Dentro del Laberinto - 10 (Volumen II)

El Héroe llega al sexto piso de la mazmorra mágica pero no es lo que esperaba. Siguiendo un camino diferente a su compañera explora a solas un nuevo mundo.

Volumen II: Las naves de Cleopatra

Capítulo XI: El contrato mágico

El agudo sonido del carrete se detuvo a la vez que mi descenso, pero seguía rodeado de oscuridad en mitad de la nada. Suspendido en el vacío me di cuenta de que no sabía o no recordaba el hechizo para recoger carrete y volver a subir.

-Mierda, mierda mierda...

Me picó la nariz. Y me dieron ganas de estornudar, pero me contuve. Me picó la espalda, y la cabeza. Pero tenía las manos ocupadas sujetando a ciegas algo de lo que pendía mi vida, literalmente.

-Puñetera ley de Murphy... Ah... Ah...

Estornudé y se me resbaló una mano.

-¡UAH!

Mis dedos agarraban a ciegas el carrete, balanceándome.

-Ya que estoy así... -Aproveché y me rasqué con la otra mano. Como era de esperar, la otra mano se me resbaló al distraerme.

-¡No!

Un par de metros de caída después atravesé un portal que mi insuficiente nivel me impedía ver, y de repente estaba en espacio abierto: Podría haber disfrutado de un bonito paisaje nevado en algún bosque desconocido, pero estaba demasiado ocupado gritando por mi vida en caída libre.

-¡¡AAAAAAAAAHH!!

CHOF

Me hundí un metro en nieve virgen y parpadeé asimilando que seguía vivo y entero.

-Nunca más, nunca más...

Me levanté aturdido con el corazón a mil y observé mi entorno. En aquel momento mi últiima preocupación era recuperar el baúl descartado, enterrado seguramente a mi lado, y tampoco se me ocurrió buscarlo con la brújula (el único objeto además de mi libreta que todavía conservaba). En su lugar estaba preocupado por Mary: No había ninguna pista de dónde estaba su salida para poder encontrarnos. Por lo que sabía incluso podríamos estar en mundos diferentes.

-No me digas que estoy atrapado en otro mundo... Seré idiota.

Pero no tenía tiempo para lamentarme, como me recordó una racha de viento gélido.

-¡Coño, qué frío!

Me abracé a mí mismo y me puse a caminar. Se me ocurrió trepar a un árbol y desde su copa localicé varias estructuras de piedra cercanas y utilicé dos colinas próximas como puntos de referencia para orientarme cuando bajara. Definitivamente eso no era el interior de la mazmorra, pero a cambio quizá no hubiera monstruos sobrenaturales. Bajé de rama en rama con tres saltos hasta el suelo y corrí para entrar en calor hasta el edificio más cercano.

-¿Ruinas?

Parecía un templo de estilo griego ruinoso con columnas en la entrada a medio derruir, sin rastro de madera, probablemente quemada para entrar en calor. En su interior apenas me resguardé del frío, era un lugar muy pequeño y vi una estatua volcada y rota de mármol. Tras ella había un púlpito quebrado.

-¿Cómo se daña tan fácilmente el mármol y la piedra?

Era una pequeña capilla sin asientos (serían de madera). Rebusqué tras un montón de rocas en una esquina por algún desconocido instinto de saqueador y descubrí un portal luminoso.

-¡Sí!

Lo crucé y me encontré de nuevo en el laberinto, pero unos barrotes me cerraban el paso. Se abrían desde el otro lado. Me recordó a la puerta que vimos en el piso de las arañas. Si Mary no descubría esa puerta y cómo abrirla no podríamos reencontrarnos. Pero al menos ya no hacía frío. Mi nuevo refugio medía unos 4 metros de ancho y de largo.

-¡Mary! ¿Me oyes, Mary? -Grité sin obtener respuesta, así que me quité mi mochila vacía y utilicé un asa para colgarla con un nudo en los barrotes.

Volví al exterior y me expuse al frío creciente. Pensé en buscar leña o un refugio mejor. Quería seguir explorando las otras construcciones de piedra.

Sentía la nieve virgen hundiéndose bajo mis pies, el frescor en la cara y la emoción de la aventura. Entonces recordé que según la habilidad de Mary para analizar yo era de clase “Explorador”. Quizá era acertado después de todo. Mientras recogía la poca leña adecuada para hacer fuego que veia, pensaba en la forma en que había estado explorando la mazmorra: Obtenía información, interrogaba a los jefes y tomaba notas. Retrocedía hasta mi casa para pertrecharme con prudencia en lugar de avanzar como un guerrero agresivo.

CRACK

Arranqué parte de la rama baja de un árbol que parecía lo bastante seca.

-¿Qué es eso? -Olí el humo y busqué su procedencia. Vi una tenue columna grisácea cercana entre los árboles, fuera del gran claro donde me encontraba, y supe que era la chimenea de una cabaña. “Tal vez me dejen calentarme a cambio de leña”, pensé. Dejé para otro momento la exploración e hice un repaso mental de los objetos que todavía tenía. Había colocado en el cubo de inventario Adhae Mory el contenido de la mochila incluyendo la ropa de abrigo pensando en estrenarlo como si fuera ropa nueva o un teléfono último modelo. “Eso ha sido una estupidez.” Pero conmigo tenía la moneda, los anillos de fuego, curación y antídoto; la máscara de barreras de tierra (el anillo de tierra lo tenía Mary) inexplicablemente no se me había despegado de la cara en la caída, y quizá el yelmo de suerte y resistencia mágica me había protegido del impacto cayendo sobre nieve blanda y profunda sin rocas, y sin dañarme la cabeza. La brújula rastreadora, y entonces se me ocurrió volver más tarde a por el cofre de la elfa enterrado en la nieve. Los brazaletes de plata contra venenos y mordeduras de hombres lobo, y de oro contra enfermedades e infecciones naturales y mágicas, que me hizo preguntarme si me protegería de maldiciones. Enumeré en voz alta para concentrarme mejor:

-Así que Mary tiene el escudo, los anillos de tierra y hielo, la daga drenadora de aguante y la ballesta: Todo lo que permite lucha sostenida. En cuanto consuma el lanzallamas de medio alcance me quedo indefenso. Además en el cubo tiene el veneno ansia de semen, comida, agua y toda la ropa de abrig... aaah... -Estornudé por el hormigueo en la mucosa causado por el frío. -Soy idiota.

