Delicioso amanecer
Después de una noche ardiente, con rodrigo el amanecer se disfruta más.
Delicioso Amanecer
Sentado en el excusado tengo la sensación de flotar meciéndome acompasadamente como lo hacía unas horas antes pegado a ti mientras me penetrabas con toda tu fuerza. Cierro los ojos reviviendo los momentos más excitantes de la noche que acabo de vivir contigo y todo mi cuerpo se estremece lleno de deseos de sentirse de nuevo clavado por tu deliciosa verga.
Después de la pequeña diarrea del semen que dejaste dentro de mí, termino de desahogar mi intestino quedando liviano y vacío, listo para recibir lo que la mañana me quiera regalar. Limpio con mucho cuidado y con papel húmedo mi ano adolorido y me aplico un poquito de crema humectante para atenuar el ardor y también para lubricarlo previendo que en un rato más me penetres de nuevo, que es lo que tanto deseo.
Salgo del baño y me encuentro con el bello espectáculo de tu cuerpo dormido, tendido en la king size, boca arriba. Me acerco y contemplo emocionado tu torso ancho y fuerte, tus estrechas caderas, tus largas piernas separadas, toda tu piel morena cubierta del vello que tanto me gusta y me excita. Y enmedio de todo, tu verga que aun dormida es grande, descansando blandita sobre la oscura mata de tu pubis. No puedo controlar el impulso de acercarme y besarla suavemente desde su glande terso hasta sus testículos relajados, mientras aspiro el aroma del semen que ha quedado esparcido entre el vello rizado y negro.
Disfruto sentir en los labios la tersa y tibia piel de ese animalito que así dormido parece inofensivo y que no se parece en nada a la lanza ardiente y furiosa que hace unas horas me mataba metiéndose hasta lo más profundo de mi ser. Mientras paso mis labios y mi lengua por la superficie de ese amoroso juguete, veo y siento cómo va despertando, creciendo lentamente y adquiriendo una consistencia cada vez más dura, lo que hace que me excite aun más y por lo tanto aumentar la intensidad de mis caricias.
Entre besos y lamidas, empiezo a chuparla metiéndola completamente en mi boca, lo que es posible por su tamaño aun pequeño, pero a medida que sigo chupando, besando y lamiendo, crece de tal forma que llega el momento que ya no cabe en mi húmeda cavidad. Tomo con una mano sus testículos blandos y grandes y con la otra oprimo el largo tronco que sigue creciendo y endureciéndose.
Para entonces me doy cuenta de que estás despertando y por lo visto tu verga despierta antes que tú. Siento cómo tus manos acarician mi cabello y mueves tus caderas hacia arriba y en círculos, disfrutando lo que te hago. Tu verga alcanza su máximo esplendor, una dureza y una longitud grandiosas y es imposible que quepa completamente en mi boca, pero hago entrar todo lo que puedo y la chupo deliciosamente, y lamo todo su largo cuerpo, y la lleno de besos y vuelvo a meterla en mi cueva tibia, húmeda y ansiosa.
Entonces sin dejar de chuparte, haces que me acomode sobre ti, montado sobre tu cara, de manera que tienes al alcance de tu boca mi culo, que empiezas a lamer suavemente. Siento tu lengua recorrer despacio los pliegues de mi entrada palpitante, todavía adolorida, y provocas que lo relaje aflojando mis esfínteres. La punta de tu lengua entra un poco acariciándome divinamente y excitándome más y más. Qué delicia sentir tu saliva llenándome el agujerito que palpita ansioso! Y mientras tú me lames el culo yo no dejo de chupar tu verga deliciosa.
Llega el momento en que ambos sentimos deseos intensos de estar unidos una vez más por tu verga maravillosa y entonces haces que me separe de ti, nos incorporamos y yo, de pie sobre la cama, con las manos contra la pared levanto ligeramente el trasero para ofrecertelo todo. Tú te acomodas detrás de mí, me besas el cuello y la espalda, luego mi cintura y mis nalgas, las separas para besarme otra vez los pliegues calientes de mi culito. Luego me abrazas tiernamente acariciando mi pecho y tomando entre tus manos mi verga dura que comparada con la tuya es pequeña, y mientras me llenas de besos la punta de tu lanza busca mi agujero que palpita deseoso de tenerte dentro.
