Demian & Dominic (2º)

Dominic ha olvidado la velada de la noche pasada y al parecer Demian quiere que recuerde algo que merecía ser recordado. El tiempo pasa y cada vez parece que la relación de estos chicos está muy lejos de ser de algo mas que amigos.

La mañana siguiente a la fiesta fue muy dura para mí. El golpe en la cara me había dejado medio rostro hinchado y moreteado, con pintas verdosas por aquí y por allá. Me levante del sillón en el que dormía, con la cabeza pesada por la resaca. Podía recordar un par de cosas de la noche pasada, pero todo era distorsionado por una bruma espesa creada por el alcohol.

Vaya sorpresa que me lleve al ver a una tía sobre el otro sillón de mi sala de estar. Llevaba el cabello dorado revuelto y el maquillaje corrido, estaba desnuda, con solo una pequeña parte de su top tapando su entrepierna. Sonreí para mis adentros. Me acerque a la muchacha, mordiendo mi labio inferior un poco.

−Buenos días, Dom –dijo una voz a mis espaldas, exaltándome.

Estuve quieto un par de segundos, casi atragantándome con la sorpresa que me invadió cuando escuche esa voz a mis espaldas. Me volví cuidadosamente, y luego me encontré a Demian enfrente de mí. Solo llevaba un slip negro, el cual marcaba un considerable paquete. Su cuerpo, vaya cuerpo, era justo como lo imaginaba: pectorales marcados, abdominales con cada cuadro bien formado, unos brazos de vicio, y esas largas y potentes piernas con una fina capa de bello que las recorría. Casi me babeaba allí mismo ante la visión de aquel hombre.

Mi polla despertó enseguida, poniéndose morcillona entre mi pantalón el cual llevaba con la bragueta abierta. Sacudí la cabeza un par de veces.

−Buenos… buenos días, Demian –dije, mi voz sonó extraña.

¿Qué hacía él en mi casa? ¿Por qué estaba en ropa interior en MI sala de estar? Mi mente estaba totalmente en una especie de shock que me rompía los cojones por saber todo como había pasado. Pero estaba todo nublado.

−Tú sí que sabes disfrutar, venga, tío te has salido con la tuya con esas dos pibas –dijo Demian, mientras cogía sus pantalones del respaldo de una silla.

No supe reaccionar ante sus palabras, ¿de qué mierda hablaba Demian?

− ¿No recuerdas? –dijo, apretando las mandíbulas.

Negué con la cabeza y eche una mirada a la mesa de centro de vidrio. Abrí los ojos de par en par al ver unas líneas blancas por un lado y por otro, era droga. Trague saliva. Nunca me había drogado, no con cocaína, siempre me habían dicho que esta era algo más fuerte que la marihuana, y claro está, más costosa.  ¿Tenía acaso ante mis ojos la prueba de mi falta de memoria acerca de la noche pasada?

−De puta madre –susurré.

− ¿Eh? –soltó Demian, acercándose a mí. Alcé la mirada, frunciendo el entrecejo por cómo veía el rostro de aquel tío. Era una mezcla de dureza y tristeza, pero también de malicia. –Dime que no es así.

Lo mire, tomando asiento en el sillón de nuevo. Él se sentó a mi lado, quizá muy cerca. De nuevo te provoca, me dije, no te dejes caer por este cabrón. Reparé en como su pierna acariciaba la mía. Lo mire a los ojos un segundo y me pasó algo que nunca me sucedía: Me vi obligado a desviar la mirada. Este tío tenía algo tan extraño que me daba un temor extraño, un temor excitante.

−No, si es así… no recuerdo ni que llevaba puesto –me hundí de hombros.

Note como las comisuras de los labios de Demian ascendieron y como dejo de mirarme a los ojos, suspiró de una manera desconocida para mí.

− ¿Qué pasa? –mascullé.

−Nada –gesticuló él con cuidado y se puso de pie enseguida. –Mejor será que despierta a la tía que vino conmigo, creo debes hacer igual.

Dicho esto, Demian se echó a reír y subió las escaleras del linving hacia una de las habitaciones. Su figura esplendida desapareció y junto con ello una extraña sensación me recorrió.

El resto del día lo use para terminar de pasar la resaca y aclarar mi mente, para organizar mi departamento también. Literalmente me di golpes en la cabeza para recordar, pero nada funciono. Que desespero, joder.