Algo me agarró de la pierna y súbitamente estaba boca abajo y subiendo rápidamente. Entonces me balanceé colgando de la trampa de cuerda y oí unos cascabeles sonando advirtiendo de la captura.

-¿En serio?

Afortunadamente mis atributos físicos por mi nivel 15 hicieron que no fuese un problema: Flexioné la pierna de la trampa, me contorsioné como pude y agarré la cuerda. Con unos pocos movimientos había trepado a pulso por ella, y me sujeté con una mano y con la otra me quité el lazo destensado. Entonces me dejé caer unos 4 metros sobre la nieve; Caí de pie y con mi nivel de vitalidad fue como aterrizar sobre un colchón.

-¡Alto ahí! -Exclamó una voz femenina. Por puro instinto levanté las manos como si me apuntaran con una pistola, y me giré buscando la voz. Una mujer de mediana edad y pelo castaño me apuntaba con un bastón como si fuera un rifle. Me fijé en la forma elaborada en el extremo opuesto que me apuntaba y estuve seguro de que era un arma mágica, algún tipo de cayado. La mujer vestía pieles de lobo y botas marrones, y vi una gran hacha asomando tras su cintura, colgada a su espalda. Parecía una cazadora y leñadora, y yo me había metido en su territorio.

-Uh... lo siento. Yo sólo...

-¿Kingsgrave o Barthon?

-¿Qué?

-¡¿A quién apoyas?!

-No soy de aquí y no sé de qué habla, señora.

Se acercó apuntándome todo el tiempo a la cara; apartó con la bota más adelantada cada ramas que se me cayó antes de dar el siguiente paso. Se aseguraba de no tropezar ni distraerse sin mirar al suelo en ningún momento, vigilando cada músculo de mi cuerpo. Era un depredador a punto de saltar sobre su presa, y yo era un gato panza arriba.

-Quítate la máscara. Lentamente.

A cámara lenta obedecí. No tenía dónde guardarla así que la dejé caer. La brújula pasó por mi mente. Supe que ella esperaba reconocerme, pero frunció el ceño extrañada.

-¿Me quito también el casco?

-Quítate el yelmo. Sin prisa.

También lo dejé caer.

  • Y ahora los anillos. ¡Cuidado! -Me detuve como si me hubiera congelado con un hechizo. -Hazlo despacio. Muy, muy... despacio.

Con mucho cuidado me los quité uno por uno, pero me resistía a dejarlos caer. Eran mi arma, mi curación y mi salvación si llegaba la hora de luchar.

-Tíralos a mis pies de uno en uno. ¡Pero que no me alcancen! -Ella estaba a 4 o 5 metros. Distancia suficiente para reaccionar si me abalanzaba hacia ella, pero también una distancia que recortar rápidamente si tomaba la iniciativa del cuerpo a cuerpo usando el hacha. Tragué saliva y los lancé en orden de prioridad. Primero el de compromiso. No pasó nada, y la mujer sólo esperaba. Recordé por alguna razón que la unión de experiencia debería durar un año según las instrucciones aunque nos lo quitáramos, y comprendí que el vínculo permanecía pero era Mary la que estando resentida había impedido que recibiera experiencia desde la araña. ¿Hasta cuándo?

-Ahora los otros.

A regañadientes lancé el de veneno, el de Curación de Slime y por último, tentado de un ataque sorpresa, temblando entre mis dedos y mirándola asustado, el anillo rojo brillante de Fauces del Infierno. Levanté las manos temblando y sintiéndome indefenso y en peligro.

-Ahora tus armas ocultas.

-No tengo ninguna.

Por respuesta hizo el equivalente de amartillar un arma y quitar el seguro. O así lo sentí en el cambio de su postura y expresión.

-Lo juro, mi única arma era ese anillo de fuego.

-Última oportunidad.

-Mis habilidades son de curación de heridas y veneno, resistencia a venenos y enfermedades, y exploración. Y para todo eso necesito mis objetos. Sólo tengo un anillo de ataques de fuego para casos de emergencia, y ahora lo tiene usted, señora.

Por su expresión supe que se resistía a creerme pero lo hacía.

-Vacía tus bolsillos.

Al laberinto nunca iba con la cartera si me acordaba de soltarla, pues no serviría de nada mas que para perderla. Pero sí llevaba “dinero”, la moneda. La iba a dejar caer pero... Me acostumbré a no separarme de ella follando con Vicky y Mary.

-¡Lánzame esa moneda de oro!

Y tuve que hacerlo, perdiendo la ocasión de hacer alguna estratagema. Pero dejé caer el teléfono sobre la nieve junto al yelmo y la máscara, a sus ojos un rectángulo negro brillante y mágico, pero no del mismo interés que un arma o dinero. Por último saqué la brújula rastreadora.

-¿Qué es eso?

-Sólo es una brújula. Las brújulas indican el norte y sirven para orientarse. Ya se lo he dicho, soy explorador.

-Lánzamela. -Al hacerlo uno de mis brazaletes destelló y ella lo vio.

-Tira el brazalete. Ambos, si tienes dos.

Obedecí de nuevo y fueron a parar con el yelmo, el teléfono y la máscara. Cada vez temblaba más estando parado, y por primera vez desde que caí en la trampa fui consciente del frío cada vez más intenso. Por eso no paraba de temblar. El sol se estaba poniendo y la temperatura caía cada vez más rápidamente.

-¿Ve la leña a sus pies? Me dirigía a esa cabaña para intentar compartir refugio a cambio de ella. ¿Es su casa, señora?

-Deja de fingir. Puede que seas un explorador, pero tu trabajo era encontrarme. -Vi cómo sus dedos cambiaban de postura, dispuesta a atacar, pero sus ojos dudaron por última vez.

-¡Por favor, no me ataque! ¿Es que no ve cómo voy vestido? ¡Moriré de frío cuando se haga de noche! Y el sol ya se está poniendo. -Vi los rayos anaranjados filtrándose entre las copas del bosque.

