Depilación íntima
Relato de Vudú blanco.
Es un pequeño ritual íntimo. Y me gusta preparar todos los detalles con cuidado, de manera que cuando ella entra en el cuarto de baño todo esta ya listo para empezar. Se quita al batan y se queda con solo una camiseta blanca y corta. El ultimo valuarte de su timidez, porque a pesar del tiempo le siguen dando un poco de vergüenza saber que pronto quedara completamente expuesta. Hago que se siente en un pequeño banco de madera con una toalla en el asiento. Se agarra con las manos a los laterales y casi tengo que obligarla a separar las piernas. El vello púvico ha crecido salvaje desde la última vez. Denso y rizado. Me encanta eso color negro, tan espeso que no se puede ver la piel que hay abajo. Solamente los labios menores asoman tímidamente y la caperuza del clítoris en el medio. Sé que la situación la esta excitando, pero aun tardara en humedecerse. Las películas porno han puesto de moda los coños completamente depilados, ahora son tan fáciles de encontrar que resultan vulgares y ridículos. Además me excita mucho más un coño peludito, dejando claro que es una mujer adulta y plena de sexualidad. Una fruta madura y sabrosa que destila néctar. De manera que voy a depilarla a mi gusto, la retocaré para que parezca algo natural pero hermoso. No quiero una selva negra pero tampoco el chocho pelón de una niña pequeña. Me arrodillo entre sus piernas y comienzo usando la maquina corta-pelos en el numero 4. Se estremece ligeramente en la primera pasada pero luego comienza a disfrutar de las vibraciones de la maquina. Doy pasadas lentas y largas por todo el pubis, igualando el largo del vello. Con mis dedos por delante buscando la línea de crecimiento del pelo, un pellizco en una zona tan sensible de ser muy doloroso. Evito acercarme al clítoris que empieza a levantarse y a ponerse duro bajo su capucha de piel. Esta parte del trabajo es fácil y rápida. Ahora comienza algo mucho más delicado. Con una pequeña tijera, recorto los pelillos que sobresalgan y luego comienzo a cortar cerca del clítoris. Ella siempre se asusta en esta parte y cuando le miro a la cara para ver como esta no puedo evitar fijarme en que sus pezones se marcan en la tela de la camiseta. Por un momento estoy tentado a arrancarle la camiseta y chupar con desesperación sus pezones y follar aquí mismo sin más preámbulos. Ahora le tocan el turno a los labios vaginales que se han hinchado. Y las primeras gotas de flujo se deslizan por la suavidad de su interior de color rojo encendido. Para recortar el vello de laterales tengo que meter los dedos en esa grieta cálida y hambrienta. Cuando rozó la entrada de la vagina ella no puede evitar suspirar y un pequeño borbotón de húmeda me moja los dedos. El olor de su sexo comienza a llenar el cuarto. Ahora que el vello que he terminado de recortar el vello, los labios vaginales sobresalen, carnosos, como una flor exótica apunto de abrirse. Pero aun no he terminado. Vuelvo al pubis con la maquina en el cero, para darle su forma definitiva. Voy despejando todo el vello de los lados, dejando solo el que cubre la pelvis. Hay que hacerlo con cuidado para evitar cortes. Poco a poco va tomando la forma de un triangulo invertido con la parte superior ligeramente redondeada. Con una toalla mojada en agua caliente humedezco la piel y preparo la espuma con jabón de olor. Al extender la espuma, la brocha le va haciendo cosquillas sobre la piel recién descubierta y ahora su excitación es evidente. De forma involuntaria esta acercando las caderas buscando más contacto y puedo ver como sus labios laten suavemente y se abren dejando ver el grueso clítoris que se ha descubierto por sí solo. Esta tan concentrada en sus propias sensaciones que da un pequeño chillido cuando la cuchilla la roza por primera vez. Hay que repasar los laterales para dejarlos completamente suaves, dando pasadas en el sentido del vello para no irritar la piel. Ya casi he acabado. Le separo más las piernas para llegar con facilidad a las ingles y le pongo un poco de crema depilatoria especialmente suave, haciendo círculos en una zona que la vuelve loca de excitación. Ahora tiene que darse la vuelta y doblarse sobre el banco. Su duro culo se abre impúdico para dejar al descubierto el ano. Con una mano abro un poco más el culo y con la otra le extiendo la crema para quitar los pocos pelillos que crecen en el perineo y en el ano. La siento en el bidet y con agua fresca le quito los restos de la crema y los pelos suelto. Frotando su pubis y su clítoris que roza con mi mano en cada pasada haciéndola gemir. Con el bello aun húmedo le extiendo aceite corporal y la froto con una toalla. Esto refrescara la piel y hará que el vello este brillante, dándole ese tacto sedoso que me encanta cuando le acaricio el coño. Ya hora creo que me toca a mi....