Delicatessen

Me llamo Jose, tengo 55 años, estoy casado y voy a tener la mejor noche de sexo de toda mi vida. O eso espero dadas las espectativas. A mi edad uno pretende haber probado casi todas las cosas buenas de la vida o al menos intentarlo. Y aquí me encuentro, frente a la puerta de una finca perdida en la sierra de Madrid donde voy a asistir a mi primera reunión porque he sido elegido entre mucha gente por mi físico, mi personalidad y porque follar se me dá de puta madre.

DELICATESSEN 1

Me llamo Jose, tengo 55 años, estoy casado y voy a tener la mejor noche de sexo de toda mi vida. O eso espero dadas las espectativas. A mi edad uno pretende haber probado casi todas las cosas buenas de la vida o al menos intentarlo.

Y aquí me encuentro, frente a la puerta de una finca perdida en la sierra de Madrid donde voy a asistir a mi primera reunión porque he sido elegido entre mucha gente por mi físico, mi personalidad y porque follar se me dá de puta madre.

Mido 1,65, 80 kilos, una barriga bastante redonda la verdad, pero dura como una piedra recubierta de mucho vello negro áspero como una lija según me han dicho más de una vez. El pelo de la cabeza lo tengo casi todo blanco cortado a cepillo lo que contrasta con mis cejas negras y muy pobladas que mi mujer se empeña en seguir manteniendo así quitándome los pocos pelos blancos con unas pinzas. El culo firme y bastante duro. Una polla de la que estoy orgulloso y unos huevos como dos pelotas de tenis.

Vamos, un señor bajito con un físico normalito pero que después de muchos años me he dado cuenta que despierta pasiones entre los hombres. Yo en cambio me miro al espejo y me río de que pueda gustar a tanta gente porque para mí no paso más que por un garrulo de pueblo que vino a Madrid hace muchos años a trabajar como carnicero.

Pepe el carnicero, me llaman en mi barrio y esta noche voy a tener la mejor noche de sexo de mi vida....

... HACE 1 AÑO ....

Estoy volviendo un Lunes por la mañana de regreso de mi pueblo para Madrid donde he pasado el fin de semana arreglando un poco el huerto y preparándolo para sembrar unos tomates y unas lechugas. Mi mujer se ha quedado a cargo de la carnicería esta mañana y así me ha dado tiempo a hacer también algo de papeleo de la casa que tenemos allí.

La carretera está bastante despejada y como es día entre semana hay bastantes obreros haciendo reformas del asfalto y otros arreglos. Hace un día soleado y como es cerca de mediodía el calor debe apretar porque están todos ellos solo con un pantalón  y el típico chaleco reflectante sin nada debajo. La verdad es que los hay de todas las edades pero con ese color de piel tan tostada y la cara curtida por el sol los hay que están para hacerles un favor. He bajado la velocidad para mirarlos mejor y veo a lo lejos algo que promete cuando de repente y sin darme cuenta el coche se me va a la mediana y aunque intento controlarlo no puedo por menos que frenar con el conseguiente susto.

Después de un par de minutos en los que me quedé en blanco alguien me toca en el cristal:

  • ¿Estas usted bien?- Me gritan al otro lado de la puerta.

  • Si, si. No pasa nada. Gracias. Es que me he despistado y se me ha ido el coche.

Bajo la ventanilla y me encuentro a dos obreros con cara de asustados.

  • Pero hombre es que no ve usted por donde vá. Si llega a ir más rápido podría haber sido mucho peor - me dice el de más edad de los dos.

  • Pues sí. No sé que me ha pasado. Ahora a ver si puedo incorporarme a la carretera sin molestar a nadie.

  • ¿Seguro que está usted bien? - me vuelve a insistir.

  • Sí, si. No se preocupe. A ver si me pueden ayudar a salir de aquí.

  • Está usted todavía blanco. Me parece que le voy acompañar al centro de salud del pueblo que está muy cerca. Rafa coge la señal de stop y para el tráfico mientras salimos. Déjeme conducir a mí - dijo el obrero mientras el más joven se preparaba para parar el tráfico.

Yo no puse resistencia y mientras me bajaba del vehículo para cambiarme al asiento de al lado iba reaccionando y me pude fijar mejor en mi acompañante. Vaya pedazo de tío. Debía tener una edad parecida a la mía, y también bajito aunque un poco más gordito.

