Dentro del Laberinto - 11: Forjado al hielo

La guerrera Mary avanza sola por el laberinto de hielo al borde de la muerte mientras El Héroe está cautivo en el bosque nevado en manos de la bruja ninfómana.

Capítulo XII: Forjado al hielo

Mary estaba sola. Al salir de las escaleras del sexto piso las paredes estaban cubiertas de hielo. Había plataformas puente sobre columnas de metal y varios subniveles de altura desde donde algunos hobgoblin la atacaron con lanzas desde terreno elevado. Tuvo que resolver algunos puzzles para que las grandes plataformas se movieran y le permitieran avanzar. Todo estaba resbaladizo por la escarcha y no podía trepar, y eran espacios bastante grandes como para intentar algún tipo de parkour rebotando entre paredes. Tras la primera zona de plataformas como aprendizaje, todo se bifurcaba y se convertía en un nuevo laberinto de mucha mayor escala, mucho más complicado de resolver con tantas bifurcaciones y pasillos que no llevaban a ninguna parte, y trampas cada vez más peligrosas.

Mary no era exploradora y cayó en muchas de ellas. Se salvó por poco, y usó el pequeño botiquín que trajo de su casa en su mochila, poco más que unas vendas, desinfectante, esparadrapo e ibuprofeno. No tenía curaciones pero obtuvo algunas pociones de curación de algunos de los hobgoblins que la acosaban. Siempre mantenían la distancia y a diferencia de sus primos pequeños no intentaban acercarse hasta saltarte 4 por la espalda. En su lugar se sincronizaban junto a las trampas y hacían emboscadas aún más temibles. Mary paró muchas veces a descansar y a regenerar el maná para la ballesta. Mientras lo hacía aprendió a controlar poco a poco el cubo Adhae Mory, aunque a baja velocidad y a costa de un poco de maná (en función del peso a cargar) lo utilizaba para cubrirse la espalda, o colocarse en dos pasos tras él y usarlo de escudo, y finalmente logró usarlo como pequeño ascensor; tuvo que aprender a medir cuánto tiempo tardaba en recargarlo con suficiente maná para cambiar entre nivel de plataformas, y se cayó varias veces. Pero acabó haciendo trampas y tomando atajos, matando a algunos de esos escurridizos monstruos una cabeza más altos que los goblins (que medían como un niño de 10 años), y se armó con sus lanzas hasta que llegó a la zona de los arqueros y los dardos venenosos: Era una variante de los hobgoblins de tez más oscura que tendían a huir más y atacar desde mayor distancia.

A través de la práctica y tomándose su tiempo, y gracias al atajo de su nivel de destreza, Mary aprendió tiro con arco y lanzamiento de lanza, ambos bastante precisos. Los iba alternando con recargas de la ballesta. Pero sin la combinación del cubo y el escudo la hubieran convertido en colador muchas veces. También aprendió por necesidad a correr hasta cubrirse tras esquinas u otros obstáculos de la estructura del laberinto.

-Esto parece diseñado por un arquitecto loco. -Dijo una vez para sí misma. Dio muchas vueltas y pasó de largo del camino que llevaba a la puerta de barrotes que conectaba con el mundo en el que yo estaba atrapado por la bruja. Tras 2 días dando vueltas perdida (con nulas habilidades de cartografía a diferencia de mí) había agotado las provisiones que ambos llevamos, estaba pasando hambre y había comenzado a comer hielo arrancado con la daga de las paredes para poder beber (aunque fuera agua destilada sin sales minerales).

Empezaba a temer tener que comer carne cruda de cadáver goblin de los pocos que quedaban vivos y huían de ella a lo lejos, los supervivientes que habían aprendido a evitarla. Por fuerza de la necesidad estaba aprendiendo a identificar y anticiparse a las trampas, pero no se esperaba que cuando tiró una gran lasca de hielo a un sospechoso espacio abierto apareciera de la nada un cegador relámpago que vaporizó el señuelo. Se cayó de culo asustada y tembló.

-¿Dónde estás? -Comenzó a lloriquear autocompadeciéndose. -No puedo hacer esto sola.

Muy arriba en el techo escarchado con pequeñas estalactitas había un disco metálico en el centro. Comprendió que establecía un arco voltaico entre ánodo y cátodo, que estaría bajo la capa superficial de hielo del suelo. Pero había algún tipo de sensor de movimiento, probablemente mágico. Entonces fue cuando decidió evitar completamente los caminos directos. Eso la hizo ir aún más lentamente, utilizando todo lo posible el cubo como soporte para saltar en lugar de ascensor o plataforma móvil. “Si se me hubiera ocurrido antes...”, pensó mientras utilizaba la daga como gancho mientras atraía el cubo para dar un segundo salto y alcanzar la siguiente plataforma, una vez más evitando acertijos de mecanismos que a veces se sentía incapaz de resolver y le hacían perder demasiado tiempo.

-¿Qué es eso?