Miré una par de pelis en el DVD y use el ordenador. Me distraje para olvidar a Demian, si algo odiaba era pajearme por hombres. Solo lo había hecho un par de veces pero hacía años. Me lleve una sorpresa al abrir mi Facebook y encontrar una solicitud de amistad de Demian, Demian vonDunkel. Menudo apellido, me dije. Estuve un rato mirando, y me sorprendía sus gustos: Música rock, screamo, heavy metal, electro rock pop… había leído casi los mismos libros que yo: El diario del vampiro,  Romeo y Julieta, Demian, Hamlet, El Extranjero… y visto la gran mayoría de las películas que yo. Hubo un momento en el que un nudo se formo en mi garganta. En la parte de Cita favorita decía: Alea Iacta est (Traducción del Latín al Español: La suerte está echada)

En ese momento, como si se acercara fuego a pólvora, mi mente se distorsiono, creando imágenes desfragmentadas por un rayo de luz brillante y de un momento a otro me vi dormido.

Desperté a las diez de la noche, en la soledad de mi habitación, con la cabeza doliéndome un poco. Me senté en la cama, descubriendo que sudaba frío. Joder, lo que faltaba, terminar enfermo.

Recordé lo visto en la internet y me quede más frío aun. Aquella frase era la misma que ocupaba el lugar de mis citas favoritas en Facebook. La coincidencia me tomo por sorpresa y de nuevo sentí la cabeza distorsionada.

El móvil sobre la mesilla de noche comenzó a dar vueltas al son de la canción. Lo tome,  apretando un par de teclas me dispuse a leer el texto enviado de un número desconocido. Bostece y cuando se abrió el mensaje una corriente me recorrió. Era Demian.

Hola Dom, cómo vas? Ya has descubierto que hay en esa cabeza?  Ayer cogí tu número, Demian.

Trague saliva, sintiendo la garganta seca. Comencé a escribir con velocidad lo primero que se me vino a la mente.

Hola, Demian. Bien, gracias. Mmmm no. Por qué? Hay algo que merezca ser recordado?

Me levante de la cama y camine a la cocina, saque del frigorífico una Coca Cola y la destape. Mientras bebía descubrí una billetera sobre la mesada de mármol, me acerque y la tome. Con solo abrirla descubrí a su dueño. Demian.

Ya me estaba agobiando que todo sobre él me rodeara desde ayer. Aparece en mi casa casi como Dios le trajo al mundo. Tiene la misma frase escrita como citas favoritas en Facebook. Gustos tan similares que asusta. Mensajes de texto para saber cómo voy.  Y ahora su billetera. ¿Qué faltaba? ¿Qué me digan que es mi hermano?

Reí con un tono paranoico en la voz y deje la billetera a un lado, mientras bebía más de mí bebida otro mensaje llego a mi móvil y antes de abrirlo otro llego.

Abrí el primero, era de Demian:

Jajaja noi, ya, entonces olvídalo, no pregunto mas. No quiero que la curiosidad me mate como ha hecho con el gato.

Apreté el móvil en una mano. Ese tío era un cabronazo de lo más raro, pero no quería dejar de hablar con él bajo ningún motivo. Respondí enseguida.

Siento sonar grosero. Pues nada, dime, mirad que mi mente es una mierda ahora, apenas si recuerdo que color de ropa llevaba a vuestra fiesta

Enviado el mensaje me dispuse a leer el otro. Era de Belen:

DOMINIC ANDRES MANZUL, dime que no conoces a Demian de antes y que vosotros no estáis jugando haciendo el tonto. Mirad que os puedo joder mejor jejeje

Solté una carcajada baja, pero no porque me fuera gracioso aquel texto, en absoluto, era la cosa más rara que Belen me había dicho nunca. ¿Por qué querría hacer el tonto Demian y yo con ella? Preferí llamarle.

−Hola, Belen –dije apenas escuche que tomaban la llamada − ¿Qué dices con ese mensaje?

−Mirad, no soy una niñata aunque vosotros lo creáis, dime ¿qué pasa con Demian y tú? –dijo con la voz acelerada.

−No sé de qué cojones me hablas. –siseé con seriedad.

−Dom, es que con este tío he hablado cosas que solo hablo contigo, él las responde igual que tu… y nada, es como si fuera tu… ¿entiendes?

Fruncí el ceño y lancé un bufido bajo, lo que me faltaba.

−No le conozco, de no habérmelo presentado tu ni siquiera sabría de sus existencia, Bel. –Dije con total sinceridad –lo juro –agregue.

