Dentro del Laberinto - 6

Susan pasa sus días cautiva en buena compañía. Aprende más sobre ese mundo mientras El Héroe alcanza el piso 4 de la mazmorra.

Capítulo VII: Destino oscuro.

El piso 4 era demasiado; demasiado grande y laberíntico. Demasiado difícil para mí sólo. Y yo iba desarmado y sin protecciones. Ya no había goblins a los que matar y robar sus armas, y ya me las había cargado luchando. Había gólems de roca del tamaño de un jugador de fútbol americano, muy, muy duros: para mi nivel y armas goblins eran invulnerables. La otra característica de los gólems era su alta resistencia a la magia. Por esa razón había que matar al mago que los controlaba o destruir su núcleo. Afortunadamente con su nivel no eran autónomos, porque sin maná en mi anillo de fuego no tenía modo alguno de romper las esferas rojas de su nuca. Claramente la forma de derrotarlos era en pareja: Uno distrayendo como cebo y el otro atacando con magia los núcleos desde su espalda, sin ariesgarse a corta distancia. Eran mucho más lentos que casi todo lo que había matado hasta entonces salvo los slimes, pero no creía poder sobrevivir a más de 2 o 3 puñetazos brutales como los que lanzaban al aire cuando pasaba cerca. Y tampoco me quedaban curaciones. No hice más que correr y dar vueltas perdido hasta que salí de la zona gólem.

-Joder, agh, uf... -Descansaba contra una pared; había aprendido a cubrir mi espalda vigilando ambas puertas de la habitación donde descansara, así como los techos por mi experiencia con los escarabajos blindados. Creo que eso fue lo que me salvó.

-...¡No, no no!

Eché a correr en cuanto vi el movimiento en el techo. No relucía como los escarabajos advirtiendo de su presencia en la oscuridad, ni hacía ruido ni se movía bruscamente. Era como un gato al acecho tras una presa, cuidadosamente sigiloso. Y venía a por mí. Salí a tiempo de la habitación fuera del rango de su salto y evité que me cayera encima. Una horripilante araña gigante con 8 ojos rojos corría detrás de mí. Corría más que un chacal pero menos que un huargo. Bueno, en realidad no era tan gigante. No era jefa de zona y no era mucho mayor que los escarabajos. Era como un perro de presa con 8 zancos y dos litros de veneno y la capacidad de tender trampas y de atarte y de ver en la oscuridad.

-¡¿Por qué siempre tiene que haber arañas!?

Sí, soy aracnofóbico. Me dan pesadillas. Dejo los juegos de rol si me obligan a atravesar zonas de arañas. Pero tuve suerte ya que aunque no podía pensar con claridad, al estar desarmado había cogido el hábito de usar antorchas de las paredes cuando no tenía armas goblin. Eran armas muy débiles para el piso 4, pero lo importante era que iluminaban. Y por eso me salvé: Pude ver a tiempo el foso en un tramo largo de pasillo sin antorchas y lo salté, no más de un metro, pero vi que había una telaraña tejida un poco más abajo. Eso me hizo estar alerta ante ese tipo de trampas y pude distinguir la telaraña justo a tiempo casi invisible bajo la escasa iluminación de las antorchas. Tiré hacia atrás y me arrancó un jirón de la camiseta. Me di la vuelta y frené a la criatura con una antorcha ante sus ojos, y retrocedió un par de metros hasta el foso, donde debía sentirse a salvo para usar el desnivel como cobertura si era necesario.

-¡Débil al fuego! -Jadeé. Y me di cuenta de que con mi nivel no había jadeado por falta de aguante hasta que me asusté con los gólems y luego con la araña. Sólo tenía que calmarme. Utilicé la antorcha en la otra mano para quemar la telaraña que bloqueaba todo el pasillo en vertical. Ardió como si fuera de papel y pude continuar, en esa ocasión andando y pensando, mirando hacia atrás y manteniéndola a raya con la antorcha.

Llegué a una sala con antorchas por fin, cuadrada con 4 puertas incluyendo desde la que yo entré: Si seguía recto podía distinguir escaleras hacia arriba. Pensé que en aquel piso los techos eran mucho más altos, así que eso no me llevaría de vuelta al tercero. Pensé a dónde debería ir y quería localizar al mago que controlaba los gólems. Era algo que sospechaba por cómo me seguían con sus rostros inexpresivos antes de moverse, como cámaras de vigilancia, pero luego eran torpes; pero si sólo era un golem contra mí, sus movimientos eran mucho más precisos. Significaba que el controlador dividía su atención si había más de uno. Lo malo de esa elección era que sin duda sería un combate de dificultad boss que no podría ganar con dos antorchas. Uno de esos 3 caminos, sospechaba, me llevaría hasta él. Intuía que estaba en el centro exacto del piso 4.

Por otro lado lo que más quería evitar era la araña jefe. Me imaginé que las escaleras llevarían a algún tipo de puente en un gran espacio abierto, y eso sería propicio para la araña. Bastante tenía con la otra, que estaba esperando el momento de saltar y envenenarme por la espalda y no le podía quitar el ojo de encima.

