Demasiada moral

Al conocernos, mi marido y yo éramos completamente distintos en temas morales pero le quiero y quería mucho, eso hizo que me acostumbrara a su manera de ver las cosas, pero poco a poco fue él quien se acostumbró a las mías

DEMASIADA MORAL

Cuando me casé con Juanjo mi vida hizo un cambio radical, yo antes era una chica muy avanzada a su tiempo, cuando le conocí ya no era virgen, algo que hoy sería de lo más normal pero si tenemos en cuenta que esto fue en el año 65 y con 18 años no era tan habitual, estamos hablando de tiempos en que las relaciones prematrimoniales no existían por lo menos de manara “oficial”.

Mi marido, por aquel tiempo novio, era un hombre de su tiempo, el que su novia no fuera virgen le causó un serio problema, podía dejarme o aceptarlo, y acabó por aceptarlo.

Vivo en un pueblo de la costa, el contacto con los turistas nos hacía más avanzados que lo que en el resto del país, curiosamente, cuando perdí al virginidad con un holandés de 18 años (yo tenía 16), le extrañó mucho que fuera virgen.

Me costó poco adoptar el bikini, que en aquella época solo lo usaban las extranjeras,  por suerte mis padres habían vivido épocas de más libertad y no se oponían a que lo llevara.

Cuando conocí a Juanjo empezamos a tontear, la relación que manteníamos era de lo más informal. Incluso no le consideré novio hasta que nos prometimos, mientras esto no pasó mantenía mi vida que incluyó a un par de extranjeros en la cama, no me sentía que le ponía los cuernos ni le engañaba ya que no existía nada entre nosotros, pero poco a poco me iba enamorando de aquel chico tan guapo y él lo hizo a la vieja usanza, fue a pedir mi mano a mi padre, este, que era muy avanzado a su tiempo le dijo que primero me lo pidiese a mí, y si decía que si nada se opondría.

Me pidió en matrimonio, yo, enamorada como estaba, acepté inmediatamente, dejé de salir con otros chicos y dedicaba cada segundo a mi enamorado, solo fallaba una cosa, el sexo, por más que me insinuara nunca conseguí nada más que besos, ni un solo roce, yo, que ya había sentido el placer de tener una polla en el coño varias veces se me hacía extraño que el hombre con el que amaba y me quería casar no quisiera ni tan solo verme desnuda o tocarme, cuando una chica ha probado todo esto le es muy difícil aguantar la castidad, pero lo hice, y no solo esto, no quería que usara bikini, tuve que adoptar vestidos más recatados y de relaciones sexuales nada de nada hasta casarnos.

Pero no creáis que me lo pasé mal, si estaba con Juanjo es por qué le quería mucho (y le quiero), a su lado soy y he sido muy feliz y no lo cambiaría por nada en el mundo, ya se sabe, en la pareja los dos tienen que adaptarse, y en este sentido esto hice, y no será que no lo intentara, de todas las maneras posibles intenté que se acostara con migo sin éxito, “olvidé” la puesta abierta de la habitación mientras me cambiaba que él cerrara, iba a comprar ropa interior con él para ver si me pedía verla…., pero nada funcionaba.

Durante el noviazgo le dije con toda sinceridad que no era virgen, es más, le conté con cuantos hombres me había acostado, que ya eran 9, se lo tomó muy mal pero si me quería tenía que aceptarme como era, no podía tirar el tiempo atrás.

Tuve que esperar la noche de bodas para saber cómo era sin ropa y que tal amante resultaría, y era de lo peor, sin ninguna experiencia, perdió su virginidad aquella noche, por eso no estaba dispuesto a pasar, poco a poco fui enseñándole lo que sabía, que no era poco, y así conseguí hacer de él un gran amante en la cama, incluso llegó a reconocer que gracias a mi experiencia anterior podíamos disfrutar de sexo del bueno, pero lo que no logré que se liberara de puertas a fuera, no me dejaba llevar bikini, ni ropa escotada, pantalones ajustados, nada que él creyese que resultaba demasiado atractiva ante los otros hombres, ni tampoco tener un trabajo, “el hombre es quien tiene que traer el dinero a casa” me decía.

Su familia era acomodada y tradicional, tuve que dejar mi trabajo de historiadora para el que tanto había estudiado, Juanjo era el mayor de siete hermanos, con el pequeño se llevaban 17 años, cuando le conocí tenía cinco, se lama Xavi, una monada de crio del que me hice amiga enseguida.

Con un cuerpo joven como el que tenía entonces, en un ambiente playero me era difícil mantener aquellas posturas tan tradicionales, pero tenía a Juanjo que me vigilaba constantemente, si salía con algo que creía que era demasiado corto a escotado, me hacía cambiar de ropa, si íbamos de compras se ponía en la puerta del probador para vigilar que se cerrara bien y nadie me viera.

También tengo que deciros que jamás sentí deseo de engañarlo, si estaba con Juanjo es porque quería.

Es curioso que con el tiempo acabé haciendo mías estas convenciones, incluso llegué a extrañarme cuando me enteré que mi hija se acostaba con su novio a los 18 años cuando yo perdí la virginidad a los 16..

Los tiempos iban cambiando para todos menos para nosotros, la moral de mi marido seguía intacta.

Recuerdo que cuando empezó a popularizarse el tanga me compré uno, se lo enseñé y me puso tan mala cara que ni tan solo arranqué la etiqueta, lo dejé en el armario.

Quiero aclarar que durante estos años de matrimonio he sido muy feliz, con Juanjo nos comprendemos al 100%, si volviera atrás en el tiempo no cambiaría nada, es un hombre hogareño que solo piensa en su mujer y sus hijos, nos trata como reyes y nunca nos ha faltado de nada.

Sus hermanos y hermanas en apariencia han seguido una vida similar, y en estas familias lo que piense la gente es importante, pero la realidad muy distinta, las dos hermanas a pesar de no estar separadas una se que ni se hablan con sus marido y la otra tiene un amante, uno de los hermanos le pone constantemente los cuernos a su mujer, de otro no sabemos casi nada ya que vive en Argentina, y el pequeño está soltero y vive la vida muy apartado de las convenciones familiares, ha estado repudiado por todos, con las únicas personas de la familia que tiene una relación normal es con nosotros, y es que en el fondo le comprendo, no es tan distinto de cómo hubiese sido yo de no haberme cruzado con Juanjo y estoy segura que él lo sabe, se fue a vivir a otra ciudad a 300 km nuestro pero de vez en cuando nos hace una visita y así se pone al día de la familia y el pueblo.

Cuando el padre de Juanjo murió había temas familiares que solucionar y para evitar tensiones propusimos que Xavi estuviera en nuestra casa, los primeros días fueron más formales, pero poco a poco empezamos a congeniar ya que gran parte del día estábamos solos.

