Dentro del Laberinto - 4

Suan está en peligro y El Héroe parte en su rescate.

Capítulo VI: Susan

-¿Dónde estoy? -Murmuró soñolienta. Susan despertó sobre un lecho suave, como de terciopelo. Faldones rojos colgaban desde el techo de madera sobre la cama. Un ventanal dejaba entrar luz verdosa y mortecina. El interior parecería el dormitorio de una princesa de haber tenido algo más que una cama noble con adornos. Se sentó en la cama con sus pechos al aire y entonces vio que no estaba sola.

-¿Qué está pasando? -Estaba asustada. A su lado había otras dos mujeres, una de piel morena y cabello negro, y una... ¿Friki? Con la piel morada y disfrazada de “Elfa” o algo por el estilo, con el pelo verde. Abrió los ojos y llevaba lentillas rojas.

-¿Me habéis drogado? ¡A mí no me van las mujeres! -Saltó de la cama y fue consciente de que estaba desnuda.

Le habló en un idioma que no entendía. La otra despertó y no dijo nada. Sólo las miró con desgana, giró y se intentó volver a dormir. También estaba desnuda.

-¡Tú me entiendes, lo sé! ¡Os estoy preguntando!

La morena de pelo corto gruñó.

-¿Dónde está mi ropa?

Finalmente la morena se sentó en la cama, se rascó y le habló.

-Es tu primer día. Ya te acostumbrarás.

-¿Acostumbrarme a qué? -Estaba asustada y dando vueltas por la habitación. No había nada más que la enorme cama, ni rastro de nada donde guardar ropa. Decidió irse sin más. Abrió la puerta y se topó de bruces con dos guardias con armadura medieval y grandes lanzas. Pero lo que le asustó fueron sus caras.

-¡Ayyy! -Se sobresaltó echándose atrás. ¡Qué susto! ¡Esto no es halloween, quitáos esas máscaras!

Ignoró a los altos orcos de tez roja que se echaron a reir con gruñidos, y echó a andar a la derecha por el pasillo de piedra. Se hacía daño en los pies descalzos con las piedras irregulares y heladas. Las antorchas en lugar de bombillas sólo le hacían sentirse más inquieta.

-Esto tiene que ser una broma... Una novatada de alguna fraternidad. Esto no es un castillo sino un plató de cine. Deben estar rodando una película. -Se decía a sí misma en voz alta para tranquilizarse. Echó a correr cada vez más preocupada y sus grandes tetas botando le molestaron tanto que se las tuvo que sujetar tapando los pezones. Al final del pasillo tuvo que elegir entre derecha o izquierda, y a ambos lados sólo veía antorchas. Giró a la izquierda y llegó a un comedor. Era ruidoso. Se asomó por la rendija de la pesada puerta entornada y vio a varios soldados con armadura comiendo sus raciones. Ahí fue cuando se empezó a asustar de verdad, porque sus máscaras se abrían y comían con ellas y empezaba a aceptar que no eran disfraces. Huyó en dirección opuesta hasta que llegó a unas escaleras de caracol. Podía subir o bajar, y decidió bajar para llegar a la salida cuanto antes.

Lo que no sabía era que al hacerlo se adentraba un piso más profundo en la mazmorra.

-¡Ábrete!

Yo seguía golpeando la cerradura e intentando hacer palanca, pero nada funcionaba. Era indestructible. Mi fuerza aumentada no servía de nada.

-¡Corpus curare! -Dije con el anillo verde hacia la puerta. Tenía la vaga esperanza de que la magia blanca sirviera de algo, pero nada cambió. Alejé todo lo que pudiera arder y usé el anillo rojo.

-¡Ignis Jet!

Rocié con el lanzallamas la trampilla durante sólo dos segundos y se gastó de nuevo. Era todo lo que había recargado. Entonces pensé que tuve suerte porque la bolsa de aire caliente me hubiera abrasado. Aun con la subida de nivel me molestó en la cara y me lloraron los ojos. Volví a tirar con fuerza y oí un crujido.

-¡Sí!

Corrí a la cocina y traje una olla de agua, as y volque el agua en la cerradura. Un torrente de vapor llenó el sótano. La cerradura crujió por el choque térmico entre dilatación y contracción y volví a tirar.

Crack

Logré abrirla. No sabía si era por la magia negra chocando contra magia negra, pero prefería pensar que era gracias a la ciencia.

-¡Susan!