Mientras le miraba por el rabillo del ojo me iba poniendo cada vez más nervioso y a la vez cachondo. Tenía poco pelo en la cabeza y las sienes completamente plateadas. El pelo del pecho le llegaba casi hasta la nuez del cuello y era también blanco y muy corto lo que contrastaba con el moreno de piel conseguido después de muchos años currando bajo el sol. Debajo de la nariz mostraba un bigote muy cuidado y también blanco. Pero lo más impactante eran sus manos cuyos dedos parecían más bien chorizos. Que manazas por Dios.

  • Perdone por todas las molestias que les estoy causando - intenté romper el hielo mientras recorríamos el trayecto hasta el pueblo.

  • No hay nada que perdonar. Lo hago muy a gusto - me dijo mirándome y echandome una sonrisa desconcertante - Parece que tiene usted mejor color. Por cierto, me llamo Paco.

Mientras me hablaba noté que su mano derecha la tenía en su paquete. Seguramente era una manía porque a mí me pasaba lo mismo y era una costumbre que mi mujer me recriminaba constantentemente.

  • Yo soy Pepe. Encantado.

Pero lo que no era normal es que se la empezara a sobar por encima del vaquero. Yo me estaba poniendo a cien y con lo tímido y cortado que soy no sé ni como se me pudo ocurrir soltarle:

  • Te la vas a estrujar de tanto apretar -

  • Es que llevo cachondo toda la puta mañana. Mi mujer lleva varios días fuera con su madre que está enferma y la verdad es que yo soy de follar todos los días. Mira como la tengo - me dice mientras me enseña el bulto de la polla que prometía bastante.

  • A mi me pasa igual - le dije - Yo si no echo dos polvos a diario luego me tengo que hacer una paja. Y como he pasado el fin de semana solo en el pueblo estoy que me subo por las paredes - le dije mientras me tocaba yo también la polla que tenía ya dura como una piedra.

  • Pues si quieres nos aliviamos en mi casa. Como estoy solo podemos echarnos unas cervezas y nos ponemos una pelicula porno que tengo.

  • De puta madre - le dije - Así me olvido de todo el susto del coche.

Yo estaba a mil por hora y no me podía creer lo que me estaba pasando. Joder me estaba llevando a su casa un pedazo de tío espectacular.

La casa era la típica de pueblo con una planta baja para guardar el coche y otras herramientas, y una planta de arriba con todas las habitaciones. Cuando subimos me enseñó el salón y me invitó a sentarme en el sofá mientras se iba a la cocina a por dos botellines de cerveza.

Cuando volvió, lo hizo sin el chaleco, es decir a pecho descubierto solamente con el vaquero y eso me terminó de poner cachondo por completo. Vaya cuerpazo tenía el tío para sus años. Tenía una barriga mas grande que la mia pero se notaba también muy dura. Las tetas nada caidas y firmes. Los brazos eran también espectaculares. Muy musculosos y con abundante vello también.

  • Voy a ver si encuentro el dvd de la peli que tengo por aquí metido. Como los hijos ya están fuera estudiando mi mujer y yo no nos cortamos y de vez en cuando nos ponemos una pelicula de esas. Mira aquí está.

Empezó la típica película porno y por suerte pasó poco tiempo hasta que llegó la acción y empezó el folleteo. Yo le dí un sorbo a la cerveza y le dije:

  • Con tu permiso - me abrí el pantalón, me desabroché la camisa y me saqué la polla que tenía ya lubricando hace varios minutos. Empecé a pelarmela lentamente. Mi polla según decían estaba bastante bien. Era bastante gorda y de un largo normal. Y sobre todo mis pelotas. Tenía dos pedazos de huevos bastante importantes.

  • Joder, Pepe, que buen instrumento calzas - me decía mientras se puso de pié, se quitó el vaquero y se quedó en calzoncillos. Cuando se sentó se bajo la parte delantera del slip y apareció un pollón monstruoso pero precioso. Apuntando hacia arriba con la piel cubriendo casi todo el glande. Parecía un vaso de tubo.

  • Anda que tú, Paco. Vaya pollón.

  • ¿Quieres cogérmela? - me suelta ya complemtamente cachondo.

  • Hombre, no jodas - le dije mientras me hacía el remolón. Pero la verdad es que estaba deseandolo - A ver si va a venir alguien y nos ve.

  • Tranquilo estamos solos y no hay ningún problema. Anda agárrame la polla y mira que dura está.

Me acerqué un poco más a el en el sofá y con la mano izquierda le cogí la polla por la base mientras se la meneaba ligeramente.

El con su mano derecha también hizo lo mismo.

  • Que buena polla tienes, Pepe. - me decía mientras empezó a menearmela suavemente - Lo que daría por tener aquí ahora mismo a una tía. Que polvazo le iba a echar. Me encantaría que me la chupara primero. Porque tu no te animas no?