Venía de la zona de los gólems aunque se hubiera colado una o dos arañas en su territorio. Reconté: Zona de Gólems, zona de arañas, araña jefe, y mago jefe. Tenía sentido.

-¿Pero dónde está la salida? -Me lamenté. Necesitaba tiempo, equipamiento y ayuda. Me precipité adentrándome sin nada y totalmente solo. Tal vez Mary sí que podría ayudarme, y si era necesario podría mantenerla bajo control para que las cosas no se desmadraran. Pero entonces recordé que Susan tenía consigo el collar y el espejo.

-Mierda.

Me acerqué muy lentamente a la araña con ambas antorchas apuntando a sus ojos, y logré que tras dudar esta retrocediera. Más tarde se hartó de ello y se marchó por una habitación lateral. Pude explorar la zona de los golems de nuevo, y trataba de crear un plano en mi cabeza. Tampoco tenía papel y lápiz, pero mi teléfono podía tomar notas escritas. Sin embargo no me atrevía a fijar la vista en el teléfono y que una araña me cayera encima otra vez. De modo que cambié ambas antorchas a medida que se consumían (sin pensar en cómo eso no sucedía hasta que las cogía), huí de nuevo de algunos gólems, evité las habitaciones donde había varios de ellos que pude reconocer a tiempo, y finalmente encontré las escaleras de vuelta al piso 3.

-¡Por fin!

Corrí de vuelta hasta mi casa. Necesitaba tiempo para recargar los anillos, y debería emplearlo en reclutar al menos a Mary de alguna manera. ¿O era mejor recurrir a mis padres? Si habían sellado el laberinto es que sabían lo que era. ¿O no? ¿A caso era un fenómeno paranormal que desconocían posterior a que taparan una simple bodega porque no bebían? De repente tuve un estremecimiento y el fuerte presentimiento de que era eso último. Había aprendido a escuchar a mi instinto así que descarté la idea de recurrir a mis padres. Me encontraba en el sótano junto a la trampilla abierta y pensé que de momento al menos me equiparía mejor. Allí había herramientas de todo tipo de mi padre, aficionado al bricolaje además de fontanero, pero no veía nada que fuera realmente útil como arma. No para el piso 4. Tampoco se me ocurría nada que fuera realmente efectivo. De modo que salí a la calle (ya era de noche) con la mochila y busqué varias buenas rocas del tamaño adecuado. Cargué dos de ellas en las manos y otras 6 en la mochila. Volví al sótano y las até envolviéndolas con alambres para que no se desgajaran fácilmente si se quebraban por mi fuerza aumentada. Me encantó la facilidad con la que mis dedos manipularon el alambre sin alicates. Mi idea era que ya que no parecía haber regeneración de monstruos, bastara la paciencia yendo y viniendo varias veces a matar gólems. Partiría rocas en los núcleos por fuerza bruta tras alcanzar su espalda mediante agilidad. El número más adecuado era contra dos gólems a la vez: Más era demasiado peligroso, y uno sólo no era lo bastante torpe para hacerlo de forma segura. Tan sólo tenía que orientarme correctamente respecto a ellos y buscar el momento adecuado mientras los hacía perseguirme por su habitación. Tenía que subir de nivel lo suficiente para matar a una araña de una pedrada que recuperar a continuación.

-Primitivo pero con fuerza bruta suficiente...

Me dije a mí mismo intentando animarme. Pensé en utilizar toallas dobladas como grandes hondas, podría atarlas con bridas, pero tener puntería con eso me llevaría mucho tiempo de práctica y lo descarté.

-Defensa... qué tenemos por aquí para defensa...

No encontré nada útil pero se me ocurrió que mi padre, que estaba trabajando con su furgoneta, se había dejado la moto en casa, de modo que podría coger su casco si lo devolvía a tiempo para que no se enterara.

-¿Dónde te habías metido?

Me sobresaltó mi madre en bata. Miré la hora y ya era media noche.

-¿Pero qué...?

-Nos tenías muy preocupados.

Corrí hacia ella intentando distraerla para que no viera la trampilla abierta y la acompañé fuera de las escaleras.

-Ya soy un adulto y estaba con mis amigos, no tenéis que preocuparos tanto.

-Nos has despertado con todo el ruido que has hecho. -Se quejó. -Te tenemos dicho que si vuelves tarde nos mandes un mensaje al menos. No sabíamos si te había pasado algo y no contestabas al teléfono.

-Lo siento, estaba muy distraído.

-...¿Cómo se llama? -Puso expresión pícara y se relajó.

-Mary... Digo Susan. -Me abstuve de decir “es mi diosa”.

-¡Pero qué picarón! -Me dio un golpecito en el hombro. -Estás en racha.

-...¿Eh?

-No paro de encontrar eso en la basura, y no son de tu padre.

-...

Mi madre llevaba la cuenta de cuántos condones usaba. Pensé que si alguien podía morir literalmente de vergüenza estaba en peligro real.