El tercer día fue muy caluroso, tenía ganas de usar la piscina por primera vez aquella temporada así que me puse el bañador y me dispuse a entrar, Xavi todavía dormía, cuando estaba nadando tranquilamente llegó, al parecer ya me había visto por que llevaba el bañador puesto, de cabeza se tiró al agua y estuvimos nadando mientras me contaba cosas de su agitada vida, me gustaba escucharlos, me explica intimidades, acababa de cortar con la novia, yo trataba de consolarlo, me dijo:

  • No sé cómo me puedes entender tan bien, si tu solo has conocido a Juanjo
  • ¿Qué te hace pensar esto?
  • A juzgar por la costumbre familiar, tú eras una chica que nunca había salido de casa y conociste a mi hermano, ¿no es así?
  • Yo de tu no apostaría por ello.

Le dejé pensando y me dijo:

  • ¿Entonces no eres la chica buena que no ha conocido ningún hombre hasta estar casada?
  • Que equivocado estas.
  • ¿Juanjo no fue tu primer novio?
  • Antes de conocer a tu hermano ya me había acostado con 9 hombres.
  • Vaya, no eres lo que aparentas, siempre vestida tan formal, nunca lo pensé.
  • Una se va adaptando, pero mi juventud fue muy loca.

Salimos del agua, supongo que el enterarse que su cuñada no era aquella mujer virginal que había imaginado le excitó, no se me pasó que su bañador mostraba un bulto que al entrar no estaba, me tendí en la toalla y el hizo lo mismo, me dijo:

  • ¿Una mujer tan avanzada cómo usa esta bañador?, aquí incluso podrías ir desnuda, nadie te ve
  • A tu hermano no le gusta según que ropa
  • Pero un simple bikini no escandaliza a nadie
  • ¿Sabes quién fue la primera mujer del pueblo en llevarlo?
  • No
  • La tienes delante
  • Hoy me estoy llevando muchas sorpresas, es una pena que mi hermano te haya cambiado tanto.
  • Llevo casi treinta años con él y no lo cambiaría por nada, cada uno tiene sus cosas, ya me entiendes.
  • Tienes una figura preciosa, seguro que un bikini te sentaría perfecto

Me encantó a mi edad un hombre dijera esto de mi cuerpo, hacía tanto tiempo que no oía una frase tan alegadora que me arrancó una gran sonrisa, pero le dije:

  • Ya me gustaría, pero prefiero no tocar este tema
  • ¿Y si no se entera?
  • ¿Crees que no vería que estoy morena?, además, nuestra relación se basa en la sinceridad.

Cuando ya estuvimos cansados de tomar el sol nos fuimos a duchar, por mi cabeza daban vueltas las palabras que me había dicho mi cuñado “Tienes una figura preciosa”, como sabía que Juanjo no vendría hasta la noche decidí hacer alguna locura aun que pequeña, ponerme unas braguitas y un sujetador, por desgracia no tenía ningún conjunto sexy, encima solo una camiseta que para mi costumbre era corta y dejaba transparentar un poco la ropa interior, además se ajustaba mucho al cuerpo marcando mi figura, claro que llegaba a tapar hasta encima las rodillas, pero en mi interior es casi como si estuviera desnuda, lo cierto es que Xavi me miraba de arriba abajo alabando mi cuerpo de nuevo.

Comer los dos solos vestida de aquella manera tan poco usual en mi me hacía sentir perversa, mi cuñado no sabía ni cómo moverse, se había enterado que no era la frígida mujer de su hermano y además ahora estábamos solos y yo vestida con algo que para la costumbre era muy sexy.

Al día siguiente estaba comprando lencería y veo que por la puerta aparece Xavi, me cortó un poco que viera lo que compraba pero sin ninguna vergüenza vino hacia mí y me explicó que quería comprar algo de lencería para su último ligue, una chica de 25 años que la tenía vista por el pueblo, y me pidió que le ayudara, me hizo ilusión escoger braguitas y sujetadores sexys, con las cosas bonitas que hay actualmente solo podía mirarme las antiguas y poco atractivas, le escogí un tanga negro y un sujetador a conjunto que era casi transparente que me hubiese encantado para mí. Pero claro, cuando ya estaba elegido me dice:

  • Y tú, ¿qué quieres comprarte?

Me dio mucha vergüenza pero nada podía hacer, le enseñé lo que había escogido, me miró y me dijo:

  • Eso no va contigo, es de vieja y tu estas muy joven y guapa
  • Ya me gustaría estar joven y guapa, tengo 13 años más que tu.
  • Ya entiendo, el antiguo de mi hermano, ¿verdad?
  • Si, acabé confesando.
  • Tú en el fondo no eres así, él te ha convertido pero debías ser muy marchosa.

Solo reí, ya le había dado demasiadas pistas de mi pasado, a parte de mi marido y mi amiga Rosa ere el único que sabía con cuantos hombres me había acostado. Pagamos lo que habíamos comprado y me invitó a tomar un café, Xavi volvió al tema de que yo no era tan antigua como su hermano, me dijo:

  • No entiendo como una chica como tú ha acabado al lado de Juanjo
  • Soy muy feliz con tu hermano, pero él piensa distinto y lo acepto.
  • ¿En el fondo no sientes necesidad de vestirte sexy?, llevar ropa más ajustada, que te vean lo guapa que debes ser debajo de esta ropa que siempre usas
  • Me he acostumbrado con el tiempo
  • ¿Y qué pasaría si un día le sorprendes vistiéndote sexy?
  • No sé, en su momento lo intenté y no le gustó.
  • ¿Por qué no lo pruebas?
  • No tengo nada así, lo que guardo está muy desfasado
  • ¿Y si nos vamos de compras?
  • No puede ser, seguro que a Juanjo no le gustará
  • No seas tonta, pruébalo
  • Déjalo Xavi, ya lo he intentado y no ha funcionado, nos hemos acomodado así y ya somos mayores para cambiarlo.
  • No lo creo, pero ti decide, y si alguna vez cambias de opinión, llámame.
  • Serás el primero en saberlo, le dije.

Fueron pasando los días, aquella conversación no me la sacaba de la cabeza, me sentía joven y atractiva dentro de los vestidos, pero ¿cómo se lo tomaría mi marido si cambiaba?

Y la mejor manera de saberlo era preguntándoselo, aproveché un día que estaba especialmente alegre y le dije:

  • Me gustaría comprarme ropa más acorde con los tiempos que vivimos, ¿te importa?

Quedó muy extrañado por la petición, yo añadí:

  • Siempre llevo esta ropa, me hacen sentir vieja, en la playa no uso bikini, cuando casi todas las mujeres enseñan las tetas, mi ropa interior la hubiese encontrado antigua mi madre.
  • Siempre has sido más moderna que yo, ya lo sé, durante muchos años te he obligado a vestir como a mí me parecía mejor, ya es hora de que hagas lo que quieras.
  • Te quiero, le dije con una sonrisa, me salió del fondo de mi corazón.

Me sentía liberada y feliz, el corsé que llevaba en mi vida ahora se abría y me dejaba respirar.

Inmediatamente y sin que mi marido lo supiera llamé a Xavi, le propuse que al día siguiente me acompañara de compras que quería ser la mujer más sexy del pueblo, me iría bien sus consejos, yo ya estaba muy desfasada en la moda y él la conocía perfectamente, por si acaso, no le dije a mi marido que Xavi me acompañaría.

