Delta Beta Nu

Estraños sucesos en la universidad ponen en ventaja a un Haker poco afortunado con el sexo opuesto.

Capítulo 1: El Ritual.

He revisado mi diario con la intención de plasmar lo más fielmente todos los sucesos relacionados con las Delta Beta Nu en las siguientes líneas. Quero, si algún día llego a viejo, poder leerlas y paladear cada uno de los detalles que me llevaré a la tumba. Tomaré como principio el primer whatsapp que recibí de Violet el miércoles 20 de abril de 2011. No lo conservo literalmente, tan sólo era una invitación a su hermandad, simpática y fría a la vez. Escudriñé el techo de la habitación de estudiante toda la tarde intentando calmarme, me negaba a sentir aquello como un hito en mi vida ya que seguramente escondía alguna intención que nada tenía que ver con mis hormonales anhelos. Ellas componían la hermandad femenina más influyente del campus y no invitaban a su casa a cualquiera, y eso era yo: cualquiera... excepto por una cosa.  A los catorce años fui condenado a ingresar en el reformatorio por hakear una base de datos de clientes de CityBank. No llegué a robar nada, antes de hacerlo me pescó el FBI. Sólo el arresto llegó noticia de nivel mundial: "Niño con ordenador se salta la seguridad de un banco" y cuando asomé por la universidad el rumor corrió como la pólvora. El primer año hubo cuchicheos, luego, todo se fue normalizando: yo me acostumbré al entorno y él lo hizo lo mismo conmigo. Ahora bien, siendo las Delta Beta Nu las tías más buenas del campus y su hermandad la más cotizada y de difícil acceso para las novatas, no tenía sentido que invitaran a un tipejo como yo, que, aunque no virgen, poco me faltaba y me alejaba de del porte atlético que habitualmente consumían en su dieta. Mi sorpresa fue mayor al preguntar un poco por aquí y por allá. Parecía ser que además, los viernes noche, momento en el que me habían citado, hacían rituales de difícil calificación: femeninos, secretos, iniciáticos... no sabía exactamente pero seguro que no eran para frikis informáticos. El asunto es que llegada la hora acudí a su convocatoria, convencido de que querrían que les hakeara las notas o algo por el estilo. Cuarto de hora antes de la media noche, encadené mi destartalada bici en la señal de ceda frente a la casa de las Beta Nu. Atravesando el jardín por el enlosado atisbé, a través de las cortinas de uno de los ventalanes, pequeños y titilantes puntos de luz hundidos en la oscuridad. A en punto y resoplando antes, golpeé un par de veces la aldaba dorada con la mayor suavidad que pude y seguidamente, Genna, entreabrió la puerta:

  • Ah, eres tú, pasa, estamos al fondo. No te asustes, hacemos los rituales a oscuras, coge esta vela y mira bien donde pisas.

No se acordó de mí, pero yo si lo hice de ella. Una ceñida túnica negra de generoso escote la ataviaba. Entre otras, ella y su escote había causado el severo onanismo del que adolecí todo el primer curso. Coincidimos en la clase de ciencias y, por aquella época, pensaba que no podía haber nada más erótico que sus duros pezones marcados en aquella camiseta de animadora. Procurando pensar en otra y dirigiendo la vela al suelo me dirigí hacia las pequeñas llamas del fondo que me guiaron entre la penumbra. Al llegar quedé petrificado por la estampa: eran unas diez encapuchadas, todas portando cirios, más las que no vería por estar alejadas de la luz, y todas vestían esas largas túnicas negras ceñidas y escotadas. Violet, como hermana superiora, se alzaba en un púlpito cabizbaja. El silencio y el perfume femenino era de lo más sugestivo. Entonces alzó la mirada y se descubrió el rostro.

  • Sr. Hamman ¿Se imagina por que le hemos convocado a nuestra tradicional noche de túnicas? - preguntó pausadamente.

  • Sinceramente - dije a Violet -, no tengo ni idea, espero que no queráis que os apruebe alguna asignatura... ya sabéis -, e hice un gesto como si tecleara.

  • No, no es eso, aunque a alguna de las hermanas le podría venir bien. Es otra cosa, algo más grave y sórdido y me gustaría pedirle que lo mantuviera en secreto.

