Demasiado tímida para oponerme (43)

El reportaje a Danielita, primera parte. Una desenfadada muestra de "periodismo verdad". ¡Madre mía, con la criaturita...!

Demasiado tímida para oponerme (43)

Por Bajos Instintos 4

bajosinstintos4@hotmail.com

La incomprensible desaparición de Julia sigue provocando un revuelo creciente.

La asociación de esposas católicas ha exigido al gobierno que tome cartas en el asunto, para rescatar a su adalid y emblema de la fidelidad femenina.

La Liga Feminista Internacional, por su lado, ha hecho un llamamiento a todas las mujeres independientes del mundo para que colaboren en lo que comienza a ser una búsqueda exhaustiva y minuciosa.

El movimiento "prostitutas fieles" ha enarbolado sus propias banderas. Y han comenzado las marchas de travestis fieles, que cortan calles y llevan petitorios a los jefes de gobierno.

Como Armando, su amado esposo, no quiso facilitar ninguna foto de Julia, las militantes antes mencionadas enarbolan retratos simbólicos de nuestra heroína. Los más repetidos son los de Tiffany Towers, Marylin Monroe, Sofía Loren y el Che Guevara.

El gobierno de los EEUU ha arrojado veladas insinuaciones sobre la responsabilidad del terrorismo internacional en el asunto.

Entretanto nosotros, fieles a nuestro propósito exclarecedor, hemos continuado con nuestra serie de reportajes a los allegados a Julia N. con vistas a la aparición de datos que pudieran resultar exclarecedores.

Luego del reportaje a su desolado esposo, le ha tocado el turno a Danielita, la feligresita de quince años a la que la providencial intervención de Julia, salvó de los peligros de la lujuria y de la infidelidad, propios de criaturas de tan corta edad. Comprometidos como estamos con el "periodismo verdad" hemos desarrollado este reportaje tal como si hubiéramos llevado una cámara oculta, para no privar al lector de ninguno de los matices del mismo. Ya que, en nuestra opinión, el reportero debe involucrarse tanto como el reporteado, jugándose en cada nota.

Fuimos a la casa de la pequeña, donde nos atendieron sus padres, evidentemente dispuestos a prestar toda su colaboración.

Mientras esperábamos que Danielita bajara de su habitación, pudimos ver un par de retratos suyos con su ropa escolar. Se trataba de una niña bastante bonita y de aspecto candoroso e inocente, subrayado por la pollerita tableada de su uniforme escolar.

Los padres justificaron la tardanza de su hija explicándonos que la criatura estaba en crisis, por la desaparición de su mentora, y que recibía las frecuentes visitas de sus amigos, con fines de apoyo moral y consuelo. En estos momentos se encontraba en su dormitorio del piso superior con Hugo, un amigo de su novio, compenetrado en tal propósito.

Cada tanto se escuchaban gemidos de la niña, que nos conmovieron profundamente. Finalmente los gemidos fueron creciendo de volumen, acabando en gritos, señal de que la criatura había alcanzado una catarsis. Luego el silencio. Este ciclo se repitió tres veces, por un espacio de una hora y media.

Entretanto los anfitriones nos ofrecieron un té con galletitas, y la mamá me atendió con mucha gentileza y miradas cargadas de ternura, o algo así. El papá hizo lo propio con nuestra bella movilera, la señora Blanca de Peli, que no pudo evitar algunos mohines de coquetería, acomodando su cola repetidamente sobre el sillón, especialmente cuando nuesto anfitrión, quien se había presentado cono fiel lector de los artículos de Julia, le dijo que siempre había imaginado a Julia con un tipo físico muy parecido a de nuestra bella movilera.

Pedro, que se encargaría de las fotografías, aguardaba con la cámara sobre sus rodillas, examinando el ambiente familiar del modesto living.

