven Ruth no perdía detalle de la actuación de fresa.
Carlos: Rubita, pasa aquí delante y ponte de rodillas entre las piernas de fresa – le dije ordenando a la pequeña sin ninguna debilidad – quiero ver cómo le comes el coño. Pero antes, desnúdate. Cuando estés a mi lado, no tienes permiso para llevar la ropa puesta. Si estamos en un lugar público, desaparecerás y no me importa donde, pero te quitaras como mínimo las bragas y si usas, el sujetador. Si estamos en un sitio privado, como en una habitación o en mi coche, te desnudaras sin dilación delante de mí. Otra cosa, de aquí en adelante, como ya has escuchado que hace fresa, me llamaras Amo en privado y señor Carlos en público. ¿Lo has entendido todo?
Rubita: Si Amo – Me contesto, roja como un tomate mientras se empezaba a desnudar, dejando al descubierto una rajita prieta, con apenas pelo rubio a su alrededor y unas tetitas pequeñas, pero con un pezón más que interesante en su centro.
Carlos: Otra cosa – le dije mientras veía como se despojaba de su ropa interior – quiero saber exactamente qué experiencia sexual tienes. Es decir, quiero que me digas cuantas pollas te has comido, cuantos coños y cuantas veces y por donde te la han metido.
Rubita: Me han follado tres veces, Amo – dijo mirando al suelo – me desvirgo mi novio hace unos meses y con él lo he hecho dos veces. Además, me lo ha hecho el profesor, que es quien cuenta los resultados. Además me he comido el coño de la compañera de gimnasia y de una de las profesoras, con la que también he hecho un montón de veces “tijeritas”
Carlos: ¿Se te ha follado tu profesora de gimnasia? – le pregunte con una sonrisa perversa
Rubita: Si Amo. Desde hace tres años – Me contesto la coletitas – empezó a ayudarme en la ducha y dándome masajes y poco a poco, fuimos yendo a más y ahora, hacemos tijeras y de tanto en tanto, nos damos la una a la otra con un arnés.
Carlos: ¿Casada?
Rubita: No Amo. Es lesbiana y no tiene pareja
Carlos: Perfecto – Tome nota mental y seguí con el interrogatorio - ¿A tu novio o al profe, les has comido la polla? – La niñata negó con la cabeza – Bien… ¿y te han follado el agujero del culo? – Otra negativa – Perfecto… hoy solucionaremos todo eso.
Fresa: Te va a encantar que te folle el culo el Amo! – Soltó mi ahijada sin que nadie se lo esperara – Al principio, te va a doler, no te digo que no. Te va a parecer que te meten un hierro al rojo por el culo, pero cuando te relajes, veras como mola! Es como si cagaras después de una semana sin poder ir al baño. Además, si me deja el Amo – Me miro y me sonrió – Yo te estaré comiendo el coñito mientras te desvirga, para que te duela menos.
Carlos: Eres una buena perra, fresa. Ahora, ábrete de piernas y deja que tu amiga te coma el coño. Si no está tu Ama, asumirás su papel con tus amigas y por tanto, serás la hembra beta de la manada. La alpha siempre será tu madre.
Fresa hecho el asiento hacia a tras hasta el final de la guía y reclino el respaldo hasta casi estirarse, cosa que aprovecho rubita para saltar por encima, en dirección a los pies de fresa, pero antes de que terminara su recorrido, la agarre por la cintura con el brazo izquierdo y lleve mi mano derecha a su coño. Cuando hundí los dedos lo encontré mojado. No al nivel de fresa, pero si muy húmedo. Empecé a follarla con el índice y el medio y cuando lo hice, la pequeña rubita hecho el culito para afuera y trato de separar las nalgas, en un acto involuntario, para facilitar el trabajo. Aquel chochito joven desprendía un olor dulzón pero fuerte y cuando al cabo de un par de minutos cambie su agujero delantero por el trasero mi dedo índice encontró un ojete musculado, que impedía firmemente su entrada. Retire los dedos y solté una fuerte torta en el culo de la aprendiza que le dejo los dedos marcados
Carlos: relaja el culo, rubita – le dije al tiempo que llevaba el dedo a la boca de fresa, que lo chupo con devoción, cambiando el flujo pastoso de su amiga por su propia saliva – te voy a meter el dedo por el ojete y si lo aprietas, lo único que harás es daño. Fresa, sepárale las nalgas a esta niña. A ti no tengo que decirte que si lo haces mal, recibirás tu castigo ¿Verdad?
