Desconocida conocida

De cómo me vi a solas en el taller con una desconocida y las fantasías sexuales se adueñaron de nuestras voluntades.

Mi amigo Fran y yo habíamos estado trabajando en la nave industrial de Luis durante varios meses. Parte de la nave estaba ocupada por muebles que Luis almacenaba para su venta, pero la verdad es que andaba ocupado con otros asuntos, y por la nave no había aparecido en ningún momento en todo aquel tiempo.

Un día en que había quedado con Fran para trabajar un rato en nuestro proyecto llegué antes que él y me encontré a una jovencita sentada en una motocicleta frente a la puerta de la nave. No hay mucho más por allí aparte de la nave de Luis, una tienda de colchones y el supermercado Lidl, así que pensé que estaba esperando a alguien.

Fran tardaba más de lo normal, por lo que aparqué frente a la moto de la chica y sin salir del coche llamé a mi socio para ver qué le retrasaba. Me dijo que estaba en su casa esperando a una amiga que le iba a llevar no sé qué, y que estaba ya cansado de esperar y se iba a marchar en cualquier momento. Visto lo cual, salí del coche, pasé entre este y la chica sentada en la moto y saqué las llaves para abrir la nave. Pensaba esperar a Fran dentro mientras echaba un cigarrillo.

La chica pareció algo sorprendida y me preguntó: "¿Ah, pero tú vienes aquí también?"

Yo asentí, y le pregunté si conocía a Luis. Me dijo que había quedado con él, pero que como siempre, ya llegaba tarde.

Por supuesto, noté su agradable y dulce acento italiano. Además, aproveché que se dirigiera a mí, para mirarla con más detalle y evaluarla a nivel sexual, tal y como siempre hacemos los hombres ante una nueva conocida.

Morena, de unos 23 años, de cara aniñada y melena corta rizada, probablemente teñida, de un color rojizo. Ojos grandes y negros, con una mirada directa e inquisitiva pero sin dejar de ser tierna y dulce como la de un bebé. Caderas anchas, pero proporcionadas y pecho algo pequeño aunque resaltado por una cintura llamativamente delgada. Bonita y sensual, sin duda.

Pareció algo tímida, más que yo. No obstante, siguió hablando con gran fluidez en español y con ese acento tan sonoro y agradable. Luis no aparecía y no le contestaba al móvil.

La invité a pasar y a esperarle dentro de la nave si le apetecía.

Sin tiempo para contestarme, sonó mi móvil. Era Fran que no podría venir. Su amiga le requería para no sé qué asunto y esa tarde estaría ocupado. Yo ya podía imaginarme el tipo de asunto que le tendría tan ocupado, pero bueno, Fran trabajaba duro y por una vez que se diera una alegría, no tenía yo derecho a amargarle la tarde. Le dije que no pasaba nada y que ya adelantaría yo el trabajo tanto como pudiera.

Colgué el teléfono y volví a prestar atención a la bella italiana. Insistí en que pasara y que se fumara un cigarro conmigo mientras esperaba a Luis.

Se puso algo nerviosa y volvió a mostrar su timidez con colores que encendieron ligeramente su rostro y le hicieron parecer aún más niña. Con rápidos y nerviosos movimientos guardó el casco y colocó el candado a la moto. Pasó al interior de la nave y yo coloqué la tranca que asegura la puerta tal y como hacemos siempre que trabajamos en el interior. Así nadie puede entrar mientras estamos por el fondo del almacén.

Sin duda era una situación muy inusual. Estaba junto a una atractiva desconocida en un lugar cerrado y sin que nadie nos pudiera molestar. Toda una inspiración para las fantasías de un hambriento sexual, como es mi caso.

Ante esta situación, y aunque ambos intentábamos disimular y hacer parecer todo como muy normal, los nervios eran también evidentes. Me presenté y ella me dijo su nombre: Katrina.