Estaba agotada sin apenas dormir por sentirse vigilada por enemigos durante más de 50 horas, entumecida por el frío a pesar de combinar su ropa con la mía, más holgada, como segunda capa. Pero desde la esquina superior izquieda de uno de los pasillos gigantescos, sobre una de las grandes plataformas que hacían de subpisos en el sexto piso del laberinto, llegó a un enorme espacio abierto. Era un hueco pequeño que le hizo pensar que era un acceso para los monstruos en lugar de “jugadores” o aventureros, y estuvo segura cuando identificó varios mecanismos de trampas desde esa posición no prevista. Pero el centro estaba totalmente despejado.

-¿Es una arena de batalla?

Del mismo modo que yo tenía cierto instinto para la exploración, Mary había resultado tener intuición para la lucha. Ya sabía distinguir zonas de emboscadas, zonas de trampas y zonas de jefes. Pero no había rastro del jefe.

-...¿A caso si no llego hasta aquí de la manera normal hay eventos que no se “activan”?

Miró el tatuaje blanco: “17”.

-Ni siquiera he subido un nivel. Aunque no comparta experiencia con ese idiota me he dejado demasiados monstruos...

La nueva guerrera Mary se había vuelto repentinamente muy exigente en cuanto al coraje en batalla y no me perdonaba estar desmayado mientras se dejaba la piel contra la araña gigante. Se puso seria y decidida al recordarlo y recuperó el ánimo recordando lo que había sido capaz de hacer por sí sola. Entonces pensó en cómo aprovechar la pizca de maná que le quedaba para bajar: Se dejó caer sujetando el cubo bajo sus pies en cuclillas, y en 4 ocasiones hizo que se detuviera cargando con su peso flotando; cedía por la inercia pero perdía velocidad. Utilizó con ingenio una cantidad mínima de maná para salvar el obstáculo del desnivel y evitó chocar contra el suelo sobre el cubo, que chocó con poca fuerza contra el hielo mientas ella saltaba al lado para no aplastarlo, pero resbaló y se pegó un costalazo.

-¡AAY!

Su quejido fue suficiente para que algo despertara. Una criatura que al igual que la araña tampoco debería aparecer tan pronto: Un bloque de hielo se rompió en pedazos y apareció ante ella algo con grandes patas traseras que le recordaron a un dinosaurio, patas delanteras más pequeñas unidas a alas parecidas a las de un murciélago, y rugió al cielo de hielo declarando aquello su territorio. Era un wyvern de hielo, primo pequeño de los dragones y del tamaño aproximado de un elefante sin contar sus alas extendidas. También tenía una fuerte cola no muy larga pero que le arrollaría si se le acercaba por detrás, escamas blindadas que frenarían dagas y flechas, fauces como de velocirraptor y la capacidad de volar.

-¡No puedo con esto yo sola!

Echó a correr en dirección contraria con atino suficiente para esquivar una trampa en la que estuvo a punto de caer, pero la había visto desde arriba. Resbaló y siguió corriendo. Atrajo el cubo a distancia pero su instinto le hizo detenerse y darse la vuelta justo a tiempo para ver cómo la criatura disparaba un cañón de nieve y metralla de hielo hacia ella. Se tiró cuerpo a tierra y puso su escudo contra la cabeza por puro reflejo, y evitó casi todo el impacto. Se levantó y siguió corriendo por el perímetro de la arena de combate buscando una salida que no podía encontrar: La gran compuerta metálica estaba cerrada desde el otro lado por un mecanismo que no había utilizado. Ya no tenía pociones, tenía que cambiar sus vendajes sin tener repuestos, no le quedaba maná ni para un disparo de la ballesta, ni para el anillo de tierra, ni para el de hielo; tenía una simple daga drenadora de aguante a la fatiga y un escudo.

-¡Piensa, piensa!

Seguía corriendo agotada rodeando los mecanismos que activaban las trampas que había aprendido a reconocer, y había aprendido el cambio de postura del monstruo antes de escupir nieve y hielo a alta presión, lo que le permitió esquivarlo en varias ocasiones rodando en el último momento antes de que corrigiera la trayectoria...

...Pero no tenía modo de dañar a un wyvern. Su intuición de guerrera le hacía estar segura de que con nivel 17 y la daga ni siquiera podría perforar sus escamas blindadas. “Sería un gran material para fabricar una armadura y un escudo”, dijo una nueva faceta de su mente en alguna parte, muy al fondo. Pero todo el resto de su mente eran facetas que se habían puesto de acuerdo para gritar “¡Vamos a palmar!”


-¿En qué piensas, esclavo?

La bruja sentía curiosidad mientras yo miraba por la ventana de la cabaña al exterior, desnudo como siempre, y con una erección descomunal, como todo el último día desde que me había puesto algún tipo de droga en la comida.

-En lo mismo de siempre. Quiero irme.

-Eres libre de irte.

Habíamos repetido esa conversación mil veces y no tenía ganas. Estaba pensando en Mary. Me sentía repentinamente muy inquieto por ella. De no haber usado nunca el anillo de compromiso tal vez no hubiera tenido ese mal presentimiento, pero pensé que era posible que fuera acertado. Me di la vuelta y traté de convencerla de que me diera mis cosas y mi ropa y me ayudara a irme, y una vez más me dijo que no estaba obligada a hacerlo y no lo iba a hacer.

