Delta Beta Nu. Capítulo 2
Nick se sube al carro. Las Beta Nu le han convencido pero lo que descubre es más sordido de lo que parecía.
2.- Secretos de estado.
Fueron días extraños aquellos que siguieron al ritual: llovía, hacía sol; igual que en mi cabeza. Anduve atormentado soñando sistemáticamente cada noche tanto con Violet como con mi amada Limsey. Me susurraban al oído acariciándome con los labios: "Hakea Nick... Hakea al director...". No diré más que agoté las existencias de papel higiénico. Prácticamente sin darme cuenta urdí el plan para asaltar el ordenador del director Kelly. Una noche me desperté mojado, y al verme ya sin fuerza de voluntad, salí a la calle en plena madrugada y trepé a uno de los postes de telefonía cercanos a mi habitación. Con un pequeño destornillador abrí el equipo de la compañía que había instalado y cambié su configuración, me daría acceso a la red anónima y remotamente. Ya de nuevo en mi habitación y usando un ordenador que yo mismo había montado en una caja de galletas (llegado el caso me desharía de él fácilmente) me logué genéricamente con un identificador encriptado situado en Budapest. A no ser que fuera a entrar al Pentágono ningún hakeo requería de tantas precauciones y menos el ordenador de un abuelo director de universidad. Aun con todo, fui disciplinado para asegurar la herencia de papa, no quería decepcionarle, ni a él ni a su fortuna. Cuál fue mi sorpresa al encontrarme con uno de los firewall y sistemas antipirateo más avanzados, era nuevo y sofisticado. Tuve claro que en aquel asunto había algo más, pero la mezcla del reto intelectual y la oferta de las Beta Nu me hizo enfocarme al máximo.
¿Cómo vas Nick? ¿pensaste en lo que hablamos? - me escribió Violet por WhatsApp. Solía hacerlo una vez por semana.
Vosotras ganáis, voy a intentarlo, pero no te prometo nada.
Su siguiente mensaje eran emoticonos: palmadas, besos y corazones. No quise entrar en detalles de mí ataque, pero a la mañana siguiente conseguí reventar la seguridad del ordenador personal del director sin dejar rastro, que era lo verdaderamente difícil. Aproveché el descanso en el que solía tomarse el café con la secretaria Sherman, dejaba el ordenador encendido y desatendido, para descargar toda la información que me dio tiempo. Como tardaba en procesar, al veinte por ciento corté, no quise más correr riesgos. Fue un ataque limpio y la información la guardé encriptada en aquella caja de galletas computerizada. Y esto fue la llave de los acontecimientos futuros, al investigar la documentación quedé perplejo y al menos tardé un par de semanas en comprender quien era realmente el director Kelly. Violet me apretaba, me comentó que Karen había sufrido otro “suceso sexual inexplicable”, más moretones y dolores al ir al baño. Pude imaginarme lo que estaba sucediendo después de haberme estudiado la documentación robada. El director Marcus J. Kelly había sido miembro de la CIA durante la guerra del golfo y como científico había estado destinado en el proyecto “NEBULA” que fundamentalmente continuaba con las investigaciones gubernamentales de la guerra de Vietnam sobre “control mental”. El proyecto fue cancelado por Klinton y según se describía, durante la administración Bush, habían llegado a un resultado óptimo que mezclaba substancias químicas con hipnotismo. Mientras lo leía no lo podía creer, pero era obvio que lo estaba usando para abusar de las Beta Nu. Joder, sólo era un viejo verde, pero usando artillería pesada considerada secreto de estado. Quise ganar tiempo con Violet y la di largas, creo que cuando la llamé finalmente ya había perdido la esperanza, pero necesitaba saber más de su modus operandi. Al desencriptar uno de los ficheros que más cantaban por el peso... ¡vualá!: la hipnosis no era muy efectiva en determinados casos, mucha gente era poco sugestionable, pero mezclado con una droga diseñada para tal efecto llamada Cortigax-5 habían conseguido tener resultados impresionantes en prácticamente la totalidad de los sujetos con los que se había experimentado. Se les inscribía una palabra clave en el subconsciente para activar las ordenes preestablecidas en las sesiones de hipnosis. El director podía llamar a su despacho a cualquier alumna o grupo de ellas, momento que debía aprovechar para la hipnosis e inscripción de la clave de activación. Si estaba en lo correcto, muchas de las Beta Nu estaban ya “hipnotizadas”. Pregunté a Violet y me confirmó haberse reunido con el director a primeros de curso. En sus charlas recordaba haber bebido un zumo de naranja ofrecido por Kelly. El Cortigax-5 se disolvía bien, pero según los informes dejaba sabor químico, debía disimularse bien con el ácido cítrico de las naranjas.