−Vale, gracias por aclarar –rió –bueno, te dejo que tengo a mi hermana en mi habitación, no vaya a ser que me joda el maquillaje. Adiós.

Ella colgó y yo quede de pie con una duda colgando en mi cabeza y a pesar de todo me sentí tranquilo. Demian era como yo, eso era… extraño en primer lugar, pero genial. Cada vez me atraía mas Demian, ya que para mí el hombre perfecto siempre sería Dominic Manzul, es decir, yo.

Mientras pensaba un cuarto mensaje arribaba mi bandeja de entrada.

Joder, tío puedo ir a por mí billetera? Llevo el carnet allí, lo necesito conmigo, creo que la he dejado en tu departamento, no la encuentro en ningún lugar

Demian vonDunkel estaba tentando su suerte. Comencé a creer que al tío no le molan solo las chicas, de no ser así no hubiera hecho el ademan de dejar su billetera en MI departamento. Enseguida respondí con un simple “vale”.

Me trate de ver mejor de lo que me encontraba, me lave la cara y me cambie la camisa. Me coloque unos pantalones cortos que dejaban mi culo más alzado de lo normal, acentuando mi paquete. En menos de media hora ya recibía la llamada de Demian desde el portal, le hice pasar con el portero y lo espere en la puerta de mi departamento.

La sensación que sentí al esperarlo fue tan extraña, la había sentido antes, en el pasado, cuando creía en el amor. Mi cuerpo se sentía de esa manera de nuevo y mi corazón no quería responder a ello. Era estúpido, me dije, cálmate, nada de eso te va a volver a joder la vida. Y en ese momento llamaron a la puerta, fui rápidamente, lanzando un bufido en cuanto abrí la puerta.

−Dom, hola –dijo Demian enseguida. –Gracias por recibirme.

−No agradezcas.

Me di vuelta, caminando delante suyo, casi podía sentir su mirada sobre mi cuerpo, escrutándome. Aunque bien podía ser cosa de mi buena imaginación.

− ¿Ya recordaste? –dijo Demian.

Me volví, me fije en que se había quitado la cazadora de un color gris ceniza. Nuestras miradas se cruzaron y los nervios me invadieron. ¿Por qué tanto empeño con que recordara la noche pasada? Debía recordar, pero daba igual, sabía que había pasado sin necesidad de recordarlo.

− ¿Por qué te importa tanto eso? –pregunte cruzando los brazos sobre el pecho, sentándome.

Demian sonrió ampliamente y se sentó. Nos miramos un minuto entero, sin hablar, sin mirar a otro lugar, como si no hubiera algún sitio más a dónde dirigir las miradas. Con tan solo recordar a Demian en slips mi polla respondía, comenzando a ponerse morcillona. Mierda, con aquellos shorts no podía colocarme de pie o de una sola vez se notaría mi excitación.

−Porque hay algo que creo debes recordar –murmuró, con su voz aguda y picara alzándose en la sala.

Lo mire con el ceño fruncido. Él se levantó de su lugar y me miro, esperando.

−Acompáñame a buscar mi billetera.

¡Joder! Ponerme de pie y con la verga dura. Este tío de verdad sabe provocar. Apreté las mandíbulas, bien me podía haber quedado allí sentado, pero solo con ver esa sonrisa y esos ojos me vi obligado a ponerme de pie. Y el muy maldito se fijo, me miró de arriba abajo y luego se quedo fijo en mi polla. Hijo de puta. Nos encaminamos a la cocina. Ver ese culo casi me hacia agua la boca, y poco a poco fui sintiendo el liquido pre-seminal mojándome. Mierda.

La billetera reposaba sobre la mesada de mármol negro, Demian la tomó y se voltio, mirándome directo a los ojos.

−Sino recuerdas debes revivir lo que quiero que recuerdes –dijo, con voz fría –no me mola esto y no quiero que mal interpretes,  solo quiero que revivas.

− ¿Qué mierda dices, tío? –mascullé.

−Fue aquí en la cocina, en esta misma mesada. –se acercó a mí y me jaló de la camisa, colocándome contra la mesada –lo diferente a este momento es que estábamos borrachos –se fue acercando a mi –y creo que tu no sabías lo que hacías –colocó una mano en mi abdomen y la fue deslizando hacia abajo –pero creo que quien comenzó fui yo –su mano se quedo a centímetros de mi miembro que pedía a gritos ser liberado. –Así que empezare yo de nuevo.

