Desatas mis sentidos
...desnudas una junto a la otra empezó nuestro baile particular, un torrente de caricias en todas direcciones, me abandoné a ella, tan sensual, tan dulce, tan fogosa...
Desatas mis sentidos
Todo empezó cuando ella apareció de sorpresa en mi casa, tuve una mezcla de reacciones en cadena primero sorpresa, luego alegría y también intriga Como siempre nos miramos y decidimos ir a tomar algo a una tetería que hay cerca de mi casa. Una vez dentro de la tetería el mismo ritual de siempre sentarnos, pedir la bebida y empezar a conversar hasta que empezamos a dejar fluir las ideas y de manera inconsciente nos encendimos mutuamente
Miré la puerta del fondo y le dije que algún día podríamos meternos allí, lejos de las miradas de los demás clientes, donde tendríamos que ser silenciosas, discretas, y no provocar nada que distorsionara la paz y tranquilidad del ambiente del local Pero llegó la hora de irse, nos levantamos y salimos de la tetería. Hacía frío y un aire helado acompañado de pequeñas gotas de lluvia rozaba nuestras mejillas, azotándolas a cada paso que dábamos. Llegamos al paseo donde unas horas antes mi tentadora compañera había aparcado el coche y sin mediar palabra alguna, pase de ser cazador a dejarme cazar en un instante su mano estiró mi brazo y quedé atrapada entre su cuerpo y el frío metal de la puerta del coche, respiré profundamente y al mismo tiempo repase con mi lengua mi labio inferior, como mordiéndolo miré fijamente sus labios, resultaban tan apetecibles que por un instante quise retener las ganas de lanzarme a por ellos, pero no duro demasiado No se quien de las dos se abalanzó primero, solo recuerdo el roce de sus labios con los míos fundiéndose en un momento pasional, mordiéndonos con ternura y a la vez con pasión, trenzando nuestras lenguas Después de tal escena pública, nos metimos en el coche y tomamos dirección a lugares más acogedores, íntimos y que fueran un buen resguardo del frío Llegamos a su casa y tras cerrar la puerta seguimos con el mismo ritual de antes, pero esta vez era distinto se notaba que había pasión contenida y necesitábamos explotar todas esas sensaciones al máximo
Con una mirada lasciva le agarré del pelo y en vez de apartar su cabeza para poder besar su cuello, la acerqué a mi, como obligándola a mirarme, imponiéndole que me besara, pero sin dejarla acercarse a mis labios Detenidas en el espacio tiempo con las bocas entreabiertas, respirando una de la otra, el calor aumentaba Mi estómago se encogía de la excitación y notaba un incesante palpitar entre mis piernas. Ambas notábamos las ganas mutuas
Nos trasladamos de la pared del recibidor al salón donde frenamos nuestro juego y sentándonos en el sofá nos miramos, nos sonreímos y empezamos a ver la televisión y a hablar sobre temas varios pero no tardó demasiado en reaparecer la fogosidad que habíamos dejado en la puerta de entrada. Ladeamos lentamente la cabeza hasta volver a encontrarnos los labios, sentí un ardor interno que me hizo despertar y me obligó a poseerla como más mía, sentirla más cerca, dominarla la deseaba, pero sentía inseguridad porque nunca estoy al 100% segura de estar haciendo lo correcto, pero esa idea se empezó a desvanecer de mi cabeza cuando su traviesa mano empezó a colarse por mi ropa, intenté sostener mis piernas juntas y no dejarla acercarse a ningún lugar íntimo, pero por muy atrapada que estuviera su mano entre mis muslos se saldría con la suya porque mi cabeza y mi espíritu sexual batallaban en una lucha incesante para que mis piernas se abrieran o se cerraran, pero el instinto, la pasión, la excitación y el deleite ahogaron la razón y mis piernas se abrieron lentamente, dejando parte de mi cuerpo a su antojo Fuimos despojándonos de las telas que no permitían el roce de nuestro mutuo cuerpo y desnudas una junto a la otra empezó nuestro baile particular, un torrente de caricias en todas direcciones, me abandoné a ella, tan sensual, tan dulce, tan fogosa, y su mano se perdió más abajo de donde alcanzaba mi vista, cerré los ojos y me abandoné a su cálida fantasía, la perdí de vista entre mis muslos, me incliné un poco y ella me desvió una mirada y en sus ojos pude ver como la lujuria se apoderaba de ella y la volvía mas sensual que nunca. Noté como su lengua se abría paso y recorría mis muslos sin tocar mi sexo, apreciaba su respiración acelerada y eso me encendía los deseos todavía más. El juego no había hecho más que empezar, caricias ascendentes, tocamientos descendentes, me iba a volver loca de un momento a otro, la diosa de mis placeres ocultos estaba perturbando mi cuerpo, consiguiendo con el leve roce de sus manos convertir la paz y la tranquilidad en un barullo sexual ardiente que cada vez me trastornaba más y conseguía que el calor aumentara.