-Mientes. Nadie llega hasta aquí sin abrigo. Alguno de tus objetos te protege del clima. -Sus músculos faciales cambiaron y en una fracción de segundo supe que había decidido disparar.

-¡NO SOY DE ESTE MUNDO! -Grité con los ojos cerrados ante mi muerte inminente. Pero esta no llegó. Abrí un ojo con cuidado y la mujer seguía mirándome, pero con una expresión ligeramente menos agresiva. Abrí los dos cuando me volvió a hablar.

-Explícate.

¿Acaso eso le parecía más razonable que todo lo anterior? En tal caso no podía ser el primer visitante del laberinto, y la gente de ese mundo, o al menos esa mujer, sabía de ello.

-El... La mazmorra. -Mis dientes empezaban a castañetear. -He salido de ella y nno tengo ro-pa de... abrigo. -Oí mi propio clak-clak-clak.

Me miró dubidativamente y por primera vez bajó ligeramente su arma.

-Si lo que dices es cierto tienes que demostrarlo.

-¿Có-cómo?

-Hay algo que sólo ellos tienen.

Pensé aturdido por el frío y con la cabeza embotada. Entonces se me ocurrió. Estaba mojado de nieve derretida que no me sacudí bien tras la caída, y sucio de salpicaduras de sangre de monstruo. Miré mi palma izquierda y lo vi: El tatuaje blanco estaba tapado por sangre seca y suciedad.

-¡E-está aquí! ¡En mi mano! P-pero no se ve bien... ahora mismmo.

-Descríbelo.

-Es un nnúumero... ¡Mi nivel! Y es... blanco.

Finalmente bajó el cayado mágico. “¡Por fin!”, pensé.

-T-tengo ffrío... empecé a caminar hacia ella pero al primer paso me apuntó de nuevo.

-¡Quieto!

-¡Pero si no le estaba buscando! No le persigo... No soy cazarecompensas.

Ella meditó en silencio unos segundos.

Puedo ofrecerte refugio esta noche, pero no puedo fiarme de tí sin que hagamos un conjuro de contrato. Podrías atacarme en cualquier momento, o robarme.

“Si esa era la manera de entrar en calor de una vez y de paso cenar y dormir caliente, que así sea.”

-A-cepto. ¡Pero rápido, por favor!

-No eres muy listo. Podría aprovecharme de tí.

-Haga lo que... tenga que hacer, pero hágalo ya.

Puso su herramienta mágica en posición vertical y golpeó el suelo. Un círculo dorado de luz con emblemas mágicos apareció a sus pies, de al menos un metro de radio. Abrió la palma de su mano izquierda hacia arriba y un rollo de pergamino apareció de la nada en ella. Con un elegante movimiento lo lanzó en horizontal desplegándolo y quedó suspendido en el aire. Vi extraños caracteres y filigranas inscritos y después brillaron.

-¿Quieres refugio por un día y una noche? -Preguntó formalmente.

-Solicito refugio, señora. Y que no me haga daño.

-¿Reconoces que si no acepto este trato tú morirías? -Preguntó como un gato jugando con un ratón antes de comérselo.

De repente recordé a mi madre, abogada, y recobré fuerzas.

-Esto es un acuerdo bajo coacción. Si no me estuviera amenazando podría haberme refugiado en otro lugar. -Recordé la puerta cerrada al laberinto. Allí no hacía frío. Fui idiota por ir al sexto piso sin ropa de abrigo aun sabiendo que la necesitaría, fui idiota por salir del refugio de la puerta de barrotes, y fui idiota porque además salí sin haberme abrigado todavía. “Estrenar el inventario... explorar...” Me quería pegar cabezazos contra una pared.

La mujer, repentinamente contrariada, se enfadó al desmontarle su argumento por ser coacción.

-¡¿Cómo te atreves?!

-Me estaba amenazando con un arma mientras me muero de frío poco a poco. Además, ¿Dónde está la humanidad rechazando a alguien a la intemperie con su vida en peligro?

-Mocoso insolente... Hacerme malgastar...

-No tiene por qué desperdiciar el hechizo. Podemos establecer un intercambio realmente justo, sin que se aproveche de mí. -Le recordé sus palabras y una vena se marcó en su frente. -Traigo leña, puedo ayudarle con la cena, darle conversación, tal vez algo de información que le interese mientras no me perjudique a mí o a los míos...

Su expresión cambió de nuevo. Después de todo era una persona razonable.

-Eso es muy poco para mí. Además de todo eso, siempre que estés conmigo me satisfarás sexualmente a mi antojo.

-Espera, ¿qué?

-No me pagarás dinero por mi ayuda y refugio, sino que me harás todo lo que quiera y como quiera.

-...

Eso era demasiado extraño... demasiado bueno para ser verdad .

-Y además también harás todo a lo que te has ofrecido: Cocinar, prender y mantener el fuego encendido, entretenerme conversando si me apetece, y darme información útil.

Había cambiado sutilmente mi propuesta, pero en aquél momento no me preocupó.

-Está bien.

-¡¿Aceptas el trato!? -Estaba sorprendida y después intentó recuperar la compostura. -Si te parece bien, hablemos del incumplimiento.

-Si voy a ser ibre de irme, sano y salvo, con mis cosas, cuando quiera, acepto.

-Puesto que tu vida está en juego y la voy a salvar...

-Falso. Coacción. Tengo más lugares donde refugiarme, pero ahora mismo prefiero el más cercano. Tu cabaña está ahí mismo.

Chasqueó la lengua con expresión traviesa mirando a un lado. Parecía decir “demasiado bien me estaba saliendo, pero casi cuela.”

-Pero si incumples el trato, o me robas, o me traicionas, o me atacas... Me darás todos los niveles que has conseguido.

“Un momento, ¿Ella puede interactuar con los niveles?”

-¡Tú también fuiste aventurera!

Me sostuvo la mirada en silencio, escudriñándome sobre el pergamino extendido flotante, envuelta en luz dorada sobre su círculo mágico. Su rostro sereno era el de una madre ya madura y curtida; me transmitía sensaciones muy diferentes a las de las chicas universitarias de las que me rodeaba.