La chica no paraba de hablar intentando aparentar tranquilidad, pero no me quitaba los ojos de encima y reaccionaba de forma precipitada ante mis preguntas o comentarios. Me estaba contando que iba a ayudar a Luis a clasificar los muebles del almacén y a organizar su venta y tal y cual.

"Este sitio está muy abandonado" le dije yo. "Ya hacía falta una mano femenina que pusiera algo de orden".

"Haré lo que pueda", dijo Katrina. "El trabajo no me asusta, pero lo primero será limpiar todo este polvo. ¿Dónde puedo cambiarme de ropa?".

Me quedé un poco sorprendido. Refrené por un instante mi galopante imaginación y le contesté que no había ningún vestuario, y que los servicios del fondo estaban totalmente oscuros y sin electricidad, además de que olían horrible por la falta de agua corriente. La única alternativa era el cuarto donde estábamos los dos, pero que yo podría volverme para no mirar.

"Entonces, tengo que confiar en ti, pero no te conozco de nada..."

Es difícil describir el tono de voz que usó Katrina, pero sí sé que mi corazón comenzó a latir mucho más deprisa y que me subió un calor a la cara que casi me produjo mareos. Ahora, mi mente se disparaba de forma incontrolada y mi boca se quedó seca en un instante.

"Confía en mí, te prometo que no solo miraré, sino que no me perderé ningún detalle. Además, si quieres, te ayudaré a quitarte lo que llevar puesto ahora. Lo único que no te puedo prometer es que te ayude a ponerte la ropa de trabajo".

Katrina se puso colorada como un tomate. Me miraba con la boca abierta e inclinaba su cabeza a un lado como interrogándome.

"¿Estás de broma?" dijo entre seria y divertida.

"Tanto como tú quieras", le dije yo. Y entonces alargué mi mano hasta el botón superior de su blusa, lenta, muy lentamente. Quería ver la reacción de la chica antes de ir demasiado lejos.

Katrina miraba mi mano sin pestañear mientras su boca todavía permanecía abierta por la sorpresa.

Alcancé la blusa de Katrina y con la punta de los dedos jugueteé con el primer botón entre sus senos. Miré a Katrina a los ojos para leer su pensamiento y ella me devolvió la mirada. Sonrió, aunque todavía no podía decir si seguiría mi juego o apartaría mi mano de un tortazo en cualquier instante.

Ante la duda, pensé en retirar mi mano, pero ¡que cojones! Liberé el botón de la blusa y volví a interrogar a Katrina con la mirada. Parecía más relajada y disfrutaba claramente del juego. Toda una invitación a continuar, por lo que decidí tentar mi suerte algo más allá y acariciar su piel con la punta de los dedos en la zona que acababa de dejar al descubierto. Al principio solo entre sus pechos, pero poco a poco, iba avanzando hacia los lados hasta sentir la suave piel de la base de sus senos.

La respiración de Katrina comenzaba a ser algo más agitada. Acerqué mi cara a la suya sin dejar de mirarla a los ojos. Podíamos sentir nuestros alientos mientras nuestros labios entreabiertos se aproximaban aún más sin llegar a tocarse. Mi mano avanzaba hacia el siguiente botón de su blusa.

"Voy a seguir ayudándote a desvestirte. Creo que te gusta", le susurré.

"Lo estás haciendo muy bien, pero eres un poco lento, y me haces cosquillas"

Me pareció que Katrina ya se había hecho a la idea de sucumbir al deseo. ¿Qué mujer no ha soñado con tener sexo con un desconocido de forma rápida y enérgica? Es el juego de la posesión en su grado sumo. Es la atracción del macho poderoso fecundando a la hembra conquistada. Como un trofeo de caza, usado para el bien propio, pero también preciado y protegido de otros predadores y peligros. Así, la mujer se siente deseada y protegida al mismo tiempo, se enciende como un infierno y se deja guiar por su instinto animal. El hombre busca desesperadamente la penetración como golpe fatal. Un lanzazo en la zona más íntima, para poseer y cobrar la pieza. La invasión en el interior del cuerpo de la mujer, con todo su vientre y sus senos expuestos al cazador sin piedad, para que disponga de ella y la posea a su antojo. La mujer deja de ser dueña de sí misma y siente que un abrazo tan sólido como el acero le somete la voluntad y la hace sentir que se rompe con cada penetración. El olor a semental la embriaga y le hace desear tanto el placer como el dolor que le causa la invasión salvaje de sus entrañas.

