Desafío superado

Tres amigos se proponen superar un reto, sin saber que la excitación no se puede frenar cuando se ha pasado de cierto punto.

Desafio superado.

Ya os conté como fue la tremenda orgía que se había celebrado en el piso de Alberto con este y su amigo Juan disfrutando de mis tías. Pero no había acabado todo aquella tarde; casi sin pensarlo Alberto, Juan y yo iniciamos otra serie de actividades que nos llevaron a experimentar placeres desconocidos y desenfreno sexual.

Fue una tarde en que nos encontrábamos en el piso de Alberto, los tres Juan, Alberto y yo recordando como se había desarrollado la tremenda sesión sexual con mis tías.

  • Pues no es a ti solo que todo ese asunto te pone caliente; -intervino Alberto-. Verás, una de mis fantasías es, no ya sólo disfrutar un culazo comiéndolo y penetrándolo sino, precisamente… Bueno, os lo digo lisa y llanamente y ya está, que estas cosas mejor alto y claro. Verás, me gustaría que otro chico me chupe a mí el culo. Y perdonad por la franqueza; ya sé que igual te parece demasiada guarrada pero bueno, por lo menos te lo digo. Ya que hoy estamos en un plan tan desmelenado... –Y añadió dirigiéndose a mí:- ¿Tú qué opinas? ¿No te gustaría que te chupara el culo?

A mí la propuesta me pilló de sopetón pero me causó un inmediato e intenso morbo.

-La verdad es que me encantaría, lo encuentro tremendamente morboso. Como sabéis me encanta, que me chupen el culo y me metan los dedos. Claro que la cuestión ahí es que ti Alberto te parezca no sólo bien sino morboso también, claro. En estos asuntos si algo no interesa de verdad a alguno de los participantes es mejor olvidarlo.

-Completamente de acuerdo, por supuesto. –Afirmó Alberto.

-También tengo que insistir –volví a hablar yo- en que a mí también me gusta y me apetece una barbaridad chupárselo a otro chico.

-¡Qué cerdos, pero qué cerdos sois! –Decía Juan con una sonrisa de lo más significativa-. ¡Y cómo me gusta que seáis así de marranazos, cabrones! Si es que se me para de sólo oíros hablar de hacer esas cerdadas.

-Entonces, si te parece bien para empezar pon el culo en pompa que te lo voy a lamer bien lamido – Ordeno Alberto, mirándome sin pestañar.

No me deje intimidar y le dije:

-Bueno, pues venga, que a mi todo esto del culo y de chupeteo por aquí y rechupeteo por allí me está poniendo cada vez más cachondo ¿eh? Si me lo quieres chupar adelante, que me pone muy caliente que me lama todo el culazo. Y ya puestos, Alberto, para darte gusto a ti tal como deseas, yo también te lo voy a chupar a ti; no te vayas a quedar con las ganas. Me parece una guarrada tremenda pero creo que precisamente por eso me está gustando la idea cada vez más.

-Venga, pues vamos a hacer una ronda de lamida de culo. – dijo Juan para que todo aquello se pusiera en marcha-. Tú ponte a chupárselo a Alberto y sitúate en una posición de modo que yo te lo pueda comer a ti, que ya verás hasta dónde te voy a meter la lengua.

Nos desnudamos en un par de segundos y así lo hicimos. Alberto se puso de rodillas sobre el sofá apoyado en el respaldo y con el culo hacia afuera y yo apoyando las manos en el interior de las nalgas las separe lo mejor que pude empecé a chuparle el ano a mi amigo haciendo que soltara unos increíbles suspiros de placer desde el primer momento en que mi lengua entró en contacto con su ojete.  A su vez quedé inclinado hacia delante con todo el culo en pompa. Entonces Juan se situó detrás de mí para chuparme el ano separando las nalgas con sus enormes manos.

El sugerente y morbosísimo aspecto del agujerito marrón de Alberto, que quedó perfectamente expuesto cuando yo separé sus nalgazas con mis manos y su pequeño, oscuro y arrugado orificio era toda una invitación para lamérselo.

Nada más pasar mi lengua por toda la raja del culo de Alberto, éste soltó un gemido que se hizo más profundo cuando mi lengua se posó sobre su ano chupando su agujero marrón. A su vez Juan seguía lamiendo con ganas mi ojete.  Alberto no dejaba de suspirar de placer a la vez que le decía:

-Así, así. Cómeme el culo ¡Qué vicio! ¡Qué cojonudo es esto!