Fresa negó con la cabeza y se incorporo inmediatamente, agarrando las nalgas de Ruth y separándolas sin ningún tipo de miramiento, convirtiendo su culo en una raja plana que se extendía desde el clítoris hasta más allá del agujero de culo. Saque el índice de la boca de fresa y lo apoye en el culo de rubita, mirando a fresa. Ella lo entendió a la primera y puso su coño a la altura de la boca de su amiga y cuando le hundí mi dedo sin previo aviso en el ojete, su chillido quedo amortiguado por los labios del coño de mi pequeña ahijada, que apretaba la nuca de su amiga como si quisiera meterla dentro de su pequeña vagina.
Gracias a la lubricación extra que le había metido fresa a mi dedo, pude entrar con relativa facilidad en el recto de rubita hasta el fondo. El hecho que no se lo avisara ayudo, ya que no tenso el ojete y notar el gusto de fresa en la boca, la distrajo, ya que en cuanto paso el primer dolor, empezó a lamer como una perrita sedienta mientras su ojete se acostumbraba a su nuevo visitante. Cuando note que casi no tenia presión en el dedo, empece a tirar de el, poco a poco y cuando casi se lo había sacado volví a metérselo de golpe. La reacción fue menor, así que repetí la acción unas cuantas veces, folladole el ojete con mi dedo. Al cabo de un rato pase el dedo medio por su rajita y la encontré bastante más mojada que la primera vez, así que también se lo metí. Ahora la novata tenía dos dedos metidos en su interior, uno por agujero. Con la ayuda de este segundo apéndice, reemprendí la follada y ahora si empecé a notar como Ruth emitía primero ligeros gemidos que se fueron haciendo más sonoros conforme se acercaba al orgasmo. Y cuanto más cerca estaba de este, mas furiosamente le comía el coño a fresa, que no se lo había quitado de la boca en ningún momento. Agarrando a su amiga por las coletas, las usaba para dirigir el cunnilingus e indicarle donde quería en todo momento la lengua.
Fresa: Ahora usa los dedos zorra – le dijo a su amiga sin previo aviso – métemelos en el coño con la palma hacia arriba… así…bien… ahora doblalos hacia ti… mas… ahí! Justo ahí, golfa! – dijo con un suspiro al alcanzar la zona deseada – ahora follame con los dedos. Vamos… así, golfa… más… oh… ohhhh…. Que bueno!!! – decía Marta mientras ella también se acercaba al orgasmo. Rubita tenía los ojos cerrados mientras mis dedos entraban y salían ya a toda velocidad de sus dos agujeritos. Había escupido un par de veces sobre su ojete y la lubricación extra le había venido de perlas.
Rubita: Ufff ufffff que bueno – decía entre gemidos sin dejar de follar a fresa con los dedos – sigue, que me corro… me voy a correr…
De repente se escucho una fuerte torta en el interior del coche. Fresa había soltado la coleta derecha de rubita y le había pegado una torta que acababa de dejarle los dedos marcados en la mejilla izquierda.
Fresa: ¿Quién te crees que eres para darle órdenes al Amo? – Escupió las palabras mi ahijada. La hostia pillo por sorpresa a su amiga, que se paralizo en el acto. Fresa la miro a los ojos, miro su propio coño y tras mirarla otra vez a los ojos, le solto otra hostia - ¿Quién coño te ha dicho que pares de meterme los dedos? Y lo más importante ¿Quién coño te crees que eres para correrte sin el permiso del Amo? – dijo mientras soltaba una tercera torta.
Me sentí tremendamente orgulloso de fresa. En un momento le había enseñado a Ruth unas cuantas cosas: la primera que ella era una esclava y que su objetivo era obedecer y dar placer a los que estuvieran por encima suyo. La segunda era que sin mi permiso, no se podía correr y la tercera, y no menos importante, era que le había enseñado la escala jerárquica. Y rubita, estaba en el peldaño más bajo.