-¿Aceptas? -Exigió.

-Todos los niveles es una exageración. 3 de ellos está bien.

-¡Absurdo! ¡Como mínimo la mitad o no hay trato!

-3 niveles es el 20% y me exiges el 50%. El término medio es 35%, que de mis 15 niveles son 5. Así que si incumplo el trato, acuerdo que te compensaré traspasándote 5 niveles. ¿De acuerdo?

-¡No me mientas! -Hizo el amago de levantar de nuevo el bastón pero al parecer hubiera cancelado el hechizo. Estaba furiosa.

-¿Ahora qué pasa? -Reparé en que desde que me había animado ya no me temblaba la voz ni chocaban mis dientes.

-Eres un farsante. ¡Nivel 15, nada menos! ¡Me has tomado por una estúpida!

Me guardé el pensamiento de que en parte sí, porque acordaba darle 5 niveles, no un tercio fuera cual fuera mi nivel, y cuando a Mary se le pasara el enfado volvería a compartir su experiencia conmigo. O eso esperaba.

-No, señora. -Recuperé el modo formal. -Observe, me voy a limpiar la mano con nieve. -Me agaché sin movimientos bruscos, cogí un puñado, y froté rápido una pelota compacta de nieve que se desmenuzó al hacerlo; me mojó la mano y la limpió en parte, y luego froté las manos a toda velocidad. Por último me la limpié en la ropa, y luego se la enseñé.

-¿Lo ve? Nivel 15.

-...Pero eso es absur... ¡Magia de ilusión! -Me señaló acusándome con la mano libre como si me hubiera pillado haciendo trampas.

-¿Me equivoco al suponer que este conjuro impide mentir, o detecta las mentiras?

Bajó el dedo al aflojar su determinación.

-Pero yo era nivel 46 cuando... -Guardó silencio y yo me asusté. ¡Menos mal que no había luchado con ella!

-De acuerdo. Si incumplo el trato le daré el 50% de mis niveles. Pero si usted incumple el trato y cuando yo necesite ayuda...

-Refugio. -Interrumpió. “Mierda.”

-...Si cuando yo necesite refugio, con todo lo que ello implica, usted no me ayuda... O me traiciona, o me roba, o me ataca... Me dará el 50% de sus niveles.

-De eso nada, habías dicho que 5.

-No, dije el 35%, un tercio.

-Sería algo totalmente injusto. Cambiemos por...

-Adiós.

Me di media vuelta y eché a andar camino al laberinto. A ese paso iba a morir de frío discutiendo. Los objetos no podían ser mi preocupación hasta el día siguiente con el sol alto en el cielo. Ella era demasiado humana y familiar, estaba seguro de que era de mi mundo, La Tierra. No era ninguna raza exótica traducida por la magia de la mazmorra, como Valystar. Aunque no estaba seguro de que habláramos realmente el mismo idioma. Pero estaba seguro de que esa mujer llevaba allí mucho tiempo sin contacto con otros humanos. Al parecer gente peligrosa había mandado exploradores a buscarla, es decir, tenía precio a su cabeza y se ocultaba en el bosque. Lo que ella más echaba de menos era contacto humano real y cercano, por lo que no me iba a atacar por la espalda. Y probablemente no quería cancelar el hechizo porque parecía tener un coste especial muy alto, mucho más que recargar el maná al día siguiente.

-Detente. -Dijo con un hilo de voz. Yo no iba exactamente de farol, estaba dispuesto a irme de verdad, pero también esperaba tener suerte. -Si te alejas tanto el hechizo no funcionará. -Estaba cabizbaja y triste. Por un momento me la imaginé sola por mucho tiempo, tal vez años. ¿Tendría mi edad cuando la atrajo el laberinto? ¿Qué clase de vida había llevado? ¿Por qué nunca volvió? Caminé de vuelta a los objetos que tuve a mis pies y me agaché a recogerlos; ella no me lo impidió. Lo primero fue ponerme de nuevo el yelmo de la buena suerte, por si a caso. Había estado haciendo su trabajo todo el tiempo cuando lo llevaba: ¿Qué probabilidades había de encontrarme con otra humana en otro mundo a las dos horas de llegar, cuando necesitaba refugio, y lo bastante fuerte para protegerme... y a cambio de todo sólo exigía sexo? Y para colmo era guapa.

-Acepto. -Dijo finalmente. -Un tercio de mis niveles serán tuyos si te traiciono, ataco, robo o te niego refugio cuando lo necesites. Las condiciones de castigo serán las mismas para tí. Tu petición es refugio en mi territorio y la mía que seas mi esclavo y sirviente mientras estés en mi territorio. ¿Tenemos un acuerdo?

-Si puedo irme cuando yo quiera con mis cosas, sano y salvo, acepto.

15 niveles contra 5 era desproporcionadamente favorable para mí. Y ya estaba claro que ninguno de los dos quería hacer daño al otro. Y ahí estaba, el último chasquido de frustración de ella. Esperaba que al no tener límite de tiempo yo me quedara como un esclavo sexual por tiempo indefinido... que de paso le hiciera la comida y se encargara del fuego. ¿Quería una especie de marido sumiso para su vida solitaria en el bosque? Levantó el bastón y lo golpeó de nuevo contra el suelo.

Una intensa luz nos envolvió a ambos, y después vi una cadena de luz que se materializó uniéndonos. En ambos extremos nos ataban collares de energía sólida. El mío era de un dorado puro y brillante, pero a medida que la cadena se extendía hacia ella perdía su brillo y se tornaba en morado oscuro, y su cuello tenía un tono cercano al negro.

-¡Imposible! -Exclamó señalándome. -¡No puedes tener semejante karma! ¡Nadie puede! Estaba furiosa, frustrada y envidiosa. -¡Ni siquiera es acorde a tu personalidad!

Por primera vez me sentí realmente agradecido al collar de compromiso y al karma de Mary que compartió conmigo sacándome de la zona de karma negativo.

Luego recordé que estaba en misión de rescate en vez de buscando artefactos por lujuria, y eso tenía que mejorarlo todavía más.