De vez en cuando Juan dejaba de chuparme el culo y me decía:

-¡Qué gusto más grande me estoy dando! Esto de chupar el culo a otro tio es distinto a chupárselo a una tía, hay un morbo adicional maravilloso.

-Te gusta, ¿eh? – Me preguntaba Alberto.

-Ya lo creo.

  • Por favor méteme la lengua más adentro, hazme sentir tu lengüita bien dentro del culo – Pedía Alberto - ¡Ummmm…! Me parece que hoy me voy a terminar dejando encular por alguno...

Todos reímos.

A su vez, mientras le chupaba el culo a Alberto, le iba cascando a la vez una paja haciendo resbalar toda mi mano sobre el húmedo capullo, haciendo que Alberto se pusiera al borde del delirio. Yo por mi parte estaba con la polla a reventar, lo cual aprovecho Juan para trasladar su caricia oral de mi ojete a los cojones y empezar a subir por el tronco.

Juan también se había empalmado, eso que era el único que no estaba recibiendo placer sino sólo dándolo.

Tras un buen rato en este plan los manoseos de Juan en mi polla, por supuesto unidos a la comida de culo que me estaba haciendo, me acercaron al climax, sin embargo, reaccione y le pedí que parara y que cambiáramos de posición.

Ahora Juan tomo el lugar de Alberto sobre el sofá de rodillas ofreciéndome todo su trasero con las piernas muy separadas. Por su parte Alberto se acomodó detrás mío y comenzó a darme una carica oral sobre el ano, que para ese momento Juan había dejado bastante dilatado, por lo que Alberto aprovecho para comenzar un metesaque de dedos con suavidad al principio pero que iba subiendo en intensidad alternando con la introducción de su lengua en mi ojete.

Como los buenos ejemplos son para seguirlos, hice lo mismo en el culo de Juan, devolviéndole además la chupada de cojones y de polla que me había dado antes.

Tras un rato en el que Alberto estuvo follando con sus dedos y lengua mi culo y yo a su vez el ojete y polla de Juan, yo me incorporé y le empecé a pasar la polla por el culo a Juan a modo de caricia y sin mayor intención. Para mi sorpresa y la de Alberto, cuando mi capullo todo humedecido de líquidos preseminales estaba rozando el agujero marrón de mi amigo, que estaba más bien rosa por efecto de mi larga mamada, Juan me dijo:

-Aprieta, goza de mi culo que te lo has ganado con el gustito que me has dado en él con la lengua. Empuja la polla en el culo. Estoy muy excitado; tanto que no me importaría probarla por el culo. Quiero ser el primero en recibirla por el culo.

-¿De verdad, Juan?

  • Fóllame por el culo, reviéntame el ojete y disfruta – Agregó Juan

Entonces puse mucha saliva en el ojete de Juan y comencé a apretar el glande contra el esfínter y cedió un poquito, aunque la resistencia de su ano a la penetración era más que evidente. Entonces Alberto me dijo:

-Espera, voy a colaborar lo mejor que pueda para que ese cipotón tuyo entre en el culito y puedas gozar con su ojete.

Y entonces Alberto arrodillándose delante de mí, se metió mi polla en la boca y me la empezó a chupar depositando en mi glande enormes cantidades de espesa saliva. No contento con esto, después se situó a mi espalda y tras pedirme que me inclinara abrió con sus dedos mis nalgas y entonces sentí la punta de su húmeda lengua acariciándome el ano y después sus cuatro dedos me invadieron. Yo respingué de placer y le dije:

-¡me estás chupando el culo de maravilla!

A lo que Alberto contesto:

-Es parte de mi contribución para que tu polla esté en plena forma para entrar en el culito de nuestro amigo. –

