Derrotado

Jesús se cree el rey entre sus colegas, pero el nuevo chico del barrio le da una cura de humildad.

Cuando tenía 15 años era envidiado por mis amigos. No solo era quien me había desarrollado antes, tenía más cuerpo de “hombre” e incluso me había salido ya algo de barba, sino que además era el único entre mis amigos que tenía novia y aunque Silvia no me había dejado más que besarla y tocarle las tetas y el culo por encima de la ropa era más de lo que cualquiera de mis amigos podía decir.

En ese ambiente estaba claro que me gustaba reunirme con ellos a pajearnos mientras veíamos una porno en casa de Iván, que se quedaba sólo en casa los sábados. Para que vamos a engañarnos, me gustaba presumir de polla que era algo más grande que la de mis amigos que todavía tenían colitas de niños y contarles los avances con Silvia.

Aquel fin de semana estábamos Iván, Carlos yo y vino también Manu, un chico nuevo del instituto que era la primera vez que se unía a nuestro grupo de pajilleros, de hecho hacía una semana que se había mudado. Manu era un chico alto y delgado, pero a pesar de su altura tenía cara de niño. La verdad era un chaval bastante raro, algo encorvado que te miraba desde arriba con sus ojos azules saltones y su cara llena de granos. Desde luego era bastante feo. Que viniese ese día era una oportunidad para mí para demostrarle quién era el jefe y el macho alfa del grupo.

Iván puso la porno mientras estábamos todos sentados en el sofá. Una rubia de grandes pechos con una cara de guarra que no podía con ella chupaba una polla negra monstruosa y, en seguida, Iván y Carlos sacaron sus colitas y empezaron a meneársela. A mí me gustaba esperar un poco y tocármela por encima del pantalón hasta tenerla bien dura, para impresionar totalmente a mis amigos al sacármela. Manu, el chico nuevo, de momento no hacía nada más que ver la película.

-Ya verás cuando Jesús se la saque, tiene una polla que lo flipas –dijo Carlo poniendo sobreaviso al nuevo de quien mandaba allí.

Sin embargo Manu no pareció para nada impresionado.

-No será para tanto -dijo.

-En serio la tiene muy grande –insistió Iván-. Más grande que la mía –dijo cogiendo la suya de la base y estirándose lo máximo posible para intentar hacer ver su pene algo más grande.

-No creo que la tenga más grande que yo –respondió Manu.

-Pero si eres un crio –le dije mientras seguía tocándomela por encima de la ropa para ponerla a tope y dejarle impresionado.

-A ver, pues enséñala si tan grande la tienes.

-Préparate –le dije.

Me bajé el pantalón y mi rabo salió como un resorte. La cogí por la base y empecé a moverla presumiendo de ella todo lo posible. A mi amigo Iván se le escapó un “joder”. Sin embargo Manu no pareció nada impresionado e incluso se le escapó una risita.

-De qué te ríes gilipollas –dije.

-Perdona tío, es que no me parece para tanto.

-Mira el fantasma, pues a ver si te has creído que tú la tienes más grande. Para empezar ni te atreves a enseñarla.

-No tengo por qué demostrarte nada.

-¿Ves? Eres un fantasma.

-Bueno, os la enseño pero todavía no la tengo dura.

Sin ningún pudor Manu se puso de pie y se bajó los pantalones. Lo que vimos nos dejó a todos mudos. Manu tenía una polla impresionante. Aun estando flácida era más grande y más gorda que la mía, además con lo delgado que era impresionaba más todavía. Parecía completamente que tenía tres piernas.

-Joder tío, vaya pollón –dijo Iván.

-Eso es una polla y lo demás son tonterías –confirmó Carlos.

-Bueno, bueno, hay algunas pollas que son muy grande flácidas y luego no crecen nada al ponerse duras –dije intentando quitarle importancia.

-Pues ese no es mi caso –dijo Manu que se sentó y empezó a meneársela concentrándose en la peli. Poco a poco su polla fue creciendo y creciendo y poniéndose muy venosa, nosotros tres ya ni mirábamos la peli y solo veíamos la polla de Manu que no le tenía nada que envidiar a la del negro de la peli.

