Delicia 2

De las dos bocas salía saliva. Malicia en ocasiones separaba la cara y limpiaba los líquidos con la mano. Volvía a perderse en Marcos.

Me preocupaba la repercusión que pudiera haber tenido aquella temeridad en el escaparate de su tienda. Pasaron varios dias y no supe nada de Delicia. La llamé. Propuse cenar el sábado. Dijo estar de acuerdo. Pulse el manos libres. - Te oye Marcos, anuncié.

-Perfecto. Supongo que cenaremos los tres.

-Claro!!! Contestó Marcos. Después del show la veía de otra manera. Ejem, ejem.

  • Como dices que te encanta cocinar, prepara algo en vuestro piso. Así me lo enseñais que igual le falta alguna lámpara y os la cuelo. Marcos gritó -una mesita de espejoooo! Delicia se partió la caja.

-Ah!, por cierto. El numerito del otro día disparó las ventas. Compré un montón de masitas con espejo y las he repartido por toda la tienda. He comprado minifaldas y camisetas escotadas para Mónica y para mí. Es un desfile. La caja saca humo. Gracias amor. Delicia se ofreció a llevar algo. Insistió diciendo que no le gustaba presentarse sin nada. Marcos le dijo que no, que no llevara nada.

A la hora convenida sonó el timbre. Abrí la puerta y constaté su obediencia. Sólo llevaba un vestido lencero de raso color gris perla. El pronunciado escote le dejaba ver casi todo el pecho y el resto que faltaba por enseñar aparecia por las amplias sisas.

Mientras terminaba de servir los aperitivos Marcos le enseñó el piso. Y ella todo.

En la cena noté calor en las tres miradas. La situé sentada en el centro de la mesa, en la parte algo más larga, y a cada extremo uno de nosotros. Cada vez que necesitábamos algo de la mesa, o no, le pedíamos a Delicia si nos lo podía acercar.

-Que cabrones No saveis disimular. Vosotros lo que queréis es verme las tetas. Dijo con razón.

Los escotes mostraban lo que queríamos comer de postre.

Tenía muy claro que aquella noche tendríamos nuestro primer encuentro sexual. Ella lo sabía mejor que yo. Pero ambos también sabíamos que no tenía que ser tan sencillo. Había que darle emoción a la situación. Además estaba Marcos, que yo no estaba dispuesto a que se chupara el dedo.

Terminada la cena, con el café y algunos licores sobre la mesa quise pasar a la acción. Propuse jugar a las cartas.

-Vaya muermo Román. Esperaba más de tí. Dijo Delicia haciendo una mueca de asco.

  • Invento de un servidor (creo que los romanos ya lo practicaban).

-Si es un invento de Román será erotico festivo. Apuntó Marcos.

-Ya sabeis con quien vais a jugar a algo erotico festivo? habeis visto que yo

no me corto. Respondió Delicia

Explique la mecanica:

cartas españolas. Las barajo.

-Corta. Delicia cortó.

-Le das la vuelta al montón que quieras y juntas los dos montones. Barajalas.

Si sale del revés, no pasa nada y la siguiente es para el otro jugador

Si sale número par, prenda

si sale número impar, prueba

si sale una figura, chupito

si sale un as, calabozo, dos turnos sin tirar.

Malicia, antes de comenzar, advirtió que no valían como prenda zapatos, calcetines y demás tonterías.

  • A saco! Dijo poniéndose en pié con los brazos en alto. Descubrimos que no llevaba nada debajo del vestido.

Le tocó levantar carta a ella. Descubrió un tres.

Me anticipé a Marcos e impuse la prueba a Delicia. -Tres minutos de beso sensual con .... (sonrió a la vez que se relamía con deseo esperando oir mi nombre, creo)... Marcos.

Se acercó a él y pasó una pierna por encima quedando sentada sobre las de Marcos. Delicia comenzó a darle golpecitos con sus labios en el cuello. De un lado a otro. Ahora sacando la punta de la lengua hacía un caminito por su cara. La sacó toda y lamió toda la piel hasta posarse en los labios de Marcos.