Mucho del misterio estaba resuelto, sin embargo, no pude localizar más detalles de entre la información descargada, como la palabra clave de activación que había usado con ellas. Debía ser una sola palabra y algo raro, que nunca la pronunciara nadie. Tampoco pude encontrar una manera de liberación del proceso. Aún así pensé que con eso era suficiente y, siempre teniendo el acuerdo por Limsey en mente, escribí a Violet:
Violet, tengo lo que necesitabais.
No fastidies - me respondió -. No estoy en la ciudad, este puente me he venido a Denver con mis padres. ¿Es urgente?
Yo diría que sí, pero preferiría contártelo en persona.
Ya, ya, comprendo. Ve esta noche a nuestra casa, avisaré a las chicas. Kasey y Harriet no se han marchado y siguen allí. Cuéntaselo a ellas, son de mi entera confianza.
Ok, así lo haré, pero por favor no habéis de esto ni por teléfono ni por whatsapp ni por nada. Sólo en persona.
El jueves ya estaré por allí. Te llamo en cuanto llegue y me cuentas.
No hacia mala temperatura aunque el viento arrastraba humedad tormentosa. Encadené la bici en la misma señal de la otra vez y llamé a la aldaba dorada de las Beta Delta Nu, que me hicieron esperar. No sabía nada de las chicas que me había comentado Violet, pero pensé que podrían ir informando a las demás según fueran regresando de sus pequeñas vacaciones.
¿Kasey? - pregunté al asomar un rostro femenino del interior.
No, yo soy Harriet, Kasey es ella.
Yo soy Nick... - terminó de abrir la puerta y quedé ojiplático al contemplar a las dos chicas festivamente ataviadas terminando de vestirse apresuradamente. Había interrumpido algo de lo que me esforcé en no imaginar.
¡Ah, sí, Nick! te vimos el otro día - me acaloré, debían ser parte de las hermanas que observaban en el ritual desde la oscuridad.
¿Os dijo Violet que vendría? - conseguí pronunciar después de ubicarme.
Sí, sí, pasa, estábamos... viendo la tele - dijo Harriet mientras colocaba los cojines del sofá del salón.
Me ofrecieron un refresco y nos acomodamos.
Violet nos dijo que ya habías averiguado algo - se miraron entre sonrisillas.
Así es, me ha costado un poco, el director es un viejo zorro y bueno... no sé por dónde empezar - estaba algo incómodo y hubiera jurado que en aquel salón olía a feromonas por llamarlo de alguna manera.
Pues por el principio - dijeron rieron abiertamente.
Vale... eh... me conecté... bueno cosas de informáticos... - al mirarlas consideré que no entenderían nada técnico -. El asunto es que conseguí entrar a su ordenador. No os lo vais a creer pero todo esto empezó en Vietnam... - comencé a contarles lo del proyecto NEBULA y lo que el gobierno pretendía hacer después de la guerra cuando, primero una y después otra bostezaron disimuladamente. Estaban distraídas y no parecían darle ninguna importancia a mis averiguaciones -. Parece ser que muchos de los sujetos sometidos al experimento no se sugestionaban fácilmente por lo que, en colaboración con el departamento epidemiológico y químico desarrollaron una substancia llamada “Cortigax-5”...
Al pronunciar el nombre de la droga las dos cambiaron de actitud y me clavaron la mirada. Yo continué con la explicación intentando no darle importancia, pero, al poco até cabos y fui consciente de que se acababan de activar. Se levantaron del sofá como gatas desafiantes. Kasey me guiñó un ojo y Harriet se mordió el labio y se contoneó. Estaban a un par de pasos de mí, y yo, me hundía en el sillón de enfrente.
- Muuuy interesante Nick, espero que no tardes mucho en llegar a lo de la becaria de Klinton.