Rubita, pillada a contrapie, asimilo aquello lo más rápido posible, por miedo a otra hostia de su amiga y empezó a mover los dedos frenéticamente en el interior del coño de fresa. Lo estaba haciendo tan rápido que estaba convirtiendo en una pasta blanca y espesa el flujo de mi ahijada. A mí, que la escena me había excitado tremendamente me apeteció meterle el dedo anular también en el coño a la pajillera y esta se encontró con la mejilla roja, un dedo entrando y saliendo sin piedad de su ojete y dos dedos haciendo lo propio en su coño. Esto, unido al sabor de del coño de su amiga en la boca la puso realmente a mil.
Fresa: ¿Te gusta que te pegue, puta? – le dijo mi ahijada mientras le soltaba otra hostia – Te pone que te pegue en la puta cara ¿Verdad? – Le pregunto mientras le soltó un guantazo que le hizo saltar las gafas - ¿Te gusta el dolor, verdad? – Y mientras le decía eso, le agarro un pezón y se lo retorció sin previo aviso.
Aquello fue demasiado para rubita a quien, ciertamente, le gustaba el dolor. Era lo que se conoce como una masoquista y entre el dolor que le provocaba mi dedo en el culo, las hostias que se acababa de comer de fresa y el tirón en el pezón su coño no resistió mas y se corrió apretando las piernas y sacando el culo para, con las piernas, apretar mi mano en su interior. Marta, cuando se dio cuenta de que su amiga había tenido un orgasmo sin pedir permiso la agarro por los pelos de la nuca y empezó a pegarle hostias en la cara, de derecho y de revés.
Fresa: guarra! Cerda! Puta!!! Te has corrido sin que el Amo te diera permiso para hacerlo! – le chillaba mientras la seguía abofeteando. Por primera vez sonreí para mis adentros y me alegre de la costumbre que tenia de aparcar lo mas lejos posible de las puertas de peatones – te mereces que te dejemos aquí desnuda, para que te violen! Pero con lo cerda que eres seguro que disfrutarías!
Deje que fresa se desfogara un poco con su amiga. Estaba dejándole experimentar el rol e Ama y por lo que veía, la niña tenía madera. Cuando rubita tuvo la cara suficientemente colorada, saque los dedos de su interior. Los examine y confirme lo que me había parecido al principio: el dedo medio y el anular estaban cubiertos de una espesa película viscosa, formada por los flujos de Ruth y por el movimiento de vaivén de mis dedos en el interior de su coño. El dedo índice, sin embargo, tenía una fina capa marrón de suciedad, proveniente del esfínter de rubita. Algo perfectamente normal si se usa ese agujero sin una debida preparación y limpieza previa.
Carlos: fresa. Vale – sin decir más, mi ahijada dejo de golpear a su amiga y me miro atentamente – es hora de que le expliques a rubita que se hace con lo que una ensucia
Fresa: lo que una ensucia, una limpia – repitió casi como un mantra mi ahijada – eso significa, niñata estúpida, que si ensucias al Amo, has de limpiarlo.
Rubita: Yo… eh…
Fresa: no me toques el coño haciéndote la estúpida – le dijo a la vez que le soltaba otra hostia. Cuando se acordó de que yo había dado la orden de parar se quedo blanca y me miro – perdón Amo.
Sin cambiar la expresión de mi cara, mi mano izquierda surco el aire e impacto contra su mejilla derecha, desplazando la cabeza de fresa más de un palmo y removiéndole todo el pelo y proyectándoselo sobre el rostro. Cuando se lo quito de la cara, ve veían mis cinco dedos marcados en su mejilla.
Carlos: Sigue – ordene sin añadir nada mas
Fresa: Si Amo. Gracias por corregir a esta perra estúpida, Amo – dijo usando la formula correcta que le habían enseñado sus padres para agradecer cualquier castigo. Y girándose hacia su amiga le continuo explicando – cuando manches al Amo con alguno de tus flujos, le pedirás permiso para limpiárselo. Si él te lo da usaras tu boca y lo harás con la máxima celeridad posible y tan bien como puedas. El objetivo es que el Amo termine como si no hubieras tenido la indecencia de mancharle ¿Has entendido?
