Desayuno contigo

La pasión no tiene horario.

Ya galopa la sangre hacia mis sienes

frente a la puerta tras la cual te intuyo.

Empujo suavemente y aparece

el dormitorio tuyo,

la ropa preparada que ya tienes

en la deshecha cama:

me siento y siento que el deseo me llama.

Crece el olor a ti, el ansia crece,

mientras mengua el sonido de la ducha.

Te veo resurgir, limpia y desnuda,

en toda tu belleza femenina;

ahora nada se escucha,

salvo mi sangre hirviente, turbia y muda.

El halo de vapor que te acompaña

es como lluvia fina;

humedece mi ropa y mi saliva

y provoca una sed dulce y extraña.

Acaricio tus medias tiernamente

mientras tu sexo acercas a mi boca;

agua de fuente viva

que el tibio extremo de mi lengua toca,

recogiendo las gotas

últimas de tu cuerpo efervescente

y extrayendo el licor

rosado de tu pródiga colmena.

Tus medias ya están rotas

y piensas en hacer algo mejor.

Me empujas hacia atrás,

tus manos en mi pecho son de arena,

tu lengua por mi abdomen un caudal

que crece y se desborda más y más

anegando mis cálidas regiones;

saliva, labio, lengua, sudor, sal,

gargantas y pasiones

músculos y tensión, nieve a raudales

Bebes también a sorbos el café

mientras yo recupero algo de aliento;

yacen tus medias con fieras señales

al borde de tu pie.

Nada se escucha ya, mas cuando sales

una gota de miel, de mi alimento,

dejas caer, dejándome a mi suerte

hasta que vuelva a verte.