Delicias turcas

Un hombre maduro conoce a una joven por INTERNET y le propone un viaje a Turquía. Allí descubrirá las delicias turcas

Conocí a una chica por INTERNET a la que conquisté con el siguiente relato, que luego en parte pudo hacerse realidad.

PARTE 1

Acabo de volver de un viaje por Turquía en donde he asistido a un espectáculo de lucha muy antiguo que viene del tiempo de los romanos, en el que dos soldados se embadurnan de aceite y pelean entre ellos como un entrenamiento para la batalla.

Imagínate que acompañas a tu hombre a una de estas peleas en la que hay un griterío ensordecedor, de repente tu compañero se levanta y grita algo en voz alta que no entiendes, pero todos se callan y te miran raro; tu le preguntas que ha dicho, el se calla, sonríe y te da un cariñoso toque en el culo.

La pelea comienza, los luchadores se embisten y de vez en cuando te miran y te sonríen, tu estás cada vez mas nerviosa y tratas de imaginar que será lo que está o mejor dicho lo que va a pasar. Hace calor físico y en el ambiente de la sala se nota cierta tensión, sin duda por el combate, pero tu notas algo mas, empiezas a sudar, pequeñas gotitas perlan tu cara, otras empiezan a deslizarse entre tus pechos. Mientras tanto tu hombre sigue atentamente la pelea. Te mueves intranquila en el asiento y empiezas a pensar que seguramente te han ofrecido como premio al vencedor, le das vueltas a la idea y te indigna; estás a punto de levantarte y de marcharte, pero te das cuenta que estás paralizada, tu cuerpo no obedece, cada vez sudas mas. Consideras la posibilidad de que finalmente seas el premio ofrecido y entonces te fijas mas en los combatientes cuyos cuerpos por efecto del aceite y de la pelea cada vez están mas brillantes y congestionados.

"Hasta ese momento no te habías fijado en los combatientes, ambos son morenos y con bigote, uno es joven, unos 25 años, alto y lampiño; el otro debe rondar los 40 años, es calvo, pero tiene mucho vello en pecho y hombros, tiene bigote, es macizo. Los dos llevan unos calzones de cuero por donde tratan de sujetarse. Preguntas a tu acompañante cuales son las reglas del juego, ya que de ellas dependerá tu suerte. Son muy sencillas gana el que logre inmovilizar al otro poniendo su pecho contra el suelo; únicamente en el caso de que el combate dure mas de una hora, se da por vencedores a los dos y deben repetir el combate. A partir de ese momento sigues las acciones con interés creciente, únicamente desvías tu atención al mirar al reloj, ya que en ese caso, no sabes que va a pasar.

Aquí es cuando cruzas las piernas, se te seca la boca y se te humedece el sexo, cuando empiezas a pensar que te va a ocurrir; cuando notas los pezones duros y el corazón bombeando la sangre a presión. Cuando tu clítorix pide ser masajeado urgentemente. Cuando en definitiva estás mas que caliente. Quieres mirar pero no ves, quieres tocarte pero no te atreves, miras el reloj y te das cuenta que solo faltan cinco minutos para llegar a la hora; el tiempo parece detenerse, nunca has estado tan excitada y eso sin ningún contacto. Ansías desesperadamente dar una liberación a esa necesidad, pero por otro lado quisieras que nunca terminara y disfrutar eternamente de ese gusto o mejor dicho de ese tormento. Estás como atada pero no lo estás, estás humillada pero eres libre, en definitiva estas disfrutando con esa situación.

De repente se termina el combate y el árbitro levanta la mano de ambos luchadores. Tu corazón se para en seco. Tus ojos se nublan. Tu cerebro está en blanco Tu sexo está al rojo" "Te levantas y sabes que la parte de atrás de tu vestido está mojada, todas las miradas confluirán en tu culo y la mancha es como un anuncio de tu estado. Tu hombre como si quisiera ocultarla pone la mano en tu culo, aunque también podría ser que quisiera empaparse de tus jugos y comprobar tu estado de excitación, entráis en un pasillo oscuro y él te presiona con un dedo, no puedes mas, levantas tu falda, metes la mano debajo de las bragas y te masturbas con frenesí para descargar la presión que llevas tanto tiempo acumulada y que sale líquida corriendo por tus piernas.

Entráis en los vestuarios, allí los dos luchadores os esperan, tu hombre te suelta de la mano y hace entrega de ti, sales de un ámbito conocido a otro desconocido, estás ansiosa de saber que va a pasar. Te quedas mirando a los dos luchadores, que relucen de sudor y ansiedad, no sabes que hacer, esperas expectante, nada parecía ocurrir, sus ojos se fijaban en ti, iban de las tetas a las piernas mojadas, esa sensación te produce cierto desasosiego; miras a tu hombre que está a tu espalda, tan elegante con su chaqueta y corbata, con los brazos cruzados y una sonrisa en la boca, dudas en volver a su lado, pero en ese momento el mas joven se adelanta hacia ti, te abraza y te da un beso en la boca metiéndote la lengua hasta la garganta, explorando todos los rincones, se enlaza con la tuya y aprecias el sabor salado del sudor mezclado con el de la saliva; respondes moviendo tu lengua y acariciándole la nuca, él saca su lengua fuera de la boca y te la ofrece recta, tu la abarcas con los labios y empiezas a mover la cabeza de adelante a atrás, empiezas a calentarte con el juego y el espectáculo que ofreces a los otros dos hombres, poco a poco tu partenaire empieza a agacharse y tu con él hasta que ambos quedáis de rodillas, en ese momento te obliga a bajar la cabeza que queda entre sus piernas y te sujeta firmemente tus brazos con los suyos apretándolos contra tu pecho, estás inmovilizada, sientes el olor acre del cuero mojado y el inconfundible del macho en celo.

