Desconocidos.

Este relato contiene dominación y otras prácticas, pero sin duda creo que debe estar dentro de esta categoría.

Sus manos me sujetaron la boca para que no pudiera gritar mientras buscaba algo para amordazarme. Yo opuse resistencia, intente escurrirme pero lo único que conseguí fue que me dijese al oído:

  • Que te muevas así hace que tenga mas ganas de follarte.

Su voz era un susurro profundo, casi un gemido. Tenía ganas, lo pude notar desde el momento en que muestro ojos se cruzaron en aquel bar.

Un sábado normal en los bares de siempre, en la ciudad de siempre, un chico diferente.

Aquellos ojos se clavaron en mi cuando sonó a todo volumen "Toro" y no pude mas que darlo todo en la pista. Esa canción saca lo peor de mi.

Note que una mano me sujetaba la cintura y al volverme vi esos ojos. Justo ahí, lo supe.

  • Te invito a una copa.

No pregunto y eso, tengo que reconocer, que me gusto. Me arrastró a la barra y pido dos Gintonics. Jamás he bebido Gin no me gustan, pero aquel me supo a gloria.

  • Como te llamas niña?

  • Anni, y tu, niño?- Dije, con cierta sorna.

  • Fran.

No dijo nada mas, simplemente me dio dos besos tan cerca de la boca que pude notar su aliento.

  • Sigue bailando como los ángeles para mi, te espero aquí con otra copa.

Sus palabras eran puro sexo, que estaba pasando? Como podía tener ese poder sobre mi?

Lo mire a los ojos, me bebí el resto del gin de un trago y di la vuelta sobre mis talones, ofreciéndole la mejor versión de mi trasero.

Bailé como si no hubiera mañana, echándole de vez en cuando una mirada para que viera lo que se estaba perdiendo allí solo en la barra.

Durante un instante lo perdí de vista y sentí una punzada de tristeza. Mierda, se había terminado aquel juego.

Fui al baño a lavarme un poco la cara y recomponerme de mi decepción. Aquel extraño me había puesto tan caliente...

Me mire al espejo y me pregunte mil veces que estaba haciendo, porque había reaccionado de esa manera. No obtuve contestación alguna, así que me propuse volver a la pista y buscar a mis amigas.

Cuando salí del baño me agarró del brazo y me metió en un cubículo del baño empujandome contra la puerta.

  • Donde te habías metido? No se te puede dejar sola....

Se acercó tanto a mi que para poder respirar tenía que moverlo a el también.

Joder, como me estaba poniendo, y apenas me tocaba, sus manos estaba contra la puerta a ambos lados de mi cabeza bloqueando el paso y su pierna derecha separaba un poco las mías. Que dulce trampa.

  • Buscandote - Dije.

  • Aquí me tienes.

Dijo mientras su boca se abalanzaba contra mi. Note su lengua invadiendo mi boca, sus manos continuaban sin tocarme y aquello me volvía realmente loca.

Quise posar las mías en su cuello para acercarlo aun mas a mi, pero el cogió mis muñecas y las sujeto con fuerza.

Me separe un poco de el y le dije:

  • Vámonos de aquí.

No hizo falta nada mas, a trompicones salimos del bar y buscamos un taxi.

Cuando nos sentamos dentro lo mire fijamente a los ojos y le dije:

  • Mi casa es algo especial. Si quieres huir cuando lo veas, la puerta esta abierta.

  • Callate y ven aquí.

Dijo mientras me arrastraba hacia el. Nuestras lenguas se volvieron a encontrar,  y por primera vez, sus manos se pusieron en mi cuerpo.

Cuando se pasearon por mi culo, se separo un poco de mi y me susurro con voz perversa:

  • No llevas ropa interior.

  • Nunca - Dije yo mordiéndome descaradamente el labio.

Sus ojos chispearon, yo gemí levemente y sin darnos cuenta estábamos en la puerta de mi casa.

Tengo que reconocer que fue el viaje en ascensor mas divertido de mi vida. Cuando se abrió la puerta me empujo dentro y me levanto hasta que mis piernas rodearon su cintura.

Note sus manos por debajo de mi vestido, tocando descaradamente mi culo. También note lo duro que estaba y la cremallera de su pantalón, directamente sobre mi húmedo sexo.

Me retorcí deliciosamente mientras el me decía al oído:

  • MMmmm esto es lo mejor que puedes darme

Le empuje contra las puertas mientras se abría y nos quedamos durante un momento delante de mi puerta.