Por la mañana mi marido me dijo que quería verlo todo por la noche, incluso añadió que no me pasara con el bikini, dándome a entender que también podía comprarme uno.

Quedamos a las 9 de la mañana, Juanjo ya estaba en el trabajo, vino a recogerme con el coche, me extrañó ya que no era necesario pero me dijo que iríamos a tiendas de otros pueblos que conocía.

Primero me llevó a una tienda de lencería de lujo, me dijo que la ropa interior es la base del vestir, y si esta no era adecuada nada sentaba bien.

Si ya me resultaba poco normal rebuscar entre tangas y sujetadores, menos lo era hacerlo con mi cuñado, escogí varios conjuntos con sus consejos y entré en el probador, que bien me sentaba aquella ropa, tan sexy, incluso me sentí excitada de verme vestida así, al final me decidí por un conjunto rojo y otro negro, ambos con tanga.

Pero antes de salir del probador Xavi llamó a la puerta, estaba completamente desnuda, abrí lo justo para poder hablar sin que me viera, llevaba en la mano un bikini amarillo que me pasó por la rendija, era muy bonito, me lo probé, la talla era la justa y me sentaba de maravilla, lo malo es que las braguitas tapaban poca parte de la ingle y los pelos del coño salían por los lados, me lo saqué y le dije que buscara uno con unas braguitas más anchas, él lo entendió enseguida y me dijo:

  • No te preocupes si te salen pelos por los lados, para esto está la depilación.

Me reí y le dije que me lo quedaba.

Con las bolsas en la mano y más contenta que unas pascuas salimos de la tienda, me dijo que lo siguiente era depilarme, sabía de un sitio, entramos, él mismo se encargó de explicarle el “problema” a la chica, pasé a una sala y en diez minutos me dejó el coño perfecto, me sacó los pelos laterales dejando una fina tira en medio que me hacían sentir muy guapa.

Cuando salí me preguntó cómo me había quedado, con cierto rubor se lo expliqué.

Estábamos en pleno mediodía y se le ocurrió que podría estrenar el bikini, me hacía mucha ilusión pero me daba corte hacerlo delante del mi cuñado, me inventé varias excusas que desmontó enseguida, incluso tenía un amigo que nos dejaba su casa para cambiarnos y ducharnos después, acabé aceptando, me puse el bikini con la blusa que llevaba encima y nos fuimos a la playa, estaba impaciente para ver a su cuñada con él puesto, he de reconocer que me daba vergüenza sacarme la blusa, se lo dije y me respondió que la precursora del bikini en el pueblo no debía tener vergüenza a usarlo.

Tenía razón, me saqué la blusa, cuando me vio me dijo lo guapa que estaba, me sentía en cierto modo mala por estar haciendo aquello, nos tumbamos, me puse crema para no quemarme con el sol, insistió en hacerlo por la espalda y accedí, cuando llegó a la altura de la tira del sujetador la desabrochó, me sobresalté, me dijo:

  • No pasa nada, es para poder hacerlo mejor.

Y realmente no pasaba nada pero sentía vergüenza, claro que la mayoría de las mujeres ni tan solo llevaban sujetador.

Cuando regresamos al piso para ducharnos el lo hizo primero, salió envuelto en una toalla pero al darse la vuelta vi que no tapaba el culo, aquella visión me dejó turbada unos instantes, se fue hacia las bolsas y cogió uno de los conjuntos que habíamos comprado, el rojo, y me dijo que me lo pusiera, que ya podía quemar lo que llevaba por la mañana, sonreí y con él en la mano entré a la ducha, cuando acabé de lavarme me lo puse, me miraba al espejo, estaba preciosa, lástima que encima tuviera que ponerme aquellas ropas pero ya habría tiempo.

Salí ya vestida con el biquini y las bragas y sujetador antiguos en la mano, Xavi de un golpe me las cogió, intentaba sin éxito que no viera aquello tan feo, pero no lo conseguí, se reía mucho diciendo que pensaba que aquello ni se fabricaba ya.

Antes de comer nos daba tiempo de ir a alguna tienda, primero escogimos blusas, faldas y pantalones, entré en el probador y me lo iba poniendo y salía para enseñarle a Xavi como quedaba, mientras me iba trayendo más cosas, cada una más bonita, al final me trajo un vestido de tubo negro sin mangas, quedaba sujeto por encima los pechos y era bastante corto, me lo puse, al salir me dijo que no podía usar sujetador, tenía razón, se salía por arriba y lo hacía muy feo, me dispuse a entrar al probador de nuevo para sacármelo pero él entró con migo, con un poco de vergüenza dirigí los dedos a los corchetes para desabrocharlo pero sus dedos llegaron primero, no dije nada a pesar de sentir mucha vergüenza, puse las manos en el escoté y lo arrastré, ante la atenta mirada de mi cuñado que me dijo:

  • Ya les gustaría a muchas veinteañeras tener unos pechos tan firmes como los tuyos.

Me miré al espejo avergonzada pero contenta por el comentario, me fijé que marcaba perfectamente el tanga, me dijo:

  • Te atreverías a levarlo sin tanga?
  • Ni lo dudes, le dije riendo

Con los dedos subí un poco el vestido e introduje las manos hasta llegar a las tiras laterales, de un solo gestó bajé el tanga, quedó a la altura de las rodillas, Xavi me miraba con cara de excitación, no debía ser menor que la que tenía yo en aquel momento, acabé de bajarlo y lo dejé en la silla y le dije:

  • ¿Ahora queda mejor?
  • Mucho mejor.

Hice que saliera, con dos faldas, tres blusas y el vestido negro fui hacia la caja a pagar, claro, seguía llevando aquella ropa antigua, después de pagar me pidió que me pusiera algo de lo que me había comprado sin concretar qué, realmente lo estaba deseando, pedí permiso y me dirigí de nuevo al probador, dudé un poco de que ponerme, sabía lo que más le gustaría a Xavi, y como era también lo que más me gustaba a mi me puse el vestido negro, me dejé el tanga puesto, pero al mirarme al espejo decidí sacarlo, cuando me vio sus ojos saltaban de las órbitas, estaba encantada por todo aquello, salimos, pasear por la calle sin bragas, con el coño depilado, un vestido sexy y al lado de mi cuñado me hacían sentir mala y excitada, como ya hacía muchos años que no me pasaba, además, Xavi sabía que debajo de la tela negra no había nada más que mi cuerpo.

Me invitó a comer, me llevó a un restaurante muy bonito, pensado para parejas donde solía llevar a sus ligues, el camarero lo conocía, nos dieron una mesa separada de las otras, me sentía como si fuera su amante.

Comimos y bebimos bastante, lo cierto es que se comportó como un caballero, para seguir siendo mala le dije:

  • ¿Como te siente comiendo con tu cuñada sin bragas?
  • Es excitante y morboso, dijo, te advierto que si no fueras mi cuñada ya habría intentado seducirte
  • ¿A una mujer que tiene 13 años más que tú?
  • Pocas de mi edad tienen tu cuerpo.