Katrina comenzaba a respirar cada vez más rápido y yo sabía que estaba a un paso de abrirme camino con mis dedos mágicos por caminos de fantasía y gloria ganada centímetro a centímetro. Porque no pensaba abalanzarme sobre esta hembra como un animal y descargar mi deseo entre sus piernas en un instante. Pensaba saborear cada segundo y jugar con su deseo siempre rondando el borde del abismo. Nada ayuda tanto a mantener una erección como la rabia de nuestra pareja deseando que la poseas y sufriendo por el deseo insatisfecho de ser penetrada. Claro que no tuve más que decírselo: "Te voy a follar". Estas palabras salieron de mi boca con tono firme. No lo pensé, tan solo lo decidí en ese instante y así se lo dije a la chica, como si su opinión o su deseo no contaran para nada en ello. La traté como a hembra sometida, y como tal, solo tenía que esperar a que me decidiera meterle la polla en su vagina cuando a mí se me antojara. Mientras, recorrería su cuerpo con mis manos y con mi lengua hasta hacerla temblar, gritar y llorar de deseo y de urgencia por tenerme dentro.

Katrina oyó mis palabras y estoy seguro de que su entrepierna se convirtió en un incendio. Su boca se abrió buscando mi boca y su lengua humedeció sus labios antes de aproximarse para meter mi boca en la suya y penetrarme con su lengua, ahora mucho más húmeda.

Yo, seguía manteniendo su cuerpo separado del mío con la misma mano que le desabrochaba ya el tercero de los botones de la blusa. Mientras, con la otra, me abrí la bragueta y busqué mi miembro. Estaba ya más que excitado y mi erección era casi total. Me separé de los labios de Katrina y la hice mirar hacia abajo para exhibir mi miembro erecto ante ella. Ella intentó acariciarme la polla, pero yo la aparté con una mano y con la otra, le abrí la blusa para dejar sus pechos al aire. De nuevo éramos dos desconocidos mirándonos frente a frente a menos de un metro de distancia. Ella con sus pechos al aire y yo mostrándole la polla con descaro.

"¿Quieres que te la meta en el coño?" le pregunté. "Deja que vea si te estás excitando. Voy a tocarte el chocho para ver si está húmedo".

Le desabroché el pantalón y le bajé la cremallera al mismo tiempo que la mantenía apartada de mi polla, que intentaba tocar con sus manos una y otra vez.

"Pórtate bien, nena. No toques lo que no es tuyo. Deja que vea si estás preparada para que te folle"

Mi polla palpitaba y Katrina no apartaba sus ojos de ella. Le desabroché el pantalón y le bajé las bragas por delante para ver su vello púbico tan suave, un poco recortado y sorprendentemente rojizo.

"No puedo ver mucho de esta forma. Quiero saber si están húmeda. Voy a bajarte los pantalones"

Le bajé los pantalones y me agaché hasta la altura de su sexo para aspirar el olor a hembra. Sus braguitas estaban mojadas, muy mojadas.

"Métete tú misma un dedo en el chochito para ver si está preparado para mi polla", sé buena conmigo.

Katrina levantó el elástico de sus braguitas y metió una mano para hacer lo que le pedía.

Luego, me acercó un dedo húmedo para que lo oliera y chupara. Me encantó su olor, como de niña.