-Dios, ¿cuánto te mide? –dijo Carlos.

-No sé, la verdad es que nunca me la he medido-dijo quitándose importancia-. Pero una vez la puse al lado de dos latas de cocacola una encima de otra y era igual de grande y gorda.

Mientras mis amigos hacían cálculos que rondaban los 25 cm de cuanto podía medir ese pollón enorme yo seguía intentando quitarle importancia.

-Lo importante es saber usarla.

Manu ya me miró con cara desafiante y me contestó con contundencia.

-¿Pero tú la has usado?

-No, bueno… -tartamudee un poco-. No la he usado pero tengo novia y acabaré usándola.

-¿Sois vírgenes? –preguntó Manu riéndose abiertamente entre carcajadas.

-¿Tú no? –preguntó Iván.

-Claro que no, esta tranca ya la has disfrutado unas cuantas. No sé a qué esperáis.

La verdad es que de querer chulearme había pasado a quedar impresionado. ¿Que el niñato este, esa cara llena de granos ya se había estrenado? Seguro que era un farol por muy grande que la tuviera.

-Eres un fantasma dije. Por mucha polla que tengas yo soy más macho que tú. Te reto a ver quién se corre más.

Lo dije seguro de ganar. Había pasado toda la semana sin correrme y no era la primera vez que competía entre colegas a eso y siempre había ganado. Pero por otra parte los huevazos que colgaban de ese rabazo y el líquido preseminal que ya le chorreaba me hacían dudar.

-Seguro que me corro más que vosotros tres juntos.

Esta vez fui yo el que se rio.

-Tú flipas –le dije.

-¿Cuánto te apuestas? –contestó con gran seguridad.

-Si pierdes te tendrás que beber nuestra corrida.

A pesar de que mi castigo si perdía era bastante duro, no lo dudó ni un instante.

-Vale, pero si gano me dejas salir mañana con Silvia.

Su respuesta me dejó totalmente rayado.

-¿Con mi novia? ¿Para qué? Por mucha polla que tengas flipas si crees que podrías hacer algo con ella.

-Bueno, déjame probar.

Para la competición Iván trajo 6 vasos de chupitos. Fue legendario un día que, en otra competición que hicimos, conseguí llenar uno entero y hoy esperaba superarme. Tras unos minutos de ver la porno Iván y Carlos fueron los primeros en correrse, pero entre los dos no lograron llenar ni un vaso. Cuando sentí que toda mi leche estaba a punto de salir me acerqué a los vasos. Con el primer chorro logré terminar de llenar el vaso que habían dejado casi a punto Carlos e Iván, luego solté unos cuantos más que llenaron otro vaso por completo y las ultimas gotitas que gotearon de mi polla llenaron un culín de un tercer vaso. Iván y Carlos fliparon con mi corrida dando gritos y vítores. Era imposible que Manu nos ganara.

Sin embargo Manu parecía muy calmado y después de unos segundos de mi gesta se levantó y se acercó a los vasos. El primer chorro de su superpolla lanzó al primer vaso de chupito contra el suelo. Yo pensé que menos mal porque ese chorrazo podría haber llenado el vaso entero, pero no le hizo falta. Los siguientes chorros ya sin menos fuerza fueron llenando hasta 3 vasos de chupitos. Parecía que esa corrida no tenía fin y los últimos chorros fueron a parar a la mesa a falta de vasos.

Iván y Carlos flipaban y no paraban de repetir que Manu era un semental y que tuviera cuidado porque como me descuidara se follaba a Silvia. Totalmente frustrado y derrotado me fui a casa, encima con la obligación de decirle a mi novia que tenía que salir con ese capullo. Esa misma tarde había quedado con ella en su casa, nos encerramos en su cuarto y comencé a besarla.

Silvia era la chica más guapa de clase. Típica niña mona con cara angelical, morena de pelo largo y liso y unos ojos verdes enormes. Tenía unas curvas perfectas que a mí me volvían loco, unas tetas firmes y grandes que estaba deseando comerme y un culo respingón que todos consideraban como simplemente perfecto.