Finalmente sentí un enorme escalofrío cuando su lengua se perdió en mi sexo, y de allí que desease más y más, sabía que cada vez estaba más excitada y no podía frenar tal exaltación Me gustaba sentir como batallaba entre mis labios, como se perdía en la búsqueda y captura de mi clítoris Lentamente me miró y subió a por mis pechos, los lamió y jugueteó con mis pezones, después de este torrente de lametones que deliraban mis pensamientos y mi ser, nos buscamos la boca y sentí como entre beso y beso sus dedos se deslizaban entre mis jugos y se introducían en mi vagina proporcionando un seguido de excitantes escalofríos que a medida que aceleraba el ritmo me acercaba más al orgasmo No tardé demasiado en llegar porque la excitación que me provocaba mi amante era enorme.
Tras unos instantes de reposo, la que decidió atacar fui yo y me abalancé sobre ella busqué sus rincones escondidos, estaban húmedos y calientes. Atrapé su cuello entre mis dientes y mordisqueé de manera cuidadosa su piel, me gusta mucho el arco que se forma entre su cuello y sus hombros, es un sitio apetecible para morder, lamer y sentir el pálpito de su corazón.
Mis manos se perdieron en el interior de sus muslos hasta que encontraron un hueco donde meterse, mis dedos entraban y salían con una facilidad increíble, y a medida que el ritmo de mi brazo empezó a acelerarse, se inició un rítmico compás entre sus caderas y mis dedos entrando y saliendo la sentía caliente, agitada y tanto calor hizo que me fuera inquietando otra vez.
El olor de nuestros deslices sexuales invadió la habitación, mientras un cúmulo de sonidos y gemidos se enredaban en perfecta consonancia palpitando de manera sensual en nuestros oídos.
Sin cenar y con una relajación extrema nos fuimos a dormir fundidas en un abrazo, unidas como piezas de puzzle, cuerpo con cuerpo, piel con piel, poro con poro, ajustadas una a la otra en perfecta armonía. La noche paso temprana, y cuando el sol entró por las rendijas de la ventana nos desperezamos y nos dimos los buenos días con un tierno y dulce beso. Pasamos la mitad del día enredadas entre las sábanas, perezosas mas no poder hasta que decidimos levantarnos e ir a comer.
Fuimos a un restaurante donde nos atendieron de manera muy correcta, no podíamos demostrar ninguno de nuestros sentimientos, no podíamos levantar ninguna sospecha teníamos que aparentar dos amigas que tienen buena relación y han decidido quedar para comer y contarse las cuatro tonterías que hace todo el mundo cuando queda con alguna amistad.
Mientras teníamos la carta en las manos, una afluencia de furtivas miradas sobrevolaban la mesa de un extremo al otro, solo nosotras sabíamos el contenido que escondía cada una de ellas. Podían aguardar mensajes tan simples e inocentes como un "me gustaría darte un abrazo" a mensajes de alto voltaje sexual tipo "como sigas mordisqueando tus labios de esa manera saltaré la mesa para follarte encima de ella".
Pedimos comida variada y sangría para beber. Mientras el tiempo avanzaba, el alcohol empezaba a hacer algún que otro estrago al infiltrarse en nuestra sangre Tantos mensajes ocultos, caldeando el ambiente, sin que nadie más se percatara de la situación, hacia que ambas exaltáramos nuestros más profundos deseos y entre susurros y suspiros nos contásemos alguna que otra fantasía o idea mórbida:
Has saboreado el primer plato verdad? Con que delicadeza te comes las almejas, no?-dije con un tono de voz algo pícaro
Jajaja, ya sabes que a mi me gustan mucho las almejas afirmo con una mirada puramente lasciva
Me parece que la sangría esta empezando a hacerme entrar en calor aunque a lo mejor la sangría no tiene la culpa del todo- afirmé buscando alguna respuesta
Me parece que nos pasa lo mismo- me dijo sonriéndome
Nadie puede darse cuenta de nada jeje, te imaginas lo que podríamos hacer?- insistí fervorosa
Mmmm aquí, encima la mesa, con la pared esta transparente, contra el cristal
Pero el dueño del restaurante vino a frenar nuestra acalorada conversación para sorprendernos con una invitación a mas chupitos, la suerte no solo la tuvimos con el dueño, sino que algún que otro camarero también nos dio alguna que otra copilla gratis como quien no quiere la cosa Nos levantamos de manera correcta, pagamos y nos fuimos dirección a casa para poder asimilar los últimos sucesos vividos.
