Desayunos de rica nata y postre por atras.
Como las mañanas tiene un despertar tan rico y jugoso con este semental de ensueño que por fin entro por la parte de atras.
Me decido nuevamente a contar un poco de mi vida actual, pues no quiero quedarme para mí sola los placeres a los que estoy siendo sometida, con mi nueva etapa con Paul, y es que ni en los mejores sueños y deseos eróticos encontraría un hombre así.
Desde nuestra etapa de vivir juntos, las mañanas con Paul son algo exquisitas, solemos despertar al alba con la claridad que entra por la ventana que despierta mi deseo y como una fiel y grata rutina, me dispongo a acariciar su sexo, es pasión el verlo desnudo sobre la cama, con esa enorme morcilla semidormida, pidiendo el trato dulce de la mañana, que gustosamente hago, y es que mi boca se desliza como un reloj todos los días a esa parte del cuerpo que tanto adoro, el que no pone impedimento alguno, retira suavemente las sabanas y me deja que juegue con aquel miembro.
Suelo degustarlo con caricias y besos y pequeños mordiscos que hacen tome pronto su tamaño deseado, y aunque el grosor me impide catarlo como yo quisiera, sí que me las ingenio con la ayuda mis labios y manos, para hacerle despertar con sumo placer, a veces mis pezones son también unos aliados y rozan sobre su enorme y rosada cabeza, haciéndola palpitar, noto como sus depósitos se contraen y se mueven generando el elixir que tanto anhelo, y que numerosas mañanas tomo como primer desayuno.
Cuando mi deseo es tal que no puedo contener mi ansia y tomo sus jugos, el me complementa con un masaje matutino donde sus dedos y sabia lengua hacen de pareja ideal, convirtiendo mi cuerpo en una explosión de placer y lujuria… yo contemplo como este artista me cautiva mientras mi vista se recrea con su miembro pendulante y semidormido, refugiado en su vello protector que lo recubre como adorno de navidad.
Su pecho poblado es una de mis debilidades y más cuando lo siento frotar y rozar contra mis pezones, eso me hace manar jugos por mi sexo como pequeña fuente en el desierto.
Las mañanas que logro controlar mi instinto de succionadora, le regalo, mejor dicho, me regalo una monta donde hago explotar toda la pasión que llevo acumulada dentro.
Suelo subirme sobre su miembro dejando que este se introduzca lentamente por mi conejo ansioso de crema, y deslizándome sobre él, con movimientos pausados y armonioso, este activa y excita centímetro a centímetro todos los rincones y paredes de mi placentero agujero, debido a su grosor y dureza, me siento como ensartada y fija a su cuerpo, parezco una prolongación de su cintura, y ahí es donde afloran a raudales mis jugos contenidos con espasmos de placer que hacen mis orgasmos continuos una rutina matutina.
Tras aflojar mi intensidad debido, al debilitamiento por tanto placer, Paul encauza sus manos a mi cintura, después de estas haber acariciado sabiamente el resto de mi cuerpo así como mis rosados pezones, y con sus fuertes brazos me ayuda en los últimos impulsos, para que el remate la faena, inundando mis interiores con esa nata rica y abundante que tanto deseo.
Sus orgasmos son largos y con fuertes gemidos y hacen de este macho salido del olimpo de los dioses, un semental deseoso de montar sin parar.
Me suelo recrear cuando mi fuerza me lo permite y una vez el vacío todos sus jugos, en quedarme ensartada sobre su semidormido mástil, besándolo con enorme pasión y observando la belleza masculina de su rostro, los besos en ese estado duran largos minutos y veces van acompañados de unas pequeñas lagrimas que se desprenden de mis ojos por tanta pasión y amor que siento hacia ese hombre.
En alguna ocasión prolongamos tanto el tiempo de caricias y besos que hace despertar nuevamente su miembro viril, volviendo a llenar en su totalidad otra vez mi ahogado conejito, y ahí entonces surge un desenfreno y una pasión desbordada, alejando la calma y las pausas, por una monta salvaje, donde los modismos se quedan aún lado y surge el potro desbocado con una polla enorme buscando la yegua para inseminarla.