Me alegré, pero me dijo:

  • Y tú, como te sientes
  • Igual que tú, dije en un ataque de sinceridad, es como si hiciera algo malo que ya ni recordaba.
  • Cuantas cosas malas habrás hecho!
  • Bastantes, dije riendo, pero todas antes de conocer a tu hermano.

Cuando acabamos continuamos con las compras, tuve que ponerme otra vez las bragas y el sujetador, realmente compré para llenar el armario, esperaba que a mi marido le gustara de lo contrario habría que tirarlo todo, en la última tienda, cuando ya había escogido y antes de sacarme lo último que me había probado me dijo:

  • Me dejas entrar para verte con la ropa interior?
  • No, compréndelo

Entré y me saqué la ropa, quedé en tanga y sujetador, el conjunto rojo que sabía más le gustaba, el negro estaba por estrenar, en aquel momento me dio ganas de que lo viera puesto pero la cordura me pudo.

Me puse uno de los vestidos nuevos y me fui a casa algo temerosa de la actitud de mi marido al verlo pero fue mucho mejor que lo que pensaba, me hizo que se lo enseñara todo y estaba muy satisfecho con las elecciones, y cuando me quedé solo con los conjuntos de ropa interior los ojos se le empezaron a poner rojos, intentó cogerme pero no le dejé, quise hacerle un baile sensual acompañado de un striptease y acabamos follando en la sala.

A partir de aquel día mi marido cambió mucho, estaba mucho más activo en el sexo y no solo me permitía vestir más atractiva, si no lo hacía me pedía que me cambiara, estaba orgulloso de mostrar a su sexy mujer, mi armario se fue llenando de ropa moderna y vaciando de la antigua, y el cajón de lencería solo lo ocupaban tangas y sujetadores sexys.

Al cabo de un mes Xavi nos hizo una visita, le habíamos dicho que pasara el día con nosotros, nos avisó que vendría acompañado de su nueva novia Ana, tal como esperábamos la chica era espectacular pero también muy simpática, rápidamente nos hicimos amigas, al ver la piscina nos dijo que se moría de ganas de bañarse, evidentemente le dijimos que podía, es más, lo haríamos los cuatro, el problema es que no había traído bañador pero le dejé un bikini mío, aquella chica tenía un cuerpo precioso, me di cuenta que cuando mi marido la vio en bikini sus ojos se clavaron en su cuerpo, no había nada que reprocharle, era muy guapa.

Después de bañarnos un buen rato salimos a tomar el sol, Ana nos preguntó si nos molestaba el topless ya que no le gustaba tener marcas, miré a mi marido y como noté que no le importaría (o le gustaría) le dije que podía hacerlo sin problemas, se sacó la parte de arriba, mi marido trataba de disimular pero seguro que no podía evitar clavar los ojos en aquellos dos firmes pechos con pezoncitos rosas, incluso a mi me costaba.

Ana me dijo como es que yo no lo hacía, no supe que responder ya que realmente siempre lo había deseado.

  • Eso, ¿por qué no lo haces?, dijo mi marido

Mi marido sí que había cambiado, estaba dispuesto a dejarme hacer topless incluso delante de su hermano, no me lo pensé ni un segundo, desabroché la tira del sujetador y dejé que cayese, dos tetas blancas como la leche y firmes para la edad veían por primera vez el sol y los ojos de mi cuñado hacían lo mismo que habían hecho unos minutos antes los de mi marido, clavarse en dos tetas. A pesar de estar muy nerviosa intenté actuar como si aquello fuera normal para mí, Ana me dijo que me pusiera mucha crema solar ya que si no por la noche estarían rojas, y en la oreja me dijo “y por los ojos que ha puesto tu marido, esta noche no pueden dolerte”, ambas nos reímos, ellos pidieron explicaciones que no les dimos.

Y aquel día hice como Ana, no me puse sujetador ni para comer ni para salir a paseo por la tarde, mi marido estaba encantado de pasear a su mujer por la calle con las tetas liberadas de la opresión del sostén, y cuando los invitados se fueron me encargué de calmar sus ansias de sexo, Ana tenía razón, suerte que me puse crema en las tetas!

Juanjo tenía claro que aquello nos estaba provocando un segundo rejuvenecimiento, cada día teníamos más y mejor sexo cosa que ambos disfrutábamos, el ver a mi marido deseándome porque llevara un escaso tanga hizo que se despertaran en mí nuevas pasiones olvidadas desde hace muchos años, inicié un culto a mi cuerpo, siempre lo tenía arreglado, me depilaba, iba más a menudo a la peluquería, usaba cremas para tener la piel tersa y joven….

Pero lo más curioso es que empezó a desear que no fuera él quien solo viera mi cuerpo, estábamos un día en la paya y me dijo que si quería podía hacer topless, al principio me daba mucha vergüenza, seguro que casi todos me conocían o sabían quién era pero no dejé escapar la oportunidad y sin que casi se diera cuenta tuve las tetas desnudas, sé que mucha gente se fijó en ellas, la mujer de Juanjo con las tetas al aire daría que hablar pero a él no le importaba y menos a mí, todo lo contrario, cuando llegamos a casa me costó entrar en la habitación, quería que follásemos en la sala pero había el riesgo de que nos pillaran alguno de los hijos o peor, sus amigos.

Estaba en el mejor de los mundos, tenía a mi lado al hombre que siempre he querido y además podía vestir como quisiera y hacer topless, y con un sexo digno de unos amantes.

Pero al parecer aquello le estaba gustando más a él que a mí ya que por lo que pasó después deduje que estaba buscando añadir pimienta al tema, era evidente que lo había preparado a mi espalda, os cuento, estaba tomando el sol completamente desnuda en la piscina y me había quedado medio dormida cuando oigo unas voces que no se correspondían a las de mi marido ni a mis hijos, me giré sobresaltada y a menos de tres metros tenía a Paco, un amigo de Juan que me estaba mirando, a mi marido que estaba junto a él no solo no le importaba, más bien me estaba mostrando, violentamente cogí la toalla, me tapé y entré en casa, no me atrevía a regresar, tuvo que venir Juanjo a buscarme dándome la excusa poco convincente de que vino de improvisto y no le dio tiempo a decírmelo para que me tapara.

Nunca fui exhibicionista pero si a mi marido le gustaba enseñarme tendría la mejor aliada, sin que en ningún momento lo habláramos me empecé a comportar como tal, me paseaba por la habitación desnuda con las ventanas abiertas sabiendo que los vecinos podrían verme, Juanjo no decía absolutamente nada pero cuando acababa me pillaba por detrás y me daba unas folladas increíbles.

Creo que él había descubierto que este tipo de actitudes provocaban una mejor relación que la de estricta moral, como pareja avanzamos mucho y la relación se hizo más fuerte, y qué decir del sexo, dejó de ser rutinario para convertirse en algo excepcional.