-Al menos dame mi anillo plateado, el de compromiso. Sólo te pido eso.

-¿Para que me sigas a pesar del frío? Y no creo que no sea mágico.

-¿De verdad no puedes invocarlo como al rollo de pergamino del contrato?

-Eso es un hechizo especial con una preparación específica. No puedo. Y no quiero.

Ella intentaba convertirme en una especie de adicto al sexo suplicante por las migajas de su compasión, pero ambos habíamos descubierto que yo era un hueso muy duro de roer. Incluso con la droga, que no afectaba sólo a la erección como la viagra sino que era realmente afrodisiaca, seguía sin seguirle el juego. Tan sólo le obedecía órdenes sexuales directas para no perder inútilmente 5 de mis 15 niveles, que podrían ser la diferencia entre la vida y la muerte allí fuera sin armamento. También meditaba sobre si eso sería todo y entonces podría irme tras romperse el acuerdo, pero la situación sería la misma, desnudo en el exterior en plena ola de frío al principio del invierno, y sin una razón para que ella con casi 5 veces nivel 10 no me atacara. O simplemente podría expulsarme sin obligación de darme refugio ni de ayudarme. Ella sabía todo eso desde antes de establecer el contrato mágico, y yo seguía dándome cabezazos imaginarios contra la pared. Decidí probar a ser franco.

-Estoy preocupado por mi compañera. Nos separamos y tengo el presentimiento de que está en peligro.

-¿Está sola en la mazmorra?

-Sí.

-No es un presentimiento, va a morir de verdad y lo sabes.

-...

Esa maldita arpía era todo dulzura.

-Tienes razón en que el anillo de compromiso es un objeto mágico, pero su función es unir a dos personas como indica su nombre.

-¿Para que le pidas ayuda? Ni hablar.

-No es una herramienta de comunicación, lo que une son los corazones. Es algo relacionado con el amor... algo que desconoces.

-Intentas engañarme con sentimentalismos, como si la mazmorra diera ese tipo de objetos. -Su risa era un gruñido agudo que me recordaba a una bruja de cuento de hadas con verruga en el narizón, sombrero picudo negro y una escoba de paja. Probablemente se convirtiera en algo así en otras 2 o 3 décadas. Y yo la había pillado en plena crisis de los 40 tras años de masturbarse sola en el bosque y echando de menos su época de harén de esclavos.

-Los objetos que da el laberinto están manipulados por el nigromante que lo gobierna. Me lo dijo Valystar. -Ella desvió la mirada del conejo que estaba desollando, genuinamente interesada. -Del mismo modo que a mi amiga y a mí nos daba armas útiles como recompensas, también nos daba premios de acuerdo a nuestro karma. Y uno de ellos fue la pareja de anillos de compromiso.

Ella dejó lo que estaba haciendo y se giró hacia mí.

-Recuerda que debes darme información útil según el acuerdo. ¿Cómo conseguísteis que cambiara el tipo de recompensas?

-Valystar me ayudó. -Sonreí. -Su cuerpo real está en una habitación que emite las sensaciones de las esclavas al nigromante.

-Nunca oí hablar sobre ello. -Protestó. Parecía molestarle mucho esa afirmación.

-Verás, el nigromante vive en una zona donde el tiempo pasa a baja velocidad, así que para él la habitación de las esclavas es una fuente de mucho tiempo de placer sexual...

Vi cómo cambiaba la expresión de la bruja a pura lujuria sonriendo ante la idea y se preguntaba si ella podría lograr algo parecido.

-...Valystar me ofreció su culo y el nigromante se pasó muchas horas sintiendo cómo yo me lo follaba por el culo. -Me reí orgulloso y ella se sorprendió. Por primera vez sentí respeto en su mirada.

-¿Si eso es verdad cómo conseguiste su ayuda contra su amo? También está atada por un contrato mágico.

-Hablando con ella. Conseguí que me ayudara sin romperlo.

Me miró perpleja.

-No te creo.

-Entonces esto sería información inútil. -Le mostré mi palma con el 15 inmutable.

-Tú... Realmente tienes algo, ¿Verdad?

-En cuanto el mago oscuro se distrajo dejó de controlar su dominio y las recompensas volvieron a la normalidad. Así que es posible que si cuando duerme pone el tiempo a velocidad acelerada, haya ventanas de minutos donde siempre se dan. Si pudiera calcular cuándo se dan o alguna de las chicas me informara de alguna forma...

-Estás hablando como si fueras a volver.

-Por supuesto que lo haré.

-¡NO! -Se puso en pie y gritó con furia y miedo al abandono. Sus manos crispadas estaban sucias y ensangrentadas de trabajar la carne del conejo crudo. Por un momento sentí miedo de ella de nuevo.

-No tienes por qué quedarte aquí sola. Eres muy fuerte, podrías ayudarnos a acabar con él. -Improvisé. Desde luego no quería llevarla conmigo, esa sociópata era un peligro para cualquiera.

-Nunca más volveré.

-¿Por qué no?

