Deportista Dominada (9 de 9)
La relación entre Damián y Julieta toma un giro inesperado. Un film cambia la vida de Julieta que descubre su masoquismo
Deportista Dominada (9)
-Me alegro que te gusten los anillos. Ahora te sacaré el cinturón. ¿A que no sabes por qué?-
-Sí, lo sé. ¡Por qué quieres romperme el culo y metérmela en la concha hasta el fondo!
-Efectivamente.-
Ya habían acordado tomar algunas fotos de Julieta desnuda para enmarcarlas y ponerlas en las paredes de la casa, cosa que hicieron unos días más tarde. Sin embargo, Julieta volvió a ver varias veces los videos que le había dado Damián y una mañana le comentó:
-He estado meditando sobre La Historia de O y de los videos que me diste. Quiero que algún día, antes de irte de gira, me ates en el garaje y con el látigo tú me marques todo el cuerpo, desde las rodillas hasta el cuello, por adelante y por atrás y me tomes muchas fotos. Me azotes como seguramente quieres, sin piedad, arrancándome gritos y gemidos de dolor.-
-Y lo digo antes que salgas de gira para que me pueda recuperar para cuando regreses y quieras usarme.-
-¿Quieres ser azotada como O?-
-Como sugiere la película que es azotada. Solamente se escuchan los gemidos, pero quiero que me dejes con muchas marcas de látigo y que queden registrados en fotos.-
-No me parece una mala idea. Sin embargo creo que debemos contar con la ayuda de un fotógrafo profesional, para que hiciera buenas tomas y con otro modelo de látigo, uno de cola larga para que con cada azote te dé toda la vuelta y te marque adelante y atrás.-
-Eso pensaba yo, uno con cola de cuero bien larga.-
-Iremos al comercio donde tú compraste esas cosas y elegiremos allí uno.-
-¿Sabes que quisiera que me regalaras para que uses conmigo?-
-Dime.-
-Un collar metálico con argollas para usar, por lo menos, cuando estamos en casa.-
-Bueno, vamos ahora mismo.-
Salieron para el comercio. Allí compraron dos modelos de látigos y Julieta se insistió con unas disciplinas y el collar metálico con argollas. Allí mismo se le ofrecieron un fotógrafo profesional.
Damián salía de gira un sábado a la mañana temprano. Quedaron entonces que sería azotada el viernes al atardecer. Llegó el fotógrafo y acomodó las luces y el telón de fondo, que simulaba la existencia de celdas y algunos instrumentos de tortura. Preparado el escenario Damián fue a buscar a Julieta.
Regresó con la muchacha desnuda, esposada con los brazos en la espalda y tirando de una cuerda unida a la anilla de la concha. A pesar que fue la misma Julieta la que sugirió ser sometida a este castigo, ahora tenía miedo de lo que le esperaba, pero no podía echarse atrás. Damián ya había arreglado todo para la flagelación y ésta debía cumplirse.
De acuerdo con las órdenes de Damián al fotógrafo, éste comenzó a tomar fotos desde el momento que Julieta era traída al lugar.
Una vez debajo de la cadena que pendía del techo, Damián procedió a colocarle unas tobilleras que luego fijó a argollas embutidas en el piso. Las piernas quedaron unos setenta centímetros separadas. Luego aflojó las esposas y las colocó con los brazos al frente y los levantó hasta fijarlos a la cadena pendiente del techo. Julieta quedaba inmovilizada y expuesta a los azotes que lacerarían su piel.
-Esclava, ¿estás dispuesta a que seas azotada en todo tu cuerpo?-
-Sí Damián, azótame cuanto quieras sin importar mis gemidos o súplicas.-
-Si quieres arrepentirte puedes hacerlo ahora. Cuando comience a azotarte, no pararé hasta el final.-
-No me arrepiento. ¡Azótame sin piedad!-
Damián levantó el látigo que hizo primero restallar en el aire. El pulso de Julieta se aceleró. Tenía miedo y al mismo tiempo excitación. Afortunadamente había meado justo antes de que Damián la buscara. Confiaba en que no se le iba a escapar pis.
El primer azote no fue muy fuerte. El látigo impactó en la espalda y la cola envolvió el cuerpo de la joven justo debajo de las tetas. Casi de inmediato apareció una fina línea roja.
El segundo azote, ya bastante más fuerte, fue directo al culo y la cola del látigo impactó en el pubis. Ahora sí Julieta dejó escapar un leve quejido. Le había dolido, pero era soportable.
El tercer azote lo recibió en la parte alta de la espalda, de manera que también afecto sus tetas, que temblaron por el impacto y el estremecimiento de Julieta. El gemido fue un poco más fuerte. Julieta estaba dolorida pero al mismo tiempo notaba que su concha se humedecía. Por su parte el fotógrafo continuaba tomando secuencias del cuerpo y la expresión de la cara de la joven.