No sé qué pasó ni a qué momento, pero Demian me tomó por la nuca con fuerza, y me estampo un beso, mientras su mano cogía mi pierna y la colocaba en su cintura, su otra mano recorría mí cabeza y jalaba mi cabello. En seguida correspondí  con la misma intensidad, tocando aquel abdomen marcado y pétreo. Su cuerpo pegado al mío, su calor emanado, su fuerza, todo era perfecto, era la mejor comida de boca que jamás me habían dado. Esto era más que un beso. Su lengua parecía más larga de lo normal, recorría mi boca de manera febril, mientras se chocaba con la mía, enredándose con pasión y deseo. Yo jadeaba en sus labios, mientras comenzaba a acariciar ese duro culo, pegando a aquel hombre contra mí, sintiendo una dura verga contra mi pierna.

Nos morreamos casi cinco minutos, tocándonos, sin separar nuestros labios, pero como todo, aquel beso tuvo su final. Demian se separó de mí, mirándome a los ojos, rozó sus labios con los míos y me beso delicadamente. Luego se separó del todo.

−Esto pasó esta madrugada, y creo que has debido recordarlo… o eres un cabronazo que sabía que yo haría esto y solo me diste alas –soltó una carcajada leve, mientras se echaba el fleco de su oscuro cabello hacia atrás.

−Pe… pero… ¿Qué mierda? –dije sin creerme lo sucedido.

−Ayer dije que los tíos no me van, pues no me van, pero me considero un pervertido… en el buen sentido de la palabra…

−Si es que lo tiene –interrumpí, tragando aire.

−Como sea, soy un pervertido y quise probar… siempre quise probar como es besar un hombre, y ayer cuando te vi besando a ese tío me has puesto cachondo… −suspiró –si no hubiera sido por eso no te habría besado, porque no tienes la pinta de una loca ni pluma ni esas mariconadas.

−Gracias –siseé.

−En fin. Mierda, cuando estoy nervioso hablo tanto –susurró. Lo mire sonriéndole con ojos expectantes. –Pero solo era esto, Dom, seremos buenos colegas, ya te lo he dicho, y ya me voy.

Pero que morro tiene este hijo de puta. Si me besa una segunda vez es porque quiere más. Aunque yo se que él quiere tanto como yo no hice nada por hacerle cambiar de parecer, todo a su tiempo, me dije y lo acompañe a la salida. El muy cabrón me apretó el culo antes de irse.

De regreso en el departamento me senté en la gran sala, solamente acompañado por la soledad y tratando de buscar en mi mente. Puta madre. No podía recordar mas nada.

Así fueron pasando los días y las semanas. Demian se hizo uno de mis mejores colegas y yo de él, incluso creo que comenzamos a prestarnos más atención el uno al otro que a los demás, algo extraño nos conectaba, no fueron aquellos besos, que después de dos meses aun no recordaba yo el primero.  No era nada de eso, era una conexión  única, de esa que solo se siente una vez y mas nunca o quizá jamás se siente.

Era extraño, pero Demian podía hacerme reír, poner de los nervios, excitar, cabrear… todo pero jamás podía alejarme de él. Cada vez que hablábamos de temas, cual fuera, acertábamos en todo. Incluso ambos descubrimos una afición a querer escribir un libro.

Pronto olvidamos los besos y no lo volvimos a comentar, era extraño que él se lo tomara tan bien. Mejor para mí. Y si que era un pervertido el maldito, nunca se iba a casa solo, siempre se le veía con una chica al brazo. Algo que me sacaba de casillas ya que era como verme a mí, jamás había conocido a una persona tan parecida a mí mismo. Y eso me gustaba, pero a la vez tocaba mis narices, por fin sabía cuan molesto podía ser yo con los demás.

Ahora tenemos tres meses conociéndonos, justo mañana llega su amigo Eduardo de Londres, iremos a por unas cañas y al billar. Demian era un gran colega y eso me hizo olvidar mi atracción con él. O eso creía yo. Si no hubiera conocido a Eduardo todo sería igual.

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Bueno, he tratado de hacerlo lo mejor que he podido. Os pido vuestros comentarios y criticas, me gustan las criticas fuertes sobre mi escritura, así que os pido eso. No quiero aburriles, ya les he dicho en la primera parte de esta mi historia, así que en la tercera vendrán sorpresas. Espero que os guste y me sigáis acompañando con esta locura.

Moltes

gràcies

.

Ens

veiem

aviat.

Hasta en unos días xD