Llega el momento en que la cabeza de tan ardiente tronco empieza a abrirse paso por entre la piel plegada de mi culo y yo lo dilato para dejarla entrar. La crema que le apliqué y la saliva que le esparciste facilita la tarea y poco a poco vas deslizando todo el grueso de ese maravilloso instrumento de placer. Como siempre, el principio es doloroso, pero cuando mi cuevita se acostumbra a tu presencia el dolor se convierte en riquísimas y placenteras sensaciones. Es tanto el placer, que me acomodo de mejor manera para facilitar tu penetración y hacer que me metas más al fondo ese fierro ardiente, que quiero sentir hasta el fondo de mis entrañas. Y por eso me voy agachando cada vez más hasta quedar en posición "de perrito", con el trasero bien levantado, de manera que tu haces entrar con toda facilidad todo el largo de u verga, hasta sentir que tus testículos chocan en mis nalgas y los vellos de tu pubis cosquillean mi piel.
Y así pasamos un rato, yo con mi culo bien levantado y tú metiendo y sacando de mí la lanza dulce de tu verga, doblado sobre mi espalda y acariciandome todo. Hasta que llega el momento en que sientes próxima tu venida y decidimos, sin decirlo pero completamente de acuerdo, cambiar de posición para prolongar el placer. Nos tendemos en la cama sobre nuestro costado izquierdo sin separarnos y sin dejar que tu verga salga de mí mientras haces que se siga deslizando suavemente. Luego nos acomodamos de manera que tú quedas de espaldas sobre la cama y yo de espaldas sobre ti, siempre sin que salga tu delicioso ariete de mi apretado hoyito.
Y en esa cómoda posición tu me sigues penetrando al tiempo de que tus brazos rodean mi pecho y yo me pierdo en las más excitantes sensaciones. Es hermoso sentir mi espalda sobre tu pecho duro y sudoroso y tus manos que acariciantes me recorren desde mi cara, mi cuello, mi pecho, hasta mi verga y mis testículos mientras estoy bien clavado por esa verga grande y gruesa que llena mi cueva ansiosa y húmeda.
Estando ahí sobre tu cuerpo moreno, se me ocurre enderezarme para sentarme en ti volteando hacia tus pies, y lo hago. Primero con mis piernas paralelas a las tuyas y luego doblándolas para quedar montado sobre ti y clavado en la dulce estaca. Eso hace que te excites aun más, y que levantes tus caderas para meterme tu verga todo lo posible. Pero no es posible meter más, porque yo me siento sobre ti comiéndome toooodo el largo cuerpo de tu cilindro ardiente, hasta pegar mis nalgas en tu cuerpo, de manera que nada queda afuera. Además, para intensificar las gratas sensaciones que te provoco, me pongo en cuclillas y subo y bajo mis caderas, de manera que hago que salga de mí casi todo tu fierro y luego bajo mi trasero dejando que entre hasta el fondo, y así una y otra vez...
Pero yo quiero verte de frente, y así como estoy no veo tu rostro, ni tu pecho, solo tus pies. Entonces decido girarme sobre ti sin dejar que salga de mí tu dulce verga, y quedo sentado en ella, pero ahora viéndonos de frente. Y me regalas esa dulce sonrisa coronada por tu grueso bigote, y tu mirada profunda me hace estremecer y apretar emocionado mis esfínteres, provocando un delicioso apretón a tu grandiosa verga que sigue metida en mi resbaloso túnel. Y así, acariciándote el pecho velludo, y alternando mi posición de rodillas con la de cuclillas, me vas penetrando hasta lo más hondo.