  • Hombre tio. Que estoy casado y con dos niñas. Me dá no se qué - le volví a mentir para hacerme el duro - Pero solo un poco vale?.

Bajé la cabeza y me metí la punta que era bastante gorda en la boca y con mi lengua la empezé a lamer mientras el soltó un gemido y me puso su manaza en mi nuca. Se estaba poniendo a mil.

  • Que bien lo haces cabronazo. Métela más.

Yo en ese momento me solté y me metí media polla en la boca y empecé a hacerle una buena mamada. Estaba en la gloria y él en el cielo. De repente paró, se puso de rodillas frente a mí y sin decir nada se metió todo mi pollon en la boca. Madre mia que espectáculo. Este tio había mamado bastantes pollas. Era un experto.

  • Joder, Paco, que bien la chupas.

Con una mano me tocaba el culo por detrás y con el dedo índice intentó abrirse paso buscando el agujero hasta que lo encontró.

  • Para, para. Que eso no me gusta Paco.

  • Ven. Vamos a mi cama y ya te diré yo lo que te gusta - me soltó de pié con la polla a la altura de mi boca y que volví a saborear de nuevo un poco más.

La cama era bastante grande y lo bueno eran los espejos del armario que daban bastante juego. Este tio debía ser un cachondo y no me extrañaría que hubiera traido más gente aquí. Qué cabron!!

  • Ven túmbate. Que te vas a enterar de lo que es bueno - Se me echó encima como un poseso y me empezó a comer la boca con una maestría insuperable. Yo besaba bastante bien también y eso a él pareció sorprenderle.

  • Joder, Pepe, que boca tienes mamón. - Estuvimos con la lengua de uno dentro del otro varios minutos porque no nos cansabamos nunca. Estabamos ya desenfrenados los dos. Se bajó para mi polla y empezó a comerme los huevos mientras volvía a buscarme por detrás. Sin yo darme casi ni cuenta abrió el cajón de la mesilla y sacó un bote de lubricante que se echó en los dedos y volvió a dirigirse con su dedo índice hasta mi culo.

  • Cuidado tio. Que a mí no me han echo esto nunca - le volví a mentir.

  • Pues hoy te lo va a hacer tu amigo Paco - me suelta con dos dedos ya dentro. Me dá la vuelta y se coloca encima buscando con su polla directamente mi culo.

De repente solté un grito mientras él se paró de inmediato.

  • Perdona. ¿Te he hecho daño? -

  • Ufff. Si. Pero no importa. Vuelve a intentarlo.

La segunda vez fue mucho mejor y me la metió hasta el fondo.

  • Joder Pepe. Que polvo te estoy echando tio.

Me puso boca arriba y me levantó las piernas en sus hombros. Esa era mi postura preferida. Así podía ver perfectamente la cara del macho que me estaba follando.

  • Dame polla Paco. Venga.

  • Toma cabrón. Toda para tí- me decía con una cara de vicio impresionante.

Empezó a moverse lentamente para pasar al poco rato a darme más fuerte. Estaba poniendo una cara de vicio que a mi me volvía loco. Sacaba ligeramente la lengua y se la mordía del gusto que le estaba dando.

  • Si sigues así me vas a hacer correr - le dije.

  • Pues venga porque yo te voy a dar la leche pero ya. Toma cabroooooooooonnnnnnnn. Y tomaaaaaaa. tomaaaaaaaaaaa - gritó mientras mi culo notaba las contracciones de su corrida

  • Me corro tio. Joderrrrrrrrrrrrrrrrrrrrr - yo exploté meneandomela y corriendome directamente en su pecho con 3 chorros de leche abundante.

  • Joder, Pepe. Que cantidad de leche que echas para los años que tienes. - me dijo.

  • Si. Es que tengo dos buenos huevos. ¿Has disfrutado? - le pregunté mientras se dirigia al baño.

  • Ni te lo imaginas.

Se levantó de la cama de un salto y desapareció al baño.

Yo estaba boca arriba todavía con la polla tiesa. Era muy extraño pero el cuerpo todavía quería más guerra.

Cuando volvió me encontró meneándomela.

  • Joder con el madurito. ¿Todavía tienes ganas de marcha?

  • Estaba pensando en ese culo tan duro que tienes. A ese le iba a dar yo marcha pero bien - le solté mientras me iba poniendo otra vez cachondo.

  • Pues vamos a ver que tal se te dá - me dijo mientras se tumbaba boca abajo en la cama.

Yo empecé la sesión comiéndole el culo lo que le hizo soltar más de un suspiro. Le encantaba lo que le estaba haciendo.

