Delicias Turcas

No intercambié una sola palabra con aquél desconocido de Estambul, pero nuestro encuentro fue memorable y una experiencia maravillosa. Nos despedimos con una sonrisa y un tímido beso en los labios.

Delicias Turcas

No intercambié una sola palabra con aquél desconocido de Estambul, pero nuestro encuentro fue memorable y una experiencia maravillosa. Nos despedimos con una sonrisa y un tímido beso en lo labios.

El vuelo llegó temprano a Estambul, a la llegada al hotel y después de un largo viaje me encontraba cansado pero no me apetecía dormir así que bajé a la cafetería a desayunar.

Estaba sentado tomando un té y ojeando una revista sobre la ciudad cuando apareció él.

A primera vista le eché unos 40 años, era de complexión fuerte, mas o menos de mi altura 1,80, moreno y muy velludo, las cejas eran negras y espesas y se le juntaban en una línea casi recta sobre sus ojos, lo que le daba un aspecto fiero y casi primitivo. Ciertamente no podía decirse que fuera un hombre guapo pero me atrajo desde el primer momento. Sin duda aquél tipo era un oso…y a mi los osos me chiflan.

Yo creo que la atracción fue mutua porque a pesar de que el amplio comedor estaba prácticamente vacío, se acomodó en una mesa justo enfrente de mí.

Yo soy una persona poco "lanzada" mas bien tímido a la hora de iniciar un contacto, aunque luego se me pase la timidez y sea totalmente abierto una vez establecida la relación.

En fin, no pude evitar fijarme en él, sus cejas espesas, sus manos fuertes con dedos gordos y extremadamente velludos, si tenía todos aquellos pelos en los dedos de las manos como tendría lo demás.

Varias veces nuestros ojos se encontraron y ambos apartábamos la mirada al instante, para volver a encontrarnos poco después.

Se levantó y caminó hacia el bufé, llevaba pantalones vaqueros y camisa negra, sus piernas eran fuertes y gruesas, tenia un hermoso culo que le sobresalía bastante aunque no estaba gordo en absoluto y entre sus piernas lucía un prometedor paquete.

Me estaba poniendo muy cachondo y la polla empezaba a ponérseme dura.

Al poco retornó al asiento y reanudamos la sesión de miraditas sin dirigirnos la palabra, pero a mí ya no me quedaban dudas de que allí había plan.

Después de una mirada un poco mas larga de lo habitual, me levanté y me dirigí al servicio. Me coloqué en uno de los urinarios, y saqué la polla, que estaba en esos momentos bastante morcillona. Esperé, al poco mi desconocido amigo se colocó justo a mi lado. Se soltó el cinturón y bajó la cremallera y de un golpe se sacó los huevos y un pedazo de carne gordo y de buen tamaño, aunque aún la tenía flácida.

Se quedo así sin mirarme, yo tenia la vista fija en su miembro y al poco agarré sus huevos con una mano y comencé a acariciarlos, eran pesados y duros y muy peludos. La polla se me puso muy dura y entonces él fijó su vista en mi aparato. Después casi bruscamente se lo metió todo de vuelta a su sitio se abrochó debidamente y según marchaba me susurró suavemente un numero, 307 y desapareció.

Volví al comedor y él ya no estaba allí. Esperé unos minutos y me encaminé hacia las habitaciones, con el corazón latiéndome en el pecho y una erección tremenda, tratando de imaginar lo que me esperaba pero el viaje fue corto y de pronto allí estaba yo, llamando discretamente con un toque de nudillos a la puerta 307.

Debía de estar esperando con impaciencia porque la puerta se abrió casi al instante y entré. Vestía un albornoz de esos que suele haber en algunos hoteles, sin mediar palabra me agarró firmemente por un brazo y me sentó en el borde de la cama.

A continuación se soltó el albornoz y como podría describir lo que apareció ante mis ojos. Estaba completamente desnudo y tenia un vello negro y muy espeso por todo el cuerpo, Su miembro estaba ahora a media erección y aunque no era especialmente grande al tomarlo en mi mano lo sentí grueso y macizo. La cabeza era bastante mas gruesa que el resto del miembro y al poco tiempo se le puso muy dura y morada que parecía que iba a reventar. Era de verdad una polla espléndida, como a mi me gustan, ni grande ni pequeña pero con el tamaño necesario para hacerte sufrir y gozar al mismo tiempo.

Desde el primer momento quedó bien claro quien estaba allí al mando, puso una mano en mi nuca y con la otra se pajeaba y poco a poco me la fue acercando a la boca. Yo empecé a mamársela con gusto, estaba dura y caliente y aquél capullo me llenaba la boca, se la chupaba suavemente y de vez en cuando le daba unos chupetones fuertes en el capullo que le hacían suspirar. El dirigía toda la maniobra y a veces me hacia que le chupara los huevos mientras se la meneaba con mucha fuerza, otras me pellizcaba los pezones hasta hacerme bastante daño, lo cual he de reconocer que me pone muy caliente. Yo estaba en la gloria y me pajeaba ,suavemente.

Se la estuve chupando mucho tiempo, tanto que ya me dolían las mandíbulas pero el parecía no cansarse y gozaba y resoplaba como una fiera.

De pronto, no se de donde, me entregó un condón para que se lo pusiera, a estas alturas su verga estaba bien dura, así lo hice, me indicó que me levantara y me puso de espaldas he inclinado, ofreciéndole mi culo. Yo me quede quieto sabiendo lo que vendría a continuación. Me ensalivé el culo abundantemente he introduje un dedo para dilatarme un poco, la verdad es que no practico el sexo anal muy a menudo, aunque me encanta, y estoy bastante cerrado, a pesar de mis años.

Me penetró lentamente, cuando aquél cabezón me atravesó el ojete sentí bastante dolor pero después entró el resto, lentamente me la metió toda y sentí su cuerpo peludo pegado a mi espalda. Me estuvo follando durante mucho rato, a veces despacito me trataba con dulzura y yo me dejaba querer, otras veces me golpeaba salvajemente con su verga y yo sentía su polla en mi estomago y casi me daban ganas de gritar de placer.

No se cuanto tiempo transcurrió, la verdad es que aquel tipo me pego una follada increíble.

Por fin saco la polla y arrancándose el condón empezó a meneársela, me la acercó a la boca y entendí lo que quería. Yo estaba a punto de correrme y en aquellos momentos me habría comido toda la leche del mundo.

Los borbotones de leche entraron en mi boca mientras le succionaba el capullo con fuerza; él bramaba de placer. Fue una gran corrida, bebi de su polla hasta la última gota su leche era fuerte y amarga y muy abundante, seguí chupándole mientras mi propia leche se derramaba en el suelo, hasta dejarle la polla limpia y flácida.

No volví a verle nunca más, pero siempre estará en mis mejores recuerdos.

Anoman

Estambul, 3 Enero 2008