Demasiado tímida para oponerme (57)

Armando, mi amado esposo, había tenido que faltar dos días seguidos, porque yo me había abusado más de la cuenta de él, haciendo que se cupara de mi conchita.

Demasiado tímida para oponerme 57

Por Bajos Instintos 4

Armando, mi amado esposo, había tenido que faltar dos días seguidos, porque yo me había abusado más de la cuenta de él, haciendo que se ocupara de mi conchita.

Te cuento: su polla es normal, pero en mis agujeros me baila. Quizá fue algo que hice, que no recuerdo. Porque mis amigos nunca me faltaron el respeto. Y eso que tuve muchos. Ni tampoco los compañeros de mi marido, y no porque no lo hayan intentado, como algunos conocidos, e incluso desconocidos. Eso es lo bueno de ser una chica decente y fiel a su marido. Si alguna vez se abusaron de mi inocencia, fue sin mi consentimiento. He tenido que entregar el culo, más de una vez y comerme algunas pollas tremendas, pero más allá de los orgasmos que me produjeron, mi actitud de esposa fiel fue inconmovible. Mi conchita pasó lo suyo, también, y para decirlo en pocas palabras, me la garcharon con todas las ganas. Así son los depredadores, no importando la pollota que carguen. Así que tuve que soportar muchas vejaciones, que hubieran emputecido a cualquier mujer decente. Me hicieron mamar muchas pollas y me llenaron el estómago de leche, pero siempre fue con engaños y yo jamás consentí esos abusos. Aunque más de una vez el abusador volvía y volvía y volvía, siempre con engaños que yo supe disimular ante mi marido, ya que no quería preocuparlo inútilmente.

Pero lo que él no entendía fue que su pija bailara en mis agujeritos, porque cuando nos casamos no pasaba eso. A mi me parece que su polla ha ido disminuyendo de tamaño, a juzgar por algunas evaluaciones que, involuntariamente, hice.

Por eso, para poder sentir bien su virilidad, lo acostumbré a jugar con mi conchita. Lamermela, chuparla, poner su cara debajo de ella para que yo me de gusto por mi misma. Pero a veces creo que exagero un poco porque terminé por dejarlo destruído. Tanto que, como te decía, tuvo que pedir permiso para faltar al trabajo durante dos días.

Pero no creas que soy una viciosa, es más bien que soy muy mimosa y necesito cariños. Lo mismo que cuando hago que me lama el culo. Así debe ser un hombre enamorado.

Pero el problema no es él, sino nuestro encargado. Estoy con la impresión de que le gusto a ese hombre, aunque tiene bien en claro que yo soy fiel a mi marido.

Pero no puedo decir que el hombre haya hecho alguna cosa incorrecta. Es que una tiene sus intuiciones

Supongo que no lo conoces, así que te lo describiré someramente. Es bastante alto y atlético, y mi amiga Susana dice que tiene un bulto impresionante, lo cual debo confesar que es cierto, aunque yo no lo habría notado a no ser por el comentario de mi amiga. Pero lo importante en él es la seriedad en su rostro viril. Eso contribuyó a que el hombre me cayera muy bien, porque dada su seriedad, seguramente no intentaría aprovecharse de mi manera ingenua de ser. Y así, poco a poco fuimos haciéndonos amigos y hasta te diría que entrando en confianza.

Por ejemplo hoy, cuando fui a buscarlo para concluir la charla que sin éxito había intentado tener con él, me recibió con toda la amabilidad que su cortesía le permite.

Como no lo encontré en la puerta, bajé al sótano para ver si allí estaba, y no me equivoqué. Claro que, como el hombre no me esperaba y yo no me anuncié, el pobre estaba en paños menores.

Por un costado de sus boxers colgaba su enorme pene, flácido. Pero no duró mucho tiempo flácido. Eso es una de las cosas que me hace suponer que algo le gusto.

Yo hice caso omiso del asunto para no ponerlo en una situación bochornosa. Pudo haber tenido algo que ver la visión de mis tetonas, sueltas bajo la breve remerita que uso. Como las tengo bien paradas y no necesito corpiño, mis gordos pezones se marcan mucho en la liviana tela que uso para cubrirlas.

Así que mientras me iba acercando pude ver como su pollota respondía a mi presencia. Debo confesar que, a pesar de que la nuestra era una relación de amistad y totalmente respetuosa, me sentí bastante halagada al notar la velocidad de su erección. El pobre hombre no había podido tener ningún control sobre la reacción de su tremendo miembro.