Entré corriendo y cerré la trampilla tras de mí porque mis padres estaban a punto de llegar. Si me buscaban en el sótano podrían ver la trampilla destapada, pero al menos pensarían que seguía cerrada con llave... hasta que la buscaran.

Corrí y corrí, sin duda a niveles sobrehumanos. No había ni rastro de monstruos ni de ella en todo el piso 1. Así que continué explorando el siguiente. Había despejado completamente el piso de ratas y slimes, así que bajé al de los escarabajos y chacales. Me arrepentí de haber dejado hordas de escarabajos con vida, pero en aquella ocasión estaban dispersos. Al final me resigné a bajar al piso 3. Cada segundo que perdía la acercaba más a la muerte. Iba desarmado y con el anillo de fuego agotado. Sólo me quedaba una cura. Y sin embargo no volví atrás.

-¡Susan!

Sabía que atraería goblins, pero me daba igual. Noté que ya no había en el lugar donde los encontré la vez anterior, ni tampoco encontré armas. Me encontré una patrulla de 3 por un pasillo y los arrollé a golpes. Sin darles tiempo a reaccionar aplasté sus cabezas. Tomé la lanza partida de uno de ellos como arma más útil y continué. Ensarté a otro más adelante y el arma se me atascó entre sus huesos. No podía forzarla para no romperla y eso dio la oportunidad a otro para rozarme. Era una daga pringosa y se rió maquiavélicamente. Comprendí que me había envenenado y le agarré la cabeza y se la aplasté contra la pared. No podía arriesgarme a malgastar mi única curación si esta no era efectiva contra venenos. Decidí concentrarme en correr y sólo ignorarlos. No llevaba linterna, agua ni mochila. Tomé una de las antorchas pero se me apagó por la velocidad. Me conformé con usarla como palo pero la hice estallar en pedazos cuando la estrellé contra uno de ellos y lo mandé a volar parando en seco mi carrera. “Durabilidad de las armas”. Me vi obligado a cambiar de arma constantemente. Empezaba a cogerles el truco. Me hicieron algunas emboscadas a medida que se comunicaban a gritos en su extraño lenguaje. Lo que sí llevaba era mi reloj. Pasé 20 minutos exterminando goblins y dejando a la mitad atrás cuando por fin encontré a su jefe. Necesitaba un arma y tal vez me diera otro anillo de combate.

Era un mago chamán. Usaba magia de fuego y curación a sus soldados, pero no le di tiempo a conjurar casi nada. Herí al más cercano, se entretuvo curándolo a distancia, herí a otro, en lugar de curarlo se puso a conjurar una bola de fuego, y entonces esprinté hacia él saltando sobre sus guardaespaldas y lo embestí de una patada. Le quité su cetro y le corté la cabeza con la última daga que había conseguido. Para entonces dos me estaban saltando encima por la espalda para apuñalarme, pero rodé y luego los maté. Despejé la sala y abrí el baúl, todo sin detenerme.

Anillo de restauración

Restablece al objetivo su estado natural de salud mental y física con el conjuro “Mens sana et corpore sano”

Detalles:

Curación total de reprogramación y órdenes dadas.

Curación media de drogas.

Curación media de venenos e infecciones.

Curación menor de enfermedades sobrenaturales.

Limitaciones:

3 curaciones al día.

No cura heridas.

No restaura la fatiga.

-Bien.

Mientras jadeaba me lo puse sin perder un momento y me curé del veneno. Ya empezaba a notar sus efectos: Además del dolor de la herida empezaba a ver doble y me dolía la cabeza, pero en segundos me sentí bien de nuevo. Tomé la siguiente nota.

Brújula del destino

Localiza el objeto o persona que nombres y hayas tocado alguna vez usando el conjuro “Ubi Est”.

Limitaciones:

Sólo puede cambiar de objetivo una vez por hora.

Si la brújula da vueltas, el objetivo está en un plano diferente de realidad.

No puede rastrear en eje vertical.

-¡Ubi Est Susan!

La flecha se puso a dar vueltas.

-¡¿No está en el laberinto?!

Me puse a buscar al otro jefe para obtener la llave. Por alguna razón estaba mucho más tranquilo. Presentía que el peligro no era urgente si no estaba en la mazmorra que yo conocía.

