Delta Beta Nu. Capítulo 4: El segundo ataque

Nick y Violet precipitan un segundo ataque que en su concepción debería ser definitivo. Tendrán que superar contratiempos improvisando soluciones.

Delta Beta Nu

Capítulo 1: El Ritual (https://www.todorelatos.com/relato/159237/)

Capítulo 2: Secretos de estado (https://www.todorelatos.com/relato/159424/)

Capítulo 3: Violet (https://www.todorelatos.com/relato/159509/)

En capítulos anteriores de "Delta Beta Nu":

Nick Hamman, un joven estudiante y ex-haker, es convocado al ritual secreto de la hermandad femenina más influyente y popular de su universidad, las Delta Beta Nu. En él, es persuadido para ayudar a sus integrantes ya que intuyen estar sufriendo episodios de abusos sexuales sin su conocimiento. Investigando parcialmente el ordenador del director de la universidad (Marcus J. Kelly) descubre su pasado en la CIA y su implicación en esos abusos utilizando secretos gubernamentales. Nick, decide poner en común la información con Violet, la jefa de la hermandad y entre los dos planean un segundo ataque informático, más arriesgado y ambicioso, contra el director, para así, y con toda la información, poder denunciarle.


Capítulo 4: El segundo ataque.

Visto con la perspectiva que dan los años, doy gracias a Dios por haber sido tan inconsciente. En días sucesivos pude actuar más valientemente de lo que marcaba mi genética, en parte, porque ignoraba lo peligroso que podía llegar a ser el director Kelly, y en parte, por la implicación emocional que sentía por las Beta Nu. Desde siempre había amado a Limsey, y cómo platónico designio lo aceptaba, pero por aquel entonces, algo parecido comenzaba a sentir por las demás Beta Nu. Cargué sin más, con una obligación protectora hacia ellas, seguramente, fruto de una mente obsesionada. Ahora sé que ese tipo de pasiones mueven el mundo, te amputan los viejos miedos y vives más intensamente de lo que nunca hubieras hecho.

Ahora por relevante, intentaré recordar, lo más fidedignamente posible, la conversación mantenida con Violet previa al ataque. Para asegurar nuestra privacidad, monté una aplicación de mensajería a través del servidor pirata de un amigo mío. Estaba localizado al sur de Rusia y, sin saber los pormenores técnicos, incluso a mí, me hubiera resultado prácticamente imposible de rastrear. La jefa de las Delta se rio el día que le instalé esa frikada en su teléfono móvil, dando por buenos tanto el chat de texto como el de voz:

  • ¿Qué tal Nick? ¿Estas disponible? - me escribió.

  • Claro, dime ¿va todo bien?

  • He estado preguntando a las chicas lo que me pediste... algunas cosas son muy fuertes ¿Y tú? ¿has avanzado algo con el segundo ataque?

  • Nada, estoy monitorizando constantemente su ordenador a través del identificador de red y no lo deja nunca desatendido más de diez minutos. Necesitaría más tiempo, es mucha la información la que queda por descargar... Pero cuéntame ¿qué has averiguado?

  • Da por seguro que estamos todas “hipnotizadas” aunque algunas no hayan tenido marcas de abuso: o a Kelly no le ha dado tiempo a actuar todavía con ellas, o los encuentros que hayan podido tener han sido menos agresivos. De todos modos, todas hemos pasado por la oficina del director, bebido ese puto zumo y no recordamos las horas posteriores a la reunión.

  • Buff, malas noticias entonces, aunque estaba dentro de lo posible.

  • Hay más Nick: una de las novatas que no llegaron a ingresar este año en la hermandad es amiga de Geena. Llegó a contarle que ella también había tenido una de esas reuniones con el director. Se llama Shawna Allen.

“Maldita sea” pensé. Por octubre del año anterior, un mes después de comenzar el curso, a esa chica la habían encontrado caminando sola por el arcén de la carretera local veintisiete... al amanecer. Sufría una acusada amnesia y no recordaba lo ocurrido ni nada de su vida anterior. Según se dijo, tan solo era capaz de hablar entrecortadamente. Los exámenes médicos determinaron que había tenido relaciones sexuales esa noche, pero nada más. No presentaba golpes, ni por el cuerpo ni en la cabeza. Únicamente se pudo concluir que había sufrido un fuerte episodio de estrés. Quise pensar otra cosa, y aunque podía ser fruto de la casualidad, era muy posible que estuviera relacionado con nuestro problema.

  • Nick, estoy asustada. El director está empezando a sospechar. Le estamos evitando muy descaradamente. Me da malas vibraciones ¿Podrías adelantar el ataque?