  • Si es así preferiría no saberlo - y me acuerdo perfectamente de haber contestado eso. Hubiera querido agradarlas pero aquello no me estaba oliendo nada bien.

  • ¿Tanto le cuesta mantener un secreto?

  • Simplemente no quiero líos - y era así.

  • Escúchenos Señor Hamman - siempre manteniendo aquel tono ritual -, no acudiríamos a usted si no fuera imprescindible.

  • Decidme, aunque no prometo nada.

Observó a la audiencia preocupada, no era para menos, y las hermanas, de una en una, fueron asintiendo.

  • Muy bien Sr. Hamman. Creemos que empezó todo con el curso, aunque hasta que recientemente y poniéndolo en común, no habíamos sido conscientes del problema. Primero fue la hermana Halley, una mañana se despertó con marcas por el pecho, parecían chupetones. Luego fue Geena, dolores en las caderas y escozor en... bueno se lo podrá imaginar. Mas tarde Ammanda, Kate, Lisa... No todas, pero la mayoría de nosotras nota o ha notado signos de abuso en sus cuerpos. Moretones en glúteos, senos, chupetones, Cintya apenas se podía sentar la semana pasada... aparte de las lagunas mentales inexplicables ¿Qué le puedo decir? Pero el detonante ha sido con una de nuestras hermanas. Hace tres días era virgen. Señor Hamman, es seguro, están abusando de nosotras sin ni siquiera nuestro conocimiento.

  • Joder, ¿y eso como puede ser? - reaccioné sorprendido por su relato.

  • Drogas... yo que sé. Después de hablarlo mucho, en las conversaciones que mantenemos siempre aparece el director Kelly por ahí. O teníamos reunión con él, o alguien de dirección nos había mandado llamar o simplemente estaba por allí el día antes.

Miré a otro lado y resoplé.

  • Joder, de verdad que lo siento - disimulé una sonrisa nerviosa al ver sus gestos de severidad -, pero ¿qué pinto yo en todo esto? ¿Por qué no llamáis a la poli? Explicádselo.

  • No sé si sabrás que el hermano del Sheriff es el director Kelly, por eso vino a esta ciudad el año pasado, y su eso fuese poco también es el sobrino de la senadora White. Si le acusamos debería ser con algo real.

  • Buff - resoplé -, perdonad. No es que no me haga cargo pero me habéis cogido con la guardia baja... ¿y para que me necesitáis a mí?

  • Queremos que se meta en el ordenador del director a ver que encuentra.

  • Imposible y dejaos de rituales absurdos. Ya me lo habéis contado, no os preocupéis no diré nada a nadie y si os puedo ayudar con otra cosa lo haré, pero con eso no.

  • ¿Es por la herencia? Te hemos investigado Nick. Eres bueno con esas cosas informáticas y nadie se enterará.

  • Claro que soy bueno, pero quiero el dinero de papa al que tendré acceso con la mayoría de edad. Le defraudaría de por vida e iría al notario y yo no quiero eso.

  • Tu padre lo comprenderá, es una buena causa.

  • Te aseguro que no, a él no le importan nada las "buenas causas"

-Te lo suplico... mejor dicho, te lo suplicamos.

  • Reconozco que me habéis impresionado con este despliegue de... no sabría como describirlo, ¿Ritual erótico satánico? pero ya aprendí la lección y hasta los ventiuno tengo prohibido el acceso a la red. Lo siento chicas.

  • Estamos dispuestas a estimularte para hacerte cambiar de opinión. Eras un niño tímido en primaria ¿verdad? más o menos igual que ahora. Las chicas del colegio St. Paul te ignoraban.

  • Cómo sabéis eso.

  • Una de nuestras hermanas es la Señorita Taylor, llevas enamorado de ella desde entonces.

La jefa de las Beta Nu llevó la mano atrás y Limsey surgió de entre la oscuridad. Era la criatura más hermosa jamás creada: inocente, pecosa, cabizbaja, de sonrisa dulce y mirada angelical. También vestía la escotada túnica y tuve una erección irremediable, me habían encontrado el punto débil. Nunca la había visto el escote, era recatada y compraba ropa larga y holgada, incluso en verano. Anoté en mi memoria para siempre que su canalillo también era pecoso.

