Denuncia

Quien dijo que la policia no era eficiente, para mi fue el mejor trámite de mi vida.

Soy Caro y quiero compartirles una fantasía que hace un buen tiempo que tengo y no he llegado a realizar, y ojalá alguien me ayude a concretarla.

El hecho transcurre en una comisaría, dónde voy a realizar la denuncia de extravío de mi documentación personal. Luego de esperar por un rato para ser atendida, el oficial de turno me invita a pasar a su oficina para realizar el trámite pertinente. Me ofrece tomar asiento y le comienzo a relatar lo sucedido, a lo que él toma nota con su vieja máquina de escribir. También me pide todos mis datos personales, que no puedo demostrar por tener extraviada esa documentación; pero que le doy y él me dice que debe constatarlos.

Lo "problemático" comienza cuando le doy mi edad, y estado civil, veo que su rostro se muda a preocupación, también continuo con los demás datos, pero me invitó a esperar un momento mientras comprueba estos datos en una computadora que tenía en esa misma oficina.

Después de algunos minutos vuelve y me dice que debe revisarme, ya que encuentra algo sospechoso alguno de esos datos, que no me haga problema que sería algo sencillo. (Claro, porque el sospechado no era él!!).

Así que me hace poner de pie, me pregunta si tengo algo que pueda causarme algún inconveniente, como armas o drogas, a lo que respondo que no, y entonces comienza a revisarme estando yo con mis manos apoyadas a la pared y con mis piernas separadas.

Toma su cachiporra y tantea por mi cuerpo, comprobando si hay algo sospechoso. Comienza por mi espalda, bajando desde el cuello y deteniéndose en la cintura, justo donde comienzan las curvas. Va también por mis brazos desde las muñecas a los hombros y desde la muñeca a mis axilas, lugar dónde pareciera lo hace con mas suavidad y como dándome la impresión, buscando rozar mis senos y bajando también hasta mi cintura. Se me acerca un poco más por detrás, lo suficiente como para que yo pueda sentir su calor de hombre, pone su bastón en el frente de mi cintura, a la altura pélvica y muy suavemente comienza a subir hasta llegar a mis tetas, dónde me parece que ejerce mas presión y que al pasar por allí vuelve a bajar y a prestar atención específica.

Me hace un gesto no muy bueno, y me invita a quitarme el suéter que llevaba, a lo que accedo, pero con un poco de vergüenza ya que al quitármelo noté que frente a la situación, a los continuos roces y aquel calor de macho, mis pezones denunciaban mi fantasía. Por encima de mi corpiño y de la camisa que llevaba, aún así se hacían notar, como pidiendo atención urgente. El oficial no pudo ignorar lo que pasaba, y noté que sus ojos se detuvieron justo en el lugar clave y hasta creo que en su boca se comenzó a juntar la saliva.

Volvió a girarme y apoyarme contra la pared, separó mis piernas y también me tuvo que revisar allí. Bajó desde mi cintura a los tobillos con su bastón por la parte exterior de mis muslos, pero subió lentamente por la parte interior, hasta llegar a la entrepierna donde con la punta de su cachiporra marcó y acarició suavemente la zanja de mi cola. Ese momento me significó una tremenda confusión entre lo que quería hacer y lo que era "correcto" hacer. Mi excitación comenzó a reclamar un desasosiego. Pero el oficial me pidió que vuelva a tomar asiento.

Ahora me explicó, que por procedimiento y seguridad era su obligación detenerme, porque la inspección no lo convenció y que necesitaba de personal femenino para que me examinen mas a fondo. En ese momento sentí terror a quedar detenida, nunca me había sucedido. Así que le pregunté si no había algún procedimiento para evitar ese inconveniente. Que mi esposo llegaría esa noche a mi casa y si no me encuentra no sabría donde estoy. Así que puse la mejor cara de pobrecita para tratar de convencer al policía, a lo que él vino me abrazó y me dijo que había una posibilidad, pero que yo debía firmar una autorización para que personal masculino me revisara, y que si no había nada ilegal, entonces luego podría irme. Sin dudarlo accedí y luego de confeccionar el permiso y firmarlo el oficial me notificó que en ese momento y por lo menos hasta terminar la revisación yo estaba en carácter de detenida. A lo que debía esposarme como medida preventiva. Puso dos esposas, una en cada muñeca mía y me llevó hacia un armario dónde colgaban sus abrigos, allí me esposó al perchero, mirando yo hacia adentro del armario.

Él se dirigió a las ventanas y comenzó a cerrar las cortinas, luego se aproximó por detrás de mi y puso sus manos sobre mis hombros, me advirtió que el examen sería muy detallado, para que no quede duda y yo pudiese volverme a mi casa. No les puedo explicar la sensación que tuve en ese momento, pero fue uno de mis momentos mas excitantes.

Desde mis hombros bajo por mi espalda, ya no con algún instrumento sino con sus manos, tanteando cada centímetro con la yema de sus dedos, muy suave, casi haciendo cosquillas.

Electricidad recorría mi columna.

