Dentro del laberinto (4: el ogro bueno)

Un gigantesco ogro de pelo castaño está colgado patasarriba de un árbol. Debajo suyo están como media dozena de pequeños trolls que se burlan de él mientras lo pican con las lanzas.

Después de recibir el húmedo consejo del anciano, Hagel y yo proseguimos nuestra pérdida por el laberinto. Digo pérdida porque no hay mejor manera de definir nuestra evolución en este. Todo cambia constantemente y podríamos dar media vuelta e irnos de donde venimos que no encontraríamos nada igual. Pues las macetas, las tapias, las plazitas, todo se vuelve diferente una vez lo perdemos de vista. Ante el deprimente silencio Hagel empieza a hablar.

-Hagel: por cierto, ¿porqué has dicho eso antes, de que era tu amigo?

-Sarah: pues porque lo eres. Puede que no seas un gran amigo pero eres el único amigo que tengo en este lugar.

-Hagel: mmm amigo, me gusta. Nunca había sido amigo de nadie hasta hoy, siempre solo en este laberinto y ahora eres mi primera amiga.

Estamos entretenidos en la trivial plática cuando de pronto oímos un fuerte rugido a través de los setos muro que nos rodean.

---GROOARGG---

-Hagel: ¡uy uy! adios, no quiero que me coma un ogro.

-Sarah: un momento Hagel, ¿eres mi amigo o no?, no puedes abandonarme de esta manera.

-Hagel: no, no lo soy, Hagel no es amigo de nadie, solo cuida de si mismo, como todo el mundo. ¡Hagel es el amigo de Hagel!

-Sarah: ¡maldita sea, cobarde!

Mi blasfemia, peró, es tan solo oída por los setos, pues Hagel ya para lejos cuando grito enojada. Sigo oyendo esos fuertes rugidos pero mi curiosidad puede más que mi miedo. Saco la cabeza a tientas por la esquina pero no veo nada, entonces me voy acercando por trechos hacia la fuente de esos ruidos. Mientras me acerco voy apreciando que entre los rugidos de tono grave se notan también unos más agudos grititos como si fueran de otra persona, o animal. Al final saco la cabeza espectante por la que me parece que va a ser la última esquina y de verdad lo es. Ante mi se desplega un curioso espectáculo consistente en un gigantesco ogro de pelo castaño, colgado de las patas con una cuerda en un árbol. Y debajo suyo están como media dozena de pequeños trolls, con unas lanzas raras, que se están burlando de él mientras lo pican con las lanzas.

-Sarah: oh, pobre ogro, lo están maltratando.(Digo en voz baja para mi misma)

El ogro lanza deprimente rugidos de lamento pues lo está pasando muy mal. Las lanzas de los trolls consisten en la típica lanza de palo largo, pero en la punta no hay un pincho metálico, sino un pequeño pero dentudo bicho que muerde a todo aquello que se acerque la punta de la lanza.

Están pues torturando al pobre ogro mordiéndolo con esas monstruosas mandíbulas que enristran sus lanzas.

-Sarah: maldita sea, tengo que ayudarlo.

Miro hacia el suelo esperando que la suerte me sonría y así es, justo bajo mi hay una gruesa piedra que parece estar pidiéndome "lánzame". La tomo y con un poco de maña la lanzo a la cabeza de uno de los trolls.

-DONG-G-G-g-g-g-

La piedra impacta contra el casco metálico que lleva este y da la casualidad de que con el golpe el casco se le gira, y queda cegado por el extremo de casco que en principio suele ir protegiendo la nuca. Este mismo ogro cegado por su casco comienza a dar vueltas en redondo, pero sin soltar su dentuda lanza, que a regocijo mío muerde a unos cuantos de sus compañeros. Mágicamente la piedra que he lanzado vuelve rodando hacia mi, como que quiere volver a ser lanzada. La tomo y vuelvo a disparar apuntando al casco de otro de los trolls. Consigo el mismo efecto y se le da la vuelta al casco. Cegado de nuevo da vueltas como su compañero y su dientes-lanza muerde a sus compañeros por todos sitios. La cosa se está descontrolando y ya no torturan al ogro pues suficiente faena tienen en protegerse de ellos mismos. Un último rugido del colgado les hace entrar en pánico y huyen despavoridos por los pasadizos del laberinto.