Entonces otra mano se posa en tu culo, separa el tanga y empieza a meterte un dedo en el orificio anal, se va abriendo camino con movimientos circulares, al cabo otro dedo viene a sumarse y tu empiezas a mover lentamente tu cuerpo para facilitar la penetración y la dilatación, que se ve favorecida por tus jugos y su sudor, el juego empieza a hacer efecto y tu vagina se dilata, el clítoris lo notas hinchado, pero no llegas a él. Al poco salen los dedos y otro objeto mas ancho y caliente se sitúa en la entrada, hace presión para entrar, te das cuenta que te van a dar por el culo, muy lentamente se va abriendo camino en tus entrañas, empieza un movimiento de bombeo, mientras tanto el que te sujeta te magrea las tetas y pellizca los pezones, el ritmo aumenta y las penetraciones son mas profundas, notas los huevos golpeándote en la vagina, de pronto las manos que te sujetan las nalgas se crispan, sabes que se va a correr y te preparas para recibir el chorro ardiente y los espasmos, que por alguna razón extraña producen un efecto llamada al que tu cuerpo acude correspondiendo con un orgasmo suave y placentero.

Las manos que te sujetaban se sueltan, bajan los calzones y aparece un falo inhiesto, vertical, rojo, brillante, con las venas hinchadas que reclama tus atenciones, de rodillas acercas la lengua y lo recorres de arriba abajo, lo introduces en tu boca lo oprimes con los labios, lo sacas, lo metes, te acompañas con una mano, con la otra le acaricias el escroto, te das cuenta que el otro tipo se mete debajo de tus piernas y su lengua se dirige directamente a tu coño y como una serpiente se mete en él, aceleras los movimientos, pones tus labios encima de los dientes de modo que puedas ejercer buena presión sin lastimar la delicada piel de la verga, el cabello te cae y lo utilizas para envolver el pene, este hecho le provoca el orgasmo y recibes en el paladar una inyección de semen caliente que se escurre por la comisura de los labios y te limpias con el pelo, mientras tanto el otro sigue debajo trabajando tu coño a conciencia, hasta que le obsequias con un chorro de jugos, mientras gimes como una perra en celo.

Levantas la vista y ves a tu hombre en la misma postura y actitud; mojada, sucia, lasciva, provocadora, quieres agradecerle el placer que indirectamente te ha proporcionado, te diriges a él, le abres la bragueta y aunque te duelen algo los labios, le haces una mamada en toda regla, que sin duda por su excitación dura bien poco, tienes semen en las comisuras de los labios, te quitas el vestido, te magreas las tetas y te extiendes el blanco líquido por ellas, estas salida como nunca, te masturbas para darte gozo, pero lo que mas te excita es verte reflejada en un espejo y la cara de los tres hombres, llegas al orgasmo rápidamente, a pesar de todo, no estas satisfecha, quieres mas. El joven se dirige a ti, te abraza y te sujeta por debajo de las nalgas, tu rodeas su cintura con tus piernas y la nuca con sus brazos, te ensarta con su falo poderoso y empieza a moverte y tu lo cabalgas como si fuera un potro al galope, tu vagina agradece las atenciones y el roce y la presión te causan gran placer, miras a los dos hombres que contemplan embobados la escena, eso te calienta mas, hasta que te corres gritando y gimiendo.

Te depositan suavemente en el suelo y ambos se acercan a ti y de dan besos delicados agradeciendo el placer que les has dado, tu hombre te lleva a la ducha y te felicita por tu actuación y te promete nuevos goces. Te envuelve en un grueso albornoz, te conduce al hotel y te acuesta en una cama donde dolorida, pero feliz te duermes soñando en nuevos deleites.

PARTE 2

Te despiertas de la siesta después de un sueño reparador, que te ha dejado el cuerpo relajado y la cabeza despierta, te das una ducha y al salir, tu hombre te dice que tenéis una cena de negocios con otra pareja turca. Eso no te hace mucha gracia, ya que esperabas una noche para los dos después de la ajetreada mañana, pero... Te vistes con un traje sastre de cuadro escocés en tonos blancos, grises y negros con falda abierta por detrás, un jersey blanco de cuello alto sin mangas, medias autoajustables negras y ropa interior cómoda de algodón blanco. Él viste pantalón, zapatos y calcetines negro, chaqueta azul oscuro, camisa blanca con un cuadrito azul suave y corbata roja de arabescos.Con la mirada te da la aprobación a tu atuendo y escoge para ti un collar y unos pendientes de azabache, una suave palmada en el culo y un suave beso en los labios y salís de la habitación del hotel.

En el hall, un hombre joven y elegante se adelanta a saludaros, viste una chaqueta deportiva de pata de gallo y una corbata algo escandalosa, su mujer lleva una gabardina que oculta sus formas y el cabello escondido detrás de un pañuelo en tojos rojizos; tu hombre les presenta como Rashid y Bodrum, empresarios textiles, ambos son mas bien altos, él moreno y ella pálida, el caso es que la cara de él te suena familiar.

Montáis en un taxi y os dirigís hacia un restaurante que está en el patio de una mezquita, donde según parece se come muy bien, pero no hay nada de alcohol, os atiende el maître que os acompaña a un reservado, donde os quitáis los zapatos y sentáis alrededor de una mesa baja, el camarero os trae los aperitivos, agua y una especie de yogourt, ellos hablan bastante bien inglés y algo de español, ya que ella es descendiente de sefarditas, la charla es agradable, pero continuamente le miras a él tratando de recordar dónde le has visto antes.