Me puso a cien. Quería ser yo el que la besaba.

Todo él temblaba. Le abrió la boca con la lengua y comenzó el mejor morreo que jamás imaginé. Las manos de Marcos buscaron los pechos de Delicia. Los aparté.

-Toca beso. Sólo beso. Dije con un hilo de voz. No quería importunar.

De las dos bocas salía saliva. Malicia en ocasiones separaba la cara y limpiaba los líquidos con la mano. Volvía a perderse en Marcos. Era consciente de que pasaban de cinco minutos de beso, pero quien era yo para detener aquella pasión. Aproveché para darme una ducha. Me sudaba todo. Intuí que pronto me tocaría hacer algo. Pasé de formalidades y salí en boxers. Malicia no había pasado la mano para limpiar las salibas y resbalaban por su cuello llegando al escote. Me acerqué y con un cariñoso masaje extendí las babas en sus pechos. El respingón que dió dejó ver que le gustó.

Desmontó de Marcos. La disculpamos porque fué al baño.

Oímos correr el agua de la ducha.

-Vaya pasada, tio. Me he mareado. Dijo pasando la mano por la boca limpiando restos de saliba.

-Y tu te quieres casar. Eso es vida y no la parienta y los crios. Te casas y se acabó el folleteo. Te lo dice la experiencia. Y quedate en calzonzillos, niño. Dije.

Delicia pasó a sentarse en una de las butacas del tresillo. Cojí la baraja y alzándola pregunté si hacíamos unas manos más. Marcos dijo que sí. Malicia me miró con una sonrisa en los labios enrojecidos por la pasión.

A Marcos y a mí nos salieron del revés por dos veces. Delicia sacó el as de copas. Volví a sacar carta y de nuevo la carcel....

Marcos un doce. Le sentó bien el chupito.

Delicia sacó un nueve debastos.

Antes de que pudieramos imponerle la prueba se levantó de la butaca y balenceando sinuosamente las caderas comenzó a subirse el camisón.

Poco a poco. Lentamente fue descubriendo sus muslos. Largos y fuertes. De gimnasio, seguro. Se entretuvo en el sexo rasurado, la rajita que escondía su clítoris. Todo su cuerpo fue apareciendo ante dos embobados que nos reventaba el mienbro encerrado en los boxers. Sus pechos parecían invitar a mordisquearlos. Eran perfectos para cojerlos con una mano y los pezones erectos sobre las aureolas pequeñas y sonrosadas. Lanzó el vestido al aire y ordenó - levantaos y poneros frente a mí. Obedecimos

Arodillada frente a los dos comenzó a masagear por encima de nuestra ropa interior. Nos miraba con lujuria a los dos alternativamente con los ojos achinados. Pasaba la lengua sobre sus carnosos labios para lubricarlos. En un rápido jesto bajó los boxers a la vez y los dos mirmbros le golpearon la cara. Los juntó. Restregó uno contra el otro con fuerza el principio. Luego suave. Se acariciaban el uno con el otro. Marcos me miró con cara de susto. Le susurré -dejale hacer que sabe lo que hace.

Delicia de vez en cuando introducía uno de los penes en su boca y con la legua describía circulos en el glanda. Lo sacaba y volvía a acariciarlo con el el otro pene.

Cuando se cansó de juguetear con las dos vergas, que con apuros reprimimos varias corridas, nos cogió de ellas y nos fué arrastrando por el pasillo hasta mi habitación. Se tumbó sobre la mesa del futuro ordenador y dijo – a ver que sois capacer de hacer. Vale todo y todo vale.

Al entrar en la habitación Marcos dió al interruptor y encendió la luz. El ventanal del dormitorio estaba abierto.