Si algo me dejó de piedra fue cuando me preguntó por mis relaciones pasadas, tenía mucho miedo a este tema ya que fue un gran problema en nuestro noviazgo y provocó muchas discusiones y reproches pero ahora no lo hacía con el mismo tono, es más, empecé a pensar que le excitaba saber la realidad de mi pasado, me pidió que le explicara como perdí la virginidad, lo hice, le conté como conocí aquel chico en la playa por la mañana y que en el agua empezó a meterme mano ante mi complicidad y como por la noche, condón en mano, me pidió que le acompañara a su hotel y acabó con mi virgo. Podía ver que se estaba excitando y la narración cada vez era más explícita, incluso me permití algunas licencias y puse cosas que no tengo muy seguro que pasaran pero adornaban el relato. Era evidente que estaba muy excitado así que me acerqué a él, le abrí los pantalones y se la chupé hasta correrse en la boca, y al acabar me dijo:

  • ¿Te gustaría seducir a otro hombre?

Mi respuesta fue clara, NO, para nada me apetecía irme de ligue, es más, ahora que nuestra relación tenía todo lo que le faltaba, ¿qué ganas podía tener de buscar a otro?, dejamos aquí el tema.

De vez en cuando me pedía que le explicara cosas de mis antiguos amantes, el tema daba para mucho pero incluso así llegó un momento que tuve que repetir experiencias que las adornaba para que las notara diferentes, no me importaban aquellas preguntas porqué sabía lo que me esperaba después, pero quizás lo que más me sorprendía de todo aquello es que acababa diciéndome:

  • Si algún día te surge la oportunidad de seducir a un hombre, no lo dudes, solo tienes que contármelo después.

Seguía con su deseo de que sedujera a otro hombre, a mi no me importaba salir a la calle sin bragas si estábamos en un sitio donde nadie nos conociera e incluso hacer lo posible para que alguien viera mi culo, tetas o coñito como si fuera un despiste, de hecho es algo que pasaba a menudo, pero de aquí a seducir de manera intencionada había un trecho muy largo que no pensaba recorrer, y así se lo manifestaba siempre.

En verano me propuso unas vacaciones diferentes, acostumbrábamos a ir a sitios aburridos para mi, esta vez quería ir a un sitio de marcha solos los dos, me hizo mucha ilusión el plan, buscamos un hotel de lujo en la costa, al lado del mar y a poca distancia del bullicio del pueblo estival, compré dos bikinis nuevos, a pesar de que solo usaría la parte de abajo, tal como ya me había advertido mi marido, hice la maleta con lo más fresco y sexy que tenía y cogimos el coche, tres horas después llegamos, el hotel era pequeñito, con 10 habitaciones todas de lujo, cada una con una terraza y una pequeña piscina apartada de la vista de los demás, en el lavabo un jacuzzi enorme. Después de aposentarnos buscamos un restaurante para cenar, me puse una blusa cortita blanca sin sujetador y una faldita roja cortita con un tanga del mismo color, me encanta caminar notando como mis pechos se mueven libremente dentro de la blusa. La cena fue preciosa y romántica, mi marido me cogía la mano con un sentimiento que no notaba ni los primeros días de casados, nos sentíamos muy bien. Después de la cena decidimos volver al hotel y antes de dormirnos tuvimos nuestra ración de sexo.

Por la mañana me desperté antes que él, sin molestarme a ponerme nada de ropa salí a la terraza sabiendo que nadie me podía ver y me zambullí desnuda en la piscina, unos minutos después apareció Juanjo también desnudo, se tiró a la piscina y sin decirme nada se colocó detrás de mí, sabía que lo que deseaba era clavarme la polla y le dejé hacer hasta que nos corrimos dentro del agua como adolescentes necesitados de sexo.

Nos vestimos para ir a desayunar después de hacerlo regresamos a la habitación para ponernos los bañadores, no dejó que me pusiera la parte de arriba del bikini ni tan solo para el viaje, “total, te lo sacaras enseguida”.

El día pasó entre la arena, el agua y el chiringuito de playa donde comí sin taparme las tetas por exigencia de mi marido pero también mi deseo.

Por la tarde paseamos por el pueblo, las tiendas me encantan y al pasar por delante de una joyería vi un collar que me encantó, el precio era alto, claro que esto no nos supone un problema,  me puse como una cría pidiéndole que me lo comprara y me dijo:

  • Una joya así hay que ganarla

Sabía en qué tono me lo decía, sin duda se trataba solo de un juego y por eso decidí seguirlo, le dije que haría lo que fuera y que me portaría muy bien, su respuesta fue:

  • Si te portas bien esta noche, mañana te la compro.

Sabía que aquella noche debería comportarme de una manera especial así que me arreglé más que nunca y me puse un vestido blanco de una sola pieza abrochado por adelante con unos grandes botones y debajo nada de nada, cuando me vio se le salían los ojos de las órbitas, sabía perfectamente que desde ciertos puntos era fácil ver gran parte de mis tetas aprovechando la unión por la parte de los botones y si se me desabrochaba el último botón, podía enseñar fácilmente el conejito, es su vestido favorito, le dije con una sonrisa:

  • Si tengo que portarme bien esta noche para que me compres el collar he pensado que debía vestirme como te gusta.

Después de cenar nos fuimos a un bar musical, acertamos ya que estaba a rebosar de gente de nuestra edad, conseguimos una mesa y cuando estábamos bebiendo me dice:

  • ¿Realmente quieres el collar?
  • Claro que si cariño, le dije suponiendo que pretendía que lo “pagase” de alguna manera.
  • Pues tienes que seducir a un hombre de este bar
  • ¿Cómo?, no, eso no lo haré, ya te lo dije
  • Solo es un juego ya lo sabes
  • No quiero, dije, prefiero quedarme sin collar
  • Como quieras, me respondió con una sonrisa

Me quedé unos segundos pensando, se trataba de un juego y así averiguaría si mis dotes de seducción abandonados cuando conocí a Juanjo seguían intactos, mientras me levantaba le dije:

  • No te muevas, voy a por el collar.

Se le iluminó la cara, me dirigí primero al lavabo donde retoqué el maquillaje, me peiné y desabroché el último botón del vestido, me dirigí a la barra en busca del seductor, miré a todos los hombres que más o menos me parecieron estaban libres y cuando me decidí por uno me puse a su lado, pedí una bebida e inmediatamente intentó entablar conversación, me preguntó si estaba sola, le dije que había venido con una amiga pero me había dejado plantada, dándole a entender que había ligado, supuso que sería una presa fácil y yo me dejaba, en ningún momento le preocupó mi anillo de casada, la conversación era de lo más trivial, a pesar de que en aquel momento no tenía nada claro hasta qué punto debía hacer para que se considerase que había seducido a un hombre, así que cuando pusieron música lenta y me quiso llevar a la pista pensé que era la situación ideal, por el camino miré hacia donde estaba mi marido que no perdía detalle, le hice un movimiento con el brazo para que supiera que pensaba en él, el hombre me agarró bastante fuerte, cosa que no reusé, me cogía por la espalda y poco a poco iba bajando las manos al mismo tiempo que notaba que algo en sus pantalones apretaba en mi pubis, cosa que para decir la verdad me estaba poniendo caliente, cuando sus manos llegaron al punto donde debían estar las bragas le notaba buscando la goma que evidentemente no encontraba, me preguntó:

  • ¿No lleves bragas?
  • Debajo de este vestido solo está la piel, no busques porqué no las encontraras

Inmediatamente puso las dos manos sobre el culo, me sobresalté pero me dejé hacer, es más, con lo calentita que estaba me hubiese costado mucho apartárselas, su cara se acercaba y me besaba el cuello, subiendo por la cara y buscando descaradamente los labios, cuando los alcanzó los abrí para recibir la lengua y nos dimos un largo morreo, el chico aprovechó mi concentración para sacar una mano del culo y ponerlos en una teta, me dejé hacer, supuse que ya había conseguido el collar pero como me gustaba seguí y el chico aprovechando las aberturas entre los botones puso la mano dentro y me tocó directamente una teta, cuando empezó a jugar con el pezón supe que o lo dejaba ya o no podría parar, me aparté y le dije que iba al lavabo, me pidió que después irnos a su casa, le dije que sí.

