Dentro del laberinto (con Jennifer Connelly)
Versión no censurada de la célebre película de 1986.
Ahí está, el laberinto, tengo que meterme ahí y conseguir llegar al centro para salvar mi hermanito Tommy. El Rey de los goblins me ha puesto un muy difícil reto, pero tengo que hacerlo porque en el fondo es culpa mía que esté ahí atrapado. Si no hubiese pronunciado esas malditas palabras que resultaron ser mágicas, no habría pasado nada. Tendré que ir con más cuidado con las cosas que diga para mi sola cuando estoy enfadada, en fin, vamos a ello.
Me acerco al laberinto y de lejos me parece ver un niño que está meando en una de las fuentes del jardín que lo rodea.
¡Qué desvergonzado! si lo viera su madre le pondría el culo rojo. Me acerco a él para regañarle pero tengo una pequeña sorpresa, nunca mejor dicho "pequeña". El supuesto niño se gira pero no tiene en absoluto cara de niño. Tiene la altura de un crío de 6 años, pero la cara de un hombre de 40.
-hombrecito: ¡uh oh! ¿qué haces aquí?
-Sarah: eso pregunto yo, ¿que haces tú meando en la fuente, no te da verguenza?
-hombrecito: no es asunto tuyo, soy el cuidador de este jardín y hago con él lo que quiero.
-Sarah: ¿pero sabe tu madre que estás aquí?
-hombrecito: qué madre ni que leches, no soy un niño, soy un hombre y me llamo Hagel, Hagel el escarabajo.
-Sarah: uy perdón, creí que eras un gamberro que se estaba meando en la fuente para burlarse del jardinero, pero ahora veo que el jardinero eres tú.
-Hagel: pues sí, y ahora pregunto yo. ¿Quien eres tú y qué haces aquí? Este no es un sitio recomendable y menos para una moza como tú.
-Sarah: pues me llamo Sarah y he venido a salvar a mi hermanito Tommy. El Rey de los goblins lo ha raptado y me ha puesto como condición llegar en menos de 13 horas al centro del laberinto, o se convertirá también en un goblin y se quedará aquí para siempre.
-Hagel: mmm una tarea difícil, mucha gente se ha propuesto lo mismo que tú de cruzar en laberinto, y a sabiendas mías nadie lo ha conseguido.
-Sarah: pues yo lo conseguiré, porque quiero mucho a mi hermanito y daría la vida por él. ¿Puedes ayudarme?
-Hagel: ayuda mmm, bonita palabra. Sí, voy a hacer lo que pueda. Te acompañaré dentro del laberinto para ayudarte en los diferentes enigmas que presenta este. Nunca había echo una cosa así pero hoy estoy inspirado y voy a saltarme todas las normas.
-Sarah: gracias Hagel, no me esperaba que me ayudases después de la riña que hemos tenido.
-Hagel: pues sí hija, venga, vamos a ello.
No sé de donde ha pulsado Hagel un interruptor secreto pero de pronto se abre una gran puerta en los gruesos muros del laberinto. Entramos ambos por ella pero el panorama no puede ser más desolador. Tanto a derecha como izquierda se alarga un largo pasillo que parece no tener fin.
No se ve ninguna puerta más a la que acceder al interior del laberinto, la cosa está parda.
-Sarah: oh maldita sea, ¿por donde se sigue para ir hacia el interior?
-Hagel: otia pues, esto yo lo sabía antes, me suena, pero tanto tiempo cuidando las flores del jardín exterior me han echo olvidarlo todo. Vamos a ver si caminando un rato descubrimos algo.
Hagel y yo emprendemos a caminar sosegadamente al principio, pero como la cosa no parece tener cambios y el pasillo sigue viéndose igual de largo y cerrado que cuando hemos entrado, mis pasos van saltando cada vez más rápido. Y al final estoy corriendo, con Hagel chillando tras de mi que no lo deje atrás. Me detengo y maldigo;
-Sarah: ¡oh maldita sea! esto no tiene fin, podríamos pasarnos la vida entera dando vueltas al laberinto que no encontraríamos la puerta para entrar.
-Hagel: espera, no te rindas, vamos a pensar un poco pues todas estas cosas suelen tener truco.
Ambos nos ponemos la mano en la barbilla en actitud meditadora y tratamos de descubrir cual es la estrategia a seguir. Estoy tratando de concentrarme cuando un agudo chillido me sobresalta.
-voz-aguda: ¡oigan ustedes! ¿Qué hacen aquí?
Me giro para ver si es tras de mi que hablan pero no veo a nadie, me vuelvo a girar alante y atrás pero sigo sin ver nadie, como si hubiera soñado esa voz.
-voz-aguda: ¡aquí aquí, estoy aquí, en la pared!
Miro hacia la pared y me cuesta un poco, pues aparte de tener que ver una cosa tan pequeña, mi mente tiene que aceptar que un pequeño gusano verde pegado a la pared del pasillo esté hablando.
-Gusanito: hola compadres, ¿qué hacen aquí perdidos? este no es un sitio recomendable, y menos para una muchacha como usted.
-Sarah: ya está en lo mismo, me llamo Sarah y quiero llegar al centro del laberinto para salvar a mi hermanito Tommy, el Rey de los goblins lo ha secuestrado y me ha impuesto llegar en menos de 13h al centro o se lo quedará para siempre.