Tomó mi cintura y me rodeó pasando sus manos varias veces y como afirmándose a poseer lo que estaba buscando. Se arrimó a mi, más cerca de lo que había hecho antes, ahora no sólo sentía su calor, pude sentir su hombría que se hizo presente. A esta altura yo ya había perdido el control de mi misma, me había olvidado del arresto, de mi marido, de mi casa y hasta de mi denuncia.

El policía, desde atrás y rodeándome con sus brazos, comenzó a desprender mi pantalón, ahí me sobresalté y él me recordó que debía ser muy detallada la inspección. Volvió a rodear mi cintura con sus manos, pero ahora sumergiéndolas por las orillas de mi pantalón comenzando a bajarlos con mucha suavidad, agachándose para ayudarme a retirarlos totalmente y dejándome sentir su aliento caliente en mi culo. Creo que le causó muy buena impresión la tanga blanca que llevaba, porque al volver a ponerse de pie y acercarse a mi, noté que su pene estaba completamente duro. Y ante esa sensación, sólo dejé que se acomodé lo mejor posible detrás de mi y que continúe en el cumplimiento de su deber.

Volvió con sus manos a mi cintura y desde allí tanteo todo mi frente, pero especialmente sobre mis pechos (no se imaginan). Sentía cómo apoyaba mi cola y sus manos se habían adueñado de mis senos, así que me rendí, eché mi cabeza hacia atrás, la recosté contra su hombro y le di a entender que yo estaba a total disposición de la justicia. Y él entendió ese mensaje, porque inmediatamente abrió uno de los botones de mi camisa, metió su mano por debajo de mi corpiño y me tomó con pasión una teta, al mismo momento que besaba mi cuello y con su otra mano bajaba a buscar el foco de mi incendio, que aunque estaba empapada en mis jugos y había mojado la tanga, igualmente sentía fuego que me ardía. Allí se dirigió metiendo su mano debajo de mi bombachita y sin costarle trabajo abrió mi concha, buscó el clítoris y le supo dar el masaje justo para arrancarme el primer gemido descontrolado.

Continuó besándome en el cuello y en la boca, su lengua era como una golosina al entrar en mi boca, abrió por completo mi camisa, sacó ahora ambos senos y les dio a sus pezones el tratamiento que estaban requiriendo con las yemas de sus dedos. Era increíble.

Volvió a bajar a mi cintura, besó mi cola y con su lengua me hizo sentir cosquillas estremecedoras. Corrió la telita de mi lencería, separó mis nalgas y esa habilidosa lengua comenzó a comerse mi cola, me estaba muriendo de placer, mis pechos parecía que iban a explotar. Mojó bien mi ano y empezó a meter sus dedos y mientras lo ejercitaba, se cruzó a mi frente y me comenzó a mordisquear la concha por encima de mi tanga.

Yo lo quería matar, estaba desesperada por que me cogiera y él se dedicaba a beberse todos mis jugos hasta que por fin bajó y me sacó la bombachita, subió por mi frente chupando mi vientre, llegando y comiéndose mis tetas, y comiéndoselas muyyyy bien, se metió entre mis brazos esposados y volvió a meter en mi boca mi golosina preferida. Me comí su lengua como una desesperada, porque estaba desesperada.

Levanté una de mis piernas y lo sujeté de la cintura, le pedí, casi como un ruego, que me metiera su verga, que la necesitaba dentro de mi concha. No necesité insistirle, él abrió su cremallera, sacó su pija que estaba dura como una piedra, levantó mi otra pierna y me introdujo su miembro. No le costó nada, mi concha estaba esperando ese momento. Fue el alivio para la sed del desierto.

Lo hicimos desaforadamente, como animales. Mientras que me la metía y sacaba, con sus dedos continuaba hurgando en mi colita. Me regaló mi segundo orgasmo y me bajó. Se ubicó detrás de mi, volvió a sumergirse en mi cola, su lengua la lubricó abundantemente, se puso de pie y me dijo: Ahora me toca a mi.

Me abrió el culo y me metió su verga, primero suavemente y de a poco, pero una vez que la hubo metida toda, empezó a dármela lo más fuerte que podía. Era como que si quisiera torturarme (bendita tortura). Y en su momento comenzó a anunciarme que me llenaría la cola de leche, que me la daría toda, eso mas me calentaba, hasta que un grito salió de él y se paró. Sentí el calor de su leche llenar mi cola. Me abrazó, me dio un beso en el hombro, dejó que su verga se saliera sola de mi culo y mientras que me quitaba las esposas, sentía como la leche recorría mis muslos.

Al quedar libre, me arrodillé y le limpié bien su verga dormida. Luego me informó que estaba libre de toda culpa y cargo, que me vistiera y ya me podía retirar sin problemas.

Al llegar a mi casa, me di un baño, me produje muy sexy y esperé a mi marido, porque todavía estaba muy caliente, cogimos como locos esa noche, pero en mi mente no estaba mi esposo sino aquel policia.

A la mañana siguiente tuve que organizarme porque debía ir a la comisaría a hacer la denuncia por la pérdida de mis documentos, el día anterior me había olvidado de "acabar" el trámite.