Presiento que estás cerca de venirte, pero para prolongar aun más el placer, antes de que me hagas el regalo de tu explosión, decido sorprenderte y cambiar una vez más y entonces jalo tus brazos para que te incorpores de manera que sigo montado sobre ti, pero ahora abrazados de manera que podemos regalarnos los besos más ardientes y húmedos. Mientras nos besamos, muevo mis piernas de forma que quedan rodeando tu cintura, y entonces tu verga se mete aun más, hasta el mismísimo fondo de mi vientre... Eso me provoca un repentino dolor en mi estómago, pero pasa rápido y dedicamos toda nuestra atención a abrazarnos y besarnos mientras mi culo se llena de tu verga. Y así disfrutamos otro rato: mis piernas rodeando tu cintura, nuestros brazos oprimiendo nuestros pechos y espaldas y nuestras bocas uniéndose en deliciosos besos, alternando tus mordidas en mi pecho, mi cuello, mis orejas...
Entonces eres tú el de una nueva idea: te vas recorriendo sobre la cama conmigo encima, hasta llegar a la orilla hasta poner los pies en el suelo. Me afianzas bien y te pones de pie mientras yo me aferro a tu cuello con mis brazos y a tu cintura con mis piernas, y sin que sala tu verga de mí un solo centímetro, empiezas a caminar por la habitación, haciendo subir y bajar mi cuerpo para deslizar en mi culito tu verga dulce y caliente. Y no solo en la habitación: sin dejar de abrazarme, y yo son aflojar tu cuello y tus caderas, salimos al jardín de la suite, y damos un curioso rodeo a la alberca, bajo el sol de las nueve de la mañana, para regresar a la recámara y dejar que suavemente me recuestes en la orilla de la king size, siempre pegado a ti, y hacer que abra mis piernas para continuar tu entrar y salir exquisito, cadencioso y acompasado, hundiendo todo el largo y grueso tronco de tu verga deliciosa, sacándolo completamente para volverlo a clavar todo, una y otra vez.
Así, llega el momento en que ya no es posible que aguantes más y ambos presentimos la gran explosión. En ese momento me llena un intenso deseo de experimentar tu venida en mi boca, algo que nunca he vivido, con nadie, y ni se me había ocurrido hasta ese momento. Y creo que tú piensas en lo mismo, porque al hacer el impulso para retirarme y ponerme frente a ti, siento que esa era tu misma intención. Pero bueno, no es el momento para aclararlo, porque tu venida es inminente y por lo tanto hay que disfrutarla. Te pones de rodillas luciendo tu verga en todo su esplendor: lo más larga y gruesa posible, dura y caliente como carbón de piedra, con la gran cabeza hinchada y roja a punto de estallar. Me inclino para tomarla en las manos, abro la boca y la hago entrar en ella, y en cuanto se desliza la mitad, un gran chorro de semen caliente y espeso llena mi boca hasta la garganta. Y luego vienen otros más, que me hacen abrir la boca para tomar aire, y mientras trago una parte, otra gran cantidad de lechita me vuelve a llenar la húmeda cavidad.... Y es tanta que mientras trago una parte, otra se derrama por mis mejillas y barbilla y chorrea por mi pecho. Qué delicia! Qué exquisito probar, saborear y tragar tu semen!
Después de tanto placer, te dejas caer entre las sábanas agotado y satisfecho, y yo me dedico a saborear las últimas gotas que aun brotan de la boquita de la gran cabeza de tu verga, que poco a poco va perdiendo su dureza y grandes dimensiones para quedar otra vez pequeña, blanda, suave, como un indefenso animalito.
Tomo entre los labios las últimas y dulces gotas de tu semen y con la lengua recojo las que quedaron esparcidas entre los vellos rizados de tu pubis, mientras siento cómo de mi culito brotan chorritos de la exquisita leche derramándose por mis piernas hasta mojar la sábana.
Luego nos quedamos muy tranquilos, acostados entre las sábanas calientitas llenas del aroma combinado de semen, sudor y saliva, hasta quedarnos dormidos de nuevo.