Los segundos platos son presentados y comidos, llega el momento del postre a base de dulces, pero tu hombre aún pide mas tarritos de miel como si no le bastara, el caso es que se los guarda en el bolsillo. Llega el té y os vais acomodando entre los almohadones. Te entran ganas de hacer pis y pides permiso para abandonar la estancia, Rashid se levanta y se ofrece a acompañarte a los servicios, la verdad es que parece muy bien educado, llega a la puerta de las mujeres y entra contigo, abre una cabina, te introduce en ella, pasa él tambien y cierra la puerta con pestillo, te quita las bragas que se guarda, te sienta en la taza, se saca el pene y te lo pone en la boca, se te han ido las ganas de hacer pis, estás atónita y entonces, entonces recuerdas que ese hombre que está frente a ti era el joven luchador de la mañana; no sales de tu asombro, asocias todos los hechos y piensas que tu pareja es de lo que no hay, mientras tanto te aplicas con fruicción a chupársela tratando de acabar cuanto antes y volver a la mesa, él te ayuda con su mano en tu cabeza marcando el ritmo y la penetración, tratas de ver la escena desde fuera, es algo insólito, te empiezas a calentar, te acaricias las tetas, tu mano derecha masajea su miembro y la izquierda busca tu clítorix, pero él la detiene suavemente y te obliga a concentrarte exclusivamente en él hasta que le llega el orgasmo, le miras y deliberadamente te tragas el semen, el pis retenido fluye mansamente. En ese momento te saca los zapatos, te levanta hasta dejarte de pié sobre la taza, te sube la falda y empieza a lamerte el clítorix y la vagina hasta que no puedes mas y explotas arqueando el cuerpo y pidiéndole que no pare, que siga, pero él te baja, te pone los zapatos, te da un beso en la oreja y te dice que no seas impaciente.

Volvéis a la mesa, las miradas se dirigen a ambos, en la de tu hombre hay una chispa de picardía y en la de ella de ansiedad. Fumáis una pipa de agua, y seguís hablando del textil, pero tu cabeza está en otro lado. Pagáis y cogéis un taxi. Tu hombre delante, Rashid entre Bodrum y tu. Él empieza a besar apasionadamente a su mujer y le pasa su brazo izquierdo por los hombros, lo que te sienta mal, pero notas que con su mano derecha empieza a acariciarte los muslos, instintivamente los abres hasta que va llegando a tu sexo, giras la falda poniéndole la abertura delante para facilitarle las cosas, así llega perfectamente y se regodea en tus jugos, saca la mano de tu coño, separa su boca de la de su compañera y... le mete los dedos llenos de tu aroma, ella saca la lengua y lame sus dedos que él mete y saca de su boca como si estuviera chupando una polla, aspira, él vuelve a los besos y a tu coño, así sigue varias veces, estás la rojo, el taxista se da cuenta de la maniobra y tu hombre parece estar muy interesado en el paisaje. Llegáis al hotel y tu pareja invita a tomar una copa en la habitación, a todos les parece muy bien.

Hay música, Rashid te invita a bailar, te aprieta, le notas empalmado y te frotas, le aprietas con las tetas, Bodrum se incorpora detrás de él y le hacéis un bocadillo, las manos de ella alcanzan tus nalgas, tus manos tropiezan con sus pechos que se esconden detrás de la gabardina, ella le besa la nuca, él te besa en la boca; es una escena kafquiana. Poco a poco ella se va moviendo hasta que las dos estáis de frente a él y empieza a besar alternativamente a una y a otra hasta que las tres lenguas están enlazadas.

Tu pareja está sentado tranquilamente con un vaso en la mano, mirando la escena, como buen amo, sabe que su placer está en darte placer, en guiarte, en animarte. Bodrum se quita la gabardina y aparece un cuerpo falsamente delgado con unas tetas explosivas en las que los pezones sobresalen y un culo hermoso, ambos resaltados por un traje rojo sin tirantes ni mangas que está como untado a su cuerpo, sigue con el pañuelo en la cabeza. Viene a por ti, te enlaza con sus brazos, te besa en la boca, te magrea las tetas, te quita la chaqueta, te sigue besando, Rashid se coloca detrás de ti, ahora eres tu el relleno del bocadillo, ambos te tocan, te chupan, la falda se te cae y como no llevas bragas te quedas con el culo al aire, eso te hace gracia y te ríes alegremente poniendo una nota de distensión en la atmósfera, Bodrum se quita el vestido y aparece una ropa interior roja con plumas y lentejuelas francamente provocativa y lleva ligueros que sujetan unas medias de malla roja.

Te quita el jersey y el sujetador, te tumba en la cama, se monta encima de ti, se quita el pañuelo de la cabeza, te ata con él las manos al cabecero de la cama, se suelta el pelo, las dos mujeres estáis desnudas, pero los dos hombres vestidos con corbata, recuerda el cuadro DEJEUNER SUR L´HERBE que tanto revuelo causó en su día. Te centras en lo que está pasando, te vendan los ojos, te separan las piernas y te atan los pies. Notas un líquido pastoso que cae sobre tus pechos, baja por tu vientre, llega a tu sexo, una lengua se posa en tus pezones y otra llega a tus muslos, ambas se mueven, una llega a tus labios, sabe a miel, ahora comprendes lo que pasa, la otra lengua para y llega a tu boca con sabor a sexo y miel, así se van alternando hasta que quedas limpia, un sexo femenino se ofrece a tu boca, mientras el pene se abre camino fácilmente en tu bien lubricada vagina, te arqueas, te embisten, se para, la saca, ella se mueve y él ocupa su sitio, pone el pene entre tus tetas, las aprieta y empieza una cubana, ella te come el coño. Quieres correrte pero cuando ella se da cuenta se para, te mete un dedo, luego el otro, él te suelta un chorro caliente en toda la cara que inmediatamente es lamido por la boca de su mujer, que luego te da un beso lleno de semen, después baja a tu sexo con el deliberado propósito de darte placer, se para y arranca produciéndote espasmos de placer y de anhelo, hasta que consigue arrancarte un orgasmo del fondo de tu ser.