Y razón tenía porque con aquella caricia de la lengua en la polla y los dedos en el ano, mi polla adquirió, si es que era posible, una dureza aún mayor. Con aquel tratamiento unido a la espesa saliva que antes había depositado en mi glande, mi polla estaba más que preparada para abordar la penetración en el fabuloso culazo de Juan. Entonces le hice incorporarse, le indiqué que se diera la vuelta y se acotara boca arriba en el sofá, con las piernas bien separadas dejando expuesto su tremenda tranca que apuntaba al techo, de verdad que era una polla gruesa y comencé a pasarle mi polla por la raja del culo hasta que mi cipote quedó perfectamente orientado contra su ojete. Comencé a apretar y noté como el ano de Juan cedía un poco mientras cerraba los ojos completamente excitado. Fue algo apenas perceptible, pero era evidente que mi polla se abría camino en el culo de Juan. Yo seguí apretando, pero con extrema delicadeza y milímetro a milímetro, de manera bastante más lenta que la que explico aquí. Fui enculando a Juan paso a paso y segundo a segundo, muy lentamente haciendo que gimiera de gusto mientras yo disfrutaba. Además, Alberto me animaba a que continuara con la penetración anal.

-Sigue,–decía -. Dale polla por el culo a Juanito. Mete entera esa tranca en el ojete.

-¿Disfrutas, Juan?

-Ya lo creo, Así, así, sin sacarla ni un milímetro. ¡Uooo…! ¡Cómo me llena, cómo la siento de gordaaaaa…!

Era un momento fabuloso. Mientras se la metía avanzando milímetro a milímetro, Juan, entre gemidos de placer, me decía:

  • Sigue, sigue que me está gustando mucho. Lléname el culo de polla.

Entonces, comencé a experimentar el calorcito y deliciosa estrechez del ano de Juan, empecé a follarlo por el culo poco a poco y con mucha suavidad al principio.

Mi calentura era tanta que apenas unos bombeos después ya había tomado un ritmo salvaje y le daba con toda fuerza penetraciones a fondo a Juan.

Alberto se masturbaba al lado nuestro, se percato que yo estaba dirigiéndome a la eyaculación y me detuvo pidiendo me que le cediera mi lugar.

Saque la polla del culo de Juan y este aprovecho para ponerse en cuatro, de rodillas en el sofá apoyando con las manos en el respaldo, Alberto, se inclinó sobre el ano de Juan y lo lleno de lametazos por un rato, Juan no podía de tanto placer, a continuación, a diferencia de mi estilo, Alberto colocó el glande en el orificio anal de nuestro amigo y de un solo golpe le metió tremendo pollón que hizo arquear la espalda de Juan y lanzar un grito desde lo profundo de su garganta, a continuación Alberto comenzó con embestidas salvajes que hacían parecer a Juan como un muñeco de trapo.

El espectáculo era muy caliente, con ese ritmo de embestidas era claro que Alberto no duraría mucho, por eso le pedí que se detuviera para que no fuera a terminar aún, a cambio le ofrecí mi culito.

Me arrodille en el sofá al lado de Juan, me puse en cuatro y separe bien las piernas. Alberto saco su tranca del culo de Juan y este aprovecho para agradecerle con una chupada de polla, por su parte Alberto me metió tres dedos que entraron sin mayor problema, comprobando que estaba listo para recibirlo. Con el receso para el cambio, Alberto tomo aire y controlo su excitación, Juan aprovecho para pasar de la polla de Alberto a mi ano, me separo bien las nalgas y luego introdujo la lengua hasta donde más pudo llegar luego, Alberto se unió a Juan. La situación era la siguiente: yo de espaldas, de rodillas en el sofá, con las piernas bien separadas, Alberto y Juan de rodillas frente a mi ano, chupando alternadamente y metiendo la lengua y los dedos en mi culo.

Alberto se incorporó, tomo su tranca y la apunto a mi ojete, presiono la entrada y el esfínter se abrió despacio y comenzó a entrar. No podía creer lo caliente que sentía aquella polla y lo grande que era, me dolía un poco, pero, a la vez sentía que la quería toda adentro, era maravillosa la sensación de ser enculado con una polla tan dura.

Juan por su parte se tomaba un descanso sentado en una butaca presenciando el espectáculo y haciéndose una paja, en este punto vale la pena aprovechar para contar que el pollón de Juan era el más grande de los tres, muy grueso como una lata de cerveza, con una bolsa testicular larga y grande.

Las embestidas de Alberto no se hicieron esperar, me tomo por las caderas y en cada movimiento sacaba casi toda la polla sin salir del ojete y luego con fuerza empujaba hasta el fondo la polla en mi culito, lo hacía a gran velocidad con mucha fuerza, sin parar una y otra vez, era una máquina, lo que agregaba una sensación indescriptible a la follada que me estaba dando.