Susan estaba escondida. Intentaba esquivar guardias, algunos de ellos con armadura completa con yelmo. Eran ruidosos y nunca la oían entre sus propios ruidos metálicos y potentes pisadas. Se ocultaba tras esquinas, se agazapaba tras coberturas y en una ocasión incluso se descolgó por el exterior de una ventana mientras una patrulla pasaba. Mientras esperaba rezando por no caerse y aguantar, vio el paisaje árido y las montañas oscuras a su alrrededor. Era un territorio inhóspito, pero lo más perturbador era la luz verdosa que provenía de una torre negra. Ella no podía saber que era el dominio de un gran hechicero oscuro, pero su instinto se lo dijo: “Huye”. Pero cuando lo intentó descubrió que no tenía fuerzas para subir a pulso hasta la ventana.

-No no no no no... -Murmuró. No podría aguantar mucho mas. -Ayuda, por favor... -Rezó. Entonces algo que la había oído la cogió de los pies desde la ventana del piso inferior. Tiró de ella arrancándola del alfeizar y la lanzó al interior. Rodó y magulló; ni un hilo de tela protegía su cuerpo y vio una herida sangrante en su rodilla despellejada.

-Aaay...

-Estás muy lejos de tu nido, pajarito.

No era una persona. Era una cosa. Su respiración era monstruosa. Su rostro era invisible. Una túnica negra lo cubría y la oscuridad lo envolvía. Sus brazos eran fantasmales, casi transparentes.

-¿Q-q-qué eres tú? -Temblaba en posición fetal agarrándose sus piernas, aterrorizada. La criatura se acercó y sintió como si extendiera su brazo hacia ella. Sintió su contacto gélido de nuevo y la puso en pie como si no pesara nada. La arrastró del brazo y ella lo siguió con sumisión.

El resto del piso 3 estaba llena de Huargos. Parecidos a lobos grandes y feroces, eran mucho más fuertes que los chacales. Cazaban siempre en parejas, nunca solos. Enfrentarse a dos era casi como luchar con el jefe chacal. Mi nivel ya era 11 tras el chamán y los goblins; supuse que no había subido más porque ya era demasiado alto por retroceder a causa del espejo.

Maté una docena de huargos con varias armas goblin que se me rompían en el proceso pero seguía sin ascender. Maté a su jefe huargo envenenándolo con una daga goblin y ganando tiempo mientras se debilitaba. En el momento adecuado luché como contra el chacal usando antorchas y logré cegarlo. Finalmente le corté el cuello pero la bestia murió peleando.

-¡Corpus curare!

El bocado dolía como el demonio, pero mi pierna recuperó su forma sin huesos astillados y comprobé que podía soportar mi peso con normalidad. Vi el resplandor dorado en mi mano. Mi nivel ascendió hasta 13.

-Espero que baste para completar yo solo el próximo piso con las armas que encuentre... -Y recordé que no me quedaban curaciones. -Mierda. A este paso voy a necesitar ayuda para rescatar a Susan. -No quería ni pensar en hablarle a nadie sobre la mazmorra, pero quizá finalmente tendría que hablarlo con mis padres.

-¿O sería mejor Mary?

Era amiga de Susan al fin y al cabo. Querría ayudarme, pero primero tendría que contárselo todo. Me la imagine como una perfecta mula de carga en la mazmorra, siguiendo perfectamente mis instrucciones ayudando en vez de estorbar. Luego me imaginé a Victoria ayudándome a luchar y a tomar decisiones.

-Al final tendrán que ayudarme las dos.

¿Pero qué consecuencias tendría hablarles de la mazmorra, de sus objetos, del uso que les di?

Fui a abrir el baúl esperando algo útil para luchar además de la llave, pero en su lugar había una tablilla rectangular de barro rojo.

Diario de confesiones

Permite inyectar lo que se escriba en la mente de la víctima.

Las confesiones deben escribirse en primera persona como si fueran los pensamientos de la víctima.

La efectividad no se reduce si la víctima o propietario conoce el diario o incluso ha escrito el texto, sea voluntaria o involuntariamente.

La víctima o propietario siempre pensará que de un modo u otro el contenido es verdadero aunque no se hubiera dado cuenta antes.

Detalles:

La persona propietaria debe tallar el nombre de una persona que conozca pensando en su rostro.

Las falsas confesiones que escriba pasarán a formar parte de la mente de esa persona como si fueran sus propios pensamientos, recuerdos, ideas, fetiches, deseos y fantasías.

Inducir una fantasía en común con el propietario podría facilitar el encuentro sexual para hacerlo realidad.

Romper la tablilla cancelará el efecto al cabo de un día. Se reparará tras un año.

Limitaciones:

La víctima no tiene por qué intentar hacer realidad las confesiones.

La víctima intentará apartar las confesiones de la superficie de su mente.

