Delicia de los Dioses
Yo podía solo gemir, pues me lo había susurrado con su erótico acento y no había parado ni un solo momento de penetrarme con los dedos y rozar la delicia de los dioses empapando mi clítoris cada vez que salía de mi...
Madrid, 18:30 de una calurosa tarde de pleno mes de agosto. Hace ya dos días que tengo el aire acondicionado estropeado y el dichoso casero no se digna a aparecer a repararlo como prometió. Estoy empapada, sentada en el sofá ojeando unas fotos en mi iPad y ahí está, Marco, mmmm, Marco. Mi temperatura corporal acaba de aumentar 10 grados al menos.
Marco es el dios del sexo que conocí este mes de Julio en Calahonda, un pueblecito de la costa de Granada donde pasé junto a unas amigas las vacaciones de verano.
– Vaya nochecitas me hiciste pasar Marco!
Recuerdo una noche en especial, me llevó al barquito de unos amigos que tenían fondeado en la cala de Calahonda. No era muy grande, pero tenía un camarote con una cama, eso nos bastaba.
Había notado en cubierta una mesita con velas y unas flores, dos platos con pescado y verduras y una botella de Rueda (Vino blanco) fresquito.
Cuando cenamos, me llevó a la cabina del barco, donde empezó a quitarme la ropa despacio y susurrandome al oído:
-Bella, hai rubato il mio cuore.
No entendía nada, pero ese acento italiano me ponía a cien.
Comenzó a besarme el cuello mientras me sujetaba el pelo con una mano y jugueteaba con uno de mis pezones con la otra. Comencé a gemir, ya me tenía donde quería… Bajó poco a poco hacia el pecho forjando un camino con la lengua, que me erizaba la piel. Cuando llegó al pecho derecho, mientras seguía torturando el izquierdo con sus dedos, atrapó el pezón con los dientes, lanzándome una descarga de placer que rozaba el dolor que me cegó de lujuria. Sin pensarlo dos veces me tiré a la cama ovalada del camarote tirado a la vez de él. Le arranqué la camiseta y le bajé las bermudas de un tirón. Debajo no llevaba nada y allí estaba, en todo su esplendor un jugoso pene del color de la canela, erguido y exigiendo ser devorado. Se me hizo la boca agua, no podía apartar la mirada de tan apetecible manjar. Sin darme cuenta ya estaba abriendo la boca y sacando la lengua para humedecer mis labios y alargando la lengua para lamer la punta. Alargué la mano para atraparlo y en ese momento noté las manos de Marco abrir mis piernas e introducir sus dedos dentro de mi tan rápido que se me escapó un gritito de la sorpresa.
– Oh!
– Te hice daño?
– No, no… No me lo esperaba…
No pude decir mas, comenzó a besarme y a recorrer cada hueco de mi boca con la lengua mientras movía los dedos dentro de mi.
La sensación que noté no era como en otras ocasiones, no se parecía en nada a la que sentí cuando otros hombres o yo misma me masturbaba (Si, una chica tiene sus necesidades).
Con la palma de la mano apoyada en mis labios y los dedos flexionados hacia arriba, entraba y salía con rapidez (ahora sé que la sensación era porque me rozaba el punto G) y yo no paraba de gemir.
Estaba cegada y anulada mentalmente por la explosión de sensaciones que me hacía sentir, solo podía pensar en el placer que me producía y en llevarme a la boca aquella polla de una vez!
El estaba junto a mi cadera de rodillas y de un impulso me incorporé un poco y la introduje en la boca, la saboreé y lamí, sujetándola con la mano iba metiéndola y al sacarla succionaba y lamía la punta con la lengua. El gimió y echó la cabeza hacia atrás.
Mmmm Delicia de los Dioses, eso era el dichoso punto G que me llevó a la locura.
El seguía entrando y saliendo de mi con sus dedos y al salir empapaba con mis jugos el clítoris, creía morir cada vez que lo hacía. Entonces aceleré, la introducía dentro de mi boca todo lo que podía hasta que me deba una pequeña arcada y después la sacaba lentamente succionando a la vez y lamía la punta, eso lo enloquecía.
En un momento dado, me obligó a parar.
– Bella, mas despacio, tenemos tutta la notte por delante y quiero llevarte hasta el cielo.
Yo podía solo gemir, pues me lo había susurrado con su erótico acento y no había parado ni un solo momento de penetrarme con los dedos y rozar la delicia de los dioses empapando mi clítoris cada vez que salía de mi.
De repente bajó la cabeza hacia mi entre pierna y mientras seguía penetrandome comenzó a lamer mis labios, mi clítoris… Dios! Creía que iba a reventar de placer. Noté salir de mi un reguero caliente y húmedo empapando las sabanas y lo oí gemir y decir algo, pero estaba en mi nebulosa de placer y no entendí nada. Entonces bajó con la lengua hacia la abertura de mi vagina y comenzó a lamer y chupar y me penetró con la lengua una y otra vez, me levantó las nalgas para acercarme mas a su boca y ayudarse con los movimientos
– Oh… Dios!
– Te gusta Bella?
– Oh… Dios… Siiii!
No pude mas, agarré su polla y la introduje en mi boca, estaba tan húmeda… La saboreé, lamiéndola con ahínco ayudandome con la mano, succionaba y subía y bajaba la mano a la par que movía la lengua con ella dentro. Le oí decir algo en italiano y me puse a mil, tanto que no pude parar seguía chupando, moviendo la mano y lamiendo. Oí que me avisaba de que se corría, pero no paré, seguí absorviendo, dentro, fuera, lamía y tiraba de la mano, hasta que se corrió escurriendo todo en mi cara y mi boca, volví a meterla dentro y lamí, el se retorcía y me sujetaba del pelo, seguí chupando con adoración hasta que no quedó nada dentro.
Entonces me dijo:
– Sei una dea, Bella.
Ahora sé lo que me dijo, en aquel momento me bastó solo con su mirada, me miraba con devoción, adoración y deseo.
– Ora tu. Ahora tu piacere.
Introdujo de nuevo sus dedos en mi y ya no pude pensar en nada mas, me dejé hacer.
Bajó con su boca y comenzó con mi tortura, dulce, dulce tortura, lamiendo, mordiendo y chupando mientras metía y sacaba los dedos flexionados. Yo gritaba de placer y jadeaba, estaba empapada, mis jugos lo inundaban todo y empecé a sentir un cosquilleo subir por mi abdomen poco a poco hacía la garganta.
– Si! Si! No pares!
Sentí como subía el orgasmo, un orgasmo que se intensificaba por milésimas. El seguía chupando y penetrándome, lo sujeté fuerte del cuello para que no parara.
El orgasmo fue devastador, una explosión de placer, fue el orgasmo mas intenso y extenso que había tenido jamás. Y me corrí, me corrí como nunca me había corrido, Marco seguía lamiendo mis labios, iba recorriendo desde el clítoris hasta la entrada de la vagina con la lengua, saboreando.
– Mmmm… Bella. Tu sei deliziosa. Que bien sabes.
En ese momento yo estaba en el nirvana, así que no conseguí articular palabra, solo sonreí.
Esa noche nos tumbamos en la popa del barco con una manta y vimos amanecer.
Kat.
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