-Porque ese bastardo es mi padre.

Bebí un trago de agua para poder escupirla sorprendido.

-Peleas familiares, ¿Eh? Pasa hasta en las mejores familias. Pero...

-Sí. -Agachó la cabeza avergonzada.

-¿Él te hizo lo mismo que a todos los demás? No sólo puso en peligro tu vida, te corrompió. ¿En qué estaba pensando? A su propia hija...

-Nunca me quiso. Tampoco tengo muchos recuerdos de él de todas formas.

-¿Eres hija de una de sus esclavas?

Ella no contestó. Desvió la mirada.

-Puede que no quisiera utilizarte directamente, ¿Pero para él sólo eras un recambio para su habitación emisora de placer?

Me miró con rabia genuina y ojos llorosos. Yo pensé que quizá reservaba esa habitación para aquellas a las que menos daño quería hacer.

-En el castillo había más hijas suyas. -Continuó. -Cuando decía que teníamos edad para sobrevivir como huérfanas en el exterior, nos echaba y nos advertía que si volvíamos seríamos tratadas como cualquier otra mujer y no tendríamos protección de ningún tipo. Para él no éramos de su sangre, sólo éramos carne.

Intentaba digerir aquello.

-Es horrible.

-Cuando éramos pequeñas éramos menos que mascotas. Apenas nos hablaba o miraba desde lejos y nunca estaba presente. Éramos criadas por mujeres esclavas y vigiladas por altos orcos. Creo que cuando nos echaba era porque empezaba a desearnos. -Cerró sus puños ensangrentados con fuerza.

Tragué saliva.

-Supongo que hasta un nigromante tiene conciencia a su manera. -Dije intentando ser positivo.

Avanzó y me pegó un puñetazo que me tiró al suelo.

-Repítelo.

-No quería abusar de sus propias hijas. Pero el límite lo ponía en aquellas que le desobedecían y volvían a entrar en la mazmorra. -Me pateó el estómago. Yo insistí. -Aun así parece que lo máximo para él es emitir placer a distancia: Valystar me dijo que nadie las obligaba a hacer nada en la sala de la lujuria. -Se agachó y me estranguló.

-¡GJJJJ!

Me soltó. Miré mi mano recuperando el aliento. El contrato no se había roto.

-Tramposo.

-Le dijo la sartén al cazo. -Perdí la ocasión de ganar 15 niveles duplicando mi poder. Al parecer dos golpes y un intento de estrangulación no contaba como negar refugio. Ella hubiera quedado con nivel 31 y yo con 30: Entonces podría vencerla. El primero que llegara al hacha ganaba, y lo primero que haría sería partir el cayado junto a ella. Era un arma que yo no podía usar de todas formas, tenía identificación mágica según me explicó, y estaba seguro de que era cierto por la tranquilidad que tenía respecto a dejar sus armas a mi vista.

-...Pero muy astuto también. Esto era lo que querías desde el principio. Me distrajiste mientras me dabas información cierta y útil. Casi consigues que comience a respetarte, esclavo.

Se me puso a horcajadas, ambos en el suelo, y me folló allí mismo.

-Me has encencido con tu impertinencia. -Me metió el dedo en la boca y lo mordí; lo sacó y medio sonrió, y entonces aceleró. Yo sabía que no estaba realmente excitada, sólo intentaba evadirse respecto a su padre.

-¿Has vivido aquí desde que eras una niña? -Pregunté mientras me cabalgaba.

-Cállate.

Llevó su mano sucia a mi cuello y la cerró en torno a él, sin apretar, como advertencia. Miraba hacia abajo intentando concentrarse en el sexo.

-Apuesto a que no. Alguien cuidó de tí por un tiempo. Mencionaste dos hombres que enviaban cazarecompensas a por tí, Kingsman y Barthon. ¿Este es el mundo natal de tu padre? ¿Te dan caza por ser su hija?

-¡Que te calles! -Me miró y dos lágrimas cayeron sobre mí. Sentí compasión por ella. Al principio ni siquiera me di cuenta de que se había detenido.

-Si nos ayudas con el laberinto rescataremos a las chicas cautivas. -Intenté. -Rescataríamos a otras madres y a sus hijos e hijas. -Entonces se me ocurrió. -¿Qué pasa con los niños?

-Les advierte que si vuelven a la mazmorra...

-Los mata. -De nuevo no contestó. Se la sacó y se puso en pie. Fue a lavarse las manos en la palangana.

-Tú te encargarás del conejo. Voy a salir a respirar. -Un minuto después la vi alejarse desde la ventana completamente vestida y con el abrigo de pieles de lobo. Estaba nevando.

-Por fin.

Corrí a rebuscar entre todos los sitios donde podría esconder la moneda de oro. Nunca le dije que era mágica y una vez la vi jugando con ella, atrayendo mi mirada automáticamente mientras la tenía en su mano, pero pude resistirme a tiempo de que lo viera. Había salido apresuradamente sin llevarse nada y sospechaba que iba al escondite a por el anillo de compromiso.

