Dentro del laberinto (5: el centinela canino)

-Seguimos transitando hasta que llegamos ante un puente. Puente vigilado por un curioso centinela con cabeza de perro, uniforme de caballero ingles y lanza.

He perdido un amigo pero he ganado otro, ¡y más grande!. Hagel me abandonó nada más oir los rugidos que daba Ludo al ser torturado por los trolls, y creía que me iba a quedar sola, pero no. Resulta que con un poco de maña salvé al ogro bueno del apresamiento a que estava sometido, y ahora se ha convertido en mi amigo para siempre, pues me debe la vida. Cogidos de la mano, la diferencia de tamaño es abismal, reanudamos mi camino en dirección al castillo del centro del laberinto. Ludo apenas sabe hablar, por lo que no le he explicado toda la historia acerca de que Jarret, rei de los goblins, tiene apresado a mi hermanito Tommy a causa de que, sin saberlo, dije unas palabras que resultaron ser mágicas. Entonces Tommy desapareció de su cuna por arte de magia y apareció en las manos de Jarret. Y yo aparecí en la entrada del laberinto, donde Jarret me planteó como estaban las cosas; o llegaba al castillo antes de 13 horas, o Tommy se convertiría en un goblin y se quedaría aquí para siempre.

Pues de eso nada, aquí para guerrera yo, y si está en juego la vida de mi hermano sería capaz de dar media mía. Aunque repito que, Ludo apenas sabe hablar y de esto no sabe ni sabrá nunca nada. Nosotros vamos rondando y el paisaje parece cambiar bastante. De vagar por un limpio laberinto formado por muros de seto y ladrillo, acabamos en una cosa bastante diferente, que más que laberinto parece ciénaga. Donde los setos han sido substituidos por fantasmales y oscuros árboles, y el claro enlosado del suelo por una sucia vía fangosa y encharcada. Nos rodea un ambiente pantanoso que hace el más asqueroso olor que haya olido nunca. Pero no podemos dar marcha atrás, porque si hemos llegado hasta aquí es porque el mismo laberinto ha querido, y nos ha encaminado hacia donde él quería. Quizá es buena señal y nos aproximamos al castillo, en fin, to se verá.

-Sarah: eeecs, esto es asqueroso, ¿sabes como se llama esta parte del laberinto?

-Ludo: eel pantaanoo deel heedooor eteernooo.

-Sarah: dios, no podía tener mejor nombre. Espero que al menos sea buen camino.

Seguimos transitando por él hasta que la misma magia del laberinto nos planta ante un puente. Puente vigilado, peró, por un curioso centinela con cabeza de perro, uniforme de caballero ingles y lanza.

-Centinela: ¡alto, deteneos he dicho!

-Sarah: este pringao nos lo quiere poner difícil Ludo, señal de que vamos por buen camino, tenemos que atravesar este puente.

-Sarah: por favor, tenemos que pasar.

-Centinela: sin pagar el peaje correspondiente nadie puede cruzar.

-Sarah: por favor, nos queda muy poco tiempo, tengo que llegar al castillo en menos de 3 horas.

-Centinela: mi nombre es sir Dídimus, e hize promesa de proteger con mi vida que nadie cruzara este puente sin abonar la pertinente cuota de paso.

-Sarah: pero es que, no tenemos dinero, ni joyas ni nada de valor para pagar el peaje.

-Dídimus: no hay problema damisela, puede usted abonar la cuota en especias.

-Sarah: ¿especias? ¡uy! creo que ya me acuerdo de lo que te refieres. Un anciano nos dio un consejo y también tuve que pagárselo en "especias" como le llamáis aquí.

-Dídimus: celebro no tener que daros una explicación que resulte embarazosa sobre el tema. Cuando estéis dispuesta efectuaré mi cometido para que lo antes posible podáis cruzar el puente.

-Sarah: si bien, espera un momento por favor.

Tomo a Ludo de la mano y me aparto un poco del puente para charlar con él a solas.

-Sarah: Ludo, amigo mío, ahora el centinela Dídimus y yo vamos a hacer una ceremonia mágica para invocar los espíritus del pantano, porque sinó no nos dejan cruzar el puente. Pero esa ceremonia la tenemos que hacer a solas porque sinó los espíritus no vienen nunca. Entonces te pido que te quedes un rato escondido tras estos matorrales, y te olvides de nosotros durante un rato. Ya te vendré a buscar cuando se nos haya sido concedido el paso por el puente. Puedes incluso pegar una cabezadita pues eso hará más efectiva la ceremonia para que los espíritus mágicos se aproximen y nos den paso, ¿de acuerdo?

-Ludo: sííííí Saaaaraaah, dooormiiireeee uuunn raatooo, yy cuaandooo túúúú veengasss meee deeespeertaaareeee.

-Sarah: ok Ludo, celebro que lo hayas entendido a la primera. Venga, cierra los ojos y a soñar.

Ludo se tumba en en suelo tras el espeso cúmulo de arbustos hasta el que lo he conducido a unos 50 metros del puente.

-BOUM-

Cierra los ojos y no tarda ni 10 segundos en empezar a roncar.

-Ludo: grrrrrr fiuuuu grrrrr fiuuuu.

-Sarah: ...que tengas felices sueños Ludito...