En ese momento sonó el móvil de Katrina. Probablemente era Luis, que le devolvía sus llamadas anteriores. Me puse de rodillas ante ella y rebusqué entre los bolsillos de su pantalón, que todavía se sujetaban a media altura entre sus muslos. Le entregué el teléfono a la chica y me puse de pie, todavía con mi polla asomando por mi bragueta y enhiesta como un mástil. Katrina contestó a la llamada intentando disimular en su voz la excitación que ya había alcanzado.

"Hola, Luis"

"Sí, te he llamado varias veces"

Su voz sonaba prácticamente normal, aunque un poco nerviosa.

"Sí, te estuve esperando un buen rato delante de la puerta, pero como no aparecías, me fui a hacer otras cosas..."

Katrina seguía con su conversación y mientras permanecía de pie frente a un desconocidao con los pantalones bajados y la blusa desabrochada. Y yo, con la polla fuera y excitado como berraco. Sin interrumpir a Katrina, que hablaba con Luis, me acerqué con el miembro palpitando de deseo y con la mano izquierda le bajé el elástico de las bragas para acariciar con mi polla su vello púbico. Le bajé las bragas para que mi verga siguiera avanzando entre los labios húmedos de su sexo y solté el elástico para que quedara aprisionada ante la entrada de su vagina. Katrina resoplaba para serenar el tono de su voz al teléfono.

"No, si estoy bien. Es que tengo un poco de calor. Mejor te llamo mañana y ya quedamos. ¿Vale? ¿Qué dices?"

Con mi polla rozándose con su chocho la miré a los ojos mientras la sostenía por su delgada cintura. Me agaché un poco como para apuntar con mi verga a la entrada de su vagina y presioné ligeramente. Katrina sospechó que la iba a penetrar en ese instante. Abrió su boca por el deseo y la sorpresa. Sus ojos me decían que estaba dispuesta a que la empalara allí mismo.

Yo seguía presionando con al punto de mi miembro a la entrada de su vagina, pero sin llegar a penetrarla. Con la voz cada vez más temblorosa, Katrina espetó de forma casi ininteligible: "Te tengo que dejar Luis, mañana te llamo". Apenas atinó a pulsar el botón para finalizar la llamada y dejó caer el móvil al suelo sin pensárselo.

"Creo que me he mojado con tu chochito. ¿Te importaría limpiarme un poco?", le dije yo con la naturalidad del que le pregunta a alguien la hora.

"¿No me vas a follar?"

"Claro que sí, cariño, pero primero me gustaría que mi polla estuviera bien limpia y dura para ti".

Saqué mi polla de su acogedor refugio e indiqué a Katrina que se agachara. Ella, que llevaba un rato queriendo coger mi miembro, se colocó en cuclillas y agarró mi verga con deleite para lamer las gotas de jugos vaginales que la hacían brillar como un helado de nata. Sujetando mis testículos con su otra mano, me llevó a la gloria en poco tiempo y estuve muy tentado de correrme en su boca ante tanto placer. Sus manos eran suaves y su lengua recorría cada centímetro de mi verga, desde mis huevos hasta la punta, donde me acariciaba en círculos hasta casi volverme loco.

"Todavía no te he visto el chocho. Enséñamelo"

Katrina dejó lo que estaba haciendo y sin soltar mi verga me preguntó confusa "¿Cómo que te lo enseñe?"

"Sí, cariño, siéntate en ese banco de trabajo y enséñame mi trofeo"

Katrina soltó mi polla y se bajó los pantalones del todo. Luego, se los sacó y se quitó también las bragas. Se quedó de pie frente a mí y dijo:

"Ya está, ya puedes verme"

"No me has entendido. Ahora, tienes que sentarte en esa mesa y levantar tus piernas para que pueda verte bien"

Katrina, estaba ahora algo cortada, pero el deseo le dominaba y estaba dispuesta a cualquier cosa con tal de que me la follara. Se sentó en la mesa, se desplazó hacia atrás un poco y subió sus piernas con las rodillas bien separadas para que pudiera ver su sexo totalmente expuesto.