Una vez pasado el peligro yo entro en la plazita. El ogro sigue rugiendo de lamento pero ahora ya no tan fuerte. Me pongo ante él y este me vuelve a bramar con desespero.

-Ogro: grrrrrrrrrrt.

-Sarah: no temas, yo te bajaré.

-Ogro: grrrrrr Ludo amigoooorrrr.

-Sarah: pues yo me llamo Sarah y soy tu amiga, y te salvaré de esos sinverguenzas que te torturaban.

Me cuesta tan solo una ojeada descubrir por donde está atada la cuerda que lo cuelga, y felizmente está atada con un nudo de zapato, del que solo tengo que tirar para que se suelte.

-bbbrrrrrooooommmm-

El ogro vuelve a rugir pero esta vez de dolor, pues no he sido previsora y sin el sustento de la cuerda ha caído al suelo desde quizá un metro de alto.

-Sarah: ¡uy! lo siento! Ludo, ¿te has hecho daño? no pensé que caerías tan rápido, bueno pero pareces fuerte, no te habrás lastimado ¿verdad?

Le digo en tono amigable tratando de que no se enoje, mientras le acaricio la espalda como se acarician a los perros para caerles bien.

-Ludo: oooh nnoo ppasssaaa nnaadda, Saaarraahhh ammmigggaaa.

Me dice de nuevo poniéndome la mano amigable como hago yo.

-Sarah: eso es, tranquiiiiloooo, esos trolls malos ya han huido, no van a volver a molestarnos porque nosotros somos más fuertes que ellos.

Mientras le digo estas palabras tranquilizadoras su mano me va acariciando la cadera, pero no se lo tomo en cuenta porque pienso "es un animal, no nota estas cosas". La conversación se detiene pero no se detiene nuestro mutuo acariciamento. Su mano me empieza a parecer sospechosa pues, grande como un plato, me toma de una nalga entera y me acaricia con suave ternura, ternura quizá demasiado suave me viene a la cabeza. Pero quizá me viene demasiado tarde pues tomo con mis dos manos, la suya con calidez y se la presiono insconcientemente pues no es mi mente que controla mis manos, sino la misma presión de su mano en mi nalga que hace que mis dedos respondan.

-Sarah: ¿Ludo...... qué haces?

En el fondo es un animal sin prejuicios ni represiones, pues de la manera más natural del mundo me calza la manota en el entrepierna y me masturba abriendola y cerrando con pausa. Yo empiezo a suspirar a cada uno de sus apretones. Ahora yo no estoy derecha a su lado, sino mismamente sentada en su mano mientras él me acaricia mi íntimo centro.

-Sarah: ...esto no puede seguir así...mmmm...Ludoooo...mmmm.

-Ludo: Ssaaraahhhh Luudoooo amiiigoooss.

-Sarah: ooooohmmmm, Ludo, ¿qué quieres conmigoo? mmmmmm, yo soy humana y tú eres, un ogro.

Ludo, peró, parece hacer oídos sordos a mis argumentos pues me toma con sus manotas de la cintura y me besa en la boca.

La cosa no pinta tan fácil pues todo él es enorme, tanto boca como dientes como lengua. Pero un poco a la pervertida nos damos un suculento beso rozándonos solo con nuestras lenguas. Mientras tanto su mano se vuelve a poner en mi panocha y la masturba a consciencia hasta que soy yo misma que a tientas alargo mi brazo hacia su entrepierna, para tantear el monstruo se esconde allí. Es mi mano la primera que se asusta, al tomar un capullo grande como un puño. Pero pasada la primera impresión lo casco un rato descapullándolo y acariciándole el pene por tramos, pues ni mis dos manos enteras pueden tomar un pene tan grande.

A instancia suya que me pone la mano en la cabeza, me agacho ante él y trato de hacerle un poco de sexo oral.