La víctima ofrecerá resistencia a hablar de las confesiones.

La víctima se avergonzará de las confesiones.

Sólo se podrá utilizar con una persona en cada lado.

La duración del efecto será de una persona cada año en cada cara. Después la tablilla se restaurará.

Aunque los fetiches, deseos y fantasías probablemente perdurarán, la manipulación de pensamientos, recuerdos e ideas falsas causará un gran shock al restaurarse al cabo de un año al chocar con los verdaderos.

Las consecuencias de las confesiones afectarán al karma del propietario.

Cualquier persona puede escribir nombres y confesiones en el diario y el propietario se vería tan afectado como cualquiera, incluso aunque sepa lo que ha sucedido y vea la tablilla ante sus ojos con el texto que lo manipula.

Pensé en cómo aprovecharlo. Cogí una antorcha, la golpeé contra el suelo para quebrarla y le arranqué una astilla lo bastante larga para escribir en el barro.

Susan:

Sé que viene a salvarme. Estoy tranquila. Me encontrará. Si encuentro el modo de comunicarme con él, tengo que ayudarle a encontrarme.

Esperé que al menos la hiciera sentir mejor.

Susan fue arrojada por un guardia al interior de la habitación de princesas y rodó de nuevo.

-Esto empieza a ser una costumbre. -Dijo sacudiéndose algo de polvo arrodillada en el suelo.

-Todas lo intentamos el primer día. -Le dijo la morena de pelo corto sentada en la cama. Enseñaba sus pechos sin importarle. Susan, en cambio, no tenía otra opción. -Creo que los guardias nos dejan salir para reirse de nosotras. -Añadió la exótica mujer. La rubia observó que tenía algunos finos tatuajes tribales rojos en su cara.

-Eso parece, sí. -Se puso en pie y se asomó a la ventana. No corría ni pizca de brisa.

-Pareces más tranquila.

-Sí, estoy tranquila. -”Sé que viene a salvarme. Me encontrará.”, pensó. Y sonrió.

-¿Entonces por qué no vienes a la cama? Es mejor que estar de pie o sentada en la piedra.

-Vale.

Se metió tranquilamente en la cama con ellas.

-¿Me explicas lo que está pasando? ¿Y por qué la otra no hace más que dormir? ¿Y en qué idioma habla?

-No duerme. Su cuerpo está aquí, pero su mente no. No soporta estar aquí.

-Aaah... lo de las fases del duelo... -Dijo Susan.

-¿Qué duelo?

-Negación, ira, negociación, depresión y aceptación. Está deprimida.

-No, está usando magia.

-Ah...

-Oye, aquí no tenemos nada que hacer en todo el día a parte de comer lo que nos traen, ir al baño de al lado y...

-¡Aaah!

Susan le apartó la mano de su coño.

-¿Eres de las tímidas? Bueno, ya te aburrirás.

-No soy tímida. Y... estoy tranquila. Él viene.

-¿Quién?

-Va a salvarme. -Sonrió.

-Ya lo veremos. Pero me estás diciendo que estás tranquila...

-¡Sí!

Le acarició de nuevo la vulva, y esa vez Susan reprimió el impulso de apartarle la mano.

-Sí, estoy tranquila.

-Entonces no te pone nerviosa que te acaricie...

-...Eeeh...

Muy pronto Susan descubrió que los dedos de esa mujer eran mágicos. O al menos lo parecían. Tocó todos sus puntos erógenos con la destreza de un pianista dando un concierto, y sus gemidos eran el coro. Una y otra vez la llevó al borde del orgasmo, pero paraba y la hacía dar vueltas en torno a él. La estaba cocinando a fuego lento.

-¿Ya has perdido la timidez?

-¡Aaaaaaaaaaaahhhhhgggghhh...!

-Esto es lo mejor que tenemos para pasar el rato. Luego me toca recibir a mí.

-...Nnn.... Mmmm...

-¿Estás tranquila o no?

-¡Síiii!

-Pues si ya has perdido la timidez, me toca.

El concierto terminó y Susan se quedó aturdida mirando al techo.

-¿Q-Qué?

-¿Qué te pasa?

-...¿Ya está?

-¡Ah, así que quieres más! -Y acercó lentamente un dedo a su coño apenas rozándolo, mientras que con la otra mano daba vueltas con un dedo en torno a un pezón.

-...Eeeh...

-Reconócelo, no seas tímida.

-Yo...

-¿Dime, es que no estás tranquila conmigo?