En ocasiones casi pierdo el conocimiento cuando siento como mi cuerpo no puede más ante tanto afloramiento de jugos y placer, pero hago un esfuerzo en mantenerme despierta y ver su final apoteósico con una nueva descarga intensa y abundante como si llevara días sin manar aquel falo imponente y grueso que hace de mí una esclava sexual.
Hace un día y doy fe de ello pues aún me cuesta trabajo sentarme, tomando el sol en el ático sobre las hamacas acorchadas y protegidos ambos por una pequeña mampara de cristal para refugiarnos de la brisa de esta época, surgió una pasión desbocada por hacer el amor en ese momento, y ayudada por un masaje espectacular de aceite y crema, sentí un deseo y un recuerdo de ser montada por mi trastienda.
Le pedí a Paul que lo intentara, pues como digo su enorme grosor hacen contraer el agujero más grandes que pueda tener una, y este gustosamente se ofreció con sumo tacto y delicadeza, dejando ahora el bravío del momento para otra ocasión, por lo que tomo un poco de vaselina y cuidadosamente fue untándome y jugando con sus dedos en mi puerta trasera que aunque deseosa estaba muy asustada.
Yo sentía un enorme placer con ese juego y no paraba de gira mi cabeza intentando ver cando me la clavaria, pero él siguió dilatando con cuidado aquel encogido agujero, llegando con sus juegos a producirme un pequeño orgasmo, entonces vi que como se untaba igualmente el con la vaselina y recubría en su totalidad con esta aquel enorme y gordo pollon, haciendo por el brillo de esta que aun pareciera más grande de lo que ya lo era.
Abrió mis muslos con la ayuda de sus piernas y posicionándose detrás de mí, comenzó a jugar con aquella cabeza con mi ano, notaba su enorme dureza intentando entrar a la vez que lo restregaba con delicadeza ayudándose de sus manos para abrir mis nalgas un poco, consiguiendo que esta ya entrara no sin algún pequeño esfuerzo.
Sentía ya la enorme punta dentro, y vi que ahora iba a ser el momento, pues apoyo sus manos al lado di mis hombres boca abajo como yo estaba y dejando caer lentamente su cuerpo fue metiendo todo aquello dentro de mí.
Sentí me desgarraban y casi me sentí morir a la vez se dilataba enormemente mi pequeño agujero, pero el placer también era inmenso y amortiguaba con creces el dolor de aquella entrada.
Casi pierdo otra vez el conocimiento, pero los susurros en mis oídos de su voz calmándome, me mantenía despierta, comenzando con mucho tacto a montarme con suaves movimientos, entrando y saliendo ese enorme rabo dentro de mi trasero, eso si gracias a la gran cantidad de vaselina que tenía..
El placer fue aflorando cada vez más y en una intensidad inusual y en minutos aquello paso a ser un momento de placer indescriptible, noto el este sentimiento, y acelero pero con tacto sus envites, sintiendo ahora sus enormes pelotas golpear en mis labios, estos abiertos como una flor esperaban otra ocasión para que el intruso que andaba por atrás cambiara de sitio.
No sé lo que duro, pero les aseguro que mucho y bien, y más cuando acabo en compás de orgasmo mutuo, descargando en mí su totalidad de aquella crema que calmo y palio el escozor del roce había producido semejante arsenal.
La saco y tumbándose sobre un lado de la hamaca, quedo contemplando lo agotada pero agradecida, que había quedado.
Me beso y me acaricio durante un rato y ayudándome pues apenas me podía poner de pie, me llevo a la ducha, donde finalizo con un grato enjabonamiento de todo mi cuerpo, así como un masaje de aceites y cremas, quédame tras los mismos, dormida un par de horas en la cama.
Al despertar comencé a notar los síntomas de su perforación y hoy aun aflora algo de molestia, pero no pienso esperar mucho tiempo a que se contraiga y se cierre ese agujero, y más con lo bien que lo sabe trabajar, posiblemente mañana le pida me vuelva a penetrar por ahí… pero eso ya se los contare en otra ocasión y si les gusta que se lo cuente..