Después pasé a la acción y le metí un dedo sin lubricante. Ufffff. Vaya culazo que tenía el obrero.

  • Te voy a follar pero ya - le dije mientras me ponía encima y se la metía de una vez.

Empecé a moverme lentamente y el levantaba el culo hacia arriba. Como le iba la marcha al cabrón. Le dí la vuelta y se la metí boca arriba en la misma postura que el me había follado.

  • Ahora te vas a enterar de lo que es bueno. Te voy a follar toda la tarde.

  • Venga Pepe. Muévete. Que hace mucho que no me folla nadie. Dale cabronazo.

Estuvimos así bastente tiempo porque yo aguantaba bastante después de la primera corrida. Me lo follé de todas las posturas imaginables.

Finalmente, estando encima de mí y yo boca arriba acabamos juntos.

  • Me voy a correr Paco. Prepárate. Toma polla cabrón. Tomaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa y tomaaaaaaaaaaaaaaaa-

El se corrió en mi cara.

  • Dame polla Pepe. Dame. Arghhhhhhhhhhhhhhhh. Me corrooooooooooooooooooo.

Madre mía que polvazo tan impresionante. Estaba exhausto y no podía más. Nos quedamos fritos en la cama abrazados.

Cuando me desperté habrían pasado 30 minutos.

  • Venga vístete que tengo que volver a currar - me dijo Paco ya vestido y listo para volver a la faena. Que guapo estaba el cabrón.

Terminamos de arreglarnos y me preguntó.

  • ¿Eres casado, verdad?

  • Si. Desde hace 25 años. ¿Por qué?

  • Toma esto y úsalo bien - me dijo mientras me entregaba una bolsita de plástico con una tarjeta y un llavero dentro.

  • ¿Qué es? - le pregunté

  • Algo que me agradecerás toda tu vida. Pero sé discreto y no lo comentes con nadie. No te digo más. Me tengo que ir a trabajar.

Esta vez conducía yo. Le dejé de nuevo cerca de la carretera y nos despedimos con un apretón de manos. Como no había nadie le tiré hacia mí y le planté un besazo en los morros que me supo a gloria.

  • Adios amigo. Hasta la próxima.

  • Adiós chato. Ya nos veremos - me dijo él con una sonrisa pícara a la vez que misteriosa.

Cuando llegué a casa me dí una ducha, saludé a mi mujer y mientras preparaba la comida me fuí al bar de Manolo a tomarme un aperitivo. Cuando fuí a pagar me encontré la bolsita con el llavero y la tarjeta dentro a la cual no había prestado atención. Pensaba que era publicidad o algún regalo que le hacía Paco a sus amantes.

"Delicatessen" y un número de teléfono móvil es lo único que aparecía en la tarjeta.

Y el llavero, un cerdito. Como ya tenía oxidado mi viejo llavero lo tiré y lo sustituí por este misterioso regalo que al menos me recordaría los buenos momentos vividos esta mañana.

"Usalo bien" me dijo. Qué raro. No le presté atención y me marché del bar camino de casa. Por la tarde tenía que trabajar en la carnicería.

Pasadas unas semanas me encontraba solo en mi tienda a punto de cerrar y cuando fuí a vestirme ví en la cartera la misteriosa tarjeta que había guardado no sé porqué la verdad. Le eché valor y llamé al número que aparecía.

  • Este es el Club Delicatessen. Diga en voz alta el nombre de pila de la persona que te dió el contacto- Era un contestador. Qué raro.

  • Francisco - dije con voz bien clara. Pasaron unos segundos hasta que volvió a sonar la voz del contestador. Por cierto, muy varonil.

  • Este es un mensaje para Jose. Por favor, danos una dirección, apartado postal o email donde te gustaría recibir información sobre el club delicatessen. No te arrepentirás.

Esto era la verdad bastante desconcertante. Quien era esta gente. Además como sabían mi nombre.¿Estaban promocionando algo?. Pero no se me quitaba de la cabeza las palabras de Paco cuando me dió la extraña bolsita. - Algo que me agradecerás toda tu vida -

Contesté al teléfono con la dirección de la tienda. Era lo más seguro y sabía que lo recibiría yo en mano. Y ahí acabó la llamada.

A las dos semanas recibí un paquete sin remitente que supuse era lo que estaba esperando. Al abrirlo y leer su contenido, mi vida cambió para siempre. La puerta que acababa de cruzar me invitaba a entrar en un mundo de desenfreno y lujuria como nunca antes había conocido y poca gente supongo conocerá nunca. Pero eso es otra historia que ya os contaré dentro de poco.

CONTINUARÁ