Así estuvimos un buen rato, de pronto incrementó la fuerza y rudeza de las embestidas, era claro que iba a eyacular, le pedí que lo hiera adentro que no lo fuera a sacar de mi culo ni un segundo. Y sin mayor aviso sentí como me inundaba de leche caliente el recto, es una sensación muy rica, maravillosa.

-¡Qué rico, que corridita más rica me he echado en tu culo! Ummm… qué calorcito. ¿Te ha gustado la follada? – Me pregunto Alberto

-¡No sabes cuánto, no sabes cuánto! –Le contesté yo mientras notaba como mi polla estaba durísima.

Cuando la polla de Alberto abandonó finalmente mi culo, Juan se acercó y sin decir nada me dio vuelta y me pidió que me recostara en el sofá con las piernas recogidas a la altura de mis hombros. Antes le rogue que me dejara hacerle una felación desde el culo hasta el glande. Sin que le dijera nada más más Juan se recostó en sofá boca arriba y levanto su cadera colocando las rodillas a cada lado de su cara lo cual me dejó a mi gusto todo su tranca, los huevos y el ojete. Caí sobre su culo y comencé a taladrarlo con la lengua, después pase a su cojones y los chupe como si de eso dependiera mi vida, aproveche para introducirle tres dedos en el ano y comencé un mansaje de próstata a fondo, después tome su polla que estaba muy dura y caliente, el tamaño era impresionante, muy gruesa.

  • No me va a caber, Juan – Le dije

  • No te preocupes con la leche que te ha dejado Alberto en el culo no va a ver problema.

Estuvimos un rato, Juan despernancado y yo haciéndole una felación de concurso. Alberto descansaba sentado en el butaco.

  • Estoy a tope no aguanto más necesito metértela – Dijo Juan

Me coloqué de rodillas sobre el sofá, en cuatro con las piernas bien separadas y el culo lo más empinado que pude. Juan se acercó me dio varios lengüetazos en el esfínter y posicionó la punta de su tranca en mi agujerito. En ese momento estaba un poco asustado de lo que podría pasar con el tamaño de Juan, pero el deseo y las ganas eran muy fuertes.

  • Vamos Juan dámela ya – Le pedí.

Juan comenzó a empujar su tranca sobre el esfínter, sentía como el ojete se abría, cedia cada vez más y más y como Juan con fuerza iba adentrando su enorme tranca en mi recto, ese pollón estaba muy caliente, Juan aceleró la penetración y yo sentía que seguía y seguía entrando sin terminar, por fin sentí el golpe de los cojones de Juan, por lo que intuí que ya había entrado por completo. Lentamente comenzó un bombeo con movimientos cortos, lo cual me ayudó a acostumbrarme a esa inmensa tranca, claro la leche de Alberto había ayudado mucho.

Luego Juan aumentó las embestidas, cada vez más fuertes y más profundas, no se guardaba nada, estaba desbocado. Así estuvimos un rato mientras Alberto disfrutaba el espectáculo sentado en el butaco. De pronto Juan se detuvo y me pidió que me diera vuelta que quería follarme de frente y me pidió que colocara mis piernas sobre sus hombros, de esta forma nuevamente me penetró, pero esta vez la sentí más grande, tal vez porque en esta posición la tranca de Juan alcanzaba mayor profundidad en mis entrañas. Juan aumento el bombeo era inminente que acabaría. No me di cuenta en qué momento Alberto se arrodilló a mi lado y tomo mi polla y comenzó a masturbarla y a chuparla, mientras Juan aumentaba la fuerza de sus embestidas, sentía que no podía más y comencé a eyacular con tal potencia que algunas gotas cayeron en mi cara, en mi pecho y en la cara de Alberto e incluso de Juan que estimulado por los movimientos de mi esfínter se corrió dentro de mi recto y sentí el calor de su lefa muy adentro, maravilla sensación, es un vicio.

Alberto se encargó de limpiar la polla de Juan y la mía con una mamada fenomenal.

Nos sentamos los tres en sofá descansando y comentando todo lo que habíamos hecho aquella tarde, especialmente el capítulo de la chupada de culos.

-Bueno, sí que se nos ha hecho tarde –apuntó Alberto-.

Nos metimos los tres en la ducha y allí aprovechamos para frotarnos los unos a los otros entre risas y comentarios. Yo les lavé a conciencia los genitales y ellos se encargaron de asearme el culo y la polla, claro.