-Pero qué apasionada es... ¡Mira ese agujero en tu camiseta! Luego tendré que coserlo yo. -Recordé el jirón pegado a la telaraña. -Bueno, cariño, es tarde. Me vuelvo a la cama. ¡Y no olvides usar siempre protección!

-...

Un rato después de que reuniera los pedazos de mi orgullo tomé el casco de moto de mi padre y lo llevé al sótano. Tenía unas 6 horas para encontrar a Susan. No podía esperar a recargar anillos si ella estaba en peligro, y las probabilidades de que Mary me ayudara se desplomaron si la llamaba en plena madrugada. Y siendo nivel 1 en el piso 4 antes de que pudiera subir de nivel acabaría muerta si estaba cansada y torpe.

Concentrado en mejorar mi equipamiento, en lugar de usar un martillo presioné clavos por fuerza bruta contra varios tablones y los enhebré con varios alambres enroscados como una cuerda: Me contruí un torso de armadura de madera y le enganché en torno a los clavosvarios alambres por delante y por detrás a modo de coberturapara aumentar la resistencia. Las dagas goblin encontrarían los huecos, pero otras más grandes chocarían con el alambre antes que con la madera. Pero sabía que uno de esos gólems destruiría mi armadura primitiva de un solo puñetazo. Sin embargo mi preocupación eran las arañas. Intentaba que sólo pudieran picarme en los brazos y las piernas. Luego cogí un par de tablas más y las recorté lentamente como si fuera mantequilla con un cuchillo de cocina. Me las sujeté con bridas en los antebrazos pero no terminaba de funcionar. Lo afiancé con vendas del botiquín del baño. En un momento de necesidad podría bloquear el aguijón o lo que tuvieran con una de las tablas, aunque la partiera. Una segunda oportunidad.

Después me hice otro escudo de tablas y me quedé sin materiales: Ni alambre ni madera. Cogí el casco integral y la chaqueta de cuero de motorista que usaba mi padre en sus escapadas los domingos, una segunda mochila por delante, y me adentré en el laberinto. Iba con la visera levantada por la falta de luz que iba a tener y esperaba reaprovisionarme de armas de goblins que iría echando en la mochila. La armadura de madera me protegería de cortes accidentales. Y por último cogí un pequeño bloc de notas tamaño bolsillo y un minibolígrafo que llevaba encima cuando tenía previsto quedarme sin batería en salas de espera o transporte público (me entretenía dibujando). Si iba a dibujar algún tipo de mapa no quería quedarme sin batería, ni me parecía práctico dibujar trazos gordos con el dedo en una app de dibujo.

Muy pronto estuve de vuelta en el piso 4 sin encontrarme con un sólo monstruo hasta entonces. Tenía la mochila delantera sobrecargada de chatarra afilada y un garrote decente. En cuanto llegué comencé a dibujar lo que recordaba y lo iba corrigiendo a medida que exploraba y se me refrescaba la memoria. El piso tenía una estructura lógica: Conociendo la bifurcación central de 4 caminos y sabiendo que yo empezaba en la zona de los gólems, comprendí un diseño esquemático con pasillos principales y secundarios.

Para cuando tuve que volver a luchar apenas habría recargado uno o dos segundos de lanzallamas, y ninguna cura. Podría servir para detener la embestida de una araña si en ese momento no tenía una antorcha. Me guardé “el mapa” en el bolsillo y saqué una buena roca envuelta en alambres de la mochila trasera. La reventé contra los núcleos mágicos de cristal rojo de ambos gólems y funcionó. Con el primero que destruí subí al nivel 12 y estuve seguro de que había estado atascado por el requisito de matar monstruos de mayor categoría. Ambos anillos brillaron en verde y rojo, comprendí que se habían recargado al menos en parte por evolucionar y me animé. El otro gólem casi me mata por distraerme, pero rodé a su espalda y lo destruí también.

Me sentía más ágil y ligero. Pensé que principalmente había estado aumentando mi fuerza, resistencia al daño y aguante a la fatiga: FUE y VIT. Pero sospechaba que en nivel 12 había disparado sólo la AGI para no quedarse rezagada. Destrui unos cuantos gólems más practicando volteretas y acrobacias, cómo deslizarme entre sus piernas para saltar a su espalda y otras maniobras. Cuando subí al nivel 13 sentí un brusco aumento de velocidad cuando casi me aplasta un monstruo de roca por distraerme de nuevo al ver el resplandor dorado en mi mano. Mis reflejos, esquiva y velocidad eran notablemente mejores: La destreza y velocidad parecían ir por separado de la agilidad en lugar de ser un único atributo. También los anillos habían vuelto a brillar. Comprendí que tenía 2 de 3 curaciones, pero no sabía cuánto maná tenía el anillo de fuego. ¿Dos tercios?

-Mejor reservarlo. -Decidí.


-¿En qué piensas, Susan? -Le preguntó Roxan a su compañera en la cama.

-La letrina no tiene baño...

-Sí, echo de menos el río.

-¿Cómo os bañáis?

-¿Te refieres a limpiarnos? La magia de esta cama nos mantiene limpias. ¿No has visto que ha desaparecido la suciedad que trajiste ayer tras rodar por el suelo desnuda? Tampoco estás manchada de sudor y barro formado con él.