Te quitan las ataduras, los tres estáis desnudos pero las dos mujeres lleváis las medias y tu hombre perfectamente vestido os contempla desde la misma posición, decides que ya es hora de que se moje. Coges a Bodrum de la mano y juntas os sentáis en sus piernas y empezáis a besarle y besaros, masajeándole y masajeaándoos. Le quitáis la ropas, le chupáis el pene a dúo, frotáis vuestro sexo mojado en sus piernas, le acostáis boca arriba, Bodrum se monta encima de su boca mirando hacia sus pies, empieza a moverse, tu la ayudas, la besas, le amasas los pechos, le acaricias su clítorix, se excita mucho, cada vez va mas rápida, te mira, te saca la lengua, que te apresuras a chupar, está frenética, se levanta se da la vuelta y se pone encima de tu pareja que la penetra mientras ella le besa la boca y le ofrece el ano a Rashid, que la encula, siendo penetrada por los dos; tu aprovechas la ocasión para poner tu sexo en la boca de tu hombre y besar a Bodrum hasta que se corren ambos, pero Rashid sigue moviéndose hasta que al final para exhausto: Ambos salen de ella, los cuatro os acostáis rendidos y felices.

Besas el pene de tu pareja que sabe al sexo de Bodrum, te encanta notarlo flojo, le estás muy agradecida, besas en la boca a la mujer que tanto y tan bien te ha tratado y por fin le pones a Rashid los pezones en su boca para que saboree ese coctail de sabores. Cierras los ojos y cuando los abres está oscuro, estás sola en la cama y por fin te duermes profundamente soñando con el placer que has sentido y las delicias turcas que sin duda todavía te esperan."

PARTE 3

La protagonista ha dormido de un tirón, cuando se despierta una tenue luz entra por las ventanas de la lujosa habitación donde se encuentra, se despereza, tiene la boca seca, se levanta en la penumbra, está desnuda. Percibe a su amo que está sentado observándola, le sonríe, pero no se encuentra bella; así que pide permiso para retirarse al baño y presentarse como es debido.

Cierra la puerta, se mira en el espejo, se ve bien formada, cabello largo suelto que le cae por los hombros, ojos marrones, la boca de labios bien perfilados y jugosos que sirven muy bien para besar y chupar, pechos grandes redondos que todavía se mantienen firmes y erguidos, vientre plano, caderas amplias, sexo afeitado, piernas bien torneadas, las manos son algo grandes pero expresivas, los pies son perfectos, es algo que pocos hombres se fijan, pero el que lo hace y les presta atención es un verdadero connaisseur; tu señor los idolatra por eso los cuidas especialmente, le gusta mirarlos, acariciarlos, masajearlos, tú en correspondencia le sueles acariciar su miembro con ellos; el culo... ¿cómo es el culo?, no lo sabe muy bien, pero atrae las miradas y eso debe ser buena señal. Esta satisfecha del examen de su cuerpo bien musculado, aunque tiene ojeras y le duele algo el sexo.

Pone agua en el baño, se lava los dientes, se aplica un colusorio, quiere tener el aliento fresco para su amado, es muy consecuente con lo que hace, medita las cosas, pero cuando se decide, lo hace con todas las consecuencias y ahora está plenamente consciente de lo que quiere y lo que debe hacer para conseguirlo y conservarlo, todo tiene un precio y el que tiene que pagar le parece una justa correspondencia con lo que obtiene. Evoca las escenas de la noche anterior, cómo en muy poco tiempo ha avanzado tanto en el camino del placer, nunca pudo imaginar que disfrutaría tanto, su cuerpo era como un Estradivarius del que hasta ahora las manos que lo habían tocado no habían sacados mas que toscas notas y que ahora sonaba con el tono justo para el que fue concebido, ya no toca "solos", ni dúos, ahora está capacitado para tríos, cuartetos y quien sabe si para orquesta de cámara. Está contenta de haber decidido a última hora hacer ese viaje tan inopinadamente propuesto y que al principio se resistía, su vida es otra, habrá un antes y un después del viaje a Estambul, la vieja Constantinopla que tantas y tantas cosas ha visto viene a añadir esta pequeña pero para ella tan intensa que es su despertar al lujo sexual sin complejos.

Se mete en el agua caliente y pone en marcha el sistema de bombas que proyectan el agua a presión en partes de su cuerpo, se relaja, cierra los ojos, se concentra en si misma, hay un ruido monótono del agua y los motores que invitan a la ensoñación, descubre un chorro en mitad de la bañera que se proyecta sobre su sexo, llama su atención y pronto adquiere protagonismo, se mueve ligeramente hasta que incide en el punto que le da placer, deja que su cuerpo oscile para cambiar el punto de acceso del chorro de agua, no sabe que hacer, las imágenes del día de ayer vuelven a su mente, pasan todas rápidas, se amontonan son como un caleidoscopio, las saborea todas, de repente una llama su atención se ve a los pies de su señor desnuda, él vestido le acaricia los cabellos, contemplan a otra pareja haciendo el amor, espera órdenes, está dispuesta para hacer lo que te pidan, es mas está ansiosa por obedecer, pero no te dicen nada, mueve la cabeza buscando su mano, queriendo besarla o chuparla, pero se retira, el cuerpo pide placer, pero cuando empieza a mover la mano para obtenerlo es detenida suave pero firmemente, sigue mirando la escena; la mano vuelve otra vez al sexo, en ese momento le dicen que se ponga a cuatro patas y recibe un sonoro golpe en el culo con una correa que escuece, la pareja cesa en sus movimientos y la mira humillada, dolorida, pero agradecida. Vuelve a sentarse a los pies y los folladores recuperan su ritmo.