-¡Síi! Estoy muy tranquila.

-Entonces pídeme que siga.

-Uuuhh... -Ella no era lesbiana ni bisexual. Ni siquiera entendía por qué se había dejado hasta tal punto. Normalmente se hubiera puesto nerviosa, pero parecía no importarle. O mejor dicho, estaba tranquila mientras la morena le acariciaba.

-¿Quieres que pare? -Preguntó al mismo tiempo que deslizaba un dedo presionando la zona superior de su coño y pasando por el punto G, hasta que su pulgar chocó con su clítoris y lo presionó. Lo apreto aún más dando leves círculos a la vez que apretaba más contra el interior de su coño. Osciló sólo ligeramente el dedo introducido.

-¡¡MMMMFFFGGHHH...!! -Susan palmeó la cama con ambas manos y estrujó las sábanas. La morena hizo temblar el pulgar mientras apretaba el clítoris.

-¡¡GGAAAAAAHHGGHH!! -Y mientras seguía retorciéndose le chupó un pezón.

-¡¡UUUUUHHH!! -Susan casi lloraba. No sabía qué sentir. Entonces la morena se retiró de nuevo.

-...¿Otra vez? -Empezaba a molestarle.

-¿Quieres que siga?

-...La verdad... sí.

-Sólo si luego me lo haces a mí.

-...

-Si no, no hay trato.

-...Está bien. Pero te aviso que esto no es lo mío. No tengo ni idea.

-No importa, ya irás aprendiendo con la práctica. Tenemos todo el tiempo del mundo.

Susan se retorció y retorció, pero la mujer la seguía cocinando a fuego lento. Ya no se retiraba en seco, sólo bajaba el ritmo. En algún momento la rubia comprendió que era la misma tortura que me había hecho a mí.

-¡Oooh!

-¿Qué pasa? -La morena levantó la cara de su coño.

-Nada, ¡Sigue! -Susan le empujó la cabeza. Esa mujer le comía el coño como nunca lo había hecho ningún hombre. Cada minuto estaba a punto de correrse pero de nuevo jugaba con ella y la torturaba.

-Estoy... Aaaah... tranquila... Pero... Aaaahhh... Quiero correrme... Uuuuhh...

-Por fin me lo pides. -Dijo levantando su lengua de nuevo.

-No pares... haz que me corra... por favor.

-Así me gusta. Recuerda lo que hago por tí, y cómo te lo hago. Luego es tu turno.

-¡Sí, sí, pero sigue!

Y siguió. El concierto volvió. Y la ópera, y el tenor. Susan se corrió una, y otra, y otra vez. Y la mujer nunca paraba. Susan solia pensar que era ninfómana porque nunca tenía suficiente de ser penetrada, pero también solía pasar que casi nunca nadie conseguía hacer que se corriera. Así que ella estaba acostumbrada a disfrutar más de los actos sexuales en sí en vez de buscar el orgasmo. Le bastaba con pasárselo bien y hacer que se lo pasaran bien... pero aquello estaba a otro nivel. Era increíble. Era imposible. ¿Cuántos llevaba ya?

-¡¡OOOOOOOOOHHHHH!!

Y la joven se separó manteniendo todos los labios vaginales separados, y vio el coño estremecerse y palpitar y contraerse como si tuviera una descarga eléctrica durante el orgasmo.

-No importa cuantas veces lo vea, me encanta conseguir que pase eso.

-Tú... cómo... -Jadeaba intentando recuperarse. Estaba agotada.

-Ya te lo dije. Práctica.

-...¿Sólo?

-Si te sobra tiempo lo demás llega por sí solo.

-Eres... increíble.

-Recuérdalo y no lo olvides cuando te pida que me entretengas a mí.

-¿Llamas a esto entretenimiento?

-Ya te lo dije. No hay nada que hacer aquí. Absolutamente nada. Ni siquiera tenemos un patio al que salir como los presos.

-Podéis hablar, inventaros juegos, hacer ejercicio...

-Nada de eso te llena después del primer mes, imagina después de 10 años.

-¡10 años! ¿Tanto lleváis aquí? -Se asustó de nuevo.

-Es mejor que hablemos de otra cosa, no estás preparada.

-...Pero estoy tranquila.

El efecto de la tablilla era constante durante un año, y el modo en que lo escribí era en tiempo presente. De modo que contínuamente tranquilizaba a Susan. Me pregunto lo que hubiera pasado si hubiera escrito “Estoy jodidamente supercachonda y necesito sexo ya.”.

