Demasiado tímida para oponerme (35)

Danielita sigue progresando. Sigue follando con Hugo el amigo de su novio León. Pero ahora está conociendo a sus otros amigos. En el sentido bíblico.

Demasiado tímida para oponerme (35)

Por Bajos Instintos 4

bajosinstintos4@hotmail.com

No sé por qué, pero desde que mi marido se quejó de mis mamadas, no volví a mamársela. Desde que lo había conocido a Norberto, quien al conocer mi problema me ofreció su verga para que yo me hiciera la ilusión de que era la de mi marido, no volví a mamársela a mi amado Armando. Así que, una o dos veces por semana, lo llamaba a Norberto y él me llevaba a un hotel, o al departamento de su amigo Gustavo, y allí me dejaba chupársela pensando que era la de mi marido. No era lo mismo, claro, porque la polla de Norberto era mucho más grande y olorosa que la de Armando, así que las mamadas de polla a Norberto siempre me producen orgasmos, especialmente cuando hago la comparación. Pero bueno, nadie es perfecto. No podía esperar que Norberto tuviera una polla más pequeña, como la de mi marido. Y si chupársela me hace correr, bueno, soporto esa diferencia y listo.

Claro que Norberto, a cambio de su favor, suele querer alguna compensación. Yo lo puedo comprender, mis carnes son demasiado turgentes, y el pobre se tienta, especialmente con mi soberbio culo. Y bueno, nobleza obliga, así que me dejo culear y no le hago problemas. Porque a un amigo se le comprende y tolera todo.

Salgo bastante maltrecha de nuestros encuentros, y cuando son en la casa de Gustavo, el doble de maltrecha.

Pero satisfecha de haber honrado a mi Armando a distancia. Me doy cuenta de que quedo satisfecha, porque cuando lo veo a Armando ya no tengo ganas de mamársela. Ni de coger con él, tampoco, aunque esto último no logro explicármelo. Supongo que estoy algo resentida con mi esposo.

Por suerte él está contento, porque lo dejo comerme la conchita, porque la verdad es que lo amo. Especialmente en esos momentos.

En los dos trabajos me va bastante bien y no tengo de qué quejarme. Aunque como tu sabes, no soy de quejarme. Incluso me hago tiempo para ir a mis clases de lucha entre mujeres para la defensa personal, y a las de sexo tántrico, en las que voy muy bien.

Pero donde tengo centrada mi atención es en mi cruzada para preparar a los jóvenes frente a los peligros del sexo. Para ello he inventado la "Liga Confesional Femenina", de la que me presento como miembro activo (que bella expresión esta...) y con ayuda del padre Gonzalo, mi confesor, quien me presta su cubículo de confesor, ya he conseguido una feligresa de quince años que me cuenta sus cuitas.

Fue una gran fortuna para esta criatura que yo me cruzara en su camino. Me asombró su gran ingenuidad. La chica no había tenido relaciones con su novio de quince, quien ni siquiera le había tocado los pechos. Ni ella lo había tampoco manoseado. Ni sabía lo que era mamar una verga, la chiquilina. Podía haber sido presa de cualquier desalmado que quisiera aprovecharse de ella. Por suerte me encontró a mí, que poco a poco le voy explicando las cosas de la vida, y la importancia de ser fiel a su novio. ¡Yo no sé sus padres en qué están pensando...!

Ni siquiera se había apercibido de que Hugo, un amigo de León, su noviecito, a veces le apoyaba el bulto al bailar. Tuve que insistir mucho para que recordara. Pero fue el punto desde el cual iniciamos su adiestramiento, pobrecita. Le indiqué que cada noche meditara sobre la posibilidad de meter su manita entre su cuerpo y el del tal Hugo, y aferrarle la tranca. Al principio temió que Hugo se escandalizara, pero yo le expliqué que un muchacho de veintiuno como Hugo no tomaría a mal ese gesto. Y cuando le expliqué como sería la situación, y como con apretones a través del pantalón podría ordeñarle la tranca al muchacho, Danielita se corrió. Claro que yo le había dado indicaciones para que ella pusiera sus deditos en contacto con su intimidad, y eso pudo haber contribuido. Pero en todo caso, eso me dio la indicación del camino a seguir con esta niña. Era presa fácil de cualquier muchacho. Así que le di un ejercicio desensibilizador que fue es meditación que le propuse para todas sus noches. Le di permiso para también meditar en el colegio o en cualquier lugar en que le vinieran las ganas. Y estuvo meditando a lo loco, la chiquilina, todos los días de la semana, agregando a sus prácticas nocturnas frecuentes prácticas en cualquier momento del día. Y a veces más de una práctica por las noches. Me impresionaron sus ganas de aprender.

Claro, la meditación la acostumbró a la idea, que ya dejó de escandalizarla. Incluso diría que un poco la atraía. Íbamos avanzando.

El siguiente paso lo dio la niña por su propia iniciativa. Y cuando su novio conversaba con sus amigos en la mesa del boliche, se dejó apoyar por el tal Hugo, mientras bailaban, a pocos pasos del lugar donde estaba su novio. Lo que yo no preví fue la reacción del muchacho que no sólo le siguió apoyando la tranca, sino también frotándosela contra su intimidad. Y claro, después de varios temas seguidos, con esa actividad el muchacho se corrió, y ella, al sentir las pulsaciones de la polla del muchacho, se corrió también, teniendo que agarrarse de sus hombros para no caerse.