Le doy un beso en la nariz y regreso al puente donde me espera Dídimus preparado a "cobrarme" el peaje.

-Dídimus: bien madame, cuando vos queráis cumpliré con mi deber como guarda del puente y efectuaré las pertinentes diligencias para daros paso.

-Sarah: tranquilooo, tenemos tiempoo, vamos a hacerlo bien no sea que lo tengamos que repetir.

Diciento esto me levanto el vestido desnudándome completamente y lo lanzo que se queda colgado de la barandilla del tosco puentecillo. Me acerco al centinela y, sin prisas pero sin pausas, me agacho ante él, le desabrocho los pantalones, se la saco ya en tamaño de batalla y me la como de un bocado.

-Dídimus: mmm honrada damisela, puedo apreciar que sois de alta cuna y habéis sido educada para moveros entre verdaderos reyes.

-Sarah: gloob, gloob, glooob, mmmm, síííí, de hecho soy una auténtica princesa, pero mis padres me dieron en adopción porque querían un chico. Glooob, glooob, gloooob.

Así mientras los dos hacemos un poco de broma, que he visto que reina en todo el laberinto, se la chupo perversa tragándome toda la verga, que para ser de perro es grande.

-Dídimus: mmm asíííí bella damaaa, haced honra a vuestra real sangre, toda dentroooo.

Diciendo esto me toma de la nuca y me ayuda a no dejarme ni un centímetro fuera. Se la chupo un poquito más hasta que me la saco de la boca y le digo.

-Sarah: bueno noble caballero, vais a hacer honor a vuestros galones y... ¿me vais a montar?

-Dídimus: ¡al momento! un verdadero caballero nunca falla a la petición de una dama.

Así, para no fallar a su noble galón, al ponerme yo en posición de ser montada (a 4 patas), se me situa detrás y al grito de guerra de.

-Dídimus: ¡adelanteeee!

Me la mete dentro marcialmente.

-Sarah: ¡oooohmmm! me siento afortunada de recibir vuestro noble miembro, y espero dar la talla que vuestra figura exije.

-Dídimus: menos ostias plebeya, sufrid el castigo que dios os ha impuesto y palpad tan solo de lejos un atisbo del cielo. Para que seáis más buena mujer en vida y esperéis ser conducido al lado de nuestro señor.

Joder como se enrolla el tío (pienso) se enrolla mucho pero no me falla en montura y oooooh, que bien que me follaaaaa.

-Sarah: ooooh, ooooh, ooooh. Perdonad que os lo diga, oh noble caballero, pero vuestra cintura está marcada de una velocidad endemoniadaaaaaaaah.

-Dídimus: perdonada estáis digna doncella, no me ofende ser comparado con el diablo pues en el fondo también es divino.

-Sarah: ja ja ja, perdonad que me ría majestad, pero es que me está poniendo usted locaaaaaah, ahhhhh, ahhhh, ahhhh.

Así, entre discurso y poesía, Dídimus me folla un buen rato en el que además de arderme la panocha ante sus embistes, me parto el culo de risa por dentro y por fuera. Llega el final del polvo en que yo no sé en que momento gemir o reir, y lo hago todo a la vez, descontrolándoseme la boca y aullando una posesa mezcla de grito y risa.

-Sarah: ¡aaahjjaaahaaajjaajjaahahjjajahaaahhajjaaa! por favor excelencia ¡aaaaaaaaaaaaaaaaaaah!

Este último grito mío parece encenderle la cerilla del orgasmo, y aullando como lobo me embiste con bestial energía palmeando su cintura contra mis nalgas abofeteándolas.

-PLaS-PLaS-PLaS-PlaS-

-Sarah: oooooh, comandanteeee, no os detengáis mi rei, mmmm.

Digo esto cuando empiezo a notar que se va denteniendo, y lo digo porque es entonces que noto que me está viniendo el orgasmo y quiero unirlo ni que sea un poco al suyo.

Al final caemos rendidos los dos al suelo, yo desnuda como un desnudo renacentista y él aún con su vestuario de gala de caballero.

-Sarah: joder con el peaje, supongo que no tienes que cobrárselo a mucha gente ¿verdad?

-Dídimus: pues poca gente pasa por aquí, a veces en un mes no pasa nadie y a veces en un día pasan tres personas.

-Sarah: ¿personas, quieres decir que también se lo cobras a los hombres?

-Dídimus: pues sí claro, ¿qué te crees que lo hago por vicio esto? es mi deber!

-Sarah: uy perdona. Bueno, me visto y voy a buscar a Ludo.

Con un gesto me calzo el vestido y me abofeteo un poco la cara para estar un poco más presentable. Llego tras los arbustos y celebro que aún está navegando entre sus sueños. Le pellizco la nariz y lo despierto.

-Sarah: ...Ludo... Ludo despierta, los espíritus del puente ya nos han concedido paso, vamos.

Este se levanta aún torpememente y volvemos al puente donde nos espera Dídimus, en la misma posición firme ante el puente en que lo encontramos.

-Dídimus: madame.. messieur... el paso es vuestro.

Cruzamos el tosco puentecito de cuerda con el miedo en los pies, pero afortunadamente ni el tonelaje de Ludo hace vacilar este y llegamos al otro lado sanos y salvos.