Depravada (2: Mi padre)
... porque después de mi hermano, mi mente deseo subir otro escalón, mi padre... (fotos)
...Depravada: Mi Padre
(II Parte)
Perder la virginidad con mi hermano, no había hecho más que llevarme a soñar con otras cosas. El momento en que mi padre nos sorprendió fue tan turbador que no me atrevía a mirarle a la cara, él, por el contrario, mantenía sus ojos fijos en mi de una manera firme y censuradora. Mi hermano, por otro lado, había decidido irse unos días de casa hasta que volviera la calma.
Le echaba de menos, llevaba semanas cerrando la puerta en la ducha, Luis no estaba, y si mi padre me viera no haría más que incrementar los problemas. Aun asi, seguí repasando cada dos días la piel de mi sexo, e hidratandola con el aceite, algo, que me ayudaba a masturbarme de una forma mucho más placentera.
No había día que antes de dormir, no me desnudara de cintura para abajo y comenzara mi ritual de juegos prohibidos en la oscuridad. Ahora, me era insuficiente rodear mi clítoris con mis dedos quedaba demasiado suave, y me buscaba para darme ligeros pellizquitos en él.
Mis fantasías habían cambiado, y veía a mi padre castigándome por follar con mi hermano con pequeños sufrimientos que no hacían otra cosa que incrementar mi deseo sexual.
Bajo la cama, guardaba unos pequeños utensilios caseros que me habían, en los últimos días, aliviado muchas tensiones, pero para ello siempre debía imaginar que él estaba a mi lado, que él decidía donde iban, y que obedecía cualquiera de sus deseos, de sus ordenes... Las pinzas de madera de tender la ropa, las enganchaba en cada uno de mis labios mayores, de esa forma sentí mi vulva pellizcada, separada, e imaginaba a mi padre mirándome Luego vendaba mis ojos y suponía que dado lo mala que había sido me exponía ante sus amigos, esos que muchas noches venían a jugar a las cartas a casa, y reían y cuchicheaban a mi alrededor, Luego venían mis caricias, que rápidamente explotaban en un orgasmo intenso, y que yo imaginaba que mi padre vería como algo negativo, asi que me obligaba a dormir desnuda con las pinzas en mi sexo y las piernas abiertas...
Y asi pasaban los días, imaginando, suponiendo, enloqueciendo de morbo y excitación. Comiéndome viva y deseando que eso tuviera algún desenlace aunque fuera con un par de azotes en el trasero por su parte.
Aquel domingo me desperté alterada, mi padre retiraba mi colcha con ira mientras yo dormía...
Pero como se puede ser tan puta...- gritaba
Y debajo de la colcha aparecía mi cuerpo desnudo enganchado mi sexo a esas pinzas de madera, abierto...
Me sobresalté tanto que pegué un grito...
No grites... ¡estás enferma o que!. Te veo follando con tu hermano el otro día y ahora con el coño lleno de chismarracos. Tú eres una guarra...
Lo decía con odio
Papá por favor, no- empecé a sollozar porque me sentí fatal...
En ese momento un bofetón, como el que alguna vez me lleve de pequeña estalló en mi cara, con la ira de mi padre que parecía dolerle el alma, más que a mi la cara...
Se sentó en la cama y se echó a llorar y murmurar, con la cabeza entre las manos:
Dios, ¿qué hago yo ahora? Mis hijos follan entre si, mi niña pequeña se tortura para esto... NO sé qué hacer. ¡Qué hemos hecho mal!....
Cuando le vi así me sentí fatal, pero lejos de quitarme las pinzas o vestirme, lo único que hice fue tirarme a sus brazos.
Lo siento papá- le dije llorando
A mis 19 años me sentía más pequeña que muchos años atrás. Agarrada al cuello de mi padre pegaba mi pecho desnudo a su jersey y lloraba en su hombro. Él en cambio no hacia caso a mi gesto y seguía sollozando para si...
Lo siento papá, no sé porque me pasan estas cosas, de verdad- mi voz salía entrecortada...
Mi padre pareció reaccionar y me rodeo con sus brazos la espalda desnuda.
Anda vístete- me dijo al oído
Pero yo seguí pegada a él restregando ligeramente mis pequeñas tetas contra su jersey, me agradaba estar desnuda así mientras él seguía vestido, con sus caricias fraternales. Sintiendo su aliento y exhibiendo mi cuerpo de incipiente mujer a aquel que me había concebido.
Perdóname de verdad, por favor, no me insultes... solo que esto no puedo controlarlo... me supera.
Su mano acariciaba mi pelo, y la otra mi espalda. Tenía la piel de gallina, y me rompía en llantos. A la vez sentía la piel de mi cuerpo rozarse con su ropa, el aroma, las manos gruesas y ruedas tocar mi desnudez después de muchos años...
No pares de abrazarme- le dije llorando y acoplándome para pillar mejor posición.
Quítate eso que llevas ahí abajo Lorena, hija, por favor- su tono ea casi de lástima- y vistete, anda...
Sentada sobre sus rodillas abri las piernas y empecé a desengachar cada una de las pinzas. Mis labios algo dados de si, parecían volver a su posición inicial, y me sentí especialmente alterada haciendo eso ante la mirada de él, que parecí haberse quedado preso en la imagen de mi sexo...
No me las pondré más..- le dije poniéndolas, ligeramente húmedas sobre su mano.