  • Hola Lim - tartamudeé sin tener aún claro que es lo que me ofrecía Violet.

  • Hola - me dijo apartando la mirada.

  • La Señorita Taylor está de acuerdo con la política de motivación que necesitas para ayudarnos, es la hermana que ha perdido la virginidad sin saber el motivo.

Acusé el golpe y me perdí entre pensamientos: ¿La han violado? ¿Quiere liarse conmigo para que las ayude? ¿Era virgen? debía haber rechazado a más de un millar de chicos entonces. Me miraba con esa cara tan suya.

  • ¿Estás bien? ¿De verdad estás de acuerdo con esto?

  • Sí Nick - Susurró dulcemente tumbándome el alma.

  • Sí - reiteró Violet -, pero sólo cuando consigas darnos la información de ese maldito ordenador.

  • No lo haré, lo siento - susurré.

Violet, visiblemente decepcionada, apartó la mirada e hizo un gesto a sus hermanas. Las chicas fueron apagando los cirios y desapareciendo en la oscuridad. Limsey también sopló su vela, una lagrima le resbalaba por la mejilla cuando se disolvió en la negrura. Cuando sólo quedó Violet, tétricamente iluminada por su cirio, esta, se desabotonó la túnica clavándome la mirada.

  • No hace falta que lo decidas ahora.

  • De verdad Violet, no puedo...

Dejó caer la túnica al suelo y las voluptuosas curvas de la jefa de las Delta Beta Nu se dibujaron ante mí ocultas tras una sugerente ropa interior negra. Era magnífica, guapa y pechugona y mi entrepierna proyectaba una larga sombra bajo la titilante luz del cirio. Era la novia del capitán del equipo de football, la reina del baile, la venus del Olimpo y yo... así era yo en aquella época.

  • Mírame y di que no otra vez.

  • Violet... sabéis que...

Se acercó y un instante estuvimos cara a cara. Su pecho toco el mío y temblé. De un brusco ademán, me sentó sobre el púlpito. Aún no me había rendido pero a ella le era indiferente. Me cuerpeó con esos enormes pechos y me los bajó arrastrando hasta alcanzarme la entrepierna que suportaba presiones abisales. Primero el cinturón y luego la cremallera para liberarme de aquel dolor.

  • Violet, no lo voy a hacer.

  • Calla - espetó mirándome la polla -. Esto es sin compromiso, sólo para que sepas lo que estás dispuesto a perder.

Al contacto con la suavidad de su mano mi sexo reaccionó dando un par de espasmos. Imaginé en lo maravilloso que debería ser tener una novia así, capaz de masturbarte con esa destreza y seguidamente me llevó a pensar en Limsey que seguramente, desde la oscuridad nos estuviera mirando. Eso me provocó incluso más morbo y algo me debió ver Violet en la cara porque aflojó la marcha, querría que y me acordara de aquello mucho tiempo.

  • Esta preciosidad quiere entrar dentro de mí, pero tú no la dejas - me susurró para seguidamente acariciarme el glande con sus cerrados labios-. No sabes lo puta que puedo llegar a ser.

Siempre mirándome fijamente se la fue introduciendo en la boca. Respingué y quise que aquello no acabara nunca. Sabía lo que se hacía y al notar la tensión de mis piernas paraba y se restregaba el glande por los labios para darme un respiro.

  • Hoy no vas a verme las tetas - me dijo -, sólo vas a sentirlas... Pero la decisión es tuya, me las podrías sobar y estrujar y pellizcarme los pezones.

Dejó un hueco en la unión de las copas del sujetador y por él se introdujo la polla, entre sus magníficos pechos. Eran grandes, firmes y suaves y después de escupirse en ellos también resbaladizos. Los agitaba con maña, apretándoselos con las manos por los laterales, me aprisionaba como a un esclavo. Ya sí, esta vez no paró a verme resoplar, siguió y me llevó al placer más intenso de todos. Eyaculé tanto que la dejé perdida y el sujetador más parecía blanco que negro. Se toco el pegajoso canalillo y me lanzó un beso.

  • Piénsatelo Nick. Es importante. Hemos hablado todas las hermanas y no hay ninguna que no quiera hacértelo pasar bien. Te esperamos, estas te esperan - Me invitó meneándose las tetas.