-¿Cuando avanzabas piso tras piso en el laberinto todas las recompensas eran sexuales?

Se quedó perpleja.

-¿Qué quieres decir? ¿Es que hay alguna que no lo sea? Los artefactos mágicos siempre se los robaba a los enemigos vencidos.

Sonreí. “Gracias por dejarme follarte por el culo, Valystar.”

-Lo era hasta hace medio día, y una amiga y yo hemos aprovechado para hacer un rush intentando avanzar todo lo posible.

-...¿Pero eso qué tiene que ver con tu karma?

-¿Conociste a Valystar, Guardiana del Tutorial?

-Claro.

-Ella me dijo que el nigromante que gobierna el laberinto manipuló las recompensas para corromper a los aventureros. -Ella abrió los ojos tanto como yo al comprender por qué quería que su pago fuera tener un esclavo sexual.

-¿El amo del laberinto consiguió hacerte adicta al sexo o algo parecido?

Le avergonzaba hablar de ello y desvió la mirada, pero contestó.

-Te quedas muy corto. Hice cosas... malas. Muchas veces.

-Ya he visto recompensas como el collar de esclavitud y la poción de ansia de semen. Me puedo hacer una idea.

-Si no creaste tu propio harén de esclavos de mente y cuerpo que te adoran como a una diosa y están siempre super excitados pero sin poder tener orgasmos... no has visto ni la mitad de la mitad. Por supuesto todos eran mis sirvientes y vivía como una reina, y estaba siempre rodeada de orgías masculinas para mi entretenimiento. Y ellos nunca estaban satisfechos y siempre necesitaban más. El trono desde el que daba las órdenes y pasaba el rato eran dos buenas pollas metidas en mi culo y mi coño, por si me apetecía moverme o cabalgarlas en cualquier momento, y yo siempre estaba mojada y excitada, mi nivel de vitalidad me lo permitía. Y los demás asientos y reposapies eran hombres a 4 patas. Me enjabonaban con su semen y me bañaban como los gatos, con sus lenguas. Lástima que no podían producir suficiente para llenar la bañera de leche con semen en su lugar, pero a veces lo intentaba cuando les dejaba 3 días sin orgasmos y les hacía tenerlos todos en la bañera grupo tras grupo. No era suficiente, pero daba vueltas sobre mí misma emborrizándome...

Se le estaba cayendo la baba y tenía la mirada perdida mientras presionaba su entrepierna con la mano libre. Era extraño que se perdiera en sus fantasías y recuerdos en mitad del conjuro que nos ataba con cadenas al cuello. Y continuó, al parecer quería compartirlo con alguien desde hacía mucho tiempo.

-Cada uno de ellos tenía distintos fetiches y comportamientos que les había programado, y los combinaba de todas las formas que se me ocurrían. También hacían representaciones de teatro para animar el sexo a mi alrededor en todas partes en mi mansión, aunque ellos creían que era todo real viviendo sus papeles del momento, incluyendo a los que les tocaba hacer de mujer, que se lo creían y su ano multiplicaba su sensibilidad. Allí donde fuera siempre había alguna escena en marcha... Mi riqueza venía de la suma de dinero y posesiones de todos mis adoradores esclavos...

Ya tenía suficiente, mis dientes volvían a castañear y di una palmada.

-¡Vuelve! Estamos aquí. Me estoy congelando.

-Ah, sí... Sí. - Me miró como un depredador relamiéndose antes de zamparse a su presa. -Me estás pidiendo refugio...

-Así es, por lo tanto nuestro acuerdo se aplica desde ahora. ¡Pero devuélveme mis cosas! Hemos acordado que no me puedes robar y que puedo irme con mis cosas cuando quiera.

-Sí, sí... -Dio otro golpe con el bastón y las cadenas y collares se hicieron invisibles y el círculo desapareció. Pero todavía tenía la sensación de tener algo agarrando ligeramente mi cuello. Se agachó y me devolvió mis cosas apresuradamente.

-Pero no te pongas los anillos o pensaré que planeas atacarme. -Me los guardé en los bolsillos. Recordé la libreta y minibolígrafo en mi bolsillo trasero, ni siquiera los había llegado a sacar. Entonces me cogió de la mano y me llevó casi corriendo a su cabaña.

-¡Vamos, vamos, que te vas a helar!

Lo diré en pocas palabras: Todos mis puntos de aguante por mi vitalidad de nivel 15 eran drásticamente insuficientes para semejante ninfómana. Y eso antes de la media noche. Luego vino la segunda mitad, una vez que mi polla estaba completamente fuera de combate por más descansos que me diera o técnicas de experta que ella utilizara, y tras casi reventármela.

Una vez que ella descartó por completo la parte de alante, dijo que tocaba la parte de atrás. Le gustaba meter sus dedos empapados en flujos vaginales por mi culo, y lamer mi ano... Y yo había acordado hacerlo todo tal y como ella quisiera.

Pero después descubrí que ella usaba hortalizas como consoladores.


Al día siguiente me levanté con los ojos llorosos. Había tenido pesadillas que recordé fugazmente al despertar. Yo estaba en una mansión roja y era uno de sus esclavos lobotomizados. Había pasado por todas las desagradables experiencias que ella había descrito, y la última era ser utilizado como trono, como si fuera un objeto al que ignoraba mientras hacía cosas, sin siquiera follarme, sólo teniendo mi polla dura dentro, excitado para nada. Recordé la bañera de semen con ella dando vueltas en el charco cálido mientras yo la regaba, las orgías entre hombres con ella mirándonos, las escenas en las que me creía una mujer y entregaba mi virginidad... Sentí escalofríos y después lo olvidé al despejarme, parpadeando sobre su cama de plumas de aves cazadas, mirando al techo de paja y mimbres como aislante bajo la madera. Sólo había una sensación que no desaparecía. Entonces retiré la vista del techo y miré hacia adelante.

-No, por favor, para...

Me había despertado porque ella de verdad me estaba usando como trono. Tenía mi polla irritadísima metida en su coño. Estaba distraída cosiendo un parche a su abrigo de piel de lobo curtida; ¿un abrigo para mí?

-Cuando ví que por fin estabas listo de nuevo no pude esperar. Pero estabas gimiendo en sueños y no te quise despertar.