Las agarró y sintió mi calor. Su mirada se ruborizó e intentó con rapidez ponerse de pie. Se le veía incomodo. En cambio yo me agarre a él de nuevo...
Le diras algo a mamá?- le pregunté sumergida en su cariño
Él no contestó, parecía haber entrado en un estado de shock, invadido por una imagen surrealista, en aquel cuarto, con su hija de 19 años desnuda sobre él. Empecé a besarle, besos dulces, suaves, disfrazados de inocencia, pero convertidos sutilmente en besos lascivos, locos. Él estaba quieto, lloroso, como rendido ante la idea de que tenía una hija enferma, poseída por algo que no la podía frenar. Invadido por la angustia de sentir que la mano que iniciaba una expedición por encima de su pantalón era la de aquella chiquita que se deshacia de cosquillas cuando tan solo tenía tres años, y le decía "papa".
Pero en el fondo se movían expertas mis manos, frotando la dureza incipiente de su pasión contenida. La que le estaba incitando mi fragilidad sobre él, y a la vez mi obscenidad en cada una de las escenas.
Lorena, cariño.... por favor, no empeores las cosas...- me lo decía sumergido en la tragedia, mientras que su verga seguía un camino diferente al de su conciencia
Dame besos en mis tetitas, por favor, bésame las tetas papa, dime que a pesar de gustarme esto me quieres...
Y mientras me apartaba para enseñarle mis pechos, él miraba mis ojos derritiéndose los suyos en agua salada, y aproximaba sus labios a mis aureolas inflamadas, para hacerme enloquecer con su lengua....
Si, papá, si... asi... te quiero....
Mi mano intentaba hacerse un hueco por su pantalón, y de golpe, con mi presión rompí el botón de nacar, y pude tocar la piel de su sexo. Supe en que se parecían mi hermano y mi padre, pude verlo claramente cuando le oi gruñir, lo hacía intenso como Luis, aunque él intentaba morderse los labios...
Seguía sobre él, intenté cambiar de posición, sentarme como cuando era chica con las piernas abiertas, asi deje mi coño lampiño a su disposición...
He sido mala... lo sé, castígame... si así debe ser papá...
Mi padre, atónito no reaccionaba mientras corrientes de placer se cebaban en su sexo, el cual mi mano masajeaba con devoción, y sin tener duda de dónde y como debía tocar...
Cambié de nuevo, ahora sobre sus piernas, reclamando mis azotes. Dejando ee espacio entre mis piernas para que mi padre pudiera ver mi sexo desde atrás, para que me lo azotara si lo deseaba-
Un azote cayó en mis nalgas, uno que me pico y me hizo dar con más intensidad y rabia impulso a la piel que cubría su sexo. Chillé ligeramente...
Dime por qué me pegas?
Mi padre no era capaz de hablar, y yo de nuevo empujada por ese deseo qu eme hacia desear lo indeseable le guiaba...
Tú hija ha sido muy guarra verdad? Solo debería follar contigo, verdad papá?
Y de golpe me metí su verga en la boca y comencé a succionarle. Ahí sus manos comenzaron a caer sobre mi trasero, mientras entonaba un si grave, profundo, desesperado. Rozaba de nuevo el climax de la excitación mental.
Me puse en posición para que la polla de mi padre me atravesara, pero en unos instantes de lucidez, él se sintió capaz de hacerlo. Aun asi no podía separar sus manos de mis pechos, que con intensidad los masajeaba.
Mis nalgas rosadas por mi castigo, estaban sensibles a sus ligeros soplidos...
MI niña eres tú... no puedo creerlo- y tras decir eso me empujaba sobre el colchón y con su lengua comenzaba a lamer y relamer mi sexo, como nunca lo había hecho nadie. Me gustaba, me gustaba que fuera él, me hacía sentir frágil, y a la vez me derretía con esos toques precisos por cada rincón de mi coñito...
Un dedo se iba introduciendo en mi interior... Tumbado a mi lado solo asomaba su polla a través el pantalón, que rabiosa daba en mis piernas. Me penetraban sus dedos
Tuve un intenso orgasmo, con mi sexo apretñe sus dedos con cada una de las contracciones, él me miraba, esos ojos que censuraban mis salidas, que me habían regalado jueguetes, ahora eran propiedad de la persona que me había hecho estallar en una corriente de placer indescriptible...
Intenté incorporarme para continuar besando su sexo, quería beber su leche, pero él no me dejó...
Quiero verter todo mi semen sobre ti coñito, hija...
Y se quedó de pie, ahora tan enfermo como yo. De hecho quiza era él el portador del gen que me había convertido en lo que era. Vi como se masturbaba, y expulsaba con furia, cálida y espesa, su leche entre mis labios. Se quedaba ahí adherido, con mis piernas abiertas, mientras que él sudando iba disminuyendo el ritmo de sus caricias y una gota escurría por mis nalgas.
Subió su cremallera, apoyó la espalda sobre la pared y se dejo resbalar hasta quedar sentado en el suelo, de nuevo hundido, mirándome con lástima, o con miedo. Pero a mi esa situación me elevaba, desnuda ante mi padre, con su semen en mi coño, no podía hacer otra cosa que extenderlo con mi mano y masturbarme con él...
Mis jadeos se mezclaban con sus sollozos mientras la naturaleza y mi perversión me arrancaban un intenso orgasmo, casi regado por lágrimas. La mezcla de placer y dolor... mi extasis infinito...