Decidí recordarle que éramos dos desconocidos y hacerla sentir un poco más de vergüenza por estar en aquella situación tan indefensa.

"¿Siempre te afeitas el chocho o es que pensabas follar con Luis aquí hoy?"

"Siempre voy preparada. Nunca se sabe".

Acerqué un taburete a la mesa , y me senté a medio metro del bonito coño de la chica. Saqué un cigarrillo con tranquilidad, busqué el encendedor. Me quité el cigarrillo de la boca durante un instante y me incliné hacia ese chocho tan húmedo que me reclamaba. Le di un suave y lento lametón con deleite, saboreándolo. A Katrina le recorrió un escalofrío por todo el cuerpo que le hizo temblar y gemir durante un instante. Me incorporé y encendí el cigarrillo.

"Así que quieres que te meta la polla en ese chocho. ¿No?"

"Tócame, por favor, tócame. ¿No ves que estoy ardiendo?"

"Claro que lo veo cariño. No quiero que sufras. No soy tan malo. Te voy a dar un poco de lo que quieres".

Me levanté del taburete y acerqué mi polla hasta dejarla caer sobre su pubis. Me quedé allí parado, rozando con mis huevos la entrada de su húmeda vagina y levanté la cabeza para exhalar el humo del cigarrillo. Estaba a cien, pero dominaba mi primer impulso, que por supuesto no era otro sino el de meterle la polla hasta el fondo y correrme como un quinceañero.

"Hueles a gloria, mi querida niña" le dije con tono tranquilo. "Creo que se me han mojado los huevos con tus jugos vaginales. ¿Te gustaría que me mojara todo contigo?"

Katrina estaba loca de deseo y hubiera accedido a cualquier deseo mío. Asintió con la cabeza ante la imposibilidad de hablar y acercó su coño a mi polla todo lo que pudo.

Mientras fumaba mi cigarrillo tranquilamente fui restregando mi verga y mis huevos por todo su chocho, dejándome todo mojado e impregnado de su olor embriagador. La chica se retorcía y suspiraba entre grititos de excitación y desesperación por que la penetrara.

"Te voy a follar por el culo"

Se me ocurrió de pronto y Katrina mostró señales de alarma, aunque el deseo de ser penetrada era superior a ella.

Tiré el cigarrillo al suelo y lo apagué lentamente con el pie. Me incliné hacia el sexo de Katrina e introduje dos de mis dedos en su vagina. Katrina se revolvía de placer mientras con mis dedos impregnados de su sexo recorría una y otra vez el camino hacia su ano. Le acaricié esta zona hasta notar que se relajaba y que la lubricación comenzaba a permitirme penetrarle con uno de mis dedos.

"Fóllame. Venga, fóllame ya. Fóllame, joder"

Katrina perdía el control por momentos y comenzaba a ponerse furiosa. No la quería enfadar de verdad, así que le dije:

"Está bien, no te pongas nerviosa. Te vas a hinchar de polla. Te lo prometo. Levántate y déjame que me tumbe en tu lugar. Tú misma te vas a meter mi polla en tu coñito. ¿Vale?"

"Vale, vale, pero ya"

¡Qué chica tan impaciente! En fin. Me tumbé en la mesa con la polla todavía asomando por mi bragueta y Katrina me desabrochó los pantalones para terminar de liberar al monstruo. Subió sobre la mesa y se colocó a horcajadas sobre mí. Con una mano sujetaba mi polla y con la otra se apoyaba en mi pecho a su espalda. Bajó rápidamente y se ensartó con mi verga mientras chillaba como una amazona cabalgando en plena expedición a la caza de hombres. Subía y bajaba con frenesí y aumentaba el ritmo conforme se acercaba al orgasmo. Yo estaba en una nube de placer y disfrutaba de la visión de su hermoso culo subiendo y bajando y golpeándome con fuerza salvaje. Mi verga era algo grande para su pequeña vagina, por lo que notaba como llegaba a lo más hondo de sus entrañas proporcionándole dolor y placer al mismo tiempo.