Finalmente, bajando los escalones de dos en dos, llegó Daniela exhudando buen ánimo . Se veía que el apoyo brindado por el tal Hugo había sido efectivo. "¿Y Hugo, nena?" "Se quedó arriba, descansando. Enseguida baja, pienso." Y me echó una mirada de simpatía, seguida de otra de categórica aprobación. "Vos sos el reportero, ¿no?" acercándoseme para darme un beso en la mejilla, para lo cual tuvo que empinarse sobre sus pies, pegando su precioso cuerpito al mío. Debo confesar que esto me turbó un poco, dado que la chica no era la tímida criatura que había previsto, y el beso había sido decididamente pleno y húmedo. Un poco nervioso, miré en dirección a la madre, pero ella estaba dedicando su atención al fotógrafo. El padre, por su parte, estaba enfrascado en una charla con Blanca, que no hacía sino reírse algo ruborizada.

En eso bajó por las escaleras un muchachón con aspecto algo desmayado. "Hugo, vení, que te presento a los reporteros" lo invitó Daniela. "Yo me voy para casa" dijo lacónicamente Hugo, sin prestarnos atención y dirigiéndose hacia la puerta.

Cuando se hubo ido, Danielita me sonrió deliciosamente, "Soy toda suya, ¿quiere acompañarme a mi dormitorio, para estar más cómodos?" Y sin esperar respuesta me precedió escaleras arriba. A través de la faldita tableada pude percibir sus bien formadas nalgas que ella contorneaba a cada escalón, con esa jovialidad propia de las adolescentes.

Eché una última mirada atrás, pero sólo pude ver al papá de Danielita encaramado al sillón de Blanca. Supuse que la mamá estaba guiando al fotógrafo por la casa para que pudiera tomar fotografías.

La habitación de la chica estaba muy ordenadita, salvo la cama que era un revoltijo de sábanas y sospechosas manchas. Consciente de ello, Daniela se apresuró a estirar la cama, aprolijándola como para que pudiéramos sentarnos en ella. Mientras lo hacía me entretuve en observar los posters en las paredes. En su inmensa mayoría de muchachos de aspecto viril, de todo tipo y color. En particular me impresionó la foto de un negro robusto y musculoso con un enorme salamín negro colgando entre sus piernas. A su lado había otra del mismo negro, con su aparato en erección y una mirada de sátiro en los ojos. Y después algunas más pequeñas donde podía verse a una linda jovencita recibiendo en su boca ese portento. Y luego dos más: una de la tranca del negro lanzando chorros y otra de la chica con la cara llena de semen.

"Me ayudan a tranquilizarme para dormir" me explicó con sencillez la chica.

"¿Y tu mamá no te ha dicho nada acerca de estas fotos?"

"Sí, me ha dicho "¡Qué porongota tiene el negro! ¡Te agarra uno de esos y cuando te la saca te da vuelta como una media!" Se rió la chica, "¡Mamá tiene mucho sentido del humor...!" agregó, mirándome con picardía.

"A veces llegó y la encuentro sola en la cama mirando las fotos, especialmente las del negro. ¿Viste que robusto es el bestia?"

Yo tragué saliva. La niña no se correspondía con la idea que yo tenía de ella. Me invitó a sentarme al lado de ella. "Bueno" dijo estirándose de modo que pude ver como sus poderosos pechitos se proyectaban empujando la blusita blanca. "¡Comencemos con el reportaje!"

"Bu-bueno, cuéntame como comenzó tu relación con la madre Julia, para empezar..."

Ella se detuvo un momento pensativa, con la mirada vuelta hacia arriba. Y distraídamente apoyo su mano en la falda de mi pantalón. La sentí caliente y confiada.

"Cuando yo conocí a la madrecita" comenzó, "era una tonta total, y hubiera podido ser víctima de cualquier depravado que quisiera abusar de mi inocencia..." Y mientras iba recordando, su mano me acariciaba lenta y suavemente el muslo.

"En esa época el único hombre que yo había conocido era León, mi novio, que tiene mi misma edad, así que no sabía cómo prepararme para los peligros de la sexualidad..." La caricia inadvertida continuaba, y yo sentí un estremecimiento de deleite en la columna vertebral. Procuré que la confiada niña no lo notara.

"Apenas si habíamos hecho unas pocas cosas tontas..." evocó, mirando al vació. "Algunos besos a boca cerrada..., una vez me rozó un pecho y me pidió perdón..." Me miró a los ojos con una sonrisa en su linda boquita.