-Eran pesadillas.

-Qué exagerado. Sé cómo lloras cuando sufres de verdad, y te estaba gustando.

Me tapé la cara avergonzado recordando lo que me dolía el culo y las 3 curaciones que me obligó a utilizar por los desgarros. Sólo después de agotarlas dejó de pasarse conmigo. No contaba con que fuera sádica, creía que sólo era dominante.

-No puedo más.

-Mi refugio, mi esclavo.

-Por favor...

-Cuando no puedas por delante, se hará por detrás. ¿Estás seguro de que tu polla no puede más? Tú eliges.

-Por favor... Me duele la polla... -Su sonrisa me indicó que era la peor respuesta que podía darle. Su coño palpitó y me apretó la polla con fuerza mientras se ponía en mejor postura. Me comenzó a cabalgar cada vez más rápido. Se agachó hasta mi oído y me susurró:

-Esto es sólo una pequeña parte de ser uno de mis esclavos... -Cambió a un ritmo lento y movió sus caderas en círculos. -No has vivido ni la décima parte... -Besó mi cuello y lo lamió. Luego mi oreja. En algún momento había cambiado el sentido y el ritmo sin darme cuenta, y luego pasó a un movimiento izquierda-dentro, fuera, derecha-dentro, balanceándose lateralmente. Mi polla gemía de dolor y excitación mezcladas, y yo con ella. Ella siguió susurrando en mi óido.

-Cuando acabe contigo me vas a suplicar ser el primero de mi nuevo harén.

Me pasó el dedo corazón suavemente sobre mis labios, tanto que me hizo cosquillas e incluso me picaron y me los rasqué. Entonces me cabalgó rápido, fuerte y duro.

-¡AAAH! -Me puso el dedo corazón entre los labios. -¡Para, para! -Los acarició en círculos y sus caderas no paraban. Mi orgasmo estaba increíblemente lejos, y ella lo sabía y lo aprovechaba. -¡Por favor! -A efectos prácticos era como uno de sus esclavos incapaces de correrse, aunque por agotamiento sexual.

-Chupa. -Ordenó.

Lo hice para que me dejara en paz. Sus caderas se detuvieron, con mi polla dentro. Mi falta de dureza la compensaba ella comprimiendo mi miembro a presión. Su nivel de destreza le permitía controlar cada micromovimiento de sus músculos vaginales a voluntad; lo dominaba a tal punto que podía sentir casi como si me masturbara sin mover sus caderas si ella quería, aunque con 1 o 2 cm de recorrido como mucho.

Su fuerza le permitiría destruir pollas de alguien de nivel 1 por aplastamiento, y su vitalidad le permitía aguantar con ese nivel de fuerza muchísimo más tiempo del que yo podía soportar. El flujo de sangre lo tenía casi estancado si ella quería, pero dominaba a la perfección también cuándo soltar, y cuánto.

Su velocidad combinado con lo anterior le permitía hacer que sintiera como si mi polla estuviera metida en un enorme vibrador, con la velocidad, el patrón de movimiento y la fuerza de compresión que ella quisiera en cada momento.

En resumen, ella podía meterse una polla “en modo trono”, dejar su cuerpo quieto mientras hacía otras cosas (como reventarme el culo con una hortaliza mojada de sus flujos tras sacársela), y hacer que cualquier hombre se corriera en menos de un minuto (incluido yo a pesar del estado de mi culo si para entonces no hubiera estado agotado).

Pero también sentía cada reacción de la polla y se adaptaba para que el orgasmo no llegara nunca si ella no quería. Aquello no era fruto de su nivel sino de su experiencia con incontables polvos. Y todo el tiempo aplicaba todas sus técnicas conmigo como le apetecía.

-No lo haces mal. Mucho mejor que anoche antes de desvirgar tu culito. -Había dejado claro que le daba morbo ver cómo simulaba una mamada con su dedo, y me obligaba a hacérselo a menudo. -¿Seguimos?

-No, por favor, necesito irme... Tengo cosas que hacer... Ya no necesito refugio...

-Eres libre de irte cuando quieras. Pero mientras estés en mi casa serás mi esclavo sexual y mi sirviente en tareas como la comida o el fuego. -Se acercó a mi oído y chupó el lóbulo de mi oreja mientras volvía a mover sus caderas poco a poco. Volvió a susurrar en mi oído. -Y muy pronto... serás también mi adorador. -Aceleró bruscamente y me cabalgó como una vaquera, y a la vez su coño estaba en modo turbovibrador.

-¡¡¡AAAAAAAAAAHHH!!!

Paró antes de que me corriera. Mi orgasmo no estaba tan lejos si ella no quería. Siguió follándome como la mayor experta que era capaz de imaginar. Era creativa y siempre hacía diferentes combinaciones.

-Por favor...

Me tapó la boca con el dedo corazón y se lo chupé de nuevo.

-Ya sabes que tienes que chupar con los ojos cerrados. -Los cerré. -Y que tienes que imaginar que es la polla de otro de mis esclavos.

Ella siguió cabalgándome con muchos cambios de su “vibración” así como de su ritmo y postura, no sólo el ángulo tumbándose sobre mí con sus tetas en mis mejillas mientras le chupaba el dedo; también a veces se daba la vuelta y me montaba de espaldas sintiendo un ángulo diferente por la dirección de la entrada de su coño. Otras veces se ponía de lado y yo sentía penetración lateral. Siempre que mi orgasmo se acercaba cambiaba de patrón de movimientos y de postura.

-¡Por favor!

Me metió el dedo en la boca y con la otra mano me cerró los ojos.

-Cada vez la chupas mejor, esclavo. A mi otro esclavo le gusta mucho. -Multiplicó la velocidad de la cabalgada y paró en seco y aflojó la polla cuando casi me corro de nuevo.

-¡¡MMMPH!!

-Si paras de chupar, paras de disfrutar. -Me di cuenta de que había dejado de chuparle el dedo al sentir que casi me corro. Volví a chupar con más ganas.