  • Dame un minuto y veras todo lo que soy capaz de darte.

Me miro con esos ojos de " voyafollartehastaquemepidasquepare" y lo deje allí mientras yo me adentraba en mi cueva.

Llegados a este punto tengo que confesar que en la oscuridad de mi casa me gusta que me aten, que me azoten y que me humillen un poco, me gusta sentirme un poco puta. Lo se, no es lo que mi aspecto de chica dulce y recatada fan de The Beatles dice de mi, pero es lo que soy.

Poseo una colección fantástica de  ropa de látex, sabanas y látigos que utilizo siempre que puedo. Aborrezco el misionero y las caricias preliminares. Así pues dicho esto, puedo continuar la historia.

Entre en mi habitación y rápidamente extendí la sabana de látex, le puse un poco de aceite que siempre tengo guardado en la mesita y deje entreabierto mi cajón de la perversión, no quería que el chico se asustara rápido, parecía del tipo dominante que me gusta, pero la gente es poco abierta en cuanto a esto, el sexo con amor y bonito.

Encendí la luz roja que tengo en el cabezal, y saque dos lazos de raso negro. Me despoje de toda mi ropa y me dirigí a la puerta. Entreabrí y le dije :

  • Pasa, recuerda que te puedes marchar cuando quieras.

Sus ojos tardaron unos segundos en acostumbrarse a la luz roja y a mi cuerpo totalmente desnudo. Cuando lo hizo me miro fijamente y dijo:

  • No esperaba menos de ti.

Al tiempo que se abalanzaba sobre mi inmovilizándome contra la puerta.

Me sostenía las manos en la espada con una mano, y con la otra me tapaba la boca. Llegamos a mi habitación mientras me empujaba hacia la cama.

Me quede mirándole mientras se quitaba la camiseta y desabrochaba el botón de sus tejanos.

Dios mío, aquel hombre tenía un cuerpo de infarto!

Bajo aquella luz roja vi directamente y por primera vez al tipo que estaba apunto de someterme. Moreno, de ojos castaños, con una barba que decía, no me importa mi aspecto pero dedico mas del que crees. Si, era endemoniadamente sexy, y hoy, era mío.

Baje mis mirada por su pecho desnudo y vi aquella erección imponente asomando por el pantalón.

Oh dios mío! Me moría de ganas por chuparsela. Esta es otra de mis perversiones. Me encanta el sexo oral.

Intente acercarme a su pantalón, pero el me dio una bofetada ( no muy fuerte, me gusta duro, pero no violento) y me dijo:

  • Veo lo que te gusta, así que hoy mando yo, cada vez que hagas algo que no me guste te daré, cada vez mas fuerte y solo parare si me lo pides expresamente. Entendido?

Asentí.

  • Entendido? - Grito a la vez que me volvía a golpear.

  • Si, señor.

  • Eso me gusta mas, ahora, zorra, sientate sobre tus rodillas y mirame.

Y así lo hice, me senté y lo mire y pude ver como me ataba el lazo a una muñeca y otra a la otra mano. Después me tumbo sobre la cama, y ato los lazos a unos ganchos estratégicamente colocados y tiro de ellos hasta que mis brazos quedaron inmóviles en alto.

Se desnudo frente a mi y pude verlo solo un segundo antes de que me tapara los ojos.

Sentí los filamentos del látigo sobre mis pezones, rozando. Bien, había encontrado mi cajón de la perversión.

Me estremecí de pensarlo y deje escapar un gemido. Entonces empezó, note un latigazo contra mi pecho y como toda mi sangre se acumulaba en las zonas donde me había golpeado.

  • No hables ni hagas ningún ruido hasta que yo te lo diga.

Dijo, mientras me pellizcaba los pezones. Me costo mucho reprimir mis gemidos.

Note sus manos paseándose por mi cuerpo. Untandome en aceite que hacia que mi cuerpo resbalase al contacto con el látex.

De repente se separo de mi y me desato las manos para atarmelas a la espalda. Me puso de rodillas sobre la cama y agarro mi pelo, forzándome ha abrir la boca y metiéndome toda su polla dentro.

No me pude resistir y gemí. Un azote fuerte golpeo mi culo.

Joder, sabia lo que se hacia.

Me agarro del pelo y me la metió hasta dentro de la boca, entera. Aquello me volvía loca, jugaba con mi legua por su polla increíblemente dura mientras entraba y salía salvajemente.

Paro de repente y se separo de mi, dejandome jadeante y tan húmeda que empezaba a chorrear por los muslos.