-¡Anda, es verdad! -Miró sus brazos, sus tetas, sus muslos, hasta su culo girándose un poco en la cama. -¡Ni una mancha!

-Tampoco tenemos frío ni calor mientras estemos en esta habitación.

-Eso sí lo había notado... He sudado un poco con el sexo, pero mucho menos de lo que debería. Y luego me he secado sin pasar frío.

-Es como si la magia fuera algo nuevo para tí.

-¿Bromeas? ¡Claro que es nueva para mí!

-Ese mago bastardo... ¿Ahora se dedica a secuestrar incluso chicas de pueblos incivilizados?

-¿Perdona?

-Los pueblos atrasados. Aquellos que no conocen la magia. No me imagino lo dura que debe ser la vida yendo al río por necesidad para estar limpia, hacer la colada a mano, no tener agua fresca en cualquier momento en tu casa, que se te pudra la carne cazada en menos de un día, esperar dos horas para un buen guiso...

-¿Pero de qué estás hablando? Todo eso lo hacemos con máquinas. Tecnología, ciencia.

-¿Cómo que máquinas?

Pasaron otros dos días hablando de sus respectivos mundos. Susan estaba fascinada con el mundo lleno de acción y aventuras y emociones de la cazadora, mientras que la mujer morena con tatuajes rojos en la cara dejó de ver a la rubia como una pobre primitiva inculta a la que proteger y empezó a respetarla como una persona con considerables conocimientos acumulados gracias a la educación obligatoria de su mundo... incluso respetaba la ciencia y aquello para lo que fuera que sirviera.

Así que finalmente Roxan cedio y le habló de lo que le estaba a su nueva amiga, un tema que hasta entonces se había resistido a explicarle por no considerarla preparada todavía. Susan aprendió que el mago de aquella torre negra frente a la ventana, la que todo lo bañaba con su estremecedora luz verde mortecina, era el gobernador de ese micromundo, una “dimensión de bolsillo” conectada al laberinto.

-Creo que no entiendo lo que significa eso, pero sigue... -Dijo tirando el dado de Roxan para decidir a pares o impares quién de las dos haría que la otra se corriera.

-Es como si el mago se hubiera construido su territorio dentro de una burbuja que sobresale del tejido del mundo... fuera del universo mismo. Y conecta tanto con su mundo de origen en un extremo como con el microuniverso del laberinto al otro lado.

-Ah...

-¿Ya lo entiendes?

-No.

Roxan tomó el dado para decidir qué le iba a hacer a su amiga. Le explicó que el mago no era el auténtico Señor del Laberinto, pero ocupaba su lugar gracias al Cetro de Agamenón.

-¿Qué es ese cetro? -Preguntó Susan mientras el experto dedo humedecido en saliva se deslizaba en su coño todavía seco.

-Simboliza al amo del laberinto. ¿Recuerdas el fantasma con el que te encontraste? Pues sigue al dueño del cetro.

-Hummm... -Empezaba a sentir la caricia muy agradable, y Roxan en vez de sacarlo y meterlo lentamente comenzó a hacer círculos dilatándolo poco a poco. Mientras tanto la rubia siguió hablando. -¿Qué pasaría si yo se lo quitara?

Roxan se echó a reir y sacó el dedo mientras rodaba por la cama. Chocó contra la elfa de cabello verde pero seguía en el plano astral, muy lejos de allí.

-Si por un milagro de los dioses te hicieras con él... -Dijo Roxan secándose una lágrima de risa- entonces el laberinto te obedecería. O al menos en parte. Conectaría con los mundos que quisieras... aunque sólo en los puntos más débiles de su tejido espacial. Podrías usarlo como puente entre mundos. Como refugio cerrando los portales. Como fortaleza armada repleta de monstruos que te protegerían. Es una magia muy antigua y poderosa la que reina en este lugar, tan grande que ni siquiera el cetro puede dominarla, pero protegerá y ayudará a quien porte el Cetro de Agamenón.

-Eso suena... ¡Divino de la muerte!

-No te entiendo cuando usas esas expresiones tan... incoherentes. ¿Rezas a un dios oscuro?

-¿Qué? ¡No, no! Por cierto... ¿Cómo me puedes entender si no eres de mi mundo?

-Igual que tú a mí.

Roxan se puso de nuevo en posición y recomenzó su sinfonía sensorial. Susan trataba de disimular su anticipación por una cuestión de orgullo, pero sabía que muy pronto se iba a retorcer orgasmo tras orgasmo. Se había vuelto toda una adicta a las increíbles habilidades de su amiga, y le costaba resistir el impulso de aplaudir y saltar de alegría cuando le tocaba recibir.