Pero él sabía que yo había ido a verlo para comentarle algo. Lo que me llamó la atención fue que esta vez fuera él quien se subió al banquito que hacía las veces de escalón. Curiosamente, parado arriba del banquito, su erecto nabo estaba a la altura de mis tetonas. Pero él no intentó quitarme la remerita, y se limitó a poner su polla por debajo de la tela, entre las tetas. Yo las separé bastante y luego las dejé volver a su posición normal, para que su polla quedara atrapada entre ellas.

Pese al gran tamaño de las mismas, su pollota sobresalía por el cuello de mi remerita, y eso que este quedaba bastante alto.

Mis tetas estaban muy calientes, pero su musculosa polla lo estaba más aún.

Entonces comencé a explicarle, siempre desde el trato de "usted" habitual entre nosotros.

Ya sabe que usted me cae muy bien como encargado – dije, mientras él hamacaba su tranca entre mis soberbias tetotas.

-Debo confesarle que en estos días pensé mucho en usted – continué mientras sentía como mis pezones endurecidos se frotaban contra la tela de la remerita, por efecto de los movimientos que su porongota producía en mis enormes pechos.

Cre…o que su… serie… dad… fue… lo que… más… me… con…movió… – jadeé debido a las sensaciones que ese grueso pedazo de carne musculosa estaba produciendo entre mis tetonas.

El hombre me miraba con total seriedad, mientras me cogía las tetas, pero pude notar que su respiración se estaba agitando. Y me quedé callada, para no hablar entre jadeos, sintiendo como mis tetonas se enamoraban de su enorme tranca, tan dura y caliente.

Mi intimidad estaba completamente mojada y latiéndome con punzadas muy agudas.

Era muy bueno sentir el respeto del hombre que se está dando un gusto con mis grandes tetas hinchadas, porque al mirarlo a sus honestos ojos pude notar la turbiedad que los embargaba. Aunque no por mucho tiempo, ya que cuando su tranca comenzó a pulsar, mi propia mirada se volvió vidriosa, y recibí todos los chorros de su leche en mi bonita cara, mientras en mi bajo vientre ocurría una hecatombe algo impropia para una amistad tan correcta como la nuestra.

Como los chorros seguían bañando mi cara, procuré encontrar el pesado glande con mi boca bien abierta, y terminé chupando todo lo que cotinuaba saliendo, no porque me gustara el sabor aunque estaba bien rico, sino para evitar mancharme la remerita.

El hombre se dejó mamar como si procurara que su semen no fuera a parar a mi remera. Incluso, como por las dudas, seguí chupándosela durante un buen rato, al pobre hombre volvió a endurecérsele y cuando terminé mi mamada, pudo sacarla sin manchar mi remerita, de tan limpia que estaba. Así que yo también pude demostrarle que mi amistad era sincera.

El pobre encargado quedó contento, pero con su tremenda erección aún apuntándome.

Me dio pena dejarlo así y le propuse que hiciéramos algo para que se le bajara. Así que abandonando el banquito, el encargado me dio vuelta, pidiéndome que empinara el culo. Entendiendo la idea, dejé que el hombre pusiera su erecto pene entre mis hermosos glúteos, limitado únicamente por la tela de mis braguitas. Así que el buen hombre comenzó a follar mis glúteos, sin penetrarme, y yo para ayudarle le pellizcaba la pollota con todas mis ganas. No duro mucho, el pobre, en verdad mis glúteos son algo serio, y pronto sentí sus chorros de semen empapándome el ojete, a través de la braguita. Fué tanta la leche y tan espesa que mi culo acusó recibo y me corrí nuevamente. Me quedó todo el culo pegajoso, pero muy a gusto.

A mi marido le habría gustado ver como esa gloriosa tranca me iba inundando los glúteos de semen. Aunque ahora que lo pienso, no se si le habría gustado tanto.

Pero, bueno, mi amistad con el encargado continuaba avanzando.

Si no fuera porque no corresponde en mi condición de esposa fiel, diría que me estaba enamorando de ese hombre tan, pero tan, correcto.

Gracias por tus cartas y comentarios, y también por las bonitas fotos que me has enviado. Recuerda que puedes escribirme aquí o a bajosinstintos4@yahoo.com.ar

Hasta la próxima.