Desayuno sin diamantes, pero muy excitante
El otro día tras leer un relato "carta caliente" del auntor pilita, a mi mente regresó la historia de Lucy.
Desayuno sin diamantes, pero muy excitante.
Hola cariño:
Imaginate un desayuno romántico conmigo, pero no uno de esos desayunos con café y tostadas.
Un sábado por la mañana, después de una noche tórrida de amor, sexo y vicio te encuentro en la cama semitapada con una sábana blanca, desnuda totalmente, duermes plácidamente boca abajo, con tu pierna izquierda algo levantada.
La sábana deja entrever tus nalgas y yo no puedo evitar acercarme a ellas y olisquearlas, besarlas muy suavemente, las yemas de mis dedos se aproximan a tu piel y con leves roces hago que tu piel se erice.
Sigues dormida aunque haces gestos de que estás a punto de despertar.
He subido la sábana hasta dejar totalmente descubierto tu precioso culo y me dispongo a desayunármelo con glotonería; abro suavemente tus nalgas y paso mi lengua por tu ano.
Ummmm, que rico está, me encanta todo lo que sabe a tí, cada vez quiero más y estoy más sumergido en tí.
Escucho gemidos, ya estás despierta.
Buenos días amor, ¿ya estás desayunado?.
Toma, cariño, bebe un poquito de mi zumo.
Te das la vuelta y me ofreces tu coño, ya está muy húmedo y chorreando flujos.
Abro los labios superiores y acerco mi boca para degustar ese delicioso manjar
Y así lo hago, sorbo, paso mi lengua de arriba a bajo y succiono tu clítoris, esperando que este segregue más jugos.
- ¿Te gusta el desayuno, mi vida?
Pero no contesto... estoy plenamente absorto en alimentarme de tí.
Empiezo a notar que tu orgasmo está próximo y me afano en no dejar escapar nada de tí.
Te sujeto por las caderas y hundo mucho más mi boca en tu coño, tú me sujetas de la cabeza y aceleras tus movimientos de pelvis, haciendo que toda mi cara se empape de tus jugos divinos.
- Ahora me toca desayunar a mí, mi amor. Ven que tengo mucha hambre.
Me incorporo y me ofreces un beso muy apasionado, como queriendo rebañar las sobras que por mi cara aún aparecen.
Me haces poner de pie y mi polla queda frente a ti, la observas con verdadera pasión y comienzas a acariciarme las piernas subiendo despacio hasta llegar a mis huevos que sopesas y estrujas.
Me agarras con delicadeza pero firmemente la polla que ya está expulsando líquidos preseminales y pasar la punta de la lengua por el glande para limpiarlo.
Siento el calor de tu aliento recorrer mi polla y me estremezco sólo de escucharte.
De pronto un calor intenso me dá un gusto infinito: tu boca se ha tragado toda mi polla y un electrizante placer recorre mi espalda, casi pierdo el equilibrio, pero me mantengo ahí, sujeto por tu boca que me folla sin parar.
Tu mano izquierda busca mi culo y se abre paso por mis nalgas hasta encontrar mi ano.
Lo acaricias con tu dedo índice e incluso consigues introducirme una parte. Me abro más de piernas para facilitarte la labor.
Estoy a punto, es dífícil aguantar una mamada de tí, Lucy, eres una verdadera experta y manejas mi polla a tu antojo; sé que cuando tú quieras sacarás toda mi leche para tragar golosamente y no dejar ni una gota.
Tus movimientos son cada vez más rápidos y profundos, quieres tu desayuno ya.
Y no me hago de rogar, te suelto un chorro lleno de caliente y abundante leche que tragas con ansia y vicio.
Pero mi pequeña Lucy, no está saciada todavía y yo tampoco, aún tenemos muchos más deseos el uno del otro