Me fui rápido a donde estaba mi marido y cogiéndole de la mano nos largamos rápido, Juanjo estaba encantado, lo había visto todo, lo que no sabía, y cuando se lo conté le encantó, es que había entrado la mano en el vestido y me había tocado una teta, también le dije que estaba muy caliente y necesitaba una polla instantáneamente, nos metimos en un callejón y levantándome un poco el vestido me la clavó hasta correrme.

Más tranquilos nos fuimos al hotel donde volvimos a follar pero de una manera más pausada, a pesar de ya sentirme satisfecha la sensación de los dedos de aquel desconocido seguían en mi pezón, Juanjo se alegró mucho que me hubiese gustado y me hubiese puesto tan caliente, en eso estábamos al 100% de acuerdo.

Y a la mañana siguiente mi marido me llevó a la joyería y pude lucir el collar con más morbo que he tenido nunca.

Hablando de lo pasado me dijo:

  • ¿Te lo hubieses follado?
  • No sé, pero cuando me tocó el pezón me puse tan caliente que si me hubiese abandonado al placer dudo que hubiese sido capaz de parar.
  • Me encanta mi mujer, te quiero.
  • ¿Y te hubiese gustado que me lo follara?
  • Muchísimo….

Me costaba ya entender que quisiera lo que había pasado, imaginaros que me follara a otro hombre pero todo marchaba de maravilla. Unos días después se acabaron las felices vacaciones, sin duda las más morbosas de mi vida.

Seguía el verano por lo que iba a la playa haciendo topless, incluso si estaba sola y en la piscina de casa lo hacía desnuda, la aventurilla mantuvo a mi marido activo para mi placer, eso sí, tenía que relatarle de vez en cuando como me tocó la teta y el pezón aquella loca noche de vacaciones .

Y antes de que se acabara el verano cambiaron los inquilinos de la casa de al lado, es tan grande como la nuestra pero sin piscina, el primer día vinieron a saludarnos, era a media tarde de un sábado, una pareja de nuestra edad muy agradable, su nombre Juan y Marta, pasamos al jardín donde quedaron enamorados de la piscina, lógicamente les dijimos que podían venir a bañarse siempre que quisieran, ante su aparente ilusión Juanjo les invitó a que vinieran el siguiente día y prepararíamos una barbacoa.

Y puntuales llegaron a la hora acordad, nos bañamos los cuatro, Marta y yo en bikini y ellos en bañador, cuando salimos a tomar el sol, como si fuera una mujer liberada les dije:

  • ¿Os molesta si me saco el sujetador?

Lo cierto es que no les di tiempo a responder ya que dejé que se me cayera esta pieza, Juanjo estaba contento con mi actitud y Juan no menos, la que vi con peor cara fue a Marta, y especialmente al notar que su marido no apartaba los ojos de mis tetas.

A la media hora de estar tomando el sol, Marta me dijo:

  • Admiro tu seguridad, nunca me he atrevido a sacarme el sujetador.
  • Yo antes tampoco lo hacía pero si lo pruebas, ya nunca te lo volverás a poner
  • Eso le digo, intervino Juan
  • No sé, tengo ganas pero no me atrevo.

La vi que le faltaba un pequeño empujón, Juan quería, Juanjo se moría de ganas de verle las tetas, ¿por qué no dárselo yo?,

  • Déjame a mí, le dije

Y me incorporé, ella estaba tendida boca arriba, cogí la tira que rodeaba el cuello y tiré del lazo, se deshizo, tiré de cada una de los dos tiras ante su impasividad, dos tetas blancas aparecieron, los dos hombres estaban embobados, ella se puso incluso colorada, la hice incorporar un poco y deshice el lazo de la espalda sacando toda la prenda, se hizo un silencio pero su sonrisa me hizo notar que mi atrevimiento era deseado.

Al ver las tetas tan blancas le dije que se pusiera crema, se la di, el espectáculo de Marta acariciándose las tetas mientras extendía la crema no pasó desadvertido a la entrepierna de los dos hombres.

Durante la comida nos explicaron sus trabajos, eran agentes de fincas y él tenía un hobby, era pintar, nos dijo que cualquier día que quisiéramos nos mostraría sus trabajos.

Con aquella pareja hicimos buenas migas así que nos invitaron a cenar el próximo fin de semana. Durante la semana yo seguí tomando el soy y bañándome desnuda, mi piscina no se puede ver desde la casa de al lado ya que hay una valla de vegetación muy densa pero un día me pareció oír algo que me hizo pensar que quizás Juan estaba intentando verme entre las hojas.

Cuando llegamos a su casa vimos que la habían decorado con muchos cuadros, Juan nos explicó que eran suyos, como ya suponíamos, eran los típicos cuadros de paisaje y algún retrato de Marta, casi sin pensarlo dije que me gustaría tener un cuadro mío, Juan muy gentilmente se ofreció a regalármelo y evidentemente acepté, fu a buscar una máquina de fotos y me hizo poner en varias poses, escogimos la que más me gustaba y me prometió que en menos de un mes lo tendría.

Y pasado este tiempo nos dijo que ya lo tenía, para dármelo nos invitaron a cenar y allí estaba, tapado con una tela, cuando la aparté pude ver el extremo realismo con que me había pintado, quizás me hizo algo más joven y sin duda me había agrandado un poco las tetas, el regalo me pareció precioso.

Pero después de cenar Juan nos propuso ver la colección privada, supongo que ya lo habían acordado con Marta pues no mostró ninguna extrañeza, nos llevaron a una habitación que habían convertido en lo que denominaban “salón privado”, los cuadros eran todos de Marta desnuda, en todas poses posibles, de pié, estirada en una cama, sentada…, nos dijeron que éramos los primeros en ver aquel trabajo, aparte de ser bastante erótico estar en una habitación llena de pinturas de Marta desnuda, en las que por cierto dibujó claramente toda la anatomía, incluidos los genitales, también me parecieron mucho mejores que los otros que había pintado, le dije:

  • Tus cuadros son bonitos pero realmente lo tuyo es el desnudo, estos son mucho mejores, incluso podrías comercializarlos.
  • Ni lo sueñes, dijo riendo Marta, ¿creéis que puede vender cuadros en los que salga desnuda?
  • Es arte, dijo Juanjo
  • No, no y no.
  • ¿Y solo has pintado a tu mujer?, le pregunté
  • Si, no es fácil tener modelos.
  • Por qué no comemos aquí, sugerí, el ambiente es muy bonito
  • Jajaja, me da un poco de corte estar con vosotros en medio de imágenes mías desnuda.
  • Si son preciosas, dijo mi marido
  • Claro cariño, será algo nuevo, dijo Juan

Se lo pensó un momento y dijo:

  • Está bien, lo preparamos aquí.