Yo le sugerí que debía encontrarse nuevamente con el amigo de su novio, para explicarle que ella era una chica fiel a su novio. Y lo hizo. Fueron a bailar, y el muchacho se la comió a besos, la hizo acabar tocándole el coñito y se la hizo mamar en la mesa. La chica estaba muy entusiasmada al contármelo, tanto que se corrió, pobrecilla. Le dije que debía ordeñársela al novio, pero se olvidó. En cambio me contó que a la siguiente vez, lo había arrastrado al tal Hugo al baño del bar donde estaba su novio con los amigos, y se la mamó. Y allí mismo recibió su primera verga.

Y después estuvo encontrándose todos los días con Hugo, que al parecer estaba también entusiasmado con ella. En la última confesión le dije que se fuera a la casa del novio, ya que lo tenía un poco abandonado. Pero no podía, la pobre, ya que su amante la había convencido de entregarle el agujerito trasero. Tuve la impresión de que la pobrecita se estaba enamorando. Su sangre joven respondía fervorosamente a las demostraciones del muchacho. Y toda ella era un Sí hacia él. Bueno, que lo recibió por el culo. Y le gustó tanto que lo buscaba en todos los encuentros. Inclusive en el baño del bar. Su novio, ese ángel, debía sentirse abandonado, y le andaba detrás. Pero el único que la alcanzaba por detrás era Hugo. ¡Y cómo!

Yo comprendí que no era el momento de hacerla reflexionar, así que durante algunas semanas vivió enviciada con ese muchacho, dejándose coger por él en todas partes y casi todos los días. Pero al menos conseguí que se la ordeñara al novio, con lo que el inexperto niño quedó a sus pies. Pero el resto de su cuerpo se lo gozaba el otro, boca incluída.

Finalmente le hice dar el siguiente paso en su educación. Le expliqué que dado que su único y verdadero amor era León, ella debía aprender como no engañarlo, pero con otro de sus amigos. La chica se quedó un poco desconcertada, porque ella no quería experimentar más que con Hugo. Pero le hice ver el peligro de aficionarse a ese muchacho y entonces terminar siendo infiel a su novio. La chica concordó en que tal posibilidad era muy grande. Y, aunque a regañadientes, aceptó experimentar con otro de los amigos de su novio, pero con la condición de poder seguir experimentando con Hugo. ¡Ah, la sangre joven...!

Poco le costó seducir a otro de los chicos amigos de su novio. Néstor, de 17. Pero esta vez la alerté, y rápidamente probó con otro, Miguel, de 18, y luego con Andresito, de 13, el hermano menor de León. Claro que sin que León se enterara de nada, lo cual es lógico porque ninguno de los beneficiados le iba a contar nada. De modo que la muchachita vivía entre apretones, manoseos y orgasmos con todos los amigos de su novio, a veces dos de ellos en un mismo día. La cosa le estaba gustando. Y venía entusiasmada a contarme sus vicisitudes en el confesionario. Se la había mamado prácticamente a todos los amigos del novio, incluido el hermanito. Y todos se la habían metido por los dos agujeros. Me confesó que se estaba sintiendo bastante puta, y que le gustaba. Pero ahí le aclaré las cosas. "¿Quién es tu único y verdadero amor?" "¡Huguito!" dijo al toque. "Error, hija mía, porque Hugo te folla como todos los demás" "Mejor que los demás" me corrigió ella, "aunque Nicolás también me folla muy bien, creo que mejor" "¿Quién es Nicolás?" no había oído hablar de él. "Un vecino de mi tía, tiene treinta y dos años" Me asombró la iniciativa de esta niña, y su entusiasmo para aprender. "Bueno" dije, "pero ¿quién es el que no te ha follado nunca?" Se quedó pensando, al final se acordó: "¡León!" "¿Y quién es el único que tiene que conformarse con hacerse pajas pensando en ti?" "¡León, pero yo le enseñé a hacérsela!" "Eso no cambia nada, hija mía, él es el único que te ama verdaderamente..." Se quedó con su encantadora boquita abierta, "es cierto..." reconoció.

"Entonces él es tu único y verdadero amor, hija mía. Así que no eres una puta, aunque te agrade sentirte así."

"¡Cierto..." reconoció la chica "cómo me agrada...!"

"Entonces, hija mía, debes seguir adelante. ¿Conoces a los varones de la familia de tu León?" "Sólo a Andresito, el de 13, madrecita"

"¿Y el padre?" La niña se quedó pensativa, "pero es muy grande, tiene más de cuarenta..."

"No seas discriminativa, hija mía. Está muy mal discriminar a las personas por la edad." La reprendí severamente.

"Perdón, madre" musitó arrepentida.

"Es el padre de tu novio, y debes conocerlo, si es que quieres entrar a la familia"

"Comprendo, madrecita".

"Y acuérdate de cómo te folla el Nicolás ese, de treinta y dos años. E imagina como te follaría uno de cuarenta..." A la niña le brillaron los ojos. "¡Lo intentaré, madrecita!

"Y recuerda que es por el bien de tu relación con tu novio, criatura"

La vi irse caminando con soltura y determinación. Afuera la esperaba un muchacho. No era León. Ni tampoco Hugo.

Después fui a buscar al padre Gonzalo a la sacristía para que me hiciera la supervisión, y le conté todo. Me la estuvo haciendo durante dos horas, El padre me pone toda su atención, tanto cuando me confieso como cuando le cuento las confesiones de Daniela. Me la pone toda. Aunque le gusta más ponérmela en el confesionario. Los dos del mismo lado, porque me considera feligresa en ascenso. Por eso siempre me pone arriba.

Nota del autor: si te ha gustado este relato, puede interesarte saber que estoy conduciendo un taller virtual de narrativa erótica, para todos aquellos que tienen ganas de consignar sus fantasías en un buen relato. Si te interesa, escríbeme a bajosinstintos4@hotmail.com y te daré la información que necesites para unirte a la comunidad del taller. También espero tus comentarios. Hasta la próxima.