Rubita: S… si… - dijo mirando mis dedos manchados.
Fresa: te aconsejo, como eres medio bollera, que primero limpies el dedo lleno de mierda. Será mejor que lo hagas rápido y bien, tragándotelo todo, porque no se nos permite escupir. Después, limpia el flujo y recréate, porque ese va a ser el gusto que te va a quedar en la boca a menos que el Amo decida darte otra cosa.
Rubita: A… Amo – dijo bajando la vista - ¿puedo limpiarle los dedos?
Carlos: si rubita. Puedes hacerlo – le dije acercándoselos a la boca – cuando termines, harás que se corra fresa y luego, recibirás tu castigo por correrte sin permiso.
Rubita: Gracias Amo.
Y agarrando mi muñeca, se acerco los dedos a la boca. Tal como le había aconsejado fresa, el primero que se metió en la boca fue el índice, lleno de su propia mierda. Lo devoró con velocidad, como quien intenta tomarse una cucharada de jarabe asqueroso solo para que le desaparezca la tos. Lo hizo bien, a conciencia, pero no pudo reprimir algunas arcadas que le produjo el sabor de su propia mierda. Cuando termino, paso al medio y después, al anular. Con estos dos la situación fue diferente. El gusto que le proporcionaban era agradable, como un buen queso de sabor fuerte y aromático. Al cabo de unos minutos, mis dedos estaban como si jamás se hubieran introducido en ninguno de sus orificios.
Carlos: bien rubita. Has hecho un buen trabajo. Veo que has chupado unos cuantos dedos – y abriendo la puerta del copiloto dije – ahora toca que se corra fresa. Las dos abajo.
En un par de segundos, las dos niñatas estaban fuera del coche, totalmente desnudas, a excepción de sus medias y sus zapatos del uniforme. De la guantera saque un trozo de tela, de los que uso para limpiar el coche e hice sentar a rubita encima. Hubiera podido hacer que se sentara en el suelo, pero quería que conservara su culo lo más limpio posible para lo que vendría después.
Carlos: Muy bien, fresa; ponte a horcajadas sobre su cara. Quiero que su nariz huela tu chocho y su lengua excite tu clítoris mientras te mete los dedos como le hice yo a ella – le explique a mi ahijada. Y dirigiéndome a la novata le dije - ¿Podrás hacerlo, pequeña imbécil? ¿O tendré que buscar un castigo para ti?
Rubita: Lo hare bien, Amo
Carlos: Perfecto. Pues chúpate los dedos y méteselos a fresa. Dos por agujero. Ella es mucho más experta que tu, inútil -Y dándole una colleja, me dispuse a ver como se corría mi ahijada.
Siempre tengo la costumbre de aparcar lo más cerca de una esquina posible y de espalda a la pared. Es una forma de tener el coche controlado y en caso de presentarse un plan, poder usar la puerta abierta, entre el coche y la pared para bloquear la visión de posibles mirones indeseados. Ahora mismo, la puerta de mi vehículo estaba bloqueando la visión de cómo una niñata rubia estaba trabajándole los agujeros a una ligeramente mayor que ella, mientras le lamia el clítoris como si fuera un delicioso helado. Tras un par de minutos, fresa empezó a suspirar, momento que aproveche para sacar el teléfono móvil y hacerles un video a las dos. Me gusta tener pruebas graficas de mis folladas y con ellas no iba a ser diferente. Cuando Marta vio encenderse el flash, saludo a la cámara y aprovecho para saludar a papa y mama, que sabe que lo iban a ver. La pequeña rubita se puso otra vez roja, pero siguió triturando los agujeros de fresa a conciencia. Sabía que si no lo hacía bien, se llevaría un castigo. Poco después llego lo inevitable
Fresa: Amo… permiso para correrme
Carlos: No fresa, no tienes permiso. Aguanta. Quiero que esta pequeña inútil vea como se aguanta un orgasmo
Fresa: gracias por usarme como ejemplo Amo – dijo entre suspiros
Carlos: y tu, inútil: mas rápido – le dije mientras le soltaba otra colleja – si consigues que fresa se corra en contra de su voluntad, seré más indulgente con el castigo
Ruth acelero el ritmo. No tenía ni idea en que consistía el castigo, pero intuía que iba a estar a la altura de la falta. Y correrse sin permiso, era algo grave. Cuando se le empezó a cansar el brazo, agarro la muñeca en la otra mano y aguanto la velocidad de la follada. Marta me miraba con cara de suplica. Tenía muchísimas ganas de correrse y hacer que aguantara el orgasmo para ella era un suplicio. Su carita de niña reflejaba la concentración y el dolor de alguien que está en la cuerda floja y hace equilibrios para no caer.