  • De forma remota seguro que no, tendría que ir físicamente a su despacho, pero es muy arriesgado. Además, no sabría cómo entrar a él. Necesitaría las llaves.

  • Si es sólo eso, ve preparando el asalto.

  • Joder Violet - bufé rememorando los tiempos del reformatorio - ¿Cómo las vas a conseguir?

  • Nick, que poco sabes de las Delta Beta Nu: Nuestros encantos abren puertas.


Pasando páginas arriba y abajo, permanecí en la biblioteca hasta tarde. Cinco minutos antes de cerrar y simulando ir al baño, me escondí en el pequeño almacén de material de oficina bajo las escaleras, en donde permanecí a la espera. Con mala suerte, algún bedel podría haber abierto la puerta y descubrirme. Quisieron los astros que no sucediera tal cosa y en vez de eso, pasé las horas más calurosas y claustrofóbicas de mi vida ¡Vaya plan habíamos montado! A las once me puse unos guantes de látex, conecté los auriculares al teléfono móvil y abrí la VioletApp.

  • Charlie uno a Charlie dos, me recibe.

  • Jajaja - rio Violet -. Todo en orden aquí fuera - ella debía vigilar desde lo alto de la colina con usos prismáticos. No queríamos contratiempos.

  • Ya no queda nadie en el edificio, voy a desactivar la alarma de movimiento.

  • Me encanta cuando haces esas cosas de haker.

  • Eso es fácil, más difícil es el asunto de la llave ¿Cómo lo hiciste?

  • Dejémoslo en que yo también tengo control mental sobre parte de la población.

  • La masculina ¿no? - bromeé para aligerar la tensión del momento.

  • ¿Por dónde vas ahora? - preguntó cambiando de tema.

  • Acabo de llegar a la puerta, espera... - con delicadeza giré la llave -. Estoy dentro.

La estancia estaba medio iluminada por las farolas del exterior. Detrás del noble escritorio del director, había un enorme ventanal encortinado por una fina tela blanca que permitía el paso de mucha luz. Constituía un signo inequívoco de autoridad el disfrute aquellas vistas elevadas ya que abarcaban la mayor parte del campus. Conté con ello, y para no hacer un espectáculo de sombras chinescas delatador, las operaciones las realizaría desde el suelo, en la umbría de una esquina. Recuerdo haber echado un vistazo al despacho, algo fugaz, y de entre todo lo que pudo haberme llamado la atención, nada lo hizo, ni siquiera un bolso de mujer sobre una de las sillas bajo el perchero, y continué con lo mío.

Ya en el primer ataque, y disimuladamente, había seguido los movimientos del director con su ordenador portátil, siempre obedeciendo unas directrices autoimpuestas de cautela. A mediodía, cuando abandonó el campus, pude confirmar que no lo llevaba encima, por lo que al verlo sobre el escritorio frente a mí, sonreí. Refulgía como el ídolo de Indiana Jones.

Antes de ponerme a la tarea informática, y con cuidado de no mover nada de su sitio, registré los cajones del escritorio. Era una clásica antigüedad tallada en madera noble. No contribuyó en nada a bajarme la tensión el descubrimiento de un revolver del cuarenta y cinco en uno de ellos. A su lado, las balas complementarias. Aparté la vista de él y cerré dejándolo tal cual estaba. El último, el cajón de más abajo, resultaba muy enigmático. Tenía echada la llave y me picó la curiosidad. Abriendo el superior y desde el suelo, alargué la mano por detrás para con la punta de los dedos conseguir hacerme un botecito de cristal. Lo guardé, y ya, sin más dilación, me puse a la tarea.

El led azul del disco duro que había llevado conmigo parpadeó intermitentemente al comenzó de la descarga. Mientras, curioseé entre los datos según se bajaban y, de entre ellos, muchos me llamaron la atención (más tarde lo detallaré) pero en estas líneas sólo destacaría el elevado número de archivos relacionados con los Sherman. Supuse que Kelly, al ser nombrado director, no quiso conformarse con una secretaria cualquiera e indagó en la vida de Diane. Ahora bien ¿era normal hacerlo con tanta profundidad? Incluso guardaba informes médicos de sus hijas, partidas de nacimiento, el expediente académico de su marido... Una cosa obsesiva.

  • Ha llegado un coche Nick - interrumpió Violet advirtiéndome desde el exterior -. Nada, no te preocupes - dijo justo después -, es una chica joven, creo que se ha dejado algo olvidado en el gimnasio, la debe haber traído su padre para recogerlo. Ese tipo me suena de algo, voy a investigar. Mantente a la escucha.