-Pues entonces es tu turno. Yo me he mojado al ver tu coño temblar.

La morena se tumbó cómodamente y todavía la separaba un gran espacio de la mujer de pelo verde y piel morada, la única que seguía tapada con la sábana. Se abrió de piernas y Susan se puso entre ellas sin saber qué hacer. ¿De verdad iba a hacer eso? ¿Por qué? ¿A caso ella le había pedido que se lo hiciera en primer lugar? Aunque... Después le pidió varias veces que se lo hiciera... y que no parara... y que la hiciera correrse...

-¿Vuelves a estar nerviosa, Sussy?

-Ya te he dicho que no me llames así. Y estoy tranquila.

Decidió empezar con la mano, le resultaría menos chocante que lamer... eso. Algo que probablemente no iba a hacer. Puso la palma sobre el monte de venus y bajó tímidamente, con cuidado de usar la presion correcta. Le daba vergüenza, pero estaba tranquila.

-¿Te gusta?

-Te lo diré cuando empieces.

Probó a meter con cuidado un dedo, pero no hubo reacción. La masturbó con cuidado y lentamente, pero Roxan parecía aburrida, mirándola casi sin interés.

-Tú tranquila, ya irás aprendiendo.

-Estoy tranquila.

Si ella quería más energía, así lo haría. Aceleró y empezó a mover el dedo en círculos. La miró y sólo había conseguido que levantara una ceja. Susan frunció el ceño y cambió de postura para poder usar las dos manos, completamente tumbada boca abajo entre sus muslos utilizó el pulgar izquierdo para masajear el clítoris con cuidado en círculos, y giró la mano derecha, sacó el índice, y metió también el dedo corazón. Con esa penetración doble y suave comenzó a dibujar ochos a la vez que la masturbaba: adentro, 8, afuera. Y vuelta a empezar. Entonces también se puso a invertir el sentido de giro del clítoris cada vez que dibujaba un 8. Estaba concentrada y no se percató del primer estremecimiento de la morena, ni cómo se alteraba su respiración. Pasó de 8 a O dilatando cada vez más, y en vez de presionar sólo con el pulgar hizo pinza con el índice y soltó. Volvió a apretar el clítoris sobre el capuchón y a soltarlo 3 segundos después cada vez que dibujaba un círculo completo. Notó que tenía sus dedos mojados, hasta los que no había metido todavía. Volvió a apretar el clítoris y esa vez no lo movió, sólo empujó y empujó, y con la mano derecha utilizó los dos dedos para hacer una masturbación recta y hasta el fondo, cada vez más rápido. Sólo a veces movía un poco el clítoris o lo aflojaba, pero era sin querer. No obstante estaba copiando con éxito algunas de las cosas que Roxan le había hecho, y ciertamente se lo estaba pasando bien. Siempre le había gustado hacer bien las técnicas sexuales a los hombres, era como un logro hacerlas lo mejor posible, y con Roxan estaba consiguiendo progresos. Su cara ya no era de aburrimiento: Se mordía el labio inferior y su cara indicaba deseo. Un hilo de saliva salía de la comisura de sus labios.

-¿Es que estás cerca de tener un orgasmo?

-Si no paras, quizá.

Pero paró. Sacó los dedos y los usó para acariciar de arriba a abajo los labios mayores, y soltó el clítoris para asegurarse de que no se corriera.

-¿Entonces te gusta?

-...Hmm... No está mal para tu primera vez, pequeña.

-¿Pequeña? Si debes tener mi misma edad.

Puso una expresión un poco triste, cerró los ojos y miró al techo.

-Siigue. -Dijo. -Si haces esperar demasiado, en vez de excitar, sólo molesta.

-Ah, perdón. Sí, lo sé. -Desde luego que sabía cómo jugar a eso, me lo había demostrado. Acarició la unión entre los dos labios menores de arriba a abajo y volvió a meter un dedo. Masturbó un poco y luego metió dos. Luego los movía de arriba a abajo lentamente a la vez que los metía y sacaba lentamente.

-Mmmmhh...

-¡Oh! ¡Tu primer gemido!

-Empiezas a comprender el ritmo... Tienes que darle variedad...

-¡Sí!

Cuanto mejor lo hacía más le gustaba hacerlo. Era igual que con las pollas. De modo que aplicó el consejo y comenzó a mezclar ritmos. Y luego también direcciones. Y formas. Hizo todo tipo de combinaciones, sin ninguna prisa, tomándose su tiempo. Y paraba cuando Roxan arqueaba la espalda y dejaba de respirar, porque sabía que casi se corría. Y funcionó.