Una vez llegamos a casa mi afectuosa amiga me propuso darnos una ducha. Acepté sin miramientos. Agua fría, agua caliente, al fin y al cabo era agua, caía resbaladiza por nuestros cuerpos
Me hubiese gustado estamparla contra la pared y haber llevado a cabo alguna fantasía de estas que me pasan por la mente cada vez que la veo desnuda frente a mí, lo que pasa que la timidez me vence en la mayoría de las ocasiones y mi cabeza frena mis instintos. Salimos de la ducha nos secamos el cuerpo y decidimos darnos un masaje a la par que hidratábamos el cuerpo con la crema.
Se poso desnuda e inquietante encima de la cama y yo me aposenté en su cuerpo para empezar a masajearle la espalda. Cogí la crema y mientras esparcía aquel líquido sobre su cuerpo, su espalda se arqueó por el contacto entre el frío líquido y la calidez que desprendía su piel...Mis manos se desplazaban arriba y abajo resiguiendo cada una de sus curvas, dibujando la rectitud de su espalda, notando cada tensión de sus músculos y batallando con alguna que otra rigidez.
No se el porque, pero cada vez que le doy un masaje me siento totalmente incitada a darle todo aquello que siento, a hacer que sienta cada una de mis ideas, a que se encandile con el tacto de las yemas de mis dedos
Y así masajeando su cuerpo arriba y abajo, presionando cada uno de sus músculos, intentando sacar cada tirantez me vi envuelta subiendo y bajando e inclinando mi cuerpo Sentía placer al tocarla, ya que el movimiento de mis manos iba acompañado de un pequeño movimiento de mi sexo que inocentemente rozaba su culo y eso me excitaba cada vez más... Pasado el tiempo el masaje acabó y me tendí encima de ella, abrazándola ella giró su cabeza y me dio un beso. Me tumbé a su lado y empecé a dibujar su columna vertebral con mis dedos, disfruto mucho viendo su cuerpo desnudo y examinando su silueta
Ella se giró y acabo en mi lado besándome con intranquila dulzura, ambas ya sabíamos lo que iba a pasar y nos dejamos llevar por la sutileza de nuestros íntimos impulsos. Bajo sus dedos hasta mi sexo e introdujo uno de ellos empezó a subir y a bajar dentro de mi de manera firme, mi cuerpo se aceleraba y mi corazón palpitaba cercano a mi estómago No podía frenar el reflejo de mis sentidos, sentía frío, sentía calor, excitación, placer y todo me subía a la cabeza como un impulso hedonista. Entre gemidos, regodeos y goce mi garganta se secaba con cada achaque, con cada movimiento, con cada beso tenía la capacidad de complacerme una y otra vez, hasta que ya no pude más y frené.
En un mínimo espacio de descanso me alcé más erótica de lo normal y la ataqué. Bajé mi cara hasta su sexo y empecé a lamerla intentando adivinar que era lo que más podía complacerla, mi saliva se unía a sus jugos y creaban un perfecto preámbulo que me llamaba incesante a que jugara incansable e insaciable con su sexo. Mi lengua, serpeante y ávida, se deslizaba con facilidad arriba y abajo Mi amante gemía y respiraba aceleradamente a medida que iba avanzando en lametones Ascendí hasta sus pechos, e introduje mis dedos en su coño, gimió de placer y poco a poco fue ladeando su cuerpo en mi cabeza solo martilleaba inagotable el deleite, el gozo y el placer que ella expresaba con sus bailes rítmicos, con el compás de su cuerpo me excitaba verla así, sentirla mía, y saber que aquello que le hacía le proporcionaba satisfacción cada vez se aceleraba más la respiración y el placer y la excitación eran una constante en la habitación. Yo no podía parar, aunque ella me lo exigiera o me lo pidiera me sentía incansable y deseaba que hubiese más y así fue una vez más y otra, como tigresas en celo arrastradas por las delicias que tiene el cuerpo humano seguimos hasta no poder más y acabar tendidas en la cama respirando a un mismo tiempo. Después de todo este caudal pasional nos dormimos y soñamos profundamente más unidas que la última vez.