Siempre que nos liábamos intentaba llegar lo más lejos posible y en esas estaba, metiendo mi mano por debajo de su top para llegar a sus tetas y yo con la polla a punto de reventar cuando, también como siempre, me paró los pies.

-Jesús, para, para… Están mis padres en casa.

-No se van a enterar. Mira como me tienes –dije señalando mi pantalón que abultaba más de lo normal.

-No seas guarro. Ya sabes que no quiero ser una chica fácil.

-Vamos… Hazme una pajilla por lo menos.

-¡Jesús! –grito enfadada.

-Oye, por cierto, ¿mañana te importaría quedar con Manu?

-¿Con Manu? ¿Por qué?

-Es que como es nuevo no conoce a mucha gente y tú podrías enseñarle un poco el barrio y tal. Quedaría yo con él pero no puedo, tengo comida familiar –inventé.

-Bueno, si no hay más remedio…

Al día siguiente hablé con Silvia y me enteré a qué hora habían quedado y no pude soportar saber que quedaría con Manu y no saber qué harían así que esperé agazapado hasta que la vi salir del portal. Eran las 5 de la tarde y verano y hacía mucho calor. Silvia iba con unos shorts que dejaban ver un poco cachete del culo y un top ajustado y algo escotado. La verdad es que tenía un cuerpo impresionante. Estaba buenísima. Por el calor casi no había nadie en la calle pero si pasaba algún hombre cerca todos se giraban a mirarla.

La seguí hasta la puerta del parque, donde había quedado con Manu. Se dieron dos besos y empezaron a pasear juntos. Yo los seguía a una distancia prudencial para que no me vieran. Los dos parecían hablar de forma relajada pero no escuchaba nada de lo que decían, solo a ella reírse de vez en cuando. El parque, debido al calor, estaba absolutamente vacío y cuando los dos llegaron a la altura del lago se sentaron frente a frente en un banco. Ella de vez en cuando señalaba algo, así que seguramente simplemente le estaba enseñando el parque, cosa que me tranquilizó. La verdad es que había sido algo paranoico pensar que por tener esa polla descomunal podría hacer algo con mi novia.

Me oculte detrás de un arbusto y los seguí espiando desde allí. Desde mi posición veía a ella de espaldas y a él de frente. Notaba como a Manu se le iban los ojos al escote de mi chica y que incluso se relamió un par de veces. Estuvieron unos diez minutos hablando sentados en el banco y yo notaba como cada vez la conversación era en un tono más bajo, aunque en ningún momento pude entender qué decían. Por algún motivo otra vez empezaron a entrarme celos y me vino la imagen a la cabeza de la polla de Manu. Simplemente imaginar que pudiera follársela me empezó a excitar y noté como mi polla empezaba a reaccionar.

La de Manu ya había reaccionado hace tiempo al parecer, se levantó y un enorme bulto se notaba en sus pantalones. Mi novia reaccionó echándose un poco para atrás pero después de que él dijera algo vi como ella giraba la cabeza para ver si venía alguien y extendió primero una mano y luego la otra y comenzó a tocársela por encima del pantalón. Manu también empezó a girar la cabeza mirando si había alguien pero el parque seguía desierto, así que sin más se bajó el pantalón y su enorme polla apareció por fin apuntando al cielo como un mástil a escasos centímetros de mi novia.

-¡Joder!

Fue lo único que escuché a esa distancia de boca de Silvia que ya estaba menándosela y lamiéndola ya que por mucho que lo intentara no le cabía en la boca. El cabrón había conseguido en 15 minutos lo que yo llevaba casi un año intentando y no solo eso, porque en seguida la cogió de la mano y la llevó detrás de unos matorrales que había entre algunos árboles. Yo por supuesto los seguí para ver que iban a hacer o, en realidad, sabiendo lo que iban a hacer.