-Verás, La magia del laberinto actúa en las mentes de las criaturas inteligentes. Traduce automáticamente a aquellos que de verdad quieran entenderse mutuamente. -Llegó el turno del segundo dedo, pero parecía controlarlos individualmente con la habilidad de un cerrajero experto con un par de ganzúas. Y cuando abriera la puerta, una cascada de orgasmos brotarían. -Como la dimensión de bolsillo del nigromante conecta con el laberinto, es alcanzada por su magia. Esto es un efecto que él nunca podría impedir. Es una magia demasiado poderosa para intentar bloquearla. -Llegó el momento de usar la otra mano, que hurgaba y toqueteaba los labios mayores y menores en perfecta armonía, atenta a cada pequeña contracción y movimiento de la rubia.

Un minuto después entró en acción el pulgar sobre el capuchón del clítoris sin tocar nunca a este directamente. Segundos después Susan ya se estaba retorciendo y llevándose las manos a la cara. Una mezcla de estremecimientos y sacudidas repentinas la azotaban, sus pezones y clítoris estaban tan duros que casi le dolían, y sintió cómo el orgasmo se acercaba y se alejaba a medida que Roxan la cocinaba a fuego lento. Sus talones se deslizaron sobre la cama a medida que flexionaba y separaba sus rodillas, arqueando su espalda y babeando con la lengua fuera, mirando al techo con los ojos cerrados mientras entregaba su coño ciegamente. Pero su mente racional hizo un pequeño esfuerzo.

-¿Los nigromantes... hacen magia negra, verdad? -Dijo intentando mantener la compostura. Siempre que practicaba algún tipo de sexo intentaba mantener el control, pero entregarse a Roxan era demasiado placentero para resistirse.

-Sí. Magia de almas y cadáveres. Pero no se limitan a ella. Son muy peligrosos.

-¡¡AAAAAAHHHGGGHHH!!

Sus caderas se movieron automáticamente para autopenetrarse más rápido con los 3 habiles dedos de su coño. En cuanto la morena vio que el orgasmo era inevitable en pocos segundos, presionó contra la zona superior, en el punto G, hizo un movimiento de potente vibración ahí, y al mismo tiempo tocó por fin la parte destapada del clítoris, frotándolo directamente con el pulgar empapado en saliva, y le hizo una rápida e implacable masturbación de squirting que ha hizo gritar.

Y no se detuvo, siguió y siguió mientras Susan le rogaba que parara, pero no paró. Encadenó otro orgasmo. Y esa vez no gritó, sólo gimió.

-¡¡¡AAAAAAAAAAAHHHGGGHHAAAHHhh...!!!

Entonces la experta sólo bajó la intensidad, pero siguió y siguió.

-Pero... Agh... seguro que no se esperará... Uuuuh... que alguien como yo...

-¿Pero cuál es tu nivel para ser tan valiente, chica desnuda y desarmada que ni siquiera conoce la magia?

-¿Ni-nivellggh?

-No he encontrado ningún tatuaje del laberinto en tu cuerpo. ¿Has llegado hasta aquí sin recibir ningún don?

-Ni siquiera se... ¡¡AAAH!! ...cómo he... Uuuh... llegado hasta aquí.

Se sacudió de nuevo en otro orgasmo, aunque menos potente. Y Roxan tampoco se detuvo en ningún momento.

-Yo... estaba en casa de un chico de la universidad... Le hice... ¡¡Una pajjaAAAAAHHH!! -Se corrió antes de lo que esperaba recordándome, recordando mi polla dura agarrada con su mano. Estaba comenzando a recordar. -...Recuerdo... un espejo.

-¿El espejo de Narciso?

Roxan se tomó un descanso y puso fin con delicadeza a sus caricias.

Sin embargo Susan se estremeció y su coño palpitó y se contrajo en espasmos de un nuevo orgasmo. Sus rodillas temblaron y sus fluidos gotearon por sus muslos. ¿Cómo se había puesto tan cachonda recordando el espejo que incluso se había corrido sin caricias?

-Uuuh...

-Veo que sí era ese arma diabólica. Muchos de los aventureros novatos invitados por el laberinto se lo encuentran. Es un viejo truco del nigromante: Simplemente se asegura de que caiga en sus manos demasiado pronto, muchos pisos antes de lo que debería. Así consigue esclavizarlos como ha hecho contigo. El mago no puede bloquear el funcionamiento del laberinto, pero sí cambiar detalles en su favor. Como es un artefacto muy atrayente, en cuanto lo ven lo usan sin leer las instrucciones, y como tienta mucho emplearlo con otras personas, los héroes elegidos por el laberinto se arrepienten y se asustan tras hacerlo.

-¿Y... Uuuh... qué pasa... e-entonces? -Intentó decir Susan entre gemidos, todavía recuperándose. Roxan le sonrió y le acarició suavemente el coño y luego masajeó sus tetas, y chupó con calma sus pezones por turnos, entre pausas mientras hablaba.

-UuUuUuHh...

-Se niegan a usarlo. -Pausa para chupar. -Entonces el espejo aplica el castigo de karma tras superar una cuenta atrás. -Chupó el otro pezón. -Paga el precio de la maldición consumiendo todo el karma negativo del usuario mas todo el poder de los niveles absorbidos para activarlo. -Bajó y comenzó a chupar el clítoris con tanta habilidad como demostraba con sus manos.