De un tirón me tumbo boca abajo en la cama a la vez que levantaba mi cadera para dejarme con el culo hacia arriba.

Estaba totalmente expuesta a el.

Note como dejaba caer aceite por mi culo, a la vez que me golpeaba el clítoris con una fusta.

Dios mío! Aquello era increíble! Justo cuando estaba apunto de correrme paro! Gemí muy fuerte! Y el me azoto aun mas fuerte en el trasero, aquel golpe me dejaría marca y me dolería durante unos días. Me encantaba.

Mientras me retorcía de dolor y placer por aquel ultimo golpe me embistió y note su polla durisima partiéndome por la mitad, mientras con el pulgar comenzaba a masajearme el culo.

Lo quería allí también.

II

Paro en seco y salió de mi y yo gemí y le grite que no parara, el simplemente me azoto mas fuerte.

Me dio la vuelta y ato mis muñecas a mis tobillos dejandome otra vez totalmente expuesta. Durante unos segundos no hizo nada y solo podía escuchar como  rebuscaba en el cajón hasta que finalmente lo oí dejar unos objetos en la mesita de noche. Me arrastro hacia el borde de la cama. Note su cuerpo cerca del mío y de repente algo muy caliente caer sobre mis pezones! Oh dios! Había encontrado las velas! Se trata de un invento fantástico, unas velas que si después de hacer que la cera caiga sobre el cuerpo la masajes se convierten en aceite!   Imagina! Después de cada golpe de calor contra mis pezones, mi vientre y casi cada rincón de mi cuerpo el me masajeaba y frotaba hasta que se desasía. La combinación de los aceites hacia que todo mi cuerpo estuviera brillante y resbaladizo.

  • Para un momento. - le dije.

  • Como? - Dijo el un poco sorprendido.

  • Que pares un momento, es hora de añadir algo mas, desatame y quitame la venda de los ojos.

Lo hizo sin rechistar y yo simplemente salí de la habitación sin mirarlo. Fui a la habitación de al lado y me puse mis mejores  tacones. Me siento sexy follando con unos buenos tacones.

Volví y abrí la puerta despacio, dándole tiempo para que me viera y yo tomando un tiempo para verlo a el. Aquella mirada que me follaba en el bar cuando aun no nos habíamos tocado seguía allí. Me acerque a el, despacio, muy despacio. Se acerco al borde de la cama y yo puse mis manos a ambos lados de su cara y lo bese, suave, lago y muy muy húmedo. Aquel beso era mi manera de darle las gracias por no huir.

Me separe de el y nos miramos durante unos segundos. Después de aquello me volvió a atar, esta vez con calma, besando cada parte de mi cuerpo antes de atarla.

Mis manos quedaron suspendidas otra vez en alto y mis piernas separadas por una barra que unía los tobillos y me impedía de cualquier manera cerrar las piernas. Estaba de rodillas, inmóvil y dándole la espalda.

Paso su lengua por mi cuello y me mordió, fuerte. Note sus dientes marcándose en mi piel, aquello solo lo podría ocultar con un pañuelo.

Su cuerpo se pego al mío desde atrás mientras tiraba del lazo y hacia que me estirara mas y mas.

Lo notaba durisimo y me moría de ganas de que me follara.

Volví un poco la cabeza para que nuestras bocas se encontraran y le dije:

  • Follame.

Me empujo hacia delante y sin decir nada mas me folló el culo, salvaje, duro. Increíble. Cuando pensé que no podría soportar mucho note como cogía algo de la mesita e introducía en aquella maravillosa tortura un dildo metálico que tengo. Aquello no podía ser mas increíble, en medio de brutales envestidas y azotes que hacían que mi culo estuviera terriblemente rojo y dolorido, me corrí como nunca antes.

Pero el no paro, simplemente me dio la vuelta tirando de los lazos y cogiéndome del pelo me folló la boca de una manera tan salvaje que me volví a correr sin que me tocara siquiera.

Mientras yo seguí chupandolo, jugando con mi lengua por toda su polla, metiendomela hasta el fondo toda entera en mi boca, mientras lo miraba a los ojos y le pedía que se corriera encima de mi.

Y así fue, se corrió tan brutalmente que quede toda llena de su leche. Oírlo gemir así y correrse así para mi me hizo querer mas.

Nos derrumbamos exhaustos en la cama y mirandolo a los ojos le dije:

  • Te apetece que nos bañemos?

Me miro con esos chispeantes que me habían llevado hasta aquí y me dijo:

  • Claro que si pelirroja traviesa.