-¡No pares!

-Claro que no.

Le estaba cogiendo el truco. Era como la tortura que ya le había hecho a varios hombres, pero en lugar de quejarse le estaba gustando a su víctima. No sabía si sentirse algo frustrada por ello o le hacía sentir aún mejor consigo misma.

-¡Uf! ¡Uf, uf, uf! ¡UUUGGHH!

La pilló por sorpresa como estaba tramando. Del mismo modo que al tirarse a la piscina de cabeza sin comprobar si el agua estaba fría, justo cuando estaba a punto de correrse otra vez, en vez de parar como Roxan esperaba, Susan se zambulló de cabeza y se metió el clítoris en la boca, sin saber si le iba a dar asco al menos, y sólo se concentró en chuparlo como si fuera un pequeño glande al mismo tiempo que se corrían en su boca, mamando sin parar la mamada. O en ese caso, metiendo dos dedos de ambas manos a la vez dibujando la U al mismo tiempo que se esforzaba con su clítoris.

-¡¡HAHGGAAAHHGGHAAAAAHHHhhhh...!! ...ooooOooOOo... ¡AAAAAAAAAHH!!

Pero Susan no paraba. Acostumbrada como estaba a chupar sin parar hasta terminar la eyaculación, todavía tenía esa mentalidad de no parar desde el principio del orgasmo al menos hasta que saliera... algo, y si era posible, que terminara de salir. Así que siguió concentrada: Estaba intentando aprender a chupar correctamente su clítoris, asi que recordó lo que le había hecho ella y trazó los mismos dibujos con su lengua, hizo los mismos cambios de ritmo, le bajó el pequeño capuchón igual que a una polla y se lo volvió a subir... Y al recordar sus dedos, también les dio variedad. Estaba intentando dominar la técnica, hacer de todo, controlar los ritmos, velocidad, variedad...

-¡¡¡AAAAAAAAAAAAAAHHHHHGGHHHAAAHHHhhh...!!!

Al darse cuenta de que era otro orgasmo (sin saber todavía que el anterior fueron dos encadenados) volvió a activarse su reflejo de agarrar con los labios con fuerza el glande, en ese caso clítoris, para no dejar que saliera ni una gota. Entonces, mientras aún temblaba su coño (como le había dicho Roxan que tembló el suyo) se le ocurrió sacudir ambas manos y los 4 dedos metidos haciéndolos temblar, como le hizo ella.

-...hh...hahAhHaAHHGH-... -Le faltaba aire.- ...hHAAAAAGGGHAAAHHH!!

Tampoco lo sabía aún, pero de nuevo había convertido un orgasmo simple en uno doble, y sólo llevaba 4. Cuando aún no había terminado este, con el clítoris apretado con fuerza entre sus labios, se le ocurrió pegarle rápidos lametazos arriba y abajo como cuando calentaba a los hombres abriendo la boca y golpeando sus labios rápidamente en vertical con la lengua como gesto de hacerles una mamada. Era un gesto que había llegado a dominar con gran velocidad, y resultó ser una ráfaga de lametazos golpeando la punta del clítoris aprisionado y apretado.

-¡HMFFFGAAAAGHH!

Sacó ambas manos y presionó la palma de una de ellas cubriendo por completo los labios mayores. Presionó con firmeza y comenzó a moverlos en círculos mientras seguía castigando el clitoris.

-...¡El ritmo, el ritmmMAAAGH! -Dijo pataleando la cama con un pie. Porque en cuanto abrió la boca para quejarse de concentrarse sólo en el clítoris, hizo vibrar la mano y a la vez la movió a toda velocidad. Eso la cansó en segundos y paró, y con la mano izquierda se dedicó a una simple masturbación con dos dedos pero en seguida metió 3. Y luego empezó a dilatar de nuevo haciendo círculos y a cambiar entre muy lento y muy rápido. Para entonces también su lengua estaba agotada, así que recurrió a una técnica que usaba con las pollas: La dejó quieta y movió la boca haciendo que el clitoris (o glande) fuera frotado sin usar los músculos de la lengua.

-¡¡AAAAAAGHHH!!

Se separó lentamente unos segundos después del último orgasmo, pero no sacó los 3 dedos. Siguió usándolos lentamente.

-No puedo más, estoy agotada. -Se quejó Susan.