-Buen chico. Buen esclavo. -Volvió a mover sus caderas, y suavemente, como una caricia, al mismo tiempo sus paredes vaginales reanudaron su masaje sincronizado con sus caderas. La intensidad de este era acorde a la velocidad con que me follaba. Si cambiaba la dirección o la postura, también cambiaba el estilo.

-Mmmmmmmmphhh... -Gemí con la boca penetrada sin separar los labios, sin soltar la presa sobre el dedo, pero abrí los ojos y ella me los tapó de nuevo con la mano. La apartó y los mantuve cerrados.

-Qué bien chupas pollas, esclavo. Cuanto mejor chupes más disfrutarás. -Me sorprendió la turbovibración de nuevo, pero ahora desincronizada. Movía sus caderas muy lentamente arriba y abajo, y todo el trabajo lo concentraba en sus músculos vaginales. Apenas fui consciente de lo encharcada que tenía la boca y el mentón de mis propias babas, ya recorriendo mi cuello mezclado con la saliva de ella y sus lametones. Entonces se la metió hasta el fondo y aflojó totalmente su coño, dejando descansar mi polla. De nuevo el trono. Me sacó el dedo y lo sostuvo ante mis labios.

-¡Por favor! -Quería pedirle que parara el tormento, que dejara de jugar conmigo, que me dejara correrme, que dejara de follarme, que no parara y que siguiera follándome. Pero en vez de hablar levanté mi cabeza y envolví su dedo corazón y cerré los ojos. Tiré de él reposando de nuevo la cabeza en la almohada y simulé lo mejor que pude una mamada.

-Eso es, esclavo. Iniciativa para chupar, y chupar bien la polla. -Reanudó el movimiento de sus caderas suavemente. -Para chupar bien necesitas imaginarte detalladamente la polla dura en tu boca y cómo la chupas. Eso es. -Mientras hablaba comenzó a cerrar poco a poco, milímetro a milímetro, hasta acabar con más fuerza que nunca, sus paredes vaginales. -Visualiza detalladamente la polla en tu boca. -Volvió a trazar círculos con sus caderas con la polla metida hasta el fondo. -Cuanto mejor hagas la mamada más vas a disfrutar. -Se puso a máxima velocidad de repente...

-¡¡¡MMMPHFGGAAAAGhAhAAAAAH!!!

...Pero no solté mi presa. La chupé con más pasión, y ella correspondió con la mayor combinación de estímulos de su repertorio, tan mezclados y tan breve cada uno de ellos que era imposible llevar la cuenta, y mi mente estaba completamente saturada chupando con pasión.

-Cuanto mejor chupas más disfrutas.

-¡¡GGGGHH!!

-Pero no lo haces lo bastante bien porque no te imaginas que es la polla dura de un hombre en tu boca.

Cuando estaba a 3 segundos de correrme se sacó mi polla y retiró su dedo.

-¡¡¡POR FAVOR!!!

Acercó su dedo, cerré los ojos y después lo succioné y chupé imaginando lo mejor posible una polla como la mía para intentar hacerle lo que más me gustaría que me hicieran. Recordé las mejores mamadas de Mary la pelirroja y traté de reproducirlo lo mejor posible. Me concentré tanto que tardé en darme cuenta de que todavía no se había vuelto a meter mi polla, que fue cuando abrí los ojos y la miré. Me los cerró y se la metió, y reanudó el vibrador sin moverse en absoluto.

-Estoy sentada en mi trono mientras tú chupas una polla dura en tu boca y la visualizas detalladamente. Sientes en tus labios cómo se desliza haciéndote cosquillas... cómo entra y sale la polla de tu boca. Con tu lengua sientes el hueco del agujero del glande. Fíjate cómo succionas. La dureza y las venas marcadas. Te gusta tanto chupar pollas como cuando te la chupan a tí. Lo haces tan bien como te gustaría a tí. Eres un buen esclavo de tu ama.

Al decirme buen esclavo comenzó a follarme de repente a velocidad media, sin llegar a hacerme daño con el nivel de sobrecarga de mi polla.

-¡¡MMMMFFFPH!!

-Cuando consiga otro esclavo se la chuparás en lugar de mi dedo.

Decirlo tan abiertamente me bajó la líbido, y luego me bajó más pensando que tal vez iba a hacerlo de verdad.

-Siempre que no chupes lo mejor que puedas las pollas de mis otros esclavos cambiaré de juego y me dedicaré a tu culo como anoche.

Al decir eso se sacó la polla y retiró su dedo.

-¡Por favor!

-¿Vas a chupar pollas siempre que te lo ordene?

-¡Sí!

-¿Sí, qué?

-¡Sí, ama!

-Buen esclavo. -Acercó su dedo corazón a mis labios y yo cerré los ojos e imaginé cómo me metía una polla en mi boca, y le hacía la mejor mamada posible basada en lo que recordaba de las mamadas que más me gustaron a mí, dándole variedad como hacía aquella mujer conmigo.

-En el momento en el que no hagas la mejor mamada posible, te reventaré el culo.

Aceleré asustado.

-Pero si lo haces lo bastante bien, te ganarás un premio.

Quise parar para preguntar pero no me atreví ni a abrir los ojos.

-Buen chico. -Dijo un minuto después, cuando ya estaba concentrado e inmerso. -Por fin te has dejado llevar. Estás a punto de ganar un premio.

Con delicadeza tomó mi pene medio fláccida con la otra mano y se lametió en su coño dilatado a voluntad. Muy suavemente y como una caricia encajó como un guante, y comenzó a masajearlo poco a poco, poniéndomelo cada vez más duro, mientras yo chupaba la polla dura sin parar lo mejor posible.

-Sigues sin aflojar. Buen esclavo. Imagina que la polla dura en tu boca está palpitando, y la sientes en tu boca, a punto de disparar un chorro de semen. Ya casi has hecho que se corra en tu boca. -Por unos segundos hizo vibrar su coño a la vez que se la metió hasta el fondo, haciendo que me estremeciera por la intensidad sobre mi sensible glande. -Ahora imagina que es tu propia polla. Imagina cómo te gustaría que te la chuparan al borde del orgasmo. Imagina que lo haces... como si te lo hicieras a tí mismo. Chúpala así. Justo como más te gusta. Ya casi se corre en tu boca.