No quise imaginarme a mi compinche tumbada sobre la hierba de la colina, vigilante con sus prismáticos. Sus formas debían estar aplastadas contra el césped ¿No le resultaría incómodo?. Seguramente se habría vestido con esa ropa de sport tan ajustada que tanto me distraía, si la cosa se ponía fea, igual tenía que huir de allí corriendo. Meneé la cabeza y clavé la mirada en la pantalla de aquel maldito aparato cuando, de pronto, el pequeño refulgir azul del led se apagó. "Joder, problemas" pensé y así era. El portátil tenía modificado el firmware de la "BIOS" para impedir clonados o descargas masivas de información, una fina táctica que no sabía que usaba la CIA. La solución era incierta y de seguro laboriosa, y más, con las herramientas de las que disponía en esos momentos. Debía concentrarme al máximo, soló con el tiempo que había previsto para la descarga ya íbamos justos y este contratiempo lo complicaba todo. Sentí al predador sobrevolar nuestras cabezas.

Mientras hacía los preparativos para flashear la placa y comenzar a solucionar el problema, volví a escuchar a Violet... medio minuto antes de lo que habría de suceder. Eran problemas incluso peores.

  • ¡Nick ya sé quién es ese tipo, es Dylan Sherman, el marido de la secretaria! Su hija mayor está subiendo al despacho, deben haber venido a recoger algo que olvidó la Señora Sherman - inspiré intentando mantener la calma. Escuché sus pasos acercarse por el pasillo, venía hablando por teléfono... Una gota de gélido sudor me resbaló por la sien mientras miraba paralizado el bolso que había sobre la silla bajo el perchero.

  • ...Sí mamá, mañana... No te preocupes, ya sé que sientes no poder estar conmigo para celebrar en mi dieciocho cumpleaños. Los negocios son los negocios, te perdono si me regalas un móvil nuevo... - conversaba la chica al abrir la puerta -. Vamos todos los amigos a una casa que he alquilado en el lago… - continuó diciendo ajena a mi presencia - ¿Chicos? claro mamá, no me trates como a una niña… No, mamá, de verdad que no. No te preocupes, me reservo para el chico indicado... - y esa última palabra se fue apagando en los labios de la joven al ver el cableado que había mondado por el suelo hasta la esquina. Torpemente me había escondido bajo el escritorio, pero el tablón del asiento no llegaba a la tarima y la luz de las farolas proyectaban mi sombra indiscutiblemente sobre el suelo - ¿Quién está ahí? No mamá a ti no te digo, hay alguien en el despacho del director - seguía con el teléfono en la oreja.

  • Nick ¿no me digas que te ha visto? - me susurró la jefa Delta desde la colina.

  • Violet, por favor hazme caso, quítate los auriculares un minuto - la pedí al tiempo que abandonaba mi escondite con severidad, al amparo de las sombras.

  • ¡¿Quién eres? ¿Qué haces aquí?! - gritó la chica asustada intentando reconocer mi rostro a contraluz. Retrocediendo, telegrafiándome su próxima huida.

  • ¡Cortigax-5!

Esperé su reacción, y por un momento me creí perdido. Sin embargo, un instante después, dejó caer el móvil al suelo y comenzó a sonreír... a sonreírme y mirarme, tal y como lo hubieran hecho antes Harriet y Kasey en la casa de las Beta Nu. Caí en la cuenta, mientras estaba bajo el escritorio, que quizá, el director Kelly, hubiera sometido al proceso de hipnosis a la Señora Sherman que era un cañón de mujer y seguro que por ello la había escogido. Alta, rubia y perfectamente constituida. Tan sólo al ver a su hija, un joven y mejorado clon de aquel monumento, supe que quizá ella también podría haber bebido del zumo. Me apresuré a colgar la llamada del móvil caído, tirándome y resbalando por el suelo. La Señora Sherman escuchaba al otro lado. Ojalá no se hubiese alarmado demasiado. Fue entonces cuando me percaté: quizá ella también podía haber escuchado la palabra de activación a través del teléfono. Si era así, las consecuencias resultarían imprevisibles. Aún con todo, yo ya tenía bastante con lo del despacho.

  • Eres tan guapo - me escudriñó la chica con el rostro ladeado. Recién, debía haber terminado de hacer deporte a juzgar por su atuendo: camiseta, mayas, calentadores de piernas y deportivas -. Me llamo Dennise ¿y tú? - me incorporé y retrocedí hasta el ordenador.

  • Ahora no puedo Dennise, tengo que seguir trabajando – a lo que ella respondió ganándome terreno.

  • Nick, ya estoy por aquí - escuché de nuevo a la jefa de las Delta por el auricular - ¿Qué ha pasado?