No se había preocupado excesivamente en esconderla, estaba debajo del colchón de plumas y lino junto a otras monedas que probablemente fueran todo el dinero que tenía por si alguna vez tenía que ir a la aldea más cercana. Sólo cogí mi moneda para no robar. Sospechaba que al habérsela dado antes del contrato no contaba como robo por su parte, ¿Pero si salía de su territorio con la moneda se me aplicaría el castigo de un tercio de niveles? ¿O era sólo por cogerla? La tomé y miré el número en mi palma, pero no cambió.

-Si te utilizo contra ella contará como traición, ¿verdad? -Sonreí.

Ella volvió y dejé de remover el guiso de conejo en la chimenea.

-Voy a comprobar si lo que me has dicho es cierto. -Me lo dijo como si fuera una amenaza. Me acerqué hacia ella con le moneda en mi mano aparentemente vacía; la tenía preparada en la derecha desde que me puse a pasar el rato removiendo con el cucharón con la izquierda. Si ella quería ver mi nivel no vería la moneda. -Ahora mismo me vas a decir cómo se usa este anillo, va a ser información útil y cierta según nuestro acuerdo, y lo voy a usar yo.

Tal y como esperaba, todo iba de acuerdo al plan. Pero temí por el karma de la pobre Mary, que estando sola y en peligro le vendría muy mal compartir su karma (y la suerte derivada) con una mujer tan podrida.

-Alto. -Le enseñé la moneda. -Mira esto. -Aquello no era exactamente traicionarla, sólo estaba comprobando su poder. Sabía que era un artefacto poco poderoso y tal vez ella tenía demasiado nivel. Pero funcionó. Sus ojos se clavaron en ella y bajó la guardia. -Te propongo un nuevo acuerdo: Si me devuelves el anillo de compromiso yo te explicaré cómo se usa esta moneda. Siempre ha sido otro artefacto de la mazmorra.

-Nno... -Sacudió la cabeza y me miró. -Obedéceme, esclavo. Es una orden.

Pero yo sabía que las órdenes de nuestro contrato sólo funcionaban así respecto al sexo, la hoguera y la comida.

-Esta moneda es uno de los juguetes que te gustan y excitan: Da el poder de controlar la mente de otra persona. -Abrió los ojos como platos y se interesó de golpe. -A cambio sólo te pido que me des el anillo, que es algo sentimental, porque me preocupa mi amiga.

-Te he dicho que...

-No es una orden mágica. No puedes controlarme en algo así según el contrato. Pero sí que podrías controlarme con la moneda.

-Si pudieras controlar las mentes con la moneda, la hubieras usado contra mí.

-La duración del efecto es limitada por cada uso y me preocupaba hacerlo por las consecuencias después de usarla. -Sonrió satisfecha de su fuerza y de tener el control.

-Eso tiene sentido.

-Si quieres conocer el hechizo de la moneda, dame el anillo.

-Si lo quieres tendrás que explicarme su uso primero o no habrá trato.

“Fase 1 completada”, pensé.

-...Está bien. Consiste en apostar conmigo y si yo pido el lado “juego” y es el que sale, puedes controlar mi mente. Tu objetivo será incapaz de resistirse una vez que propongas la apuesta, y no podrá pensar en nada más. Incluso cuando gane será en realidad ganar control sobre él, pero él lo sentirá como una gran victoria. Eso era justo lo que querías conmigo, ¿verdad? Hacer que sea yo el que desee sexo, el que crea que ha conseguido un logro propio cuando consigue satisfacer tu lujuria...

Ella se relamió excitada y se mordisqueó el labio inferior.

-¿Sólo eso? ¿Ganar apuestas a cara o cruz me dará el control sobre tí?

-Temporal, pero sí. Y aun conociendo el poder de la moneda es inevitable, sentiré que soy yo el triunfador por ser tu esclavo...

Se quedó boquiabierta con sus grandes pupilas negras y brillantes dilatadas mirándome fijamente. Y casi oí los martillazos de su corazón. “Y ahí está, fase 2 completada”. Continué tejiendo la telaraña.

-...Aunque aparentemente consiste en perder porque tu objetivo es el que tiene que elegir juego, en realidad ganas tú.

-Estás ocultando algo. ¿Donde está la trampa? -Chasqueé la lengua.

-...Descubrí tarde que es importante asegurarte de que tu objetivo ve el lado llamado juego al proponer la apuesta o no se activará.

-Entiendo... ¡Elijo “Karma”! -Me la enseñó sin poder contener su impaciencia y yo sentí el explosivo impulso de apostar, cegándome completamente.

-¡Elijo juego! -Me vi obligado a exclamar, todavía más impaciente y ansioso que ella, sin poder pensar en nada más que en la apuesta y sobrecargado por el deseo de ganar. No estaba acostumbrado a sentirme así y no sabía procesarlo. Mi mente estaba en blanco. Me sentía hipnotizado y miraba la moneda embobado. Imágenes de Vicky hipnotizada con ella vinieron a mi mente y mi polla se puso más dura. Ella lo notó.

Y ella sonrió con maldad y me habló como si fuera el discurso de un villano de película de Jack Vond ante el protagonista atado a una máquina mortal, contándole todo su plan y presumiendo de lo listo que es.

