Desahogo en casa de su amiga
Clara entra a casa de su amiga a hacerle un favor y termina masturbándose en su cama, probando su nuevo juguete...
Clara llevaba un día en el que todo le salía mal, y estaba un poco agobiada. Tenía ganas de llegar a casa, llenar la bañera y relajarse, olvidándose del mundo. Por un momento pensó en tener sexo telefónico con su novio, y se le dibujó una sonrisa. Él estaba desplazado en un proyecto durante varios meses, y se veían poco, por lo que varias veces habían mantenido conversaciones muy calientes, y los dos habían acabado masturbándose al teléfono. A Clara le reconfortaba saber que esas corridas de su novio no iban a parar a otras afortunadas, prefería que fluyesen en una conversación con ella. Mientras pensaba en sus cosas, notó una sospechosa humedad en la braga, y decidió pensar en otra cosa, para evitar acabar masturbándose en la oficina. Era mejor en casa.
No esperaba para nada la llamada de su amiga Susana. Así que cuando vió el número en su móvil, le extrañó, porque estaba de vacaciones con su marido. Tenía mucha confianza con ella, y siempre se contaban todo, eran amigas desde hacía muchos años, y dedujo por el tono que le iba a pedir algo. Susana estaba un poco nerviosa, no acababa de ir al grano, así que Clara le dijo:
- "Oye cariño, estoy un poco liada, ¿qué necesitas que te haga?".
Susana le dijo que estaba esperando un paquete y necesitaba que se lo recogiese, era importante que no lo hablase con su marido, pero tenía que ir esta misma tarde a recogerlo por ella. Terminó bruscamente:
- "Mira Clara, es una tontería, pero ya lo hablaremos cuando vuelva, por favor pásate por mi casa y recógemelo, gracias cielo".
Clara se quedó un poco intrigada, pero hizo lo que le pidió su amiga. Al salir de la oficina se pasó por su portal y le pidió el correo al portero. Ya había sido avisado así que le respondió:
- "Aqui tiene la llave, puede entrar usted misma a recogerlo, le he dejado a Susana todo el correo sobre la mesa. Yo termino ahora, así que si quiere cuando termine deja la llave en el buzón".
Clara subió a casa de Susana y localizó el paquete. Era una bolsa rosa sin ningún distintivo, y la cogió para llevársela. Entonces decidió cobrarse el favor y sacó una Coca Cola del frigorífico. Estaba muerta de sed, y mientras se la tomaba se tumbó en el sofá, mientras miraba de reojo el paquete. Recorrió el salón con la vista y se paró frente a varias fotos de Susana con su marido, a quienes imaginaba follando sin parar en Thailandia. ¡Qué envidia le daban!...
Entonces recorrió el pasillo y encendió la luz de la habitación de matrimonio, donde se quedó un rato pensando. Miró una foto en la que estaba la pareja, y se tumbó en la cama mientras contemplaba sus sonrisas. Pensó:
- "Anda que te vale, Susana. Ahora estaréis echando un buen polvo".
Pensaba en lo que le diferenciaba de Susana, en las veces que la había envidiado por su físico. Las dos eran bastante similares, pero Susana siempre la había superado a la hora de ligar, porque sacaba mayor partido a su cuerpo. Era de esas chicas que esconden unas medias bajo la minifalda, mientras todas sus amigas llevan pantys, o de las que primero empezaron a usar tanga, en vez de bragas. Clara se quedó un rato relajada y entonces instintivamente empezo a abrir los cajones de la cómoda de su amiga. No tardó en dar con el cajón de la ropa interior, y se quedó alucinada con los modelitos que allí encontró. Varios tangas de encaje, ligueros, medias y hasta algún body bastante sugerente. No pudo resistirse, y bajándose los vaqueros se quedó completamente desnuda, mientras vaciaba uno de los cajones sobre la cama.