Comprendí que las dos veces que había hecho el amor en el pueblo con mi prima segunda durante las vacaciones quizá no iba a ser suficiente experiencia para lo que me esperaba. Se contoneaban extrañamente acompasadas por una música inexistente. Me miraban, se miraban, reían y se volvían a mirar. Vestían pequeñas camisetas y cortas para sus torsos. Minifaldas, medias, zapatos de tacón. Harriet, con el ombligo descubierto, enseñaba las tiras del tanga y unos pequeños tatuajes a modo de huellas, como si un pequeño animal hubiera recorrido las curvas de su cintura encaminado hacia el interior de la minifalda. Por otro lado, Kasey, con el pelo moreno recogido en una coleta se levantó unos centímetros el top para, al instante, cubrirse el pecho con las manos. Busqué irremediablemente entre sus dedos, y confundidos entre las sombras, pude distinguir unos pequeños y puntiagudos pezones apuntándome, como si me fueran a disparar. Ninguna de las dos tenía mucho pecho, quizá Kasey algo más, pero sí eran muy guapas y esbelta, con cuerpos atléticos y sinuosos.
Era únicamente la distancia de una pequeña alfombra la que nos separaba. Yo estaba sentado enfrente intentando cerrar la boca al verlas girarse y mostrarme sus curvas traseras. Se tocaban a sí mismas y entre sí, y sólo, mostrando en instantes fugaces, se deshicieron de la ropa interior ante la fría transpiración de mi rostro. Sentí otra super erección Beta Delta Nu y mis mejillas arder al contemplar la subida de sus faldas sabiendo que los tangas yacían en el suelo. Eran deslumbrantes encantos femeninos parcialmente rasurados, cada uno según su estilo.
Las leonas terminaron de desembarazarse de la tela restante, parecían no querer quemarla y gateando me encimaron. De nuevo me vi con los pantalones bajados en la casa de las Beta Nu, y al reaccionar, Kasey se metió mi polla en la boca mientras Harriet la flanqueaba a lametones. Era tanto lo que hacían con la lengua que apenas si tuve tiempo en esos momentos más que de suspirar mirando al techo, dejando para más adelante las barreras que nunca creí que derribaría en mi vida, como por ejemplo hacerme un trío con dos populares animadoras probablemente bisexuales o lesbianas.
Conseguí soportar aquella "tortura" y fuimos a su sofá, el que seguramente usaban cuando llamé a la puerta. Primero una y luego la otra se montaron a horcajadas sobre mí. A veces suave y otras bruscamente, siempre gemían a cada arremetida: babeaban, temblaban, gemían; muy desaforadamente. Debió ser todo un espectáculo. No recordaba ver gozar así a mi prima segunda en nuestros encuentros del pueblo, por lo que la predisposición al placer exacerbado se la debía haber implantado también el director en la sesión de hipnosis.
Harriet se corrió sobre mí aullando. De su entrepierna manaron espasmódicamente chorretones de liquido incoloro que a cada contracción tomaba una dirección diferente. Sofá, alfombra, mi propia cara. Todo quedo empapado. Temblando se apartó para dejar el sitio a su "amiga" y quedó tendida a mi lado terminando de orgasmear con las piernas dobladas.
Kasey tenía otras maneras, insistía con la pelvis haciendo el juego de la batidora con maestría y en vez de cargarse para una explosión final como Harriet, ella, poco a poco iba detonando constantes y pequeños orgasmos que la hacían suspirar profundamente. Su cuerpo comenzó a arder y traspiraba para no fundirse... en sus mejillas estaba la prueba. Mientras esto, yo tenía sus tetas en la boca y me afanaba por aguzarle esas implosiones aunque juraría no haber conseguido mucho más. Bajó líquido por mi abdomen y entrepierna entre sus grititos ahogados, y supe que era suyo y no de su hermana por la temperatura. Creo, al no haberlo visto venir, que mantuve tanto tiempo el tipo al conjugar nerviosismo con sorpresa pero esa sudorosa mujer ahí subida anuló lo dicho y, sin tiempo para sacársela, se lo eché dentro. En mi ranking de orgasmos este se ponía el primero superando de largo a mi prima y a cualquiera de las probaturas a solas, y aunque lo de Violet había sido una experiencia sensacional, nada tenía que ver con la de un polvo completo.
Y Así fue que una vez expulsado todo lo que tenía y yo ya satisfecho vi, que ella seguía en la misma postura sobre mí y continuaba con su orgásmica dinámica a la que se aferraba. Una vez más esa detonación ya con mi pene flaqueando y después de ella cayó muerto ¿Era posible que se hubiera quedado a medias? Sea como fuere, y más adelante lo sabría, en aquel momento, con Kasey subida encima mío, nos miramos a los ojos jadeantes. Harriet rió a carcajadas y su hermana contagiada hizo lo propio.
Tuve unos instantes para reflexionar sobre lo sucedido, me recompuse y huí de la casa de las Beta Nu, sin ser capaz de pronosticar las consecuencias.