-Verás, la razón por la que no te voy a dar el anillo es porque puedo romper este acuerdo al no estar atada por magia... ¡Idiota! -Y se rió a carcajadas.

Una parte de mi mente pensó con claridad “¡Fase 3 completada!”

Ella lanzó la moneda.

¡CLING!

Ella se quedó paralizada con el resultado y con sus ojos casi fuera de sus órbitas.

-Vaya, vaya, vaya... -Sonreí satisfecho y crují los dedos. -Ahora soy yo el que te va a contar su plan. Verás, tanto si la usabas contra mí sacando “juego”, como si salía “karma”... Por cierto, lo más probable debido a tu pésimo karma y al buen karma que tengo yo... En ambos casos yo ganaría un tercio de tus niveles por traicionarme. -Sonreí aún más descarado. -Y además si salía “karma” también ganaría control sobre tí. -Sus ojos mostraron indignación, odio y frustración. -Después de todo hacer tantas cosas malas tiene sus consecuencias, bruja.

-Cu-cuando... el conjuro... termine...

-Vamos a necesitar el hacha, vas a venir conmigo y te podría proteger con ella; sólo te la pido prestada, no es un robo. -La cogí del gancho de la pared. -¿Y qué es este bastón mágico? El acuerdo no te impedía esconderme cosas... Y a mí no me impide rompértelas, ¿cierto?

-¡NO! Te lo... prohibo... esc-lavo.

Partí el cayado por la mitad de un hachazo recordando cuando me apuntó con él 2 días atrás, en el bosque. No le dije que ese tipo de órdenes no estaban en el contrato para que no se le ocurriera distraerme con órdenes sexuales hasta que pasara el efecto de la moneda. Estaba seguro de que en la jerarquía de hechizos el contrato prevalecía.

-¡NOOO!

-Como ha salido karma vas a hacer lo siguiente para pagar con tu mal karma: Me vas a chupar la polla en el escondite donde tienes mis cosas después de haberme dado el anillo, y me llevarás hasta allí desnuda ayudándome a taparme con tu ropa y abrigo aunque me estén pequeños, e iremos hasta allí corriendo para que entres en calor, y la mamada no me la empezarás hasta que esté vestido, con mis artefactos y con tu abrigo de piel de lobo prestado por el frío aunque lo use como capa. Repito, la mamada será lo último que me harás, sobre todo después de evitar que caiga en trampas, desactivarlas y decirme donde están las cercanas al escondite.

-...Ssnnooo... Sí. ¡SÍ! ¡He ganado!

-Sí, bruja, has conseguido karma.

Me llevó envuelto en trapos hasta un pequeño agujero excavado en la base de un árbol con piedras y barro cocido para que sirviera como un baúl con camuflaje de ramas y hojas. Servía para guarecerse del viento y el rocío mientras esperaba tumbada a que un animal cayera en la trampa, y había algo de espacio para algunos objetos. Allí guardaba en aquél momento toda la ropa para que no tuviera nada más que la que ella vestía por si me escapaba sin su vigilancia, y también estaban mis artefactos. Como íbamos a hacer las cosas en orden y lo último era la mamada, para cuando me la estaba chupando ella se estaba congelando de rodillas sobre la nieve completamente desnuda. Yo estaba equipado y vestido y con su abrigo a modo de capa improvisada, y mi arma era el gran hacha doble de batalla que ella usaba para talar árboles, tal vez robada a un enemigo vencido en el laberinto.

Ella chupaba con torpeza pues satisfacer a los hombres era algo que nunca le interesó.

-Una de las cosas que descubrí cuando tenía mal karma era que no podía correrme. Pensaba que era culpa de otro objeto, un espejo. Pero después de conocerte creo que es por el karma negativo. Tú nunca tienes orgasmos, nunca estás satisfecha, y casi siempre estás excitada y frustrada sexualmente. ¿Cuántos años, cuántas décadas has estado así, acumulando? Seguro que ahora, mientras te congelas sobre la nieve desnuda, dominada, chupándole la polla a un hombre hasta que se corra en tu boca en vez de dándote placer a tí... Ahora te arrepientes de haberme dado refugio.

-¡¡MMMMMMGGHH!! -Pegó puñetazos a la nieve mientras chupaba más salvajemente. Podía saborear su ira mientras chupaba más furiosamente y más rápido.

Mi mano destelló con fulgor dorado. “Fase 4 completada”.

-Mientras chupas, bruja, mira mi mano.

-¡MMMMMM! -Protestó sin poder detener la mamada. La bajé hasta sus ojos. El número todavía podía verse con color dorado en la oscuridad de la noche.

-Así es... ¡Nivel 30, perra! -Me reí a carcajadas como ella hizo minutos antes.

-¡¡MMMOOOOOO!!

-Ya sea porque me has traicionado con la moneda, o porque en tu interior habías decidido negarme el refugio, has roto tu propio contrato. -Me reí aún más escandalosamente.