El cuarto impacto fue justo debajo del culo, en los muslos pero con un efecto tal que la punta rozó los labios vaginales. El gemido de Julieta fue más fuerte. Realmente le dolía.
El quinto azote Damián lo dirigió de abajo hacia arriba, entre las piernas. Primariamente golpeó en la concha y la punta sobre la teta izquierda.
El sexto fue nuevamente en la espalda, cerca del primer azote, pero ahora con mucha fuerza, que arrancó un grito de la muchacha. Luego de unos treinta azotes, Damián cambió de instrumento. Tomó una vara flexible y comenzó a azotarle el culo, hasta que quedó completamente rojo y marcado.
Julieta tenía el rostro bañado en lágrimas, lágrimas de verdad, no de utilería. Su cuerpo estaba transpirado y creía que no soportaba más. Sin embargo ahora Damián se ubicó frente a ella y levantando la vara aplicó un fuerte golpe en el vientre. Le siguieron ocho más en el espacio que va desde el Monte de Venus al ombligo. Pensaba continuar con la vara azotando las tetas pero las marcas que había dejado le hicieron reflexionar. Era una verdadera lástima magullarle esa parte de su cuerpo.
Tomó otro látigo, de cola más corta y volvió a la espalda. Resistía todavía varios impactos, así que decidió continuar en esa parte. Cuando la piel blanca de Julieta se había transformado en una superficie cruzada por gran cantidad de rayas rojas, decidió continuar con el frente. Ahora sí podría azotarle las tetas. El látigo no dejaría marcas profundas.
Julieta tenía las tetas turgentes, bien formadas y paradas, por lo cual lo primero que podía apreciarse, cuando se la miraba de frente, especialmente con los brazos en alto, eran los pezones y las areolas. Allí fue dirigido el primer impacto con tan buena puntería que tomó el pezón derecho y la areola, muy cerca del pezón, izquierdo.
Lo de Julieta no fue un quejido, fue directamente un aullido y muy a su pesar comenzó a implorar que cesara el castigo, pero las reglas de juego que siempre se habían impuesto entre ellos, era no escuchar súplicas. Así el látigo impactó varias veces más en las tetas de Julieta que ya había dejado caer la cabeza, exhausta.
El fotógrafo no había cesado de trabajar. Disparaba su cámara como una ametralladora, registrando desde distintos ángulos el cuerpo y el rostro de Julieta.
Cuando Damián finalmente dio por finalizado el castigo miró su obra. Casi no podía creer el estado en que había quedado Julieta. Se acercó y puso un dedo dentro de la vagina. Julieta reaccionó como impulsada por un resorte. No era de dolor sino de deseo. Sin demorarse Damián se bajó el pantalón y el calzoncillo y su pija erecta se introdujo por la magullada entrada en la vagina húmeda y sedienta de sexo. Una vez que Damián se corrió, el fotógrafo se ofreció a desatar a Julieta y llevarla a una cama.
-No es necesario. Debe permanecer así hasta que se calme. Quizás en dos horas ya pueda sostenerse en sus propias piernas.-
Así despidió al fotógrafo y comenzó a preparar su bolso para la gira que emprendería al día siguiente.
Pasadas las dos horas regresó al garaje. Julieta permanecía colgada de sus muñecas y no sostenida por sus piernas. La desató y en brazos la llevó hasta la cama. Allí quedó hasta que más tarde Damián se acostó junto a ella.
-Ha sido un castigo muy duro el que sufriste. ¿Era algo así lo que querías?-
-No pensé que fuera tan terrible. Todo el cuerpo me quema.-
-Insisto, ¿era eso lo que querías?-
-Ahora no te puedo contestar. Quizás mañana o pasado sí. Ahora estoy muy dolorida.-
-No estaré no mañana ni pasado. Salgo en un rato de gira.-
-Es cierto, lo había olvidado. Que tengas buen viaje y que tu equipo regrese victorioso.-
Julieta pasó los siguientes dos días sin poder hacer movimientos importantes. Todo su cuerpo estaba dolorido, pero estaba feliz. Estaba segura que había complacido a Damián en uno de sus sueños más preciados y eso tenía mucho valor para ella. Sin embargo no creía que pudiese repetir la experiencia. Había sido mucho más insoportable de lo que pensaba.
¿Qué había sufrido mucho? Sí, claro que sí, pero lo había soportado y había quedado inmortalizado con las fotos. Pondría muchas de ellas en toda la casa.
Cuando Damián regresó de la gira, se iniciaba una nueva etapa. Damián se había demostrado a sí mismo que era capaz de torturar a su esclava y Julieta también se había demostrado a sí misma que era capaz de soportar el dolor con tal de complacer a su dueño. ¿Podría repetirlo? No estaba segura.
CONTINUARÁ