Desayuno con leche

A mi nueva vecina le gusta confraternizar conmigo practicando sexo oral.

Hace un rato que la luz de un nuevo día entra a través de los visillos. Me desperezo y disfruto de un dulce despertar. Tengo la sensación de haber dormido profundamente y quizás soñado con algo placentero. Siempre duermo desnudo, cuando miro hacia abajo me doy cuenta que tengo una buena erección y sin pensarlo me doy unos cuantos toques que me dan mucho gustirinin.

A mi lado mi esposa duerme plácidamente echada sobre su costado. Le echo hacia arriba el pequeño camisón para poder ver sus nalgas. Me doy otros cuantos meneos y por un instante dudo en hacerme un pajote como si fuera un adolescente. Por otro lado me gustaría despertarla y hacerle el amor como hacíamos antes. Debido a su enfermedad hace bastante tiempo que eso es historia.

Me pongo un calzón corto, una camiseta y unas sandalias. Una indumentaria cómoda para salir a regar las plantas del jardín y olvidarme de mi calentón matutino.

Mi vecino  Camilo me saluda amigablemente antes de empezar su paseo en bici matinal, y esto me hace recordar que anoche estuvimos cenando en nuestra terraza y pasamos una agradable velada con nuestras respectivas esposas.

Por recomendación de los doctores decidimos mudarnos de la ciudad a un tranquilo pueblo costero. De momento hemos alquilado una casa adosada en la que compartimos con los vecinos la piscina y parte del jardín. A modo de fiesta de bienvenida ayer organizamos una cena para los cuatro en la que ejercí de anfitrión. En estos últimos meses he pasado de solo utilizar el microondas a ser un experimentado “cocinillas”

Todo fue perfecto y tuvimos la oportunidad de conocernos mejor. Silvia, mi vecina, es una mujer muy alegre, de conversación amena y divertida. En las formas es comedida y discreta, siempre con modales adecuados.

Ya en la sobremesa, después de la tensión de tenerlo todo preparado y a punto, tengo tiempo para observarla con más detenimiento.  Ha venido vestida con ropa informal que le sienta muy bien. Un pantalón tipo pirata de tela vaporosa que que ajusta muy bien a las curvas de su trasero y una blusa escotada que deja el canalillo de su pecho para despertar la imaginación.

Mientras habla me gusta mirar su boca que luce una blanca hilera de dientes grandes envueltos por unos labios bonitos que hoy se ha pintado con un rojo llamativo.  Por un instante pienso que debe ser una delicia darles una buena morreada.

Nos hemos pasado un poco con el vino y lo que empezó como una reunión de compromiso termina siendo una divertida reunión de amigos. Hemos sintonizado todos muy bien y tenemos muchas aficiones comunes que seguro serán buen motivo para que podamos ser buenos vecinos y amigos.

Despues de regar las plantas voy a la cocina, me preparo un buen café y un par de tostadas . Mientras disfruto del momento, me pongo a ojear las noticias en el teléfono.

Ding, dong suena el timbre. Abro y es Silvia.

-       “He pensado que necesitarías ayuda para recoger las cosas de anoche, y como Teresa esta delicada mejor os ayudo”, me dice.

-       “no te preocupes de esas cosas me encargo yo y ya lo tengo todo en su sitio”, “si quieres pasa, te invito a desayunar”, le digo con toda mi hospitalidad.

-       “Camilo hace rato que se fue y cuando vuelva ya será media mañana. No te digo que no, me apetece un café bien fuerte”, me dice para aceptar mi ofrecimiento.

-       “Teresa no se ha levantado todavía?”, dice al llegar a la cocina y ver que solo hay sobre la mesa lo que había preparado para mí.

-       “No, ella se suele levantar más tarde, entre las 9 y las 10”, “luego prepararé el desayuno para ella”, le digo mientras empiezo a buscar la taza para su café.

Se sienta en la mesa, cruza las piernas mostrándome su muslo. Lleva un vestido de escote cuadrado sin mangas y abierto de arriba abajo con botones como si fuese una bata. Es ajustado y le sienta bien, aunque se abre entre botón y botón dejando entrever su cuerpo.

Mientras preparo su café la contemplo desde la esquina de la cocina, la descubro como una mujer muy atractiva, no la veía con los mismos ojos que ahora y he dejado de escuchar lo que dice con ese tono tan melodioso de voz que tiene para centrarme en ver sus piernas y el trocito de teta que queda a la vista entre los botones.

Descruza las piernas, le puedo ver las bragas de color vino, y luego las vuelve a cruzar invirtiendo la posición. Le acerco el café y me da las gracias con una amplia sonrisa mostrando su boca perfecta.

-       “¿Te pasa algo, cariño? Te noto extraño, ausente”, me pregunta interesándose por mi enajenación.

Silvia con un rápido vistazo descubre la razón de momentáneo desvarío. No me había dado cuenta y ha sido totalmente involuntario, pero tengo un empalme mucho mayor que el que tenía al despertar. El calzón no es capaz de retenerlo y luzco un bulto de campeonato.