-¡¡AaAaAAAGGHHAAAAaahhh...!!

-...La maldición esclaviza y recluta para el laberinto al usuario del espejo cuando termine la cuenta atrás. Esa cuenta atrás se activa por negarse a usarlo tras haberlo despertado usándolo. -Siguió chupando, en esa ocasión con más fuerza, pero aflojando y haciéndolo de nuevo muy rápidamente, equivalente a la vibración con los dedos en el punto G.

-¡¡IiiiIiIihhHHHGGHIIIIii...!!

Tuvo otro orgasmo, esa vez de tipo clitoriano.

-¿Y eso... aaagh... es lo que me... aaah... pasó? -Dijo intentando recuperar el aliento.

-Sin duda. También a mí. Maldito espejo... -Roxan se mordió el labio inferior y frotó sus muslos excitada al recordarlo. Verla excitarse despertó algo en Susan. Ella seguía considerándose heterosexual, pero ver aquello, incluso sin recibir estímulos sexuales directos, la excitó de nuevo. Se mordió el labio también en gesto reflejo ante esa gata salvaje estirándose en su cama.

-Pero yo no era aventurera ni nada parecido. -Logró decir. -Soy una chica normal que va a la universidad. Voy a ser profesora.

-Pues yo sí lo era. -Roxan siempre se recuperaba inmediatamente cuando quería hacerlo. -En mi mundo era cazadora y exploradora. Incluso era capaz de limpiar yo sola nidos de goblins enteros sin acabar envenenada o apuñalada por la espalda o cayendo en trampas. Siempre volvía ilesa. Muchos equipos de aventureros aficionados mueren por subestimarlos. -Subió hasta la almohada y se tumbó junto a Susan, mirándola a los ojos. La chica de La Tierra se sorprendió admirando lo bonitos que eran sus ojos. -Pero entonces un día se abrió el portal entre dos dólmenes mientras rezaba a la diosa, y mi curiosidad de exploradora me hizo atravesarlo. Nunca pude volver hasta ahora.

-¡Cielo santo! -Realmente se lamentó por ella.

-En mi caso utilizaba el espejo para paralizar a los monstruos alfa y avanzar sola. Perdía un nivel cada vez que lo hacía pero no me debilitaba porque ganaba otro al matarlos. Era demasiado fácil y sabía que el laberinto estaba diseñado para avanzar en equipo. Me hice mucho más fuerte de lo que el mago esperaba porque nunca volví al exterior para usarlo con otras personas, y tardé mucho en renunciar al espejo. Sólo subía y subía como si hiciera trampas. Ya te dije que es un objeto para los pisos superiores, pero el muy idiota me lo dio en el segundo piso.

Eso hizo que Susan visualizara el espejo y cerró los ojos excitándose de nuevo, tratando de controlarlo.

-Pero decidí que quería aumentar aún más de nivel e intentarlo por mí misma y renuncié a esa herramienta en el piso 23. Y esa fue mi perdición. Tenía 19 niveles de atraso y no pude con ningún alfa ni beta, y además era el piso del nigromante. Estuve varios dias allí subiendo de nivel despejando por completo el piso salvo por los alfas y betas, intentándolo una y otra vez con los betas, pero me era imposible. Demasiados niveles de diferencia sin recurrir al espejo para paralizarlos un minuto. Y en ese periodo de tiempo la cuenta atrás terminó y la maldición se activó. -Cerró los ojos con pesadumbre. -Antes de darme cuenta era la nueva adquisición del amo. -Susan le tomó de la mano con afecto. Los ojos de Roxan brillaron de tristeza, y los de Susan de compasión. Y se besaron con delicadeza brotando lágrimas que pasaron de una a la otra, cogidas de las manos.

Pasaron otros tres días. Susan aprendió mucho sobre el laberinto escuchando sus historias, pero se hacía de rogar para hablar.

-¿Hasta qué piso llegaste? -Le preguntó Susan mientras la masturbaba con toda la habilidad de que era capaz.

-El último que permite el mago es el 23. Te dije que alli se activó la maldición.

-¿Por qué no deja seguir? -Preguntó Susan algo frustrada. No conseguía hacerla gemir, a pesar de estar húmeda y erecta. Cada vez era más difícil conseguirlo, pero eso sólo la motivaba a esforzarse más.

-Porque él mismo no se atreve. Decidió que si él no podía avanzar más, nadie más debería poder.

Susan lo intentó lanzándose a chupar su clítoris a la vez que la penetraba con dos dedos y masajeaba los labios mayores con la otra mano. Roxan ya le había dicho que en aquella habitación tampoco crecía el vello púbico, así que ambas estaban siempre sin pelos allí, lo que era bastante agradable para el sexo oral.

-Una vez que obtuvo el cetro... hmm... -”¡Bien!” -La recompensa principal de ese piso... Uuh... Se conformó con la parte de poder sobre el laberinto que obtuvo, creó este subespacio y vive aquí desde entonces, en el limbo.

La rubia paró sólo por un momento de chupar:

-¿Qué quieres decir con limbo?

