Dentro, una vez más

Siempre es bueno recordar viejos momentos

Siempre he sido de probar. De experimentar. En mis 23 años nunca me había cortado en pedir lo que quería en ese instante. Fuera lo que fuera.

Informándote bien siempre puedes probar todo. Y más si es con un nuevo compañero de la univeridad.

Aitor me llamo la atención desde el primer momento en que le vi. Moreno, ojos verdes y un cuerpo musculoso. De esos que hacen que suspires con solo verle. Y así fue. Toda la población femenina que había en la clase suspiró a la vez, haciendo sonreir al chico.

"Vaya monumento, Valentina. Ese chico tiene que ser tuyo"

A los tres días ya tenía su número de teléfono y al cuarto ya habia conseguido una cita con él.

No estaba nerviosa.

Tenía muy claro que esa noche le conseguiría, ya que había más de una insinuación en la charla que habíamos tenido. Tanto por su parte, como de la mía.

Para aquella ocasión me había puesto un vestido rojo, ajustado hasta la cadera, que caía hasta por encima de las rodillas. Mi conjunto de ropa interior era negro, de encaje. Y unos tacones sin plataforma. Mi pelo rubio caía rizado hasta la mitad de la espalda y mi maquillaje simplemente el eyeliner con un poco de brillo. Lo más sencillo siempre es lo más sexy.

Sali de mi apartamento directa  por un taxi, ya que habíamos quedado en el centro de la ciudad.

Durante el camino me fije que el conductor no me paraba de mirar de reoj, cosa que había que me pusiera más húmeda de lo que estaba. Estaba destando de ver a Aitor.

Llegue puntual, como a mi me gustaba. Y me dispuse a enviarle un mensaje.

"¿Y el chico más guapo de la universudas, donde está?"

-Detras de la rubia más despampanante que he conocido nunca.

Al escuchar esa grave voz me giré lentamente con una sonrisa. Camisa blanca y un pantalón negro. Lo dicho, en la sencillez, siempre está lo sexy. Me imaginé rompiéndole la camisa, pero tuve que bloquear esos pensamientos.

-¿Vamos?- me dijo mientras sonreía y me ofrecía su mano. Sin dudarlo la cogí, mientras le guiñaba un ojo.

-Vamos.

De camino al restaurante hubo risas, roces y alguna que otra mirada lasciba.

Para cuando llegamos, mi tanga estaba bastante más húmeda.

Nos indicaron nuestra mesa. Una mesa bastante alejada del jaleo del restaurante, un poco escondida, entre algunas plantas. Le mire sonriendo.

-Que consideramos los del restaurante.

-Si, la verdad es que s.- me dijo guiñandome un ojo.

"Valentina, relajate que no llegáis ni al entrante"

Nos ofrecieron la carta y nos preguntaron por la bebida.

-Una botella del mejor vino blanco que tengáis- dijo Aitor sin dudar. Me gustaba que fuera tan decidido. Rezaba para que fuera así en todos los aspectos.

Empezamos a hablar de cosas triviale. Universidad. Vivir solos. Un poco la familia, sin adentrar mucho.

Media botella de vino después y el entrante acabado, empezaron las insinuaciones, haciendo que mis ganas de que acabase la cena fueran con más ganas a mi mente y a mi tanga.

Dado que a él le veía muy directo, decidí jugar. Decidí quitarme el zapato. Decidí que mi pie subiera lentamente por su pierna, debajo de ese mantel. Decidí sobar su ya erecto pene. Decidí mirarle a los ojos.

-Estoy deseando probar el postre.- dije mirándole a los ojos, mientras apretaba un poco su pene. Le vi como se mordia el labio y suspiraba.  Sonrei.

-Espero que el chocolate te guste.- me insinuo.

Aparecio el camarero, preguntando por el primer plato. Dudaba mucho que llegase a acabarme el plato, sinceramente. Ahora se me antojaba otra cosa.

-Perdone- Dijo Aitor al camarero- Prepare todo para llevar. E incluya otra botella de este maravilloso vino. Nos ha surgido unos planes.

Sonrei aún más si podía.

El camarero en dos minutos nos lo tenía preparad. Y Aitor sin ningún miramiento me cogió la mano y la bolsa con la otra. Pagamos y nos fuimos corriendo.

Me llevo directamente a su coche sin preguntar.