Me siento muy incómodo y no doy crédito a lo que me ha pasado. No parece que sea la mejor forma de empezar una relación de buena vecindad recibir a mi vecina con una erección así. Mi preocupación se empieza desvanecer cuando veo la expresión de la cara de Silvia. Lejos de molestarse parece que es de su agrado, me mira el paquete con admiración y deseo contenido.

Deja la taza sobre la mesa, se levanta se agacha ante mí y contempla el milagro de la naturaleza que se esconde tras el calzón. Pellizca la tela a la altura de las caderas y comienza a estirar hacia abajo muy despacio. El pantalón va descendiendo lentamente dejando al descubierto mi bajo vientre hasta que la cintura elástica tropieza con mi miembro que está loco por ser liberado.

-       “Silvia, ¿estas segura?, los dos estamos casados y estoy puede traer consecuencias”, le advierto.

-       Querido Antonio,  la pasión con Camilo hace tiempo que se apagó y esto para mí es rejuvenecer. A él parece que ya no le intereso, pero yo necesito sentirme viva y saber que todavía despierto el deseo y la lujuria en un hombre como tú”, sentencia justo antes de dar el último tirón hacia abajo.

Yo estoy alucinado y después de tan largo tempo de sequía esta situación me tiene fuera de mí, y el crecimiento de mi polla no parece tener fin. Después de liberarla esta tiesa y dura apuntando hacia el cielo como hacía tiempo que no la veía.

-       “Oh, dios mío que maravilla, que polla tan hermosa tienes”, dice Silvia con cara de golosa, después de tragar saliva y humedecerse los labios.

-       “Por favor, déjame que la haga mía durante un rato”, me dice suplicante mirándome fijamente a los ojos y dejando entreabierta su boca al terminar.

Debo estar soñando pues en un instante he pasado de estar junto a mi discreta y amable vecina tomando un inocente café un domingo en la mañana,  a estar delante de una ardiente mujer que me pide permiso para hacerme una sublime mamada.

-       “Me muero por sentir tu boca alrededor de polla”, “tómala y saca hasta la última gota de leche”, “chúpamela, es toda para ti”, le digo para que vea que estoy a su entera disposición.

Mientras me hace un suave y primoroso sube y baja, Silvia susurra:

-       “Cariño, esto es lo que llevaba esperando desde hace tiempo y lo vamos a disfrutar los dos juntos”.

Acto seguido pone sus carnosos labios formando una O y los posa sobre mi capullo. Éste está rojo como un ascua, e inflado como un globo. Su lengua aparece y con el extremo me lame la puntita. Luego su boca se enrosca a derecha e izquierda para ir engulléndola poco a poco.

Siento como su boca me aprisiona mientras su saliva caliente lo envuelve todo. Su cabeza se mueve adelante y atrás mientras noto como mi capullo roza con su paladar y sus carrillos.  Sorbe , luego lame para luego pasar a un mete y saca extenuante.

Cuando nota que mis huevos se aprietan y se prestan a lanzar un buen chorro de leche,  detiene sus caricias y me amenaza haciendo rozar el borde de los dientes sobre el capullo, o cerrando la boca hasta que los dientes tropiezan con el reborde inferior del capullo.

Siento unos escalofríos tremendos, la sensación es de contenido temor pero también de una lujuria intensa fuera de lo común.  Cuando la tensión en los testículos disminuye, Silvia vuelve a las lamidas y chupadas que tanto me gustan.

Repite estas maniobras  varias veces hasta llevarme al punto de no retorno.  La libero de su largo y apasionado beso y me pongo a darme meneos de forma impulsiva y acelerada. Silvia se apresta a recibir mi leche abriendo la boca y dejando su pecho libre para recoger las gotas que puedan caer.

Sigo meneándomela intensamente ante la impaciente mirada de mi vecina.

-       “Ya sale , ya sale …” atino a decirle para que se prepare.

-       “Si, si… dámela toda cariño mío”, “hazme feliz y riégame con tu lechecita”.

Sus palabras actúan como un catalizador que desencadena mi corrida.

Primero, una andanada repentina y explosiva sale disparada. Luego otra más abundante hace impacto en los labios jugosos de Silvia. Una tercera fluye igual de abundante pero con menos fuerza para caer sobre sus pechos, colmando de placer a mi vecina.

-       “Querido Antonio, ¡¡¡me has hecho tan feliz!!!. Ahora sé todavía estoy viva y que puedo disfrutar mucho con la polla de un buen vecino como tú”, dice Silvia satisfecha y agradecida.

Que te voy a decir de mí. Circunstancias poco agradables me han traído hasta aquí pero “cuando una puerta se cierra, una ventana se abre”.

Estoy seguro que encontremos múltiples ocasiones para dar cabida a todos nuestros deseos y fantasías.

Deverano.