-El tiempo, pequeña. Teme envejecer... HMMM... Quiere ver los mundos marchitarse y morir, como si ralentizar su propio tiempo engañara a la muerte... Ehh, no pares.

-¿Quieres decir que en su “dimensión de bolsillo” el tiempo pasa más lento?

-Sí, pequeña... Aaah... Para eso es esa luz verde. Regula el flujo del tiem-poOoOo... ¡Ooohh!

Susan estaba aprendiendo a “cocinarla a fuego lento”, como Roxan lo llamaba. Entonces otra idea le vino a la mente y dejó de chupar a cambio de un acelerón como cuando Roxan le causaba un squirting.

-Hoy cumplio una semana con vosotras...

-¡UUUHHMMM...! ¡Casi lo dominas!

-...¿Cuánto tiempo ha pasado fuera de este limbo?

-¡¡No lo sséeEeEEHH!!

Ambas ignoraron como siempre al guardia orco que entró a soltarles 3 bandejas de comida en el suelo y llevarse las anteriores. También como siempre se quedó un rato mirando el espectáculo. Roxan le había dicho que tenían órdenes de no tocarlas sexualmente.


Cuando estaba lo bastante seguro de haber pasado a limpio toda la zona de gólems salvo el jefe final, me acerqué al nexo central y tuve que elegir un camino dispuesto a huir si me encontraba la araña gigante. Mi nivel ya era 14, varios por encima de lo que correspondía al piso gracias al espejo (ya entendía la utilidad de los anillos de compromiso), pero sin duda estaba diseñado para avanzar en equipo, o al menos en pareja. Pensé en enfrentarme al mago de gólems en varios intentos recopilando información. Elegí un camino que no fuera el de las escaleras por mi teoría del puente y la bóveda y tuve suerte: Me encontré un hombre enmascarado envuelto en una túnica marrón con 3 gólems guardaespaldas que activó al verme alzando las manos. Corrí alrrededor de la gran sala buscando trampas y tratando de analizar los patrones de movimientos, pero parecía que no haría nada más hasta que destruyera los gólems. Y eso hice. Cuando cayó el tercero corrí hacia él, pero entonces levantó un ancho muro de roca contra el que me choqué. La visera del casco se rompió y se cayó, pero no me rompí la nariz. Esa fue la primera vez que vi magia de invocación en algo que no fueran los baules apareciendo o los monstruos desapareciendo tras morir: Pilares de luz con espirales de niebla aparecieron por toda la habitación, y dos segundos después se disiparon: Había 6 gólems más.

Corrí a una esquina haciendo que se acumularan en mi dirección, y antes de que me atrapararan rodeándome me escabullí hasta destruir por la espalda al más cercano. En lugar de permitir que me rodearan los había agrupado en una esquina y el mago era demasiado torpe manejando tantos a la vez. No eran un problema para mí con mi nuevo cuerpo acelerado. El proceso lo repetí otras 2 veces hasta desmenuzar la penúltima piedra, y para entonces el mago sólo pudo invocar a 3. Tal y como esperaba, le estaba agotando el maná. Al último gólem le rompí el núcleo reventándole una pequeña hacha oxidada de goblin, que estalló en astillas entremezcladas con el cristal rojo encantado. El mago dejó de invocarlos y se lo reservaba para defenderse mietras corría a su alrrededor y le atacaba con llamaradas intermitentes, obligándolo a levantar muros de roca cada vez más pequeños. Cuando finalmente salté sobre él me bastaron mis propias manos y unos cuantos puñetazos para derribarlo. Le quité la máscara y pude ver una criatura de ojos rojos, piel morada y cabello blanco bajo la túnica.

-¿Un elfo oscuro?

Un baúl apareció, pero el cuerpo perduraba.

-No me digas que... ¿tú no eres un monstruo? ¿Estás vivo de verdad?

Empezó a preocuparme que lo hubiera matado cuando abrió los ojos y gimió de dolor.

-Uuuuhh...

Entonces vi que la máscara que yo sostenía brillaba: ¿Me había reconocido como su nuevo propietario?

-Tú. Habla. ¿Puedes entenderme?

-...Sí.

-¿Por qué?

-El laberinto nos traduce. Magia mental.

-Ah, muy lógico. ¿Por qué me atacas si no eres un monstruo creado por el laberinto?

-Yo... Es mi deber. Son órdenes.

Miré al hombre tendido en el suelo que me miraba con pavor sabiéndose derrotado y con resignación ante su muerte inminente. Yo temía el problema en el que me estaba metiendo: Aquello no era un juego.

-¿Quién te da las órdenes?

-El Amo. Él me reclutó.

-¿Eres su esclavo?

-Yo... Sí. Era como tú. Me cegó la ambición de poder. El laberinto me hacía cada vez más fuerte... Pero era una trampa. -Cerró los ojos apesadumbrado. -Perdí mi libertad en batalla y le juré lealtad a uno de sus subordinados. Por extensión a él.

Sabía lo que eso significaba.

-Describe a ese subordinado. Parece bastante fuerte.

-Era una mujer elfa. Cabello verde. Luchó contra mí con los ojos cerrados todo el tiempo, sin moverse del trono de su piso.