"No era mucho lo que iba a poder aprender de la vida y de los peligros de sexualidad con un novio como León..." prosiguió. A esta altura el contacto afectuoso de su mano sobre mi muslo iba camino a provocarme una erección debajo del pantalón. Pero la niña proseguía, al parecer ajena a mi problema.

"Y en eso apareció la madrecita Julia, mi nueva confesora..."

"Lo primero que me enseñó fue poner mis deditos aquí, durante la confesión, ¿ves?" Y sin abandonar mi muslo puso la otra mano en su entrepierna. Y se levantó la faldita para que yo pudiera ver la unión de sus sedosos muslitos, y la transparencia de sus braguitas. No pude evitar que se me hiciera agua la boca.

"Y entonces irlos moviendo, así..." y me mostró como sus deditos acariciaban la entrada de su vaginita adolescente. Mi erección se consolidó inmediatamente. Y a esas alturas ya no me importaba si la chica se daba cuenta.

"Claro, a la madrecita le preocupaba mi ingenuidad" dijo explorando mi muslo lentamente.

"Entonces me recomentó que me hiciera amiga de Hugo, que tiene veintiuno..." Mi respiración se había ido agitando por sí sola. Y mi polla tenía sensaciones como nunca antes había tenido durante un reportaje.

"Yo había notado que Hugo me había apoyado su bulto, una tarde en que me había sacado a bailar, a pocos pasos de donde mi novio estaba con sus amigos... pero hasta que la madrecita Julia me lo hizo notar, no había captado el significado de ese gesto por parte del amigo de mi novio..."

A estas alturas la distraída mano de Daniela había llegado hasta el bulto que formaba mi polla empinando la tela del pantalón, y se posó suavemente sobre él. Y continuó charlando como si tal cosa.

"Así que a la siguiente vez que me sacó a bailar, dejé que me apoyara el bulto..." Y su manita comenzó a apretar mi polla con cálidos movimientos de su palma.

"¡¡Ay, no te imaginás la emoción que me invadió cuando sentí la tranca de Hugo frotándome en mi intimidad...!!" Y su manita se hizo eco de aquellos sentimientos, aumentando la frecuencia de sus apretoncitos...

"¡¡Estábamos a pocos pasos de la mesa donde estaba mi novio, y Hugo me estaba frotando la tranca!!" Ahora los apretones que me daba habían aumentado en intensidad, y mi nabo erecto era recorrido por ondas de estremecimientos sucesivos.

La mirada se me había desenfocado, y todo mi ser estaba entregado a esa voz, a esos apretones y a las sensaciones en mi nabo.

"Y tanto me frotó la cuevita con la tranca mientras bailábamos, que a la tercera pieza tuve que abrazarle con fuerza, aplastando mi temblorosa intimidad contra su poderoso aparato, y mi conchita comenzó a pulsar mientras me corría. ¡¡Me estaba corriendo, abrazada a los fuertes hombros de Hugo, a pasos de la mesa donde estaba mi novio!!" Concluyó la agitada voz de la chiquilla.

Pude percibir fuertes vibraciones en el sofá, señal de la velocidad con que estaba acariciándose con los deditos. Pero como la manito que se ocupaba de mi miembro había adquirido la misma frecuencia, no pude percibir más nada. Y me derramé en medio de fuertes espasmos de mi pelvis, llenando mis calzoncillos de leche.

La cálida manito continuó estrujando mi enchastrado bulto con apretones progresivamente más lentos, como para lograr que toda la leche emergiera a través de la tela del pantalón.

"No te molesta que te tutee, ¿no?"

Por razones de espacio debo concluir aquí esta primera parte del reportaje. He optado por consignar los hechos tal como ocurrieron, incluso en detalles como el lenguaje, la tarea del cronista es testimoniar evitando todo tipo de distorsión o censura. Lamento no poder informar aquí los resultados obtenidos durante el tiempo de mi entrevista con la menor, por parte de mis compañeros, Pedro y Blanca de Peli. Pero, adelantándome a los hechos: lo siento Peli.

¡De última hora: la asociación mundial de swingers se ha adherido a la búsqueda de nuestra adalid de la fidelidad marital!

Ahora tan sólo resta el pronunciamiento de la comunidad Gay.

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