-Gusanito: mmm la cosa está difícil por si no lo sabía, pero veo que la acompaña mi amigo y hermano Hagel y eso me indica que merece usted mi ayuda.
-Sarah: ¿entonces puedes ayudarme a entrar de verdad en el laberinto?
-Gusanito: pues sí, de echo me es relativamente fácil. Pero tengo unas cuantas normas preescritas en mi mente y debo cumplirlas por sobre de todo. Una de esas normas es hacer pagar por mis servicios.
-Sarah: pero yo no tengo dinero, al llegar al exterior del laberinto me vi con unas ropas totalmente diferentes a las que llevaba, sin dinero, ni llaves, ni ninguna de mis pertenencias.
-Gusanito: bien, eso no es problema, puedes pagarme en, como decimos por aquí, en "especias". A ver, levántate la falda por delante y acércate a la pared, de manera que pueda yo inspeccionar tu entrepierna.
-Sarah: ¡pero que dices cochino! me estás haciendo proposiciones indecentes! ni hablar!
-Gusanito: a ver Hagel, explícale un poco a tu amiga que las cosas se hacen así por aquí. Que se saque las manías de la cabeza porque aquí en el laberinto nadie tiene manías.
Hagel parece comprender algo que a mi me cuesta, porque siguiendo las indicaciones del gusanito me empieza una larga plática sobre que aquí las cosas se hacen así, que nadie tiene los prejuicios considerados humanos en el mundo real, y que si quiero salvar a mi hermano tengo que acceder a la proposición del gusano. Al final me convence.
-Sarah: está bien, lo haré, pero por favor no digáis a nadie que he hecho esto.
Tanto Hagel como el gusanito me responden a la vez;
-Ambos: noo, claro que no, esto quedará en secreto.
Me levanto la falda por delante y me acerco a donde está el gusanito pegado en la pared, quedando este justo a la altura de mi panocha. Estoy aún dudando insegura a una distancia de la pared en que el gusanito aún no me llega, cuando siento un empujón en en culo dado por Hagel, que me aplana contra el muro.
-Sarah: ¡Hagel!
-Hagel: déjate ir hija, que todo irá mejor.
Estoy componiendo un gordo insulto para lanzarle cuando noto que el gusanito se desliza por mi raja.
-Sarah: ¡ooooooh!
Con la presión con que Hagel empuja mi trasero contra el muro me es imposible despegarme de la pared. Y mientras estoy así el gusano juega un rato en mi vagina. Al principio recorre la rajita de arriba a abajo, estimulándome y haciéndome perder esos prejuicios humanos de que hablaban. Después y con esmero, se mete dentro de ella y sale delicadamente, haciéndome suspirar con un tierno contacto. Pasamos un rato así mientras Hagel aún sujeta mi culo, pero su sujección se acaba haciendo innecesaria pues soy yo misma que acaba desplazando mi cintura de lado a otro para sentir ricamente el rozar de la cabeza del gusano.
-Sarah: oooh ooh ooooh, mmmm gusanito, me gusta muchoooo.
Pasamos otro rato más durante el cual la pasión de la relación sube constantemente. Cada vez muevo mi cintura más rápido como si un demonio se hubiera apoderado de mi cadera. Al final es él que pide basta.
-Gusanito: ¡basta basta! qué me ahogooooo!
Pero inconscientemente hago oídos sordos a sus súplicas, porque mi cadera y conducto vaginal se han adueñado de mis actos. La cabeza está prieta dentro de mi vagina pero a mi no se me pasa por la cabeza que se trata de eso, una verdadera cabeza con nariz y ojos. Al final, peró, Hagel tira de mi para separarme de la pared y despenetrarme.
-Gusanito: ¡uuff bofff! casi me matas! qué te crees que no necesito respirar!
-Sarah: ay perdona.. me olvidé de todo.
-Hagel: bueno ya está, salvado. Venga gusanito, hemos echo un trato y ahora tienes que decirnos como entrar al laberinto.
-Gusanito: bueno sí, un trato es un trato. Pues la cosa no era tan difícil, tenéis la entrada aquí mismo.
-Sarah: como que aquí, yo solo veo una interminable pared de piedra.
-Gusanito: las cosas no son lo que parecen en este lugar, recuérdalo. Ya verás, da un paso hacia la pared.
Aún desconfiada doy un paso hacia la pared con las manos extendidas, esperándome darme contra ella, ¡pero no! Descubro que el muro está de echo un metro más hacia adelante, pero que la perspectiva hacía parecerlo como parte del interminable pasillo. Entonces hacía ambos lados de la pared hay dos salidas.
-Sarah: ¡ya está! vamos Hagel!
Lo tomo de la mano y nos metemos por la salida de la derecha, la cosa no ha hecho más que empezar.
Este es el primer capítulo de una serie. Tanto los que no hayáis visto la peli, como los que la hayáis visto hace un montón de años, os recomiendo volverla a ver y para ello os pego aquí el vínculo de emule: ed2k://|file|Dentro%20del%20Laberinto.avi|735000576|7FD8296AE20529AB2EE402E9720125A6|/