Ahora entiende el mensaje, debe excitarse y masturbarse exclusivamente con el pensamiento, sin ayuda externa. San Agustín viene en su ayuda, "vuélvete hacia tu interior" resuena en su cabeza ¡cuánta sabiduría se encierra en ese pensamiento! Aunque a decir verdad nunca lo hubiera contemplado desde ese punto de vista, valora las enseñanzas que se le van dando y aprecia los progresos, se aplica a la tarea, la mano del amo sigue acariciando los cabellos, está aparentemente inmóvil, pero el interior es una olla a presión, le invaden olas de calor que cada vez rompen mas alto, con mas espuma, nota la dilatación de la vagina, el flujo que sale, de golpe, el líquido del orgasmo se extiende por la moqueta, el experto ojo del amo ve lo que estaba esperando, sabes que eso es lo que pretendía le miras agradecida, pero al abrir los ojos te encuentras en la bañera y el amo que te contempla desde la puerta, sabe lo que ha pasado, te besa ligeramente en los labios mojados; no hacen falta palabras, sabe que tu poder de concentración consigue satisfacerte con sólo evocaciones. Le pone sales minerales y algo de aceite perfumado al agua, corta una naranja, la exprime y añade unos cuantos clavos y una rama de canela, esto te recuerda otro libro leído hace tiempo GABRIELA CLAVO Y CANELA, que tanto te gustó.

Nuestra protagonista sale fresca y perfumada, atento el hombre le pone una gruesa toalla y la seca suavemente, se estremece al frotarle los pechos y la entrepierna, pero no muestra su reacción. Él se retira y ella se pinta, se seca el pelo, se maquilla; poco ya que no le hace falta tapar desperfectos y si realzar virtudes, las ojeras han desaparecido. Unas gotas de perfume que con su piel dan un aroma tan personal.

Vuelve a la habitación el desayuno está servido, se pone un albornoz y toma zumo, rechaza los huevos, una tostada con mermelada y el soberbio yogourt cremoso con algo de miel, claro que al ver el líquido espeso no puede por menos que evocar la escena de anoche con su cuerpo bañado, recuerda que los Lacedemonios ya lo practicaban con sus mujeres hace mucho tiempo y eso que eran tan guerreros, un te, ya que el café turco tiene muchos posos.

Elige ropa interior negra, las bragas son tanga, pero cómodas, cuando el cordón se mete en el culo es algo molesto, el sostén sencillo abarca bien los pechos pero sin oprimirlos, un traje pantalón de satén beige y una camiseta marrón con sandalias de tacón que permiten ver tus bonitos dedos completan el atuendo, él elige para ti un collar de ojo de tigre, con pulsera y pendientes a juego, siempre te pone un collar, es como si quisiera reforzar la idea de que eres su esclava.

Salen a la calle, él no le ha dicho a donde, hace un día espléndido, el caos del tráfico y la multitud contrasta con la paz y el sosiego del hotel, se pone gafas de sol. Coge a su hombre del brazo y nota miradas ávidas en todas las partes de su cuerpo, como si miles de agujas la asaetearan, está complacida por si y por su acompañante que será envidiado por aquellos que deben pasar mucha hambre de cuerpo y de espíritu.

La lleva a admirar el museo del Palacio de Topkapi, hay piezas soberbias que le son explicadas, nunca prestó mucho interés hacia el arte, pero empieza a valorarlo al igual que otras novedades introducidas en su vida, poco apoco se ha vuelto hedonista y epicúrea, disfruta de la comida, de la bebida, del arte y por supuesto del sexo como nunca pensó que podría, se da cuenta lo poco que sabía sobre este tema y lo mucho que le queda por aprender, sabe que un buen amo y maestro es fundamental, tanto por las lecciones que dicta personalmente como por los libros que recomienda. Curiosamente descubre que el sexo ha sido tratado magistralmente desde la antigüedad y que a pesar de los esfuerzos de la Iglesia por destruirlos quedan numerosos libros testimonio, que hoy en día harían enrojecer a muchas almas pacatas. En concreto del pasado tiene la tarea de leer los de Annaïs Ninn y los de Baudelaire; en cuanto al presente La vida sexual de Catherine M. que ya empezó le está resultando ejemplar.

El paseo termina en el patio sombreado de un restaurante donde sirven alcohol, piden dos rakis que toman con agua. Una pareja se dirige a la mesa, él es mas bien bajo, calvo, moreno, con bigote, viste un pantalón oscuro, jersey y chaqueta sin corbata reconoces en él al otro luchador; ella va tapada con ese horroroso uniforme negro de cabeza a pies que únicamente permite ver la frente, nariz y boca de la portadora; debe ser una integrista musulmana, parece una cucaracha, la imagen es repelente, pero ya se sabe que las apariencias a veces engañan. Al llegar, tu hombre se pone en pie y da dos besos al otro y mirando a la mujer se lleva la mano al corazón, está muy mal visto tocarla. El recién llegado roza la mano que sentada le extiende y la mujer lleva la mano a su corazón. Son presentados como Roxelana y Murad.

La charla discurre sobre temas intrascendentes en los cuales casi no participa, observa a la extraña pareja, reconoce en el hombre al otro luchador y se pregunta que pasará luego, sabe que el maestro no hace nada sin un fin premeditado; pero en este caso cuesta trabajo adivinar cómo irá a terminar la jornada. Traen la comida, tan colorida y bien presentada que es un gusto para los sentidos, afortunadamente se puede beber cerveza.