Y así lo hicimos, primero Marta se sentía cortada pero poco a poco fue mostrándose normal y comimos muy a gusto y antes de acabar la cena me dijo:

  • ¿Te atreverías a posar para mi marido?
  • ¿Desnuda?, le dije
  • Claro
  • No sé, es muy fuerte
  • Se trata de posar ante un artista, cariño, no pasa nada.
  • No sé, dejadme que me lo piense.

Pero en el fondo me moría de ganas de hacerlo y antes de irnos les dije que lo haría, con la consiguiente alegría de mi marido que al llegar a casa me mostró con creces.

Ya habíamos fijado que al día siguiente hacia las 11 iría a su casa, Juanjo me hizo poner un conjunto de braguitas y sujetador rojo, según él es el más erótico al sacarme, encima me puse un vestido amplio fácil de quitar y nos dirigimos a casa de los vecinos.

Juan y Marta nos esperaban impacientes, nos llevaron a una habitación que tenían habilitada como estudio, Marta me dijo que podía desnudarme en su habitación pero dije que no era necesario, me saqué por la cabeza el vestido quedando solo con el conjunto rojo, los tres me miraban y eso lejos de hacerme poner nerviosa me gustaba, me desabroché el sujetador y sin pausa me bajé las braguitas, los tenía a los tres asombrados con la facilidad que me desnudaba, Juan, tímidamente me hizo poner medio estirada en una especie de diván, a lo “maja desnuda”, las piernas cerraditas hacían que no me vieran el coño pero si el pubis, Juan se puso a trabajar, mi marido y Marta estuvieron un buen rato allí mirándonos pero después decidieron mi marido regresar a casa y Marta hacer labores doméstica, quedándonos solos.

Juan avanzaba en el trabajo, me dijo si quería verlo, me incorporé y para hacerlo tuve que separar un poco las piernas y tuvo una fugaz vista del coño, no se podía notar en los pantalones porqué durante toda la sesión estaban hinchados.

El trabajo no quedaba nada mal, estuve dos horas inmóvil hasta que vino Marta y dijo que debía estar cansada proponiendo dejarlo hasta el próximo fin de semana, lo cierto es que no lo estaba, me gustaba la situación pero no dije nada, les propuse que vinieran a casa, tomaríamos un baño y prepararía algo de comer, aceptaron, me vestí y los tres fuimos a casa, le dije a mi marido lo que habíamos propuesto y le encantó, cuando fui a cambiarme me dijo que si pensaba quedarme desnuda, total, ya me tenían muy vista, le dije que ya veríamos.

Cuando salí a la piscina Marta ya estaba en topless, yo, como salí solo en braguitas no tuve que sacarme nada, nos tiramos a la piscina y cuando salimos Juanjo sugirió que me sacara la braguita, “total, te has pasado la mañana desnuda”, y sin ni contestar me la bajé con naturalidad pero lo que hice si les dejó parados, cogí los dos lazos que unían la braguita de Marta y tiré de ellos arrastrándola, ella en principio se sobresaltó pero dije:

  • Si me he pasado la mañana desnuda delate de tu marido, ¿por qué tú no puedes estarlo también delante del mío?

Los hombres aplaudieron mi actitud, no así en principio Marta pero poco a poco fue acostumbrándose, es más, cuando volvimos al agua lo hicimos desnudas, vimos que el denso y poblado pubis que aparecían en los cuadros de Juan era real.

Me dijo Marta sin que los hombres nos oyeran que debíamos hacer algo con los bañadores de nuestras parejas, estaba pensando lo mismo sin atreverme por lo que estuve de acuerdo, claro que ella tenía más planes, quiso que fuera yo quien se lo sacara a Juan y ella a Juanjo, me dijo:

  • Chica, es que desde que ha empezado esto lo tengo como una moto, y me gustaría continuar.

Me acababa de decir que a ellos este juego también les iba, y si esto era así, podríamos llegar muy lejos, se lo dije y le pareció bien.

Sin que ellos sospecharan nada cuando estuvimos tumbados en el césped Marta se acercó a Juanjo y yo a Juan, de una forma muy rápida tiramos simultáneamente de los bañadores dejándoles las pollas delante de nuestras narices, tendríais que haber visto la cara de sorpresa ante nuestras risas, supongo que más que por haber quedado desnudos, paso que supongo se esperaban, por ser las esposas cruzadas quienes les sacáramos los bañadores y eso les provocó una erección instantánea que intentaron ocultar, Marta y yo nos reíamos.

Durante la semana Juanjo estuvo muy caliente esperando que fuera a posar, me insinuó varias veces que a ver si era capaz de follármelo, a eso le respondía rotundamente que no,  y que cuando coincidí con Marta me dijo que su marido estaba como un toro impaciente para que continuara posando.

Quise saber más de lo que pensaba así que aprovechando que nuestras parejas no estaban vino a casa a bañarse en la piscina, lógicamente ambas desnudas y me confesó que su marido se moría de ganas de meterse en la cama con migo, esto me extrañó y le pregunté qué pensaba, me dijo que tenía su permiso para hacerlo, ante mi sorpresa me explicó que hacia un par de meses ella se acostó con otro hombre, todavía no sabe cómo pero Juan se enteró, y, a pesar de que la ha perdonado, ahora no puede hacer nada si quiere acostarse con otra mujer. Le comenté todo lo que había pasado este último tiempo y el deseo de Juanjo de que me acostara con un hombre, ella me pidió, casi suplicó que escogiera a Juan, no quise decirle ni sí ni no.

Al fin llegó el sábado, estaba nerviosa pero caliente, y Juanjo creo que más, me puse un vestido rojo abrochado por la espalda, un tanga muy escaso y sin sujetador, me dijo que si salía la ocasión, podía follármelo, le repetí que esto no pasaría y sola me dirigí a su casa, me abrió el mismo, Marta se limitó a saludarnos y dejar que solos fuéramos al estudio, es curioso que tu marido y la mujer del hombre te lo pongan tan fácil para que falléis. Al legar y sin más empecé a desnudarme pero como el vestido es difícil le pedí ayuda, tímidamente se puso a mi espalda y me bajó la cremallera, dejé que se cayera al suelo y me saqué el tanga poniéndome en la posición adecuada, pode ver su hinchazón pero actué como una profesional al igual que él.

Sabía que a poca distancia estaba mi marido esperando que me lo follara pero su mujer también, he de reconocer que si hubiese hecho la menos insinuación me lo follaba allí mismo pero la timidez de los dos nos lo impidió, con la correspondiente decepción de mi marido.