"Cuando te corras voy a follarte por el culo" le dije.

Al oír mis palabras, su excitación subió como la espuma y se corrió como una colegiala mojándome todo el sexo.

En ese momento, golpearon la puerta. Katrina dejó de moverse y de gemir y me miró como si en ese instante recuperara la conciencia de lo que había hecho.

Fuera quien fuera quien esperaba a que le abriéramos, yo no pensaba quedarme a medias. Quité a Katrina de encima mía, me levanté y girándome rápidamente, la coloqué boca abajo sobre la mesa pero con los pies en el suelo. Con la palma de mi mano extendí los jugos de su vagina hacia su ano, y después de asegurarme con mi pulgar de que estaba suficientemente lubricado, acerqué la punta de mi polla y empujé.

Katrina estaba agotada y confusa, pero al sentir que mi polla se abría paso por su culo apenas pudo reprimir un gemido más y sopló para conseguir relajarse y permitir el paso de aquella verga de un desconocido que ahora iba a follarsela como a una perra.

Seguí empujando hasta penetrarla con toda mi verga y la agarré por los pechos para disfrutar una vez más y quién sabe hasta cuándo de todo su cuerpo. Me deleité sacando y metiendo mi polla por su agujero tan apretadito. Cada vez que se la metía era como una nueva posesión en sí. El derecho al placer ganado paso a paso, centímetro a centímetro. Esa hembra era para mí; ella ya había gozado y ahora me tocaba a mí gozarla a mi antojo.

Volvieron a sonar golpes en la puerta. Katrina estaba tensa. Ya había satisfecho su deseo y quería acabar cuanto antes para salir de esta locura de festín sexual al que se había visto arrastrada sin saber como. Un desconocido la estaba penetrando por el culo e ignoraba sus señales de alarma, su nerviosismo y desconcierto. Tan solo la sujetaba y se la estaba follando a placer sin contemplaciones. Le manoseaba las tetas y el chocho y le metía una enorme verga por el culo una y otra vez.

Los músculos del culo de Katrina se tensaban por la situación y el placer que esto me daba era cada vez mayor. Sabía que ella ya quería dar el episodio por terminado, pero yo todavía no había acabado.

"Dime que te folle" le susurré.

"¡¡Fóllame y acaba de una vez!!" Gritó bastante impaciente.

La penetré con todas mis fuerzas sujetándola por las nalgas, donde quedaron marcados mis dedos por la furia del momento. Saqué mi polla una vez más y se la metí por el chocho, para mojarla aún más y para que no me quedara ningún agujero de mi hembra por poseer. Su culo se contrajo ante esta nueva sensación y después de haberme deleitado con la suavidad de su coñito durante unos instantes, volví a sacar la polla y a metérsela brutalmente por su apretado culo. Empujé como un animal y me corrí mientras le apretaba las tetas con tal fuerza que Katrina no pudo ya mantener el control y gritó de dolor sin importarle quien pudiera estar al otro lado de la puerta. Seguí empujando durante un buen rato hasta vaciarme por completo. Luego, le saqué la polla y me limpié contra su cuerpo, que yacía inerte extendido sobre la mesa. Katrina estaba exhausta, dolorida y sobre todo confusa. Había saciado su deseo, pero sentía que habían abusado de ella de una forma animal.

"Katrina, mañana vendré por la mañana, sobre las once. ¿Te veré aquí?"

"Ni lo sueñes. Esto no debería haber pasado y no ha pasado nunca. ¿Me oyes?. ¡No ha pasado!"

"Hasta mañana, cariño. Ya sabes donde tienes una buena polla, para lo que haga falta. Y puedes traerte a alguna amiga, si quieres".