Carlos: imbécil: tienes un minuto para hacer que se corra fresa. Si no lo consigues, el castigo será el previsto
Ruth, en un último intento por hacer que su amiga se corriera, se aplico en usar toda su experiencia con la lengua para trabajar el hipersensible clítoris de Marta y si hubiera tenido quince segundo mas, estaba seguro que lo habría conseguido, pero el reloj era inexorable y con un “PIB PIB” anuncio que había pasado el minuto.
Carlos: ha pasado el tiempo, inútil. Sácale los dedos del coño y pon la boca, pero no dejes de darle por el culo con los otros dos – en cuanto Ruth cumplió la orden, mire a los ojos a fresa y le dije – córrete.
Mi ahijada, libre del impedimento de mi orden, agarro la cabeza de su amiga y apretándola contra su coño, se pego en la boca de la novata una de sus húmedas corridas. Durante mas de un minuto estuvo soltando los flujos retenidos en el interior de su coño. Y durante ese largo minuto, rubita estuvo tragando todo el flujo que pudo. Evidentemente, fue imposible tragarlo todo. Cuando fresa estaba terminando con sus convulsione me miro y apretando las fracciones me dijo “Amo, puedo…”. Asentí con la cabeza. Sabía que me quería pedir y no veía porque se lo tenía que negar ya que a la que tenia entre las piernas era una inferior a ella, así que con mi permiso, fresa se pego otro largo minuto meándose en la boca de su amiga. Vaciando la vejiga dejando bien claro quién mandaba allí. Para mi satisfacción, rubita también aguanto estoicamente y se trago la mayor parte de la meada de Marta. Cuando termino, fresa se incorporo y se agarro al coche.
Fresa: madre mía, Amo! – Dijo con una sonrisa que dejaba ver todos sus dientes blancos – que corrida me he pegado!
Carlos: ¿Te gusta cómo te ha comido el coño la inútil de rubita, fresa? – le pregunte mientras le besaba en los morros
Fresa: es brutal! Lo hace mucho mejor que la Ama! Me encantaría que me lo comiera a diario.
Carlos: Rubita – le pregunte mientras la miraba. Tenía la frente empapada de flujo, sudor y meada - ¿Te gusta comerle el coño a fresa?
Rubita: Si Amo - me dijo con una sonrisa – tiene un coñito dulce. Es como una golosina
Carlos: perfecto – dije yo – pues a partir de mañana, cuando salgáis al recreo, iréis al baño y después de que mee fresa, le comerás el coño hasta que se corra. A diario me mandareis un video y fotos de cómo evolucionáis ambas. Así se lo mantendrás limpio ¿Habéis entendido?
Fresa y rubita: Si Amo
Carlos: Perfecto. Ahora, rubita, ponte en pie y agárrate los tobillos, quiero que lleves tu nariz lo más cerca que puedas de tus rodillas - Al momento la joven gimnasta cumplió la orden. Y tal como esperaba, llevo su orejas más allá de las rodillas. En aquella postura, sus dos agujeros quedaban perfectamente a la vista – fresa, prepárale el culo para mí
Marta, sin ningún tipo de reparo, empezó a lamer el culo a su amiga pese a que después de la follada que le había pegado con los dedos, tenía todavía restos de mierda en la zona cercana al ano. Cuando la zona circundante estaba limpia y húmeda, empezó a jugar con la lengua en su ano y al cabo de un momento, ya se la estaba metiendo como si fuera una pequeña polla mientras que con un par de dedos, la masturbaba. Al cabo de unos minutos, la gimnasta estaba gimiendo otra vez.