El cuándo se acabó el cuadro con los vecinos continuamos siendo amigos, Marta constantemente me pedía que me follara a Juan pero a pesar de que en un par de veces estuve a punto no se daba la ocasión para hacerlo.

Al cabo de un tiempo mi marido fue invitado a un viaje para un tema profesional, tres días en un hotel de las canarias, curiosamente también invitaron a las parejas, realmente no me apetecía mucho ir porque suelo aburrirme mucho mientras ellos están en el congreso pero podría tomar el sol y bañarme en la piscina y, siendo en la península invierno, no estaba nada mal.

En la primera noche nos sirvieron una cena de gala, nos tocó sentarnos en una mesa con otras 9 personas, 8 parejas y un hombre solo que se sentó a mi lado, poco a poco todos nos íbamos conociendo y no lo pasamos tan aburrido como hubiese previsto, el hombre solo se llamaba Ignacio, al principio no le hacía mucho caso pero en un momento de la conversación mencionó que su pasión era la historia, le comenté que era historiadora y a partir de aquí me hizo infinidad de preguntas que traté de contestar lo mejor que sabía mientras mi marido se dedicaba a hacer lo que se hace en estos lugares, relaciones públicas.

Cuando mi marido dijo de irnos se lo agradecí, y no es que el pobre Ignacio no fuera agradable, pero tanta pregunta empezaba a cansarme.

A la mañana siguiente mi marido se levantó temprano, tenían que reunirse, me quedé durmiendo un rato más y después de desayunar me fui a la piscina donde me encontré a las mujeres con las que habíamos cenado y pasamos la mañana hablando hasta que regresaron nuestras parejas y todos nos fuimos a comer, Ignacio me vio y he de reconocer que hice lo posible para que no se pusiera a mi lado, Juanjo me ayudó en la estrategia.

Los hombres volvieron al trabajo y las mujeres pasamos el rato como pudimos, a media tarde regresaron, Juanjo me dijo que prefería irse un rato a la habitación a descansar para poder estar fresco por la noche, yo me quedé en un salón leyendo un libro pero la alegría no sería completa, sin darme cuanta Ignacio se plantó a mi lado y me preguntó que leía, le enseñé la novela que, como no puede ser de otra manera era histórica, me dijo que ya la había leído y me hizo varios comentarios que pude adivinar que realmente entendía de historia, iniciamos una conversación muy agradable, muy lejos de la del día anterior en la que se limitaba a preguntarme, resultó que, sin haber estudiado nunca estas materias era un gran conocedor del renacimiento, mi especialidad, y cuando encuentras a alguien que le apasiona lo mismo que a ti, te enfrascas en conversaciones sin darte cuenta de nada, me dijo que tenía un libro en su habitación que llevaba un año buscando infructuosamente, se ofreció a dejármelo para que lo leyera estos día, evidentemente acepté y nos fuimos a su habitación a buscarlo, entramos y rebuscó en la maleta, no solo tenía este, también otros de gran interés y difíciles de encontrar, nos sentamos en la cama y empecé a hojearlos mientras me comentaba cosas que había leído, seguro se dio cuenta de que aquello realmente me había puesto muy contenta, mientras estaba con los ojos clavados en las páginas de los libros noté que su pierna rozó la mía y sin esperarlo sentí un escalofrío, Ignacio la separó inmediatamente pidiéndome perdón a lo que dije que no había problema pero inmediatamente noté que mi coño estaba reaccionando de una manera que no esperaba, me quedé quieta y giré la cara hacia él, nos quedamos mirando fijamente, poco a poco su boca se acercó a la mía y la mía a la suya, nos dimos un largo morreo mientras nos abrazábamos, no se atrevía a acercar las manos en zonas más comprometidas, me separé un momento para darle acceso a mi blusa, con aquello tenía claro a donde pretendía llegar, me la desabrochó dejándome en sujetador, hice lo mismo con su camisa, nos comportábamos frenéticamente, me sacó la única prenda superior que me quedaba liberando mis pechos y dedicándoles buenas caricias y lamidas, disfrutaba de aquel hombre, mis ruiditos se lo hacían ver, sabía que ahora era yo la que tenía que dar el siguiente paso, puse la mano en el botón de los pantalones y se los saqué, en los calzoncillos había algo que intentaba romperlos, me alegré que fuera consistente, si después de tantos años iba a tener una polla nueva en el coño por lo menos que no me decepcionara, puso los dedos bajo al falda, abrí las piernas para que tuviera fácil el acceso al coño, lo acariciaba por encima de las bragas y, he de reconocerlo, muy bien, tanto que me olvide de continuar desnudándolo y gocé de aquellos maravillosos dedos, casi sin darme cuenta me sacó la falda, lo vi después de correrme, el chico me hizo tan bien los toquecitos que me arrancó un inesperado pero muy deseado orgasmo, le saqué los calzoncillos mientras me liberaba de las braguitas, al fin nos vimos desnudos y lo que vi era lo que intuía, la polla dura que necesitaba para follármelo después de tantos años tener entre las piernas la misma, acerqué la boca abierta a aquel maravilloso palo y me lo  tragué sin contemplaciones, le entraba y sacaba, Ignacio se retorcía de placer, sin dejar que se la liberara hizo que me estirara para ponernos en un 69 maravilloso, era todavía más hábil con la lengua que con los dedos, en aquel momento me vino a mi mente el recuerdo de mi marido, si supiera lo que estaba haciendo tendría un empalme de campeonato, pero me concentré en lo que tenía en la boca y entre las piernas para correrme un par de veces seguidas.

Pero lo que quería es aquella polla en mi coño, una mirada fue suficiente para que lo entendiera, la apuntó al agujero y despacito la fue entrando, el morbo de una polla distinta me hizo volver a correrme cuando llegó dentro, y así algunas veces más hasta que no pudo aguantar más, me pidió permiso para llenarme el coño, no pensaba dejarle que no lo hiciera y así obtuvimos el último y mejor de los orgasmos.

Me di cuenta que era tarde, sin casi decirnos nada me vestí rápido, me pidió que le regalara las bragas, se las entregué con la sonrisa de una mujer que acaba de tener una de las mayores satisfacciones de su vida.

Salí de la habitación y me fui a la nuestra, entré y Juanjo estaba ya despierto, me dijo:

  • ¿Cómo te ha ido?
  • Muy bien, acabo de follarme a Ignacio.

Se quedó mudo, no sabía si le tomaba el pelo o era en serio, me acerqué, le cogí la mano y la puse debajo de la falda para que pudiera tocar la leche que aun tenía en el coño, se puso rojo de excitación, me arrancó la ropa y me folló como un salvaje, bueno, yo también lo follé como una salvaje.

Ya os podéis imaginar la cena, yo entre los dos hombres que me habían follado aquella tarde, uno que no sabía que mi marido estaba al corriente de todo y el otro lanzando indirectas toda la cena, pero el resultado es que nos lo pasamos muy bien, eso sí, tengo que relatarle muchas veces como fue todo, y en el momento actual estoy buscando otra ocasión para sorprender a mi marido y de pasada disfrutar como lo hice con Ignacio y la torna con Juanjo.