Este oral se limita a pasarle la lengua de arriba a abajo pues es imposible meterse un bicho así dentro la boca. Mis manos tampoco consiguen tomar el pene, así que le voy escupiendo al pene mientras le paso la lengua y las manos de arriba a abajo. Estoy superexcitada pero mis dos emiferios cerebrales se enfrentan. Uno dice "hazlo" y el otro dice "¡no puede ser!". Acabo haciendo caso al hemisferio cauto y se lo digo.

-Sarah: ya está Ludo, no podemos hacerlo porque acabas conmigo, ya basta.

-Ludo: grrrrrrrr Ludo amiiigoooooo.

Rugiendo esto Ludo me toma del cuerpo entero y me tumba en el suelo.

-Sarah: ¡nooooooo! Ludooooo! no puede seer!

-Ludo: Ludoooo aamiiigooo de toodoosssss.

Noto con espanto como me inmoviliza tumbándose encima mío, y lo primero que haze es sorberme un rato las tetitas.

Eso va haciendo pasar mi miedo y acabo acariciándole la cabeza mientras mama de mi. Yo estoy extasiada notando como me consigue arrancar leche con su potente chupar, cuando noto que me apunta la monstruosa cabeza en el sexo. Yo me rindo pues "no hay nada que hacer" y me abro bien de piernas para facilitar las cosas. Da el primer empeñón pero afortunadamente no estaba bien apuntada. La verga se desliza por mi barriga llegando a hacer cubana entre mis pechos. Pero "ayyy" vuelve a intentarlo y esta vez lo consigue.

-Sarah: ¡AAAAAAAAAAAAAAH!

Ludo inicia un follar, peró, al que se le ve cierta técnica, pues no emprende un loco follar que sin duda me habría matado, sino que con su verga toda dentro me impulsa apenas de centimetro en centimetro, adentro y afuera. No tardo en acostumbrarme a la cogida, y una cosa que me hizo temer por mi misma, me hace gozar primero con humildad en débiles suspiros, pero mientras Ludo va notando que tomo sus formas, va expresándose más y más virilmente.

-Sarah: oooooh, oooooh, por favor Ludoooo, oooooooh, oooooooh.

El pene ya casi entra y sale de mi a un ritmo normal. Mi cuerpo ha tenido que hazer un gran esfuerzo para acostumbrarse a él, pero ahora ya está todo hecho y se trata de aprovecharlo.

Son mis propios brazos abrazados a lo que puedo de su espalda los que le confiesan mi entrega. Parece ser más experto en este tema de lo que me parecía el primitivo animal que vi colgado del árbol, pues todo el conjunto de la relación que me está propinando indica que no es la primera vez que lo haze. Mientras me penetra con vigor no deja de besarme con ternura y yo me uno a él deseando que dure cuanto más mejor. Mi vagina se ha amoldado completamente a su verga y no siento más que infinito placer a cada una de las inserciones de esta. Ludo cambia de posición y sin dejar de estar encima mío, se iergue y sienta ante mi, conmigo tumbada aún. Mientras me penetra me amasa los pechos y llego a tener un orgasmo de mente y sexo a la vez, que me haze pegar aullidos más fuertes de los que lanzaba él colgado.

La cogida afortunadamente no dura una hora, no sé si lo habría resistido. Llega el momento en que Ludo vuelve a rugir, pero esta vez de placer. Temiendo explotar como una botella de champán, me saco de él y me desplazo un poco más arriba. Tomo su gordo pene y lo apunto a mi, para que "me duche". Así en efecto acaba eyaculando a lo grande. De su verga salen chorros propios de vaca lechera. A mi me empapa como dejándome en un baño de lodo. Yo me extiendo todo el semen por el cuerpo, pues hay que aprovechar que quizá nunca más tendré una ducha así. Cuando hemos acabado digo espantada.

-Sarah: ¿y ahora con qué me seco?

-Ludo: veeen, friegaatee conmigoooo.

Me abrazo al derecho Ludo por delante y por detrás, refregándome bien para quedar limpia de semen. Una vez seca y vestida le digo.

-Sarah: tengo que llegar en menos de 4 horas al castillo de Jarret para salvar a mi hermanito, ¿me ayudas?

-Ludo: síííí claroooo, Saraahhh y Luudooo amigossssss.