Entonces me di cuenta de que ya no golpeaba el suelo. Tenía algo entre sus manos. “¡El anillo de compromiso!” Me miró desafiante con mi polla todavía en su boca, y se puso el anillo con expresión de victoria, como si fuera un movimiento final.

-Te diste cuenta de que ese tipo de anillo no necesita hechizo... Pero ya te dije que no era ningún arma. -Sonreí de nuevo. Ella tardó un momento en reaccionar. Supe que Mary en aquél momento llevaba puesto el anillo, y que el karma de la bruja al estar compartido pegó un subidón repentino. Era muy evidente por lo que sucedió: Ya no estaba en la zona de castigo sin orgasmos.

-¡¡¡MMMMMMHHHHGGHHHAAAAAAAGGHAAAHH!!!

Puso los ojos en blanco, la polla se le salió de la boca y cayó a 4 patas. Tembló y se sacudió. Después un chorro de squirting brotó de su coño sobre la nieve, y vi vapor a la luz de la luna llena roja.

-...¡¡¡HHGGHAAAAAAAAAAAAAAAHHH!!!...

Se sacudía como si tuviera un ataque epiléptico y supe que era de tanta acumulación de orgasmos que nunca tuvo, siempre escapándosele al borde. Había consumido el aire en sus pulmones y los hinchó de nuevo.

-...¡¡¡AAAAAAAAAHHHHHHhhhh...!!!

Se desplomó sobre la nieve, desmayada.

-¡Oye, que te vas a helar de verdad!

La cogí con la mano libre y pesaba como si fuera de juguete. “Fuerza de nivel 30, eh...” La coloqué en su escondite sobre parte de su ropa y la tapé con el resto de su ropa. Miré su nivel: Había bajado conmigo de 46 a 31, y con Mary a 15.

-Cómo han cambiado las tornas... El karma es muy cabrón.

Sonreí satisfecho.

-Gracias por hacer tú misma la fase 5 de mi plan. -Después pensé en mi amiga pelirroja: “Espero que esa inyección de 15 niveles te baste, Mary.”

Bajé la tapadera de placas de barro cocido (impermeable), ramas y mimbre. La copa del árbol era muy frondosa y acumulaba poca nieve. Esperaba que circulara algo de aire.

-No es que quiera que mueras, ¿sabes, bruja? Ahora que tu karma ya no es tan lamentable... Y tras ese desahogo sexual... -Recordé su historia. -...Espero que te vaya mejor. Adiós.

Volví trotando esquivando las trampas más cercanas que me había indicado, crucé al otro extremo del gran claro, volví al templo y finalmente crucé el portal.

-¡SÍIII! -Exclamé al volver a estar a salvo en el laberinto mortal. -Nooo... -Protesté al ver mi mochila colgada de los barrotes. Mary no la había visto y yo no podía cruzar al otro lado. Entonces comencé a preocuparme por la posible venganza de la bruja. ¿Ella conocía ese acceso o era secundario? ¿Por dónde salió? “El portal del cielo de Valystar es la salida de desechos, no pudo ser por ahí.”

Decidí apostar por mi nivel 30 y yelmo de la suerte contra el nivel 15 de la bruja sin cayado ni hacha. Entonces recordé el baúl de Valystar enterrado en la nieve y que tenía la brújula para encontrarlo. “¿Debería hacerlo ahora? Tal vez si el nigromante reacciona cambie el contenido si espero demasiado. Y la bruja podría venir directa hacia aquí.” Decidí que la mochila era demasiado importante tácticamente como para moverla del sitio por si pasaba mi guerrera, así que cargaría los objetos encima. Cogí la brújula y recité las palabras para localizar el baúl.

- Ubi est cofre del tesoro de Valystar.

La utilicé yendo en espiral hasta dar con el centro. Después utilicé el hacha como pala para cavar nieve a la luz de la luna. Eso me recordó el mundo goblin con la luna roja y la verde. ¿Era el mismo planeta?

CLANG

-Te encontré. -El choque metálico había sonado realmente fuerte en el silencio de la noche. “Con esto la bruja podría saber dónde estoy.”

De repente sentí la fuerte sensación de que alguien me observaba desde atrás. “Ya está aquí.” Con cuidado y lentamente agarré el hacha en una postura adecuada para luchar. “Veamos los instintos de un explorador de nivel... ¡Coño!”

Sin mirar atrás salté a un lado cuerpo a tierra y me salvé. Levanté la vista sobre la nieve y vi cómo aterrizaba tras su salto un enorme lobo que gruñió a su cena babeando de hambre. Era muy peludo y desaliñado, y tenía cicatrices en su hocico. Era una bestia salvaje más grande que los lobos de La Tierra, pero pensé que no era un huargo. Me puse de pie en un instante proyectándome con las manos, recuperé el hacha (“muy mal por soltarla para esquivar, como con el garrote y el chacal”), y tomé posición de batalla con el arma a dos manos. “Pues vaya suerte me da el yelmo.”

