Des-atando las pasiones

Mi primer relato, sobre mi primera vez jugando con cuerdas...

Hace años que soy una fiel lectora de esta página. Pero es primera vez que me atrevo a contaros una de mis historias. Debe ser que recién se han puesto, mmm, como decirlo... candentes. Espero os guste.

Me presento, mi nombre es Angella, o al menos ese es el que ocupo en el mundillo under y por la internet. Tengo 23 años y recién me estoy iniciando en el mundo del BDSM. Soy una chica de 1,7 mts, delgada, aunque no atlética. Pelo corto castaño claro, ojos café, piel clara. No tengo mucho busto, pero sí un culo de 104cm que infarta a medio mundo.

Todo partió como un simple juego, ya saben, ¿A quién no le ha picado el bichito de atar a su pareja antes y durante el sexo? Ya ni recuerdo quién fue el que tuvo la idea, ni en qué momento, pero empezamos con una bufanda, luego pañuelos, corbatas, cadenas... lo que tuvieramos al alcance. Eran simples e inocentes juegos, donde nos turnábamos según el ánimo para atarnos y dejarnos llevar. Esa era la principal premisa, dejarnos llevar y disfrutar.

Es excitante esa sensación. La incertidumbre de no saber qué tienen planeado para ti, de estar completamente indefenso, vulnerable, entregado. Poco a poco he ido descubriendo el placer de entregarse y depender del otro... la sumisión, aunque sea a ratos, es liberadora. Pero no descubriría esta intensidad hasta encontrar a la persona adecuada en quien depositar mi absoluta confianza para nuestros juegos. Y menos mal que lo encontré al él.

Como os decía, probamos con todo a nuestro alcance. Pero queríamos más. Al menos yo lo quería y lo andaba buscando.

Lo encontré un día vagando por una porno. Vi como una hermosa pelirroja era atada con una cuerda roja. Todo un fetiche, una preciosura de mujer. El rojo es mi color favorito, y ella lo llevaba en sus uñas, sus labios, su cabello, sus amarres, sus sábanas. No tardé en calentarme, mis sentdos se agudizaron y sin darme cuenta ya tenía un dedo masajeando mi clítoris. No dudé en jugar un rato y le copié el link por correo a aquél hombre que tanto me hacía disfrutar en sus brazos.  Esperé su reacción mientras seguía viendo a esta belleza vestida de rojo disfrutar de su sexo y entrar al éxtasis que le producían las cuerdas.

El video avanzaba y ella llegaba a su orgasmo, pero yo no quería acabar. No sin antes mostrarle mi descubrimiento a él. Así que tortuosamente puse pausa y esperé su respuesta. Yo estaba muy cachonda, me ponía la imagen de aquella mujer; pero más me ponía mostrarle mi nueva fantasía a este hombre que seguramente querría hacerla realidad. Nunca creí que llegaría a gustarme algo así, pero me gustaba y mucho. Me imaginaba las cuerdas rozando mi piel, sujetando con firmeza mis pechos, mis muslos, mis brazos.

(borrador, aún no terminado)