A los postres tu pareja propone acudir a un local donde hay danzarinas del vientre, que aunque importadas de Egipto van teniendo cierto desarrollo especialmente para los turistas ávidos de tipismo. El sitio es agradable con poca luz y no mucha gente, es pronto el espectáculo tardará al menos una hora, suena música árabe, sirven unas copas para vosotros y dos tés para la pareja. Una espontánea sale a bailar, se quita la camisa y queda en falda y sostén, se mueve con gracia y sensualidad, es como si estuviera en trance, mueve sus caderas de modo rítmico, imaginas lo feliz que podría hacer al hombre que estuviera entre ellas, tomas nota para intentarlo en la primera ocasión. Cuando termina y se sienta es aplaudida. De pronto, Roxelana se quita las pesadas y negras ropas y se queda con una falda transparente azul claro y un sujetador a juego del que cuelgan unas moneditas doradas; su cuerpo es pesado y macizo, pero no exento de cierta gracia. Empieza a moverse y es como si tuviera dinamita en el cuerpo, mueve su cuerpo de una manera grácil, la anterior danzarina queda en nada ante su voluptuosidad. Empiezas a entrever en que va a terminar la jornada, no pierdes detalle, miras al resto del público que no separa la vista de esas caderas y del rítmico vaiven con el que son proyectadas, las manos acompañan y resaltan la composición, es muy erótico sin ser vulgar, es el resultado de siglos de evolución. Al sentarse recibe un gran aplauso, se pone otra vez sus ropas, es el momento de salir a la calle.

Un taxi os lleva al hotel, en esta ocasión no ha habido escena y no sabes si alegrarte o entristecerte, ya que te vas acostumbrando a esas sorpresas sexuales que surgen en los momentos mas inesperados, aunque en esta ocasión por mas vueltas que le das no logras imaginarse lo que el amo reserva para ti.

En la habitación se sientan los tres y el amo ordena a su pupila que vaya al cuarto de baño a cambiarse con las ropas que allí encontrará. Una falda transparente color humo, con sostén y bragas a juego; una cinta para colocar en la frente y unos mitones largos para sus brazos. Una cadena dorada de unos dos metros que no sabe para que servirá se la pone en la cintura, un collar también dorado es para el cuello. Se presenta ante su público sin saber muy bien que hacer, se encuentra rígida, tensa, expectante; mira a su maestro esperando instrucciones.

Éste pone en marcha una música árabe y te indica que empieces a bailar para ellos, los movimientos son carentes de gracia, bruscos, el amo se levanta, te dobla por la cintura y te da un fuerte azote en el culo, las lágrimas pugnan por salir, pero tu orgullo lo impide, la pareja mira sin parpadear; reanudas los movimientos, parece mentira pero el golpe ha soltado tus músculos, ahora estás mas grácil, empiezas a olvidarte de los demás y te concentras en ti misma, la música te penetra, giras sobre la puntera y el talón levantas un brazo y bajas el otro, rememoras la escena de los derviches giróvagos alternando con movimientos de cadera, comprendes el poder hipnótico de la danza y la música, estás como en trance, que curioso, es como si tu espíritu saliera de tu cuerpo y contemplaras la escena desde fuera. La música se interrumpe y cesa el encantamiento, no sabes cuanto tiempo ha pasado, pero estás cansada. El maestro te felicita y besa tu mano, la pareja hace gestos de aprobación, estás contenta de haber superado la prueba. Te da un vaso de agua, te sientas, cierras los ojos y descansas.

Una mano se posa suavemente en tu pierna, tu amo te da muchos velos para que te los pongas, te indica que salgas otra vez a la palestra, para ejecutar una danza erótica supones que la conocida como "de los siete velos". Recuerdas vagamente que cuando eras pequeña en la Biblia se hablada de una tal Salomé que excitó de tal manera a Herodes que éste le ofreció lo que quisiera y su madre pidió la cabeza de San Juan Bautista. Esa evocación te hace asumir el papel de una Salomé actualizada, pero no menos motivada para obtener el reconocimiento de quien has elegido como tu rey y a quien entregas libremente tu voluntad y tu cuerpo. Te arrodillas ante él y como tu antecesora pides que te conceda un deseo si le gusta la danza, accede.

Suena de nuevo la música, aunque en este caso tiene mas instrumentos y es mas ondulante, tu cuerpo empieza a moverse, los brazos, las manos, los ojos, los pechos, las caderas, avanzas, retrocedes, rozas con los velos al trío de espectadores, te subes en una cama y de allí a la mesa, te vas desinhibiendo, sólo te importa el espectáculo que ofreces y que ahora ves reflejado en un espejo, te quitas un velo que besas y tiras al maestro, acaricias tus pechos de pasada, sujetas otro velo con las manos y lo mueves entre tus piernas, lo acercas a tu sexo y ahora dejas quietas las manos y mueves las caderas sobre él para que se impregne de tu olor, se lo tiras a Murad, lo huele y lo besa; el siguiente velo cae sacudido por el movimiento de tus caderas, lo levantas con tu pié descalzo, lo humedeces con tu saliva y lo entregas a Roxelana que no reacciona, eso te molesta y te encela todavía mas, estás dispuesta a fundir un témpano de hielo.

Te acercas a Murad y empiezas a frotar tu pubis contra su pierna, pones tus pechos a la altura de sus ojos y los mueves mientras los aprietas con los brazos para que se proyecten bien afuera, sabes que tiene que estar encendido, pero sigues el tormento y miras a Roxelana desafiante, te separas de él consciente de que la temperatura ambiente va subiendo, perlas de sudor orlan la frente de todos. Otro velo se desliza, subes a la mesa te pones en cuclillas para que puedan ver bien tu entrepierna y pasas la vaporosa tela por ella y la dejas caer al suelo cuando parecía que Roxelana empezaba a desearla. Todavía te quedan tres velos en la cintura, te quitas las bragas, tu sexo se entrevé a través de las veladuras, empiezas a acariciarte por encima de ellas, te das la vuelta y les ofreces el trasero a su vista y los deditos que lo acarician, las telas se van mojando, te das la vuelta, una mirada voluptuosa y el labio inferior semimordido indican tu excitación, coges un velo ya ahora se lo lanzas a la mujer que, ahora si, lo aspira y frota a su marido por la cara sin que él haga el menor gesto. Te pones delante de tu amo le incitas descaradamente, le provocas con los gestos, los olores, la mirada. Él se levanta, coge la cadena de tu cintura y la engancha en el collar, estás desconcertada, no entiendes que se espera de ti, sin duda eso debe formar parte de la instrucción a la que has de someterte. Entrega la cadena a la mujer, que aparentemente toma el mando sobre ti, por gestos te ordena que te pongas a cuatro patas, te molestan los dos velos que te quedan, así que te los quitas y quedas desnuda de cintura para abajo, con el sostén y los guantes puestos. Te ves en el espejo grotesca bajo el mando de la mujer de negro.