-...Noo... más... sigue... -Era la primera vez que una mujer la miraba así. Con esos ojos brillantes, sumisos, que se lo pedían por favor... Normalmente sólo la miraban así los hombres. Y eso siempre la mojaba mucho y se las chupaba de nuevo. Descubrió que se le pusieron sus propios pezones más duros y algo hacía click dentro de ella.

-...Está bien... Sólo dame unos segundos... -Pero en ningún momento paró con los 3 dedos. En lugar de eso usó también el pulgar en el clítoris. Se relajó sobre la cama y descansó todos los músculos que pudo mientras que Roxan se dejaba llevar y disfrutaba. Era como cuando no podía seguir chupando y no bastaba con alternar la mano y acababa usando sus tetas desde arriba, envolviendo pollas por su propio peso, y balanceándose adelante y atrás las masturbaba lo suficiente. O como cuando usaba incluso otras partes de su cuerpo si los hombres no se quejaban, como masturbarlos con los pies o con los huecos tras las rodillas o incluso las axilas (hay gente para todo). Se trataba de no parar, y con Roxan no paró. Le siguió dando orgasmo tras orgasmo, pero todavía no estaba satisfecha. Estaba segura de que ella le había hecho correrse más veces, y no podía dejarlo correr. Tenía que ser ella la que ganara siempre. Esas miradas de adoración... Las necesitaba. La llenaban. Le hacían sentir querida, necesitada, incluso admirada. No podía parar... apenas la conocía pero ya quería llevar a Roxan al cielo. Se lo estaba pasando tan bien...

-¡¡AAAAAAHH!!

Ya había dominado el uso de la lengua sobre el clítoris. ¿Cuántos orgasmos le había dado ya? Se preguntó mientras Roxan le acariciaba la cabeza.

-...Uuuuhh... No puedo creer lo que has mejorado. ¡Y en una sola vez!

-Sólo si cuentas como una sola vez todos los orgasmos que te he dado. -Dijo separando la boca del coño y con su mano derecha tomando el relevo.

-Es verdad... las primerizas suelen parar con el primero o el segundo. Me gustas mucho, Sussie.

En lugar de protestarle y decirle que no le llamara así, la castigó chupando ferozmente el clítoris y masturbando a toda velocidad hasta el punto de ser molesto. Sobre todo porque llevaba dos docenas de orgasmos y estaba muy, muy sensible.

-¡AAAH! ¡Para, para!

Se retiró de golpe.

-Te dije que no me llamaras así. -Se acercó de nuevo y la miro a los ojos con su lengua rozando el clítoris. -¿Vas a volver a hacerlo?

-Mmmm... Sussie...

-¡Serás...!

Volvió a hacerlo más furiosamente, y Roxan trató de resistir mientras se retorcía y convulsionaba.

-¡GYAAAAAAAAAAAHHJAJAJAJAJAJA! -Su último orgasmo terminó en una carcajada. -...¡Para, para!

Susan se puso a 4 patas sobre ella mirandola directamente a los ojos.

-Y que no se te olvide.

-No, no... Sussie.

-¡Ahora verás!

La agarró de los brazos, le dio la vuelta y le azotó el culo.

-¡Has aprendido la lección!

-¡Sí, Sussie!

Siguió azotándola, más fuerte, ambos cachetes del culo.

-¡Mala! ¡Eres mala, Roxan!

-¡Sí, soy una perra! ¡Una zorra!

Azotó aún más fuerte y a la morena se le escapó un gemido de auténtico dolor. La rubia se detuvo en seco. ¿Qué estaba haciendo? Y se dio cuenta de lo cachonda que estaba. Muy, muy pocas veces se había puesto tanto con algún hombre. De hecho, sólo con uno, uno por el que estuvo colada y que no le hacía caso mientras tenía novia, hasta que consiguió seducirlo y ser su amante. Fue el primero de todos, quien la desvirgó. Uno de los pocos con los que se corrió follando. Antes de él se tenía que conformar con fantasías y masturbarse. A veces pensaba que la razón por la que se resistió al principio no fue tener novia.

-¿En qué piensas?

-No es normal que me ponga tanto con nadie. Y nunca me han atraído las mujeres.

-Hay una primera vez para todo.

-Pero esto...

Roxan la besó. Y Susan respondió. Y antes de darse cuenta era ella la que volvía a correrse, a su pesar. Aunque... No estaba tan mal correrse una misma, ¿Verdad? La morena estaba sobre ella haciéndola sentir especial mientras la besaba y acariciaba su entrepierna y sabía exactamente cómo masajear sus tetas. Estaba en el paraíso.