Marcos se colocó detrás de su cabeza. Le cojió el pelo formando una cola y tiró acia atras metiendole la polla en la boca. La tiene más delgada que yo y un par de cm. más corta, calculé.

Cojí la silla y me senté frente a ella en el otro extremo. Le alzé las dos piernas posándo sus piés sobre mis ombros. Clabé mi nariz en su clítoris y comenzé a dibujar el abecedario con mi lengua sobre su rosada vulva. Fuí notando como aumentaba la temperatura de aquel coño. Comenzaba a empaparse. Introduje dos dedos en él. Chapoteaban allí dentro. Era una delicia estar dento de Delicia. Saqué los dedos y los chupé con delirio. Los volví a introducir. Esta vez tres. Los moví en todas direcciones. Oia gemir a Marcos y los contorneos de las caderas de Delicia indicaban una corrida de placer. Me llenó la palma de la mano . Tube cuidado de no perder ni una gota del líquido en mi mano. Me acerqué a ellos y dejé correr un hilo de jugo sobre el pene de Marcos. Ella lanzó la lengua como un camaleón. Le saqué la polla de la boca y agarrándola con la otra mano la embadurné de jugos del coño de Delicia. La limpiamos entre ella y yo. La besé freneticamente. Marcos aún estaba paralizado.

  • Hay que ser moderno Marquitos.

Dijo Belicia pasandose los dedos por el coño y dándole a beber. Marco dudó. Me adelanté.Tenía buen sabor.

Les pedí un receso que aprovecharon para ir a la ducha.

Hasta aquel momento no había reparado en los vecinos. La pareja de enfrente cenaba en la terraza a la luz de algunas velas. La noche era cerrada, sin luna. Tendrían invitados porque eran cuatro, pensé. Me sentí ridículo, desnudo en medio del ventanal mirando como me observaban. Me acerque a la baranda y apoyé los codos.

-Buenas noches. Dije

-Y tan buenas por lo que de aquí se vé. Dijo el que creo vive allí. La chica de su lado me sonaba del supermercado. La otra pareja no.

Ellas reían por debajo de la nariz.

  • Lo siento no me di cuenta de que...

  • No no, no te preocupes por nosotros. Verdad Sonia - dijo mirando a la chica de su lado, la que me suena del super.

  • Nos gusta, da morbo. Tranquilo. Por nosotros podeis seguir.

Miré dentro de mi habitación imaginando el plano que les ofrecíamos. Podía mejorarlo. Volví la mirada a ellos. Nos separaban unos siete metros. Lo que medía la calle.

  • Si apagais las velas estaremos todos más comodos. Dije.

Les gustó la idea.

  • Puedo hacer fotos? Preguntó la invitada

  • Soy Román y tú

  • Amparo

  • No. No puedes hacer fotos Amparo. No quedo bien en las fotos

Se oió un OHHHH !!!!!!!

-Pero podeis hacer videos y quedaremos para verlos.

Aplausos y las luces se apagaron.

Que eran esos aplausos? Preguntó Marcos.

Entré y comprové que nada del experior se veía desde el interior.

Necesito ayuda. Vamos a cambiar los muebles de sitio.

Situé el sofá de tres plazas frente al ventanal y un pequeño foco situado junto la cortina daba un acertado punto de luz. Pensé. Ninguno hizo preguntas. Era evidente que queríamos ver lo que comíamos.

Me seté en un extremo del sofá para que Belicia ma la comiera. Ella de rodillas a mi izquierda levantaba las caderas y respingaba el culo para que la lengua y los dedos de Marcos dieran buena cuenta. Mi empalme era tremendo. No podía ocultar a Delicia del morbo de que eramos objeto. Le levanté la cara y entre lengua y lengua le dije que teníamos público. Le agarré fuerte la cabeza para que no se girara. Se supone que sólo lo se yo, pero quiero compartir el morbo contigo.

-Quien és?

-Quienes, dirás?

-Cuantos?