Tardé en darme cuenta de que sutilmente había dilatado su coño y se había sacado mi polla con tanto cuidado que, concentrado como estaba, no me había dado cuenta. Y en eso consistía la prueba. No paré ni me quejé, sólo seguí.

-Se va a correr... ya casi... lo notas... tiene contracciones en tu boca... Oyes los gemidos del hombre... Y ahora dispara semen caliente en tu boca pero sigues chupando, igual que a tí te gusta que sigan mientras te corres. Eso es. Tu boca llena de líquido caliente pero tú sigues mamando. -La sensación que me describía se mezcló con mi propia saliva que se desbordaba como si fuera semen al desbordar la boca que la chupa.

-Buen esclavo. Lo has hecho bien. Recuérdalo. De ahora en adelante tienes que hacerlo igual o mejor. Perfeccionarás esta técnica.

Me acarició la mejilla con una mano en gesto cariñoso y luego retiró el dedo lentamente. Aún no tenía claro si podía abrir los ojos.

-La mazmorra no te ha dado una nueva habilidad, te la he dado yo: A partir de ahora sabes chupar pollas.

Fruncí el ceño y abrí los ojos. Entonces me di cuenta de que llevaba rato con la polla fuera.

-...¿Y mi premio?

-¡Obtener la habilidad es el premio!

Se rió de mí y quise matarla. Me levanté de la cama y busqué mi ropa. Ella no dijo nada, siguió cosiendo. Rebusqué por todas partes, en todos los muebles y escondrijos que se me ocurrieron. No sólo no encontraba mi ropa, sino que la única que encontraba era la que ella se había quitado, y el único abrigo el suyo. Y me estaban muy pequeños. Además eran suyos, y según el acuerdo no podía robarle.

-¿A qué juegas? ¡Hemos acordado que me puedo ir cuando quiera!

-Sí, márchate si ya no necesitas refugio. No te lo impido. -Y se puso a tararear una nana mientras cosía.

-¿Y mis artefactos? Tampoco los encuentro.

-No te los he robado.

Y siguió como si nada.

-¡Me los has escondido!

-No te los he robado.

Contuve mis impulsos de saltar sobre ella y pensé. La buena temperatura en el interior no era sólo por la chimenea, esa especie de maga o bruja como mínimo había creado un aislamiento térmico impecable. Allí dentro podíamos estar desnudos con sólo un pequeño fuego. Pero fuera me esperaba la muerte sin ropa. Y sin armas, puesto que eran suyas y no tenía ningún objeto mágico. No me veía cazando lobos con las manos y construyendo un abrigo de pieles sin tener ni idea de cómo se hace antes de que me matara el frío.

-Esto es jugar muy sucio, bruja.

-Te advertí que había hecho muchas cosas malas, pero aceptaste.

-¡Renuncio al refugio! ¡Quiero irme!

-Pues vete.

-...

Abrí la puerta y la corriente de aire se me clavó como mil cuchillos. Cerré de un portazo.

-Quizá te interese saber que hoy hace mucho más frío que ayer porque anoche el cielo estuvo despejado y ahora está nublado. También sopla más viento.

Barajé mis opciones de lucha física contra alguien con el triple de nivel si al menos la pillaba por sorpresa. Recordé a los goblins saltándome por la espalda y lo descarté.

-Esto es un secuestro.

-No. Yo soy tu ama y tú eres mi esclavo y mi sirviente. -Me señaló con el dedo corazón que tan bien conocía. -Ven y chupa, esclavo.

Mi mente se enfureció mientras mi polla palpitó y se puso dura rápidamente. “¡Pero no me traiciones tú también!”, pensé entre las risas de ella.

-Mi refugio no es sólo mi cabaña, también es la zona de trampas que la protegen y nos consiguen pequeñas presas como conejos. Y después está el perímetro de barrera mágica antidetección. Por lo tanto aunque salgas serás un esclavo congelado y muerto mucho antes de dejar el territorio de mi refugio. -Tragué saliva. -Y como mientras estés en mi territorio obedecerás mis órdenes, significa que puedes salir si quieres, pero seguirás estando bajo mi control. No te alejes mucho porque morirías de frío, esclavo.

La miré desafiante y ella sonrió como si fuera un niño travieso y siguió con su pasatiempo de costura. Cerré los ojos, aparté los flashes de una polla dura en primer plano que me apareció por costumbre, e hice memoria. ¿Cuáles fueron las palabras exactas del acuerdo?

Un tercio de mis niveles serán tuyos si te traiciono, ataco, robo o te niego refugio cuando lo necesites. Las condiciones de castigo serán las mismas para tí. Tu petición es refugio en mi territorio y la mía que seas mi esclavo y sirviente mientras estés en mi territorio. ¿Tenemos un acuerdo?”

Y yo, idiota de mí una vez más, me dejé distraer. El momento que realmente contaba para el conjuro fue aquél, cuando ella recitó la versión final, no toda la conversación anterior y su contexto. Estar en su territorio suponía ser su esclavo. Y simplemente había ocultado mis cosas en el exterior mientras dormía en lugar de robármelas, junto a toda la ropa no imprescindible. Seguramente tenía otro escondrijo en los alrrededores para cuando cazaba y allí iría a cambiarse de ropa en adelante.

Si puedo irme cuando yo quiera con mis cosas, sano y salvo, acepto.”

Técnicamente, “podía”. Y ella no me lo impedía. Y en cuanto a aceptar la pérdida de 5 niveles por robarle la ropa y el abrigo, por eso había vaciado de su propia ropa la cabaña. No podría salir de allí sin vencerla y robarle el abrigo de pieles

Idiota, idiota, idiota.

-¿Berenjena, calabacín o zanahoria?

Tragué saliva.

-Ninguno, por favor, ama.

-Si no eliges tú lo haré yo.

-¡Zanahoria, por favor!

Se la introdujo en su coño y se masturbó para lubricarla antes de usarla conmigo.

-Te lo dije, cuando acabe contigo me vas a adorar. ¿Te ha parecido poco la parte de delante y la de arriba? Pues ahora viene la de atrás.

-Por favor...

-Cómo me gusta ese sonido.