Asumes tu papel como el caballo que debe hacer una exhibición de doma. Como si la mujer hubiera adivinado tus pensamientos saca una fusta que hace silbar en el aire, el sonido te sobrecoge, la posa sobre una de tus nalgas, notas el contacto del cuero, un escalofrío recorre tu cuerpo desde la cabeza a los pies, la fusta se desplaza a tu sexo y empieza a ser frotada en él hasta que se empieza a humedecer, en ese momento un ligero golpe te indica que debes ponerte en marcha, avanzas hasta que un suave tirón del collar te hace detener, te va conduciendo hasta Murad ante quien te hacen detener, él se quita un zapato y el calcetín, su dedo gordo es puesto a la altura de tu boca, otro fustazo te indica que debes empezar a chuparlo, lo haces con tal fruicción que el tipo moja sus pantalones casi inmediatamente. Te obliga moverte de nuevo hacia tu amo, allí te hace tumbar abierta de piernas frente a él, las piernas bien abiertas y algo levantadas, el sexo explota como una flor en su plenitud, expectante miras a tu alrededor, tu amo, se quita el zapato y el calcetín, lleva su pie al eje de tu cuerpo y empieza a acariciarte suave y lentamente, la otra pareja asiste al espectáculo sin quitar un ojo, cierras los ojos, respiras entrecortadamente, notas la humedad del sexo en el contacto con el pié, te introduce en la vagina el dedo gordo, lo hace distraídamente como si estuviera acariciando un perro, te sientes humillada, pero levantas mas la pelvis para que el contacto sea mas estrecho, notas como el orgasmo te va llegando, te encanta oir el chapoteo de los labios mayores inundados, el ruido nítido despierta tus fantasmas del líquido que fluye mojando ese pie, que tan cuidadosamente lo ha provocado.

Un ligero tirón de la cadena te indica que te levantes, te hace tumbar en una mesa en la misma postura, en la mano de la mujer ves un vibrador, hasta ahora nunca habías probado uno en tu cuerpo, has oído hablar a otras mujeres de los placeres que les proporciona, pero nunca has tenido la ocasión de probarlo, parece que al fin vas a conocer sus efectos. En su extremo parece que tiene como una cabeza de muñeca, cuyos cabellos recuerdan el anillo del glande. Al encenderla, traza círculos mas o menos amplios mientras que otra pieza vibra para estimular el clirotis. Solamente el hecho de verla vibrar ya te excita, la introduce en ti y gozas al instante, con un espasmo largo, perfectamente identificable y sin necesidad de imaginar fantasías, te quedas trastornada, ese orgasmo de gran calidad se puede producir por medios puramente mecánicos, sin tener que acudir a ningún otro recurso. Te prometes utilizarlo mas en el futuro, aunque sea a solas, para recrearte en ti con delectación, ya que aunque te vayas aficionando a la pluralidad, no quiere decir que haya que renunciar al placer solitario.

Sin embargo parece que esa llegada tuya presurosa, ha decepcionado un tanto a los otros, que te permiten finalizar tu sesión de dominada.. Te quitas la cadena y el collar, te acercas a tu maestro y le recuerdas que te debe un deseo; lo acepta y te invita a formularlo. Le pides que folle a la musulmana integrista. Tienes gran curiosidad por ver el acoplamiento de dos personas tan diferentes, de dos personalidades tan opuestas, de dos cuerpos antagónicos. Mas de una vez te ha dicho que follar venciendo toda repugnancia no sólo no es rebajarse sino que invirtiendo ese juicio, es elevarse por encima de todos los prejuicios, así es posible el acoplamiento entre una persona mayor y otra joven, entre una hermosa y un adefesio, entre un culto y un necio. Es el momento de tu pequeña revancha, de tu goce personal, de pasar a ser dominadora y espectadora. En ese camino en el que te estas iniciando uno aprende pero también enseña, goza y hace gozar, no hay mas límites que los que uno quiere poner y los que libremente acepta. Así pués te dispones a asistir a una lección práctica impartida por el maestro.

Él se pone en pié, se quita el otro zapato, se acerca a la mujer, mira a su marido, le pide permiso... para follársela, en ese momento te entra la risa, parece una escena galante en un baile del siglo XVIII, aunque en esa época también se hacían intercambios de pareja con el mismo protocolo. Murad consiente en la petición y los dos actuantes se ponen frente a frente y empiezan a desnudarse sin tocarse el uno al otro.

Ella se quita su enorme velo negro y surgen los velos y la ropa interior a juego que son depositados en el suelo sin mayor ceremonia, él se despoja de su chaqueta, camisa, corbata, pantalones y calzoncillos. Al fin están completamente desnudos, ella es maciza, aunque para tu sorpresa está completamente depilada, no sabes nada de ella; él es relativamente musculoso, aunque una ligera tripa empieza a dibujar esa mal llamada curva de la felicidad. Te das cuenta lo poco que sabes de él, lo conociste por INTERNET, tuvisteis un encuentro que te resultó sorprendente, te invitó a este viaje sorpresa, inconscientemente aceptaste y ahora estás encantada con los resultados.