Carlos: Fresa, pon a esa inútil de rodillas y enséñale como se ha de comer la polla de un Amo – le dije mientras la agarraba por el cabello y le daba la vuelta, dirigiéndola hacia mi polla babeante, que había sacado mientras mi ahijada se dedicaba al agujero marrón de su amiga. Inmediatamente fresa agarro del pelo a Ruth y de un tirón, la puso a su lado.
Fresa: Mira, imbécil – le dijo mientras señalaba mi polla con un dedo – este es el rabo del Amo. Esto es tu prioridad máxima. Darle placer como, cuando y donde él te diga es tu objetivo en la vida. No importa si estas en privado, en público o incluso con tus padres delante. Si el Amo te ordena que se la comas, lo harás. Te comerás su polla o aquella que él ordene. Y quien dice polla, dice coño, culo o pies. La desobediencia se castiga de forma inmediata y sebera. Y la negligencia, también ¿Te enteras?
Rubita: Lo entiendo, fresa
Fresa: ahora, abre la boca. El Amo quiere usarte y me ordenado que te enseñe, así que estate atenta, porque si fallas, te daré una paliza – instruyo mi ahijada a su amiga – Al Amo le gusta que empiecen lamiéndole los huevos mientras le acaricias la polla. Así… - Y enseñando con el ejemplo, fresa empezó a lamerme los cojones, como si fuera una perrita disfrutando de su comida más sabrosa. Daba pasadas largas, que empezaban en mi ojete y terminaban en la punta de mi capullo mientras acariciaba mi polla y me masturbaba suavemente - ¿Has visto, Inútil? Pues ahora tu.
Rubita tomo el lugar de fresa e intento imitarla, pero se notaba que era totalmente inexperta, así que después de un par de minutos de margen, le ordene que abriera la boca y la agarre por la nuca con la mano izquierda y la mandíbula con la derecha.
Carlos: Relaja la garganta – le dije a la novata, que me miraba de rodillas con carita de susto.
Lo primero que hice fue tomar la medida de su garganta así que empuje suavemente la polla hasta que hice tope con mi capullo en su garganta. Apenas entraba la mitad de mi polla en aquella boca inexperta. Aquello prometía ser muy divertido. Empecé a apretar contra su garganta y la punta de mi polla presiono su campanilla. Los ojos de la pequeña empezaron a llorar por la presión ejercida por mi polla y cuando note que iba a ser imposible meterla más tire del pelo de su nuca y abrí su garganta. Volví a apretar y cuando mis huevos chocaron contra su barbilla tuve la seguridad que casi toda su garganta estaba ocupada por mis 20 cm de rabo. Lo deje ahí unos segundos, disfrutando de aquella presión en la punta de la polla. Cuando vi que la cría empezaba a necesitar aire, tire de mi polla, dejando libre parte de la garganta para que pudiera respirar y cuando dio una fuerte inspiración, se la volví a meter hasta los cojones, provocándole otra vez una asfixia por obstrucción. Repetí la operación cada vez más rápido y al cabo de un par de minutos le estaba follando la boca como si fuera un coño con dientes.
Carlos: fresa, azótale el culo a esta imbécil – le ordene a mi ahijada – por cada hostia que no apriete su garganta contra mi capullo, mañana llevaras una pinza en los labios del coño – Sabia perfectamente que ese era un castigo duro para fresa, ya que su padre lo usaba cuando tenía que disciplinarla.
Mi ahijada es una chica lista y sabia que si le daba con la mano, se terminaría haciendo daño, así que me pidió permiso para sacarme el cinturón y evidentemente, se lo di. Adoro la improvisación y fresa tenía una mente despierta. Tras retirarme el cinturón, soltó un primer correazo sobre el culo de rubita. El trallazo fue tímido, casi con miedo. Mi bofetada alcanzo la mejilla de fresa sin que la viniera venir y casi la hace caer.
Carlos: fresa, dije que la azotaras, no que la acariciaras! – le dije con voz grave – ya tienes una pinza en el coño mañana. Y será en el clítoris, durante una hora – la cara de mi ahijada era de terror – vuelve a hacerlo y no te la podrás quitar en todo el día.
