Derritiendo el Hielo (2)
Pero no solo su carpa fue testigo de lo mucho que goce con él, sino que tambien hicimos algo inolvidable cuando regresabamos en el bus.
A Cien por Hora
Pero no solo su carpa fue testigo de lo mucho que goce con él, sino que tambien hicimos algo inolvidable cuando regresabamos en el bus. En el trayecto nos pegamos un polvo en nuestro asiento, mientras los demás parecían estar dormidos, el hacerlo sin que los demás lo notaran fue muy motivante y novedoso.
Nos instalamos en el ultimo asiento del bus justo frente al baño. Durante el viaje comenzamos a atracar calentonamente, estuvimos agarrando como una hora, hasta que por fin empezó a oscurecer. Yo estaba realmente caliente y por supuesto que él no se quedaba atras, ya que durante todo el rato que habiamos agarrado el habia mantenido su pene muy parado. Apenas el auxiliar, cerro las corinas del bus y apagaron las luces, él me puso de lado mirando hacia la ventana y comenzo a manosear mis nalgas. Se afanaba con sus dedos, los movia voluptuosamente. Mientras me frotaba el clitoris, con la otra mano jugueteaba con sus dedos en mi ano, metiendome sus dedos arriba y abajo, introduciendolos alternadamente en mis aberturas.
Este tratamiento me volvio loca, cuando sientí mi recto penetrado por sus dedos mientras me masturbaba con la otra mano, conseguí llegar a la cumbre de mi climax muy rápidamente. Sintiendo aquel arrollador cumulo de cosquilleos y vibraciones ardientes, me fue imposible contener un estrepitoso orgasmo y sin demora me derrame intensamente.
Entonces me dijo que queria metermela, que por favor me sacara los calzones ya que le llegaba a doler la pichula de lo caliente que estaba. Por supuesto que yo tambien deseaba que me la metiera, asi que sin más me baje los calzones y me dispuse a darle en el gusto.
Se saco la pichula por entre el cierre abierto de su pantalon y me la puso en la concha, yo la tenia tan sensible producto de mi anterior acabada, que no pude impedir que se me escapara un pequeño quejido de molestia, cuando intento metermela.
Fernando astutamente me dijo que como tenia mi "cosita" tan sensible, ahora solo me lo pondria entre mis nalgas y se moveria ahi muy suavecito, apoyo atrevidamente su miembro en mi vestíbulo trasero y procazmente comenzo a intrusear los alrededores de mi agujerito anal.
A mi me parecía increíble que ese aparato, cuyo volumen aumentaba a medida que se lo apretaba con mis gluteos, pudiera ser encajado en toda su longitud por el angosto pasadizo de mi trasero, pero ante mi sorpresa, la punta de su aparato, poco a poco intruseaba más adentro, dilantando mi ano, de manera increible.
Con el roce de su pene sobre mi ano yo me excite muchisimo y no dije nada cuando él comenzo a intentar penetrar muy suavemente. Era obvio que él deseaba disfrutar de mi encantador trasero llenandomelo de semen. Me pregunto melosamente si me estaba doliendo mientras empujaba suavemente hacia el interior de mi trasero.
Entonces me quede helada, me di cuenta que realmente él queria hacermelo por detras. Intente protestar, pero él estaba muy decidido y yo muy dispuesta. Senti sus manos aferrarse a mis caderas y mis nalgas, me introdujo su cabezota en el culo. Entonces se acomodo sobre sus codos y empujo su tremendo garrote en mi ano, mientras me decia:
-¡Aguanta un poquito, porque el dolor pasa rapido!-.
Cuando su verga se fue introduciendo en mi recto. Sentí como si su miembro me fuera a partir en dos. Cuando me la metió, lo hizo tan deliciosamente que sentí que mi esfínter se dilataba golosamente, invitándolo a continuar sin reservas. El empujo su miembro, y este se fue deslizando suavemente por mi recto. Podía sentir como cada centímetro de su pene avanzaba por mi trasero hacia adentro, sentí algo de dolor, pero estaba tan excitada que me aguante mientras él continuaba con la penetración. Sentí como si su miembro hubiese llegado hasta mi estomago, y advertí que me había penetrado por completo, quedando totalmente encajado en mi recto.
Después de gozar durante largos minutos de mi culo, él me agarro muy fuertemente de la cintura y empujo con todas sus fuerzas. Pude sentir como lechazo tras lechazo, llenaba mi interior de semen caliente, cuando sentí su liquido inundando mi recto, no soporte más y también eyacule abundantemente.
Comencé a derramar mis jugos sobre sus dedos en tanto su maravilloso y desmesurado miembro me repletaba el culo. Con sus manos separo mis nalgas, y empujo más profundamente su pene en mi abertura trasera y comenzo a penetrarme, me queje por el dolor, este era muy punzante, pero a la vez iba acompañado de un raro y desconocido deleite.
Lo hizo resbalar en mi recto, a medida que me lo iba metiendo, daba pequeñas detenciones, para que mi recto se acostumbrara a sus dimensiones. Cuando su divina verga me entró por completo, me ensanche por dentro, mientras mi interior del culo se contraía y se relajaba alternativamente gozándola. Sentía su carne dura casi salir de mi agujerito para después enterrarse nuevamente hasta la raíz. Su encabritado miembro ya lubricado, me hacia sentir la presión del glande que casi me partía mientras me llenaba el recto con su duro aparato.
Pasando su fuerte brazo en torno a mis caderas, se apretó contra mi espalda y comenzó a restregarse contra mis nalgas manteniendo su miembro totalmente insertado en mi recto. Yo podía sentir cada centímetro de su hinchado miembro recorriendo mis entrañas, me parecio como si un inmenso embolo traspasara todo mi cuerpo y comence a estremecerme de placer.
Luego de intensas embestidas, él comenzó a correrse en mi recto, su semen inundaba chorro tras chorro mi trasero repletandomelo con su esperma, el maravilloso roce de sus dedos en mi clítoris, y el fragor del hinchado y caliente pene moviendose furiosamente dentro mío. Me hicieron llegar a un climax extraordinario, apenas me di cuenta que Leandro me estaba llenándo con su cremosa esperma, sin saber como me derrame en un acelerado orgasmo. No pude evitar correrme con mucha intensidad debido a las ganas que habia acumulado en tan lascivo acto, me corrí estremecedoramente en un exquisito y vigoroso orgasmo.
Mientras se corría en un goce delirante, él daba poderosas embestidas, expulsando sus ultimas reservas de esperma entre contenidos y ahogados gemidos y jadeos. Mientras eyaculaba me seguía masturbando mi clítoris, logrando que mi orgasmo fuera muy intenso y duradero. Era el primer orgasmo que habia conseguido por via anal, y por supuesto no seria el ultimo
Jacqueline - Chile