Del Wall Mart a mi oficina (3)

Las nuevas vivencias con mi puta adorada.

Las semanas pasaron, Angélica y yo habíamos re-descubierto las sensaciones de besarnos, acariciarnos y mamarnos en el auto y en el cine.

La primera vez en el hotel, fue como casi todo, sin planearlo mucho; ese día estaba caluroso y angélica llevaba un trajecito amarillo de falda cortita y saquito, con una blusa blanca delgada; ya nos enfilábamos a nuestro lugar, pero notaba que algo me decía con sus ojos, así que lo traduje:

oye, y si vamos al cine?

Al cine, si me gustaría

No Angélica, no me entiendes, llama a tu casa y di que te invitaron

Que buena idea

Sacó su celular y llamó a su casa diciendo eso y aumentando que al salir pasaría por algo para cenar, era lista en todo, pues comentó que llegaría a las nueve treinta. Para entonces yo ya había enfilado hacia la carretera libre, donde se ubican varios hoteles. Angélica cortó la llamada, lo apagó y se acurrucó en mi hombro.

Llegamos al motel La Huerta, entramos, bajé y pagué al tipo que se asomó por la ventanilla; me dijo que traería el cambio y le solicité un par de coca colas. Cerró y me dirigí al auto:

bájate ya Angélica

si, todo listo?

Si, ahora traerá el cambio y dos refrescos

Entramos al cuarto y de inmediato nos comenzamos a besar y acariciar, sobretodo yo, ya que tenía las nalgas a mi alcance; me di cuanta que era la primera vez que estábamos de pie excitándonos a punto de tener la primera penetración. Le subí la falda al tiempo que acariciaba sus piernas, subiendo rápidamente a esas nalgotas enormes y carnosas; puse mi lengua dura y ella la chupó como si fuera mi verga y yo corrí una mano al frente para restregarla en su vagina. Sin soltarnos dimos pasitos y la senté en un sillón, le abrí las piernas, me bajé lamiendo el panty restregando fuerte mi nariz en toda su pepa. Se escuchó cómo subían el portón e instintivamente ella cerró las piernas, pero se quedó en la posición que la puse, las nalgas casi volando, la falda muy subida. Así que me incorporé y caminé a la puertecilla junto a la entrada del cuarto y la giré (ya sabemos cómo funciona ese artefacto) el empleado ya había puesto las cocas, y me dio el cambio contándolo para que viera que estaba completo y recibiera su propina, en eso volteé a ver a angélica y ella abrió las piernas al máximo y las cerró riendo; tomé los refrescos y el dinero, dejando la propina y cerré, fui donde mi angélica y le tendí una mano para incorporarla, volvimos a lo del principio, mis manos amasaron sus nalgas y se hundieron bajo el panty, los movimientos ahora eran para sacárselo y ella ayudó; apenas sintió que habían dejado su lugar cubriendo las nalgas, ella me soltó, pues me abrazaba, y se lo quitó pasándoselo por una pierna y de inmediato la pequeña prenda llegó al piso, me volvió a abrazar y solo hizo un movimiento con su otra pierna para alejarlo. Le levanté la falda y la enrollé a su cintura, acariciando nalgas, piernas, pelos vaginales y hasta el ombligo; ella reaccionó:

mejor me la quitas, se me va a arrugar y para qué quieres

si Angeliquita preciosa

nos separamos un poco y acomodé esa faldita amarilla hermosa, alcanzando el broche y soltarlo, al igual que la cremallera. Se la quité con delicadeza y ella levanto una y otra pierna para que pasara, la coloqué en el sillón y volví a ese cuerpo que me esperaba caliente; siguió el turno del saco e hice lo mismo, al voltear y verla solo con la blusa blanca mostrándome sin pudor esa mata de pelos, me súper calentó, por lo que di los tres paso que me separaban de ella y besándola suavemente le desabotoné la blusa, esta vez esa prenda la coloqué en el respaldo y ahí seguía angélica ahora solo con ese sostén blanco a punto de reventar por esas tetazas grandes y turgentes. Me acerqué y bese su boca, el mentón, el cuello, las orejas e introduje mi lengua en ellas; angélica se estremecía y se quejaba suavecito, así que le lamí las tetazas y mordisqueé los pezones por sobre el sostén, era una sensualidad, una calentura que no aguantaba más, le bajé un tirante, luego el otro y besé sus hombros, luego por fin alcancé el doble brochecillo que al ceder, una vez más, como en la primera vez, desbordó sus senos grandes, morenos, pero por obvias razones, menos que el resto de la piel; fue como romper un dique y que el agua se desbordara. Lamí sacando al máximo mi lengua recorriendo desde la base, hasta casi el cuello, pasando cada vez por los pezones puntiagudos, la jalé y yo me senté en el borde de la cama quedando esos melones a la altura de mi cara, entonces los mamé y succioné fuerte, exagerado y ella ya jadeaba de placer; bajó su mano y alcanzó a rozar mi palo paradísimo, pero no la dejé bajar más, pues me concentré en mamar esos manjares, los mordí primero suave, con los labios, luego con los dientes igualmente suave, pero apliqué poco a poco fuerza y le gustaba:

muérdemelas, mámamelas mi vida, me tienes...hummm, hummm....

te gusta?

Me enloquece, muérdeme, dame un chupetón, déjame una marca para que mañana que me bañe, me vea y te recuerde, recuerde lo de ahora

Si mi cielo, tu me dices si te duele

Muerde, muerde, pero no tan arriba

Si, entiendo

La mordí varias veces, yo levantaba la mirada y veía el rictus de dolor, pero al preguntarle si paraba, me dijo que no, casi me exigió que siguiera; así pues, aplique la succión en el seno derecho, cerca del pezón para que no se viera, si usaba ropa un poco escotada, y de inmediato quedó el cardenal:

mira angélica, esta es mi marca

hazme otro aquí. Y señaló la parte exterior de la teta derecha

Lo hice y me pidió mas; en total le hice seis marcas y dos mordidas. Al final de esa operación, ella tomó su teta izquierda con ambas manos y me la ofreció con el pezón por delante:

Mama mi bebé, come teta

Que delicioso alimento mi vida, la mamé otro ratito y luego igual con sus dos manos tomó la otra teta y me la metió en la boca.

Me incorporé y coloqué mis manos en sus hombros:

siéntate

si. (y poniendo cara de pícara) qué me vas a hacer? Yo soy una niña decente

si chiquita, pero lo decente no te quita lo caliente.

Rió con alegría y no solo se sentó, sino que se impulsó un poco y avanzó en la cama king size, solo de las pantorrillas hacia los pies quedaron volando, lo demás ya descansaba en el colchón; cerró los ojos con una expresión de satisfacción.

Yo me deshice de mi ropa colocándola igualmente con cuidado en una silla, frente al tocador; Me giré y ahora si ya estábamos iguales de desnudos, mi verga estaba paradísima y la cabeza roja, roja; me acerqué y ella sin abrir los ojos giró su cabeza a un lado, como si quisiera conciliar el sueño. Me hinqué y le besé los pies, lamí e introduje mi lengua entre sus dedos, chupé las plantas y la parte superior, hasta los tobillos, apliqué un beso en cada una de sus uñas; olían suavemente a cuero, como es normal y era tal excitante, subí a sus espinillas, y pensé: como ya le había mamado tanto esa hermosa vagina, pues el culo aun no había sido mío, así que la tomé de las piernas y la hice girar; ahí estaba, ese culazo amplio y suave, lo lamí todo, mi lengua no paraba de chupar esas moles de carne. Hice que se hincara y le abrí un poco las piernas, luego presioné en su espalda para que apoyara su cabeza en la cama, o sea parando las nalgas ofreciéndome sus hoyos. Tomé posición tras de ella y antes de empezar a mamar, le restregué mi miembro escurriente en la planta de sus pies, angélica se los frotó entre si untando la babilla en ellos. Me incliné y posé mi boca directamente en su ano el cual tiene muchos pelillos alrededor, pero muy finos, lo lamí y a su vagina le introduje dos dedos y la masturbé como aviso de lo que vendría. Saque mis dedos de ahí y le dije:

estos dedos van a explorar otro lado

nooooo. Dijo riendo, por ahí no

no te gustaría?

Hazme lo que quieras

Metí el dedo medio poco a poco en el agujerito cerrado, y sentí el natural resistimiento, luego cedió y volvió a recostarse sobre sus manos y a acepar la metida de dedo. Lo metí todo y traté de forzar un segundo dedo, pero de la otra mano, así que el meñique de la mano izquierda empezó a seguir el camino, pero por la posición de las manos no fue fácil, así que le saque el dedo medio de la derecha y puse las dos manos en cada cachete de las nalgas de tal manera que los dedos índices quedaran en el borde del ano, de paso los dos pulgares estaban en la entrada de la mojadísima pepa. La mitad de los cuatro dedos entró en los hoyos respectivos, pero no me agradó y volví a meter el dedo más largo, el medio en el ano, haciendo círculos cada vez más amplios; angélica se retorcía y gemía, mi verga goteaba y de vez en vez atinaba en las plantas de los pies ó tobillos que de inmediato eran esparcidas por ella misma con el otro pie.