  • La cosa se ha complicado. Tengo aquí a la hija de los Sherman… esta activada.

  • ¿No jodas?... bueno es mejor que lo otro... la veo por los prismáticos, sácala de ahí o el padre verá su sombra por el ventanal.

  • Maldita sea - mascullé -, Dennise, guapa, ven conmigo a este rincón.

  • ¿Espero que no sea para ningún rollo informático?

  • No, ven y te lo enseñaré.

Una vez apartada del ventanal continué con él ordenador, procurando ignorarla.

  • Nick, creo vas a tener que follártela. No se irá con su padre hasta que lo hagas. Mañana no se acordará de nada.

  • Ahora no puedo, he de flashear la placa del ordenador ya, si no, se joderá, Kelly lo sabrá y bueno... "Operación desastrosa con final entre rejas"

La impresionante jovencita se sentó en el suelo, pegada a mí lado. Su belleza tenía la perfección de la mejor ingeniería genética, rasgos definidos y simétricos y cuerpo cincelado con la precisión de un maestro. Lucía un brillante y cremoso bronceado que ensalzaba su feminidad, ahora más acusada y boyante después de la activación. Acercó la nariz a mi mejilla y rozando dibujó varios círculos. "¿Me lo vas a hacer?" susurró besándome la oreja, erizándome el vello con su cálido aliento de menta. "Concéntrate Nick ¿quieres acabar en la cárcel?" me motivaba mientras instalaba el firmware pirateado. Ella se divertía con el anular de su mano: me acarició la ceja, bajó al ojo, mejilla, cuello, pecho, abdomen... entrepierna. Al cincuenta por ciento de la instalación, ella ya me había desabrochado los pantalones, observaba los pequeños espasmos de mí erección y se mordía el labio inferior. Sabe Dios que dudé en varias ocasiones si mandar aquel maldito aparato al infierno, pero permanecí pétreo y continué clavado a la pantalla con los dientes apretados. Como primero, un lengüetazo desde la base hasta el glande. Respingué; acto reflejo. Luego otro, luego otro, cada vez más lentos, amplios y profundos... hasta desaparecer en su boca.

  • Nick ¿cómo vas? - me sobresaltó mí compinche.

  • Buf... Bien... Bien... Tengo el ordenador casi a punto - Suspiré sintiendo la afanada ayuda que se hacía con la mano.

  • El padre de la chica está empezando a impacientarse ¿Cómo va ella?

  • ¿Ella? - balbuceé -. Ah, sí ella... ahora voy con ella.

Era tanto lo que hacía, qué sin poder remediarlo, descargué a borbotones, una viscosa explosión sobre su cara y boca. Al subir la mirada, le chorreaban pegajosos, hilos blancos conectados desde la sonrisa hasta la camiseta.

  • ¿Estás bien? - preguntó Violet al escucharme gemir a través del micro del teléfono.

  • Sí, sí, ya he solucionado el problema del ordenador. Voy con ella.

  • Ten cuidado Nick - me advirtió - es muy joven e igual todavía... ya sabes, no se ha estrenado. Seguro que Kelly cuenta con un camino estrecho ¿comprendes?

Intentaba decidir qué hacer cuando la hija de los Sherman aprovechó el tiempo. Se puso en pie para deshacerse más cómodamente de la camiseta y el opresor sujetador deportivo. Su cincelado pecho rebotó en el aire un par de veces al ser liberado; frente al ventanal vigilado por su padre. “Mierda” pensé, el espectáculo de sombras chinescas que tanto había intentado evitar. Aun con todo, quedé maravillado un instante por aquella joven y redonda exuberancia; firme y perfecta. Las marcas del bikini partían el bronceado de su piel en dos, e incluso resaltaban más aquellos agresivos, oscuros y puntiagudos pezones erguidos, orgullosos coronando la triangular blancura. Me abalancé sobre ella para quitarla de la vista de su padre y quedamos tumbados sobre la tarima, ella boca abajo y yo encima.

Me instaba al pecado entorpecida por el suelo, que le frenaba los labios: "Reviéntame... fuerte, muy fuerte". Me acompañaba una media erección después del primer orgasmo, pero pronto retorno a su estado más aguerrido. La enganché por elástico de los leggins deportivos, dispuesto a arrancárselos... Quiso el raciocinio detenerme la mano de súbito. ¿Qué hubiera pensado su padre al verla bajar sin pantalones? Me calmé y sólo se los quité. Haciéndole a un lado el tanga, me escupí la mano y de cuclillas sobre ella, posé la punta de mi sexo sobre su delicado y estriado orificio trasero, no quería agraviar el juguetito del director. Al querer apartar la mirada de sus nalgas, estas me hechizaron arrastrándome a apretar. Ella, ahogó un gritito. Apreté más fuerte para vérmela desaparecer; sus dientes rechinaron y cerró los puños. Comencé con un bombeo que mantuve tanto como fui capaz, y aunque la chica babeaba el suelo entre gemidos, no conseguí llevarla cenit. Eran tan extremas y morbosas las circunstancias, y ella estaba tan apretada que volví a eyacular fuera de control. De su culo se descolgaban blancos hilos cuando yo temí por mi hombría ¿Podría hacerlo una vez más?