Entonces se puso unos pantys rojos de red, que en el espejo le hacían un culito muy sexy, y se preguntaba qué haría el marido de Susana si la viese allí vestida sólo con eso. Por su cabeza pasó la imagen del marido de su amiga abriéndola de piernas y penetrándola sin piedad, mientras sus pechos bailaban al ritmo de las embestidas. Ya tenía la entrepierna un poco mojada, y notaba que estaba dejando marca en los pantys de su amiga. Se tumbó en la cama, sobre la colcha negra y blanca y por unos minutos se masturbó rodeada de prendas íntimas de su amiga, la cosa tenía su morbo. Entonces recordó unos pantys que le encantaban, eran negros con dibujos en rojo a los lados. Se los había visto a Susana muchas veces, y le habían llamado la atencion. No estaban en el cajón, y aunque buscó en otros, no los encontró. Entonces cayó en la cuenta de que podía habérselos llevado, pero por si acaso miró en el cesto de la ropa de lavar.
Allí estaban, enredados con un tanga negro. Los desenredó y se los puso, notando que tenían un buen agujero en la entrepierna. La verdad es que eran muy suaves, y con la luz hacían unos brillos super sexys. Se puso un vestido rojo de flores encima y posó frente al espejo, pensando para sí misma:
- "Vamos Luis, no me digas que no estoy más buena que tu mujer, venga, fóllame ahora, quiero que te corras sobre sus pantys en mis piernas...".
Y sumida en su fantasía, se empezó a frotar la entrepierna primero muy suavemente, y luego dejando entrar sus dedos mojados hasta el fondo de su vagina. Mientras lo hacía, su mirada se fué hacia el tanga que había encontrado con los pantys, y lo recogió. Estaba tan caliente que se lo llevó a la boca y aspiró profundamente, notando que sus labios vaginales se deshacían en flujos con el morbo de esa situación. Allí estaba, masturbándose sobre la cama de su amiga vestida con su ropa, e imaginándose que el marido de su amiga la descubría y se la follaba allí mismo.
Entonces pensó en el dichoso paquete, y se fué a por él. Al fin y al cabo estaba probándose la ropa de Susana, así que ¿porqué no abrir el maldito paquete?. La curiosidad le podía, mientras notaba cómo iba dejando restos de su flujo al moverse sobre la cama. Por un momento miró el paquete y pensó en volver a dejarlo, pero luego tiró de las solapas y lo abrió. Ante sus ojos apareció un pedazo de consolador de látex de color rosa, de esos con varias funciones de vibración. Se quedó de piedra, pensando en que nunca había pensado que Susana fuese una salida. ¿Cómo podía pensar en meterse eso con el marido que tenía?. Recordaba haber notado la polla de Luis un día bajo el pantalón, en un momento claro de excitación, y no parecía estar mal. En fin, ahora tendría que probar aquel aparato, y más teniendo la entrepierna como la tenía. Así que sacó el aparato y le colocó las pilas, y a continuación se colocó con las piernas abiertas y trató de relajarse para conseguir introducírselo sin dolor.
Mientras entraba hasta el fondo de su vagina, se acariciaba las piernas y se aferraba a la colcha, tratando de aliviar la excitación que le producía meterse el consolador. Pensaba en las veces que en esa habitación habría salpicado una corrida sobre el cuerpo de su amiga, posiblemente la idea del vibrador fuese de su marido. Pero entonces, ¿porqué ocultarlo?. Clara se sintió en un éxtasis indescriptible, y al tocar el dildo y sentir cómo se movía dentro de ella, el placer se acrecentaba sin medida. Entonces activó la vibración y se le acumularon las sensaciones, todo su cuerpo se estremeció y sintió sobrevenir un fuerte orgasmo que le recorrió todo su cuerpo. El pene rosa no dejaba de vibrar en sus adentros, y Clara acabó corriéndose y sintiendo cómo ahora ya los flujos de su vagina inundaban los pantys y la colcha.