Ya no podíamos más y me separé de ella para ir por los condones, pero me alcanzó y me dio un beso introduciendo su lengua profundamente en mi boca, y luego en los orificios de mi nariz, en las orejas y me besó también los ojos, estaba hirviendo:

Ven, vamos a mi pantalón

Si, mi amo. rió

Cómo quieres que sea nuestra primera vez?

Como tu quieras, tu mandas, tu házmelo como se te haya ocurra...ya se!

Qué?

Como me deseaste la primera vez, te acuerdas que me lo dijiste?

Tome el paquete de tres condones y saqué uno, luego rasgué el sobrecito y salió esa protección de color blanco translúcido, angélica lo veía encantada, yo creo un tanto el morbo, un tanto la seguridad de no embarazarse, no se.

me lo pones?

Siii!. Ven, vamos a la cama, mi amor

Nos acercamos y ella se sentó en el borde, luego con la cara llena de satisfacción y con experiencia, me lo colocó de un solo jalón, solo me lo acomodé hasta la base de la verga y lo estiré del todo. Mi putita angélica beso de piquito la punta de mi palo ya cubierto y riendo, siempre riendo feliz y satisfecha, se encaramó en la cama, adoptando la posición de perra y yo quedé parado para introducir mi miembro, lo hice y en tres bombeadas la penetración fue total, angélica comenzó a jadear y ahora si, se quejaba fuerte, eran lamentos, casi gritos; yo miraba la corona de mi conquista, pues desde el día que la conocí en el Wall Mart, y que la deseé, soñé en poseerla, como todos y todas quienes conocemos a alguien y pensamos en la cama; pues esta vez había vuelto a pegar el hit y ahí la tenía en cuatro patas, ofreciéndome el culazo y dejando hacer lo que mi antojo dictara. Ella de vez en vez volteaba y no decía nada, solo esbozaba una sonrisa y seguía en su trance, yo la empujaba más y más, hasta que me subí a la cama y seguimos en lo mismo, pero mis manos dejaron de sujetarla de la cintura y me apoyé de sus hombros para introducirle más mi palo; angélica se curveaba y deseé cogerla de la cola de caballo y tirar, pero mejor me apoyé en la planta de los pies y embestí tan fuerte con el palo hasta el fondo de su vagina, que casi la levanto, ella también hacía lo suyo, pues empujaba como podía para sentirme:

siento toda la macana hasta dentro

eres un encanto mi vida

te satisfago?, huggg, hugggg

mucho,...me quiero venir

hazlo

la volteé y adoptamos la pose del misionero para terminar; nos besamos y arrojé el chorro de semen, solo pude bombear unas cuantas veces más y me retiré para quitarme el condón. Noté que ella aún no terminaba y me puse a mamarle la vagina que era un caldo de sus líquidos, sudor y un poco de los míos, olía a perra en brama y tallé toda mi cara en su vagina, sobre todo el clítoris hinchado y paradito, ella alcanzó mi verga flácida y mamó, se paró a medias, la verdad, pero lo suficiente para satisfacer a angélica y unos minutos hicimos el 69, donde, a pesar de haber mamado y tocado su vagina, me percaté de la flexibilidad de los labios superiores, atrapé uno con mis labios y tiré, cinco o seis centímetros, con mi mano tome el otro y al mismo tiempo tiré de los dos. Ya había tenido un hijo, pues cuando nacen de forma natural, el paso de el bebé rompe la estructura de esas membranas y las deja ya flojas para siempre. No le dije nada y realmente nunca, en nuestra relación le pregunte, ni ella me dijo algo; Concluí que el sobrinito era su hijo realmente. Obvio que no me importó.

Total que ella acabó con un suspiro y su piel se puso de carne de gallina. Nos abrazamos, nos acurrucamos un rato y casi nos quedamos dormidos, pero nos levantamos y ella se vistió a prisa, yo entré al sanitario y me lavé mas o menos la cara y el palo, luego salí y me vestí también.

Cenamos delicioso y compramos un buen tanto para que llevara a su casa, nos despedimos en el auto y se marcho.