  • Nick, te juro que me estáis poniendo muy cachonda con esos ruiditos vuestros ¿Habéis terminado ya?

  • Qué va, no he conseguido hacer que se corra, Violet, no tengo escusa lo sé, pero por detrás está tan prieta que no he sido capaz.

  • Maldita sea... - pensó un instante - Házselo por delante… - me dijo por fin -, ya se nos ocurrirá algo. Tienes que ver a su padre, está nerviosito, en cualquier momento puede entrar.

Fue entonces que ya, con los nervios de punta y bruscamente, la icé por la cintura poniéndome a tiro esas dos pequeñas y rasuradas montañitas que emergían de entre sus nalgas. Su boca seguía besando el suelo y se la levanté de un tirón agarrándola por el pelo. Chorretones de semen y babas colgaron mecidas por su intenso respirar. "Házmelo, házmelo" resoplaba repetidamente. El tiempo apremiaba y ni siquiera intenté ser delicado, apunté frotando un par de veces y de golpe, desgarré los pétalos internos de su inmaculada flor, enorgulleciéndome por mi hombría que respondía por tercera vez.

  • ¡Ahhhh! - gritó. Abochornado la tapé la boca uno de sus calentadores que mordió con fuerza. Me miré entre las sombras al notarme húmedo, tenía la polla ensangrentada. Qué iba a hacer si no que bajar el ritmo, lo hice inconscientemente. "¡Sigue joder, no pares, no pares!" me espetó entrecortadamente a causa de su mordaza. Por un momento había creído que sus gritos eran de dolor, aunque bien pensado, en parte debían serlo.

  • ¡Vamos Nick! el Señor Sherman no puede más, no hace más que mirar la ventana y el reloj.

Absorto en lo mío y sin pensar, aumente la velocidad y fuerza con la que arremetía, queriendo terminar con ella por la vía rápida. Fue tan desconcertante verla retorcerse así al orgasmear, que retrocedí asustado. De su sexo manó espuma en un flujo incesante que, formando un charco, se extendió hasta mis rodillas. Aún le temblaban las piernas cuando Violet volvió a hablar:

  • Ya está ¿No? Tío, me has puesto cachondísima. Me he tocado y todo, lo siento. ¿Me harías eso a mí?

  • Claro - resoplé -, aunque primero tenemos que salir de esta.

Levanté a Dennise del charco, me miraba jadeante y sonriente. La limpié la cara y el cuerpo con mi camiseta y la ayudé con la ropa. Gracias a que no había venido maquillada, y una vez vestida, daría el pego.

  • ¡Joder! el señor Sherman va para allá, rápido, saca a la chica.

  • Tienes que irte - la dije -. Toma tu móvil y el bolso de tu madre - y con una palmada en el culo la despedí por el pasillo.

La jefa de la Beta Nu cruzó los dedos y rio nerviosamente al verla aparecer por la puerta. Según ella llevaba “pelos de recién follada”. De todas formas, y según me contó más tarde, habló tres minutos con su padre y marcharon en el coche con aparente normalidad.

Quedaba mucho y menos mal que actué pronto y bien. Volví a conectar el disco duro al ordenador del director y mientras se terminaba la descarga limpié y ventilé aquello como pude, ayudándome con el material de limpieza que encontré en el almacén.

Eran las cinco y media de la mañana cuando me reuní con Violet y dimos por finalizado el asalto al despacho de Kelly. En esta ocasión habíamos dejado cabos sueltos y era sólo cuestión de tiempo que tuviéramos que asumir las consecuencias.

Muchas gracias a: “Tomoflujos”, “Bragas y libros”, “AO22”, “Abimael” y “pollo” por sus comentarios de aliento.

Muchas gracias particularmente a Tomoflujos por sus ideas y hacerme reflexionar sobre el rumbo del relato: ¡Espero que os guste, tanto a ti como a tu chica!

Nota: Por favor, ruego me hagáis saber cualquier idea a través de los comentarios.

Camberbun.

España, madrugado del 9 al 10 de mayo de 2020.