Una vez dentro me beso. Me beso con pasión, con ganas de jugar. Y a mi eso sobra decir que me puso muy cachonda.

-Ayer me dijiste que te gustaba experimentar. ¿no? -Asentí como un muñequito, mientras su dedo rozaba mi tanga- Bien, porque tengo una fantasía

-Te escucho- atine a decir.

-Te voy a mear dentro del coño. De ese coño tan mojado que tienes ahora mismo.

Asenti. Nunca había experimento la lluvia dorada, pero creo que ya era hora de hacerlo.

Aitor sonrió y arrancó el coche, directo a su aparatamento.

Durante el camino su mano estuvo viajando por mi muslo, de arriba a abajo. Rozando todo el rato el tanga, haciendo que jadease en voz baja, por las ganas que tenia.

Aparco en su plaza de garaje y fuimos hacia el ascensor

Alli me arrincono, mientras me besaba el cuello. Mis manos atinaron a tocarle la polla por encima del pantalón haciendo que le escuchase gemir en mi oido

Llegamos a su planta y me cogio en volandas. Fuimos hasta la habitación más lejana del pasillo.

Me bajo y abrió la puerta con la tarjeta. Me moría de ganas de que esas manos estuvieran tocandome todo el cuerpo

Una vez dentro me empujo contra la pare, quitandome el vestido en el proceso.

Me miro de arriba a abajo, chupandose los labios. Me deje resbalar hasta quedarme cara a cara con el cinturon

Se le desabroche mientras le miraba a los ojos. Le baje los pantalones y los calzoncillos.

Su polla dura palpitaba de deseo

-Chupala, bebé, chupa con esa boquita

Y obedeci. Me la meti hasta la garganta sin pensarlo. Su gemido se oyó por toda la habitación, haciendo que una de mis manos fuera directamente a mi coño. Me tocaba el clitoris mientras él me follaba la boca.

Sus manos sujetaban mi cabeza, mientras su cadera hacia los movimientos. Esa imagen hacía que me frotase más rápido. Mis gemidos se ahogaban en su polla, y eso a él le ponía como un cerdo.

-Dios, Valentina...

Ese rezar hizo que me corriera, de una forma muy brutal.

Aitor al oírme gemir quito su polla de mi boca y me empujó a la cama. Mi orgasmo seguía latente, y el bajo su boca.

Me levantó las piernas hasta los hombros y me follo con su lengua. Empece a tiritar cuando sentí como la movía dentro de mi.

Gemi como una puta, mientras mis manos empujaba su cabeza hacia mi coño. Yo quería más

Y mi orgasmo lo demostro.

Se levanto y se tumbo a mi lado, mientras me veia como seguía temblando se masturbaba. Al ver semejante imagen mi mano viajo hasta mi coño, metiéndome dos dedos.

Al ver mi recuperacion, me puso a cuatro patas

-¿Preparada para mi chorro, bebé? - dijo mientras rozaba su punta de la polla con mi clitoris. Gemí y asentí como pude

Se froto un poco más, hasta que sentí unas gotitas recorriendo mi coño

En ese momento la metió, gimiendo mi nombre

Senti como me iba llenando, y eso me ponía muy cerda.

Paro de mear y me empezó a follar, mientras su meada iba saliendo por todas partes

No os voy a engañar, me volví a correr. Aitor me sujetaba las caderas para que no me resbalase

Y volvió a empezar a echar otra meada. Lo volví a sentir, el se quedó quieto.

Gemía mientras iba sacando todo. Quería que volviese a moverse

Y así fue.

Empezo otra vez a follarme, haciendo que el líquido se moviese y saliese, mientras me volvía a correr

Nos giro a los dos, quedando yo encima, mientras le daba la espalda a Aitor, que estaba tumbado.

-Muevete bebe- me ordeno mientras me daba un azote en el culo.

Y le empecé a cabalgar, muy rápido.

Sus gemidos no tardaron en salir y sus manos apoyarse en mis caderas, intentando controlarme. pero no podía. Yo quería sentir su leche y volver a correrme.

-Bebe, no tan rápido... Dios, bebe, voy a correrme

Al oírle decir eso, mis paderes se contrayeron y me corri.

Y él, al sentir mi corrida

Me tumbe a su lado mientras recuperaba la respiracion e intentaba relajarme.

En mi mente solo había una cosa en ese momento.

"Valentina, que bien sienta una buena meada en el coño"