-Dos parejas. Respondí al tiempo que Marcos soltó un -Ostias tia!!! Delicia soltó un chorro de corrida que le pringó toda la cara. Ella se revolbió y de una salto le comió la cara y luego se entretuvo en su polla. Les dejé tranquilos. Uno ya tiene una edad y necesita descansitos. Salí a la terraza y oteé la oscuridad. Ví como a drede, a modo de señal, se iluminaba la brasa de un cigarrillo. Los imaginé fumando a pitillo escondido. Regresé al sofá.

Ahora Delicia estaba tumbada boca arriba haciendo un sesenta y nueve. Marcos separandole las piernas buceaba en su sexo. Me introduge entre el reposa brazo y las piernas de Delicia y sin apartar la boca de Marcos empujé y se la metí hasta el fondo. Noté como la lengua de Marcos lamía el clítoris, los labios de aquel jugoso coño y el tronco de mi polla. O se espabiló o no se daba cuenta. Casi me corro al notar su lengua. Quise hacer la prueba.

Lentamente la saqué de dentro de Delicia dejandola en el aire. Paró de comerle el coño unos segundos y comenó a pasar la legua despacio, muy despacio sobre mi polla hasta introducirse el capullo en la boca que masageó con la lengua describiendo círculos como si fuera un chupachups.

La luz que enfocaba el sofá fue suficiente para ver la transformación de Delicia en Malicia. El rostro se le estiró acia atrás los ojos le achinaron. Desplazó a Marcos hasta la punta del sofá donde ella aún tumbada boca arriba tanía la cabeza. Le cogió la polla a la vez que me indicó que la morreara. Le masturbaba mientras nos dabamos un beso mojado. De vez en cuando alternaba mi lengua con la polla de Marcos. En alguna ocasión Maliciosamente juntaba en el aire su lengua con la mia y la verga que estaba a punto de rociarnos. Ahora me la ponía en la boca ahora se la ponía ella sin dejar de menearla. Marcos desde arriba viendo lo que sentía tenía cara de vicioso. Antes de que le preguntara respondió – Si, si que me gusta, pero no soy maricón. Yo tampoco respondí relamiendo la boca de Malicia. La corrida fue bestial. Malicia se atraganto de tanto tragar la leche de Marcos.

Nos quedamos sólos ella y yo. La senté sobre mis piernas para que me cabalgara cara a la galería. Le pedí lentitud de movimientos. Ella intuyó porqué. Subía el cuerpo hasta dejar al descubierto mi capullo. Bajaba y lo escondía despacio hasta hacer desaparecer los veinte centímetros dentro de su coño. En otra bajada la agarraba con una mano y empujaba dentro de su culo subiendo y bajando hasta tenerla toda dentro de ella.

  • He visto la lumbre de un cigarrillo allí en frente

  • Pues ya sabes esclava mía, sigue jugando

Desmontó y me volvió a montar de espaldas al tendido. Me pareció una eternidad. De un salto se puso en cuclillas a mi lado Retiró la melena al lado contrario de la ventana y me cogió la polla por la base con dos dedos para que los vecinos pudieran ver biencomo me la empezaba a mamar de arriba a bajo muy despacio la separaba unos centímetros me miraba a los ojos y volvía a pasarle la lengua despacio, muy despacio. Era una tortura de placer. Ví como salía mi semen disparado al aire. Malicia al tiempo giró la cabeza mirando donde ella sabía que estaban los espectadores y les dedicó una sonrisa y una relamida de labios.

Empezó a clarear y aún sentía manos acariciando mi pecho y mis partes. Ya no me molestaba en comprobar de quien eran.

Recordé a los vecinos. Me incorporé y salí hasta la barandilla. No había nadie. Ya iba a entrar al piso cuando reparé en unos paleles colgados en un extremo de su baranda. Eran hojas de libreta de espiral arrancadas y colocadas una junto a la otra en formación. Sonreí. Cada hoja contenia un número. Era un teléfono.