Fresa levanto el cinturón, doblado por la mitad y descargo un potente golpe que pillo la nalga derecha de rubita. Cuando quiso chillar, su garganta se dilato y alojo totalmente mi polla otra vez, quedando su chillido ahogado por el tamaño de mi rabo.
Carlos: Mucho mejor, fresa. Otra vez. Ahora, en la otra nalga – fresa soltó un potente golpe, ahora en su nalga izquierda, provocando la misma reacción en Ruth – Muy bien. Le has pillado el truco. Quiero hacer un experimento… sigue golpeándola alternativamente en el culo y cuando yo te lo diga, metele tres dedos a fondo en el coño.
Fresa: Si, Amo.
Mi ahijada empezó a castigarle el culo a su amiga… seis… siete… ocho… y cuando termino de caer el noveno acote en su blanco culo, fresa abrió mucho los ojos y movio los labios como si quisiera hablar. Saque la polla de su boca y casi sin aliento dijo
Rubita: Pe… perrmiso para,,, para correrme A… Amo!!!
Carlos: Ahora si tienes permiso, zorra inútil – le dije mientras le soltaba una torna en plena cara – Fresa, quiero un azote lo más fuerte que puedas y luego métele los dedos a fondo en el coño a esta niñata.
Fresa le dio con toda su fuerza a rubita y cuando el cinturón mordió sus maltrechas nalgas, la pobre estudiante no pudo contener un orgasmo diferente a todos los que había experimentado en su corta vida. Una sensación que nació en la nalga, subió por su espina dorsal, sacudió su cerebro y volvió a bajar hasta que pareció que le explotara el coño. Que yo le estuviera follando la garganta sin piedad, lo que la hacía babear, moquear y llorar, no le importaba ahora. Su cuerpo era puro orgasmo y cuando fresa le metió los dedos en el coño fue como si conectara el polo positivo en su coño, cerrando el contacto y agarrotando todo su cuerpo, que disfruto de un orgasmo de pies a cabeza
Fresa: Hostia puta, Amo – Dijo sorprendida – no se corre como yo, pero su coño se ha abierto tanto que me podría entrar la mano!
Carlos: Hazlo! – Le ordene sin pensar
Marta apretó y, tal como había dicho, le entro todo el puño en el pequeño coño de rubita, que al notarse llena se volvió a tensar y empezó a convulsionar de placer. Si no la hubiera tenido agarrada por la cabeza, hubiera caído al suelo y allí se habría quedado mientras unos espasmos incontrolables se apoderaban de su cuerpo. Durante más de un minuto rubita estuvo convulsionando con mi rabo metido hasta el fondo de su garganta y el puño de fresa en su coño. Cuando el orgasmo remitió, parecía una muñeca de trapo, sin ningún apoyo rígido en el cuerpo. Manteniéndola agarrada por la cabeza, ordene a fresa que abriera el maletero y cuando estuvo dispuesto, agarre a la rubita por la cintura y elevándola en el aire, la lleve hasta atrás, dejado descansar su panza sobre una bolsa de gimnasio que llevaba detrás, con el culo en pompa.
Carlos: fresa, sube al coche y abre las piernas. Quiero que rubita tenga algo en la boca cuando le parta el culo – Marta cumplió al momento y subió al despejado maletero de mi coche. Luego se abrió de patas – Quiero que saques tu móvil y graves todo lo que va a pasar. Luego harás un grupo con las participantes y decidiremos que enviar
Fresa saco su teléfono y empezó a grabar. Yo puse el mío en uno de los múltiples puntos que tenía estudiados del maletero e inicie la grabación. No era la primera vez que me follaba a alguna en esa postura y tampoco sería la última. Agarre a rubita por las caderas y la recoloque para que su culo quedara expuesto y su boca descansara sobre el coño de fresa. Mi aprendiz había hecho un trabajo excelente con el cinturón: se veían claramente los trallazos y las marcas rojas, muchas con puntos de sangre. Aquello iba a perdurar unos días en las nalgas de rubita y siendo una masoquista como habíamos descubierto, cada vez que se sentara, el dolor que le provocaría, haría que se mojara.
Su coño babeaba después de las abundantes corridas que se había pegado y sin llegar a hacer squirt como fresa, estaba totalmente empapada. Cuando le metí tres dedos sin piedad para ver como estaba, escuche un débil gemido de su propietaria, pero ni siquiera se movió.