El animal corrió y saltó hacia mí y jugué al baseball con él golpeándolo con el lado plano del hacha. Salió volando 12 metros y se deslizó sobre la nieve. Gimió de dolor y huyó. “¿Y cómo sé que eso eran 12 metros?” Pensé mientras hacía muy contento un malabarismo con mi arma. Miré el templo y traté de calcular la distancia hasta la puerta. “258 metros. ¡Woa!”

Saqué el baúl y por fin abrí la recompensa de Valystar. La recompensa que me esperaba preparada antes de follarme a Valystar por el culo.

-Oh, mierda... Son premios sexuales para corromper. Un momento... ¡¿Y esto?!


Susan estaba oculta. Había activado a propósito varias trampas para tener obstáculos, como el enorme tronco péndulo cuyos soportes cortó para que cayera al suelo. El techo de la construcción de 3 paredes junto a la cueva del wyvern era como una prensa, basado en el mecanismo de las plataformas sobre pilares metálicos: bajaba a toda velocidad para aplastar, pero perdió la oportunidad de matar al wyvern con él. En cambio se convirtió en una cobertura de un metro de altura, útil para esquivar los chorros de nieve y hielo siempre que no vinieran desde arriba. El grupo de grandes rocas redondeadas al principio de la cuesta de la izquierda para arrollar el wyvern lo esquivó echando a volar unos segundos. Las estalactitas de la cueva del wyvern tenían núcleos metálicos y eran empujadas al activarse una trampa; cuando hizo creer al monstruo que estaba acorralada en su pequeña cueva, activó la trampa (basada en doble sensor para que no se activara con cosas grandes, sólo con uno de ellos) y la lluvia de hielo reforzado perforó las alas de murciélago y lo hizo sangrar.

Estuvo muy furioso pero no tenía más hielo que disparar. Una de las cosas que hizo Mary fue aprender a contar el tiempo de enfriamiento o “cooldown” de la habilidad de aliento de escarcha, y una vez medido fue cuando se aventuró en la cueva para esa táctica.

-Ahora que no me puedes atacar desde arriba será un poco más fácil. -Echó a correr buscando la cobertura de un metro de altura a tiempo para protegerse del siguiente ataque. También la usó para escabullirse lo más rápido que pudo sin que la viera mientras se aproximaba andando: Era un animal lento para su tamaño cuando caminaba, y tendía a mantener la distancia para atacar con ventaja. Desde aquél momento Mary pudo cambiar de escondites unas veces y huir corriendo a por coberturas otras. Pero sólo estaba ganando tiempo y no confiaba en que las heridas de las alas, rápidamente coaguladas, le dieran la victoria.

-¿Dónde estás? Te necesito... -Se había convertido en un hábito durante aquél largo combate llamarme como si pudiera oírla, pero al hacerlo solía llevarse la mano al bolsillo donde guardaba el anillo de compromiso. Todavía hoy pienso que aquella era la razón por la que sentía que ella estaba en peligro, casi como si me llamara.

Hasta que finalmente se lo puso.

-Lo siento, lo siento... -Murmuraba escondida a escasos metros de la espalda del wyvern. -¿Puedes oírme? -Juntó las manos con el anillo como si rezara y cerró los puños como si me abrazara. -Nunca tendría que haberte tratado así por tener miedo... por tu fobia... -Estaba cada vez más resignada a su muerte. Cerró los ojos agotada tras dos días sin dormir, en lucha constante, con fatiga mental y física. Oyó los pasos de la criatura acercándose a ella y no se atrevió a abrirlos.

-Por favor... -Susurró. -Sálvame.

Su mano brilló, el poder la llenó y abrió los ojos. El wyvern retrocedió ante la luz y cerró la boca con la que casi le arrancó la cabeza. Mary se puso en pie impresionada y miró su nivel.

-¡32!

Sonrió agresiva, hizo girar la daga con un malabarismo enérgico de vaquero y se cortó la palma del nivel sin dañarlo; el wyvern se dispuso a partirla en dos de nuevo abriendo sus fauces con dientes como cuchillos; Mary saltó hacia ellos, hacia la frente, e incrustó la daga impregnada de su sangre venenosa en el ojo de la criatura.

El monstruo rugió de dolor y retrocedió, y ella corrió al costado (nunca a la espalda por su gruesa y fuerte cola) para evitar el ataque de escarcha, saltó varios metros directamente hasta su lomo, y cuando se retorció intentando tirarla al suelo, el cubo atraído a toda velocidad lo golpeó en la cabeza distraído; ella saltó sobre él como apoyo y apuñaló al wyvern en el otro ojo. Después se elevó en vertical, donde las alas rotas no podían alcanzarla, y esperó a que la habilidad de veneno de nivel 32 hiciera su efecto. Disparó varios cañonazos más potentes que nunca pero totalmente a ciegas, en todas direcciones.

Finalmente la criatura cayó. La oyó resollar y finalmente murió. Lo supo con certeza cuando apareció el cofre con su recompensa. Hizo descender el artefacto y se posó elegantemente en el hielo.

-Eres increíble. No sé cómo lo has hecho, pero eres increíble. -Se llevó la mano con el anillo al corazón y se manchó el abrigo con la hemotoxina de su palma. -Gracias.

Y Mary abrió su cofre del tesoro.