En conjunto mas que una pareja a punto de entregarse a la pasión sexual parecen dos pacientes esperando el turno de pasar por un reconocimiento médico. Él se pone en el suelo a cuatro patas, ella se sitúa detrás de él y empieza a explorar su ano con la lengua, mientras con sus manos va tanteando entre sus piernas y masajeando el abultamiento masculino entre sus cojones y el orificio anal, se toma su tiempo, está concentrada en lo que hace, observas a su marido que tiene una mirada atenta, seguramente sabe el proceso por haberlo disfrutado en otras ocasiones.

Estás presenciando un beso negro, siempre te has preguntado ¿que se siente? Parece que el besado siente un placer extremo a juzgar por su cara de éxtasis, ya que la besadora utiliza los labios y la lengua en su recorrido externo e interno, el tacto debe ser como el beso en la boca con el añadido de las terminaciones nerviosas el contacto con la punta de la lengua rugosa en la membrana perianal, de vez en cuando practica la succión intensa, o sopla suavemente aire y aparta ligeramente las nalgas para acceder mejor.

Te mueves para observar plenamente el estado de excitación de tu hombre cuyo pene está erecto. En ese momento ella se desliza debajo de él y empieza una felatio (que nombre tan bonito en latín) mientras uno de su dedos se introduce plenamente en su ano y lo masajea, crees recordar que una vez te habló del "masaje prostático" pero nunca mas te lo volvió a mencionar, ahora te fijas para practicarlo a la primera ocasión que tengas. Ella dedica entonces sus atenciones bucales al escroto sin dejar de mover su dedo, un líquido espeso y claro sale del pene, ella se da por satisfecha y se pone en postura "perrito" en el extremo de la cama, su sexo queda exactamente a la altura de su compañero, que la penetra sin ninguna otra preparación, ella debe estar acostumbrada a proporcionar placer a su hombre sin esperar ninguno para ella, seguramente es de las que disfruta haciendo disfrutar lo que en la mujer musulmana debe ser el principio general, la escena te pone muy cachonda, miras a Murad que está congestionado, te levantas, sacas su pene de la bragueta y le haces una paja mientras él trastea torpemente entre tus labios con sus dedos, añoras los placeres que en ese mismo sitio te proporcionó con su lengua. Al fin surge la corrida colectiva o al menos en los dos hombres y tibia en ti, Roxelana es poco mas que un elemento causal, pero parece ufana de si misma, de sus habilidades y del resultado. Se levanta, va hacia Murad que está sentado, se arrodilla delante de él y empieza a hacerle una mamada.

Te acuerdas como en tu juventud aquello te parecía un acto sexual perverso, pero que a ahora te produce una sensación de posesión del miembro del que te apropias, de tal manera que a través de la exploración de lengua y dedos llegas a conocerlo mejor incluso que su propietario, de ahí el sentimiento de dominio, una minúscula vibración con la punta de la lengua y se produce una reacción desmesurada, todo ello sin contar con la sensación de plenitud, mas que cuando penetra la vagina que entonces es mas difusa, mientras que en la boca se notan mas todos los relieves, percibes los olores y además hay el premio extra de saborear al final el esperma.

Sin embargo, has notado que el efecto de succión se percibe claramente en el otro extremo de tu cuerpo, que la presión de los labios en el pene forma una pulsera durísima en la entrada de tu vagina; esto ocurre cuando una felación se ejecuta bien, variando los ritmos, las presiones, la postura; entonces una conexión mental activa el deseo, los labios replegados sobre los dientes para no lastimar (se dice que los señores quitaban los dientes a sus esclavas para que lo hicieran con sus encías) la lengua, la mano o mejor todavía solo dos dedos en forma de tenaza que controla la penetración. Cuando ese esfuerzo se traduce en un gemido por parte del mamado, se redobla la excitación y entonces la mano afloja para que la verga entre hasta la garganta, entonces abandonas la labor de directora y dejas que él asuma le mando, sus manos firmes te inmovilizan la cabeza o la agitan y entonces puedes decir con toda propiedad que te están follando la boca igual que te follarían el coño. Nada te enorgullece ahora mas que te digan que eres la que mejor la mama. Incluso él te ha dicho alguna vez ¡Qué bien me chupas la polla con tu coño!

Esta evocación te ha hecho perder la atención en la escena que se desarrolla, ella sigue de rodillas y él está sentado, ella no aparta la mirada de los ojos de él, como si buscara algún tipo de órdenes, o simplemente disfrutara de la observación de él sobre ella y pudiera apreciar las ligeras oscilaciones en su rostro, Alá sabrá que es lo que aquella mujer querría, pero no se podría negar su abnegación y el empeño que finalmente dio sus frutos en cuanto él eyaculó sobre la lengua que oportunamente sacó para recibir el blanco líquido a la vista de todos y que procedió a tragarse, relamiéndose glotonamente, en premio a su dedicación recibió una especie de caricia en su cabeza que le revolvió los pelos, se ve que la mujer musulmana tiene totalmente asumido su papel de objeto y lo cumple a satisfacción de su hombre. Te sientes feliz de haber nacido fuera de ese mundo en el que puedes tomar las decisiones por ti misma y si quieres ser esclava ,lo eres, pero nadie te impone nada forzosamente.

Ambos se van a la ducha, se visten, se despiden cortésmente y vosotros sin deciros una sola palabra os sumergís en la bañera y hablar de lo mucho que el día ha dado de si y las lecciones aprendidas. Lo malo es que mañana hay que volver, se acabaron las delicias turcas, pero sabes muy bien que ahora eres capaz de disfrutar de aspectos que nunca antes habrías imaginado. Coges la mano de tu amo y maestro y depositas allí un largo beso de gratitud y respeto, una furtiva lágrima pugna por salir, él te besa en la frente. Una mirada cómplice os une. Sobran las palabras.