Carlos: ¿Te gusta el dolor, eh, cerda?
Rubita: Hmmmmmmm s…. si, Amo
Carlos: Vamos a ser buenos amigos tu y yo – le dije a la niñata mientras le daba una palmada en su nalga izquierda, mientras empezaba a follarle el higo con los dedos que tenia dentro
Para cualquier otra cria de su edad y con su estructura corporal, aquello habría sido una tortura, pero la masoquista de rubita estaba encajándolo como si fuera un premio. Una baba blanca y viscosa me bajaba por la muñeca y empapaba parte de mi antebrazo. Aquella niñata ni se movía porque fresa estaba usando su cara para frotarse el coño y masturbarse con ella. Minutos después de esta potente follada con la mano la zorrita empezó a correrse y percibí a lo que se había referido fresa: el coño de rubita se dilato, ejerciendo menos presión sobre mis dedos, así que aproveche y juntando las cinco puntas de mis dedos, los introduje de golpe hasta que mis nudillos tocaron sus labios. Rubita empezó otra vez a convulsionar en uno de sus orgasmos masoquistas, producidos por aquella mezcla de placer, dolor y humillación a la que se la sometía.
La lengua de la pequeña bastarda empezó a moverse frenéticamente en el coño de fresa y esta, que no desperdiciaba nunca una oportunidad para correrse, después de pedirme permiso, lo hizo en la cara de su amiga, empapándosela con un potente squirt mientras le soltaba un par de tortas y le decía que era su puta perra.
Tras el orgasmo de ambas, fresa se echo para atrás y se apoyo en el respaldo del asiento trasero mientras que rubita quedaba tendida sobre la bolsa de deporte. Si antes parecía una muñequita de trapo, ahora tenía la misma voluntad que una bayeta para limpiar tapicerías.
Cuando estaba separando las nalgas de rubita para desvirgarle el culo, sono el teléfono de fresa y por tanto, dejo de gravar la escena, así que me pare y espere.
Fresa: Hola Amo Marcos – Respondió a la llamada de su padre – Si, ya me ha recogido el Amo Carlos… Si… Si señor, estamos en el aparcamiento, con Ruth… Si Señor. El Amo la esta iniciando… Si Señor – Y me paso el teléfono
Marcos (Por teléfono): Joder tio! ¿Te estás follando a la rubita chiquitina?
Carlos: Pues si. De hecho, estaba a punto de desvirgarle el ojete en este mismo momento, pero se me ocurre… - dije mirando a fresa y sonriendo - ¿Tienes el teléfono de sus padres?
Marcos: No me digas mas – y colgó
Yo tenia la polla babeando, justo sobre el ojete virgen de rubita, lista para partirla por la mitad incluso antes de follarle el coño, pero aquella llamada hizo que cambiara los planes. Le dije a fresa que se levantara y le explique que tenia que hacer y como tenia que gravar el video.
Diez minutos después, me volvió a llamar Marcos, diciéndome que había hablado con la madre de Ruth y que le había contado que tenían que hacer un trabajo las dos niñas y que por lo tanto, iba a venir a casa a hacerlo y que como posiblemente se alargaría, se quedaría a cenar en casa. Después de despedirme y decirle que íbamos para allí, que nos esperara en su aparcamiento, hice subir a las dos colegialas y nos dirigimos hacia el apartamento de mi compadre.
Cuando volvimos a la calle, las dos niñas estaban en el asiento de atrás, comiéndose las bocas y jugando con sus coños. Cuando el teléfono de Ruth se engancho a un repetidos de 4G, el grupo que acababa de crear fresa, con las amigas del instituto que participaban en la fiesta, llamado “vamos a pillar” recibió un video donde se veía a Ruth recibiendo polla por el coño a una velocidad elevada y mientras ella miraba a cámara y decía “chicas, ya tengo el primer punto”. Después el plano se centraba en su culo, mostrando sus nalgas maltratadas mientras mi polla seguía taladrándola sin piedad. Luego se cortaba sin que apareciera otra cara más que la de la niñata que había enviado el video al grupo, todavía manchada de flujo y orín.