Ella seguía centrada en su pollón mientras Manu se ocupaba de quitarle a mi novia la ropa. Nunca había visto a Silvia desnuda y era más espectacular todavía que con ropa. Sus tetas a pesar del tamaño eran firmes y sus pezones rosados, apetecibles y totalmente empitonados apuntaban hacia arriba. Manu no dejaba de amasar esas tetas, estrujarlas y chuparlas y ella gemía como una perra. Cuando ella estuvo desnuda por completo la tumbó en el césped, la abrió bien de piernas y empezó a comerle el coñito que, como ella me había confesado alguna vez, lo tenía totalmente depilado. Él no paraba de decir que qué buena estaba que la iba a reventar y ella solo decía joder qué polla, qué pollón. Era evidente que Manu sabía lo que se hacía y que no era el primer coño que se comía porque mi novia comenzó a convulsionar y a tener un orgasmo detrás de otro.

Luego él se incorporó y con la polla enorme, palpitante y chorreando de líquido preseminal lo acercó al coño de mi novia.

-¡No! ¡No! ¡Cabrón, me vas a preñar! ¡Ponte un condón hijo de puta! –gritó ella.

Pero en realidad no hizo nada para evitar que ya estuviera rozando ese capullo enorme con su clítoris.

-Vamos pídemelo, si lo estás deseando –le dijo él.

-¡Sí! ¡Sí! ¡Métemela cabrón! ¡Métela ya! –contestó gritando Silvia.

-Así me gusta zorra.

Y Manu empezó a bombear poco a poco. Al principio casi no entraba pero luego a cada embestida iba entrando más y más. Ella no paraba de retorcerse y de gritar. Menos mal que no había nadie en el parque porque hubieran dado un espectáculo, del que por suerte y por desgracia estaba disfrutando yo en primera fila. En ese momento los dos estaban tan absortos el uno en el otro que podría haber entrado que ni se habrían dado cuenta. De hecho yo no podía más y me la saqué para pajearme viendo el espectáculo. Tan orgulloso que estaba de mi polla y ahora me parecía diminuta y ridícula.

A los pocos minutos ese taladro de broca gorda parecía que había llegado a su punto máximo de penetración. A pesar de los esfuerzos de los dos le había entrado poco más de la mitad de ese monstruo. Silvia no se rindió y lo tumbó a él en el suelo y ella se fue sentando poco a poco sobré el pollón y a botar sobre él. Era impresionante ver como botaban esas tetas y el sonido que hacían “chop chop chop”, los gritos de ella y los gemidos de él.

-¿Quieres tenerla entera dentro? –dijo él.

-¡Sí! ¡Sí! –gritó ella en el enésimo orgasmo.

-Pues ahora verás.

La puso a 4 patas en el suelo y su polla que ya chorreaba a más no poder apuntó esta vez al culito de Silvia, cuyo movimiento parecía decir “destrózame”. Con mucho cuidado empezó a meterlo y la misma lubricación de ese rabo parecía hacer lo imposible. Ella gritaba como si la estuvieran matando pero también pedía más y más hasta que todo ese pollón estuvo dentro del culito de mi novia. Tras varios minutos de bombeo y varios orgasmos más por parte de mi novia Manu avisó:

-Me voy a correr, me quiero correr en tu carita de puta.

Se puso de pie y ella de rodillas esperó hasta que empezó a correrse a lo bestia. Si impresionante había sido la corrida del día anterior la de ahora fue todavía más grande. No paraban de salir chorros y más chorros abundantes y espesos. Yo ya me había corrido y de nuevo me pareció ridícula mi corrida comparada con la suya. Le conté hasta 12 chorros y puede que se me escapara alguno, casi un minuto corriéndose sin parar que dejaron la cara mi novia totalmente llena, le caía por la barbilla hasta sus perfectas tetas que también estaban pringadas de lefa hasta arriba. Ella se tumbó en el césped y se relamía ese néctar que parecía que para ella era de dioses y como él comenzó a vestirse me empecé a alejar con cuidado para que no se enteraran de que lo había visto todo.

A la media hora llamé a mi novia y le pregunté qué tal había ido el día. Me pregunté si algo habría cambiado en ella o si se arrepentiría y me contaría algo pero la conversación fue así.

-Bueno, un poco aburrido la verdad, no teníamos mucho de lo que hablar.

-Vaya -le dije-. ¿Y qué habéis hecho?

-Dar una vuelta por el parque. Estoy cansada, voy a dormir un poco, luego hablamos. Te quiero.

-Y yo.