-¿Magia? ¿De qué tipo?

-Ilusiones. Mis golems se destruyeron entre sí y me atacaron. No sólo confundió mis sentidos al controlarlos, incluso tomó el control del último que quedaba por pura fuerza de voluntad, aunque no fuera usuaria de gólems. No pude cancelar la invocación y me rendí ante mi propia creación.

-¿Qué pasaría si me enfrentara yo sólo a ella?

-Jamás la podrías tocar. Nunca sabrías dónde se encuentra realmente. Sin duda la imagen de ella en su trono sólo era un cebo.

-¿Y si sellara las puertas y consumiera un anillo lanzallamas vestido con un traje ignífugo convirtiendo la habitación en un horno?

-...¿Qué clase de locura es esa? Tus pulmones se abrasarían. Tus ojos se quemarían.

-Sólo tendría que contener el aliento, tengo mucho aguante. Y usar un casco de soldador.

-...No sé de qué estás hablando, pero... ¿Esto significa que me perdonas la vida?

-Si me juras no volver a atacarme ni tampoco a mis posibles aliados.

-Mi juramento de lealtad se sobrepone.

-Yo te he derrotado en batalla.

-El Amo me ata con magia. No puedo romper el juramento.

-Entonces no me lo jures. A menos que tu jefe te de una orden directa, sé honorable y no me ataques.

-Pero mi responsabilidad...

-¿Quieres ser realmente su sirviente?

-...

-¿Qué hace la máscara?

-Da control sobre el elemento tierra.

-¿Cuál es el hechizo para levantar muros?

-Defensus óbice.

-Descansa, colega. Y no vuelvas a atacarme. Adiós.

-¡Alto! No puedo permitirlo. Mi juramento...

Lo noqueé de nuevo. Me puse la máscara y se agarró a mi cara como si fuera imán sobre hierro. Abrí el baúl esperando que tuviera la llave para poder ignorar a la araña jefe, y tuve suerte. En aquella ocasión había un colgante con un cristal tallado, tal vez inspirado en un diamante, rodeado de plata en forma de 8 aspas girando. Tomé la nota.

Colgante de los recuerdos

Almacena recuerdos, sentimientos, emociones y sensaciones. Pueden consultarse, revivirse y prestarse a otra persona al prestarle el colgante.

Permite compartir y revivir experiencias.

Detalles:

-La persona que lo utilice debe conocer el mapa o puede quedar atrapada en un mundo de recuerdos.

-La persona que lo utilice puede quedar en trance en el mundo de recuerdos, ajena al mundo real, hasta que aprenda a dominarlo.

-La persona que lo utilice debería aprender a controlar la intensidad de las emociones almacenadas, salvo para disfrutar de recuerdos sexuales.

-Así que básicamente es para grabarse follando... Pero podría ser útil para intercambiar rápidamente información. Parece que hay que aprender a utilizarlo y requiere práctica. Pero ni una pista de cómo se hace. ¿Es por fuerza de voluntad?

Tomé la llave antes de que el mago despertara y guardé el colgante en la mochila de piedras, ahora vacía. Comprobé las habitaciones cercanas hasta que di con la trampilla al piso 5. Me lamenté de no haber subido al nivel 15 y supuse que dejar inconsciente no contaba para subir de nivel. “Menudo sociópata el mago que haya creado todo esto”, pensé.


-Roxan... -Murmuró la elfa.

-¡Wow, por fin despiertas! -Exclamó Susan.

-Cuánto tiempo, Valystar.

-Alguien viene.

-¿Qué quieres decir? Si ella vino hace sólo diez días. Es demasiado pronto para otro aventurero.

-Viene a por ella.

-Viene a salvarme. -Dijo decidida Susan, como registré en la tablilla de confesiones.

-Es un hombre.

-No habrá diversión para nosotras entonces. -Replicó Roxan quejumbrosamente. -Otro peón para el nigromante.

-Cuida de ella. Creo que este tiene posibilidades de llegar hasta aquí. Pero yo tengo que cumplir con el juramento.

-¿Qué? ¿Cómo va a llegar hasta aquí? ¿Estás bromeando?

-Percibo algo en él. -Contestó la mujer de cabello verde. -No tiene mentalidad de héroe, ni de aventurero, ni de explorador.

-¡Entonces es un aficionado!

-Es impredecible. El laberinto no sabe lidiar con él.

-Entonces el mago lo enfrentará personalmente.

-No hasta que repare en su presencia. Ni siquiera ha puesto su ojo en él.

-¿De verdad crees que lo logrará?

-Tengo el presentimiento de que al menos se encontrará con la que quiere rescatar. Lo que pase después no lo puedo saber.

Roxan chocó sus puños sonriendo.

-Entonces tendremos que poner de nuestra parte, ¿Verdad?

-Pero no puedes romper el juramento. Lo sabes.

-No directamente. -Y le guiñó un ojo. Susan estaba tranquila, segura de que yo lo lograría muy pronto. Pero lamentablemente el piso 5 estaba custodiado por Valystar.